UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76754
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 8: Carlisle cuenta su versión

 

 

DISCLAIMER: Ninguno de los pesonajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

Capítulo 8: Carlisle cuenta su versión

Por Edward

Cuando sus pies volvieron a tocar el suelo, comenzó a dar saltos, gritos y vueltas a su alrededor mientras gritaba Jasper, Jasper, mi Jasper ha venido a verme. Conclusión, todo el aeropuerto mirándonos  intentado averiguar  quién era el tal Jasper  que  había ido a verla. Cuando Alice se calmó, o mejor dicho, cuando su pobre y sufrido novio consiguió que se calmara,  y  después de los respetivos besos y saludos nos fuimos a una cafetería para que desayunaran y poder hablar.  Los chicos se sentaron en otra mesa para darnos privacidad. Carlisle, muy serio, empezó su relato.

—Tenía veintidós años cuando vi por primera vez a Esme y a  Elizabeth Vulturi. Acababa de terminar la carrera y tu abuelo Edward me esperaba ansioso para que ocupara mi lugar junto a él. Nada más llegar me presentó al dueño del otro periódico importante de Chicago, Vulturi’s News,  y me dejó caer que no nos vendría nada mal una alianza en forma de matrimonio. Me comentó que Marco tenía una hija de mi misma edad guapísima y que no estaría mal que nos casásemos. Yo por aquel entonces era un chico muy inocente Edward, nada parecido a ti que has luchado con uñas y dientes contra un matrimonio que no quieres ni deseas. Yo era más conformista.  Tu abuelo me dijo que si me negaba él no me iba a forzar, ya que los Cullen no necesitaban de ningún matrimonio pues su empresa era fuerte y solvente, aunque esa alianza reforzaría el negocio,  así que…. fui a conocer a la chica. Lo malo es que conocí  a la chica… y a la hermana… y esa fue la que de verdad me gustó. El problema… Esme solo tenía quince años.

—Marco y mi padre se dieron cuenta de esto y Marco, en su afán de unir nuestras familias, me dio permiso para  cortejarla dentro de unos límites, claro está. ¿Porqué Marco me dio su consentimiento?, muy sencillo, por ansias de poder.  No olvidéis que nosotros somos una de las familias mas prestigiosas e influyentes de Chicago, casarse con un Cullen representa prestigio y poder, algo que todo el dinero de los Vulturis no era capaz de comprar. Pero, como es lógico, me puso unas condiciones. La primera que Esme consintiera en el matrimonio pues jamás sería el culpable de la infelicidad de una de sus hijas. Segunda,  hasta que no tuviera dieciocho años no nos podríamos casar ya que solo era una niña y tenía que terminar sus estudios y, eso sí, tenía que darle la oportunidad de hacer una carrera si ella quería. Yo acepté esas condiciones por supuesto ya que Esme me gustaba mucho y yo a ella también.

—En el momento en que hablé por primera vez con Marco sobre su hija me di cuenta que a pesar de ser un hombre frio y calculador, Esme era su debilidad, su ojito derecho. Me advirtió que tuviera cuidado y fuera cauto ya que era solo una chiquilla sin  ninguna experiencia y yo un hombre adulto. Me dijo que pagaría las consecuencias si alguna vez le hacía daño.  Comencé a cortejarla con cuidado y precaución, intentando ganarme su confianza y su amistad. Yo pensé que la otra hermana, la cual me caía bastante mal, iba a enfurecerse por mi decisión pero muy lejos de eso, alentó esa relación ya que las dos hermanas se llevaban a las mil maravillas, la fomentó, nos ayudó y se hizo mi amiga… mi mejor amiga.

—Mi  relación con Esme fue avanzado a pasos agigantados, estaba claro que ella también sentía lo mismo por mí y un buen día me propuso dar un paso más. Al principio yo me negué, ¡por Dios era una chiquilla!, sería  su primera vez, tenía que estar segura. Pero mi rechazo la dolió pues pensaba que ella no era lo suficientemente  buena para mí ya que solo era una niña tonta y  sin experiencia. Yo no podía permitir que pensase eso, ¡por Dios! estaba loco por ella y la deseaba como nunca había deseado a una mujer, pero me frenaba su juventud cosa que ella no entendía. Discutimos, Esme se puso a llorar, yo quise consolarla, una cosa llevó a la otra… nos dejamos llevar y…  sucedió. No recuerdo de donde salieron  los condones que me puse pues fueron varias las veces que hicimos el amor aquella mágica noche que nunca olvidaré. Más tarde me dijo que se los había dado su hermana

—Después de esto pasamos unos días maravillosos, inolvidables, pero de repente algo cambio y mi Esme empezó a mostrarse distante, como temerosa de algo, un día sin más desapareció. Me dejo una nota, una simple nota en la que me decía que ella no era para mí, que no me amaba, que se había dado cuenta cuando hicimos el amor. Me decía a su vez que le había dejado otra nota a su padre pidiéndole perdón, eximiéndome de toda culpa y explicándole que se marchaba.  No la volvimos a ver ni a saber nada más de ella hasta que regresó convertida en toda una mujer y… acompañada.  Yo simple y llanamente no me lo podía creer, Esme es una mujer que no sabe ocultar sus sentimientos y yo estaba completamente seguro de que me amaba era eso…o que había estado fingiendo y esa última idea se instaló en mi mente y se quedó ahí para mortificarme.

