UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76751
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

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Capítulo 9: La historia de Esme

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta histoira me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

Capítulo 9: La historia de Esme.

Pov Bella

—Tu disertación ha estado muy acertada Garrett, mi padre será frio y calculador, pero nunca se opondría  a la felicidad de una hija.  Por otro lado, no me extraña Bella que tengas esas dudas y muy bien fundadas porque Elizabeth Vulturi… no es vuestra madre –dijo dirigiéndose directamente a Alice y Edward  –todos ahogamos una exclamación de sorpresa aunque si soy sincera  me lo estaba figurando. A mi lado Edward continuó impasible, no habíamos hablado sobre ello pero le conocía  lo suficiente para saber que ya…se lo veía venir.

Esme empezó su relato

—Solo tenía quince años cuando vi por primera vez a Carlisle Cullen y me bastaron cinco minutos para saber que estaría enamorada de él toda mi vida. Tan alto, tan guapo, tan imponente. Todo él irradiaba sexualidad, hombría y al mismo tiempo cordialidad, amabilidad, simpatía… en fin que me enamoré como una tonta de él en ese mismo instante pero… era para mi hermana no para mí, y parecía que ella no se mostraba tan…digamos… atraída por él como yo.

—Unos días antes Marco había estado hablando con Elizabeth sobre la posibilidad de que contrajese matrimonio con el hijo de Edward Cullen, dueño del único periódico que les hacia competencia a los Vulturi por aquel entonces y una de las familias mas prestigiosas de Chicago, una fusión con ella, según palabras de mi padre, era adquirir prestigio y poder. Mi hermana y yo éramos las mejores amigas por aquel entonces, nos los contábamos todo y, aunque sabía perfectamente como era ella de práctica, calculadora y fría, lo cierto es que  no entendía como, estando enamorada de otro hombre, estuvo de acuerdo  en aceptar la propuesta que mi padre le había hecho. Cierto que amaba a un hombre casado y esa relación no podía traer nada bueno, era todo un hecho que con ese otro hombre no tenia oportunidad, él amaba a su mujer y mi hermana solo fue una aventura acaecida en un momento de crisis en su matrimonio   pero… yo no podría aceptar algo así sin amor... no lo comprendía.

—Cuatro días más tarde mi padre nos presentó a Carlisle y a su padre en una cena que celebró en nuestra casa.  Como ya digo la atracción fue mutua, aunque al principio yo pensé que solo fue por parte mía y como ya digo…era  para mi hermana, la cual no parecía sentirse atraída por él ni una cuarta parte de lo que yo me sentía. Pero aun así no dejó de coquetear con él ni un solo instante y en ese momento y a pesar de lo mucho que quería a mi hermana…sentí nauseas.

—Cuando nos retiramos a dormir me confirmó esta sospecha al decirme que era mono y aunque no estuviera enamorada un matrimonio con él representaba glamur, dinero, más del que los Vulturi teníamos, poder, prestigio y que estaba decidida a hacerlo pues su relación con ese otro hombre no tenía ningún futuro ya que él estaba casado y en cuanto a riqueza, prestigio y poder no le llegaba ni a la suela de los zapatos. Yo la dije, como muchas veces antes había hecho, que tenía que olvidarse de ese amor pero que no debía embarcarse en un matrimonio sin estar enamorada  y ella contesto como siempre cariño en el corazón no se manda y muy pronto comprendí la veracidad de esas palabras aunque en ese momento lo que sentí fue una incomprensión total hacia la actitud frívola de mi hermana. Esa noche me fui a dormir sintiendo pena por Carlisle, pues embarcarse en un matrimonio así verdaderamente debería ser una autentica tortura. Aguantar a una persona toda tu vida, con sus defectos, su carácter su… todo…sin amarla… no se…yo nunca podría.

—Cuál fue mi sorpresa cuando días después mi padre me llamó a su despacho y me dijo que Carlisle había mostrado más interés por mí que por Elizabeth y él había aceptado la posibilidad de que me cortejara siempre dentro de unas normas que mi padre mismo había impuesto, la más importante, yo tenía que consentir en el matrimonio ya que mi felicidad y la de mi hermana estaban por encima de todo. También debería terminar mis estudios y Carlisle tendría obligación de financiarme la universidad si yo quería estudiar una carrera. Me dijo que me lo tomara con calma, que no corría prisa, que le conociera, le dejara cortejarme y… sin al final yo aceptaba nos casaríamos cuando cumpliera dieciocho años. No tengo que deciros que acepté encantada, aunque algo temerosa de la  reacción de mi hermana. Pero Elizabeth como siempre me sorprendió, se alegró por mí, nos ayudó, alentó y se convirtió en la mejor amiga de Carlisle pues  mía ya lo era.

—Nuestra relación empezó cuando Carlisle ese día me fue a buscar al instituto. Recuerdo que era la envida de todas mis compañeras cuando vieron a aquel apuesto muchacho tan guapo, tan amable y yo no podía estar más feliz. Me invitó a comer en un Burguer, después paseamos y me compro un helado. Era maravilloso conmigo en todos los sentidos, ¿cómo no enamorarse?, me iba a buscar al colegio, me regalaba flores, y bombones y hasta me compró un precioso peluche que aun guardo como uno de mis  más preciados tesoros. Yo era francamente feliz… hasta que mi hermana me hizo ver una cruel realidad… de paseos, helados y muñecos no vivía una relación, tenía que dar un paso más, comenzar una relación más intima porque si no le iba a perder ya que  Carlisle le había dicho que se estaba comenzando a aburrir, que él buscaba…algo mas… que era un hombre y como cualquier otro hombre  necesitaba de eso y…si yo no se lo daba lo buscaría por otro lado. Yo me asusté, era muy joven y era virgen, realmente no estaba preparada para dar ese paso, pero Elizabeth me fue aleccionando y convenciendo,  y como no estaba dispuesta a perderlo,   aquella noche, muerta de miedo todo hay que decirlo,  intenté seducirlo. Al principio me rechazó, yo me ofendí, lloré, me sentía impotente, humillada  y…cuando quiso consolarme una cosa llevó a la otra…jamás olvidaré aquella mágica noche…la noche en que…

—Un mes más tarde, comencé a sentirme mal, me levantaba todas las mañanas y vomitaba la cena del día anterior, me mareaba, me sentía débil, cansada y floja.  Me di cuenta con horror de que no me había llegado el periodo cuando Elizabeth me preguntó. Pronto salimos de dudas con una prueba de embarazo que dio positiva. En un principio no entendí como pude quedar embarazada ya que mi propia hermana me había proporcionado los condones pero…más tarde descubrí que los había manipulado.

