UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76771
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 29: Epílogo: Momentos sueltos de una vida plena y feliz

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esa historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

 


 

Epílogo: Momentos sueltos de una vida plena y feliz

 

Diez años después.

 

Aprendiz de Celestina.

 

Pov Bella

 

—¿Qué diablos os ha pasado? –exclamé yendo al encuentro de mi niño quien salía de la mano de Rossie todo sucio y desarreglado, como si se hubiera pegado con alguien.

 

—Jacob y él se han peleado –dijo mi sobrina rodando los ojos—, aunque no sé muy bien porqué. Sus profesoras los han regañado a los dos y me han llamado para que os lo diga. Dicen que quieren hablar con Lizzie y contigo por lo visto están todo el día a la gresca. Así que…misión cumplida, me voy con Seth –y soltándonos a los dos niños pues traía a Jacob de la otra mano, se marchó con ¿su amigo?

 

—Es que Jacob me tiene harto no hace más que acosar a mi Isabella –dijo mi Eddie.

 

—¿Tu Isabella?, no sabía yo que la hubieras comprado –le dijo Jacob junior todo rabioso—, además ¿Cómo sabes que es ella si hay dos y son iguales?

 

—Isabella es mía, la tía lo dice siempre, vosotras hicisteis un pacto antes de que naciéramos –dijo mi niño visiblemente enfadado mirándonos a Chels y a mi —¿a que si mamá, a que si tía?

 

—Esto pues…—empezó mi amiga rascándose la cabeza confundida sin saber que contestar. A su lado Lizzie miraba la escena bastante entretenida y menos mal que éramos amigas porque era la típica situación en la que dos madres discuten y dejan de hablarse para siempre mientras que al día siguiente los cabritos de los niños están otra vez como amigos sin que nada hubiera pasado.

 

—Pero ella puede elegir –dijo Jacob que estaba igual de sucio, despeinado y desarreglado, yo pensé para mis adentros que como el hijo fuera tan pesado como el padre, Eddie lo llevaba claro. Claro que mi Eddie a sus once años estaba en vías de convertirse en un pedazo de hombre al igual que su padre y entonces no habría Capitán América versión 2 que pudiera con él.

 

—Si ni siquiera las distingues –apuntó mi niño –no sabes cual es una y cuál es la otra y además eres más pequeño que ellas.

 

—¿Tu si las distingues?, y la edad es una cifra –dijo Jacob impasible, dejándonos a las tres madres atontadas ya que era muy curioso que un niño de casi nueve años dijera esas cosas.

 

—Igualito, igualito de cursi que su padre –murmuró Lizzie entonces. No, si ya lo decía yo.

 

—Pues si porque la quiero, ¿verdad tía Chelsea que cuando quieres a alguien la distingues entre todas?, tu siempre lo dices cuando te preguntan cómo diferencias a una de la otra.

 

—Pues a ver listillo por ahí vienen las dos juntas, ilumíname ¿quién es Bella y quien es Marie?

 

—La de la derecha es Isabella, no le gusta que la llamen Bella, pedazo de mendrugo, porque la confunden con mi madre. ¿A que la de la derecha es Isabella?, ¿a que si tía Chelsea?, ¿a que ella es para mí porque al saber distinguirla de su hermana es que la quiero?, ¿tu siempre lo dices?, ¿o no lo dices?

 

—Esto yo…bueno…pues…sí…sí lo digo y sí efectivamente es Isabella –contesto mi amiga tan confundida como yo por la pelea tan…¿absurda?, pero Chels como siempre reaccionó antes que yo y menuda reacción que tuvo la señora—. Pero no hay porque discutir, tengo dos, es obvio que Isabella es para Eddie que sabe distinguirla muy bien de su hermana –por el rabillo del ojo vi como el ladino de mi hijo sonreía triunfante con esa sonrisa made in su padre que mandaba las bragas de todas las féminas a tomar el viento fresco –pero Marie es una niña muy mona, igualita que su hermana por si no te habías dado cuenta y además también está Bree la hermana de Eddie, ¿no te gustaría ser cuñado de Eddie?, y Maggie, también están Maggie y Sophie ¿no te parecen monas?, Alice estaría encantada de que cortejaras a su hija y así serías primo de Eddie y Esme no pondría reparos en que fueses novio de Maggie, ¿quién mejor que tu para su hija? Esto…con tu permiso Lizzie que tu hijo y yo tenemos cosas importantes de que hablar ¿me cuidáis a mis niñas por favor?, esto es una conversación de hombres –le dijo a la perpleja madre que se quedó tan alucinada y clavada en el sitio como yo. Realmente nuestra amiga no tenía arreglo.

 

Ni corta ni perezosa cogió en brazos a Diego, su hijo de tres años, al tiempo que agarraba con la misma mano a Liam, un niño libanes de doce años que Carlos y ella habían recogido y adoptado cuando Chelsea cubrió una noticia sobre los niños procedentes de Libia que Cruz Roja Internacional, por motivos médicos, había trasladado a España, para que fueran atendidos dada la terrible situación que atravesaba este país después de sufrir esa guerra cruenta. Con la mano que le quedaba libre tomó de los hombros a Jacob en un gesto de complicidad y adelantándose a los demás siguió hablando con él ante la mirada atónita de Liam y Eddie que salió corriendo detrás de ellos, no en vano era parte interesada en el asunto.

 

—Bree y Sophie son todavía muy pequeñas –escuchamos como protestaba Jacob.

 

—Si ahora lo son, pero crecerán no se va a quedar así toda su vida –rebatía Chels. Además ¿no has dicho antes que la edad es una cifra? Mi hijo les cogió el paso.

 

—Ella tiene razón, hay más, puedes dejarme a mí la mía. Además Bree es más pequeña te viene mejor, no tengo ningún problema en ser tu cuñado porque el caso es que me caes bien; aunque si prefieres a Sophie por mí estupendo; y si te gustan mayores pues también están Maggie y Clarice.

 

—Eddie tiene razón —metió baza Liam chapurreando como bien podía un español que el pobre estaba aprendiendo ya que acudía a un colegio especial que subsanara este inconveniente—, eres un egoísta deja a Isabella para él y también podrías dejar a Marie de paso que hay muchas, somos una familia grande. Es muy cierto que no sabes distinguirlas, si tan pronto adulas a una como a los cinco minutos haces lo mismo con la otra.

 

—Ahora me vendrás con que Marie también es tuya y que sabes distinguirla de Isabella perfectamente —dijo un Jacob totalmente enfurecido. Lizzie y yo nos miramos levantando una ceja ante el sorprendente comentario de Liam.

 

—Pues sí claro que sé distinguirla porque también la quiero mucho —contestó Liam sacándole la lengua Marie tiene...—Lizzie y yo volvimos a mirarnos con complicidad. Chels seguía en la séptima luna...o eso parecía.

 

—Calla no le des pistas —dijo entonces Eddie, que lo descubra por si solo si tanto las quiere.

 

—Me había olvidado de Clarice –dijo Chelsea ignorando el comentario de su hijo y las opiniones de los otros dos ya que ella estaba a su bola...o...sigo diciendo que... eso daba a entender —además ella es de tu edad.

 

—Esa está muy lejos al igual que lo están Maggie y Sophie, que manía os ha dado con la edad, ya sé que Clarice es tan grande como yo. Y no soy egoísta —rebatió el pobre niño cruzándose de brazos.

 

—Pues mira quien ha ido a hablar, el que ha dicho antes que mi hermana y Sophie son muy pequeñas. Y Liam tiene razón con todas las que hay y tienes que ir a quitarme la mía.

 

—Y encima la confunde y se mete con Marie —dijo Liam también muy malhumorado.

 

—Las relaciones a distancia son las mejores créeme –le contestó mi amiga sin hacer caso de lo que los niños hablaban entre ellos, o al menos eso daba a entender porque o yo no conocía a esa mujer, o Chels había asimilado los comentarios de Liam desde la primera letra y estaba intentando llevar a Jacob a su...terreno. Lizzi y yo rodamos lo ojos.

 

—¿Sabes Bella?– me dijo Lizzie –esto va a ser un duelo de titanes porque mi hijo es…tan pesado e insistente como el padre pero Chelsea es…

 

—Cabezota, terca, testaruda y ahora está en modo de este burro no hay valiente quien me baje.

 

Con esta extraña conversación llegamos a los coches y Chelsea ni corta ni perezosa se subió en el suyo. A pesar de que íbamos al mismo sitio a trabajar e íbamos a recoger a los niños al mismo colegio, cada una tenía que llevar su propio coche pues en uno solo no cabían dos adultos, tres sillas de coche y cinco niños más mayores. Puso en las sillas a su hijo más pequeño, subió a Liam, Eddie y a Jacob y arrancó dejándonos plantadas a las demás con sus hijas, Anthony, mi pequeño niño de cinco años y mi niña de tres, sí han oído ustedes bien, nuevamente nos quedamos embarazadas juntas y nuevamente parimos juntas también pero esta vez…estaba Carlos presente, créanme mi pedazo de hombre se ocupó de ese detalle…por la cuenta que le traía.

 

—Me parece que tengo que ir a tu casa a recoger algo que me han…esto…pedido prestado y de paso dejar lo que yo…me he quedado en su lugar –dijo Lizzie con su habitual sarcasmo. Ya llevo yo a las gemelas no te preocupes te sigo con mi coche.

 

—Si como dices el hijo es tan pesado como el padre, creo que tendremos para rato. Así que no hay prisa ¿chicos queréis merendar?

 

—No te quepa la menor duda amiga nos da tiempo a merendar cuatro veces.

 

—¿Por qué la tía se ha ido sola llevándose a Eddie y Jacob consigo? –preguntó mi pequeño Anthony.

 

—Esto…bueno…verás

 

—Es siempre igual…como soy pequeño…nadie me dice nada –dijo refunfuñando al tiempo que pataleaba en el suelo.

 

—Eh tú no te hagas la victima que a nosotras también nos ha dejado y somos sus hijas y partes implicadas te recuerdo que discuten por mí –Lizzie y yo volvimos a rodar los ojos.

 

—Esto...¿y de que queréis disfrazaros en Hallowen? —pregunté yo más por cambiar de tema que por otra cosa.

 

—De Bellatrix Lestrange —contesto esto...uffff...bueno que mas da una de las dos.

 

—Y...¿no querríais ir de otro personaje de Harry Potter? ¿Hermione, Harry, Ron? —pregunté con la esperanza de convencerlas ya que ese disfraz era como muy...difícil.

 

—Nop, porque los demás son magos buenos y van vestidos de normal, a no ser que queráis hacernos una capa como las que ellos llevan y buscarnos el uniforme del colegio con escudo de la casa y todo, además estamos en Hallowen tía no en carnaval tenemos que pasarnos al lado oscuro —me contesto quien fuera de las dos rodando los ojos.

 

—¿Alguna sabe de qué se va a disfrazar mi niño? —pregunte con la esperanza de que fuera facilito.

 

—Sip de Voldemort y no vale solo con ponerle un gorro de baño para semejar que está calvo que quiere el traje enterito.

 

—Ostras amiga pues lo lleváis claro.

 

—No te quejes que Jacob dice que quiere ir de Severus Snape y ese también lleva capa.

 

—Lizzie y yo nos miramos aterradas, menudo trabajo extra que nos habían buscado estos chicos.

 

—Y yo quiero ir disfrazado de Joker.

 

Bueno a ese con pintarle la cara...o al menos eso pensaba yo.

 

—Vamos a ver Chelsea vas a dejar ya esa estupidez de conversación, creo que son muy pequeños para eso además tengo que hablaros de algo que… —le dijo por enésima vez mi marido a una Chelsea empeñada en dejar arreglado el futuro amoroso de mi hijo y de Jacob junior. Por lo visto mi amiga en vez de ir a su casa se vino directamente a la nuestra ya que entraba y salía de allí como Pedro por su casa, al igual que nosotros los hacíamos de la suya. Tanto es así que teníamos nuestras propias llaves. Nosotras hacia como diez minutos que habíamos regresado después de disfrutar de una buena merienda. Cuando llegamos, mi pedazo de hombre nos estaba esperando todo desesperado en la entrada de la misma, pues Chels le estaba volviendo loco.

 

—De estupidez nada, Eddie, estamos decidiendo el futuro.

 

—Vamos ni que fueras Obama en una cumbre mundial.

 

Ummmm nunca menosprecies la mano que mece la cuna, porque esa es la mano que moverá el mundo –dijo tan tranquila parodiando a la famosa película a cuya protagonista no la quería yo a menos de doscientos mil kilómetros de mí pero bueno, la frase hay que reconocer que tenía su aquél, no sé qué pintaba en ese momento concreto pero mi amiga era así. El timbre de la puerta sonó y mi pedazo de hombre fue corriendo a abrirla, se le notaba nervioso. Carlos, Jacob y mis hermanos aparecieron por ella. Lo cierto es que tanto Lizzie como yo estábamos muy mosqueadas por su actitud y nos mirábamos entre nosotras de vez en cuando pues parecía ¿ansioso?, hacía muchos años que no le veía así y eso…me dio pavor ya que me trajo muy malos recuerdos, recuerdos que tenía totalmente olvidados. Había llamado personalmente a los chicos y a Rose para una especie de reunión de urgencia.

 

—Que es eso que tienes en la mano mi amor –le pregunté a mi Edward al ver que sostenía algo parecido a una carta totalmente estrujada.

 

—Es…no sé cómo decirlo…es…una carta de Tanya –nos dijo pasándose la mano por el pelo, cuando ya todos los demás estaban acomodados en el sillón y los niños jugando en la sala destinada para ellos.

 

—¿De Tanya? –preguntamos todos perplejos.

 

—Sí, no sé como lo ha hecho y si es legal lo que ha hecho, en realidad no ha salido del país pero ¿qué querrá?, he llamado a Laurent y me ha dicho que él ya tenía conocimiento de que nos iba a llegar pero…que no sabe su contenido…su abogado le llamó y le pidió permiso, por lo visto tanto él como su médico están al corriente. El doctor Ian Gerandy le dijo que era…algo que su paciente necesitaba hacer.

 

—¿Por qué Laurent no nos avisó? –preguntó ahora Rose

 

—Porque dice que como soy muy ansias, no me quiso decir nada hasta que la carta no llegase…de todos modos me ha asegurado que su gente está vigilando de nuevo a Tanya y…no me ha querido decir más pero creo que sabe algo que no me cuenta.

 

—Bueno, míralo por este otro lado Eddie si ella llamó a Laurent a través de su abogado, y este le ha dado su permiso legal nada malo puede ser.

 

—Si…eso creo pero…tengo tanto miedo.

 

—Mi amor ella ha cambiado, lleva años sin dar señales de vida –le dije sentándome en su regazo para acariciarle el pelo, cosa que le tranquilizaba.

 

—Pues por eso ¿qué puede querer ahora?

 

—¿Por qué no la abres, lo averiguas y así nos enteramos todos? –le dijo Emmett

 

—Porque os estaba esperando a todos, está dirigida a los señores Cullen y demás familia –me contestó rasgando el sobre. La miró por unos momentos y empezó a leer.

 

Queridos Bella, Edward y… los demás:

 

Sé que estaréis sorprendidos por mi carta pero he de deciros que es completamente legal pues la estoy escribiendo delante de mi abogado y de mi médico. Necesitaba escribiros. Edward, necesitaba escribirte sobre todo a ti, en realidad esta carta es para ti, bueno la primera parte de ella, pero…no quería crear malos entendidos y…por eso la dirigí a todos esperando que la leas delante de los demás, sobre todo de Bella. Solo quería decirte que ahora entiendo tu punto, comprendo lo que me quisiste decir aquel último día que nos vimos en la sala de visitas de la prisión, ahora soy consciente del daño que estuve a punto de haceros.

 

Hace como cosa de dos años empecé a salir con un compañero del trabajo, una cosa llevo a la otra y nos fuimos enamorando poco a poco. Sí, cuesta trabajo creerlo, mi obsesión por ti ya pasó, me enamoré de verdad o…al menos eso creo porque sé que en el fondo de mi alma siempre te querré y siempre serás mi primer amor, pero de todos modos soy feliz. Estoy embarazada de seis meses y con mi hijo aun dentro de mí ahora sé lo que sentiste, porque es lo mismo que sentiría yo si alguien quisiera hacer daño a Tom o a mi pequeño aun no nato.

 

Y aquí va el resto de la carta, la que va dirigida a todos, según pone aquí –relato Edward.