—Cuando hablé con Marco,  éste estaba desesperado porque  como ya he dicho,  Esme era su ojito derecho. Por lo visto en su nota,  para  tranquilizarle,  le dijo que tenía plaza en un instituto nuevo donde terminaría sus estudios  y luego empezaría  la universidad en algún lugar de su elección. Le dijo que no se preocupara pues  contaba con  dinero suficiente para ir tirando y que después trabajaría, no sería ni la primera ni la última mujer que lo hiciera. Le pidió perdón por alejarse así, pero le dijo que no me amaba y que de quedarse temía verse embarcada en un matrimonio que ella no quería y que por favor no intentase buscarla. Que no me culpara ni me cuestionara a mí porque yo no era el culpable y  la había tratado muy bien, que era ella la del problema.

—Marco, por supuesto hizo caso omiso de su petición y la buscó por cielo y tierra sin éxito alguno porque a pesar  de todo el ejército de detectives que puso en su búsqueda, nadie consiguió encontrarla. Ningún archivo de ningún instituto del país reflejó jamás el nombre de Esme Vulturi entre sus alumnos, estaba claro que de algún modo había cambiado de apellido. Yo no me lo podía  creer ni Marco tampoco, solo tenía quince años, ¿cómo era posible que hubiera sido capaz de desaparecer de ese modo tan maestro? Me preguntó si yo le había hablado alguna vez de matrimonio a Esme. Yo, por supuesto le dije que no pues era temprano y según una de sus condiciones ella tenía que acceder por voluntad propia y para eso debía de ganármela. Marco asintió suspirando derrotado y me pidió perdón por el daño que su hija me había causado y me dijo que siempre sería bien recibido en su familia.

—No hace falta que os diga que la  odié, la odié con todas mis fuerzas por dejarme así. Ese día me fui a un bar y bebí hasta hartarme. Solo recuerdo de aquella noche que Elizabeth  llegó en mi rescate. Me llevó con ella a una habitación de hotel para que me recuperara. Me dejó llorar y desahogarme hasta que el sueño me venció.

—Al día siguiente estuvimos charlando y me dijo que nadie mejor que ella para entenderme ya que le había sucedido algo similar hacia tan solo una semana. Me confesó que estaba enamorada de un hombre al que su padre consideraba no apto para ingresar en la familia por lo que habían mantenido la relación en secreto, cosa que me extrañó al principio ya que Marco me había dejado claro aquella vez con su primera condición que le importaba y mucho la felicidad de sus hijas. Pero pensé que podría tratarse de un hombre que no la amase, un vividor que solo buscase su dinero tratando de embaucarla y por eso se oponía temiendo que la fuese a hacer infeliz. El caso es que solo Esme sabía de él ya que eran confidentes y por aquel entonces se llevaban muy bien. Elizabeth me dijo que Félix, como así se llamaba el individuo, abrumado por lo que se le caía encima la había dejado no sin antes acostarse con ella lo que confirmo mi teoría sobre el vividor y de la razón por la que  Marco se negaba a dar su consentimiento y aceptar esa relación. Por supuesto a ella no se lo pregunté pues la veía demasiado dolida y afectada como para ahondar en la herida.

—Elizabeth me dijo que  le entregó su virginidad como despedida a sabiendas de que esa era la última noche que pasarían juntos pues sabía de sobra que la iba a dejar, lo supo desde el primer momento en que se encontró con él aquel día, por su mirada, por su expresión, por su distanciamiento. Pero también que nunca amaría a otro hombre aunque en ese momento lo odiase por haber sido un cobarde y no  haber luchado. En ese momento me sentí más cerca de ella de lo que nuca me había sentido con nadie ya que mis sentimientos hacia Esme eran los mismos, la odiaba por lo que había hecho al tiempo que comprendía que, llevada por su juventud, se hubiese asustado y huido, pero sobre todo la amaba y nunca dejaría de hacerlo. Me acerqué a Elizabeth, la abracé y juntos pasamos un buen rato llorando nuestras respectivas penas uno en brazos del otro. Ahí nuestra amistad se afianzó un poco más.  Cuando nos calmamos Elizabeth me explicó  que Esme no era más que una niña, me pidió que no la odiase ya que el odio no era un buen sentimiento, al fin y al cabo el adulto era yo y  tenía que haberme controlado mejor, que la había asustado y lo comprendí vamos si lo comprendí y me odié por ello y…me convencí de que lo mío con Esme no tenia futuro… ella se había marchado, había huido  para nunca más volver.  

—Unos días después Elizabeth empezó a estar triste, parecía preocupada y ausente, cuando le pregunté me contestó que no era nada, que echaba de menos a Esme, pero al día siguiente la encontré llorando con algo en las manos, al quitárselo vi que era una prueba de embarazo y que esta daba positivo. Me confesó entre lágrimas,  que su encuentro con el tal Félix  había traído consecuencias y que estaba embarazada. Sentí que la debía algo, mi propia cordura tal vez, ella había sido la única que había estado allí para apoyarme, para consolarme, así que me casé con ella cosa que Marco me agradeció en privado. Yo no tenía muchas ganas ni estaba convencido, en mi fuero interno mantuve la esperanza de que Esme regresara, de que Marco la encontrara pero…  en realidad no era más que un hombre despechado y… me casé.

—Los dos nos consolábamos mutuamente, no había amor, pero si respeto y cariño. Elizabeth me pidió que durmiéramos en habitaciones separadas y yo, por supuesto, accedí ninguno de los dos teníamos ganas de llevar nuestra relación a ese plano tan intimo…sin amor.

— Cuando ya estaba de casi nueve meses, me surgió un viaje de improviso por un problema que había en una de nuestras sucursales en Seattle y no tuve más remedió que marchar junto con Marco, Aro y Cayo pues el problema parecía ser de mucha importancia. De todos modos Elizabeth aun  no salía de cuentas y se quedó con Athenodora y sus hijas ya que nunca se ha llevado bien con Aro y Sulpicia. Además, tu tía ya estaba embarazada de Irina y a  punto también de parir. Lo más curioso del caso es que cuando llegamos a Seattle el problema no era tal… no existía pero aprovechamos para supervisar y ver de primera mano cómo funcionaba esa sucursal y que Randall, la persona que estaba al mando, hiciera bien su trabajo.

