UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76753
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

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Capítulo 13: Proposición y llamadas sin fin.

 

 

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

Capítulo 13: Llamadas y mas llamadas

 

Pov Edward

 

Yo te enseñaré a no quedarte con lo que no es tuyo, maldita zorra. Lo vas a pagar muy caro.

—Edward tengo miedo, ¿qué quieren decirme con eso?, ¿qué les he hecho?

—Creo que está muy claro Bella, enamorarte de mí, aceptar ser mi novia.

—¿Crees entonces que pueda ser alguien de tu familia?

—Alguien no, Bella, en caso de ser así sé perfectamente quien o quienes serían

—Pero también puede ser Jacob Black.

—Sí, no lo descarto, pero para eso están esos señores aquí –le dije mientras veía como expertos del servicio secreto estadounidense, llamados por Emmett, en colaboración con expertos de la policía española se afanaban por rastrear y buscar cualquier indicio tanto el  móvil de Bella como en los dos ordenadores.  Y digo dos, porque también estaba recibiendo el mismo mensaje en el equipo que ella utilizaba en el trabajo. Por el rabillo del ojo vi a Scooby doo acercándose a donde nosotros estábamos y ni corto ni perezoso me dirigí hacia él. La verdad es que no pensaba que el chucho  tuviera nada que ver, ya que estaba convencido de que habían sido Anastasia, Griselda  y  la Bruja del Este, pero no estaba demás tomar precauciones.

—Se puede saber que haces aquí –le dije amenazante cogiéndole del borde superior de la camiseta que llevaba —¿por qué no estás en tu planta?, ¿no tienes  ningún partido  de fútbol que comentar o algún que otro evento deportivo?

—No sabía que tuviera prohibido pasearme por las demás plantas, además vengo de almorzar ¿o es que ya no se puede hacer ni eso? –y no sé porque en ese momento pensé en Elizabeth dándole con cara sonriente una muy colorada manzana al imbécil este y el pensamiento me hizo reír. A ver Cullen céntrate un poquito porque tienes que tener una expresión amenazante, ya que se trata de asustar  no de que te tomen por el pito del sereno.

—Que yo sepa el ascensor va directo a tu piso, no tiene una escala obligatoria en esta sección.

—Como ya te digo no sabía que el gran jefe Cullen había prohibido el paso a esta planta a los miembros de la sección de deportes.

—Mira pedazo de subnormal, Bella está recibiendo amenazas por el móvil y por el correo electrónico. Si tan solo me entero de que tienes algo que ver, no solo vas a dar con tus huesos a la  cárcel sino que estarás despedido automáticamente y me ocuparé de que nunca ningún periódico ni de este país ni de ninguno te vuelva a contratar, ¿estamos?

—Yo no necesito amenazar a Bella para recuperar lo que es mío –hummmm, una frase muy reveladora si señor  —cuando abra los ojos y se dé cuenta de quién eres en realidad volverá conmigo.

—Nadie puede volver a donde nunca ha estado, ¿entiendes?, estás enfermo Black, muy enfermo pero si solo me entero o tengo un leve resquicio de que estas siendo tu…

—Ya te he dicho…

—Vete a trabajar a tu planta –le dije furioso deseando que saliera de ahí antes de cometer alguna locura, ya que esa cara de idiota y ese tono al decir lo que acababa de decir me había soliviantado demasiado y  no quería cometer ninguna estupidez con la policía delante. Además todo este asunto me tenia tenso, muy tenso. Y las noticias que tenia de Chicago no eran las mejores.

Mis cuatro diablos, mi padre y  mis tíos habían puesto a los detectives de la firma de abogados nuestra a trabajar sobre el tema. Laurent e Irina se ocupaban personalmente del asunto ya que en los pocos días que estuvieron en España le habían cogido a Bella un cariño especial, aparte del que le tenían todos los demás, por eso se había convertido en algo personal, pero ni por esas, no encontraban nada sospechoso. De más está decir que un muy enfadado Cayo tenía vigiladas a su mujer e hijas pero nada, nada de nada, o eran muy listas o ellas no tenían nada que ver. La tercera opción es que hubieran contratado a alguien para hacerlo, razón por la cual tenían sus espaldas bien cubiertas y era difícil relacionarlas con el caso. Pero la cuarta y mas escalofriante opción era que los culpables del asunto fueran Maléfica….esto…perdón Rebeca, la hermana de mi padre, su hija y Eleazar. Hacía ya tiempo que llamaba a mi tía por el mote de Maléfica, porque siempre me pareció una mujer tan fría, calculadora y cruel como Elizabeth y nada de lo que hacía presagiaba nada bueno. Además era obvio el odio, envidia y rabia que sentía hacia mi padre. Así que con tantos candidatos yo me estaba volviendo paranoico.

 A veces pensaba que debería haber dejado a Bella en paz y no cargarla con todo el equipaje que traía pero nunca pensé que La Madrastra, Cruella y quien quiera que fuese el culpable de esto, fuesen  ser tan malvados. Además, estaba enamorado de ella, ella de mí y yo tenía todo el derecho a ser feliz. Nunca le había prometido nada a Tanya ni confirmado nada de lo que Elizabeth pretendía, al revés siempre huía de ella. Tanya no era tonta, o al menos eso pensaba  yo, tenía que ver y darse cuenta de que mis sentimientos hacia ella era de todo menos amor.

A pesar de que le había expresado a Bella mis dudas, ella me las había callado…a su manera, una manera muy convincente. Solo con que me mirara a los ojos con esa profundidad del color del chocolate o cada vez que se me acercaba para  darme un casto beso en los labios, tanto mi cuerpo como yo la recibían gustosos y contentos. Nuestras sesiones de ardiente y apasionado sexo eran cada vez mas profundas e intensas confesándonos en cada toque, en cada caricia, en cada mirada cuan grandes y profundos eran nuestros sentimientos. Cada vez estaba más enamorado de ella y tenía muy claro que nunca, nunca la podría dejar marchar a pesar de mis quebraderos de cabeza que se incrementaban al verla  tan asustada e indefensa como hoy.

 Pero, a pesar del miedo y de la indefensión, Bella era una mujer de armas tomar, fuerte, decidida y  muy capaz de enfrentarse a lo que sea y contra quien sea con tal de defender lo nuestro y eso era algo que adoraba, respetaba y valoraba de ella. Naturalmente, yo estaba igual de dispuesto o más. Estaba más que preparado para dar el siguiente paso, tenía ya  todos los detalles dispuestos  para hacerlo y ni las amenazas telefónicas ni ninguna otra mierda,  me iban a detener.

—Algún problema con El Capitán América  —me dijo Bella cuando volví a su lado.

—Ninguno importante amor, solo lo de siempre.

—¿Nunca me podrá dejar en paz?, ¿siempre tiene que estar revoloteando a mi alrededor como un moscón?, ¿es que no se da cuenta? Edward a pesar de lo que opines yo estoy convencida de que tiene algo que ver.

—Yo sigo pensando que son la mujer y las hijas de Cayo o, lo que es mucho peor, mi tía, su hija y su nieto.

—Edward amor, tú no tienes la culpa –me dijo al ver de nuevo esa expresión torturada que ponía al ser consciente de que mi Bella estaba en peligro por mi culpa, pero tan solo ver esa expresión, esos ojos que me miraban con tanto amor… mi erección empezó a crecer en proporciones idénticas a las estrechez de mis pantalones.

—No te olvides que esta noche tenemos una cita.

—Como olvidarme señor Cullen si usted no deja de recordármelo. ¿Dónde vamos a ir?

—No me lo sacarás ni aunque me apliques el tercer grado, es una sorpresa amor y las sorpresas no se rebelan –le dije riéndome al ver su cara de resignación. Llevaba toda la semana intentando sonsacarme algo y yo llevaba toda la semana escabulléndome de sus preguntas indiscretas.

—Señor Cullen, señorita Swan, aquí ya está todo hecho.  No se preocupe que en nuestras filas hay muy buenos hackers y descubriremos la procedencia de esos mensajes tarde o temprano, de momento hay que dejar que sigan llegando, contra mas mejor. Ya sabe también que sus teléfonos móviles y fijos están pinchados.

—Muchas gracias agente solo quiero solucionar esto cuanto antes.

—Cuente con ello señorita Swan –dijo el agente dándonos la mano y encaminándose a la salida. Yo le acompañé. Cuando volví había un enorme revuelo organizado alrededor de una Bella un tanto confusa y agobiada.

—Vamos señores por favor, que tenemos un periódico que sacar adelante. Bella, cariño, ¿estás bien?

—Sí Edward lo estoy,  solo necesito enfrascarme en el trabajo  para que se me valla todo esto de la cabeza.

—Bueno…esta noche lograré que  te distraigas…lo juro –le dije con la voz demasiado ronca al pensar en la forma en que le iba  hacer olvidar. Ufffff mis pobres pantalones seguían sufriendo las consecuencias de mi sucia y perversa mente. Cullen por Dios que estás en el trabajo y eres el jefe un poco de formalidad.

Pasé el resto de la mañana intentando trabajar algo y digo intentando trabajar porque por un lado no podía dejar de pensar en lo que sucedería esta noche y, por otro lado, había contactado con Laurent para darle un dato que la policía me había facilitado y que Bella no tenía, los mensajes provenían de fuera del país, en base a esto, era totalmente seguro que el club de la brujas tenía algo que ver. Había bautizado con este mote a mis dos “queridas” primas Renata y Heidi, a su madre, a mi tía Rebecca y a Rachel, su hija. Y, por supuesto, estoy segura de que Chuky , o sea, Eleazar estaba también en el ajo. Laurent prometió extender la investigación hacia la familia Denali que por el momento había sido aparcada a un lado.

El día por fin pasó lento pero pasó y ahora Bella y  yo nos dirigíamos a casa para cambiarnos de ropa y salir rumbo a nuestra cita.

—Edward por favor esto es  demasiado –dijo mi Bella impresionada por la gran limusina blanca que había aparcada justo a la entrada de la casa.

—Nada es demasiado para ti mi amor –le dije con tono sugerente invitándola a entrar.  El interior  era francamente acogedor y confortable. Un bonito bar en el que había una  botella de champan dentro de una fresquera y dos copas, nos daba la bienvenida. La limusina arrancó para llevarnos a nuestro destino mientras cogía la botella y vaciaba su contenido en las copas dándole una a mi Bella.

—Por el principio de una velada estupenda mi amor.

—Que así sea –contesto mi niña totalmente emocionada.

Cuando llegamos al restaurante donde había reservado una mesa, Bella se quedo totalmente anonadada ya que conocía la reputación del lugar.

El restaurante “La favorita” es un antiguo palacete que  hace las labores de sede de la Fundación Operística de Navarra, de oficinas del Grupo Operístico de Madrid y también de restaurante. Una de las cosas que más me atrajo de él cuando miraba sitios para llevarla a cenar en esta noche tan especial es que los camareros son cantantes de ópera del conservatorio y entre plato y plato, se ponen a cantar o a tocar el piano haciendo que la cena sea especialísima. La gente asegura que cantan muy bien.