 

Ian, que aun sigue siendo mi médico, ha solicitado mi libertad bajo fianza puesto que me he casado y no es bueno criar a un niño en una cárcel. Ian piensa que estoy restablecida y preparada para incorporarme del todo a la sociedad, pero siento que, independientemente de que os escriban solicitando vuestra opinión, os lo tengo que decir yo y pediros por favor personalmente que aceptéis. No puedo salir de momento del país y siempre estaré vigilada, pero tampoco tengo ninguna intención de haceros daño y volver a las andadas, quiero a mi marido porque me hace feliz, es cariñoso, dulce y atento, quiero a mi hijo y solo necesito vivir en paz y tranquila a su lado. Por eso os ruego que aceptéis mi petición.

 

Recibid un fuerte abrazo

 

Tanya

 

—¿Qué os parece que tenemos que hacer? –dijo mi hombre aun perplejo.

 

—Bueno primero tenemos que tener garantías de que no se va a acercar a nosotros, pero algo me dice que es sincera, ya veremos lo que nos cuentan Laurent e Irina. De todos modos no vendría mal pedir informes médicos, todo lo necesario para asegurarnos de que no está fingiendo, pero si es sincera yo daría el visto bueno pues no podemos negarle el poder ser un poco feliz ya que ella fue…tan victima como nosotros. Hace años perdonamos Edward, creo que es momento de olvidar –le dije totalmente convencida de lo que decía. Lo cierto es que hacía años que había relegado al olvido aquellos malos momentos, solo era cuestión de hacerlo oficial.

 

—Estoy totalmente de acuerdo con Bella –dijo Chelsea

 

—Y yo –dijeron los demás.

 

Y así fue como por fin dejamos olvidado, atrás y en el pasado ese negro capitulo de nuestras vidas mirando hacia delante con decisión.

 

Navidades de aquel mismo año:

 

—Así que entonces la tía Alice te obligó a ir y así fue como conociste a papá –volvió a preguntarme Eddie por enésima vez, tanto él como Anthony me miraban expectantes al tiempo que Bree se dedicaba a jugar con mi pelo. Se sabían de memoria la historia pero querían que se las repitiera una y otra vez.

 

—Sí ella se empeño y no pude negarme, nadie puede negarle nada a tía Alice, pero en este caso nunca le estaré más agradecida por obligarme a ir a aquella cita.

 

—Es que mi hermana siempre tiene que salirse con la suya, pero…

 

—Pues sí…como otra que yo me sé.

 

—¿Tienes algún problema Jacob Black? –preguntó Maggie poniéndose en jarras muy, muy, al estilo Alice.

 

—Lo veis, como la hermana pero en pequeño –volvió a decir Jacob.

 

—Desde luego hijo que moscón cojonero eres…no sé a quién habrás salido –dijo su madre y todas las que estábamos presentes en esa habitación nos la quedamos mirando. Y cuando digo todas me refiero a todas las féminas de la familia Cullen/Swan/Vulturi en pleno pues estábamos pasando las navidades en Chicago.

 

Habíamos llevado a nuestros respectivos hijos a dormir pero mis niños, desde hacía unos pocos meses nunca querían hacerlo sin escuchar atentamente la historia de amor de sus padres, o sea la nuestra. Esa extraña afición había surgido justo a los pocos días de publicar mi nuevo libro, Una cita casi a ciegas, que como es obvio contaba nuestra historia. Yo había pillado más de una vez a Eddie cotilleando en mi portátil para ver si conseguía leer el original y al final opté por contarles una versión más o menos light de una historia que no solo era la favorita de mis hijos ya que el libro estaba obteniendo un enorme y gran éxito. Lo cierto es que tenía de todo, humor, intriga, suspense, acción y…sobre todo amor, mucho amor.

 

En esos años la familia Cullen/Swan/Vulturi había crecido. Chelsea como ya se sabe, además de a las gemelas tenía a Liam y a Diego; yo había tenido dos preciosos niños más, Anthony y Bree que tenía a Edward comiendo de su mano; Irina tenía a Cintia, Kate a Garrett junior y a Tyler, Alice tenía a Clarice que tenía los mismos años que Jacob y a Sophie, de la misma edad que Diego y Bree, sí, sí ya lo sé a otra que le dio por quedarse embarazada al mismo tiempo que Chelsea. Mis hermanos por fin habían conseguido tener un segundó niño que se llamaba Charlie como mi padre. Esme solo se había quedado con Maggie que era, como ya predije una Alice en pequeño y…bueno…no me gusta ser celestina…eso se lo dejo a Chels pero…Jacob últimamente la miraba mucho. Al final se le había pasado su fijación por Isabella...¿o quizás por Marie? justo en esos días en los que estábamos todos reunidos en la Mansión Cullen.

 

Ni que decir tiene que todos los niños también estaban interesados en esa historia ya que, aunque era la historia de Edward y mía, salían también sus propios padres y claro…los detalles sórdidos de un padre…siempre llaman la atención. Sobre todo les gustaba la parte en la que Irina y yo nos tragamos aquel famoso carro de la compra cuando huíamos de Cruella y la Madrastra, o la aventura en el famoso templo de Debod al cual se habían empeñado en ir y claro…los adultos no tuvimos más remedio que rememorar aquella época…que sacrificio ¿no? También adoraban escuchar nuestras andanzas en el metro y lo torpe que era yo en los autobuses. Pero la parte que más le gustaba a Maggie era escuchar como su madre…se enfrentaba a la autoridad competente y…salía victoriosa metiéndosela en el bolsillo, claro que Eddie y Anthony para eso ya tenía sus dos propias heroínas, su abuela y yo. Por supuesto, siempre les dábamos una versión edulcorada del asunto insistiendo en que nunca faltamos el respeto a nadie sino que conseguíamos lo que queríamos con educación y buenos modales. Lo cierto es que esa parte de la historia siempre la habíamos omitido hasta que el bocazas de Emmett, quien sino, se lo tuvo que contar. Al principio les dijimos que era mentira, que su tío exageraba pero mi hermano seguía metiendo la gamba más y más por lo que terminamos contándoles una…verdad a medias. El respeto y los buenos modos, era lo más importante de todo y eso se lo dejábamos bien claro a todos, no teníamos muchas ganas de que los niños, antes de ser adultos, quisieran hacer lo mismo que…sus padres y cuestionar a las autoridades fuesen quienes fuesen sin tener la edad suficiente para saber lo que estaban haciendo y en todo caso siempre había que hacerlo con educación y respeto. Era algo que les repetíamos mucho, sobre todo el abuelo Charlie que como buen Jefe de policía les daba unos muy buenos sermones sobre como respetar a la autoridad competente, durante los cuales era normal que se quedasen dormidos como troncos. Los niños nos miraban con ojitos inocentes y nos lo prometían, claro que sabían de sobra que el castigo por infringir la norma sería…muy duro.

 

Rossie, ya convertida en toda una preciosa adolescente, también solía estar interesada en esa historia a pesar de haberla vivido de primera mano. Siempre la escuchaba con atención argumentado que era muy pequeña para acordarse y diciendo que ojala ella encontrara un hombre que la amara tanto como Edward me amaba a mí o su padre amaba a su madre.

 

—Vale, vale, se parece a su padre, lo confieso, solo fue una manera de hablar –dijo Lizzie de repente levantando las manos y dándose por vencida.

 

Quince años más tarde.

 

—Edward, ya está todo preparado –le dijo Diego a mi pedazo de hombre que estaba guapísimo con ese smoking.

 

—Pues solo faltan las novias, a ver si no se hacen esperar –le dijo Edward con un sonido gutural que se asemejaba a un gruñido—, Diego esto…¿quién es ese individuo que está hablando con Bree?

 

—Por Dios Edward, es Riley el hijo pequeño de uno de nuestros vecinos, no es el enemigo, es un amigo de Diego y Bree –le dije yo intentando apaciguar a la bestia.

 

—Bueno…para mí si es el enemigo desde el primer momento en que ha puesto sus ojos…y lo que no son sus ojos en mi niña.

 

—La verdad es que no me gusta nada como la mira –dijo Anthony acercándose a nosotros.

 

—A mi tampoco –apuntó Eddie.

 

—Pues creo que ya somos tres –añadió mi hombre.

 

—Oh vamos Edward solo está hablando con ella por favor –le dijo Chelsea –dejad ya los tres de ser tan sobre protectores. Ufff que suerte tiene mi Diego de ser mi hijo porque de seguro que si no fuera hijo mío, lo llevaba claro el pobre.

 

—Estás muy equivocada Chels –contestó mi pedazo de hombre ceñudo –Diego se ha ganado a pulso mi aprobación y respeto. Creo que él es lo mejor que le ha pasado a mi niña, después de mi claro está.

 

—Humildad quítate que viene mi Edward –dije yo por lo bajo, pero sin suerte porque mi hombre me oyó.

 

—Ni humildad ni nada Bella, un padre es lo mejor que le puede pasar a una hija, luego si ese padre tiene la suerte de dar con un chico como Diego, bueno pues…estaría más conforme de compartir a su niña.

 

—Tu niña ya no es tan niña, tiene dieciocho años, creo que ya es tiempo de que aceptes eso –le dijo mi hija que había escuchado todo, acercándose a él de forma amenazadora –oh papá siempre serás mi padre y te quiero pero tienes que dejar que viva mi vida. Además yo amo a Diego pero eso no significa que no pueda hablar con otros hombres, además si Diego no…

 

—Diego no te dice nada por no armarla el día de la boda de mis hermanas, pero lo cierto es que no me gusta nada como te mira ese…

 

—¿Veis?, ya somos cuatro los que lo decimos.

 

—Bueno…esto… ¿qué tal si dejamos el drama para más tarde?, dijo Chelsea visiblemente emocionada –esto es una boda no es así Eric –añadió mirando a nuestro amigo el cura, porque sí, quien iba a celebrar la famosa boda era el mismo sacerdote de siempre, que se había convertido en el cura de la familia Cullen/Vulturi/Swan. Cuando se enteró de que íbamos a celebrar una nueva boda, esta vez triple, se ofreció voluntario para venir a oficiarla, al igual que hizo hace años con Alice e Irina. Lo cierto es que nuestra familia y sus cosas, le había atraído desde aquella primera vez en que nos casó a Esme y a mí y se había convertido en un buen amigo, ¿Quién mas sino iba a celebrar esa boda? De hecho era muy joven cuando nos conoció, él era hijo único y se sintió atraído por nosotros.

 

—Pues sí, Chelsea sí, una boda es, pero déjame decirte que ellos tienen razón, hay cada individuo suelto por ahí, si yo te contara.

 

—Lo siento mi niña, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y estoy muy enamorada de ti, por eso no puedo evitar ponerme celoso cuando te veo hablando con otro –dijo Diego ignorando a Eric y mirando a Bree con ternura.

 

—Pues yo también te quiero, pero no puedes encerrarme en una burbuja –dijo de nuevo Bree desafiante, además somos muy jóvenes aún.

 

Pero todo lo que Diego iba a contestar se esfumó en el aire cuando la música empezó a sonar, todos ocupamos nuestros puestos. Yo como la orgullosa madrina me puse al lado de mi hijo. Junto a Eddie estaba Liam y a su lado Chels. Justo a mi izquierda estaba Lizzie que acompañaba a Jacob. La puerta de la hermosa Iglesia se abrió y unas novias muy peripuestas y felices aparecieron por la puerta, precedidas del enorme cortejo de Damas de Honor y madrinas entre las que se encontraban ¿cómo no? mis hermanos, mi sobrina, mis tres queridas primas con sus maridos y sus respectivos hijos e hijas. Las hermosas mujeres que hoy se convertirían en todas unas señoras casadas, empezaron a caminar por el pasillo en busca de sus muy felices novios.

 

Primero apareció Isabella del brazo de mi pedazo de hombre que estaba ejerciendo una vez más de padrino ya que Carlos no podía apadrinarlas a las dos. Lo cierto es que Edward se sintió muy feliz cuando Isabella se lo pidió pues nunca había abandonado ese papel, ya que para él esas dos niñas eran como sus propias hijas. Marie apareció detrás, cogida del brazo de un muy orgulloso Carlos. Isabella se casaba con mi Eddie al cual se le veía feliz y muy enamorado; Marie iba al encuentro de Liam a quien mis dos queridos amigos le dieron una oportunidad de vivir una vida digna, completa y feliz, oportunidad que él siempre aprovechó al máximo. Después de Isabella y Marie apareció una sonriente Maggie que del brazo de Carlisle iba al encuentro de Jacob quien se había ido enamorando de ella poco a poco. Esme al verla aparecer empezó a llorar del mismo modo que Renée y Didyme lo habían hecho tiempo atrás cuando éramos nosotras las felices novias. Mi madre lloraba junto a ella, tal y como era su deber de abuela. Tía Sulpicia le dio un pañuelo a Esme y otro a Renée. Mi padre se limitaba a rodar los ojos junto a mi tío Cayo, Emmett y Aro como siempre sonrientes y felices, miraban la escena que se desarrollaba a su alrededor.

 

Mi sobrina Rossie lloraba también un poco acurrucada en el pecho de Seth, su marido. Sí, ese mismo Seth por el que se peleó con una amiga tanto tiempo atrás.

 

Y fue una boda tan bonita, a nuestro propio y peculiar estilo, pero preciosa. A pesar de todos los años que habían pasado, la familia Cullen/Swan/Vulturi no había perdido su toque especial y original. Faltaban algunos miembros pero…esos permanecían en nuestros corazones donde vivirían allí para siempre. Sí algo había que destacar era el inmenso cariño que nos teníamos en esa gran familia, una familia que había sabido estar unida en los malos momentos, en aquellos en los que es más necesario tenerla. Porque en los buenos momentos es fácil vivir, lo peor es cuando vienen los problemas y esos los habíamos enfrentando juntos.

 

Cuatro meses más tarde de la boda de Eddie. San Valentín y una nueva cita casi a ciegas.

 

—¿En serio tienes que ir? –le pregunté totalmente decepcionada.

 

—Sí, mi amor, no tengo más remedio, no sé qué tipo de emergencia será pero Carlisle no puede acudir y el segundo al mando soy yo, no tengo más remedio cielo mío.

 

—Pero…pero…esta noche –le dije titubeando y con lágrimas en los ojos –era...una noche especial. Es San Valentín. ¿Y porque no puedo ir contigo? Bree va a salir con Diego, y Anthony con Melany, yo me quedaré sola.

 

—¿Y crees que no lo sé?, pero tendremos muchas noches para demostrarnos nuestro amor cariño, muchas, que el amor no solo se demuestra en un día como hoy, el amor hay que fomentarlo y mimarlo todos los días, cielo, ¿o es que acaso no te das cuenta de lo mucho que yo te amo? Bella, esto ha surgido tan de repente que no ha dado tiempo casi de nada, créeme que me encantaría que vinieras conmigo pero el avión me está esperando, no hay tiempo que perder y alguien se tiene que quedar para que el barco aquí se mantenga a flote ¿no? –y con un beso de los suyos, de esos que hacen que se me olvide hasta de quien soy salió por la puerta de casa dejándome sola en…una noche como hoy. Nada más verlo desaparecer con el coche calle abajo, subí a mi habitación y me puse a llorar como una tonta, ya sé que era una ridiculez pero…él nunca me había hecho esto, nunca consintió que el trabajo se interpusiera entre nosotros. Muy bien me podría haber ido con él, el barco se manejaba solo, no era la primera vez que nos íbamos los dos juntos, aquí había gato encerrado ¿Podría ser posible que me hubiera dejado de querer y tuviera una amante con la que prefería pasar ese día?, ¿tan grave era la emergencia que no podía esperar… a que por lo menos yo me fuera con él? y ¿tan misteriosa?, me costaba trabajo creerlo. Pero era creer eso o la posibilidad de que…tuviera una amante con la que se había ido a pasar una noche como está y esa posibilidad era tan…horrible que no quería ni pensar en ella. Simplemente era para mí inconcebible que Edward me engañase.

 

Pero…el caso es que había una tercera posibilidad…lleve mi mano al bolsillo de mis pantalones donde descansaba una de las misteriosas cartas que llevaba recibiendo desde hacía varios días junto a una rosa roja, símbolo del amor. Lo cierto es que todo lo que estaba sucediendo era…tan raro. Desdoblé una vez más la carta y la leí, era la letra de un hermoso poema escrito por Gustavo Adolfo Becker uno de los poetas románticos más importantes que le dio España al mundo entero y uno de mis favoritos. De hecho todas las cartas eran más o menos iguales, todas contenían una hermosa poesía, pero esta carta era especial ya que al final de ella, quien fuese que la enviase, me proponía una cita. Me la quedé mirando fijamente y volví a leerla:

 

Podrá nublarse el sol eternamente;

 

Podrá secarse en un instante el mar;

 

Podrá romperse el eje de la tierra

 

Como un débil cristal.