—Al regresar ya habíais nacido Alice y tú, por lo visto fue un parto prematuro y con ella solo estuvo Athenodora ya que no quisieron llamar a mi padre que había quedado al frente de la empresa. Elizabeth me dijo que había sido muy rápido y no le dio tiempo a llamarme, cosa que me enfureció ya que no lo entendí. Ella tenía que haberme llamado, no esperar a que regresase. Esa fue nuestra primera discusión fuerte pero lo dejamos pasar por vosotros y...por la familia aunque Aro y su mujer también le recriminaron lo mismo.

—Cuando os tuve en mis brazos por primera vez,  me sentí el hombre más feliz del mundo. A pesar de no ser vuestro padre biológico os quise como a mis propios hijos desde el momento en que os vi, ya que una fuerza extraña me atraía hacia vosotros… me llamaba.

—A partir de ahí tu  madre dejo de ser esa mujer con la que me había casado, esa amiga que estaba ahí para todo y se fue   convirtiendo poco a poco en la mujer que ahora conocéis, cosa que se agrandó cuando conoció a mi primo  y a  su hija Tanya. No entiendo muy bien el cambio de actitud ni si la verdadera Elizabeth es la de antes o la de ahora, solo se… que ya me tiene harto.

—Cuando paso el periodo de cuarentena me pidió, más bien me exigió, que fuéramos un matrimonio en todos los sentidos. Yo al principio me negué, por ¡Dios! no la amaba pero…al final cedí ya que me dijo que cuando nuestros hijos fueran creciendo nos pedirían una explicación de por qué no dormíamos juntos y…esa fue suficiente razón, no quería dañaros explicándoos antes de tiempo una verdad que podríais no entender y, al mismo tiempo, me aterraba perderos.

— Años después, Esme regresó,  pero… ella tenía su vida y yo la mía junto a Elizabeth.

—Marco la perdonó y le dio su lugar, lo que hablaron… nadie lo sabe, solo sé que fue Aro quien consiguió dar con su paradero y la trajo de vuelta. Tomó el puesto que le correspondía en la empresa como accionista empezando a su vez a trabajar en ella ya que había cursado la carrera de periodismo entre otros estudios y estaba perfectamente facultada para tomar un puesto directivo y de responsabilidad en una empresa que también era suya.

—Poco a poco empezó con vosotros la extraña, maravillosa y admirable relación que tenéis. Tu madre al principio se opuso, pero nada pudo hacer  conforme ibais creciendo ya que parecíais imanes. La relación con Irina y Kate era maravillosa, alentada por Aro y tu tía y muy pronto se hizo extensiva a vosotros.  Por otro lado sé que Marco y vuestra madre tuvieron una larga e intensa conversación, tampoco sé exactamente que hablaron solo que Marco la obligó a dejar que Esme se acercara a  Alice y a ti, pero no me dio más explicación y yo tampoco se la pedí. Ella era vuestra tía y se portaba bien con todos sus sobrinos, no me parecía justo negárselo.

—El reencuentro para mí fue horrible, no podía mirarla a la cara, sencillamente no podía y había vuelto tan guapa. Ya no quedaba nada de aquella niña asustada de tan solo  quince años y en su lugar había una hermosa mujer que enseguida congenio con todos vosotros. En ese momento valoré la posibilidad de un divorcio, pero ¿para qué?, posiblemente ella me rechazase ya que en su día dejó bien claro que no me amaba.   Y  además no volvió sola sino acompañada de un tal Demetri que fue su novio durante bastante tiempo y eso nos terminó de separar.  Después la pareja rompió, Esme nunca nos dijo porqué y no se la conocen más novios hasta  la fecha.

—Nosotros, nunca hemos hablado de aquello jamás, nuestra relación es la que es, la que vosotros veis, pero todavía tenemos esa conversación pendiente y está ahí desafiándonos. Supongo que no quiere inmiscuirse en nuestro matrimonio. Al principio me miraba con odio y resentimiento como si me desafiara, como si supiera algo que se suponía que yo también tenía que saber.  Al mismo tiempo, esa relación de camaradería que había entre las hermanas había desaparecido, dando paso al odio que ahora se tienen ¿por qué? no lo sé.

—Y esa es la historia hijos, ahora odiadme o comprenderme pero por favor no juzguéis a Esme, ella era muy joven, inocente e inexperta y… se asustó.

Alice y yo estábamos en shock desde el momento en que escuchamos que Carlisle no era nuestro verdadero padre, mejor diríamos padre biológico porque nuestro padre de verdad si lo era yo lo tenía más que claro. Nos había educado, cuidado, querido y se había hecho cargo siempre de nosotros, cosa que nuestra madre, nuestra verdadera madre nunca había  hecho. Pero eso no impedía la incredulidad que sentíamos. Alice y yo nos miramos y miramos juntos a Carlisle

—Entonces… ¿ese tal Félix es en realidad nuestro padre biológico?

—Al principio estaba convencido de ello, pero pronto empecé a notar, como todos, las semejanzas físicas que vosotros teníais conmigo. Los dos habéis sacado los ojos verdes característicos de la familia de Dydime ,pero vuestro aspecto físico, el color de la piel, la forma de mi barbilla… ese color de pelo tuyo Edward y ese desorden en él son herencia directa de mi abuelo y eso es algo que no podía pasar  por alto. Alice  tú, tú sacaste la forma y el color de pelo  de mi madre, tu abuela,  que en paz descanse y si no fuera por esos ojos verdes  serias su viva imagen –y para corroborarlo saco una foto de su cartera de una mujer joven, más o menos de nuestra edad que muy bien podría haber pasado por Alice sino fuera porque esta tenía los ojos azules de Carlisle.