—Me entró el pánico, mucho pánico, nuestro padre nos iba a matar  pues Elizabeth me confesó que ella también estaba embarazada de ese hombre casado y me dijo que lo mejor era que abortáramos pero yo me negué. Era joven e inexperta pero llevaba dentro de mí una personita que había sido engendrada con amor, con mucho amor y estaba segura de que Carlisle me ayudaría y apoyaría. Quise llamarlo por teléfono pero Elizabeth me dijo que era muy peligroso ya que cualquiera podía oírme. Al fin y al cabo yo era una menor y a Carlisle le podía acusar de corrupción de menores e incluso hasta de pederastia y yo me asusté. Mi hermana me dijo que  hablaría con él y así parece ser que lo hizo, puesto que volvió y me dijo que hiciera las maletas ya que íbamos a huir, huir a un país donde nadie nos conociera y pudiera dar a luz a mi hijo si problemas. 

—Cuando llegamos al aeropuerto me dijo que tendría que abordar el avión yo sola y que en Berlín me esperaba una amiga de Athenodora, que nos estaba ayudando, para llevarme a una institución de señoritas y poder estar ahí escondida hasta que diera a luz. Cuando le pregunté si es que Carlisle no iba  a acompañarme ella me dijo que era imposible puesto que si desaparecíamos los dos a la vez del país, se vería enseguida que habíamos huido juntos y Marco perseguiría a Carlisle hasta encontrarle y cuando lo hiciera no solo acabaría con él, sino con toda la familia. Me dijo que tenía que ser fuerte y aguantar puesto que estaba en juego el prestigio de una de las familias más importantes de nuestra ciudad y por ende la nuestras. Me aseguró que Carlisle se reuniría conmigo en cuanto pudiera. Y yo tonta de mi le hice caso y me marché, me marché sola, a un país desconocido cuyo idioma no entendía, con unas personas completamente ajenas a mí y jamás me sentí mas abatida, derrumbada y vulnerable.  MI hermana me había procurado una nueva identidad, ya no era Esme Vulturi, esa había desaparecido al igual que el color de mi pelo y en su lugar había una persona cuyo nombre ni sabía pronunciar pero que me dio la posibilidad de proseguir mis estudios en esa misma institución.  No estaba mal de dinero ya que mi hermana me dejó lo suficiente para cubrir mis gastos diciendo que era de Carlisle pues él no quería que sufriera privaciones.

 —Pasaron los días, pasaron las semanas y no tenía ni una sola noticia de Carlisle, ni una llamada de teléfono, ni una carta…. nada. Al cumplirse justo el mes de estar allí mi hermana vino a verme, cuando le pregunté por qué  Carlisle no se había  puesto en contacto conmigo, en vez de responderme se sentó junto a mí, me cogió las manos y me dijo que fuera fuerte.

—Por lo visto mi hermano Cayo había pillado a Athenodora ayudándonos y la obligo a confesarlo todo, Cayo se lo dijo a nuestro padre y este mandó detener a Carlisle por abuso de una menor. Me dijo que Carlisle fue a dar con sus huesos a la cárcel   y su permanencia allí dependía de la decisión que yo tomase después de que me contara cual era el trato para que papá quitara la denuncia y Carlisle pudiera salir de allí.  Marco  y su padre habían ido  a verle. Mi padre le dijo  que permanecería en prisión a no ser que accediese a unir nuestras familias con un matrimonio pero no con conmigo… sino con Elizabeth,  ya que  estaba claro que ni podían dejar que nos casáramos,  ni podían dejar que tuviese el niño, ya que ambas cosas serían un escándalo para las dos familias pero mucho más para los Cullen. Pero ni vuestro abuelo Edward ni  Marco querían que  abortara puesto que ese niño seria un Cullen/Vulturi algo que uniría mas si cabe a las dos familias. Pero el matrimonio no sería con Esme sino con mi hermana. Carlisle accedió, no tuvo más remedio según dijo Elizabeth, pues estaba presionado por nuestro padre, su propio padre,  la sociedad y  porque era aceptar eso o permanecer en la cárcel en espera de juicio acusado de corrupción de menores con el consiguiente escándalo y desprestigio de su familia la cual para él era lo primordial, antes que yo, antes que sus hijos y antes que nadie. Así que…  no tuve más remedio que acceder a la petición de Elizabeth quién me obligó a firmar un papel en que decía que…. cuando nacieran mis hijos yo los tendría que dar en adopción a mi hermana y a Carlisle renunciando completamente a mis derechos sobre ellos ya que a partir de ese momento su verdadera madre sería Elizabeth. Mi padre me había dado otro  ultimátum, o firmaba o me obligaría a abortar. Mi hermana me dijo que mi padre estaba enfadado, decepcionado y dolido conmigo y que de momento... no quería saber nada de mí. Eso sí me dejaba dinero suficiente para que no me faltara de nada, pero… literalmente me desterró, renegó de mí, yo ya no era  una Vulturi, según Elizabeth me había desheredado.

—Ni que decir tiene que odie a Carlisle con todas mis fuerzas, ¿cómo era posible que antepusiera su empresa y su familia a sus propios hijos y a la mujer que dijo amar por encima de todo, aquella que le había entregado confiada el tesoro más preciado que tenía?, ¿cómo era posible que fuera tan cruel, débil y sobre todo cobarde?, porque era un cobarde que no había sabido defender lo que es suyo, que no había sabido luchar por mí. Yo habría vuelto y habría atestiguado  la verdad.  Mi padre consintió en la relación y, a pesar de que él se negó, había sido yo la que le incito a mantener relaciones sexuales. Habría estado con él hasta el final asumiendo todas y cada una de las consecuencias de mis actos. Pero estaba claro que él no había sabido estar a la altura,  me sentía dolida, humillada y rota.  Y Elizabeth me rompió mas cuando me dijo que como pretendía ayudar a un hombre hecho y derecho acusado de semejante delito una niña tonta y mojigata como yo. Aquella fue la primera vez que mi hermana dejo ver su verdadera cara conmigo. Al ver mi dolor intentó arreglarlo diciéndome que eso era lo que opinaría el juez pero a mi… ya me había destruido del todo. Pero la gota que colmó el vaso fue cuando la interrogué por el bebé que se suponía que ella también iba a tener. Me contó muy fríamente que seguía embarazada ya que era más fácil eso que fingir un embarazo  y que había convencido al padre para que se hiciera cargo  del bebé a cambio de una promesa, y ella así pudiera dedicarse a mi hijo y a su matrimonio con Carlisle.