 

¡todo sucederá! Podrá la muerte

 

Cubrirme con su fúnebre crespón;

 

Pero jamás en mí podrá apagarse

 

La llama de tu amor

 

Este poema solo refleja una pequeña, muy pequeña parte del inmenso amor que siento por ti mi hermosa Bella porque bien cierto es que podrán apagar la energía de mi corazón, pero ni por esas dejaré nunca de amarte. Porque yo soy ese hombre mí amada Bella, el que te amará por toda la eternidad, aun después de la muerte.

 

Te espero mañana a las siete de la tarde en la Puerta de Alcalá. Por favor no faltes.

 

Y hasta ahí, íbamos bien, hasta ese momento para mi estaba más que claro que la carta podría ser de Edward, él sabe mejor que nadie como me gustan los poemas de amor y en especial Gustavo Adolfo Becker y Fabián Ruiz autor de los poemas de las otras cartas. Además, en esta última, junto a la poesía, me proponía una nueva cita a ciegas. Pero lo que seguía a continuación me tenía descolocada.

 

Ya sé que estás casada y amas a tu marido por encima de todas las cosas pero…por favor no faltes…no te arrepentirás. Tranquila cielo no lo vas a engañar…yo sé que nunca lo harías.

 

Te amo con toda mi alma.

 

Tu misterioso admirador, tu amante secreto.

 

Desde luego una cosa estaba clara y era que no tenía las más mínima intención de engañar a mi hombre aunque…él me estuviera engañando a mí con alguna fulana posiblemente más joven que yo, tal y como había empezado a sospechar esa misma noche. No podría hacerle eso. De ningún modo pensaba acudir a esa cita, lo decidí en el mismo instante en que termine de leerla la primera vez, pero ese viaje misterioso y repentino…es como si me estuviera allanando el camino y además, debía ser sincera conmigo misma, estaba intrigada y mucho, por eso llevaba la carta metida en el bolsillo en vez de haberla quemado como fue mi primera intención. Con una gran confusión mental tomé el teléfono y llamé a Chelsea y a Rose pensado que tal vez, solo tal vez, ellas tuvieran razón. Quizás la carta sí era de Edward y negándome a ir le estaba destrozando lo que fuera que me tuviese preparado. No sabía qué hacer, pero una cosa estaba clara, si al final iba y no era él, me volvería inmediatamente a casa pero eso sí, Edward ya podía tener una buena excusa para dejarme plantada en una noche como hoy.

 

—Oh vamos Bella –me dijo por milésima vez Chelsea desde que había entrado por la puerta de mi casa seguida de Rose –solo una miradita aunque solo sea de lejos no te vendrá mal.

 

—¿Estas sugiriendo que engañe a mi marido Chels? –le dije sorprendida.

 

—No, por Dios, en la vida se me ocurriría eso Bella, lo que sucede es que estoy tan convencida de que el dueño de esas cartas es el mismo Edward que por eso te empujo a que vallas. Quien si no podría mandarte esas cartas tan bonitas, solo él Bella, nadie más que él.

 

—Muy seguras estáis las dos pero ¿y si no es él?, os recuerdo que se ha ido de viaje ¿y si tiene una amante?, no será el primer hombre de su edad que se busca una…más joven que la esposa –les dije poniéndome a llorar de nuevo cosa que no había dejado de hacer desde que las dos habían llegado.

 

—Bella por favor, ese hombre te ama demasiado como para engañarte, besa el suelo por donde tu pisas, te mira de una forma abrasadora, se siente el amor que te tiene a distancia, aparte de ese misterioso viaje ¿qué más motivos te ha dado?, ¿acaso ha dejado de tratarte como la diosa que siempre has sido para él? –me dijo Rose visiblemente enfadada.

 

—Ninguno pero…

 

—Pero nada…ese viaje no existe, es una tapadera, él es quien te ha enviado esas cartas así que deja de decir y hacer estupideces, ponte guapa y acude a esa cita con tu hombre.

 

—¿Y si no es él?

 

—Pues le dejas las cosas bien claras a quien sea y te vuelves a casa a esperar a tu marido que te ama con locura –dijo Chelsea como si todo fuera tan fácil y obvio—. Bella no te enviaría allí sino estuvieras convencida de que es él, analiza las cartas. ¿No son esos tus dos poetas favoritos?, vamos Bella si ni siquiera nosotras sabíamos que te gustaran tanto esos dos poetas, con los años que hace que nos conocemos.

 

—Si…pero…

 

Así que aquí estaba yo, escondida detrás de una esquina esperando a ver si descubría quien era el misterioso dueño de la carta, bueno que tonterías digo, lo que estaba esperando ver era a Edward con un buen ramo de flores en la mano, era la única persona a la que quería ver, con quien quería estar. Pero…no había señales de él. Sin embargo, había varios hombres portando sendos ramos …esperando, ¿sería alguno de esos el que…? estaba a punto de volverme para regresar a una casa de donde nunca debí haber salido, para esperar a que volviera mi marido y encararle sobre la posibilidad de la amante cuando…mi pie piso algo blando. Una sensación de deja vu se apoderó de mí en ese momento, o yo era muy oportuna para pillar una porquería perruna o...

 

—Señora disculpe…creo que lo que hay debajo de su pie es el mío –escuché como me decía una voz aterciopelada que reconocería entre todas las voces del mundo. Me volví lentamente y ahí estaba él, mi pedazo de hombre con el ramo de rosas rojas más hermoso y grande que nunca vi, junto a la típica caja de bombones en forma de corazón y una sonrisa más hermosa aun, de esas que te mandan las bragas a paseo. A pesar de las huellas visibles de la edad en su rostro, seguía siendo para mí el mismo pedazo de hombre del que me enamoré aquel día ya tan lejano en el mismo sitio donde estábamos ahora, La Puerta de Alcalá, desde entonces lo amaba con locura y era ese mismo amor el que ahora veía reflejado en sus preciosos ojos verdes.

 

—Así que…eras tú…el de la carta eras…

 

—¿Y quién mas podría ser mi vida?, soy yo el que te ama como un loco, esta noche y todas las noches que me queden por vivir –me dijo tomándome por la cintura para acercarme a él dándome un beso tan ardiente que mis bragas se colapsaron en el acto.

 

—Que sepas que no iba a venir…no estaba segura de que fueses tu y…yo nunca te engañaría…Rose y Chelsea me obligaron…me decían que eras tú.

 

—Ya lo sé mi amor, te conozco lo suficiente para saber que nunca me serías infiel, como yo tampoco lo sería, ¿cómo pudiste pensar eso cielo?

 

—Bueno tú…el viaje…la emergencia…nunca habías antepuesto el trabajo a mí y claro…me sentí un poco confusa e insegura, me resultaba difícil creerlo pero…perdona Edward, perdona por haber dudado de ti —le dije con mucho remordimiento de conciencia.

 

—Perdonada estás, la verdad es que yo…con mi actitud te di pie a pensar eso…pero que sepas que te amo con locura nunca lo haría mi vida, nunca sería tan tonto de arriesgar todo lo que tenemos, todo lo que hemos construido con tanto amor a lo largo de estos años.

 

—Yo tampoco lo haría, que sepas que Rose y Chelsea me obligaron y... —volví a repetir tercamente.

 

—Ya lo sé mi amor, sé lo testaruda que eres, realmente las compadezco, por eso me inventé el viaje ya que sabía que por más que ellas te insistieran no ibas a venir si yo…bueno…si no tomaba medidas drásticas –me dijo dándome un nuevo beso devora mentes y voluntades.

 

—O sea…que…la emergencia…—le dije cuando me hube recuperado un poquito, pero solo eso un poquito de aquel beso.

 

—¿Y que puede haber más importante que salir a cenar con el amor de mi vida en una noche como esta?, la noche de los enamorados.

 

—¿Y eso de que no solo me quieres esta noche, sino todas, que el amor hay que fomentarlo y mimarlo y…?

 

—Eso mi querida esposa es la única verdad de todas las mentiras que te he dicho hoy –y ahí estaba esa sonrisa torcida de nuevo y yo…yo no tenía bragas de repuesto.

 

—¿Me acompaña mi hermosa dama?, la ciudad nos espera y después de cenar…nos espera nuestro hotel.

 

—¿Has alquilado una habitación en…el mismo hotel?, ¿pero todavía existe?

 

—La misma habitación mi vida…

 

—¿Rose y Chels estaba al tanto de esto verdad?

 

—Hasta del más mínimo detalle, Anthony, Bree y Diego también han sido mis cómplices –y sin más palabras él me rodeó los hombros con su brazo y yo le pase el mío por su cintura y así comenzamos a caminar por una parte de la ciudad que, una vez más, era testigo de nuestro amor.

 

—Gracias Bella –me dijo después de una hermosa noche de amor en donde habíamos tenido de todo. El sexo seguía siendo maravilloso con ese pedazo de hombre…a pesar de los años transcurridos y a pesar de… que ya no estábamos para grandes trotes, pero aun así hacíamos lo que podíamos porque nos seguíamos necesitando como el primer día.

 

—¿Por qué me das las gracias? –le pregunté confundida.

 

—Gracias por haber aceptado la cita a ciegas que te propuso Alice, gracias por aceptarme a mí a pesar del equipaje que traía conmigo, gracias por creer en mí, gracias por dejarme conocerte, gracias por darme esta hermosa vida que he tenido junto a ti, gracias por nuestros maravillosos hijos, gracias por existir mi amor. Y gracias por acudir de nuevo a esta nueva cita a ciegas.

 

—Gracias a ti también Edward, gracias por amarme.

 

No había más palabras que decir, así que nuestras bocas hablaron por nosotros fundiéndose en un apasionado y tierno beso, un beso lleno de amor, de todo el amor que nos teníamos.

 

Habíamos tenido una vida tan plena y feliz que…ninguno de los dos la cambiaríamos por nada. Y todavía nos quedaba bastante guerra que dar, no se crean ustedes porque seguro que nos esperaban muchos momentos mágicos y maravillosos.

 

Hola por aquí. Bueno pues ahora sí que está historia ha llegado a su fin, aunque todavía no apretaré el botón de complete, no sin subiros ese outakkes que os tengo prometido. La historia de Esme y de Carlisle. Espero tenerla finalizada pronto ya que meterme en la mente de otros personajes de Twilight que no sean Bella y Edward me resulta complicado debido a que es la primera vez que lo hago.

 

Muchas gracias a todas por vuestros hermosos rr y por estar ahí apoyándome desde el principio de esta locura que empezó siendo un OS que presentaba a un concurso y acabo convirtiéndose en una historia.

 

Gracias en especial a:

 

ludgardita, Angie Masen, briit,mariees, Bella Alexandra Cullen, codigo twilight, Yeya Cullen, Cullen Vigo, AnaisDifi, Lady Andy Pao, Ligia Rodriguez, Tata XOXO, tany cullen, Sereny's Cullen, BABYBOO27, gabyhyatt, valeskaisrobstenforever, Areli Pattirson, anamart05, cmils, tany cullen, Lore562, JosWeasleyC, Areli Pattirson, SalyLuna, Esmeralda C, janalez, beakis, Kate y Mel, SolCullen1, Ilovemybaby, Ruby. Mabel, musa77,luzdeluna2012, naive sweet girl, ma pau cullen lexa0619 ,ISACOBO, MarceCullenHale,Maya Cullen Masen, MarceCullenHale, LeoTwihard16, eLeTwihard,ariyasy,jhanulita,andredecullen,torposoplo12

 

A todas aquellas que me habéis ido añadiendo a vuestras alertas y favoritos y por supuesto a todas aquellas lectoras silenciosas.

 

Besos.

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esa historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

 

Epílogo: Momentos sueltos de una vida plena y feliz

 

Diez años después.

 

Aprendiz de Celestina.

 

Pov Bella

 

—¿Qué diablos os ha pasado? –exclamé yendo al encuentro de mi niño quien salía de la mano de Rossie todo sucio y desarreglado, como si se hubiera pegado con alguien.

 

—Jacob y él se han peleado –dijo mi sobrina rodando los ojos—, aunque no sé muy bien porqué. Sus profesoras los han regañado a los dos y me han llamado para que os lo diga. Dicen que quieren hablar con Lizzie y contigo por lo visto están todo el día a la gresca. Así que…misión cumplida, me voy con Seth –y soltándonos a los dos niños pues traía a Jacob de la otra mano, se marchó con ¿su amigo?

 

—Es que Jacob me tiene harto no hace más que acosar a mi Isabella –dijo mi Eddie.

 

—¿Tu Isabella?, no sabía yo que la hubieras comprado –le dijo Jacob junior todo rabioso—, además ¿Cómo sabes que es ella si hay dos y son iguales?

 

—Isabella es mía, la tía lo dice siempre, vosotras hicisteis un pacto antes de que naciéramos –dijo mi niño visiblemente enfadado mirándonos a Chels y a mi —¿a que si mamá, a que si tía?

 

—Esto pues…—empezó mi amiga rascándose la cabeza confundida sin saber que contestar. A su lado Lizzie miraba la escena bastante entretenida y menos mal que éramos amigas porque era la típica situación en la que dos madres discuten y dejan de hablarse para siempre mientras que al día siguiente los cabritos de los niños están otra vez como amigos sin que nada hubiera pasado.

 

—Pero ella puede elegir –dijo Jacob que estaba igual de sucio, despeinado y desarreglado, yo pensé para mis adentros que como el hijo fuera tan pesado como el padre, Eddie lo llevaba claro. Claro que mi Eddie a sus once años estaba en vías de convertirse en un pedazo de hombre al igual que su padre y entonces no habría Capitán América versión 2 que pudiera con él.

 

—Si ni siquiera las distingues –apuntó mi niño –no sabes cual es una y cuál es la otra y además eres más pequeño que ellas.

 

—¿Tu si las distingues?, y la edad es una cifra –dijo Jacob impasible, dejándonos a las tres madres atontadas ya que era muy curioso que un niño de casi nueve años dijera esas cosas.

 

—Igualito, igualito de cursi que su padre –murmuró Lizzie entonces. No, si ya lo decía yo.

 

—Pues si porque la quiero, ¿verdad tía Chelsea que cuando quieres a alguien la distingues entre todas?, tu siempre lo dices cuando te preguntan cómo diferencias a una de la otra.

 

—Pues a ver listillo por ahí vienen las dos juntas, ilumíname ¿quién es Bella y quien es Marie?

 

—La de la derecha es Isabella, no le gusta que la llamen Bella, pedazo de mendrugo, porque la confunden con mi madre. ¿A que la de la derecha es Isabella?, ¿a que si tía Chelsea?, ¿a que ella es para mí porque al saber distinguirla de su hermana es que la quiero?, ¿tu siempre lo dices?, ¿o no lo dices?

 

—Esto yo…bueno…pues…sí…sí lo digo y sí efectivamente es Isabella –contesto mi amiga tan confundida como yo por la pelea tan…¿absurda?, pero Chels como siempre reaccionó antes que yo y menuda reacción que tuvo la señora—. Pero no hay porque discutir, tengo dos, es obvio que Isabella es para Eddie que sabe distinguirla muy bien de su hermana –por el rabillo del ojo vi como el ladino de mi hijo sonreía triunfante con esa sonrisa made in su padre que mandaba las bragas de todas las féminas a tomar el viento fresco –pero Marie es una niña muy mona, igualita que su hermana por si no te habías dado cuenta y además también está Bree la hermana de Eddie, ¿no te gustaría ser cuñado de Eddie?, y Maggie, también están Maggie y Sophie ¿no te parecen monas?, Alice estaría encantada de que cortejaras a su hija y así serías primo de Eddie y Esme no pondría reparos en que fueses novio de Maggie, ¿quién mejor que tu para su hija? Esto…con tu permiso Lizzie que tu hijo y yo tenemos cosas importantes de que hablar ¿me cuidáis a mis niñas por favor?, esto es una conversación de hombres –le dijo a la perpleja madre que se quedó tan alucinada y clavada en el sitio como yo. Realmente nuestra amiga no tenía arreglo.

 

Ni corta ni perezosa cogió en brazos a Diego, su hijo de tres años, al tiempo que agarraba con la misma mano a Liam, un niño libanes de doce años que Carlos y ella habían recogido y adoptado cuando Chelsea cubrió una noticia sobre los niños procedentes de Libia que Cruz Roja Internacional, por motivos médicos, había trasladado a España, para que fueran atendidos dada la terrible situación que atravesaba este país después de sufrir esa guerra cruenta. Con la mano que le quedaba libre tomó de los hombros a Jacob en un gesto de complicidad y adelantándose a los demás siguió hablando con él ante la mirada atónita de Liam y Eddie que salió corriendo detrás de ellos, no en vano era parte interesada en el asunto.

 

—Bree y Sophie son todavía muy pequeñas –escuchamos como protestaba Jacob.