—Un día y sin que tu madre se enterara os llevé conmigo a ver a un medico amigo mío y le pedí unas pruebas de paternidad. Las pruebas dieron positivas… los dos sois hijos míos

Tanto Alice como yo lanzamos un gemido de alivio ante semejante declaración pero fue momentáneo ya que mi padre es y siempre ha sido Carlisle Cullen y así se lo hice saber.

—Papá,  aunque las pruebas hubiesen dado negativas y nosotros fuésemos en verdad hijos biológicos de ese tal Félix, quiero que sepas que yo te seguiría considerando mi padre, el único que he conocido y el único que se preocupo por mi hermana y por mí y nos cuidó.

—Amen a eso hermanito –Carlisle con lagrimas en los ojos nos abrazo a los dos durante un buen rato, luego prosiguió…

–Con las pruebas en la mano encaré directamente a vuestra madre quien, al verse pillada me confesó que aquella noche en que me sacó de aquel bar habíamos hecho el amor,  pero que me lo había ocultado porque ninguno de los dos estaba pensando en el cuerpo con el que intercambiaba la experiencia, sino que nuestras mentes estaban con esos dos traidores que nos habían abandonado. Di la explicación por buena y no investigué más pero me daba mucha rabia cada vez que veía un desplante de Elizabeth hacia vosotros, o cada vez que demostraba  el poco cariño que os tenía. Cuando le preguntaba solo me decía que le recordabais a aquellos dos que nos habían orillado a estar en la situación en la que estábamos.

—Como ya os digo poco a poco fue sacando a la luz su verdadero yo y cuando conoció a mi primo decidió que Tanya debía casarse contigo y desde entonces, las fiestas, las reuniones sociales y la cruzada a favor de Tanya y su matrimonio contigo han presidido su vida.

—Pero lo peor empezó cuando Esme regresó y esta quiso acercarse a vosotros ya que se opuso  abiertamente  a ello y las dos demostraron el odio que había nacido entre ellas y que cada vez se iba haciendo más grande y profundo. Pero  como digo no tuvo más remedio que claudicar y dejarla estar con vosotros ya que Marco y Aro la obligaban, no sé cómo pero lo hacían, y como digo parecíais imanes, como si una fuerza extraña y desconocida os llevara hacia ella. Esme por su parte era feliz tanto con vosotros como con Irina y Kate y, por supuesto con su cuñada Sulpicia. Pero con su hermana y Athenodora se llevaba cada vez peor y no te cuento conmigo, cada vez que me miraba, había odio, reproche, dolor, mucho dolor. Y yo no entendía por qué y sigo sin entenderlo ya que yo no había sido el que había fallado, era ella la que marchó.

—¿Y nunca le preguntaste la razón?

—Muchas veces pero nunca ha querido decirme más allá de lo que ya me dejó dicho en su nota.  La primera vez que la encaré  me miró a los ojos y me dijo que era un hipócrita y que como era capaz de preguntar eso, dio media vuelta y se marchó.  Poco a poco y con el pasar de los años nuestra relación se ha ido suavizando hasta llegar a lo que tenemos ahora.

Después de ese sorprendente relato de mi padre, que nos había dejado exhaustos tanto a mi hermana como a mí, salimos de esa cafetería con un nuevo objetivo, enfrentar a Esme. Nosotros, junto a los chicos,  nos fuimos en el metro a buscar a las chicas y a Emmett para ir a comer y mi padre fue a buscar a Elizabeth para intentar obligarla a que volviera con él, pero me expresó su deseo de conocer a Bella antes de marcharse.  

—Edward por cierto ¿has encontrado ya secretaria? –me interrogó cuando nos estábamos despidiendo.

—Lo cierto es que no, he entrevistado a unas cuantas pero todas parecen más interesadas por mi físico que por el trabajo en sí y yo necesito a alguien eficiente.

—Verás hijo ¿te importaría contratar a Ángela?, ella y Ben son novios formales desde hace un tiempo y al enterarse de que habías nombrado a Ben como corresponsal de nuestro periódico aquí, ella hablo conmigo para solicitarme ese puesto ¿qué te parece?, yo podría quedarme con Jessica.

—Pues me parece genial papá., Ángel es una secretaria excelente, justo lo que estaba buscando pero… que tengas suerte con Jessica. No es mala trabajando no creas, es eficiente, hace lo que  le dices pero….

—Otra a la que parece interesarle más tú físico que el trabajo ¿no?

—Pues sí, padre, pues si y… sinceramente había veces que me ponía muy nervioso y violento.

—Bueno, creo que conmigo no podrá, de momento soy un hombre casado –y no pude evitar advertir el tono con que dijo ese… de momento pero… no le pregunté nada… solo me despedí de él y le di la dirección de nuestra casa para que viniera a conocer a mi  Bella.

El camino hasta el centro de Madrid, donde habíamos quedado con las chicas fue muy solemne. Éramos un grupo my unido y no había secretos entre nosotros así que, naturalmente, les contamos la conversación.

—Pobre Esme –dijo Garrett y todos concordamos con él. El silencio se instaló entre nosotros hasta que Jasper volvió de nuevo a hablar

—En toda esta historia hay algo que no me cuadra pero…

—¿Qué quieres decir? –le increpó Alice

—De momento nada mi amor, ya me conoces, os contaré  mis dudas cuando yo mismo las tenga claras –y como todos conocíamos a Jasper de sobra como para saber que de momento no hablaría seguimos nuestro camino en silencio… bueno en silencio, silencio no… estuvimos callados hasta que… Alice y yo nos perdimos y sin darnos cuenta aparecimos en un sitio que se llamaba Alameda de Osuna y  descubrimos de que no teníamos ni puñetera idea de donde estábamos.