De las dos formulas que tienen, había elegido  el menú de degustación y, por supuesto, una muestra de su famosísima repostería casera.

La cena transcurrió de una forma muy agradable, bonita y mágica, ya que fragmentos de las operas mas románticas de la historia complementaban el ambiente. En el restaurante ya sabían de mis intenciones así que los cantantes no dejaban de pasar una y otra vez por nuestra mesa convirtiendo esa cena en un momento inolvidable. Una vez terminada la cena, pasaron a servir los postres y con eso el momento esperado llegó. Uno de los camareros llevó a Bella una copa de champan muy especial, una que sellaría nuestros destinos para siempre. Bella notó nada mas beber el primer sorbo que algo tan frio como el líquido que se llevaba a los labios pero más sólido, estaba dentro de la copa. Introdujo uno de sus dedos dentro de la misma para sacar el hermoso anillo que le había comprado. Uno que esperaba luciera en su dedo correspondiente para todo la eternidad. Se lo quite de las manos, me levanté de mi lado de la mesa y me arrodillé junto a ella.  Los camareros/cantantes nos rodearon al ritmo de los acordes de  Por ti volare.

—Bella –le dije todo emocionado –yo ya estaba enamorado de ti antes de conocerte en persona. Pero  mi empeñó en buscar a esa supuesta mujer perfecta para mí me impedía ver que ya la había encontrado y que eras tú. Eran tantas y tantas las cosas que mi hermana me contaba de ti que yo inconscientemente empecé a dejar todo lo que estaba haciendo para escucharlas y comencé  a concerté tan bien como ella. Es cierto que acabé viniendo aquí huyendo de mis problemas pero creo que eso fue una simple excusa. Yo estaba deseando venir a verte en persona desde que Alice dejo olvidada aquella foto en el suelo de mi habitación, foto que desde ese entonces siempre llevaba conmigo a donde fuera y que miraba constantemente. Quería venir hace tiempo…. simplemente no sabía cómo hacerlo. Y no puedo estar más feliz por esa decisión  apresurada que tomé en ese momento.

 Cuando te vi por primera vez tropezándote en aquel autobús y agarrándote a…donde podías para no caerte – hice un pequeño inciso para sonreír al ver su rubor recordando el incidente — mi corazón y mi alma se sintieron completas en ese instante. Después conocí a la apasionada, maravillosa, dulce, tierna, comprensiva y fuerte mujer que eres y  me enamoré de ti más  todavía. Sé que nos conocemos de hace poco pero hemos pasado momentos muy intensos. Tengo muy claro que quiero ser tu compañero, amigo, confidente y amante para el resto de mis días ¿me harías el honor de casarte conmigo Isabella Marie Swan?

—Sí–me contestó sin pestañear ni tardar un segundo,  sin vacilar mientas gruesas lagrimas de felicidad corrían por sus mejillas, lagrimas que, después de quitarle del dedo el anillo de su abuela y colocarlo en su lugar inicial para sustituirlo por el mío, le limpié lamiendo con mi lengua sus mejillas, sus ojos, su mandíbula…no bajé más abajo porque los camareros y Por ti volaré nos recordaban que no estábamos solos.

Después de pagar la cena salimos al exterior donde la limusina había sido sustituida por una hermosa calesa que nos llevó a dar un paseo por las zonas más romantices de Madrid que a esas horas estaban iluminadas dándonos la bienvenida. Entre besos y caricias, escenarios tan conocidos ya por nosotros como el Madrid de los Austrias o el Palacio Real nos daban una calurosa bienvenida, hasta llegar a nuestro nuevo destino, el mismo hotel en donde pasamos nuestro primer día juntos y la misma habitación en donde por primera vez nos unimos en un solo cuerpo. Lo cierto es que ese hotel tenía fama de ser, junto al Ritz y otros,  uno de los  más bonitos y románticos de Madrid.

Cuando llegamos ya lo tenían todo dispuesto para que pasáramos directamente a la suitte en donde todo estaba tal y como lo había pedido. Un gran pasillo de flores  se abría paso hasta la habitación donde la enorme cama adornada con más flores nos daba la bienvenida. Las velas perfumadas llenaban el ambiente de un olor único e intimo. Nos fuimos desnudando el uno al otro, despacio, sin prisas, tocándonos, rozándonos  cada vez que una prenda de ropa se deslizaba por nuestros cuerpos. Cuando estábamos completamente desnudos la tomé en brazos y la llevé a la cama donde la deposité muy suavemente encima del colchón de flores para empezar a adorarla como la diosa que era para mí.

Comencé con su boca, la cual degusté y degusté deleitándome con su sabor  tomando todo lo que quería de ella, seguí por su cuello, omóplatos hasta llegar a sus pechos los cuales chupé  y devoré con la misma ansia. Mientras con mi lengua acariciaba uno de sus pezones, con mis dedos lo hacía con el otro para luego cambiar. Me demoré mucho tiempo ahí ya que me encantaba esa zona de su anatomía tanto o más como su imperio. Ese que ahora me proponía conquistar. Sus gemidos gritando mi nombre se mezclaban con la música de fondo, una balada romántica de Sergio Dalma, que había escogido para la ocasión  y el olor a sexo se mezclaba con el de las flores de las velas. Cuando llegué a su dulce secreto empecé a lamerle el clítoris haciendo círculos con mi lengua, mientras  dos dedos invadían su cavidad conquistándola de nuevo. Su olor era exquisito, adictivo, y me alegré de comprobar que ella estaba más que lista para mí. No sé si pasé, minutos, segundos u horas en esa posición, lo que si se es que sus gritos y gemidos me tenían muy excitado, ya casi no podía más. Después de dejar que explotará encima de mi boca y lamerle con ansias todos sus fluidos, me incorporé con la intención de culminar el acto como es debido, pero en un rápido movimiento me vi sin darme cuenta tumbado encima de la cama con ella encima de mí, lamiendo y chupando todas y cada una de las partes de mi cuerpo hasta llegar hasta mi mas que dispuesta erección  la cual se metió en la boca sin darme tiempo a asimilar lo que iba a suceder. Cerró su boca alrededor de mi miembro y empezó a recorrerlo de arriba abajo, chupando, succionando al tiempo que con sus manos masajeaba mis testículos en un movimiento erótico y delicioso. Yo no podía mas y cogí su cabeza empujándola más hacia mí al mismo compas de mi cadera que se movía lujuriosa de arriba hacia abajo. Ahora eran mis gritos los que se oían por toda la habitación.  Las maniobras de Bella tanto en mi miembro como en mis testículos eran  tortuosamente exquisitas e inaguantables así que no pude y exploté en un orgasmo bestial, intenso.

 No había terminado de recuperarme cuando la visión de mi diosa aún inclinada sobre mi y tragándose hasta la última gota de mi semen hizo que mi miembro empezara a crecer de nuevo dispuesto para la acción. La volteé de nuevo de forma que quedé encima de ella y empecé de nuevo el ritual de  besar y succionar  todas y cada una de las parte de su cuerpo. Llegué hasta sus pies y besé sus dedos uno a uno, recorriéndolos con mi lengua y dándoles pequeños mordisquitos con mis dientes. Subí por sus piernas, rodillas y muslos y volví a hundirme en ese centro hermoso que me llamaba como si fuera el canto de una sirena. Subí por su vientre,  metí mi lengua dentro de su ombligo, luego pasé a sus pechos los cuales besé y masajeé como correspondía para por fin irme introduciendo lentamente dentro de ella. Después de unos cuantos movimientos lentos y tortuosos durante los cuales me pedía por favor que fuera más deprisa, salí de ella para darle la vuelta y dejarla con la cara pegando a la almohada. Me situé encima de su cuerpo y la incorporé un poco de forma que ella quedo casi sentada de espaldas  a mi  a horcajas y con sus rodillas y piernas dobladas.  Entonces la penetré de nuevo de un solo envite y los dos gemimos ante la sensación ya que esa postura daba un acceso más profundo a su interior. Nuestros movimientos se volvieron mas rápidos, duros, agresivos, nuestro gemidos ya casi ganaban en intensidad a los acordes de la famosa canción La Gata bajo la lluvia  hasta que el éxtasis salió a recibirnos victorioso, feliz, totalmente satisfecho.

 

—Me gustaría tener un montón de hijos contigo Bella –le dije después de habernos recuperado. Estábamos tumbados uno encima del otro.

—A mi también pero como todos salgan a Emmett, ¡ufff madre mía! –me contestó haciéndome estallar en risas.

—Bueno yo preferiría tener alguno que se pareciese a ti mi amor, que tuviese tu fuerza, tu empuje, tu valentía y tu forma de ver la vida. Me has enseñado tanto en estos meses.

—Tú también me has dado mucho a mi Edward, más de lo que imaginas. Me has dado una familia con la que contar y eso lo valoro mucho. Emmett y yo hemos crecido solos, al amparo de nuestros padres, pero solos contra el mundo ya que al ser hijos únicos mis padres nunca tuvimos primos con los que compartir y las tuyas son maravillosas, me encanta esa relación que tenéis se os ve  a todos muy unidos.

—Bueno –contesté malhumorándome un poco pensando en Anastasia, Griselda, la Bruja del Este y Maléfica, la parte que conoces.

—Esa para mí ya es suficiente  amor siempre hay trapos sucios en las buenas familias ¿o no? –me dijo y como me lo dijo no me pude resistir y de nuevo volvimos a perdernos el uno en el otro comenzando de nuevo esa danza tan vieja como el mundo, la danza sublime y eterna del amor.  Me perdí de nuevo en su cuerpo en el cual me hundí y me hundí hasta provocarla un orgasmo múltiple al cual la acompañe gritando su nombre

Esa noche hicimos el amor de todas las formas y posturas posibles. El Jacuzzi nos recibió  desprendiendo un aroma floral que combinado con nuestro olor a sexo hizo el ambiente más irreal y romántico. Bella me cabalgó haciéndome estremecer de placer y yo la hice gritar mi nombre de igual modo que ella gritaba el mío entre espasmo y espasmo.  La mañana nos sorprendió abrazados el uno al otro y satisfechos totalmente satisfechos. No habíamos dormido mucho pero no importaba.

Salimos de aquel hotel cogidos de la mano y como aquella primera vez tomamos el autobús que nos llevaba de regreso a su casa y tal y como pasó aquel primer día Bella se tambaleó cuando el vehículo arrancó, yo no llegue a cogerla a tiempo por lo que los dos caímos al suelo ante las miradas atónitas de todos los viajeros ya que muy lejos de sentir vergüenza, empezamos a reírnos el uno encima del otro como si nunca en la vida nos hubiéramos reído, como si acabásemos de aprender, como si fuera la primera vez.

Llegamos a casa y unos muy expectantes Emmett y  Rose nos estaban esperando en la puerta. Recibieron la noticia de nuestra boda con una alegría desbordante y Rosie nos regalo un hermoso dibujo que había hecho para la ocasión. Bueno…hermoso…lo que se dice hermoso artísticamente hablando….pero el amor de futuro tío puede mas y  lo importante era el cariño con el que nos lo había hecho.

Estábamos ansiosos por llamar a toda la familia a contarle las buenas nuevas, pero teníamos que esperar a que fuera la hora correcta en Chicago y en Forks. Como era sábado sabía  que mis diablos y sus respectivas parejas estarían juntos en alguna de las casas durmiendo la merluza que no necesariamente borrachera ya que nosotros sabíamos divertirnos perfectamente sin necesidad de sobrepasarnos con el alcohol. Yo no les había dicho nada para que no estuvieran agobiándome  con el tema así que las pilló totalmente de sorpresa.

—Esme, Kate, Irina, chicos,  dejad todo lo que estáis haciendo…¡YA! y venid a escuchar esto se trata de una emergencia en toda regla.

—¿Qué pasa Alice?, ¿qué ha ocurrido? –escuché la voz somnolienta de Kate, valla los habíamos despertado, era tal mi impaciencia que no recordé que los sábados solíamos emerger al mundo bastante tarde.

—Lo mejor que podía pasar mamá –dijo mi hermana y ni corazón se hinchó aún más al escuchar como la llamaba mamá.

—Edward, Bella, ¿qué sucede?, ¿estáis bien?

—Mejor que bien mamá –le contesté imitando a Alice —¿puedes poner el manos libres por favor?, quiero que escuchéis todos lo que Bella y yo os tenemos que decir.

—Aquí estamos cuñado –dijo Garrett al otro lado de la línea—, ¿qué es  eso que nos tienes que decir?, aunque disculpa pero ya me lo imagino.

—Pues que le he pedido a Bella que se case conmigo y ella me ha dicho que si. ¡NOS CASAMOS!

—Una sinfonía ensordecedora de gritos inundó la habitación, tan grande era el escándalo  que tuvimos que bajar el volumen del teléfono que también  teníamos en manos libres para que Rose y Emmett escucharan. Las enhorabuenas y felicidades, se mezclaban con los cuanto me  alegro por vosotros y es la mejor noticia que podíamos tener y todo ello amenizado con el sinfín de chillidos y aplausos. Casi las podía ver bailando y saltando  abrazadas por todo el piso con sus novios y marido detrás intentando que no sucediera un cataclismo casero. Cuando por fin se calmaron, Bella dijo algo que ocasionó una nueva algarabía de voces en los dos lados del teléfono.

—Esto… chicas veréis yo…. siempre quise que cuando me casara mi madrina fuera mi cuñada Rose –primer chillido acompañado de botes, besos, abrazos agobiantes, baile de la Victoria de Emmett, mirada sorprendida de Rossie  y muchos sí, sí, sí …, Bella prosiguió—y siempre pensé en Alice como mi Dama de Honor –segunda oleado de gritos y chillidos acompañados de la voz de Jasper pidiéndola que secalamara ; Bella siguió contando —pero…veréis…yo …después de conoceros…he pensado que…si no tenéis inconveniente me gustaría que todas fuerais mis damas de honor –y la tercera oleada de gritos y chillidos fue tan ensordecedor que hasta Alistair, el vecino cotilla, se puso a mirar con disimulo por la ventana a ver si pillaba algo de lo que sucedía  en el interior de la casa. Pero la guinda del pastel fueron mis palabras

—Esto…Esme...verás…no es  que me moleste que seas Dama de Honor  pero me temo que no podrá ser ya que…se supone que la madre debe entregar al novio –de momento se hizo el silencio  hasta que Esme lo rompió

—Eso…eso… eso hijo seria…un honor muy grande para mí yo…no puedes hacerme más feliz. Edward gracias, te llevaré al altar con todo el orgullo que una madre puede sentir por un hijo  —los gritos y los chillidos fueron sustituidos por lagrimas de emoción de uno y otro lado, ya que todos estábamos igual de exaltados.

—Esto…ya tenemos que dejaros quiero llamar a mi padre para…

—¡NO! –se oyó de nuevo un grito general –no… hace falta que lo hagas hijo es que…—decía Esme  tartamudeando y yo no entendía nada hasta que la voz de Carlisle se oyó al otro lado de la línea.

—Lo que te quieren decir es que no hace falta porque ya me  he enterado, enhorabuena Edward, no puedo estar más orgulloso.

—Muchas gracias padre –le dije contento y feliz de que mi padre estuviese con ellas en la casa de Kate y Garrett ya que es allí donde me dijeron que habían terminado la noche anterior –pero no se te olvide llamar a tu tíos esto… a Cayo también ya sabes cómo es, le gustaría enterarse por ti. Y por supuesto a tus abuelos.

—Si padre ahora mismo lo hago –y con estas palabras nos despedimos pero antes de colgar nos hicieron prometer que viajaríamos a Chicago para que Alice y Kate le diseñaran el vestido de novia a Bella y para pasar un tiempo en familia y celebrar la noticia. Por supuesto la invitación también era extensiva a Rose y Emmett y a los padres de Bella ya que Carlisle propuso celebrar una gran fiesta en la Mansión Cullen para celebrar, anunciar y formalizar el compromiso. La propuesta de Carlisle fue recibida con una nueva algarabía tan intensa que era imposible meter una palabra aunque solo fuera de canto ya que los cuatro diablos y Rose empezaron a planear la fiesta como si esta se fuera a celebrar mañana.

Al final, quedamos en viajar a Chicago para el fin de semana siguiente lo cual fue celebrado con mas gritos. En un momento determinado me volví hacia donde estaba Rossie y descubrí que en sus oídos se había puesto unos tapones y me miraba con una cara…en fin no sabría describir la cara ya que yo de psicología infantil, nada de nada, eso se lo dejo a Jasper.

Después de colgar, llamé a Aro y Sulpicia quienes tomaron la noticia con una algarabía similar a la de los diablos,  es obvio que Kate e Irina tenían sus genes. Cuando se enteraron de que íbamos a viajar para el fin de semana no dudaron en invitarnos a cenar para celebrar la noticia. El siguiente en llamar fue a mi tío Cayo quien me felicitó…bueno…a su manera me felicitó, pero me dijo algo que me llego al alma y es que no podía haber escogido a una mujer mejor. No tan alegres fueron las felicitaciones forzadas de las dos hermanastras y la bruja ya que, tras los jadeos de sorpresa y bufidos de indignación que se escucharon,  en su fría felicitación iba implícito el mensaje de que no les hacía ninguna gracia.  Y Heidi así me lo hizo saber

—Eres un cabrón Edward no puedo creer que le hagas eso a Tanya –y ahí supe quien era una de las culpables de los mensajes.

—Mira prima –contesté visiblemente alterado –yo no le puedo hacer nada a una mujer a la que nunca prometí nada y a la que aborrezco desde hace mucho tiempo ¿estamos? Y te advierto que como se le mueva a mi Bella un solo pelo, uno solo y descubra que tú tienes algo que ver…

—Suficiente –dijo Cayo cortando de raíz lo que iba a añadir  –Heidi sino tienes nada agradable que decirle a tu primo lárgate por favor. Esta es una noticia excelente para que andes tú enturbiándola con tu amargura.

—Pero ¿es que no ves que esa mujer va tras nuestro dinero? –de este  lado de la línea pasaron varias cosas a la vez, Rose tuvo que tapar la boca a Emmett par que no le dijera cuatro cosas bien dichas a Griselda, a Bella se le pusieron los ojos cristalinos y yo…la ira de los dioses no es nada comparada a la que yo sentía en ese momento y ya iba a explotar cuando, como siempre, mi tío salvó la situación.

—En todo caso será el dinero de Edward y los Cullen no el tuyo querida hija, a no ser que por algún motivo tu tuvieras alguna especie de aspiración a ese dinero –le dijo a modo de advertencia—,   y además te recuerdo que es esa mujer, esa tal Tanya o como se llame  es la  que, a mi modo de ver, anda detrás del dinero de tu primo aparte de ser una delincuente en toda regla.  He conocido a Bella personalmente y sé positivamente que ella no es ni mucho menos como la describes. Es una mujer buena, trabajadora y muy ética,  claro hija, que se cree el ladrón que todos son de su condición.  Bella querida —añadió – te pido perdón en nombre de mi hija, espero que no te haya causado mucha molestia.

—No, Cayo, tranquilo asunto olvidado no pasa nada –contestó mi Bella como pudo.

—Enhorabuena hija, me alegro por mi sobrino, repito que no podía haber encontrado a una mujer mejor. Si necesitas algo, lo que sea,  que sepas que si está en mi mano lo tendrás –y ahí iba implícita  una clara amenaza a su mujer e hijas que a juzgar por el poco ruido que había en la línea debían haberse marchado.

—Después de esta desagradable llamada y de secar con besos, palabras cariñosas y caricias  las lágrimas de mi Bella llamamos a mis abuelos Marco y Dydime. Los dos se mostraron entusiasmados, Marco a su manera siempre fría y distante pero sabía  que aprobaba mi matrimonio con Bella. Mi abuela se ofreció a ayudar en todos los preparativos. Bueno otro obstáculo salvado. Ahora le tocaba el turno a mi abuelo Edward. No sé si ya he dicho que el sarcasmo mi padre lo heredó de él  y ese sarcasmo se hizo notar cuando al darle la enhorabuena a Bella le dijo que tenía muchas ganar de conocer a la mujer que había conseguido sacar a su nieto los pájaros de la cabeza pájaros que, según él, tenía la forma de fantasmas de mujeres perfectas, ya estábamos otra vez con ese tema. Lo que más ilusión me hizo fue que ofreció sin dudar su mansión para celebrar la fiesta de compromiso ya que coincidió con mi padre que había que anunciarlo y celebrarlo a bombo y platillo.

Y después de todas estas llamadas, Bella decidió llamar a sus padres y…que puedo decir…como dicen aquí en España, se armó el Belén ya que Renée Swan puso a prueba nuestro ingenio, nuestra paciencia  y nuestra inventiva.

—Hola hija, ¿cómo estás?, espero que no suceda nada.

—Pues en realidad sí, sí sucede algo mamá pero es algo bueno, ¿podrías por favor llamar a papá?

— ¡Charlie, Charlie ven, ven, deja ese asqueroso partido de Beisbol y ven aquí en seguida que tu hija nos va a decir que se casa con Edward!  –toma ya,  la primera en la frente.

—¿Cómo?, ¿qué?, ¿es verdad  eso?—, se oyó la aguda voz del Jefe Swan en la distancia y yo tragué saliva y el cuello de mi camisa se encogió, por una vez que no son mis pantalones los que... a ver  Cullen céntrate que estas a punto de comunicarle a la autoridad competente que te vas a llevar a su hija par siempre.

—Bueno confirmado no está confirmado pero tu hija dice que tiene una noticia y es algo bueno ¿qué mas podría ser?, ¿quieres venir aquí de una vez o voy a tener que ir en persona?, no sé a quién diablos se le ocurre poner beisbol en la tele un sábado por la mañana a estar horas,  ¿quieres venir de una vez? ah…oh estas detrás de mí, ¿qué haces hay detrás?, ¿cuánto tiempo llevas ahí?, ¿cuántas veces te he dicho que no hagas eso porque…?

—Renée ¿podrías callarte un poco y dejar que Bella nos diga lo que sea que tenga que decirnos? –y de nuestro lado de la línea se oyeron dos suspiros exasperados  y un bufido mas exasperado aun.

—Tienes razón mamá –dijo Bella sin titubear un instante, esa era una de las cosa que más me gustaban de ella, cuando tomaba un decisión la seguía sin dudar ni vacilar e iba directa al grano sin dar rodeos ni tartamudear.  Mis pantalones me dieron la razón al tiempo que mi erección me saludaba –Edward me ha pedido que me case con él y yo he aceptado. Papá ya sé que vas a decir que es muy pronto, pero esto es lo que quiero espero que te alegres por mí ya que me encantaría que me llevases al altar.

—Y me alegro hija, me alegro por ti. Edward se ganó mi respeto cuando fuimos a verte a Madrid y aunque sí que pienso que es un poco pronto también te digo que debe ser los genes ya que tu madre y yo nos casamos nada más conocernos como muy bien sabes, así que…nadie mejor para entenderos.

—Hija no sabes lo feliz que me haces, me alegro por los dos. Edward es un pedazo de hombre al que no debes dejar escapar, bien por ti hija –es que esta mujer no se había enterado de que el teléfono estaba en manos libres. 

—Gracias a los dos, de verdad que me hace muy feliz que me apoyéis –bueno hasta aquí íbamos bien, todo correcto y en su lugar, pero entonces vino la bomba de relojería

—Oh hija por supuesto que te apoyo, es mas como regalo de bodas me voy a encargar yo personalmente de la tarta. Tengo una receta que…

—¡NO! –dijimos seis voces a la vez dejando cortada a la pobre mujer, bueno pobre…en teoría. La situación se había vuelto un poco…digamos que embarazosa, pero a mí se me ocurrió la idea del millón claro que había que avisar a Esme y esperaba que a Bella y a Emmett no les importara.

—Esto verás Renée es que…en fin… esto hummm…bueno es que es tradición en mi familia que de la tarta de bodas se encargue la madre del novio, no te molestes pero es que bueno…es una traición de muchos, muchos  años uff desde antes de la guerra de secesión incluso.

—Ah pues  si es así, no pasa nada no hay inconveniente, las tradiciones son las tradiciones  ya se me ocurrirá algo que hacer  –dijo la mujer claramente contrariada,  pero todos respiramos  aliviados y tanto Emmett como Rose y Bella me dieron una mirada de sincero y total agradecimiento. Lo cierto es que nuestros estómagos agradecían mi repentino ingenio, un ingenio que no sabía yo que tenia pero dicen que en momentos de peligro descubres facetas de tu carácter que desconocías hasta ese entonces y, para que lo vamos a negar, comer cualquier cosa cocinada por Renée Swan era señal de peligro inminente. Bella me sostuvo un poco más la mirada y en ese momento mis pantalones empezaron a hacerse más y más pequeños a medida que mi erección se hacía más y más grande.  Madre de Dios que ganas de llevarla a la habitación y encerrarme con ella una semana entera.

—Hay una cosa que sí puedes hacer mamá dijo Bella sosteniéndome aun la mirada buscando mi aprobación pero yo no podía pensar en nada más que acomodar como fuera mis pertenencias  –puedes ir a la iglesia de Forks y concertar un día y hora para casarnos. Ten en cuenta que no puede ser pasado mañana ya que hay que dar tiempo a que Alice y Kate  me hagan el vestido —como pude le di mi aprobación, me parecía perfecto que se quisiera casar en el pueblo que la vio  nacer. También podrías contratar en algún lugar que te guste de Port Ángeles para celebrarlo.

—Oh lo podemos hacer aquí en casa hija, el jardín es lo suficientemente grande. Tendré que hablar con la madre de Edward para organizarlo todo y estoy pensando que podíamos ahorrarnos el catering ya que yo… —y de nuevo las alarmas se dispararon al tiempo que se oía un claro bufido al otro lado de la línea…

—No te molestes mamá –dijo Bella que en ese momento fue la más rápida ya que los demás aun nos estábamos recuperado del shock, eres la madre de la novia ¿no querrás estar con un delantal puesto toda la velada verdad?, deja que se encarguen otros, es más yo opto por que contrates en algún sitio bonito donde más te guste, lo dejo a tu elección.

—Por el dinero no te preocupes Renée, mi familia contribuirá gustosa con la parte que le toque –dije intentando no parece un prepotente imbécil  por el hecho de tener dinero.

—Uff está bien,  ¿por qué tengo la impresión de que siempre que intento cocinar algo todos me ponéis pegas?

—Oh  no seas tonta Renée—dijo esta vez Rosalie  adelantándose  a los demás –son cosas tuyas mujer.

—Esto… veréis una cosa más –dije cambiando de tema antes que las lagrimas de Renée Swan manipularan el ambiente–mis padres quieren anunciar y celebrar el compromiso en una fiesta que tendrá lugar este sábado y por supuesto estáis invitados y a Bella le gustaría mucho teneros allí tanto como yo.

—Por supuesto que iremos ¿verdad Charlie?, además puedo llevar algún postre casero o mi ponche y… —de nuevo la alerta roja encendida.