 

—Si ahora lo son, pero crecerán no se va a quedar así toda su vida –rebatía Chels. Además ¿no has dicho antes que la edad es una cifra? Mi hijo les cogió el paso.

 

—Ella tiene razón, hay más, puedes dejarme a mí la mía. Además Bree es más pequeña te viene mejor, no tengo ningún problema en ser tu cuñado porque el caso es que me caes bien; aunque si prefieres a Sophie por mí estupendo; y si te gustan mayores pues también están Maggie y Clarice.

 

—Eddie tiene razón —metió baza Liam chapurreando como bien podía un español que el pobre estaba aprendiendo ya que acudía a un colegio especial que subsanara este inconveniente—, eres un egoísta deja a Isabella para él y también podrías dejar a Marie de paso que hay muchas, somos una familia grande. Es muy cierto que no sabes distinguirlas, si tan pronto adulas a una como a los cinco minutos haces lo mismo con la otra.

 

—Ahora me vendrás con que Marie también es tuya y que sabes distinguirla de Isabella perfectamente —dijo un Jacob totalmente enfurecido. Lizzie y yo nos miramos levantando una ceja ante el sorprendente comentario de Liam.

 

—Pues sí claro que sé distinguirla porque también la quiero mucho —contestó Liam sacándole la lengua Marie tiene...—Lizzie y yo volvimos a mirarnos con complicidad. Chels seguía en la séptima luna...o eso parecía.

 

—Calla no le des pistas —dijo entonces Eddie, que lo descubra por si solo si tanto las quiere.

 

—Me había olvidado de Clarice –dijo Chelsea ignorando el comentario de su hijo y las opiniones de los otros dos ya que ella estaba a su bola...o...sigo diciendo que... eso daba a entender —además ella es de tu edad.

 

—Esa está muy lejos al igual que lo están Maggie y Sophie, que manía os ha dado con la edad, ya sé que Clarice es tan grande como yo. Y no soy egoísta —rebatió el pobre niño cruzándose de brazos.

 

—Pues mira quien ha ido a hablar, el que ha dicho antes que mi hermana y Sophie son muy pequeñas. Y Liam tiene razón con todas las que hay y tienes que ir a quitarme la mía.

 

—Y encima la confunde y se mete con Marie —dijo Liam también muy malhumorado.

 

—Las relaciones a distancia son las mejores créeme –le contestó mi amiga sin hacer caso de lo que los niños hablaban entre ellos, o al menos eso daba a entender porque o yo no conocía a esa mujer, o Chels había asimilado los comentarios de Liam desde la primera letra y estaba intentando llevar a Jacob a su...terreno. Lizzi y yo rodamos lo ojos.

 

—¿Sabes Bella?– me dijo Lizzie –esto va a ser un duelo de titanes porque mi hijo es…tan pesado e insistente como el padre pero Chelsea es…

 

—Cabezota, terca, testaruda y ahora está en modo de este burro no hay valiente quien me baje.

 

Con esta extraña conversación llegamos a los coches y Chelsea ni corta ni perezosa se subió en el suyo. A pesar de que íbamos al mismo sitio a trabajar e íbamos a recoger a los niños al mismo colegio, cada una tenía que llevar su propio coche pues en uno solo no cabían dos adultos, tres sillas de coche y cinco niños más mayores. Puso en las sillas a su hijo más pequeño, subió a Liam, Eddie y a Jacob y arrancó dejándonos plantadas a las demás con sus hijas, Anthony, mi pequeño niño de cinco años y mi niña de tres, sí han oído ustedes bien, nuevamente nos quedamos embarazadas juntas y nuevamente parimos juntas también pero esta vez…estaba Carlos presente, créanme mi pedazo de hombre se ocupó de ese detalle…por la cuenta que le traía.

 

—Me parece que tengo que ir a tu casa a recoger algo que me han…esto…pedido prestado y de paso dejar lo que yo…me he quedado en su lugar –dijo Lizzie con su habitual sarcasmo. Ya llevo yo a las gemelas no te preocupes te sigo con mi coche.

 

—Si como dices el hijo es tan pesado como el padre, creo que tendremos para rato. Así que no hay prisa ¿chicos queréis merendar?

 

—No te quepa la menor duda amiga nos da tiempo a merendar cuatro veces.

 

—¿Por qué la tía se ha ido sola llevándose a Eddie y Jacob consigo? –preguntó mi pequeño Anthony.

 

—Esto…bueno…verás

 

—Es siempre igual…como soy pequeño…nadie me dice nada –dijo refunfuñando al tiempo que pataleaba en el suelo.

 

—Eh tú no te hagas la victima que a nosotras también nos ha dejado y somos sus hijas y partes implicadas te recuerdo que discuten por mí –Lizzie y yo volvimos a rodar los ojos.

 

—Esto...¿y de que queréis disfrazaros en Hallowen? —pregunté yo más por cambiar de tema que por otra cosa.

 

—De Bellatrix Lestrange —contesto esto...uffff...bueno que mas da una de las dos.

 

—Y...¿no querríais ir de otro personaje de Harry Potter? ¿Hermione, Harry, Ron? —pregunté con la esperanza de convencerlas ya que ese disfraz era como muy...difícil.

 

—Nop, porque los demás son magos buenos y van vestidos de normal, a no ser que queráis hacernos una capa como las que ellos llevan y buscarnos el uniforme del colegio con escudo de la casa y todo, además estamos en Hallowen tía no en carnaval tenemos que pasarnos al lado oscuro —me contesto quien fuera de las dos rodando los ojos.

 

—¿Alguna sabe de qué se va a disfrazar mi niño? —pregunte con la esperanza de que fuera facilito.

 

—Sip de Voldemort y no vale solo con ponerle un gorro de baño para semejar que está calvo que quiere el traje enterito.

 

—Ostras amiga pues lo lleváis claro.

 

—No te quejes que Jacob dice que quiere ir de Severus Snape y ese también lleva capa.

 

—Lizzie y yo nos miramos aterradas, menudo trabajo extra que nos habían buscado estos chicos.

 

—Y yo quiero ir disfrazado de Joker.

 

Bueno a ese con pintarle la cara...o al menos eso pensaba yo.

 

—Vamos a ver Chelsea vas a dejar ya esa estupidez de conversación, creo que son muy pequeños para eso además tengo que hablaros de algo que… —le dijo por enésima vez mi marido a una Chelsea empeñada en dejar arreglado el futuro amoroso de mi hijo y de Jacob junior. Por lo visto mi amiga en vez de ir a su casa se vino directamente a la nuestra ya que entraba y salía de allí como Pedro por su casa, al igual que nosotros los hacíamos de la suya. Tanto es así que teníamos nuestras propias llaves. Nosotras hacia como diez minutos que habíamos regresado después de disfrutar de una buena merienda. Cuando llegamos, mi pedazo de hombre nos estaba esperando todo desesperado en la entrada de la misma, pues Chels le estaba volviendo loco.

 

—De estupidez nada, Eddie, estamos decidiendo el futuro.

 

—Vamos ni que fueras Obama en una cumbre mundial.

 

Ummmm nunca menosprecies la mano que mece la cuna, porque esa es la mano que moverá el mundo –dijo tan tranquila parodiando a la famosa película a cuya protagonista no la quería yo a menos de doscientos mil kilómetros de mí pero bueno, la frase hay que reconocer que tenía su aquél, no sé qué pintaba en ese momento concreto pero mi amiga era así. El timbre de la puerta sonó y mi pedazo de hombre fue corriendo a abrirla, se le notaba nervioso. Carlos, Jacob y mis hermanos aparecieron por ella. Lo cierto es que tanto Lizzie como yo estábamos muy mosqueadas por su actitud y nos mirábamos entre nosotras de vez en cuando pues parecía ¿ansioso?, hacía muchos años que no le veía así y eso…me dio pavor ya que me trajo muy malos recuerdos, recuerdos que tenía totalmente olvidados. Había llamado personalmente a los chicos y a Rose para una especie de reunión de urgencia.

 

—Que es eso que tienes en la mano mi amor –le pregunté a mi Edward al ver que sostenía algo parecido a una carta totalmente estrujada.

 

—Es…no sé cómo decirlo…es…una carta de Tanya –nos dijo pasándose la mano por el pelo, cuando ya todos los demás estaban acomodados en el sillón y los niños jugando en la sala destinada para ellos.

 

—¿De Tanya? –preguntamos todos perplejos.

 

—Sí, no sé como lo ha hecho y si es legal lo que ha hecho, en realidad no ha salido del país pero ¿qué querrá?, he llamado a Laurent y me ha dicho que él ya tenía conocimiento de que nos iba a llegar pero…que no sabe su contenido…su abogado le llamó y le pidió permiso, por lo visto tanto él como su médico están al corriente. El doctor Ian Gerandy le dijo que era…algo que su paciente necesitaba hacer.

 

—¿Por qué Laurent no nos avisó? –preguntó ahora Rose

 

—Porque dice que como soy muy ansias, no me quiso decir nada hasta que la carta no llegase…de todos modos me ha asegurado que su gente está vigilando de nuevo a Tanya y…no me ha querido decir más pero creo que sabe algo que no me cuenta.

 

—Bueno, míralo por este otro lado Eddie si ella llamó a Laurent a través de su abogado, y este le ha dado su permiso legal nada malo puede ser.

 

—Si…eso creo pero…tengo tanto miedo.

 

—Mi amor ella ha cambiado, lleva años sin dar señales de vida –le dije sentándome en su regazo para acariciarle el pelo, cosa que le tranquilizaba.

 

—Pues por eso ¿qué puede querer ahora?

 

—¿Por qué no la abres, lo averiguas y así nos enteramos todos? –le dijo Emmett

 

—Porque os estaba esperando a todos, está dirigida a los señores Cullen y demás familia –me contestó rasgando el sobre. La miró por unos momentos y empezó a leer.

 

Queridos Bella, Edward y… los demás:

 

Sé que estaréis sorprendidos por mi carta pero he de deciros que es completamente legal pues la estoy escribiendo delante de mi abogado y de mi médico. Necesitaba escribiros. Edward, necesitaba escribirte sobre todo a ti, en realidad esta carta es para ti, bueno la primera parte de ella, pero…no quería crear malos entendidos y…por eso la dirigí a todos esperando que la leas delante de los demás, sobre todo de Bella. Solo quería decirte que ahora entiendo tu punto, comprendo lo que me quisiste decir aquel último día que nos vimos en la sala de visitas de la prisión, ahora soy consciente del daño que estuve a punto de haceros.

 

Hace como cosa de dos años empecé a salir con un compañero del trabajo, una cosa llevo a la otra y nos fuimos enamorando poco a poco. Sí, cuesta trabajo creerlo, mi obsesión por ti ya pasó, me enamoré de verdad o…al menos eso creo porque sé que en el fondo de mi alma siempre te querré y siempre serás mi primer amor, pero de todos modos soy feliz. Estoy embarazada de seis meses y con mi hijo aun dentro de mí ahora sé lo que sentiste, porque es lo mismo que sentiría yo si alguien quisiera hacer daño a Tom o a mi pequeño aun no nato.

 

Y aquí va el resto de la carta, la que va dirigida a todos, según pone aquí –relato Edward.

 

Ian, que aun sigue siendo mi médico, ha solicitado mi libertad bajo fianza puesto que me he casado y no es bueno criar a un niño en una cárcel. Ian piensa que estoy restablecida y preparada para incorporarme del todo a la sociedad, pero siento que, independientemente de que os escriban solicitando vuestra opinión, os lo tengo que decir yo y pediros por favor personalmente que aceptéis. No puedo salir de momento del país y siempre estaré vigilada, pero tampoco tengo ninguna intención de haceros daño y volver a las andadas, quiero a mi marido porque me hace feliz, es cariñoso, dulce y atento, quiero a mi hijo y solo necesito vivir en paz y tranquila a su lado. Por eso os ruego que aceptéis mi petición.

 

Recibid un fuerte abrazo

 

Tanya

 

—¿Qué os parece que tenemos que hacer? –dijo mi hombre aun perplejo.

 

—Bueno primero tenemos que tener garantías de que no se va a acercar a nosotros, pero algo me dice que es sincera, ya veremos lo que nos cuentan Laurent e Irina. De todos modos no vendría mal pedir informes médicos, todo lo necesario para asegurarnos de que no está fingiendo, pero si es sincera yo daría el visto bueno pues no podemos negarle el poder ser un poco feliz ya que ella fue…tan victima como nosotros. Hace años perdonamos Edward, creo que es momento de olvidar –le dije totalmente convencida de lo que decía. Lo cierto es que hacía años que había relegado al olvido aquellos malos momentos, solo era cuestión de hacerlo oficial.

 

—Estoy totalmente de acuerdo con Bella –dijo Chelsea

 

—Y yo –dijeron los demás.

 

Y así fue como por fin dejamos olvidado, atrás y en el pasado ese negro capitulo de nuestras vidas mirando hacia delante con decisión.

 

Navidades de aquel mismo año:

 

—Así que entonces la tía Alice te obligó a ir y así fue como conociste a papá –volvió a preguntarme Eddie por enésima vez, tanto él como Anthony me miraban expectantes al tiempo que Bree se dedicaba a jugar con mi pelo. Se sabían de memoria la historia pero querían que se las repitiera una y otra vez.

 

—Sí ella se empeño y no pude negarme, nadie puede negarle nada a tía Alice, pero en este caso nunca le estaré más agradecida por obligarme a ir a aquella cita.

 

—Es que mi hermana siempre tiene que salirse con la suya, pero…

 

—Pues sí…como otra que yo me sé.

 

—¿Tienes algún problema Jacob Black? –preguntó Maggie poniéndose en jarras muy, muy, al estilo Alice.

 

—Lo veis, como la hermana pero en pequeño –volvió a decir Jacob.

 

—Desde luego hijo que moscón cojonero eres…no sé a quién habrás salido –dijo su madre y todas las que estábamos presentes en esa habitación nos la quedamos mirando. Y cuando digo todas me refiero a todas las féminas de la familia Cullen/Swan/Vulturi en pleno pues estábamos pasando las navidades en Chicago.

 

Habíamos llevado a nuestros respectivos hijos a dormir pero mis niños, desde hacía unos pocos meses nunca querían hacerlo sin escuchar atentamente la historia de amor de sus padres, o sea la nuestra. Esa extraña afición había surgido justo a los pocos días de publicar mi nuevo libro, Una cita casi a ciegas, que como es obvio contaba nuestra historia. Yo había pillado más de una vez a Eddie cotilleando en mi portátil para ver si conseguía leer el original y al final opté por contarles una versión más o menos light de una historia que no solo era la favorita de mis hijos ya que el libro estaba obteniendo un enorme y gran éxito. Lo cierto es que tenía de todo, humor, intriga, suspense, acción y…sobre todo amor, mucho amor.

 

En esos años la familia Cullen/Swan/Vulturi había crecido. Chelsea como ya se sabe, además de a las gemelas tenía a Liam y a Diego; yo había tenido dos preciosos niños más, Anthony y Bree que tenía a Edward comiendo de su mano; Irina tenía a Cintia, Kate a Garrett junior y a Tyler, Alice tenía a Clarice que tenía los mismos años que Jacob y a Sophie, de la misma edad que Diego y Bree, sí, sí ya lo sé a otra que le dio por quedarse embarazada al mismo tiempo que Chelsea. Mis hermanos por fin habían conseguido tener un segundó niño que se llamaba Charlie como mi padre. Esme solo se había quedado con Maggie que era, como ya predije una Alice en pequeño y…bueno…no me gusta ser celestina…eso se lo dejo a Chels pero…Jacob últimamente la miraba mucho. Al final se le había pasado su fijación por Isabella...¿o quizás por Marie? justo en esos días en los que estábamos todos reunidos en la Mansión Cullen.