—Alice, cariño, Edward tiene un pase preciosa pero tú no tienes excusa has debido hacer este camino un montón de veces.

—No nunca lo he hecho, Emmett o Bella suelen venir a buscarme en el coche... ya sabéis… las maletas.

—Ah claro acabáramos, la señorita viene a Madrid para dos días y se trae cinco maletas, ¿cómo he podido ser tan estúpido como para olvidarlo? –dijo Laurent con sus habitual sarcasmo  –y claro cuenta con choferes particulares ya me va cayendo mejor esa novia tuya Edward, pobrecilla debe tener vocación de mártir y una paciencia sin límites para aguantar aquí a la miss –si tú supieras pensé para mí mientras cogía el teléfono para llamar a Bella a ver si entre ella y sus hermanos eran capaces de sacarnos de ahí, pero a Jasper se le ocurrió otra idea mejor.

—Ese señor por cómo va vestido debe pertenecer al metro, vamos a preguntar antes de que salgamos fuera del país sin darnos cuenta  –y gracias a las indicaciones del buen señor al cual Alice como siempre le volvió loco, conseguimos llegar a nuestro destino donde las chicas ya nos estaban esperando.

Cuando diablo tres y diablo cuatro vieron a sus respectivos tuvo lugar un deja vu en mi mente ya que una escena igual a la del aeropuerto tenía lugar ante mis ojos.  Diferencias, no era una sino dos las que se colgaron al cuello de sus respectivas parejas y Alice se les unió colgándose a su vez de Jasper. Quedábamos Esme, Bella, Rose, Emmet  y yo para evitar la caída.  Es obvio que éramos suficientes para evitar el fatal desenlace pero  no pudimos, dimos todo de nosotros, pusimos de nuestra parte pero… no pudimos. La torpeza de Bella  hizo acto de presencia y al tropezarse con un obstáculo invisible Emmett y yo intentamos sujetarla pero fue inútil y caímos al suelo con ella. Mi hermosa y patosa novia, en un intento de evitar su propia caída  se agarró al brazo de Garrett  quien sostenía a Kate. Kate  se agarró a la coleta de Laurent e Irina a su vez  intentó sujetarse del hombro de Jasper quien arrastró a Esme y a Rose con él y caímos todos en un montón amorfo y sin vida unos encima de otros. Si hubiéramos estado jugando a Twistter seguro que ni en broma hubiéramos conseguido un lio más perfecto.   Para colmo de males y, como siempre, la fuerza se nos iba por la boca y ninguno  conseguíamos levantarnos.  La situación era divertida, todo el mundo se paraba a mirarnos formando un corro de gente a nuestro alrededor,  un reloj sonaba en la distancia dando la hora, las patas de un caballo se situaron a mi lado… ¿un momento?, ¿las patas de un caballo? Subí mi vista hacia arriba y me encontré con unos estribos a los que se sujetaban unas botas de militar muy lustrosas y relucientes, un poco más hacia atrás pude apreciar desde mi posición un tanto indefensa unos enormes testículos de caballo junto a una no menos lustrosa cola del susodicho animal. Seguí subiendo los ojos para apreciar unos pulcros pantalones azules estilo  militar, una camisa de policía perfectamente planchada y sin ninguna arruga y... por fin una cara con un enorme ceño fruncido que no presagiaba nada bueno ¿porqué siempre nos metíamos en estos líos?, pensé mientras conseguía levantarme ya que mis compañeros de fatigas al percatarse también de la presencia policial se habían ido incorporando del suelo con la risa atorada en la boca.

—¿No son ustedes ya muy mayorcitos como para armar estos escándalos? –preguntó el policía muy serio mirando a Esme –pobre mujer al ser la de mayor edad del grupo cada vez que nos metíamos en un lio las autoridades pertinentes siempre se dirigían a ella, pero Esme no era mujer que se achicase ante nadie y además mis otros cinco diablos, Bella incluida, ya había cerrado filas a su alrededor.

—No estábamos haciendo nada malo, solo que hemos perdido el equilibrio, nos hemos agarrado los unos a los otros y hemos caído al suelo ¿es eso un delito acaso?,  en lugar de estar con esa cara de vinagre podría usted preguntar si alguno de nosotros esta herido o hemos sufrido algún dañó, pues vaya con la hospitalidad española yo creí…

—Señora…

—Señorita sino tiene usted inconveniente…

—Bueno pues señorita –dijo el pobre policía empezando a armarse de paciencia…como siempre –están ustedes alterando el orden público desde el momento en que han conseguido que la gente se arremoline a su alrededor y este tipo de llamémosle reuniones están prohibidas en la Puerta del Sol   y sus alrededores desde que…

—Disculpe agente no lo sabíamos pero en cualquier caso debe tener usted mucho trabajo hoy ya que en todo el rato que llevo aquí no he hecho mas que ver gente formando corros para disfrutar de la música de los artistas callejeros o del espectáculo de los mimos, así que le aconsejaría que…—empezó a decir Bella defendiendo nuestro honor con uñas y dientes. Al ver  a esa mujer tan seductora  en esa actitud tan….tan… ¿sexy? mi pobre erección que hasta ese momento estaba muy callada me hizo saber que seguía allí, mis pantalones también me lo confirmaron.

—Mire señorita –empezó a decir el policía sacando una especie de radio para llamar a sus compañeros, era hora de intervenir, pero Emmett se me adelantó.