—Mamá, esto…verás…es de agradecer pero se puede estropear en el viaje y…en fin, seguro que Esme está encantada de que le ayudes esto…bueno… de alguna otra manera. Quizás puedas incluso hacer el ponche allí…no sé…a lo mejor Esme tiene alguna receta que compartir contigo y… –al mencionar a Esme me di cuenta de que había que explicarles a los Swan la situación de mis padres pero recordé que ya se lo había dicho a Charlie cuando hablamos así que…esperaba que Renée también lo supiera.  Su síguete comentario confirmo mi suposición…

—Espero que Esme sea la madre de verdad y no la delincuente esa que está en la cárcel

—Sí Renée si —dije riéndome de la poca diplomacia que tenía esta mujer la cual parecía no saber que por el manos libres escuchábamos todo, todos los presentes en la habitación y para confirmar mis palabras escuché como su marido la regañaba—, es mi madre de verdad nunca dejaría que esa otra mujer se metiera en mi boda, bueno no creo que ella quisiera meterse en esta boda nada más que para evitarla –agregué y todo el  mundo se echó a reír.

—Edward hijo perdona mi mala educación  es que yo…

—No te preocupes Renée no has hecho más que decir la verdad, no estoy molesto. No debes cortarte porque este yo presente ni dejar de ser como eres, no me gustaría.

—Gracias hijo contestaron a la vez los dos esposos, la voz de Charlie parecía claramente aliviada y agradecida de que hubiera aceptado a un personaje como Renée con tanta naturalidad.

Cuando colgamos todos dimos un respiro de alivio, sobrevivir a Renée Swan y sus inventos culinarios era toda una experiencia.

La semana pasó más rápida de lo que pensábamos, la felicidad inundaba cada ambiente que pisábamos Bella y yo. Aunque se enturbiaba por los mensajes que Bella seguía recibiendo  cada vez  más y más amenazantes. Tanto es así que hasta me estaba planteando el ir a Chicago pues tenía bien clara su procedencia aunque no se podía probar nada aún. Bella  se negó a suspender el viaje argumentando que tenía mucha ilusión porque Kate y Alice le hicieran su traje pero quería supervisarlo ella misma ya que no se fiaba de las idas de Alice. Además me dijo que no podíamos hacer ese feo a una familia que se estaba desviviendo por recibirnos ya que estaban dejándose el alma en la preparación de la fiesta. Entre Esme, Dydime y mis primas estaban organizando un evento que daría que hablar en las páginas de sociedad por meses y meses. Bella tenía razón, desde luego la tenía pero cada día admiraba más la valentía y entereza de esta fabulosa mujer que me había tocado en la ruleta de la vida.

Yo por otro lado estaba deseoso e ilusionado de celebrar este evento con Esme como anfitriona pudiendo reconocer ante todo el mundo que ella era mi madre, mi verdadera madre y no el proyecto de mujer ese que todavía estaba pudiéndose en las cárceles españolas. Mi abuelo Marco se había encargado de la prensa minimizando al máximo el escándalo y publicando en nuestro periódico un comunicado  que calló la boca a la prensa más sensacionalista de Chicago. Un segundo comunicado proclamaba a bombo y platillo  que Esme Vulturi y Carlisle Cullen junto con Renée y Charlie Swan, tenían el placer de anunciar la próxima boda de Edward Anthony Cullen con Isabella Marie Swan y la fiesta que tendría lugar el sábado para formalizar el compromiso. Se podría decir que Esme Vulturi era oficialmente nuestra madre y yo no podía estar más feliz. El siguiente paso a dar era que Carlisle consiguiera el divorcio y se casara con Esme ya que el comunicado había dejado totalmente abierta esa posibilidad.

Un hecho destacable de estos días maravillosos posteriores  a la petición de matrimonio fue cuando en la redacción del periódico reunimos  a todos los empleados y cuando  digo a todos es a todos, para comunicarles la noticia e invitarles a una copa de champan. Todos se alegraron por nosotros ya que Bella en el poco tiempo que llevaba el periódico en marcha  se había convertido en  una compañera muy querida. Pero lo mejor fue ver la cara  que se le puso al perro, eso sí  que fue digno de ver. No me pareció, sin embargo, tan gracioso cuando la acorraló en un pasillo y quiso propasarse con ella. Bella se cansó de darle rodillazos y codazos en todos los sitios que encontraba pero lo cierto es que la tenía sujeta de tal manera que era imposible para ella escaparse. Gracias a Dios que  a Ángela le dio por sentir ganas de ir al servicio  en ese momento por lo pudo verlo  y salir  corriendo a buscarme. La paliza que le di fue monumental y  me dio la excusa que esperaba ya que al día siguiente el chucho mugriento  pasó a la historia como trabajador del periódico. Con la cara hecha un Cristo por mis golpes  y una demanda por acoso en el bolsillo, Scooby doo dejó la redacción del periódico con el rabo entre las piernas. He de decir que me demandó a mi por agresión y al periódico por despido improcedente, pero tenía todas las de perder,  Ángela estaba dispuesta a declarar lo que vio  y los demás compañeros de Bella a certificar el acoso que venía sufriendo de parte del chucho. Estaba claro que yo había actuado en defensa propia.

La semana transcurrió y cuando nos quisimos dar cuenta estábamos sentados en una avión rumbo  a Chicago. Yo estaba deseando recorrer esa ciudad que me vio nacer del brazo de la mujer que amaba y enseñarle todos y cada uno de mis rincones favoritos. Esperaba que los diablos no la acapararan mucho.

 

Capítulo 12: Sobreviviendo a los suegros Capítulo 14: Una Fiesta diabólica

 


 


 
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