—Después de eso no volví a saber más de ninguno de ellos hasta que di a luz a dos hermosos niños. La primera ecografía que me hicieron reveló que no solo estaba embarazada de un bebé sino de dos y que estos estaban en diferentes bolsas por lo que serían mellizos. No os podéis imaginar lo que sentí cuando os vi, una serie de sentimientos encontrados se instalaron en mi alma, estómago y corazón. Erais los niños más bonitos que nunca había visto y en ese momento supe que no podía dejaros, que tenía que luchar por vosotros. Pero esas intenciones se fueron al traste cuando Elizabeth llegó esgrimiendo el documento que yo misma había firmado, me dijo que no tenía nada que hacer y que si lo intentaba mis hijos acabarían en un orfanato y Carlisle en la cárcel…  tuve  que dejaros ir.  No había cumplido aún los dieciséis años, estaba sola en un país desconocido, ni mi padre ni el resto de mi familia querían saber más de mí,  ¿qué podía hacer?, por lo menos procurar vuestro bienestar. NI que decir tiene que volví a odiar a Carlisle todavía más pues ni siquiera se había dignado a venir a verme con Elizabeth, a explicarme personalmente, ni una carta, ni una llamada, nada, era como si se hubiera esfumado de la faz de la tierra. Cuando le pregunte a Elizabeth por él simplemente dijo que Carlisle se había dado cuenta de que mi hermana era el verdadero amor de su vida y que lo único que quería era iniciar una nueva vida junto a ella y sus hijos, que yo… sobraba. Y como dije me vi sola... me seguían acogiendo en esa casa siempre a cambio de un dinero al mes por supuesto, y seguí asistiendo a clases. Pero el dinero se agotaba y mi padre, siempre según mi hermana, se había negado a darme más. Busqué inútilmente trabajo y no lo encontraba ya que era menor de edad, hasta que un día entré a un panadería  y le conocí… era el hijo del dueño se apiadó de mi y convenció a su padre  quién accedió a contratarme.

—Pasaron los años y llegó el día de mi graduación. Me gradué junto a Demetri ya que aprendí alemán lo suficientemente bien como para cambiar de instituto y matricularme en el mismo al que iba mi amigo, mucho más barato. Gracias a mi buen expediente conseguí una beca para estudiar en Londres y Demetri, al cual yo le había contado mi historia, se vino detrás de mí. Inicié mis estudios en periodismo, ese siempre había sido mi sueño y los completé con cursos sobre publicidad,  imagen, cine y fotografía.  Fueron años muy difíciles pues tenía que compaginar todos esos estudios con el trabajo ya que… no tenía más ingresos que esos, mi familia, los Vulturi, habían desaparecido y me sentía decepcionada, de todos y de todo, pero sobre todo de Elizabeth, de mi querido hermano Aro y de Sulpicia

—Una vez terminada la carrera, y gracias siempre a mi buen expediente, conseguí trabajo en uno de los periódicos más prestigiosos de Londres. Un día fui enviada a cubrir un evento en Italia y… allí fue donde lo vi. Al principio me costó trabajo reconocerlo, pero luego confirmé  que era él, por su sonrisa, sus gestos, su saber estar… mi hermano Aro. Yo pensaba que no me iba a reconocer, mi color de pelo era distinto, llevaba lentillas para que mis ojos verdes no me delataran y… habían pasado los años. Pero Aro me reconoció desde el principio. Intenté huir pero el vino detrás de mí y me  siguió a mi hotel. Al principio discutimos, él me recriminó por marcharme y yo por dejarme abandonada a mi suerte… mi propio hermano, de Elizabeth en el fondo no me había extrañado,  pero ¿de él? Cuando por fin nos dimos cuenta de que estábamos hablando un lenguaje de sordos, nos calmamos y él me volvió a preguntar que porque había escapado así de esa manera, sin dejar, rastro, sin dejar huella, si no quería casarme simplemente hubiera recurrido a él y me habría ayudado, pero huir causando tanto dolor a la familia. Me dijo que mis padres estaban rotos, hundidos, que no eran los mismos de desde que me marché y que Sulpicia y él tampoco. Yo le escuchaba incrédula, ¿huir yo sin dejar huella?, si había sido mi padre el que… entonces comprendí y até cabos… entonces fue donde me di cuenta de la maldad de mi hermana, de su astucia, de su plan para separarnos y quedarse con el trofeo que ella tanto ansiaba.  Me senté temblando en uno de los sillones, mi hermano me miraba  expectante ansioso, esperando a que hablará y cuando hablé,   cuando le conté, no daba crédito a lo que oía, su hermana, su propia hermana, pero me creyó a pies juntillas ya que por lo visto Elizabeth había mostrado ante todos hacia ya mucho tiempo su verdadera cara. Y además, él la conocía desde siempre tan bien como yo.

—Llamó a nuestro padre  para decirle que me había encontrado y le contó mi historia. Mi padre se mostró consternado y se enfadó mucho con mi hermana. Ordenó a Aro que me trajera inmediatamente a mi hogar, a mi casa, junto a mi familia. Pero yo no quería volver, no, si tenía que estar cerca de vosotros y a la vez tan lejos. No podía soportar veros y no poder ni siquiera acercarme a vosotros. Por otro lado, Aro ya me había contado el trato que recibías de Elizabeth y su empeño en meterte por las narices a Tanya aun siendo todavía tan joven y eso me incitaba a volver porque pensaba que de alguna manera podría protegerte. Cuando le pregunté quién era Tanya y me lo dijo supe desde ese momento la verdadera razón detrás de aquella actitud.