 

Ni que decir tiene que todos los niños también estaban interesados en esa historia ya que, aunque era la historia de Edward y mía, salían también sus propios padres y claro…los detalles sórdidos de un padre…siempre llaman la atención. Sobre todo les gustaba la parte en la que Irina y yo nos tragamos aquel famoso carro de la compra cuando huíamos de Cruella y la Madrastra, o la aventura en el famoso templo de Debod al cual se habían empeñado en ir y claro…los adultos no tuvimos más remedio que rememorar aquella época…que sacrificio ¿no? También adoraban escuchar nuestras andanzas en el metro y lo torpe que era yo en los autobuses. Pero la parte que más le gustaba a Maggie era escuchar como su madre…se enfrentaba a la autoridad competente y…salía victoriosa metiéndosela en el bolsillo, claro que Eddie y Anthony para eso ya tenía sus dos propias heroínas, su abuela y yo. Por supuesto, siempre les dábamos una versión edulcorada del asunto insistiendo en que nunca faltamos el respeto a nadie sino que conseguíamos lo que queríamos con educación y buenos modales. Lo cierto es que esa parte de la historia siempre la habíamos omitido hasta que el bocazas de Emmett, quien sino, se lo tuvo que contar. Al principio les dijimos que era mentira, que su tío exageraba pero mi hermano seguía metiendo la gamba más y más por lo que terminamos contándoles una…verdad a medias. El respeto y los buenos modos, era lo más importante de todo y eso se lo dejábamos bien claro a todos, no teníamos muchas ganas de que los niños, antes de ser adultos, quisieran hacer lo mismo que…sus padres y cuestionar a las autoridades fuesen quienes fuesen sin tener la edad suficiente para saber lo que estaban haciendo y en todo caso siempre había que hacerlo con educación y respeto. Era algo que les repetíamos mucho, sobre todo el abuelo Charlie que como buen Jefe de policía les daba unos muy buenos sermones sobre como respetar a la autoridad competente, durante los cuales era normal que se quedasen dormidos como troncos. Los niños nos miraban con ojitos inocentes y nos lo prometían, claro que sabían de sobra que el castigo por infringir la norma sería…muy duro.

 

Rossie, ya convertida en toda una preciosa adolescente, también solía estar interesada en esa historia a pesar de haberla vivido de primera mano. Siempre la escuchaba con atención argumentado que era muy pequeña para acordarse y diciendo que ojala ella encontrara un hombre que la amara tanto como Edward me amaba a mí o su padre amaba a su madre.

 

—Vale, vale, se parece a su padre, lo confieso, solo fue una manera de hablar –dijo Lizzie de repente levantando las manos y dándose por vencida.

 

Quince años más tarde.

 

—Edward, ya está todo preparado –le dijo Diego a mi pedazo de hombre que estaba guapísimo con ese smoking.

 

—Pues solo faltan las novias, a ver si no se hacen esperar –le dijo Edward con un sonido gutural que se asemejaba a un gruñido—, Diego esto…¿quién es ese individuo que está hablando con Bree?

 

—Por Dios Edward, es Riley el hijo pequeño de uno de nuestros vecinos, no es el enemigo, es un amigo de Diego y Bree –le dije yo intentando apaciguar a la bestia.

 

—Bueno…para mí si es el enemigo desde el primer momento en que ha puesto sus ojos…y lo que no son sus ojos en mi niña.

 

—La verdad es que no me gusta nada como la mira –dijo Anthony acercándose a nosotros.

 

—A mi tampoco –apuntó Eddie.

 

—Pues creo que ya somos tres –añadió mi hombre.

 

—Oh vamos Edward solo está hablando con ella por favor –le dijo Chelsea –dejad ya los tres de ser tan sobre protectores. Ufff que suerte tiene mi Diego de ser mi hijo porque de seguro que si no fuera hijo mío, lo llevaba claro el pobre.

 

—Estás muy equivocada Chels –contestó mi pedazo de hombre ceñudo –Diego se ha ganado a pulso mi aprobación y respeto. Creo que él es lo mejor que le ha pasado a mi niña, después de mi claro está.

 

—Humildad quítate que viene mi Edward –dije yo por lo bajo, pero sin suerte porque mi hombre me oyó.

 

—Ni humildad ni nada Bella, un padre es lo mejor que le puede pasar a una hija, luego si ese padre tiene la suerte de dar con un chico como Diego, bueno pues…estaría más conforme de compartir a su niña.

 

—Tu niña ya no es tan niña, tiene dieciocho años, creo que ya es tiempo de que aceptes eso –le dijo mi hija que había escuchado todo, acercándose a él de forma amenazadora –oh papá siempre serás mi padre y te quiero pero tienes que dejar que viva mi vida. Además yo amo a Diego pero eso no significa que no pueda hablar con otros hombres, además si Diego no…

 

—Diego no te dice nada por no armarla el día de la boda de mis hermanas, pero lo cierto es que no me gusta nada como te mira ese…

 

—¿Veis?, ya somos cuatro los que lo decimos.

 

—Bueno…esto… ¿qué tal si dejamos el drama para más tarde?, dijo Chelsea visiblemente emocionada –esto es una boda no es así Eric –añadió mirando a nuestro amigo el cura, porque sí, quien iba a celebrar la famosa boda era el mismo sacerdote de siempre, que se había convertido en el cura de la familia Cullen/Vulturi/Swan. Cuando se enteró de que íbamos a celebrar una nueva boda, esta vez triple, se ofreció voluntario para venir a oficiarla, al igual que hizo hace años con Alice e Irina. Lo cierto es que nuestra familia y sus cosas, le había atraído desde aquella primera vez en que nos casó a Esme y a mí y se había convertido en un buen amigo, ¿Quién mas sino iba a celebrar esa boda? De hecho era muy joven cuando nos conoció, él era hijo único y se sintió atraído por nosotros.

 

—Pues sí, Chelsea sí, una boda es, pero déjame decirte que ellos tienen razón, hay cada individuo suelto por ahí, si yo te contara.

 

—Lo siento mi niña, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y estoy muy enamorada de ti, por eso no puedo evitar ponerme celoso cuando te veo hablando con otro –dijo Diego ignorando a Eric y mirando a Bree con ternura.

 

—Pues yo también te quiero, pero no puedes encerrarme en una burbuja –dijo de nuevo Bree desafiante, además somos muy jóvenes aún.

 

Pero todo lo que Diego iba a contestar se esfumó en el aire cuando la música empezó a sonar, todos ocupamos nuestros puestos. Yo como la orgullosa madrina me puse al lado de mi hijo. Junto a Eddie estaba Liam y a su lado Chels. Justo a mi izquierda estaba Lizzie que acompañaba a Jacob. La puerta de la hermosa Iglesia se abrió y unas novias muy peripuestas y felices aparecieron por la puerta, precedidas del enorme cortejo de Damas de Honor y madrinas entre las que se encontraban ¿cómo no? mis hermanos, mi sobrina, mis tres queridas primas con sus maridos y sus respectivos hijos e hijas. Las hermosas mujeres que hoy se convertirían en todas unas señoras casadas, empezaron a caminar por el pasillo en busca de sus muy felices novios.

 

Primero apareció Isabella del brazo de mi pedazo de hombre que estaba ejerciendo una vez más de padrino ya que Carlos no podía apadrinarlas a las dos. Lo cierto es que Edward se sintió muy feliz cuando Isabella se lo pidió pues nunca había abandonado ese papel, ya que para él esas dos niñas eran como sus propias hijas. Marie apareció detrás, cogida del brazo de un muy orgulloso Carlos. Isabella se casaba con mi Eddie al cual se le veía feliz y muy enamorado; Marie iba al encuentro de Liam a quien mis dos queridos amigos le dieron una oportunidad de vivir una vida digna, completa y feliz, oportunidad que él siempre aprovechó al máximo. Después de Isabella y Marie apareció una sonriente Maggie que del brazo de Carlisle iba al encuentro de Jacob quien se había ido enamorando de ella poco a poco. Esme al verla aparecer empezó a llorar del mismo modo que Renée y Didyme lo habían hecho tiempo atrás cuando éramos nosotras las felices novias. Mi madre lloraba junto a ella, tal y como era su deber de abuela. Tía Sulpicia le dio un pañuelo a Esme y otro a Renée. Mi padre se limitaba a rodar los ojos junto a mi tío Cayo, Emmett y Aro como siempre sonrientes y felices, miraban la escena que se desarrollaba a su alrededor.

 

Mi sobrina Rossie lloraba también un poco acurrucada en el pecho de Seth, su marido. Sí, ese mismo Seth por el que se peleó con una amiga tanto tiempo atrás.

 

Y fue una boda tan bonita, a nuestro propio y peculiar estilo, pero preciosa. A pesar de todos los años que habían pasado, la familia Cullen/Swan/Vulturi no había perdido su toque especial y original. Faltaban algunos miembros pero…esos permanecían en nuestros corazones donde vivirían allí para siempre. Sí algo había que destacar era el inmenso cariño que nos teníamos en esa gran familia, una familia que había sabido estar unida en los malos momentos, en aquellos en los que es más necesario tenerla. Porque en los buenos momentos es fácil vivir, lo peor es cuando vienen los problemas y esos los habíamos enfrentando juntos.

 

Cuatro meses más tarde de la boda de Eddie. San Valentín y una nueva cita casi a ciegas.

 

—¿En serio tienes que ir? –le pregunté totalmente decepcionada.

 

—Sí, mi amor, no tengo más remedio, no sé qué tipo de emergencia será pero Carlisle no puede acudir y el segundo al mando soy yo, no tengo más remedio cielo mío.

 

—Pero…pero…esta noche –le dije titubeando y con lágrimas en los ojos –era...una noche especial. Es San Valentín. ¿Y porque no puedo ir contigo? Bree va a salir con Diego, y Anthony con Melany, yo me quedaré sola.

 

—¿Y crees que no lo sé?, pero tendremos muchas noches para demostrarnos nuestro amor cariño, muchas, que el amor no solo se demuestra en un día como hoy, el amor hay que fomentarlo y mimarlo todos los días, cielo, ¿o es que acaso no te das cuenta de lo mucho que yo te amo? Bella, esto ha surgido tan de repente que no ha dado tiempo casi de nada, créeme que me encantaría que vinieras conmigo pero el avión me está esperando, no hay tiempo que perder y alguien se tiene que quedar para que el barco aquí se mantenga a flote ¿no? –y con un beso de los suyos, de esos que hacen que se me olvide hasta de quien soy salió por la puerta de casa dejándome sola en…una noche como hoy. Nada más verlo desaparecer con el coche calle abajo, subí a mi habitación y me puse a llorar como una tonta, ya sé que era una ridiculez pero…él nunca me había hecho esto, nunca consintió que el trabajo se interpusiera entre nosotros. Muy bien me podría haber ido con él, el barco se manejaba solo, no era la primera vez que nos íbamos los dos juntos, aquí había gato encerrado ¿Podría ser posible que me hubiera dejado de querer y tuviera una amante con la que prefería pasar ese día?, ¿tan grave era la emergencia que no podía esperar… a que por lo menos yo me fuera con él? y ¿tan misteriosa?, me costaba trabajo creerlo. Pero era creer eso o la posibilidad de que…tuviera una amante con la que se había ido a pasar una noche como está y esa posibilidad era tan…horrible que no quería ni pensar en ella. Simplemente era para mí inconcebible que Edward me engañase.

 

Pero…el caso es que había una tercera posibilidad…lleve mi mano al bolsillo de mis pantalones donde descansaba una de las misteriosas cartas que llevaba recibiendo desde hacía varios días junto a una rosa roja, símbolo del amor. Lo cierto es que todo lo que estaba sucediendo era…tan raro. Desdoblé una vez más la carta y la leí, era la letra de un hermoso poema escrito por Gustavo Adolfo Becker uno de los poetas románticos más importantes que le dio España al mundo entero y uno de mis favoritos. De hecho todas las cartas eran más o menos iguales, todas contenían una hermosa poesía, pero esta carta era especial ya que al final de ella, quien fuese que la enviase, me proponía una cita. Me la quedé mirando fijamente y volví a leerla:

 

Podrá nublarse el sol eternamente;

 

Podrá secarse en un instante el mar;

 

Podrá romperse el eje de la tierra

 

Como un débil cristal.

 

¡todo sucederá! Podrá la muerte

 

Cubrirme con su fúnebre crespón;

 

Pero jamás en mí podrá apagarse

 

La llama de tu amor

 

Este poema solo refleja una pequeña, muy pequeña parte del inmenso amor que siento por ti mi hermosa Bella porque bien cierto es que podrán apagar la energía de mi corazón, pero ni por esas dejaré nunca de amarte. Porque yo soy ese hombre mí amada Bella, el que te amará por toda la eternidad, aun después de la muerte.

 

Te espero mañana a las siete de la tarde en la Puerta de Alcalá. Por favor no faltes.

 

Y hasta ahí, íbamos bien, hasta ese momento para mi estaba más que claro que la carta podría ser de Edward, él sabe mejor que nadie como me gustan los poemas de amor y en especial Gustavo Adolfo Becker y Fabián Ruiz autor de los poemas de las otras cartas. Además, en esta última, junto a la poesía, me proponía una nueva cita a ciegas. Pero lo que seguía a continuación me tenía descolocada.

 

Ya sé que estás casada y amas a tu marido por encima de todas las cosas pero…por favor no faltes…no te arrepentirás. Tranquila cielo no lo vas a engañar…yo sé que nunca lo harías.

 

Te amo con toda mi alma.

 

Tu misterioso admirador, tu amante secreto.

 

Desde luego una cosa estaba clara y era que no tenía las más mínima intención de engañar a mi hombre aunque…él me estuviera engañando a mí con alguna fulana posiblemente más joven que yo, tal y como había empezado a sospechar esa misma noche. No podría hacerle eso. De ningún modo pensaba acudir a esa cita, lo decidí en el mismo instante en que termine de leerla la primera vez, pero ese viaje misterioso y repentino…es como si me estuviera allanando el camino y además, debía ser sincera conmigo misma, estaba intrigada y mucho, por eso llevaba la carta metida en el bolsillo en vez de haberla quemado como fue mi primera intención. Con una gran confusión mental tomé el teléfono y llamé a Chelsea y a Rose pensado que tal vez, solo tal vez, ellas tuvieran razón. Quizás la carta sí era de Edward y negándome a ir le estaba destrozando lo que fuera que me tuviese preparado. No sabía qué hacer, pero una cosa estaba clara, si al final iba y no era él, me volvería inmediatamente a casa pero eso sí, Edward ya podía tener una buena excusa para dejarme plantada en una noche como hoy.

 

—Oh vamos Bella –me dijo por milésima vez Chelsea desde que había entrado por la puerta de mi casa seguida de Rose –solo una miradita aunque solo sea de lejos no te vendrá mal.

 

—¿Estas sugiriendo que engañe a mi marido Chels? –le dije sorprendida.

 

—No, por Dios, en la vida se me ocurriría eso Bella, lo que sucede es que estoy tan convencida de que el dueño de esas cartas es el mismo Edward que por eso te empujo a que vallas. Quien si no podría mandarte esas cartas tan bonitas, solo él Bella, nadie más que él.

 

—Muy seguras estáis las dos pero ¿y si no es él?, os recuerdo que se ha ido de viaje ¿y si tiene una amante?, no será el primer hombre de su edad que se busca una…más joven que la esposa –les dije poniéndome a llorar de nuevo cosa que no había dejado de hacer desde que las dos habían llegado.

 

—Bella por favor, ese hombre te ama demasiado como para engañarte, besa el suelo por donde tu pisas, te mira de una forma abrasadora, se siente el amor que te tiene a distancia, aparte de ese misterioso viaje ¿qué más motivos te ha dado?, ¿acaso ha dejado de tratarte como la diosa que siempre has sido para él? –me dijo Rose visiblemente enfadada.

 

—Ninguno pero…

 

—Pero nada…ese viaje no existe, es una tapadera, él es quien te ha enviado esas cartas así que deja de decir y hacer estupideces, ponte guapa y acude a esa cita con tu hombre.

 

—¿Y si no es él?

 

—Pues le dejas las cosas bien claras a quien sea y te vuelves a casa a esperar a tu marido que te ama con locura –dijo Chelsea como si todo fuera tan fácil y obvio—. Bella no te enviaría allí sino estuvieras convencida de que es él, analiza las cartas. ¿No son esos tus dos poetas favoritos?, vamos Bella si ni siquiera nosotras sabíamos que te gustaran tanto esos dos poetas, con los años que hace que nos conocemos.

 

—Si…pero…

 

Así que aquí estaba yo, escondida detrás de una esquina esperando a ver si descubría quien era el misterioso dueño de la carta, bueno que tonterías digo, lo que estaba esperando ver era a Edward con un buen ramo de flores en la mano, era la única persona a la que quería ver, con quien quería estar. Pero…no había señales de él. Sin embargo, había varios hombres portando sendos ramos …esperando, ¿sería alguno de esos el que…? estaba a punto de volverme para regresar a una casa de donde nunca debí haber salido, para esperar a que volviera mi marido y encararle sobre la posibilidad de la amante cuando…mi pie piso algo blando. Una sensación de deja vu se apoderó de mí en ese momento, o yo era muy oportuna para pillar una porquería perruna o...

