Todo por amor (+18)

Autor: Rakelluvre
Género: Romance
Fecha Creación: 20/04/2012
Fecha Actualización: 18/06/2012
Finalizado: NO
Votos: 4
Comentarios: 46
Visitas: 30031
Capítulos: 15

 

¿Que secreto guardarías para proteger al ser que amas?. Porque yo soy la esposa que lo ama incondicionalmente. ¿Cómo hacerle entender que ya todo a terminado? Yo elegí la mujer equivocada para que sea mi esposa. ¿Cómo resistir al amor prohibido? Yo he llegado al final de su historia para comenzar una nueva.

Los personajes no me pertenecen son de Meyer, la trama si es mía. Gracias a mis Betas. Sarobari Yumel 22 y Lillian. 

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Capítulo 3: El Príncipe que no es Azul.

Cuatro años despues...

La campanilla anunciaba la entrada de cada persona que entraba al local había sonado ya varias veces antes de que entrara una hermosa chica con una aura extraña. Su rostro era como el de una niña atrapada en un cuerpo de mujer, su cabello corto y negro. Miro a todos lados buscando algo hasta que lo encontró. Camino lento pero con pasos seguros hasta la mesa que se encontraba en el rincón del lugar, apartada de las demás.  

—Hola, siento llegar tarde había rebaja en la tienda de Tanya y no pude resistirme — decía mientras tomaba asiento frente al hombre sentado en la mesa.

Pudiste haberme enviado un mensaje ¿no crees?, pequeña duende— dijo él hombre en tono molesto.

—¡Basta de reclamos! —Golpeo la mesa con su pequeño puño —. Y bien, díme a que se debe que me hayas hecho venir hasta aquí. ¿Qué es eso tan importante y misterioso que has de confesarme? —decía mientras miraba la carta para ordenar un postre.

—Voy a casarme —dijo con convicción y seriedad aquel hombre.

—Ya, es un buen chiste. —Ella no le dio importancia alguna al comentario de su acompañante, siguió mirando la carta —. Ahora díme, porque estoy perdiéndome un día de compras con Tanya.

—Ya te lo dije, no es broma voy a casarme, —Dio un sorbo a su café, y la miro con una sonrisa de satisfacción. Entonces capto su atención.

—No es cierto. No, ¡no puede ser verdad!—chillo y tapo su boca con ambas manos.

—¡Qué es tan díficil de entender? ¿Qué voy a casarme o que estoy enamorado? —Se síntio ofendido.

—¿Cuál es la oxigenada sin cerebro pero con buen cuerpo que te ha dado caza?

—¡Sorpresa!, no es rubia y no me ha dado caza. Y sea como sea su cuerpo a mí me gusta y es perfecto.

—¡Dios! Edward, el que una mujer sea buena en el sexo y te haga ver luces de colores no significa que estés enamorado de ella. —No podía creer que su hermano fuera un tonto como para casarse de la noche a la mañana. Ahí había gato encerrado.

Mira Alice no voy a discutir contigo, tampoco voy ha hablarte de mi novia para que le des tu aprobación. Estas aquí porque como tu hermano mayor, tengo el derecho de pedirte un favor.

—¿Quieres una cena especial para la susodicha? No lo podía creer ¿Quién era esa mujer para poner la vida de su hermano patas a arriba?

No espero menos se inclino hacia enfrente y le susurro como si fuera un secreto nacional —, ese día anunciaremos la noticia.

¿Estas loco? ¿Noticia doble? definitivamente pensaba que su hermano había perdido la razón.

—Díme, aunque creo que vas a cometer un error. Ni siquiera la conozco o ¿si? entrecerró los ojos a modo de desconfianza.—No hace falta. Lo harás el próximo domingo. Voy a invitarla a conocer a la familia. Y tú vas a preparar a nuestros padres para la noticia.

 

—¿Lo harás? pregunto esperanzado.

 

—Cuando llegue el momento te diré Te lo dije dijo mientras negaba con la cabeza de un lado a otro.

 

—No yo te diré “Te lo dije su sonrisa no podía ser más grande ni su felicidad.

 

—Insisto, las mujeres superficiales no son confiables Edward. Trato de hacerlo entrar en razón.

 

—¿Lo dices tu que te riges al ritmo de la moda? Sabia que era un golpe bajo para su querida hermana pero eso le enseñaría a no meter sus narices en su relación.

 

—Yo no busco a un hombre millonario para que solucione mi vida dijo molesta.

 

—Solo hazme el favor Alice.

 

—De acuerdo acepto rindiéndose al fin, estando segura que él se arrepentiría en algún momento de su vida. Realmente esperaba estar equivocada.