—Pero había otra razón más para no querer volver y esa era vuestro padre ¿cómo iba siquiera a mirarlo a la cara después de lo que me había hecho?, pero mi hermano me dijo que era una Vulturi y que mi derecho y sitio estaba junto a su familia. Que Carlisle  era un cabrón con todas las letras y que una vez allí debería enfrentarlos a los dos y hacer valer mis derechos sobre vosotros, pero no era tan fácil...no quería dañaros.

—Al final volví, tuve una charla muy larga con mi padre, mi hermano y Sulpicia. No quise que Cayo estuviese presente en esa reunión  ya que Athenodora había sido cómplice de Elizabeth desde el principio, era él quien nos había delatado… no confiaba en mi hermano. Tiempo más tarde y en una conversación  que tuve con Cayo descubrí que era mentira, él no se había enterado de nada, Athenodora había actuado por su cuenta, ocultándole  todo, él nunca me había delatado, jamás habría hecho una cosa así. Simplemente habría ido a por mí y me habría traído a rastras y obligado a Carlisle a casarse conmigo sin importarle el escándalo.

—En el transcurso de aquella conversación tanto mi padre como Aro me dijeron que, si yo quería, podría reconocer a mis hijos como tales que de Elizabeth y Carlisle ya se encargaban ellos y tratarían lo mejor posible de mitigar el escándalo que ocasionaría todo esto. Pero yo les dije que no y lo hice por vosotros. Teníais ya una edad en la cual reconocíais a Elizabeth como vuestra madre, a pesar de que esta no era digna de llamarse así, deciros en ese momento la verdad…tan jóvenes… tan pequeños…seria dañaros  en muchos sentidos, la prensa os perseguiría allí donde fuerais, al colegio, al parque, sencillamente no podía consentirlo… y lo único que pedí fue poder estar con vosotros, a vuestro lado, aunque solo fuera como vuestra tía y mi padre, siempre tan frío y práctico,  me lo garantizó.

—Aro me había presentado a Irina y Kate, aunque era solo un bebe cuando me marché, pareció reconocerme y enseguida me hice con ellas. Se llevaban muy bien con vosotros dos, y al conoceros me aceptasteis desde el primer momento y yo…tuve bastante con eso.

—Les pedí a mi padre y a mi hermano que no le dijera nada a Carlisle, que no le cuestionaran ya que… era en vano… el no me quería, estaba enamorado de Elizabeth,  había sido su cómplice para quitarme a mis hijos, así que… por vuestro bien y también por el prestigio de la familia que se vería inmersa en un escándalo si se supiera todo esto y ese escándalo os salpicaría a vosotros directamente y erais tan pequeños. Les dije que  no le recriminaran nada que hicieran como si no lo supieran y dieran por valida su historia. Ellos, en contra de su voluntad, me lo prometieron ya que Marco siempre frio y práctico estuvo de acuerdo conmigo en que no sería nada bueno un escándalo así para la familia aunque volvió a repetirme que si cambiaba de opinión el tenía medios para parar el susodicho escándalo, pero yo no quise...no os lo merecíais. Los dos me sugirieron que debía enfrentar a Carlisle ya que, efectivamente él había recibido esa nota y, o sabía fingir muy bien, o realmente estaba  destrozado por mi marcha. Yo les prometí hacerlo, pero no me dio tiempo. Cuando Elizabeth vio que había regresado y pretendía acercarme a vosotros me lo prohibió argumentando que su madre era ella, que ese documento lo atestiguaba y lo decía.  Fue mi propio padre el que llamó a Elizabeth para enfrentarla y dejarle claro que nunca podría prohibirme que me acercara a vosotros. Nuestro padre estaba enfadado con ella como nunca lo había visto con ninguno de mis hermanos, incluso llegó a pegarla. Ella con una actitud fría y distante les dijo que todo lo había hecho por mi bien y por el de mis hijos ya que cuando aquel día fue a contarle a Carlisle que me había quedado embarazada éste la dijo que no me amaba y que no quería verse obligado a embarcarse en un matrimonio sin amor. Nos dijo que ese mismo día le confesó que a quien de verdad amaba era a ella y juntos…urdieron este plan. Cuando escuché eso no pude mas ¿mi propia hermana conspirando contra mí para quedarse con mis hijos y su padre, su propio padre confabulado contra con ella?, tuvimos una discusión muy fuerte, una de las peores que hemos tenido en la cual me echó en cara que había tenido que renunciar a su propio bebe por hacerse cargo de los míos, cosa que pilló a Aro y a nuestro padre por sorpresa. Pero ella sin más explicaciones, les dijo que ya estaba hecho, que ese bebé no formaba parte de su vida al igual que mis hijos no formarían parte de la mía pero nuestro padre, totalmente enfadado, decepcionado  y enfurecido con ella,  la cortó y la obligó a dejar que me acercara a vosotros amenazándola con quitarle el mismo vuestra custodia si se oponía. Así mismo la juró y la perjuró que buscaría por cielo y tierra a ese bebé que abandonó para darle el puesto que se merecía dentro de la familia, aunque ella hubiese renegado de él. La discusión acabó ahí ya que Elizabeth se marchó iracunda de  la habitación y nunca, repito, nunca ha dejado voluntariamente  que os tratara, siempre poniendo pegas, excusas, todo lo que se la ocurría pero yo no me amedrentaba, siempre me enfrentaba a ella sobre todo cuando me enteré que intentaba casarte con esa mujerzuela que…. bueno en fin, mejor sin comentarios ya que no puedo probar ciertas cosas.

—El reencuentro con vuestro padre fue muy violento y desagradable para mi, no podía evitar odiarle y amarle al mismo tiempo, reprocharle el hecho de que había contribuido  a quitarme mis hijos, para mí fue horrible, no podía mirarlo a la cara sin recordar aquella noche mágica hace ya tantos años, esa noche que para mi significó tanto y  tan poco para él. Pero yo ya no era aquella niña asustada que él conoció, yo ahora era una mujer hecha y  derecha, capaz de tomar mis propias decisiones y  embarcada en mi propia relación. Demetri y yo éramos amigos, muy buenos amigos y cuando hablé con él por teléfono me propuso una relación fingida para demostrarles a esos dos que Esme Vulturi sabía renacer de sus cenizas. Yo lo acepté más que nada porque necesitaba a alguien a mi lado a parte de mi hermano y cuñada, alguien con quien poder hablar, en pocas palabras necesitaba a mi amigo. Pero le puse una condición y era que cuando encontrase a la chica adecuada me lo dijera sin más. Nuestra fingida relación duró algún tiempo. Poco después conoció a Gianna, se enamoraron .Hoy están casados y felices. Tengo el enorme privilegio de llamarme su mejor amiga ya que fui yo la que incito esa relación y le contó a Gianna la verdad.