 

—Señora disculpe…creo que lo que hay debajo de su pie es el mío –escuché como me decía una voz aterciopelada que reconocería entre todas las voces del mundo. Me volví lentamente y ahí estaba él, mi pedazo de hombre con el ramo de rosas rojas más hermoso y grande que nunca vi, junto a la típica caja de bombones en forma de corazón y una sonrisa más hermosa aun, de esas que te mandan las bragas a paseo. A pesar de las huellas visibles de la edad en su rostro, seguía siendo para mí el mismo pedazo de hombre del que me enamoré aquel día ya tan lejano en el mismo sitio donde estábamos ahora, La Puerta de Alcalá, desde entonces lo amaba con locura y era ese mismo amor el que ahora veía reflejado en sus preciosos ojos verdes.

 

—Así que…eras tú…el de la carta eras…

 

—¿Y quién mas podría ser mi vida?, soy yo el que te ama como un loco, esta noche y todas las noches que me queden por vivir –me dijo tomándome por la cintura para acercarme a él dándome un beso tan ardiente que mis bragas se colapsaron en el acto.

 

—Que sepas que no iba a venir…no estaba segura de que fueses tu y…yo nunca te engañaría…Rose y Chelsea me obligaron…me decían que eras tú.

 

—Ya lo sé mi amor, te conozco lo suficiente para saber que nunca me serías infiel, como yo tampoco lo sería, ¿cómo pudiste pensar eso cielo?

 

—Bueno tú…el viaje…la emergencia…nunca habías antepuesto el trabajo a mí y claro…me sentí un poco confusa e insegura, me resultaba difícil creerlo pero…perdona Edward, perdona por haber dudado de ti —le dije con mucho remordimiento de conciencia.

 

—Perdonada estás, la verdad es que yo…con mi actitud te di pie a pensar eso…pero que sepas que te amo con locura nunca lo haría mi vida, nunca sería tan tonto de arriesgar todo lo que tenemos, todo lo que hemos construido con tanto amor a lo largo de estos años.

 

—Yo tampoco lo haría, que sepas que Rose y Chelsea me obligaron y... —volví a repetir tercamente.

 

—Ya lo sé mi amor, sé lo testaruda que eres, realmente las compadezco, por eso me inventé el viaje ya que sabía que por más que ellas te insistieran no ibas a venir si yo…bueno…si no tomaba medidas drásticas –me dijo dándome un nuevo beso devora mentes y voluntades.

 

—O sea…que…la emergencia…—le dije cuando me hube recuperado un poquito, pero solo eso un poquito de aquel beso.

 

—¿Y que puede haber más importante que salir a cenar con el amor de mi vida en una noche como esta?, la noche de los enamorados.

 

—¿Y eso de que no solo me quieres esta noche, sino todas, que el amor hay que fomentarlo y mimarlo y…?

 

—Eso mi querida esposa es la única verdad de todas las mentiras que te he dicho hoy –y ahí estaba esa sonrisa torcida de nuevo y yo…yo no tenía bragas de repuesto.

 

—¿Me acompaña mi hermosa dama?, la ciudad nos espera y después de cenar…nos espera nuestro hotel.

 

—¿Has alquilado una habitación en…el mismo hotel?, ¿pero todavía existe?

 

—La misma habitación mi vida…

 

—¿Rose y Chels estaba al tanto de esto verdad?

 

—Hasta del más mínimo detalle, Anthony, Bree y Diego también han sido mis cómplices –y sin más palabras él me rodeó los hombros con su brazo y yo le pase el mío por su cintura y así comenzamos a caminar por una parte de la ciudad que, una vez más, era testigo de nuestro amor.

 

—Gracias Bella –me dijo después de una hermosa noche de amor en donde habíamos tenido de todo. El sexo seguía siendo maravilloso con ese pedazo de hombre…a pesar de los años transcurridos y a pesar de… que ya no estábamos para grandes trotes, pero aun así hacíamos lo que podíamos porque nos seguíamos necesitando como el primer día.

 

—¿Por qué me das las gracias? –le pregunté confundida.

 

—Gracias por haber aceptado la cita a ciegas que te propuso Alice, gracias por aceptarme a mí a pesar del equipaje que traía conmigo, gracias por creer en mí, gracias por dejarme conocerte, gracias por darme esta hermosa vida que he tenido junto a ti, gracias por nuestros maravillosos hijos, gracias por existir mi amor. Y gracias por acudir de nuevo a esta nueva cita a ciegas.

 

—Gracias a ti también Edward, gracias por amarme.

 

No había más palabras que decir, así que nuestras bocas hablaron por nosotros fundiéndose en un apasionado y tierno beso, un beso lleno de amor, de todo el amor que nos teníamos.

 

Habíamos tenido una vida tan plena y feliz que…ninguno de los dos la cambiaríamos por nada. Y todavía nos quedaba bastante guerra que dar, no se crean ustedes porque seguro que nos esperaban muchos momentos mágicos y maravillosos.

 

Hola por aquí. Bueno pues ahora sí que está historia ha llegado a su fin, aunque todavía no apretaré el botón de complete, no sin subiros ese outakkes que os tengo prometido. La historia de Esme y de Carlisle. Espero tenerla finalizada pronto ya que meterme en la mente de otros personajes de Twilight que no sean Bella y Edward me resulta complicado debido a que es la primera vez que lo hago.

 

Muchas gracias a todas por vuestros hermosos rr y por estar ahí apoyándome desde el principio de esta locura que empezó siendo un OS que presentaba a un concurso y acabo convirtiéndose en una historia.

 

Gracias en especial a:

 

ludgardita, Angie Masen, briit,mariees, Bella Alexandra Cullen, codigo twilight, Yeya Cullen, Cullen Vigo, AnaisDifi, Lady Andy Pao, Ligia Rodriguez, Tata XOXO, tany cullen, Sereny's Cullen, BABYBOO27, gabyhyatt, valeskaisrobstenforever, Areli Pattirson, anamart05, cmils, tany cullen, Lore562, JosWeasleyC, Areli Pattirson, SalyLuna, Esmeralda C, janalez, beakis, Kate y Mel, SolCullen1, Ilovemybaby, Ruby. Mabel, musa77,luzdeluna2012, naive sweet girl, ma pau cullen lexa0619 ,ISACOBO, MarceCullenHale,Maya Cullen Masen, MarceCullenHale, LeoTwihard16, eLeTwihard,ariyasy,jhanulita,andredecullen,torposoplo12

 

A todas aquellas que me habéis ido añadiendo a vuestras alertas y favoritos y por supuesto a todas aquellas lectoras silenciosas.

 

Besos.

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esa historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

 

Epílogo: Momentos sueltos de una vida plena y feliz

 

Diez años después.

 

Aprendiz de Celestina.

 

Pov Bella

 

—¿Qué diablos os ha pasado? –exclamé yendo al encuentro de mi niño quien salía de la mano de Rossie todo sucio y desarreglado, como si se hubiera pegado con alguien.

 

—Jacob y él se han peleado –dijo mi sobrina rodando los ojos—, aunque no sé muy bien porqué. Sus profesoras los han regañado a los dos y me han llamado para que os lo diga. Dicen que quieren hablar con Lizzie y contigo por lo visto están todo el día a la gresca. Así que…misión cumplida, me voy con Seth –y soltándonos a los dos niños pues traía a Jacob de la otra mano, se marchó con ¿su amigo?

 

—Es que Jacob me tiene harto no hace más que acosar a mi Isabella –dijo mi Eddie.

 

—¿Tu Isabella?, no sabía yo que la hubieras comprado –le dijo Jacob junior todo rabioso—, además ¿Cómo sabes que es ella si hay dos y son iguales?

 

—Isabella es mía, la tía lo dice siempre, vosotras hicisteis un pacto antes de que naciéramos –dijo mi niño visiblemente enfadado mirándonos a Chels y a mi —¿a que si mamá, a que si tía?

 

—Esto pues…—empezó mi amiga rascándose la cabeza confundida sin saber que contestar. A su lado Lizzie miraba la escena bastante entretenida y menos mal que éramos amigas porque era la típica situación en la que dos madres discuten y dejan de hablarse para siempre mientras que al día siguiente los cabritos de los niños están otra vez como amigos sin que nada hubiera pasado.

 

—Pero ella puede elegir –dijo Jacob que estaba igual de sucio, despeinado y desarreglado, yo pensé para mis adentros que como el hijo fuera tan pesado como el padre, Eddie lo llevaba claro. Claro que mi Eddie a sus once años estaba en vías de convertirse en un pedazo de hombre al igual que su padre y entonces no habría Capitán América versión 2 que pudiera con él.

 

—Si ni siquiera las distingues –apuntó mi niño –no sabes cual es una y cuál es la otra y además eres más pequeño que ellas.

 

—¿Tu si las distingues?, y la edad es una cifra –dijo Jacob impasible, dejándonos a las tres madres atontadas ya que era muy curioso que un niño de casi nueve años dijera esas cosas.

 

—Igualito, igualito de cursi que su padre –murmuró Lizzie entonces. No, si ya lo decía yo.

 

—Pues si porque la quiero, ¿verdad tía Chelsea que cuando quieres a alguien la distingues entre todas?, tu siempre lo dices cuando te preguntan cómo diferencias a una de la otra.

 

—Pues a ver listillo por ahí vienen las dos juntas, ilumíname ¿quién es Bella y quien es Marie?

 

—La de la derecha es Isabella, no le gusta que la llamen Bella, pedazo de mendrugo, porque la confunden con mi madre. ¿A que la de la derecha es Isabella?, ¿a que si tía Chelsea?, ¿a que ella es para mí porque al saber distinguirla de su hermana es que la quiero?, ¿tu siempre lo dices?, ¿o no lo dices?

 

—Esto yo…bueno…pues…sí…sí lo digo y sí efectivamente es Isabella –contesto mi amiga tan confundida como yo por la pelea tan…¿absurda?, pero Chels como siempre reaccionó antes que yo y menuda reacción que tuvo la señora—. Pero no hay porque discutir, tengo dos, es obvio que Isabella es para Eddie que sabe distinguirla muy bien de su hermana –por el rabillo del ojo vi como el ladino de mi hijo sonreía triunfante con esa sonrisa made in su padre que mandaba las bragas de todas las féminas a tomar el viento fresco –pero Marie es una niña muy mona, igualita que su hermana por si no te habías dado cuenta y además también está Bree la hermana de Eddie, ¿no te gustaría ser cuñado de Eddie?, y Maggie, también están Maggie y Sophie ¿no te parecen monas?, Alice estaría encantada de que cortejaras a su hija y así serías primo de Eddie y Esme no pondría reparos en que fueses novio de Maggie, ¿quién mejor que tu para su hija? Esto…con tu permiso Lizzie que tu hijo y yo tenemos cosas importantes de que hablar ¿me cuidáis a mis niñas por favor?, esto es una conversación de hombres –le dijo a la perpleja madre que se quedó tan alucinada y clavada en el sitio como yo. Realmente nuestra amiga no tenía arreglo.

 

Ni corta ni perezosa cogió en brazos a Diego, su hijo de tres años, al tiempo que agarraba con la misma mano a Liam, un niño libanes de doce años que Carlos y ella habían recogido y adoptado cuando Chelsea cubrió una noticia sobre los niños procedentes de Libia que Cruz Roja Internacional, por motivos médicos, había trasladado a España, para que fueran atendidos dada la terrible situación que atravesaba este país después de sufrir esa guerra cruenta. Con la mano que le quedaba libre tomó de los hombros a Jacob en un gesto de complicidad y adelantándose a los demás siguió hablando con él ante la mirada atónita de Liam y Eddie que salió corriendo detrás de ellos, no en vano era parte interesada en el asunto.

 

—Bree y Sophie son todavía muy pequeñas –escuchamos como protestaba Jacob.

 

—Si ahora lo son, pero crecerán no se va a quedar así toda su vida –rebatía Chels. Además ¿no has dicho antes que la edad es una cifra? Mi hijo les cogió el paso.

 

—Ella tiene razón, hay más, puedes dejarme a mí la mía. Además Bree es más pequeña te viene mejor, no tengo ningún problema en ser tu cuñado porque el caso es que me caes bien; aunque si prefieres a Sophie por mí estupendo; y si te gustan mayores pues también están Maggie y Clarice.

 

—Eddie tiene razón —metió baza Liam chapurreando como bien podía un español que el pobre estaba aprendiendo ya que acudía a un colegio especial que subsanara este inconveniente—, eres un egoísta deja a Isabella para él y también podrías dejar a Marie de paso que hay muchas, somos una familia grande. Es muy cierto que no sabes distinguirlas, si tan pronto adulas a una como a los cinco minutos haces lo mismo con la otra.

 

—Ahora me vendrás con que Marie también es tuya y que sabes distinguirla de Isabella perfectamente —dijo un Jacob totalmente enfurecido. Lizzie y yo nos miramos levantando una ceja ante el sorprendente comentario de Liam.

 

—Pues sí claro que sé distinguirla porque también la quiero mucho —contestó Liam sacándole la lengua Marie tiene...—Lizzie y yo volvimos a mirarnos con complicidad. Chels seguía en la séptima luna...o eso parecía.

 

—Calla no le des pistas —dijo entonces Eddie, que lo descubra por si solo si tanto las quiere.

 

—Me había olvidado de Clarice –dijo Chelsea ignorando el comentario de su hijo y las opiniones de los otros dos ya que ella estaba a su bola...o...sigo diciendo que... eso daba a entender —además ella es de tu edad.

 

—Esa está muy lejos al igual que lo están Maggie y Sophie, que manía os ha dado con la edad, ya sé que Clarice es tan grande como yo. Y no soy egoísta —rebatió el pobre niño cruzándose de brazos.

 

—Pues mira quien ha ido a hablar, el que ha dicho antes que mi hermana y Sophie son muy pequeñas. Y Liam tiene razón con todas las que hay y tienes que ir a quitarme la mía.

 

—Y encima la confunde y se mete con Marie —dijo Liam también muy malhumorado.

 

—Las relaciones a distancia son las mejores créeme –le contestó mi amiga sin hacer caso de lo que los niños hablaban entre ellos, o al menos eso daba a entender porque o yo no conocía a esa mujer, o Chels había asimilado los comentarios de Liam desde la primera letra y estaba intentando llevar a Jacob a su...terreno. Lizzi y yo rodamos lo ojos.

 

—¿Sabes Bella?– me dijo Lizzie –esto va a ser un duelo de titanes porque mi hijo es…tan pesado e insistente como el padre pero Chelsea es…

 

—Cabezota, terca, testaruda y ahora está en modo de este burro no hay valiente quien me baje.

 

Con esta extraña conversación llegamos a los coches y Chelsea ni corta ni perezosa se subió en el suyo. A pesar de que íbamos al mismo sitio a trabajar e íbamos a recoger a los niños al mismo colegio, cada una tenía que llevar su propio coche pues en uno solo no cabían dos adultos, tres sillas de coche y cinco niños más mayores. Puso en las sillas a su hijo más pequeño, subió a Liam, Eddie y a Jacob y arrancó dejándonos plantadas a las demás con sus hijas, Anthony, mi pequeño niño de cinco años y mi niña de tres, sí han oído ustedes bien, nuevamente nos quedamos embarazadas juntas y nuevamente parimos juntas también pero esta vez…estaba Carlos presente, créanme mi pedazo de hombre se ocupó de ese detalle…por la cuenta que le traía.

 

—Me parece que tengo que ir a tu casa a recoger algo que me han…esto…pedido prestado y de paso dejar lo que yo…me he quedado en su lugar –dijo Lizzie con su habitual sarcasmo. Ya llevo yo a las gemelas no te preocupes te sigo con mi coche.

 

—Si como dices el hijo es tan pesado como el padre, creo que tendremos para rato. Así que no hay prisa ¿chicos queréis merendar?

 

—No te quepa la menor duda amiga nos da tiempo a merendar cuatro veces.

 

—¿Por qué la tía se ha ido sola llevándose a Eddie y Jacob consigo? –preguntó mi pequeño Anthony.

 

—Esto…bueno…verás

 

—Es siempre igual…como soy pequeño…nadie me dice nada –dijo refunfuñando al tiempo que pataleaba en el suelo.

 

—Eh tú no te hagas la victima que a nosotras también nos ha dejado y somos sus hijas y partes implicadas te recuerdo que discuten por mí –Lizzie y yo volvimos a rodar los ojos.

 

—Esto...¿y de que queréis disfrazaros en Hallowen? —pregunté yo más por cambiar de tema que por otra cosa.

 

—De Bellatrix Lestrange —contesto esto...uffff...bueno que mas da una de las dos.

 

—Y...¿no querríais ir de otro personaje de Harry Potter? ¿Hermione, Harry, Ron? —pregunté con la esperanza de convencerlas ya que ese disfraz era como muy...difícil.