—No creo que al Gobierno de los Estados Unidos de América, le complazca mucho saber cómo tratan en España a sus ciudadanos ya que nuestro país es amigo y… aliado –le dijo enseñándole algo al policía. Este cambió de inmediato de actitud…

—Por esta vez les dejaré marchar, pero por favor que no se repita y acto seguido jaló al caballo y acercándose al corro de gente que se había formado y que estaban aplaudiendo como locos las palabras de mis dos diablos, comenzó a dispersarlos. Garrett, Jasper, Emmett,  Laurent y yo aprovechamos para coger a nuestras respectivas parejas y salir de ahí cagando leches. Yo llevaba de un brazo a Bella y del otro a mi tía mientras las dos,  alentadas por los aplausos,  seguían lanzando improperios y maldiciones contra el  pobre policía dejándome sordo en el proceso. Verás como de este país no me iba yo sin hacer una visita a sus cárceles y en este lugar no teníamos papaíto cuyos abogados nos sacasen de ahí y para colmo teníamos a Cayo y a la Reina detrás de nosotros.

Cuando hubimos salido del campo visual y auditivo del policía yo hice las pertinentes presentaciones entre Bella y los chicos. La saludaron muy cariñosamente y, como siempre pasaba con esta preciosa y maravillosa mujer, conectó con ellos en seguida. Mi pobre erección que no podía estarse quieta ni callada un solo segundo,  al observar esta escena me confirmó lo que yo ya sabia, esta mujer era…en todos los aspectos mi mujer perfecta…  mis pantalones nos dieron la razón.

Después de explicarle a Esme que Jasper, Garrett y Laurent me habían llamado para que fuera a por ellos al aeropuerto y que Carlisle había venido con ellos para intentar llevarse de vuelta a su hermana y a Tanya, por fin… conseguimos llegar al restaurante al que Emmett nos llevaba, un coqueto y bonito sitio situado al lado del famoso Mercado de San Miguel y cuya especialidad era todo tipo de arroces. Después de comer nos fuimos a seguir conociendo la ciudad, destino,  El Paseo del Pintor Rosales con su parque y su templo de estilo egipcio. Cuando mis diablos llegaron al mencionado parque todas empezaron a correr detrás de la sobrina de Bella como si fueran mas crías que ella. Ni que decir tiene que nosotros íbamos detrás intentando parar cualquier posible desastre menos mal que hoy si tenía refuerzos. Respiré aliviado ante eso ya que cada cual se ocuparía de su pareja, solo quedaba el cabo suelto de Esme, pobrecilla pensé para mí al recordar la conversación con mi padre,  a ver cuando podía hablar con ella. Debía de ser muy cuidadoso ya que cualquier cosa mal dicha y perdería para siempre la oportunidad de conocer su versión y no solo me daba miedo eso, sino que saliese huyendo otra vez. Definitivamente debería andarme con cuidado.

—¿Estás bien? –me preguntó Bella acercándose a mi

—Sí, amor tranquila es solo que…

—La conversación no ha sido nada agradable ¿verdad?

—Pues lo cierto es que no

—¿Tan grave es?

—Si te soy sincero no se todavía que adjetivo ponerle, solo te puedo decir que ha sido… impactante. Luego te lo cuento amor, es más, te pediría que me ayudaras a encontrar una excusa para hablar con Irina y Kate sin que este Esme.

—Esa es fácil, yo me la llevo a dar una vuelta con algún pretexto,  por ejemplo, sacar la basura, hay un buen paseo hasta el cubo.

—¿No podría hacerlo Rose?, veras es que… me gustaría que estuviese presente

—Edward yo… no soy de la familia… ¿qué les va a parecer a Alice y a las demás?

—Pues bien Bella, te has integrado muy bien entre nosotros, eres mi novia, lo que no verían normal es que no estuvieses presente amor.

—Está bien, si tu lo dices, hablaré con Rose.

—Gracias Bella –le dije atrayéndola hacia mí y dándole un beso en los labios. Al principio pretendía ser corto pero como siempre pasa entre nosotros, el beso fue ganando cada vez más intensidad. Su lengua pidió paso, mi boca se lo concedió y mi lengua le dio la bienvenida.  En ese momento me di cuenta de una realidad, antes, cuando salíamos todos en grupo, éramos dos los cabos sueltos y yo a veces me sentía de más, como si sobrara. Ahora sin embargo tenía a Bella a mi lado completándome y complementándome, me sentía feliz y pleno aun a pesar de la revelación de mi padre.  Sentía que ahora tenía a alguien a mi lado y eso para una persona como yo, que se sintió solo  en ese sentido casi toda su vida, era una sensación maravillosa.  A partir de ahora cuando fuera con el grupo yo tendría mi propia pareja, ya nunca me sentiría de más, como si sobrase.

—A ver tortolitos dejad eso para la intimidad del dormitorio –dijo Kate interrumpiendo mi momento mágico –vamos a entrar a ver el templo de Debod ¿estáis conformes?

—Si contestó Bella entusiasmada, Rose,  Rossie y yo tenemos un truco que enseñaros que os va a encantar –no sé porque me alarmé ante ese, en apariencia, inocente comentario.

Entramos en el famoso templo y Bella, Rose y la niña, arrastrando a las demás con ellas,  se fueron derechas hacia una de las salas. Nosotros fuimos corriendo detrás  alarmados  pues no teníamos bastante con cuatro diablos peligrosos que se nos habían añadido tres más a la ecuación. Emmett a nuestro lado era el más tranquilo de todos y además iba riéndose lo que denotaba que ya sabía de la trastada que estas iban a hacer.