—Mi padre me dio mi sitio en la familia y en la empresa, aquel que me corresponde por derecho y que nunca me había quitado. Empecé a trabajar en la empresa, a las órdenes de Carlisle y de Cayo,  aunque como ya sabéis es Carlisle el que lleva la batuta. Mi relación con él siempre fue cordial pero distante. En ocasiones noté que me miraba con pena, pero yo le devolvía la mirada con resentimiento y dolor. Un  día, poco después de regresar, me enfrentó y me preguntó porque había huido, yo me lo quede mirando cómo se mira a un insecto y después me marché no sin antes echarle en cara que como era posible que me dijese algo así, que si no tenia vergüenza. Ha habido otros momentos en los que quiso hablar conmigo, pero yo siempre me negué, para que remover la basura... no merece la pena. Él está felizmente casado y yo no soy quien para entrometerme en un matrimonio, eso yo nunca lo haría. Y además estabais vosotros.

Y esa es la historia –dijo mirando directamente a Alice y Edward –yo…

—Entiendo que no nos quisieras decir nada cuando éramos pequeños, pero ahora tenemos veintitrés años, casi veinticuatro madre  –y a nadie le pasó por alto el hecho de que Edward la llamara madre  —¿por qué has seguido callando?, y no me vengas con el cuento del escándalo porque sabes que a mí eso me da igual.

—Edward, Alice, hijos yo…tenía miedo…tenía miedo de que me odiarais.

—¿Odiarte yo?— contestó Edward  –¿odiar a la mujer que ha cuidado de mi toda mi vida, que me ha dado el amor y el cariño que solo una madre sabe dar a sus hijos?, ¿aquella que se ha enfrentado a la que legalmente lo es por mí, para defenderme, para evitar que Elizabeth me destruyera?  Yo no te odio madre yo…. te amo –y sin mediar mas palabras Edward se levantó del asiento, para arrojarse a los brazos  de la que ahora todos sabíamos que era su madre y lloró, lloró como un niño. Esme le recibió con los brazos abiertos al tiempo que miraba a Alice que refugiada en los brazos de Jasper no hacía más que llorar a su vez, sus miradas se encontraron, Alice se tiro a Esme abrazándola,  Edward la hizo sitio… los demás sobrábamos así que fuimos desapareciendo lentamente del salón.

Nos reunimos todos en la habitación de invitados en total y completo silencio.

—Sabéis –dijo Jasper –hay algo que me está rondado por la cabeza desde que Esme dijo que Elizabeth cedió su bebé al padre, a ese hombre misterioso.

—Yo también estoy pensando lo mismo –dijo Kate. Todos coincidimos en lo mismo, pero solo Elizabeth y  quizás Esme tenían esa respuesta… el silencio continuó.

A eso de las tres de la madrugada Esme y Alice con los ojos enrojecidos y abrazadas hicieron acto de presencia en la habitación.

—Mi hijo te necesita Bella, ¿podrías ir con él? –no necesito decir nada mas ya que yo salí corriendo hacia nuestra habitación. Lo encontré tumbado en la cama, con los brazos haciendo almohada detrás de su cabeza, pensativo.

—¿Todo bien?

—Mejor que bien Bella, Esme es mi madre, mi verdadera madre.  He de decir que hacía tiempo que lo sospechaba, no me ha pillado de sorpresa. Ahora solo queda darle el lugar que le corresponde en mi vida y en mi corazón. Elizabeth no es mi madre y por lo tanto no se merece el privilegio de que le llame así, además… tengo una sospecha sobre Tanya y ese empeño en querer que me case con ella. Esme tiene la misma, pero no lo puede confirmar. Solo sabe que Elizabeth en una de sus discusiones le dijo que Tanya y yo estábamos prometidos desde que nacimos y  tenía que ser fiel a esa promesa, que se debía a ella.

—Yo también tengo la misma sospecha, amor, en realidad todos la tenemos pero solo Elizabeth sabe la respuesta.

—Yo la voy a conseguir, no lo dudes Bella.

—Edward, ¿le has contado a Esme tu conversación con tu padre?, el tiene una versión totalmente distinta, versión que también confirman tu tío y tu abuelo, ceo que fue tan victima como Esme.

—Si eso creo y Esme ha prometido hablar  con él. Bella estoy cansado yo tengo las cosas muy claras y… no quiero hablar más de eso por hoy...Bella yo… te necesito –y no tuvo que decirme más  nuestras bocas se acercaron y se fundieron en un beso urgente y necesitado sobe todo por parte de él. Su lengua invadió mi boca como un soldado conquistando un territorio y mi lengua salió a su encuentro recibiéndole como su conquistador.  En pocos minutos sucedió lo de siempre, nuestras ropas ya no estaban puestas en nuestros cuerpos sino esparcidas de cualquier manera sobre la cama. Su boca dejó mi boca y viajó hasta el lóbulo de mi oreja, descendió por mi cuello hasta mis pechos en los que se entretuvo un buen rato. Yo le dejaba hacer, sabía que lo necesitaba y yo estaba dispuesta a dárselo a que tomara todo lo que fuera de mí. Besó y adoró todas y cada una de la partes de mi anatomía, sus dedos viajaron a mi centro y masajearon mi clítoris a la vez que invadía mi cavidad, yo gemía y me revolcaba debajo de él, buscando mas fricción. En un momento determinado sus dedos desparecieron y fueron sustituidos por su miembro el cual fue entrando lentamente, muy lentamente, cuando estuvo dentro salió y volvió a embestirme de golpe, al tiempo que subía una de mis piernas a sus hombros haciendo la embestida más profunda y placentera.  Su cuerpo se movía en perfecta sincronización con el mío, intentábamos amortiguar los jadeos de la mejor manera posible con nuestros besos, pero aun así alguno se me escapaba al igual que a él. Estuvimos un buen rato amándonos, besándonos. De pronto sentí el familiar hormigueo, el calor abrasador y todo mi cuerpo explotó llevándole conmigo a ese lugar al que solo él y yo sabíamos llegar… el amanecer nos sorprendió amándonos.