 

—Nop, porque los demás son magos buenos y van vestidos de normal, a no ser que queráis hacernos una capa como las que ellos llevan y buscarnos el uniforme del colegio con escudo de la casa y todo, además estamos en Hallowen tía no en carnaval tenemos que pasarnos al lado oscuro —me contesto quien fuera de las dos rodando los ojos.

 

—¿Alguna sabe de qué se va a disfrazar mi niño? —pregunte con la esperanza de que fuera facilito.

 

—Sip de Voldemort y no vale solo con ponerle un gorro de baño para semejar que está calvo que quiere el traje enterito.

 

—Ostras amiga pues lo lleváis claro.

 

—No te quejes que Jacob dice que quiere ir de Severus Snape y ese también lleva capa.

 

—Lizzie y yo nos miramos aterradas, menudo trabajo extra que nos habían buscado estos chicos.

 

—Y yo quiero ir disfrazado de Joker.

 

Bueno a ese con pintarle la cara...o al menos eso pensaba yo.

 

—Vamos a ver Chelsea vas a dejar ya esa estupidez de conversación, creo que son muy pequeños para eso además tengo que hablaros de algo que… —le dijo por enésima vez mi marido a una Chelsea empeñada en dejar arreglado el futuro amoroso de mi hijo y de Jacob junior. Por lo visto mi amiga en vez de ir a su casa se vino directamente a la nuestra ya que entraba y salía de allí como Pedro por su casa, al igual que nosotros los hacíamos de la suya. Tanto es así que teníamos nuestras propias llaves. Nosotras hacia como diez minutos que habíamos regresado después de disfrutar de una buena merienda. Cuando llegamos, mi pedazo de hombre nos estaba esperando todo desesperado en la entrada de la misma, pues Chels le estaba volviendo loco.

 

—De estupidez nada, Eddie, estamos decidiendo el futuro.

 

—Vamos ni que fueras Obama en una cumbre mundial.

 

Ummmm nunca menosprecies la mano que mece la cuna, porque esa es la mano que moverá el mundo –dijo tan tranquila parodiando a la famosa película a cuya protagonista no la quería yo a menos de doscientos mil kilómetros de mí pero bueno, la frase hay que reconocer que tenía su aquél, no sé qué pintaba en ese momento concreto pero mi amiga era así. El timbre de la puerta sonó y mi pedazo de hombre fue corriendo a abrirla, se le notaba nervioso. Carlos, Jacob y mis hermanos aparecieron por ella. Lo cierto es que tanto Lizzie como yo estábamos muy mosqueadas por su actitud y nos mirábamos entre nosotras de vez en cuando pues parecía ¿ansioso?, hacía muchos años que no le veía así y eso…me dio pavor ya que me trajo muy malos recuerdos, recuerdos que tenía totalmente olvidados. Había llamado personalmente a los chicos y a Rose para una especie de reunión de urgencia.

 

—Que es eso que tienes en la mano mi amor –le pregunté a mi Edward al ver que sostenía algo parecido a una carta totalmente estrujada.

 

—Es…no sé cómo decirlo…es…una carta de Tanya –nos dijo pasándose la mano por el pelo, cuando ya todos los demás estaban acomodados en el sillón y los niños jugando en la sala destinada para ellos.

 

—¿De Tanya? –preguntamos todos perplejos.

 

—Sí, no sé como lo ha hecho y si es legal lo que ha hecho, en realidad no ha salido del país pero ¿qué querrá?, he llamado a Laurent y me ha dicho que él ya tenía conocimiento de que nos iba a llegar pero…que no sabe su contenido…su abogado le llamó y le pidió permiso, por lo visto tanto él como su médico están al corriente. El doctor Ian Gerandy le dijo que era…algo que su paciente necesitaba hacer.

 

—¿Por qué Laurent no nos avisó? –preguntó ahora Rose

 

—Porque dice que como soy muy ansias, no me quiso decir nada hasta que la carta no llegase…de todos modos me ha asegurado que su gente está vigilando de nuevo a Tanya y…no me ha querido decir más pero creo que sabe algo que no me cuenta.

 

—Bueno, míralo por este otro lado Eddie si ella llamó a Laurent a través de su abogado, y este le ha dado su permiso legal nada malo puede ser.

 

—Si…eso creo pero…tengo tanto miedo.

 

—Mi amor ella ha cambiado, lleva años sin dar señales de vida –le dije sentándome en su regazo para acariciarle el pelo, cosa que le tranquilizaba.

 

—Pues por eso ¿qué puede querer ahora?

 

—¿Por qué no la abres, lo averiguas y así nos enteramos todos? –le dijo Emmett

 

—Porque os estaba esperando a todos, está dirigida a los señores Cullen y demás familia –me contestó rasgando el sobre. La miró por unos momentos y empezó a leer.

 

Queridos Bella, Edward y… los demás:

 

Sé que estaréis sorprendidos por mi carta pero he de deciros que es completamente legal pues la estoy escribiendo delante de mi abogado y de mi médico. Necesitaba escribiros. Edward, necesitaba escribirte sobre todo a ti, en realidad esta carta es para ti, bueno la primera parte de ella, pero…no quería crear malos entendidos y…por eso la dirigí a todos esperando que la leas delante de los demás, sobre todo de Bella. Solo quería decirte que ahora entiendo tu punto, comprendo lo que me quisiste decir aquel último día que nos vimos en la sala de visitas de la prisión, ahora soy consciente del daño que estuve a punto de haceros.

 

Hace como cosa de dos años empecé a salir con un compañero del trabajo, una cosa llevo a la otra y nos fuimos enamorando poco a poco. Sí, cuesta trabajo creerlo, mi obsesión por ti ya pasó, me enamoré de verdad o…al menos eso creo porque sé que en el fondo de mi alma siempre te querré y siempre serás mi primer amor, pero de todos modos soy feliz. Estoy embarazada de seis meses y con mi hijo aun dentro de mí ahora sé lo que sentiste, porque es lo mismo que sentiría yo si alguien quisiera hacer daño a Tom o a mi pequeño aun no nato.

 

Y aquí va el resto de la carta, la que va dirigida a todos, según pone aquí –relato Edward.

 

Ian, que aun sigue siendo mi médico, ha solicitado mi libertad bajo fianza puesto que me he casado y no es bueno criar a un niño en una cárcel. Ian piensa que estoy restablecida y preparada para incorporarme del todo a la sociedad, pero siento que, independientemente de que os escriban solicitando vuestra opinión, os lo tengo que decir yo y pediros por favor personalmente que aceptéis. No puedo salir de momento del país y siempre estaré vigilada, pero tampoco tengo ninguna intención de haceros daño y volver a las andadas, quiero a mi marido porque me hace feliz, es cariñoso, dulce y atento, quiero a mi hijo y solo necesito vivir en paz y tranquila a su lado. Por eso os ruego que aceptéis mi petición.

 

Recibid un fuerte abrazo

 

Tanya

 

—¿Qué os parece que tenemos que hacer? –dijo mi hombre aun perplejo.

 

—Bueno primero tenemos que tener garantías de que no se va a acercar a nosotros, pero algo me dice que es sincera, ya veremos lo que nos cuentan Laurent e Irina. De todos modos no vendría mal pedir informes médicos, todo lo necesario para asegurarnos de que no está fingiendo, pero si es sincera yo daría el visto bueno pues no podemos negarle el poder ser un poco feliz ya que ella fue…tan victima como nosotros. Hace años perdonamos Edward, creo que es momento de olvidar –le dije totalmente convencida de lo que decía. Lo cierto es que hacía años que había relegado al olvido aquellos malos momentos, solo era cuestión de hacerlo oficial.

 

—Estoy totalmente de acuerdo con Bella –dijo Chelsea

 

—Y yo –dijeron los demás.

 

Y así fue como por fin dejamos olvidado, atrás y en el pasado ese negro capitulo de nuestras vidas mirando hacia delante con decisión.

 

Navidades de aquel mismo año:

 

—Así que entonces la tía Alice te obligó a ir y así fue como conociste a papá –volvió a preguntarme Eddie por enésima vez, tanto él como Anthony me miraban expectantes al tiempo que Bree se dedicaba a jugar con mi pelo. Se sabían de memoria la historia pero querían que se las repitiera una y otra vez.

 

—Sí ella se empeño y no pude negarme, nadie puede negarle nada a tía Alice, pero en este caso nunca le estaré más agradecida por obligarme a ir a aquella cita.

 

—Es que mi hermana siempre tiene que salirse con la suya, pero…

 

—Pues sí…como otra que yo me sé.

 

—¿Tienes algún problema Jacob Black? –preguntó Maggie poniéndose en jarras muy, muy, al estilo Alice.

 

—Lo veis, como la hermana pero en pequeño –volvió a decir Jacob.

 

—Desde luego hijo que moscón cojonero eres…no sé a quién habrás salido –dijo su madre y todas las que estábamos presentes en esa habitación nos la quedamos mirando. Y cuando digo todas me refiero a todas las féminas de la familia Cullen/Swan/Vulturi en pleno pues estábamos pasando las navidades en Chicago.

 

Habíamos llevado a nuestros respectivos hijos a dormir pero mis niños, desde hacía unos pocos meses nunca querían hacerlo sin escuchar atentamente la historia de amor de sus padres, o sea la nuestra. Esa extraña afición había surgido justo a los pocos días de publicar mi nuevo libro, Una cita casi a ciegas, que como es obvio contaba nuestra historia. Yo había pillado más de una vez a Eddie cotilleando en mi portátil para ver si conseguía leer el original y al final opté por contarles una versión más o menos light de una historia que no solo era la favorita de mis hijos ya que el libro estaba obteniendo un enorme y gran éxito. Lo cierto es que tenía de todo, humor, intriga, suspense, acción y…sobre todo amor, mucho amor.

 

En esos años la familia Cullen/Swan/Vulturi había crecido. Chelsea como ya se sabe, además de a las gemelas tenía a Liam y a Diego; yo había tenido dos preciosos niños más, Anthony y Bree que tenía a Edward comiendo de su mano; Irina tenía a Cintia, Kate a Garrett junior y a Tyler, Alice tenía a Clarice que tenía los mismos años que Jacob y a Sophie, de la misma edad que Diego y Bree, sí, sí ya lo sé a otra que le dio por quedarse embarazada al mismo tiempo que Chelsea. Mis hermanos por fin habían conseguido tener un segundó niño que se llamaba Charlie como mi padre. Esme solo se había quedado con Maggie que era, como ya predije una Alice en pequeño y…bueno…no me gusta ser celestina…eso se lo dejo a Chels pero…Jacob últimamente la miraba mucho. Al final se le había pasado su fijación por Isabella...¿o quizás por Marie? justo en esos días en los que estábamos todos reunidos en la Mansión Cullen.

 

Ni que decir tiene que todos los niños también estaban interesados en esa historia ya que, aunque era la historia de Edward y mía, salían también sus propios padres y claro…los detalles sórdidos de un padre…siempre llaman la atención. Sobre todo les gustaba la parte en la que Irina y yo nos tragamos aquel famoso carro de la compra cuando huíamos de Cruella y la Madrastra, o la aventura en el famoso templo de Debod al cual se habían empeñado en ir y claro…los adultos no tuvimos más remedio que rememorar aquella época…que sacrificio ¿no? También adoraban escuchar nuestras andanzas en el metro y lo torpe que era yo en los autobuses. Pero la parte que más le gustaba a Maggie era escuchar como su madre…se enfrentaba a la autoridad competente y…salía victoriosa metiéndosela en el bolsillo, claro que Eddie y Anthony para eso ya tenía sus dos propias heroínas, su abuela y yo. Por supuesto, siempre les dábamos una versión edulcorada del asunto insistiendo en que nunca faltamos el respeto a nadie sino que conseguíamos lo que queríamos con educación y buenos modales. Lo cierto es que esa parte de la historia siempre la habíamos omitido hasta que el bocazas de Emmett, quien sino, se lo tuvo que contar. Al principio les dijimos que era mentira, que su tío exageraba pero mi hermano seguía metiendo la gamba más y más por lo que terminamos contándoles una…verdad a medias. El respeto y los buenos modos, era lo más importante de todo y eso se lo dejábamos bien claro a todos, no teníamos muchas ganas de que los niños, antes de ser adultos, quisieran hacer lo mismo que…sus padres y cuestionar a las autoridades fuesen quienes fuesen sin tener la edad suficiente para saber lo que estaban haciendo y en todo caso siempre había que hacerlo con educación y respeto. Era algo que les repetíamos mucho, sobre todo el abuelo Charlie que como buen Jefe de policía les daba unos muy buenos sermones sobre como respetar a la autoridad competente, durante los cuales era normal que se quedasen dormidos como troncos. Los niños nos miraban con ojitos inocentes y nos lo prometían, claro que sabían de sobra que el castigo por infringir la norma sería…muy duro.

 

Rossie, ya convertida en toda una preciosa adolescente, también solía estar interesada en esa historia a pesar de haberla vivido de primera mano. Siempre la escuchaba con atención argumentado que era muy pequeña para acordarse y diciendo que ojala ella encontrara un hombre que la amara tanto como Edward me amaba a mí o su padre amaba a su madre.

 

—Vale, vale, se parece a su padre, lo confieso, solo fue una manera de hablar –dijo Lizzie de repente levantando las manos y dándose por vencida.

 

Quince años más tarde.

 

—Edward, ya está todo preparado –le dijo Diego a mi pedazo de hombre que estaba guapísimo con ese smoking.

 

—Pues solo faltan las novias, a ver si no se hacen esperar –le dijo Edward con un sonido gutural que se asemejaba a un gruñido—, Diego esto…¿quién es ese individuo que está hablando con Bree?

 

—Por Dios Edward, es Riley el hijo pequeño de uno de nuestros vecinos, no es el enemigo, es un amigo de Diego y Bree –le dije yo intentando apaciguar a la bestia.

 

—Bueno…para mí si es el enemigo desde el primer momento en que ha puesto sus ojos…y lo que no son sus ojos en mi niña.

 

—La verdad es que no me gusta nada como la mira –dijo Anthony acercándose a nosotros.

 

—A mi tampoco –apuntó Eddie.

 

—Pues creo que ya somos tres –añadió mi hombre.

 

—Oh vamos Edward solo está hablando con ella por favor –le dijo Chelsea –dejad ya los tres de ser tan sobre protectores. Ufff que suerte tiene mi Diego de ser mi hijo porque de seguro que si no fuera hijo mío, lo llevaba claro el pobre.

 

—Estás muy equivocada Chels –contestó mi pedazo de hombre ceñudo –Diego se ha ganado a pulso mi aprobación y respeto. Creo que él es lo mejor que le ha pasado a mi niña, después de mi claro está.

 

—Humildad quítate que viene mi Edward –dije yo por lo bajo, pero sin suerte porque mi hombre me oyó.

 

—Ni humildad ni nada Bella, un padre es lo mejor que le puede pasar a una hija, luego si ese padre tiene la suerte de dar con un chico como Diego, bueno pues…estaría más conforme de compartir a su niña.

 

—Tu niña ya no es tan niña, tiene dieciocho años, creo que ya es tiempo de que aceptes eso –le dijo mi hija que había escuchado todo, acercándose a él de forma amenazadora –oh papá siempre serás mi padre y te quiero pero tienes que dejar que viva mi vida. Además yo amo a Diego pero eso no significa que no pueda hablar con otros hombres, además si Diego no…

 

—Diego no te dice nada por no armarla el día de la boda de mis hermanas, pero lo cierto es que no me gusta nada como te mira ese…

 

—¿Veis?, ya somos cuatro los que lo decimos.

 

—Bueno…esto… ¿qué tal si dejamos el drama para más tarde?, dijo Chelsea visiblemente emocionada –esto es una boda no es así Eric –añadió mirando a nuestro amigo el cura, porque sí, quien iba a celebrar la famosa boda era el mismo sacerdote de siempre, que se había convertido en el cura de la familia Cullen/Vulturi/Swan. Cuando se enteró de que íbamos a celebrar una nueva boda, esta vez triple, se ofreció voluntario para venir a oficiarla, al igual que hizo hace años con Alice e Irina. Lo cierto es que nuestra familia y sus cosas, le había atraído desde aquella primera vez en que nos casó a Esme y a mí y se había convertido en un buen amigo, ¿Quién mas sino iba a celebrar esa boda? De hecho era muy joven cuando nos conoció, él era hijo único y se sintió atraído por nosotros.

 

—Pues sí, Chelsea sí, una boda es, pero déjame decirte que ellos tienen razón, hay cada individuo suelto por ahí, si yo te contara.

 

—Lo siento mi niña, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y estoy muy enamorada de ti, por eso no puedo evitar ponerme celoso cuando te veo hablando con otro –dijo Diego ignorando a Eric y mirando a Bree con ternura.

 

—Pues yo también te quiero, pero no puedes encerrarme en una burbuja –dijo de nuevo Bree desafiante, además somos muy jóvenes aún.

 

Pero todo lo que Diego iba a contestar se esfumó en el aire cuando la música empezó a sonar, todos ocupamos nuestros puestos. Yo como la orgullosa madrina me puse al lado de mi hijo. Junto a Eddie estaba Liam y a su lado Chels. Justo a mi izquierda estaba Lizzie que acompañaba a Jacob. La puerta de la hermosa Iglesia se abrió y unas novias muy peripuestas y felices aparecieron por la puerta, precedidas del enorme cortejo de Damas de Honor y madrinas entre las que se encontraban ¿cómo no? mis hermanos, mi sobrina, mis tres queridas primas con sus maridos y sus respectivos hijos e hijas. Las hermosas mujeres que hoy se convertirían en todas unas señoras casadas, empezaron a caminar por el pasillo en busca de sus muy felices novios.

 

Primero apareció Isabella del brazo de mi pedazo de hombre que estaba ejerciendo una vez más de padrino ya que Carlos no podía apadrinarlas a las dos. Lo cierto es que Edward se sintió muy feliz cuando Isabella se lo pidió pues nunca había abandonado ese papel, ya que para él esas dos niñas eran como sus propias hijas. Marie apareció detrás, cogida del brazo de un muy orgulloso Carlos. Isabella se casaba con mi Eddie al cual se le veía feliz y muy enamorado; Marie iba al encuentro de Liam a quien mis dos queridos amigos le dieron una oportunidad de vivir una vida digna, completa y feliz, oportunidad que él siempre aprovechó al máximo. Después de Isabella y Marie apareció una sonriente Maggie que del brazo de Carlisle iba al encuentro de Jacob quien se había ido enamorando de ella poco a poco. Esme al verla aparecer empezó a llorar del mismo modo que Renée y Didyme lo habían hecho tiempo atrás cuando éramos nosotras las felices novias. Mi madre lloraba junto a ella, tal y como era su deber de abuela. Tía Sulpicia le dio un pañuelo a Esme y otro a Renée. Mi padre se limitaba a rodar los ojos junto a mi tío Cayo, Emmett y Aro como siempre sonrientes y felices, miraban la escena que se desarrollaba a su alrededor.

 

Mi sobrina Rossie lloraba también un poco acurrucada en el pecho de Seth, su marido. Sí, ese mismo Seth por el que se peleó con una amiga tanto tiempo atrás.

 

Y fue una boda tan bonita, a nuestro propio y peculiar estilo, pero preciosa. A pesar de todos los años que habían pasado, la familia Cullen/Swan/Vulturi no había perdido su toque especial y original. Faltaban algunos miembros pero…esos permanecían en nuestros corazones donde vivirían allí para siempre. Sí algo había que destacar era el inmenso cariño que nos teníamos en esa gran familia, una familia que había sabido estar unida en los malos momentos, en aquellos en los que es más necesario tenerla. Porque en los buenos momentos es fácil vivir, lo peor es cuando vienen los problemas y esos los habíamos enfrentando juntos.

 

Cuatro meses más tarde de la boda de Eddie. San Valentín y una nueva cita casi a ciegas.

 

—¿En serio tienes que ir? –le pregunté totalmente decepcionada.

 

—Sí, mi amor, no tengo más remedio, no sé qué tipo de emergencia será pero Carlisle no puede acudir y el segundo al mando soy yo, no tengo más remedio cielo mío.

 

—Pero…pero…esta noche –le dije titubeando y con lágrimas en los ojos –era...una noche especial. Es San Valentín. ¿Y porque no puedo ir contigo? Bree va a salir con Diego, y Anthony con Melany, yo me quedaré sola.

 

—¿Y crees que no lo sé?, pero tendremos muchas noches para demostrarnos nuestro amor cariño, muchas, que el amor no solo se demuestra en un día como hoy, el amor hay que fomentarlo y mimarlo todos los días, cielo, ¿o es que acaso no te das cuenta de lo mucho que yo te amo? Bella, esto ha surgido tan de repente que no ha dado tiempo casi de nada, créeme que me encantaría que vinieras conmigo pero el avión me está esperando, no hay tiempo que perder y alguien se tiene que quedar para que el barco aquí se mantenga a flote ¿no? –y con un beso de los suyos, de esos que hacen que se me olvide hasta de quien soy salió por la puerta de casa dejándome sola en…una noche como hoy. Nada más verlo desaparecer con el coche calle abajo, subí a mi habitación y me puse a llorar como una tonta, ya sé que era una ridiculez pero…él nunca me había hecho esto, nunca consintió que el trabajo se interpusiera entre nosotros. Muy bien me podría haber ido con él, el barco se manejaba solo, no era la primera vez que nos íbamos los dos juntos, aquí había gato encerrado ¿Podría ser posible que me hubiera dejado de querer y tuviera una amante con la que prefería pasar ese día?, ¿tan grave era la emergencia que no podía esperar… a que por lo menos yo me fuera con él? y ¿tan misteriosa?, me costaba trabajo creerlo. Pero era creer eso o la posibilidad de que…tuviera una amante con la que se había ido a pasar una noche como está y esa posibilidad era tan…horrible que no quería ni pensar en ella. Simplemente era para mí inconcebible que Edward me engañase.

 

Pero…el caso es que había una tercera posibilidad…lleve mi mano al bolsillo de mis pantalones donde descansaba una de las misteriosas cartas que llevaba recibiendo desde hacía varios días junto a una rosa roja, símbolo del amor. Lo cierto es que todo lo que estaba sucediendo era…tan raro. Desdoblé una vez más la carta y la leí, era la letra de un hermoso poema escrito por Gustavo Adolfo Becker uno de los poetas románticos más importantes que le dio España al mundo entero y uno de mis favoritos. De hecho todas las cartas eran más o menos iguales, todas contenían una hermosa poesía, pero esta carta era especial ya que al final de ella, quien fuese que la enviase, me proponía una cita. Me la quedé mirando fijamente y volví a leerla:

 

Podrá nublarse el sol eternamente;

 

Podrá secarse en un instante el mar;

 

Podrá romperse el eje de la tierra

 

Como un débil cristal.

 

¡todo sucederá! Podrá la muerte

 

Cubrirme con su fúnebre crespón;

 

Pero jamás en mí podrá apagarse

 

La llama de tu amor

 

Este poema solo refleja una pequeña, muy pequeña parte del inmenso amor que siento por ti mi hermosa Bella porque bien cierto es que podrán apagar la energía de mi corazón, pero ni por esas dejaré nunca de amarte. Porque yo soy ese hombre mí amada Bella, el que te amará por toda la eternidad, aun después de la muerte.

 

Te espero mañana a las siete de la tarde en la Puerta de Alcalá. Por favor no faltes.

 

Y hasta ahí, íbamos bien, hasta ese momento para mi estaba más que claro que la carta podría ser de Edward, él sabe mejor que nadie como me gustan los poemas de amor y en especial Gustavo Adolfo Becker y Fabián Ruiz autor de los poemas de las otras cartas. Además, en esta última, junto a la poesía, me proponía una nueva cita a ciegas. Pero lo que seguía a continuación me tenía descolocada.

 

Ya sé que estás casada y amas a tu marido por encima de todas las cosas pero…por favor no faltes…no te arrepentirás. Tranquila cielo no lo vas a engañar…yo sé que nunca lo harías.

 

Te amo con toda mi alma.

 

Tu misterioso admirador, tu amante secreto.

 

Desde luego una cosa estaba clara y era que no tenía las más mínima intención de engañar a mi hombre aunque…él me estuviera engañando a mí con alguna fulana posiblemente más joven que yo, tal y como había empezado a sospechar esa misma noche. No podría hacerle eso. De ningún modo pensaba acudir a esa cita, lo decidí en el mismo instante en que termine de leerla la primera vez, pero ese viaje misterioso y repentino…es como si me estuviera allanando el camino y además, debía ser sincera conmigo misma, estaba intrigada y mucho, por eso llevaba la carta metida en el bolsillo en vez de haberla quemado como fue mi primera intención. Con una gran confusión mental tomé el teléfono y llamé a Chelsea y a Rose pensado que tal vez, solo tal vez, ellas tuvieran razón. Quizás la carta sí era de Edward y negándome a ir le estaba destrozando lo que fuera que me tuviese preparado. No sabía qué hacer, pero una cosa estaba clara, si al final iba y no era él, me volvería inmediatamente a casa pero eso sí, Edward ya podía tener una buena excusa para dejarme plantada en una noche como hoy.

 

—Oh vamos Bella –me dijo por milésima vez Chelsea desde que había entrado por la puerta de mi casa seguida de Rose –solo una miradita aunque solo sea de lejos no te vendrá mal.

 

—¿Estas sugiriendo que engañe a mi marido Chels? –le dije sorprendida.

 

—No, por Dios, en la vida se me ocurriría eso Bella, lo que sucede es que estoy tan convencida de que el dueño de esas cartas es el mismo Edward que por eso te empujo a que vallas. Quien si no podría mandarte esas cartas tan bonitas, solo él Bella, nadie más que él.

 

—Muy seguras estáis las dos pero ¿y si no es él?, os recuerdo que se ha ido de viaje ¿y si tiene una amante?, no será el primer hombre de su edad que se busca una…más joven que la esposa –les dije poniéndome a llorar de nuevo cosa que no había dejado de hacer desde que las dos habían llegado.

 

—Bella por favor, ese hombre te ama demasiado como para engañarte, besa el suelo por donde tu pisas, te mira de una forma abrasadora, se siente el amor que te tiene a distancia, aparte de ese misterioso viaje ¿qué más motivos te ha dado?, ¿acaso ha dejado de tratarte como la diosa que siempre has sido para él? –me dijo Rose visiblemente enfadada.

 

—Ninguno pero…

 

—Pero nada…ese viaje no existe, es una tapadera, él es quien te ha enviado esas cartas así que deja de decir y hacer estupideces, ponte guapa y acude a esa cita con tu hombre.

 

—¿Y si no es él?

 

—Pues le dejas las cosas bien claras a quien sea y te vuelves a casa a esperar a tu marido que te ama con locura –dijo Chelsea como si todo fuera tan fácil y obvio—. Bella no te enviaría allí sino estuvieras convencida de que es él, analiza las cartas. ¿No son esos tus dos poetas favoritos?, vamos Bella si ni siquiera nosotras sabíamos que te gustaran tanto esos dos poetas, con los años que hace que nos conocemos.

 

—Si…pero…

 

Así que aquí estaba yo, escondida detrás de una esquina esperando a ver si descubría quien era el misterioso dueño de la carta, bueno que tonterías digo, lo que estaba esperando ver era a Edward con un buen ramo de flores en la mano, era la única persona a la que quería ver, con quien quería estar. Pero…no había señales de él. Sin embargo, había varios hombres portando sendos ramos …esperando, ¿sería alguno de esos el que…? estaba a punto de volverme para regresar a una casa de donde nunca debí haber salido, para esperar a que volviera mi marido y encararle sobre la posibilidad de la amante cuando…mi pie piso algo blando. Una sensación de deja vu se apoderó de mí en ese momento, o yo era muy oportuna para pillar una porquería perruna o...

 

—Señora disculpe…creo que lo que hay debajo de su pie es el mío –escuché como me decía una voz aterciopelada que reconocería entre todas las voces del mundo. Me volví lentamente y ahí estaba él, mi pedazo de hombre con el ramo de rosas rojas más hermoso y grande que nunca vi, junto a la típica caja de bombones en forma de corazón y una sonrisa más hermosa aun, de esas que te mandan las bragas a paseo. A pesar de las huellas visibles de la edad en su rostro, seguía siendo para mí el mismo pedazo de hombre del que me enamoré aquel día ya tan lejano en el mismo sitio donde estábamos ahora, La Puerta de Alcalá, desde entonces lo amaba con locura y era ese mismo amor el que ahora veía reflejado en sus preciosos ojos verdes.

 

—Así que…eras tú…el de la carta eras…

 

—¿Y quién mas podría ser mi vida?, soy yo el que te ama como un loco, esta noche y todas las noches que me queden por vivir –me dijo tomándome por la cintura para acercarme a él dándome un beso tan ardiente que mis bragas se colapsaron en el acto.

 

—Que sepas que no iba a venir…no estaba segura de que fueses tu y…yo nunca te engañaría…Rose y Chelsea me obligaron…me decían que eras tú.

 

—Ya lo sé mi amor, te conozco lo suficiente para saber que nunca me serías infiel, como yo tampoco lo sería, ¿cómo pudiste pensar eso cielo?

 

—Bueno tú…el viaje…la emergencia…nunca habías antepuesto el trabajo a mí y claro…me sentí un poco confusa e insegura, me resultaba difícil creerlo pero…perdona Edward, perdona por haber dudado de ti —le dije con mucho remordimiento de conciencia.

 

—Perdonada estás, la verdad es que yo…con mi actitud te di pie a pensar eso…pero que sepas que te amo con locura nunca lo haría mi vida, nunca sería tan tonto de arriesgar todo lo que tenemos, todo lo que hemos construido con tanto amor a lo largo de estos años.

 

—Yo tampoco lo haría, que sepas que Rose y Chelsea me obligaron y... —volví a repetir tercamente.

 

—Ya lo sé mi amor, sé lo testaruda que eres, realmente las compadezco, por eso me inventé el viaje ya que sabía que por más que ellas te insistieran no ibas a venir si yo…bueno…si no tomaba medidas drásticas –me dijo dándome un nuevo beso devora mentes y voluntades.

 

—O sea…que…la emergencia…—le dije cuando me hube recuperado un poquito, pero solo eso un poquito de aquel beso.

 

—¿Y que puede haber más importante que salir a cenar con el amor de mi vida en una noche como esta?, la noche de los enamorados.

 

—¿Y eso de que no solo me quieres esta noche, sino todas, que el amor hay que fomentarlo y mimarlo y…?

 

—Eso mi querida esposa es la única verdad de todas las mentiras que te he dicho hoy –y ahí estaba esa sonrisa torcida de nuevo y yo…yo no tenía bragas de repuesto.

 

—¿Me acompaña mi hermosa dama?, la ciudad nos espera y después de cenar…nos espera nuestro hotel.

 

—¿Has alquilado una habitación en…el mismo hotel?, ¿pero todavía existe?

 

—La misma habitación mi vida…

 

—¿Rose y Chels estaba al tanto de esto verdad?

 

—Hasta del más mínimo detalle, Anthony, Bree y Diego también han sido mis cómplices –y sin más palabras él me rodeó los hombros con su brazo y yo le pase el mío por su cintura y así comenzamos a caminar por una parte de la ciudad que, una vez más, era testigo de nuestro amor.

 

—Gracias Bella –me dijo después de una hermosa noche de amor en donde habíamos tenido de todo. El sexo seguía siendo maravilloso con ese pedazo de hombre…a pesar de los años transcurridos y a pesar de… que ya no estábamos para grandes trotes, pero aun así hacíamos lo que podíamos porque nos seguíamos necesitando como el primer día.

 

—¿Por qué me das las gracias? –le pregunté confundida.

 

—Gracias por haber aceptado la cita a ciegas que te propuso Alice, gracias por aceptarme a mí a pesar del equipaje que traía conmigo, gracias por creer en mí, gracias por dejarme conocerte, gracias por darme esta hermosa vida que he tenido junto a ti, gracias por nuestros maravillosos hijos, gracias por existir mi amor. Y gracias por acudir de nuevo a esta nueva cita a ciegas.

 

—Gracias a ti también Edward, gracias por amarme.

 

No había más palabras que decir, así que nuestras bocas hablaron por nosotros fundiéndose en un apasionado y tierno beso, un beso lleno de amor, de todo el amor que nos teníamos.

 

Habíamos tenido una vida tan plena y feliz que…ninguno de los dos la cambiaríamos por nada. Y todavía nos quedaba bastante guerra que dar, no se crean ustedes porque seguro que nos esperaban muchos momentos mágicos y maravillosos.

 


 

Hola por aquí. Bueno pues ahora sí que está historia ha llegado a su fin, aunque todavía no apretaré el botón de complete, no sin subiros ese outakkes que os tengo prometido. La historia de Esme y de Carlisle. Espero tenerla finalizada pronto ya que meterme en la mente de otros personajes de Twilight que no sean Bella y Edward me resulta complicado debido a que es la primera vez que lo hago.

 

Muchas gracias a todas por vuestros hermosos comentariosdy por estar ahí apoyándome desde el principio de esta locura que empezó siendo un OS que presentaba a un concurso y acabo convirtiéndose en una historia.

 

 

Besos.

Capítulo 28: Perdonar sí, olvidar no es posible

 


 


 
14440113 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10758 usuarios