Cuando llegamos a la sala en cuestión solo alcanzamos a ver a Irina y Kate a cuatro patas sobre el suelo y gateando para meterse por una especie de agujero lo bastante grande para que cupiera una persona a gatas y que estaba situado  en la parte baja de la pared, pero ni rastro de las otras. Juraría que a través del muro podía oír los gritos y exclamaciones de asombro y diversión de Alice y Esme a los cuales se unieron Irina y Kate cuando desparecieron de nuestra vista.  Nos miramos entre nosotros extrañados pero de pronto vimos a Emmett hacer la misma operación y desaparecer  por el misterioso hueco. Si ya era cómico ver a mis dos primas en esa postura, ver a Emmett fue espectacular,  parecía increíble, todo un agente del servicio secreto jugando al escondite de esa forma.

—El caso es que se las oye por aquí detrás  —dijo Jasper mientras observábamos como una niña cualquiera, desconocida para nosotros, se había metido junto a sus padres por el mismo misterioso hueco.

—Pues yo no voy a ser menos, vamos a desentrañar el misterio –dije yo poniéndome a cuatro patas y gateando por el agujero, pero cual no fue mi susto cuando me encontré de frente con la cara de Kate viniendo hacia mí, así que tal como estaba empecé a retroceder y mi… ejem… trasero,  chocó contra la cara de jasper que iba detrás, su trasero chocó con la cara  de Laurent y así sucesivamente.

—Ah pero ¿vosotros también venís?,  ¡chicos! retroceded que vienen los otros.

—Qué raro, con lo circunspectos  que suelen ser –escuché que decía Alice y yo rodé los ojos ante el comentario, ¿sabría ella el significado real de la palabreja que siempre nos dedicaba?, además alguien tenía que mantener la cabeza sobre los hombros ¿no?

Kate empezó a retroceder hacia atrás y nosotros seguimos nuestro camino hacia delante hasta llegar a otra cámara o sala similar a la anterior y entonces caí en que las dos salas se comunicaban por ese, llamémosle, especie de pasadizo secreto. La sala era como la otra, es decir, todo piedra y con unos cuantos galimatías de esos que dibujaban los egipcios, pero era curiosa. De repente la sala se empezó a llenar de gente que alentados por nuestra excursión había decidido seguirnos.

—Será mejor que volvamos que esto se empieza a parecer al camarote de los Hermanos Marx –y  empezamos a desfilar de la misma manera en que habíamos entrado a cuatro patas y gateando. Me puse para salir detrás de Bella y cuando su estupendo trasero se posó en mi cara, mi erección de pronto me volvió a saludar felicitándome por la estupenda idea que había tenido y mis pantalones me dieron un toque de  atención  que yo por supuesto no trate de ignorar ¿cómo iba a hacerlo con seméjate visión ante mi?, vamos ni loco, por el contrario me acerqué a ella todo lo mas que pude  e intente darle un mordisquito, el cual Bella notó a juzgar por la risa que se le escapó. Mi erección volvió a felicitarme por mi hazaña. Definitivamente esta mujer iba a matarme.

Cuando llegamos a nuestro destino, es decir, a la otra sala, me encontré con un montón de gente mirándonos asombrados de que 11 adultos y una niña saliésemos gateando de un agujero del muro. Cuando levanté la mirada, mis ojos descubrieron a uno de los vigilantes del templo que increpaba a la pobre Esme. Y ahí íbamos otra vez.

—A ver señora…

—Señorita por favor.

—Bueno pues señorita, es normal que sientan curiosidad pero vamos que lo haga un niño pase, pero ya son ustedes mayorcitos  –y ya estábamos otra vez con la frase del millón. La sobrina de Bella nos sacó de la  incómoda situación.

—Perdón, es culpa mía… no son de aquí y quería enseñárselo –le dijo con una cara de gato de Sreck tan perfecta que ni Alice e Irina, que eran expertas en  ella, podrían ponerla mejor.

—Eso es señor guardia y claro cuando la hemos visto desaparecer y que no volvía, nos hemos asustado y… —terció Irina poniendo la misma cara.

—Y claro en vez de ir uno solo a buscarla han decidido ir en cuadrilla verdad –dijo el hombre, pero la palabra se le quedo atascada en la boca al ver que un montón de curiosos estaban imitándonos haciendo honor a ese refrán que rezaba, donde fueres, haz lo que vieres—. Está bien circulen por favor –y salimos de ahí para ver el resto del Templo, audiovisual incluido para fastidio de la pobre niña.

Al salir del Templo seguimos paseando y llegamos a la Moncloa y desde allí nos llevaron a ver la Universidad Complutense. Bella me mostró su facultad y  se empeño en que nos hiciéramos una foto en la puerta todos juntos y después una solo conmigo. Esme al salir aquella mañana me había cogido una de mis cámaras, solo ella tenía permiso para usar mi equipo pues  había estudiado algo de fotografía aunque no era profesional y sabía perfectamente cómo usarlo, aunque agradecería que de vez en cuando me pidiese algo de consejo…pero en fin. Puse  mi  cámara en disparo automático, corrí para ponerme a lado de mi novia y… momento inmortalizado. Esme se ocupo de sacarnos la foto a mí y a Bella después de una interminable discusión sobre ángulos, posturas, etc., y como siempre nadie me preguntó. Volvimos sobre nuestros pasos a Moncloa y desde allí bajamos hasta la plaza de España, Gran Vía, Callao y de nuevo la puerta del Sol y la Plaza Mayor donde cenamos. El viaje a casa en metro y después en tren fue algo mas…soportable ya que cada oveja sujetaba a su pareja y Laurent se encargó de controlar a Esme así que  yo podía concentrarme en Bella, su cercanía, mis pantalones pidiendo auxilio y mi erección bailando al compás de los traqueteos del vehículo.  ¡Hay Dios! que ganas de hacerle el amor ahí mismo. De nuevo nuestras miradas se conectaron y nuestros ojos se dijeron todo lo que se tenían que decir, era extraordinaria la comunicación silenciosa que habíamos aprendido a tener.