Estaba nervioso, le preocupaba en cierta manera la opinión de sus padres pero confiaba en su amor por ella y en el que ella misma le profesaba. Recordaba el día en que la conoció, una chica tímida en un rincón de la fiesta, su vestido color azul combinaba perfectamente con su piel pálida haciéndola parecer un ángel caído del cielo. La había estado observando desde hacia ya algunos minutos. Le parecía una chica sencilla y tierna, no era pretenciosa y no trataba de aparentar algo que en realidad no era. Ella simplemente era autentica. En ese momento nunca deparo en el resto de su físico solo en su rostro, su mirada tierna y tímida.

Cuando se decidió a hablarle un lapso de inseguridad lo atravesó, no sabia porque le pasaba, no había mujer que lo haya rechazado alguna vez, pero aun así tuvo miedo de que ella fuera la excepción. Cuando acepto bailar con él y la tuvo entre sus brazos se dio cuenta que fue la mejor decisión que pudo haber tenido.

Continuo saliendo con ella a pesar de los comentarios mal intencionados de su mejor amigo James. Pero lo que él y sus otros amigos pensaran le importaba poco. Bella se había ganado su corazón; pero ciertamente le costaba demasiado mantener la relación formal y apropiada con ella, la deseaba a tal punto que hasta soñaba con el día en que la hiciera suya. Cosa que solo pasaría cuando se casaran, ella era especial y no quería caer en el error de la famosa prueba de amor. Quería hacer las cosas bien, realmente la amaba y merecía lo mejor, más que una noche de lujuria para que al siguiente día la dejara en su casa, rompiendo el encanto de una maravillosa noche. Pero como todo hombre visual y carnal no podía evitar desearla, por lo que le pidió matrimonio, estaba seguro de que ella era la mujer de su vida, ¿para que esperar?

Ahora ahí se encontraban en la entrada de la casa de sus padres, ella parecía nerviosa y lo único que podía hacer para tranquilizarla era besarla, la entendía, nunca le hablo sobre si mismo, no era que tuviera algo que esconder, solo que quería que ella lo amara a él y no a su posición social. Ese fue el día en que su fachada de chico clase media termino.

 

—Tranquila todo saldrá bien van a quererte tomo su mano y deposito un suave beso en su palma para tranquilizarla.

 

—Edward, no estoy segura, ¿que haremos si no les gusto? Yo no soy como tú

 

—Para, para, no entiendo a que te refieres a ser como yo, mis padres no se dejan llevar por la posición económica Isabella le dijo un poco molesto. Ella bajo la mirada apenada y él se sintió mal al instante. Tomo su rostro entre sus manos

 

—Lo siento amor no quise hablarte así. Beso sus labios de forma cariñosa. Estaban tan concentrados que no escucharon cuando la puerta de la casa fue abierta, y una tos demasiado fingida los saco del ensueño. Cuando se giraron a ver quien los había interrumpido se encontraron con la enorme sonrisa de la hermana de él, Alice.

—Buenas noches dijo Alice con su sonrisa y ojos brillantes. Cuando escucho el auto de su hermano aproximarse corrió a la ventana mas cercana sin disimulo alguno, sabiendo que su madre la seguía. Había sido una suerte que la noticia de la novia formal de Edward no la tomara a mal, mas bien todo lo contrario, su madre pensó que ya era hora de que sentara cabeza y se dedicara a una solo una mujer.

—Cuando la vio bajar del auto, esperaba ver a una mujer alta, piernas largas cuerpo de Miss Universo. Pero abrió la boca al ver a una chica de estatura media, piel blanca, no alcanzaba a ver completamente su rostro, pero más fue la sorpresa al percatarse que era castaña. Su ropa no parecía de diseñador pero le quedaba bien, disimulaba perfectamente sus acentuadas curvas. Definitivamente no era modelo o actriz, era una mujer común, una mujer que no se regia por excesos o al menos eso era lo que a primera vista veía. Se dio la vuelta para abrirles la puerta pero choco con su padre que también estaba curioso por su nuera. Ahora estaba ahí parada frente a ellos y confirmando sus pensamientos anteriores.

Hola Alice te presento a mi prometida Bella. Amor ella es Alice mi hermana. Bella se mordió el labio inferior mientras le daba la mano, pero Alice no la acepto. Se abalanzo sobre Bella.

Gusto en conocerte Bella. Tengo el presentimiento de que seremos grandes amigas. quería conocerlo todo de ella.

El gusto es mío en ese momento los jóvenes escucharon una voz.

¡Edward has llegado! dijo con voz fingida, Edward rodó los ojos sabiendo que seguramente antes estuvo husmeando desde la ventana.

Hola mama, donde esta Carlisle quiero presentarles a Bella la mujer los observo expectante.

Claro pasen esta en la sala todos pasaron, Carlisle se encontraba encendiendo la chimenea. Haciéndose el desentendido.

Papá Edward llamo su atención colocándose frente a él, su padre le lanzo una mirada de interrogación, ellos no sabían aun la verdadera razón de la petición de una cena especial, Alice había guardado el secreto del compromiso solo mencionándoles que conocerían a su novia no su prometida —. Papas, quiero presentarles a una persona muy especial para mí guardo silencio pues en realidad no era lo que quería decir. También notaba los nervios de su dulce novia quien iba a provocarse una seria herida en sus labios si continuaba la tortura—. No, olviden eso, lo que quiero decir es que quiero que conozcan a la mujer con la que quiero compartir el resto de mi vida, a la mujer que amo, a Isabella mi prometida.

¡Oh por Dios! exclamo Esme con lagrimas en los ojos. Mientras que Carlisle los miraba a ambos con una sonrisa.

Isabella ella es mi madre Esme y él Carlisle mi padre Bella contenía el aire en sus pulmones y solo lo soltó cuando hablo

Mucho gusto señores. dijo ella tímidamente.

El gusto es nuestro, aun que estoy asombrado, Edward Carlisle sonreía.

Isabella bienvenida a la familia dijo Esme abrazando a la chica

—¡Oh! Gracias, díganme Bella.

Efectivamente mi hermana nunca espero a que yo me casara con una mujer distinta a todas mis anteriores conquistas, tarde comprendió que Isabella era lo que yo quería para formar mi hogar y mi familia, ella era la mujer indicada

Un año después

Vamos Edward solo un rato últimamente James se había convertido en una tortura para Edward, quien insistía en que regresara a las andadas.

No, Bella me espera para cenar dijo con cansancio de repartirlo por quinta vez en el día.

Bella esto, Bella lo otro, desde que te casaste has salido con nosotros tus amigos dos veces. ¿Qué acaso nunca piensa soltarte la cadena que traes en el cuello? su voz era maliciosa.

No es cadena, se llama matrimonio. Estoy seguro que ella no tiene problemas en que yo salga. Lo que sucede es que yo no quiero salir.

Mandilón.

No James, se llama amor. Antes de conocerla viví lo suficiente como para no desear volver a las andadas. Mi vida ahora es mi esposa.

Suenas como mi hermana cuando mira sus telenovelas.

Cállate idiota.

.

Después de un largo y cansado día de trabajo solo deseaba llegar a casa al lado de su amada esposa y hacerle el amor. Tocar sus adorables curvas y dejarse mimar por ella. Cuando entro al edificio se topo con el conserje quien le saludo amablemente como siempre. Subió al elevador y se dispuso a dejar el trabajo en su oficina para dedicarse en cuerpo y pensamiento a su esposa. El elevador paro, salió de este y camino por aquel pasillo que lo llevaría a su paraíso personal. Cuando entro por la puerta, se le hizo extraño no ser recibido por unos cálidos brazos. Bella siempre que él llegaba se lanzaba sobre él para devorarse ambos en un apasionado beso, pero en esta ocasión no hubo su acostumbrado recibimiento. “¿Dónde había ido?” Se pregunto, mientras que inspeccionaba la cocina en busca de su otra mitad. Nada, no hayo a nadie. La llamaría una vez se cambiara de ropa. Se dirigió directo a la habitación y ahí la encontró…

Hola amor, no escuche ruido y pensé que no estabas Le saludo Edward a sus espaldas —. ¿Qué ocurre? se preocupo al verla ahí sentada mirando a la nada muy quieta. Bella se giro quedando frente a él, aun tenia rastros de su llanto. Edward de inmediato fue hasta ella, tomando su rostro y la beso.

¿Qué sucede Bella? de nuevo le pregunto, aun mas preocupado.

No podremos tener hijos le contesto con la mirada baja. Edward sintió un frío recorrer todo su cuerpo y alojarse en su corazón.

¿Por qué dices eso? la pregunta salió en automático.

Soy estéril.

La noticia fue como una abofeteada a su ego, a su hombría y su futuro feliz. No la abrazo o consoló, no dijo nada dio media vuelta y se fue.

Ese fue el inicio del fin de su matrimonio.

.

Edward manejo no sabe cuanto tiempo pero ya había oscurecido cuando se estaciono frente a un local, el mismo donde años atrás en su soltería iba para encontrar algún desahogo carnal. Salió del auto y entro al lugar. Gente por todos lados mujeres desnudas bailando alrededor de un tubo como anacondas enredándose en el. Edward miraba sin mirar. Una chica morena se acercó a él.

¿Le puedo ayudar en algo? sus pechos de silicón se mostraban asfixiados bajo el diminuto sujetador de lentejuelas que traía puesto. La pequeña faldita o intento de ella le daba una buena vista de su trasero.

Quiero un privado

Llego a casa al amanecer se sentía asqueado de si mismo, había engañado a su esposa cuando debió estar a su lado para darle apoyo, pero no pudo, sus sueños de una familia como la que él tuvo en su infancia se desmorono. Su deseo de un hijo varón al cual poder enseñarle a jugar pelota, andar en bicicleta o darle consejos de cómo conquistar a una chica cuando tuviera edad, a llevarlo a tomar su primera cerveza, enseñarle todo lo que su padre le había enseñado, todo eso desapareció. No quería decirlo en voz alta pero la había odiado en ese momento y no sabía si seguiría odiándola por más tiempo por negarle su paternidad.

Esa noche fue la primera de muchas en las que el no llego a dormir. Mientras tanto Bella seguía asombrada por la reacción de Edward, sabia que había sido un golpe fuerte.

Actualidad…

Las manos grandes y delgadas del hombre acariciaban con ternura la larga cabellera rubia de la mujer recostada a su pecho. La respiración acompasada de ella era una melodía relajante para él. La alarma del celular de Rosalie sonó y con ello la advertencia de que tenían poco tiempo para volver a la oficina.

Con un gran suspiro ella se retiro dejando libre a aquel hombre maravilloso que le había hecho el amor con tanta pasión que los botones de su blusa quedaron esparcidos por la alfombra de la sucia habitación de hotel, la blusa quedo en un rincón a la entrada junto con el sujetador, la falda al igual que los tacones al lado de la cama. Las bragas ¿donde demonios habían quedado? Buscando con la mirada esa íntima prenda no lograba encontrarla, cuando esta cayó en su rostro. Molesta miro a Edward quien tenía una sonrisa torcida, traviesa y perfecta en su rostro. Si definitivamente él era único. Se coloco la prenda pero tardo demasiado en la acción cuando él ya estaba quitándosela de nuevo.

Eran las dos de la madrugada cuando salieron del hotel de baja categoría. Media hora después se encontraba camino a casa, se le había hecho tarde de nuevo, pero era algo que no podía evitar cuando estaba con esa hermosa y atractiva mujer de tan solo veintiún años Su secretaria quien no solo estaba trabajando con él desde hacia un año y medio por ser su amante. Ella era inteligente, ordenada, eficiente además de muy discreta. No era su primera amante pero si la que ha significado demasiado para él, tanto que estaba pensando seria mente en ponerle un departamento en una mejor zona. Donde vivía era un barrio bajo y peligroso. No le gustaba.

Había llegado a su hogar solo esperaba que se ella se encontrara dormida ya que si había algo que odiaba eran las escenas de celos y discusiones. Estaba cansado de eso. Una vez estacionado el auto, salió de él con su portafolio en mano. Cerró y puso la alarma. Entro al elevador y cerro los ojos memorando lo vivido hacia solo unas horas.

Ella y su maravillosa boca succionando su miembro, ordeñándolo hasta dejarlo seco. Después cabalgándolo con sus pechos danzando de arriba a bajo una y otra vez. Las puertas se abrieron había llegado a su piso. Recorrió el pasillo como si estuviera apunto de llegar a la guillotina pero tenía que llegar a su monótona y aburrida vida marital.

Saco las llaves del bolsillo de su pantalón para abrir la puerta de su cárcel. Cuando entro a la estancia encontró lo que ya se esperaba a su mujer.

¿La junta se extendió hasta las tres de la mañana? ella pregunto, él suspiro cansinamente y respondió con indiferencia.

Salí a tomar una copa con Eleazar, después de la junta. Dejo su saco en el sillón y libero su cuello de la corbata. Mientras la observaba beber de su copa.

¿A que hora terminaron? noto su voz entrecortada y contenida, patética fue su pensamiento.

Hace media hora. ¡Demonios! Si no me crees ¿Por qué no le marcas y averiguas por ti misma? dijo exasperado y cansado de la conversación lo menos que quería eran reclamos y lagrimas llenas de chantaje emocional.

No hace falta, te llamo a las once y dijo que aun se encontraba en Canadá, el vuelo se retrasó y que entregaría el informe a primera hora en la mañana. dijo con tranquilidad mientras se levantaba y se giraba para mirarlo a la cara. Su rostro debió haberle parecido a ella un poema pues sentía sus ojos casi salirse de su lugar cerro la boca cuando se percato de tenerla abierta, trago saliva, no sabia que decir. Ella paso junto a él y dijo para ser un abogado eres pésimo creando cuartadas.

¡Diablos! maldijo en silencio.

Halo sus cabellos con desesperación y tomo aire para dirigirse a la habitación, tomo una almohada y frazada y se dispuso a salir de ahí para dormir en cualquier lugar que fuera lejos de ella, la odiaba por hacerle sentir una mierda.

Capítulo 2: Cenicienta Capítulo 4: Rose

 
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