Cuando estábamos a punto de comenzar a desayunar el timbre de la puerta sonó. Edward y los chicos se lanzaron como camicaces pensando que podría ser Cruella y la Madrastra, ahora nunca mejor dicho,  saltándose la orden de alejamiento,  pero al volver a la cocina un hombre rubio y enormemente parecido a Edward y Alice entró por la puerta junto a ellos… Esme se tensó.

—Bella, déjame presentarte a mi padre, Carlisle.

—Encantada señor Cullen.

—Lo mismo digo, pero llámame Carlisle por favor, no podía marcharme de España sin conocer a la mujer que ha conseguido que mi hijo dejara de buscar  fantasmas por todos lados –dijo mirado con sarcasmo a su hijo y aquel gesto me recordó tanto a Edward que me pregunté cómo Elizabeth había podido engañarlo tan solo un segundo —. Lo siento hijo –siguió diciendo –pero no he conseguido que tu madre…

—Esa mujer no es nuestra madre papá,  nuestra verdadera madre es esa persona que está sentada junto a Alice –dijo Edward muy seguro de sí mismo, y el gesto de Carlisle lo decía todo ya que en milésimas de segundo pasó del estupor a la  sorpresa, después a la incredulidad, para después quedarse mirando a Esme como si nunca la hubiera visto en su vida –me parece que tenéis una conversación pendiente ¿no es así mamá? –apremió Edward.

—Pues sí, eso creo –dijo una muy tímida Esme—, ¿qué...qué te parece si desayunamos primero y luego…damos un paseo..?

—Me parece genial, claro si a Bella y sus hermanos no les molesta –dijo Carlisle todavía en estado de shock y  presentándose el mismo a Rose y a Emmett.

—No para nada –dijimos los tres a la vez.

Rose y yo, ayudadas por Esme a la que se veía claramente que necesitaba ocuparse en algo, nos pusimos a preparar los cafés y hacer el desayuno. De repente una mosca de esas gordas, molestosas y asquerosas entró por la ventana causando como siempre que Rose y yo nos pusiésemos a saltar aterradas como si en vez de una mosca fuera un psicópata  dispuesto a terminar con nuestras vidas. Esme, yo no se sí por miedo o por nerviosismo comenzó a chillar y saltar con  nosotras. Emmett, que ya nos conocía, de un ágil movimiento agarró un matamoscas que estaba colgado de un gancho de la pared y de un matamoscazo contundente acabó con la triste vida del pobre bicho. Rose, Esme y yo nos pusimos detrás de él, Emmett seguía con el matamoscas en la mano y los demás nos miraban expectantes. Otra mosca tan gorda como la otra o más, entró por la ventana.

—Desde luego cuando dicen que España es diferente que razón tienen –dijo Emmett muy serio mientras perseguía a la mosca –vamos que solidarios son los moscardones esto,  matas uno y vienen todos al entierro –y ese simple comentario contribuyó a descargar un ambiente que estaba muy tenso y todos nos relajamos al instante. Irina cogió uno de las cascaras de naranjas que habían quedado vacía tras hacer el zumo y metiendo a la mosca en cuestión en ella, pues la otra no había quien la pillara, dijo un pequeño responso.

—Aquí yace… la mosca… vivió y murió como todas las moscas, dando por saco –y todos estallamos nuevamente en carcajadas. Tras levantar los dos cadáveres, pues Emmett al final pillo a la otra, y cerrar la ventana para evitar más solidaridad, nos pusimos a desayunar.

—Mami –preguntó Rossie –puedo invitar hoy a jugar a mi amiga julia.

—Claro hija y a Ana también.

—No –dijo muy resuelta –a Ana no.

—¿Y eso por...? –preguntó Rose aprovechando la circunstancia ya que el viernes pasado la profesora al recogerla nos había dicho que se había peleado con esa tal Ana de muy malas manera, llegando incluso a tener que separarlas y que no entendía porque, ya que desde que esa niña llego al colegio parecían muy amigas.

—Es que… le ha dicho a…Seth que sea su novio y a mí no me da la gana.

—¿Y porque no quieres? –dijo Rose aguantándose una risa que los demás escondían como buenamente podían.

—Porque yo estoy primero, él era mi amigo antes de que ella viniera , su padre es amigo y compañero vuestro en la embajada  por lo tanto...  su novia tengo que ser yo.

—No crees que eso lo tiene que decir él y además, ¿no es ella tu amiga?, ¿merece la pena que discutáis por una cosa así? –arremetió mi cuñada mientras por el rabillo del ojo vi cono Emmett tenía su ceño frunció en un gesto de… ¿celos quizás?, ¿desagrado?

—Sí pero es que…

—Pero es que nada, o invitas a Ana y hacéis las paces, o no viene nadie a jugar, además sois muy pequeñas para esas cosas aun –dictaminó mi hermano poniendo esa voz autoritaria que raras veces ponía pero que cuando la ponía…todos nos cuadrábamos.

—Vale, vale, la invito y jugaremos muy bien las tres juntas, tranquilitas y sin discutir –contestó resignada y los demás no pudimos más y soltamos la carcajada, Irina casi se cae de la silla pero Laurent la sujetó a tiempo.

Concluido el desayuno, Esme y Carlisle se fueron y en lo que nosotras terminábamos de recoger, los chicos se pusieron a jugar con la Play, cosa que me hizo cuestionarme un vez más para quien era el regalo.

Le pedí a Kate que saliera conmigo a recoger la ropa y así lo hizo, pero parecía que hoy era el día mundial del insecto y habían venido todos al congreso ya que al ir a coger una sabana una enorme polilla emergió de ella ocasionándonos el consiguiente sobresalto. Yo como a todo bicho volador, las tenía un poco de repelús a las polillas y Kate a mi lado estaba igual, así que empezó el baile. Las dos chillábamos y saltábamos a la vez haciendo círculos y espavientos con las manos intentado espantarla. La polilla, a la cual se veía muy bien alimentada  y más asustada que nosotras, revoloteaba a nuestro alrededor y para colmo otra, mejor alimentada todavía, salió alarmada por los gritos de detrás de una toalla… y ya éramos cuatro. Estuvimos así un buen rato, hasta que mis ojos pudieron distinguir un paño de cocina que intentaba espantarlas a golpes y vi que las demás, alertadas por nuestros gritos se habían unido al club pero las polillas en su revoloteo ansioso nos tocaban y cada vez que lo hacían pegábamos un grito, aleteando con las manos mientras los brincos seguían. De pronto Rose llegó con el arma definitiva, un insecticida que roció directamente sobre los bichos en cuestión. Pero ni que fueran Spiderman  ya que la malditas polillas no se morían ni a la de tres y nosotras andábamos ya medio intoxicadas. Y así seguimos las nueve, sobrina y polillas incluidas, ya que los bichos en su ansiedad se afanaban por tocarnos con sus asquerosos cuerpos y alas, puafff, lo que provocaba nuestro nerviosismo y nuestros gritos.  Cualquiera que  nos viera pensaría que éramos brujas y estábamos haciendo un ritual de esos raros, solo faltaba la hoguera a la cual sustituía la ropa tendida pues todas estábamos girando alrededor de ella. De pronto unas manos que me resultaron conocidas de haberlas visto explorando magistralmente ciertas partes de mi cuerpo, cogieron una de las polillas con la mano y…digamos que el insecto pasó a mejor vida junto con su hermana y compañera que había caído en manos de Jasper.

—Hasta que por fin habéis venido –dijo una muy indignada Alice –nos pueden asesinar y secuestrar que vosotros ni caso, ¿estáis sordos?, ¿no nos habéis odio gritar?

—Oíros os hemos odio hermanita, pero Emmet nos dijo que no había problema, que seguramente fuera una simple polilla ya que estabais recogiendo la ropa y siempre os sucedía lo mismo, pero al ver qué pasaba el tiempo y seguíais…

—Habéis decidido salir a investigar si en verdad eran las polillas o Freddy Kruger ¿no es así? –terció Irina –y bueno por lo menos vosotros os habéis dignado venir que se me yo de otros…vamos que ya podríamos estar muertas que…

—En primer lugar, hemos venido solo nosotros porque para enfrentarse a unas pobres polillas mas asustadas que vosotras nos bastamos y nos sobramos; segundo, si estuvierais muertas los pobres cadáveres del cementerio se hubieran puesto en huelga para exigir vuestra inmediata resurrección; en tercer lugar, Uff no me gustaría estar  en la piel de ese tal Kruger y, de todas formas, que yo sepa no estáis durmiendo  –dijo Jasper con sarcasmo –y en cuento a lo del secuestro creedme cuando os digo  que el pobre secuestrador nos paga dinero con tal de perderos de vista y poder recluirse de por vida en un psiquiátrico –añadió con tal seriedad que nosotros solo acertamos a abrir y cerrar la boca al estilo besugo, hasta que Rose habló…

—¿Emmett os ha dicho que no pasaba nada?, ya verá ese esta noche cuando quiera…

—Rose, la niña –avisé.

—Uff aun así ya verá ese esta noche, dijo saliendo muy digna hacia la cocina seguida de unas no menos dignas, hija,  amigas y cuñada, o sea yo,  dejando a nuestros pedazos de hombres plantados en medio del jardín.

Una vez transcurrido el momento polilla, seguimos lo que quedaba de mañana charlando en la cocina sobre la historia de Esme y Carlisle. A eso del medio día, los susodichos llegaron…

—¿Qué tal? –preguntó Edward ansioso.

—Bueno hemos hablado y... Edward si ya estaba empezando a hartarme de tu madre…

—Tía –corrigió –aquí mi madre es esta señora –dijo señalando a Esme y a esta se le aguaron los ojos mientras que Alice la abrazaba.

—Perdón, es la costumbre,  si vuestra tía había llegado a hartarme, ahora  ha conseguido que definitivamente la odié. Esto no se lo voy a pasar ni tolerar, tantos años de engaño, de dolor, pensando lo que no era…no definitivamente me va a escuchar y va a hacerlo ahora, dijo resuelto—, esto tiene que quedar solucionado lo antes posible –dijo mirando a Esme –volveré cuando haya terminado con ella –y diciendo esto dio un beso a Esme en la frente y se marchó. 

—Y con vosotros que va a pasar ¿pregunto Alice?

—Bueno, vuestro padre primero tiene que solucionar sus cosas con su esposa del todo, eso es algo entre ellos donde yo no debo interferir y…una vez que este libre…hemos decidido darnos una oportunidad a ver qué ocurre.

—Bien chillamos un montón de voces a la vez.

— Y…si no tenéis inconveniente a mi… bueno…yo…

—Mamá, Alice y yo estaríamos encantados de que por fin nos reconozcas como nuestra madre –dijo Edward con el consiguiente apoyo de su hermana.

—Gracias…hijos…muchas gracias –y los tres se volvieron a fundir en un abrazo donde los demás sobrábamos de nuevo.

El resto del día pasó tranquilo, sin sobresaltos, por la noche Carlisle regresó.

—No me puedo creer lo hipócrita y falsa que es, lo ha negado todo, absolutamente todo. Te ha acusado de mentirosa, de querer destruir nuestro matrimonio cuando ha sido ella todos estos años la que se ha encargado de destruir…lo que fuera que tuviéramos, ¡Dios! –dijo pasándose la mano por el pelo en un gesto igual al de Edward, tantos años creyendo una mentira, ¿Cómo pude ser tan imbécil y dejar que me engañara así? No me quedaran años para hacer que me perdones Esme.

—Eso no importa ahora, lo que importa es el futuro.

—Un futuro que no se hará esperar, ya se lo he dicho, en cuanto llegue a Chicago empiezo con los papeles del divorcio. ¡Dios! todos estos años mirando a la cara a Aro y Marco, ¡qué vergüenza por favor!, tengo que hablar con ellos en cuanto llegue a Chicago,  ahora entiendo su cambio de actitud para conmigo, ahora entiendo muchas cosas. Es increíble, pero lo más curiosos del caso es que ayer, antes de saber anda de todo esto, cuando le dije lo del divorcio, me suplicó y me rogó, diciéndome que haría cualquier cosa con tal de que no nos separáramos. Pero cuando la conmine a marcharse y dejaros en paz, me contestó que no podía, que eso era imposible, que se debía a una promesa, yo entonces no lo entendí, pero  a estas alturas de la historia y sabiendo todo esto...

—Esa es una cosa que nosotros también sospechamos pero  solo ella está en posesión de la verdad.

—¿Qué vergüenza por Dios! –volvió a decir Carlisle pasándose la mano por el pelo. ¿Qué pensará de mi Aro?, con lo que yo le aprecio, y tu padre, ¿qué pensará tu padre?

—Bueno Bueno por un lado ellos al principio me dijeron que no les cuadraba mi historia con la actitud que tenías cuando me marche y me incitaron a hablar contigo dándote el beneficio de la duda, pero por otro lado te quisieron matar…yo no los deje y aunque en ese momento lo hice por la empresa y por mis hijos y no necesariamente en ese orden, ahora me alegro de haberlo hecho.

—Lo importante aquí es que la verdad ha salido a la luz y ahora tengo a mis dos padres juntos –dijo Alice dando saltitos con esa actitud que la caracterizaba y solo eso bastó para aligerar el ambiente.

La cena fue agradable y  la noche junto a Edward más agradable aun, nunca me cansaría de hacer el amor con este hombre, con mi pedazo de hombre.

La mañana llego y con ella nuestras responsabilidades, las chicas y Edward  se fueron al aeropuerto para despedir a los chicos y después ir a trabajar, todas menos Kate que resolvió quedarse conmigo para que no estuviera sola. Algo me decía que era cosa de Edward y su instinto de protección. No me importaba, cosa extraña en mí, al revés me alagaba y me gustaba que lo hiciera con esa diplomacia, otro se hubiera empeñado en quedarse él, agobiándome, asfixiándome, pero él me conocía perfectamente a pesar del poco tiempo que llevábamos y su estrategia… estaba funcionando.  Además para reforzar esa estrategia me dio un  beso de esos en los que las piernas se te vuelven de plastilina, pierdes la cordura, la decencia y… hasta las bragas.

Emmet y Rose se fueron al trabajo y Kate y yo a llevar a Rossie al colegio.  Fuimos en el coche hasta el centro y lo deje aparcado en el primer lugar que encontré  lo más cerca que pude de la escuela, sabedora de lo imposible que a esas horas era encontrar sitio en la misma puerta.

Por el camino un hermoso dálmata se puso delante de nosotros. Vi como mi sobrina miraba detenidamente cierta parte de la anatomía del can con cara de hacerme la pregunta del día

—Esto… tita Bella…—y aquí venia la dichosa pregunta ¿es que estas cosas no podían suceder con sus padres delante?

—Dime

—Que son esas cosas tan redondas y tan gordas que lleva colgando ese perro –Kate a mi lado  empezó a mirar a todos lados, como si el paisaje fuera de lo más interesante, total unas cuantas casitas de nada, pero en fin, había que responder a la niña

—Esto...Pues…bueno...ummm… a ver…se llaman testículos –decidí contarle la verdad –y son una parte de la anatomía de los animales machos. Las hembras tenemos vagina y los machos tienen pene y testículos.

—Ahhhhhhhhhhhhhhhhh –esperaba que se quedara satisfecha con mi explicación pero…. parece mentira que no conociera a esa mente inquieta.

—Dices que eso lo tienen los animales, ¿y las personas también?

—Esto…ummm… si hija si las personas también.

—¿Mi madre, Kate  y tu tenéis vagina? –Kate tuvo un repentino ataque de tos/risa pero se le quedó la tos a medio camino ya que uno de los alumnos del instituto que estaba al lado, uno de estos macizotes, tan bien dotados en  todos los sitios correctos, de los que jugaban al futbol o a cualquier otro deporte, se puso a nuestro lado en ese momento   y, a juzgar por su mirada socarrona,  escuchó claramente la pregunta de la niña.

—Sí –le contesté dándole la menor importancia, total era una clase de anatomía, impartida en el sitio incorrecto pero clase al fin y al cabo, pensé mirando desafiante al musculitos en cuestión. He de decir que antes me los quedaba mirando toda pervertida y con la boca abierta y la baba saliendo involuntaria de la misma, pero ahora no… mi pedazo de hombre era mucho mejor.

—Y mi padre tiene los testigos esos –la risa de Kate se convirtió en carcajada que intento disimular con otro ataque de tos pero… no le salió

—Aja –la contesté riéndome por dentro por el curioso juego de palabras.

—¿Y los tiene tan gordos como los del perro? –Kate ya no podía mas, su cara se estaba poniendo de todos los colores posibles y se sentó en un banco que oportunamente, apareció en nuestro laaaargo camino a la puerta del cole,  mi sobrina ni cuenta que se dio.

—Esto... bueno…yo…no acostumbro a ver esa parte de la anatomía de tu padre hija…

—Ahhh… pero si verás los de tío Edward, ¿los tiene el tío Edward así de gordos? –uff no lo sabes tu bien pensé para mí, a ver Bella céntrate que estás con la niña.

—Rossie cariño no me he fijado en…

—Pero si duermes con él y haces los mismos ruidos que hacen mis padres a veces, digo yo que algo habrás visto ¿no?

—Si… pero…yo… — arggggg, dichosa niña, ringggggg, ringggggg. Ufff salvada por la campana que anuncia la entrada al cole.

—Vale, vale, entra dentro de las cosas que no debo saber o que le tengo  que preguntar a mis padres –dijo dándome un beso en la mejilla –toma dale otro a Kate aunque no entiendo porque le hace tanta gracia lo que he preguntado, es normal que quiera saber ¿no?, al menos eso dice mi padre. Y dicho esto se fue. Le dio la mano a la profesora y entró al colegio totalmente enrollada con ella  pues esta niña era de las que no se callaban ni debajo del agua.

Yo fui a buscar a Kate al banco donde se había sentado. Pero unos fuertes brazos  me interceptaron por el camino, una mano sujeto mi boca para que no pudiera gritar mientras un frio aliento se posaba en mi oído ordenándome obedecer…

 

 

 

 

Capítulo 8: Carlisle cuenta su versión Capítulo 10: Comparaciones y secuestro exprés

 


 


 
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