Cuando llegamos a casa, Rose como quien no quiere la cosa y como si se lo pudiera decir a ella al igual que a otra, le pidió a Esme que la acompañara a tirar la basura y esta aceptó encantada. Rose no tenia padres y me da la impresión de que Esme la había adoptado  como su madre, no me extrañaba ella era una mujer muy maternal. Ni que decir tiene que Alice sabedora del plan le había contado a Rose el asunto aprovechando un momento en el que mi tía iba paseando entretenida y despistada al lado de los otros diablos.

Aprovechando su ausencia pasé a relatarles  nuestra conversación con Carlisle  a las chicas y a Emmett quien se ofreció para marcharse, pero yo se lo impedí y Alice estuvo de acuerdo, lo conocía desde hace poco pero para mí era ya como un hermano más.

—No me cuadra, hay varias cosas que no me cuadran –comenzó a decir Bella una vez que yo terminé de contar la historia.

—A ver si coincides conmigo Bella,  ¿qué es lo que no te cuadra exactamente? –dijo Jasper

—Varias cosas, a ver, una mujer como es debido y con  eso me refiero a alguien que no sea una zorra en toda la extensión de la palabra, no le entrega su virginidad a un hombre y se larga días después argumentado que se ha dado cuenta que no lo ama.  Las mujeres nos tomamos eso muy en serio, puede que como hombres no lo entendáis pero…

—Yo si te entiendo –los demás asentimos en conformidad con Jazz –y además es una de las cosas que a mí tampoco me cuadran, sigue Bella por favor.

—Bueno pues luego está el hecho de que Elizabeth os tuvo prácticamente sola sin nada más que Athenodora como compañía. Yo no he tenido hijos pero…siempre se tiende a llamar a todo el mundo ya que necesitas estar acompañada pues se pasa mucho miedo y…sobre todo a localizar al padre.

—Sigo coincidiendo contigo Bella, entiendo lo que intentas decir pero… ¿es posible hacer eso? –los demás los escuchábamos sin comprender ¿hacer qué?

—Sí Jasper, claro que es posible, con dinero todo es posible, te sorprendería saber la cantidad de madres de alquiler que dan a luz a unos hijos cuyas madres simulan un embarazo perfectamente. Yo hice un reportaje sobre eso.

—Pero en la intimidad del cuarto –dije yo comprendiendo la teoría de Bella

—No había esa intimidad Edward no recuerdas esa parte de la narración,   Elizabeth se las apañó  para que no la hubiera diciéndole que dada la naturaleza de su relación dormirían en cuartos separados.

—Y hay otra cosa que hemos pasado por alto –intervino de pronto Garrett. Kate cuando yo te conocí, no era nadie, ¿recuerdas?, y aun así tu padre me recibió con los brazos abiertos y…tu abuelo, o sea, Marco no puso nunca ninguna objeción a nuestra relación, siempre he sido bien recibido entre los Vulturi bueno… a excepción de Athenodora y sus hijas, como no –añadió con sarcasmo.

—Bueno eso puede explicarse porque soy su nieta y era mi padre el que debía de aceptarte…no él.

—Vamos Kate parece mentira que no conozcas al abuelo… y está el hecho de que Marco le dejo bien claro a Carlisle que Esme era la que tenía la capacidad de decidir,  ¿por qué no ir a hablar directamente con él en lugar de huir?

—Sigo sin entender…

—Y yo tampoco lo entiendo  —dijo de repente la voz de Esme desde la entrada con los ojos llenos de lagrimas, mientras Rose nos pedía disculpas con la mirada…

—Ella ha sospechado que algo pasaba cuando Elizabeth le ha llamado para increparle por hacer que Carlisle viniera a España y malmeterla contra él. Por lo visto, han tenido una discusión muy fuerte, Carlisle le ha pedido el divorcio y  le ha dicho que os ha contado la historia. Elizabeth estaba muy enfadada, ha insultado a Esme por teléfono como nunca y le ha echado la culpa de romper su matrimonio…lo último que hemos oído ha sido como Carlisle le quitaba el teléfono de la mano llamándola maldita mujer, pero Esme le ha colgado y ha venido directamente para acá no he podido detenerla.

Mientras iba diciendo todo esto Esme se había sentado a nuestro lado y nos miraba con terror y con lagrimas en los ojos.

—Ya que vuestro padre –dijo Esme con sarcasmo y llorando —se ha tomado la libertad de contaros una versión llena de mentiras bien está que escuchéis la mía

—Pues adelante tía somos todo oídos –dijimos casi todos a la vez –Bella, Emmett y Rose hicieron intento de salir, pero ella les detuvo.

—¡No!, eres la novia de… Edward y vosotros sus hermanos, por la parte que me toca  podéis quedaros  –y dicho esto se colocó mejor  en el  sillón.

—Tu disertación ha estado muy acertada Garrett, mi padre será frio y calculador, pero nunca se opondría  a la felicidad de una hija.  Por otro lado, no me extraña Bella que tengas esas dudas y muy bien fundadas porque Elizabeth Vulturi… no es vuestra madre –dijo dirigiéndose directamente a Alice y a mi  –todos ahogaron una exclamación, todos menos yo… que ya me lo veía venir.

Esme empezó su relato

 

 

 

 

Capítulo 7: Edward versus Scooby doo y cinco diablos sueltos por Madrid Capítulo 9: La historia de Esme

 


 


 
14439981 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios