UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76765
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

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Capítulo 15: El enorme bolso de Renée Swan

 

 

 

DISCLAIMER:

 

Ninguno de los personajes que aparecen en este fic me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

 

Capítulo 15: El enorme bolso de Renée Swan.

Edward Pov.

—Y ahora señora Cullen—¡Dios! me encantaba como sonaba mi nombre refiriéndome a ella, se me iban a hacer muy largos estos meses que quedaban hasta nuestra boda para que eso se hiciera realidad —, antes de proseguir con esta placentera y maravillosa actividad, me vas a decir que ha pasado en el cuarto de baño –le pregunté ansioso por saberlo ya que había visto a las dos hermanastras y a la bruja dirigirse a los mismos baños que ellas y mira que era casualidad ya que esos servicios solo los usaba la servidumbre.

Tumbados en la cama uno en brazos del otro con nuestras piernas enredadas entre sí, Bella me fue contando con todo lujo de detalles la conversación que habían escuchado mientras estaban en el servicio. No me lo podía creer, sencillamente no me lo podía creer, pero por lo visto teníamos un nuevo frente abierto que nada tenía que ver con Cruella y la Madrastra. ¿Todo esto era para conseguirme a mí?, ahora entendía su actitud, siempre detrás , siempre poniéndome en evidencia sin importar donde estuvieran y con quien, como ayer en la fiesta, que delante de Bella Heidi intentaba ponerme caliente por debajo de la mesa ¿caliente ella?, esa zorra no sería capaz de calentar ni el aire del mismísimo desierto.

Y ahora estábamos todos reunidos en el despacho que mi abuelo Marco tenía en la gran Mansión Vulturi. Cayo se puso de todos los colores al oír las noticias y resolvió inmediatamente llamar a su mujer e hijas para confrontarlas. Cuando las dos hermanastras y la bruja entraron por la puerta Esme y Alice se lanzaron hacia ellas furiosas porque sus pretensiones fueran cazarme a mí como si fuera un trofeo. Jasper y Carlisle se encargaron de cogerlas en volandas y llevarlas a su sitio no sin antes recibir diversas patadas en sus partes nobles y no tan nobles pues no se sabían que armas eran más contundentes si sus puños que agitaban en el aire en perfecta sincronización, sus piernas que movían arriba y abajo aterrizando en dicho sea el sitio, o su desatada lengua dirigida contra las tres arpías que se mostraban desafiantes. Pero lo que más me aterrorizó fueron las miradas iracundas que las tres zorras dirigieron a Bella, miradas que helaban la sangre. Pero Bella no se amedrentó se las sostuvo impasible, sin mover apenas una ceja ni hacer el más minino gesto y eso causó un enorme bulto en mi entrepierna al tiempo que un inmenso orgullo se apoderaba de mi corazón. ¡Dios como amaba a esta mujer!, a ver Cullen hijo céntrate que ya sabemos cuánto la amas pero ahora se trata de pillar a unas zorras.

 

—Athenodora, hijas –empezó Cayo con una voz tan sepulcral que congelaba el mismo hielo –mis sobrinas y Bella me cuentan que…

 

—¿Y qué diablos pinta esta zorra, sus padres y sus hermanos en una reunión familiar? –increpó Heidi, yo no pude mas y esta vez fue a mí a quien tuvieron que sostener para evitar que, olvidando que soy un caballero, le saltara todos los dientes de su estúpida cara al putón verbenero de mi prima. Mi abuelo Edward salvó la situación.

 

—Heidi, Bella es la prometida de tu primo y oficialmente de la familia así que tiene tanto derecho como tú a asistir a una de nuestras reuniones al igual que sus padres y hermanos que también son considerados desde ahora como de los nuestros. Además, el tema les afecta directamente ya que parece ser que tenéis un complot contra mi nueva NIETA –añadió recalcando el nieta—. Como os ha intentando decir vuestro padre, ayer las aquí presentes –dijo señalando a las chicas y a Renée – escucharon una conversación entre vosotras que nos ha causado un gran desosiego, enfado, decepción y furia sobre todo mucha furia.

 

—¿Y vais a creer lo que dicen éstas? –contestó una Athenodora con bastante altivez.

 

—Éstas, mi querida nuera, son tu cuñada y tus sobrinas –dijo Marco con una expresión que no dejaba lugar a dudas –además de la madre y hermana de Bella, y ahora si sois tan amables de explicaros.

 

—Pues la cosa es muy sencilla –dijo otra vez Athenodora con mas altivez todavía –es una de mis hijas la que se tiene que casar con Edward no esa…Tanya ni esta…

 

—Tía ten cuidado con lo que dices… —le amenacé apretando los dientes con furia y volviéndome a levantar pero Jasper y Garrett me lo impidieron.

 

—¿Y en que te basas para estar tan segura que una de tus hijas es la que tiene derecho a casarse con mi nieto?

 

—Los Cullen y los Vulturi se casan entre sí, para reforzar la alianza que hay entre las familias y…

 

—¿De qué coño hablas?, ni que estuviéramos en la Edad Media. Eso ya sucedió una vez Renata y yo tenía opción a elegir o decir que no, nadie me obligaba. Ojala hubiera sido de otro modo y fuera Esme la que ocupara su lugar a mi lado –dijo Carlisle mirando directamente a mi madre –pero esta vez no os vais a salir con la vuestra. Nuestras familias están más unidas que nunca ¿no es así papá? –preguntó dirigiéndose a mi abuelo quien asintió—. Estamos en el siglo XXI y mi hijo tiene derecho a casarse con quien a él le dé la gana al igual que yo lo tenía sino hubiera sido por…vuestra intervención. Edward, ejerciendo este derecho, ha elegido a esta hermosa mujer —agregó dirigiéndose a Bella—, y déjame decirte que es una gran elección –añadió ante el sonrojo de mi prometida.

 

—Y si tan convencida estas de que eran tus hijas las que tenían que casarse con Edward querida cuñada –preguntó mi madre con sarcasmo — ¿cómo es que colaboraste con mi hermana para alejarme de aquí y quitarme a mis hijos?

 

—Sabía de sobra cuales eran los planes de Elizabeth desde el principio, es obvio que si la ayudaba ella…me debería un favor. Pero luego se alió con esa mujer y su hijo para…

 

—¡No puedo creer el morro, la desfachatez y la poca ética que tenéis ¿confesáis así tan frescas?, no hay una pizca de vergüenza en algún lado de vuestra conciencia! –chillé desesperado.

 

—Tu hermana, tus primas y esta… —empezó Renata, pero se calló el insulto al ver la cara que yo le ponía –el caso es que nos escucharon claramente. Podríamos negarlo pero sería nuestra palabra contra la de ellas y parece ser que aquí…nuestra palabra no cuenta. En fin…ya pensaremos otra cosa, no te creas que te vas a salir con la tuya bonita –añadió mirando a Bella que volvió a sostenerle la mirada impasible. Mi entrepierna me dio la enhorabuena por la mujer tan valiente que tenía. A ver Cullen estate a lo que estas hijo que esta es una conversación muy seria para que tu miembro ande dando su opinión delante de todo el mundo.

 

—Y menos que va a contar mi querida esposa, te aseguro que a partir de aquí va a contar muy poco vuestra presencia en general y ni se os ocurra mover un solo dedo en contra de Bella porque os estoy vigilando –le dijo Cayo de una forma tan amenazante que por primera vez en todo el rato Athenodora se encogió en el asiento –salid de aquí inmediatamente las tres antes de que os saque a patadas.

 

—Un momento hijo –dijo Marco –no hemos hablado aun sobre el tema de los mensajes. Athenodora, Renata, Heidi, volved a coger un ordenador portátil o de mesa, o un teléfono mas para mandar mensajes amenazantes a Bella y os juro que no veréis un duro de los Vulturi en lo que os queda de vida.

 

—¿Mensajes?, ¿qué mensajes?, nosotras no hemos mandado ningún mensaje a esta…

 

—Tía que no me contengo, ¡CUIDADO CON COMO TRATAS A MI PROMETIDA!

 

—Nosotras no hemos mandado ningún mensaje a nadie –dijo Renata y Heidi lo confirmó. Cayo sostuvo la mirada a las tres durante un largo periodo de tiempo como queriendo ver en sus ojos la verdad de sus palabras. Mi suegro, como buen policía, estaba callado mirándolas impasible y evaluando la situación y lo mismo hacia Emmett.

 

—Están diciendo la verdad padre –es mi esposa y son mis hijas, se cuando dicen la verdad.

 

—Eso mismo pienso yo, tengo mucha experiencia con personas que mienten en mi larga trayectoria como policía y, o son muy buenas actrices, o ellas no tienen nada que ver con los mensajes.

 

—Opino lo mismo dijo Emmett.

 

—Pero seguro que saben quién o quiénes son los autores de los mismos –dijo Esme visiblemente confundida.

 

—Pues no, no lo sabemos cuñadita, no vamos por ahí de niñeras de todo el mundo, nosotras trabajamos por libre. Pero si quieres que te diga la verdad no creo que la estúpida de la hermana de Carlisle, ni su sobrina ni el idiota de su hijo tengan tampoco algo que ver, están muy ocupados intentando sacar a Tanya de donde vosotros la habéis metido. Y además ella es…más cruel

 

—¿Y dices eso por…?

 

—Rebecca y Rachel no amenazan, actúan sin avisar, son muy peligrosas. Por eso no queremos saber nada de ellas aparte de por lo obvio. Nosotras solo queremos separar a Edward de esa…mujer, pero no pretendemos que alguien salga herido muerto en el camino, en cambio Rebeca y Rachel…. De todos modos, ellas juegan a favor de que sea Tanya quien se case contigo, no nos conviene una alianza con ellas.

 

—De verdad que sois frías, calculadoras e inmorales, sobre todo inmorales –chilló mi hermana—, Edward es vuestro primo y…

 

—¿Eso que tiene que ver?, no es la primera vez que los primos se casen entre ellos.

 

—Pero…pero… –decía Alice mirándolas incrédula y la verdad es que todos estábamos así, era prácticamente increíble la cara, el desparpajo y la frialdad que demostraban y sobre todo la falta de ética.

 

—Podéis retiraros adonde yo no os vea –dijo Marco –aquí ya no pintáis nada.

 

—Somos de la familia ¿cómo que…?

 

—Ya no –contestó mi abuelo mirando impasible a Cayo el cual asintió y ordenó a un miembro del servicio que sacara la basura fuera de la habitación.

 

—No te vas a divorciar de mi –decía Athenodora mientras forcejeaba con el criado que la estaba sacando de allí, no os conviene un nuevo escándalo en la familia tan pronto y nunca podrás renegar de tus hijas.

 

—Pero si puedo cortar el grifo y quitaros todos los privilegios –añadió mi tío amenazante y las tres terminaron de abandonar la habitación sin atreverse a decir nada más. Pocas veces Cayo utilizaba ese tono pero cuando lo hacia se te secaba la sangre en las venas.

 

—Pues estamos como al principio –dijo Laurent nada más que hubieron salido –si ellas no ha sido y verdaderamente no hay pruebas de lo contrario, ¿quién diablos manda los mensajes a Bella?

 

—Estoy seguro de que son los Denali.

 

—No hemos conseguido demostrar si son ellos o no todavía primo, están siendo muy astutos. Y además en algo concuerdo con esas tres y es que están muy ocupados en sacar a Tanya de la cárcel.

 

—Pero pueden haber mandado a alguien.

 

—¿Estás seguro de que Jacob Black no tiene nada que ver? –indagó Irina.

 

—No pondría las manos en el fuego pero…no…no lo creo.

 

—De todos modos no vendría mal volver a abrir la investigación sobre él.

 

—Los expertos españoles y los agentes del FBI dijeron que los mensajes provienen de aquí, no tienen su punto de procedencia en España –dijo Emmett.

 

—Eso es cierto pero…abramos de nuevo esa investigación ampliándola, a ver si es que tiene algún cómplice y, por supuesto, sigamos manteniendo vigilados a los Denali –dictaminó Marco.

 

—Edward, perdona por preguntarte esto delante de Bella pero tenemos que atacar todos los frentes –intervino mi suegro pidiéndome perdón con la mirada— ¿no habrá ninguna ex novia celosa a la que hayas dejado plantada…por alguna razón?

 

—Bella es la primera novia formal que tengo –le expliqué –mi familia ya lo sabía de sobra—. Es cierto que salí con chicas, pero fueron citas de una tarde que ni siquiera llego a noche en la gran mayoría, aunque con algunas llegué a durar algo mas y…mantuvimos…esto…una relación –dije mirando a Bella incomodo –pero al final cuando me daba cuenta de que no eran lo que yo quería empezaba a ponerme pesado y bueno…eran ellas las que me terminaban dejando. Pensaba que así era más fácil para… todos…no, no creo que la cosa vaya por ahí.

 

—Y alguna mujer que, al igual que mis hijas o Tanya, te hayan estado persiguiendo o se te hayan insinuado preguntó esta vez Cayo.

 

—No, no que yo sea consciente.

 

—Ufff ese es el problema Edward que si una mujer no se acercaba siquiera a las características de tu mujer fantasma y perfecta, ni te dabas cuenta de que existía aunque se desnudara integra delante de ti, lo que nos deja un frente abierto muy difícil de cubrir –dijo Irina medio en serio medio en broma —perdona prima añadió mirando a Bella, me gustaba que la llamaran prima de esa forma tan natural –pero es que Edward en ese sentido era a veces…exasperante. Siempre le teníamos que avisar de que alguna se le estaba insinuando porque él no se daba ni cuenta y la mayoría de las veces alguna de nosotras tenía que fingir ser su novia para quitársela de encima y él…él… en la última luna del último planeta conocido hasta la fecha.

 

—No era para tanto yo…

 

—Sí hijo sí era para eso y para mucho más.

 

—¿No recordáis a alguna de esas mujeres de las que habláis?

 

—No, no conocíamos a ninguna, todas eran ocasionales, nunca era la misma. Pero…un momento hay una tal…uff no me acuerdo el nombre…siempre está en Nocturno cuando vamos Garrett…

 

—María, te refieres a María -dijo mas que preguntó Garrett

 

—Sí a esa misma.

 

-Ya la recuerdo, es la hermana de Riley, mi encargado. Siempre está pululando por allí a pesar de que le he llamado muchas veces la atención. Siempre va a acompañada de una tal Bianca y no se cual de las dos se pone más pesada con Edward.

 

—A mi no me iban, demasiado frívolas para mi gusto –dije incomodo con la conversación.

 

—Pues yo apostaría mas por Bianca, la tal María se pone muy pesadita con mi Jasper –dijo Alice enfurruñada.

 

—Las recuerdo yo también –dijo Laurent –investigaré a ver que sale.

 

Estuvimos un rato mas hablando sobre el tema hasta que resolvimos que lo mejor era levantar el campamento e ir a enseñarle a Bella mi ciudad, algo que estaba deseando. Aunque mi subconsciente aun no había asumido que Chicago no era la ciudad que me vio nacer, si es cierto que me vio crecer, madurar y desarrollarme como persona y estaba ansioso por compartirla con mi prometida. Rose y Bella subieron a buscar a Rossie que estaba con el ama de llaves de la mansión jugando en la sala de entretenimiento de la casa Vulturi. La pobre niña se había pasado casi todo el fin de semana con Claire una entrañable mujer a la que conozco desde siempre y que se había ofrecido a cuidar de ella ayer en la noche una vez que el anuncio de nuestro compromiso se formalizó, pues no era cuestión de que una niña tan pequeña estuviese levantada hasta tan tarde, a pesar de que había venido todo el camino durmiendo en el avión y menos mal…pensé recordando nuestra incursión en el club de las alturas.

 

La Ciudad del Viento o la segunda ciudad como también se le llamaba, tiene tras de sí una gran y extensa historia que data del siglo XII y hoy en día es considerada como una de las ciudades más dinámicas y multiculturales. En un solo día no daba tiempo a visitar todos los museos que tiene o su Acuario y su inmenso Planetario, así que resolvimos patear la ciudad de lado a lado. Ya tendríamos tiempo de ir a todos esos sitios tranquilamente en nuestras próximas visitas.

 

Vimos la Torre Sears en todo su esplendor y hasta nos atrevimos a subir, mala idea pues los nueve diablos, Rossie, Sulpicia y Renée incluidas, no pararon de empinarse y mirar hacia abajo. Hubo un momento en que Irina y Alice estaban tan asomadas que tenían los pies colgando, cosa que a los demás nos puso muy nerviosos, sobre todo a Jasper, Laurent y Charlie que no estaba acostumbrado al trajín de estas mujeres. Hasta llegó a comentar algo así como, madre mía, seis más como las que ya tengo, ¡qué horror!

 

Después de eso fuimos a que vieran Millenium Park, edificado en los terrenos del parque Grant y que estaba cerca de mi apartamento. La verdad es que irse de Chicago sin haber visto este hermoso espacio ganador de varios premios es un autentico crimen. Estuvimos paseando un rato por él, bueno, con los diablos quien dice paseando, dice corriendo y evitando algún desastre ecológico o artístico de dimensiones considerables. Y no se quienes eran peores si las dos mayores, o sea, Renée y Sulpicia, la que les seguía, es decirse mi señora madre Esme, la más pequeña, o sea Rossie o las del medio. Lo cierto es que juntas formaban un grupo compacto cuyo ritmo era difícil, muy difícil de seguir.

 

Almorzamos alegremente en un moderno restaurante junto al Lago Michigan entre risas, bromas, botellas que salían volando, y en fin…que como siempre, tuvieron que armarla.

 

—Bella, ¿tú que comes?, mi salmón esta buenísimo mira ¿quieres un trozo?

 

—Sí porque no –y ya tenemos a mi Bella levantada de la mesa y rodeándola para llegar al otro extremo donde una muy solicita Kate sostenía un tenedor para que probara el salmón.

 

—Umm, esta buenísimo ¿quieres tu un poco de mi asado?

 

—Sí porque no –y ya tenemos a Kate detrás de Bella rodeando de nuevo la mesa para probar el asado de mi novia pero antes hicieron un alto en el camino.

 

—Yo también quiero probar el asado, ¿alguien quiere pollo? –y ya tenemos a todas de pié haciendo cola frente al sitio de Esme para probar el pollo de la susodicha.

 

—Esperad que voy con vosotras a probar el asado.

 

—Si yo también voy…

 

—Y yo –y ya tenemos a los ocho diablos, Rossie era la única que se mantenía quieta en su sitio, de pie y estorbando el paso de un camarero al que habría que darle un premio a la santa, santísima paciencia.

 

Los postres fueron una debacle, la una quería probar la tarta de chocolate de la otra; la tercera la tarta de fresas de la cuarta y todas, la tarta de manzana que estaba buenísima. Resultado, ocho mujeres y una niña de pie, en medio del restaurante dando vueltas por la mesa degustando el improvisado buffette. Y ya tenemos a ocho hombres desesperados intentando que se sentaran antes de que alguien llamase al dueño del local y nos echase de allí. Bueno ocho no, Emmett como siempre estaba en medio del jaleo y mi tío Aro, fiel a su estilo, se doblaba de la risa sin moverse un centímetro de su asiento.

 

—Podríamos alquilar una lancha y navegar por el Lago, propuso Alice en un momento en que conseguimos que todas, niña incluida, estuviesen sentadas más de dos segundos.

 

—Vale, por mi de acuerdo –dijo mi padre muy serio –solo pongo una condición y es que todo el mundo vaya sentado.

 

—Oh papá que críptico eres, claro que vamos a ir sentadas, ¿por qué se supone que íbamos a ponernos de pie?, de verdad que poca fe nos tenéis –y todos rodamos los ojos, bueno todos no, seis hombre desesperados rodamos los ojos ante el comentario ya que Emmett y mi tío parecían estar en alguna galaxia muy, muy lejana.

 

Al final, y ante la imposibilidad de entrar todos en una lancha, alquilamos dos. Una para que montaran las chicas y otra para los chicos. Ufff ¡que el cielo nos proteja!, pensé recordando las barcas de la casa de campo. Como dato curioso diré que Rossie de nuevo se las apañó para venir en la barca con nosotros, chica lista sí señor.

 

—Esto…ummm, ¿sabéis como funciona esto? –preguntó dubitativo Carlisle, a lo mejor deberíamos…

 

—Que tonterías, no es la primera vez que montamos en una de estas, tan difícil no es, os hemos visto hacerlo millones de veces, solo hay que darle aquí y… y no le dio tiempo a decir mas ya que la lancha salió disparada hacia delante dejándonos pasmados en el sitio. Cuando reaccionamos nos fuimos detrás de ellas antes de que un desastre marino de dimensiones considerables tuviese lugar en el siempre apacible Lago Michigan.

 

Conseguimos alcanzar su embarcación que curiosamente había descendido la velocidad e iba surcando tranquilamente las aguas del lago, así que por primera vez en el día me relajé. Cerré los ojos y escuché el canto de los pájaros, el ruido del agua al ser cortada por las hélices, las risas y bromas de los demás, las risas de la niña ante los chistes de su padre y de su abuelo, los consejos de Laurent para conducir mejor una barca de estas, un disparo…un momento ¿un disparo?, abrí mis ojos aterrado para ver a mis ocho diablos tendidas sobre la lancha en actitud protectora unas con otras. Bella estaba en primer lugar dándolas instrucciones con una frialdad increíble, una vez más conseguía sorprenderme con esta maravillosa mujer. Y mi erección, a pesar de las circunstancias estuvo de acuerdo, ¡que oportuna!

 

—Vamos a acercarnos todo lo más que podamos –dijo Charlie Swan tomando el mando de la situación y ordenando a su nieta que se tumbara en el suelo y no se moviera de ahí. El jefe Swan, sacó dos armas, una que debía llevar con una pistolera atada al pecho y otra de la bota. Una me la dio a mí. Emmett también saco otras dos y le dio una a Jasper. Cuando nos acercamos a la lancha de las chicas, vimos como Renée Swan extraía del enorme bolso que traía, un buen montón de revólveres como quien saca bocadillos para un picnic y los fue repartiendo entre todos los diablos como quien reparte los susodichos bocadillos. Ninguna de ellas hizo ascos al arma que tenían entre manos, excepto Sulpicia , muy por el contrario la cogieron con manos expertas y empezaron a disparar. Curiosamente las mas diestras eran Bella, Alice y Rose quienes apuntaban con bastante acierto hacia otra lancha que estaba detrás de nosotros y de donde provenían los disparos. ¡Que el cielo nos proteja!, ¡mis diablos armados y una lancha disparándonos en la distancia!

 

—¿Se puede saber que hacen tu hija, su amiga y tu nuera con una pistola? –chilló más que pregunto Charlie Swan desde la lancha de al lado —¿y de donde has sacado tantos revólveres?, ¿has asaltado una armería? no tenéis licencia

 

—Eso mismo me gustaría saber a mi Alice –agregó Carlisle.

 

—No creo que sea momento de pedir explicaciones, pero pregúntale a tu hijo.

 

—Mamá tú me obligaste yo…

 

—Sí, sí ya sé que te obligué pero tú no pusiste mucha oposición, argumentaste que debido a vuestro trabajo teníamos que saber defendernos por nosotras mismas por si acaso…

 

—Recuerdo que eso lo dijiste tú.

 

—¿Alice y tú que excusa tienes?

 

—La misma, él dijo que una amiga suya no debería ir por ahí sin saber defenderse –agregó mi diablo numero uno disparando aquí y allá con bastante precisión.

 

—¿Ehh?, eso lo dijiste tu…yo solo...

 

—Y que mas da quien lo dijera –dijo Rose de pronto rodando los ojos al tiempo que disparaba hiriendo a uno de los ocupantes de la otra lancha –creo que lo importante ahora es que ese vehículo de allí –dijo desviando el arma hacia nosotros lo que hizo que nos agacháramos con mucha rapidez para evitar incidentes desagradables — nos está disparando y ese otro de allá —dijo apuntando el arma hacia un indefinido horizonte pasando por encima de nuestras narices lo que nos obligo a agacharnos aun más —viene con ganas de hacer lo mismo –y observé con pavor que efectivamente otra embarcación venía directo hacia nosotros. Empecé a disparar al segundo barco junto a Emmett y a Charlie mientras, los ocho diablos armados se encargaban de la primera. Observe con asombro que mi tío, Laurent y mi padre también portaban armas al tiempo que Garrett intentaba mantener a flote la embarcación, ¿de dónde habían sacado las armas?, ¿desde cuándo le hacíamos la competencia a Al capone y Bugsy Siegel?

 

—Kate, Irina, ¿cuál es vuestra excusa? –preguntó entonces Aro sin dejar de disparar a diestro y siniestro.

 

—Nosotras… Alice nos enseñó. Nunca pensamos tener que poner en práctica la enseñanza solo lo hacíamos por divertirnos, era relajante —¿Alice las enseñó?, ¿lo hacían por divertirse?, ¿era relajante?, en vez de leer, ir al spa o de compras ¿ellas aprenden a disparar para divertirse y relajarse?

 

—¿Y cuando fue eso que no nos habíamos enterado? —preguntó Laurent poniendo en palabras mi siguiente pensamiento?

 

—Oh…sabíamos que no ibais a estar de acuerdo, sois tan crípticos, así que lo hicimos a vuestras espaldas –muy típico de los diablos sí señor.

 

—¿Y tu mi querida esposa?, ¿qué me dices tú?

 

—¿Yo?, nada, no tengo ni idea de cómo se usa esto así que mejor voy a sustituir a Esme en el timón –dijo dirigiéndose a trompicones hacia la parte de delante. Sabía decisión sí señor.

 

—Esme, ¿estás segura de que sabes usar eso? –preguntó Carlisle.

 

—No, pero lo vamos a averiguar ahora mismo.

 

—No creo que… —prosiguió Carlisle

 

—Por dios cállate que me desconcentras –le cortó Esme empezando a disparar a todo lo que se movía que en este caso era un pobre pez que se había atrevido a asomar la geta para ver que se cocía —¿por qué no os preocupáis por disparar y no dejáis a nosotras hacerlo tranquilas?

 

—Espero que tengáis licencia de armas –siguió Charlie Swan impertérrito regañando a su mujer –no me gustaría que…

 

—Oh por Dios quieres callarte y disparar –dijo Renée –claro que tenemos licencia de armas, tú mismo nos las sacaste.

 

—¿Yoooooooo?, ¿cuándo? y ¿de dónde has sacado tantas?, ¿has robado en alguna armería? –volvió a repetir el hombre la pregunta a todo esto sin dejar de disparar.

 

—De tu muy extensa colección mi querido marido, no creerás que iba a venir a Chicago desprotegida sabiendo la que estaba cayendo.

 

—¿Te has atrevido a tocar mi colección?, algunas son armas únicas y muy caras.

 

—No creo que sea momento de ponerse en plan quisquilloso con lo que tenemos encima, no sé, digo yo –terció de nuevo su mujer mientras que los disparos seguían y seguían y las lanchas volaban por las azules aguas del lago persiguiéndose unas a otras.

 

—¿Y las demás tenéis permiso de armas?

 

—Sí, pero mejor no preguntéis como conseguimos sacarlos –contestó Irina –ya sabéis yo…mi profesión.

 

—No, casi mejor que no quiero enterarme.

 

—Pero queréis dejarnos en paz todos de una vez y estar a lo que tenéis que estar –dijo de nuevo Rose –el enemigo está allí dijo señalando hacia el frente con el arma lo que provoco que todos nos agacháramos de nuevo.

 

—Hay que intentar atinar al depósito de gasolina –escuché a una muy resuelta Bella que se dirigía a su madre, a Alice y a Rose, mientras Sulpicia se dedicaba a acelerar la lancha para intentar huir de su perseguidor y a estas alturas íbamos tan rápido que las embarcaciones casi no tocaban el agua –si consiguiera subirme al asiento sin caerme –dijo de nuevo Bella— Kate, Irina, ayudadme por favor –y observe más aterrado aun como mi Bella, aquella chica torpe y patosa que había conocido cayéndose en un autobús, sujetándose…a donde buenamente podía, y que era incapaz de mantener el equilibrio sobre nada que se moviera, se subía a uno de los asientos del barco ayudada por una más que resueltas Irina y Kate. Una vez subida en el asiento, puso un pie en el borde de la embarcación y apuntó con precisión hacia la lancha atacante. ¡Por Dios mi erección! Irina y Kate la sujetaban pasando una de sus manos por debajo del culo mientras que con la otra seguían disparando. La postura era muy peligrosa ya que podían caer ante cualquier maniobra brusca del barco. Pero el hecho de ver a Bella así en esa posición, con sus piernas tan abiertas, pistola en mano, hizo que mi cuerpo reaccionara como siempre reacciona ante Bella, y en medio de la tragedia mi erección empezó a hacerse notar. ¡Ay Dios, mi pobre erección!, pensé de nuevo, haz el favor de calmarte Cullen es que ni peligrando tu vida dejas de ser un loco pervertido. Mientras, las cuatro embarcaciones surcaban a la velocidad del viento las ya no tan tranquilas aguas del lago.

 

Los disparos se oían por doquier, en ese momento una bala alcanzaba a Jasper en el hombro que caía al suelo con un ruido sordo, Aro acudió en su ayuda mientras yo me posicionaba delante de ellos disparando y protegiéndoles a la vez con mi cuerpo. Emmett, sujeto por Garrett y Carlisle, hacía la misma maniobra que Bella intentado alcanzar el depósito de la embarcación enemiga. Yo seguía disparando con mi arma hacia la lancha que nos atacaba a nosotros y agradecía internamente el entrenamiento militar que había recibido durante algunos meses en la universidad. Una manera como otra cualquiera de liberarme de la presión de los estudios y de la que ejercía una supuesta madre empeñada en casarme con Cruella. Allí fue donde conocí a Laurent y a Jasper por lo que no me sorprende que estuvieran disparando igual de seguros que yo. Pero sí me llamaban la atención Aro y mi padre que sabían perfectamente lo que tenían entre manos. ¿Dónde y cuándo habrán aprendido?, Garrett seguía intentando conducir la embarcación a toda pastilla para que esta no zozobrara.

 

Una fuerte explosión se oyó y vi con horror como la lancha que atacaba a las chicas se había posicionado muy cerca de ellas. Bella en ese momento había conseguido alcanzar el depósito de gasolina haciendo que la embarcación explotara pero la onda expansiva las había alcanzado lanzándolas a todas al agua. Acercamos nuestra lancha, que Charlie había ordenado separar un poco para protegernos mejor, a fin de ayudarlas a subir a bordo pero los disparos de la otra embarcación, ahora dirigidos a las mujeres en el agua, no nos dejaban. Charlie ordeno dejarlas en remojo y seguir disparando. Consciente de que debía neutralizar esos disparos con los míos propios empecé a lanzar balas contra la lancha enemiga con todas mis fuerzas, pero fue Emmett el que consiguió alcanzar también el depósito causando una nueva explosión cuya onda expansiva esta vez no nos llegó.

 

Nos acercamos a las chicas y poco a poco comenzamos a subirlas a bordo. Alice al ver que Jasper sangraba mucho del hombro se precipitó hacia él con lágrimas en los ojos. Si hay algo que lograba asustar a este diablillo pequeño e hiperactivo era que Jasper, su Jasper, se encontrase en algún problema y la entendía ya que yo mismo me lancé hacia Bella estrechándola entre mis brazos todo lo fuerte que podía, cerciorándome de que no estuviera herida. Amaba a esta hermosa, maravillosa y valiente mujer, más que a nada ni a nadie en este mundo y me moriría si algo malo le sucediese. Todos los demás hicieron lo mismo con sus respectivas parejas. En ese momento llegaba la autoridad competente y una lancha medica que atendió a Jasper. Llegaban tarde, pero llegaban. Habían recogido en su barco a los supervivientes de los otros vehículos, varios hombres y dos mujeres a los que no conocíamos de nada.

 

—Por un momento creí que nos habíamos tele transportado a los años 20 –dijo el policía al que seguro que le tocaba hacerse el gracioso —¿nos pueden decir que ha pasado?

 

—Pregúnteselo a ellos –contesté dirigiéndome hacia los delincuentes que yacían esposados en la lancha, dos de ellos, malheridos también, estaban siendo atendidos por médicos de urgencias.

 

—Supongo que todos tendrán licencia de armas.

 

—¿y usted que cree? —contestó Renée apuntando con el arma al pecho del pobre policía como si se tratara de su dedo –soy la mujer del Jefe de la Policía de Forks y estas son mi hija, mi nuera y su cuñada, y estas de aquí las primas, la suegra y la tía de mi hija.

 

—Además no somos nosotros los delincuentes, nos han atacado y hemos actuado en defensa propia –añadió Esme puesta en jarras y muy segura de sí misma.

 

—Eso es en defensa propia –apoyó Irina –aquí mi prometido y yo somos abogados.

 

—Mejor será que lo aclaremos en comisaria ¿no les parece? –dijo el pobre hombre cada vez más encogido y esto…er…señora…baje por favor la pistola es que…la carga el diablo…ya sabe… —añadió mirando a Renée que seguía con la pistola apuntado hacia su pecho.

 

—No está la cargué yo misma hoy por la mañana al igual que el resto, el diablo no tiene nada que ver aquí –dijo mi suegra mirándole directamente a la cara.

 

—Esto…bueno…vamos a la comisaria –contestó el agente rascándose la cabeza –desde luego si había alguien que superaba en ingenio a la hora de tratar con la autoridad competente a mi señora madre, esa era Renée Swan. Emmett y su marido, éste último rodando los ojos desesperado, se acercaron al agente de policía y le enseñaron sus respectivas placas. El agente se cuadró delante de ellos y enseguida cambio su actitud pero eso no nos libró de tener que acompañarlos. Las cosas parecía que se habían suavizado tras la intervención de mi cuñado y mi suegro, pero Irina, como buen abogado no podía dejarlo estar.

 

—¿Y de que se nos acusa exactamente para tener que ir con ustedes a la comisaria como si fueranos gánster? –preguntó Irina poniéndose en modo profesional.

 

—De nada, señora, de nada, pero han protagonizado ustedes un tiroteo en toda regla en un lugar lleno de turistas y creo que es algo que debemos aclarar, pero no se les acusa de nada.

 

—Señorita si no le importa y ya sabe que somos abogados y conocemos nuestros derechos y…

 

—Irina cielo, ellos ya lo saben créeme, ¿por qué no vamos con ellos?, ya sabes cuando antes lo aclaremos…

 

—De acuerdo pero ya sabe tenemos derecho a permanecer callados, hacer una llamada, tenemos derecho a… —e Irina ante la mirada de asombro de los dos agentes de policía empezó a recitar ella misma nuestros derechos. A ver querida prima, ¿qué parte de no estás detenida no entiendes?

 

Declarar en la comisaria fue toda una proeza ya que había ocho mujeres queriendo hablar todas a la vez y una niña que se supone tenía que estar aterrorizada comiendo un donuts de chocolate tranquilamente en un rincón. Charlie intentaba en vano calmarlas, a la vez que tres, muy bien uniformados, agentes de la policía intentaban también sin éxito poner orden.

 

—Orden, señoras, un poco de orden por favor –rogaba el policía desesperado.

 

—Señoritas si no le importa, bueno estas cuatro sí son señoras pero las demás…

 

—Vera usted señor agente, estábamos tan tranquilas en nuestra lancha alquilada cuando un disparo nos sobresaltó y nosotras ¿que íbamos a hacer?, pues defendernos. Eso es, defendernos, todo ha sido en defensa propia. Además ¿dónde estaba ustedes?, si hubieran estado donde tenían que estar no hubiéramos tenido que defendernos así que…

 

—O hablan de una en una o les juro que las detengo a todas.

 

—¿Ah sí?, ¿y con qué cargos?

 

—Obstrucción a la justicia, desobediencia, escándalo…

 

—Nosotras no estamos obstruyendo nada solo estamos colaborando sino fuera usted tan obtuso.

 

—¡Oficial!, acompañe a las señoras a una celda…vacía…si es posible. Sobre todo procure no mezclarlas con las otras dos que henos detenido, las que iban en la otra barca.

 

—Esto es abuso de autoridad.

 

—Les va a caer una demanda que se van a enterar.

 

—No sabes ustedes con quienes está hablando.

 

—Mi padre es Marco Vulturi.

 

—Y mi abuelo…

 

—Y el mío…

 

—Y yo soy una Cullen…

 

—Yo la esposa del Jefe de Policía de Forks…

 

—Y yo su hija…

 

—Yo su nuera…

 

—A mí como si son ustedes descendientes directos de los Romanov.

 

—¿Y esos quiénes son?

 

—Los zares rusos mamá parece que has nacido ayer.

 

—Ahh pues no tenía el gusto de conocer el apellido. ¿Son de por aquí?

 

—No mamá, ya te digo que eran rusos y se los cargaron hace mucho tiempo.

 

—Ahhhhhhh, pobrecillos. ¿Y murieron todos?

 

—No parece que una se salvo, no recuerdo el nombre…

 

—No pensará dejarlas detenidas –pregunto un muy beligerante Emmett mientras veíamos impasibles como nuestra mujeres y sus desvaríos desparecían por la puerta, no ha hecho nada, son inocentes, únicamente se han defendido. Yo soy miembro del…

 

—Créame señor no pretendo que se queden con nosotros ni un segundo más del necesario, en realidad les voy a suplicar que se las lleven lejos cuando esto termine, solo quiero aclarar lo sucedido. Jefe Swan, ¿es usted tan amable de hacerse cargo…? es mi obligación hay gente herida y… —como si no lo supiéramos dije mirando a Jasper que estaba sentado en una de las sillas con el brazo en cabestrillo. Afortunadamente la bala había entrado y salido por lo que su herida no revestía gravedad, aunque si era necesario que acudiera a un hospital cuanto antes pero el muy cabezota se había empeñado en acompañarnos.

 

De uno en uno y en un perfecto orden, dirigidos por Charlie, fuimos relatando al paciente oficial de policía los hechos desde nuestro punto de vista tal y como los habíamos vivido. Les hablamos también de las dos brujas que pasaban unos días de vacaciones por cuenta del Gobierno español y de los mensajes a Bella.

 

—¿Por qué no lo había denunciado antes?

 

—Lo hemos hecho agente, ante la policía española, llámela si quiere este es el teléfono del detective español que lleva el caso y mis propios compañeros están también investigando, como le he dicho antes pertenezco al servicio secreto. Aquí no nos había pasado nada digno de denunciar, hasta ahora –le dijo Emmett

 

—¿Y no piensa que estos ataques tengan algo que ver con su trabajo?

 

—Todo puede ser, en España mi familia lleva protección a todos lados pero aquí…no la consideré necesaria. Me la ofrecieron tanto la agencia como el futuro suegro de mi hermana aquí presente pero…lo denegué, mi padre es policía, yo también, pensamos que no haría falta.

 

—¿Y dice que un tal Jacob Black esta acosando a su hermana desde hace tiempo?

 

—Si señor así es –contestó Emmett muy pacientemente.

 

—Y su madre, que resulta que no es su madre –añadió dirigiéndose a mí —está en la cárcel junto a una prometida que tampoco lo era por secuestrar a su prometida real y a su prima –convendrán conmigo en que esto es un lio enorme con la categoría de culebrón –dijo el oficial rascándose de nuevo la cabeza.

 

—Si es un lio muy gordo pero ya le digo que el servicio secreto esta…

 

—Señor Swan –empezó a decir el agente visiblemente ofendido —¿no nos cree capaces de solucionar un problema así?

 

—Claro como no lo van a ser, yo soy compañero suyo, soy el Jefe de la Policía de Forks como ya sabe ¿no cree que podemos arreglar esto entre…compañeros?, no hemos hecho nada, nos ha atacado.

 

—Jefe Swan –dijo el policía hablándole con el respeto debido a su rango –nadie ha dicho que hayan hecho nada, solo pretendemos aclarar el asunto, uno que está muy enredado si me permite. Mucha gente podía haber salido herida o muerta en el día hoy.

 

—Soy consciente de ello, Pero no es nuestra culpa, solo nos hemos defendido y…

 

—Lo sé al igual que sé que hay alguien empeñado en que no se case con la mujer que está en una de las celdas junto a las demás, señor Cullen –y descubrió el petróleo, una hora en la comisaria para llegar a esa lógica deducción. Iba a contestarle lo que pensaba cuando mis dos abuelos aparecieron y fue mágico, todo se solucionó en un segundo. La policía nos dijo que iban a hacerse cargo del caso aquí y a investigar quien o quienes habían mandado el tiroteo. Nos aseguraron que interrogarían a los detenidos hasta que hablasen y nos mantendrían informados. Las armas, que habían sido requisadas al entrar en comisaria menos la de Emmett y mi suegro, nos fueron devueltas. En ese momento me enteré que las de Aro, Laurent y Carlisle pertenecían también al jefe Swan y que habían llegado a ellos por cortesía de Renée Swan, ¡por Dios santo que mujer más… explosiva! Las chicas salieron de su encierro dejando clara su opinión sobre la hospitalidad de la policía de Chicago y, tirando de ellas, salimos de ahí.

 

Cansados y doloridos volvimos a la Mansión Cullen para pasar nuestra ultima noche allí, no sin antes pasar por el hospital para que atendiesen a Jasper en condiciones. En realidad íbamos a volver a España esa misma noche porque al día siguiente teníamos que trabajar, pero ante lo sucedido resolvimos quedarnos y al día siguiente el avión de la compañía nos llevaría a Madrid. Haría primero una escala en Forks para dejar a mis suegros y luego pondría rumbo a España.

 

Cuando entré a la habitación tomé a Bella en mis brazos, la empujé contra la pared y empecé a besarlas con ímpetu, con necesidad, con ansias. En ese mismo instante fui consciente del peligro que habíamos corrido y me sentí culpable.

 

—No sé qué hubiera hecho si algo te hubiera pasado –le dije entre beso y beso

 

—Yo tampoco lo sé.

 

—Te amo tanto Bella, no te imaginas cuanto, no habría podido seguir sin ti a mi lado. Mi cuerpo, mi mente y mi alma se han acostumbrado a ti, te pertenecen –mi boca seguía repartiendo besos por doquier, su cuello, su mandíbula, sus hombros, sus pechos en donde me entretuve un buen rato degustándolos, deleitándome con su dulce piel.

 

—Me hago cargo, a mi me pasa igual –decía mi Bella estremeciéndose con mis besos y enredando las piernas en mi cintura.

 

—Vamos a la cama mi amor, déjame demostrarte lo mucho que te quiero. Voy a pedirte perdón con mis besos por todo el estrés que has tenido que pasar por mi culpa—. A esas alturas la ropa ya había volado de nuestros cuerpos formando el típico montón en el suelo. Tumbé a bella en el lecho y la penetré tan fuerte que los dos gemimos de la impresión. Cuando me acomodé empecé a moverme con ímpetu, con prisas, con rudeza. Ella me respondía con la misma intensidad y así entre beso y beso, envite y envite, nos dijimos sin palabras la angustia que habíamos pasado por la suerte que podría correr el otro en aquellos momentos tan difíciles.

 

Yo la decía con la mirada que me sentía culpable por la situación al fin y al cabo todo era por conseguirme a mí, ella me contestaba con los ojos que no tenía la culpa y me hacía sentirme mejor, mucho mejor. Mientras nos íbamos saciando el uno del otro.

 

En ese momento crucial de todo encuentro amoroso, cuando el orgasmo llega, tuve claro que no podría sobrevivir sin Bella, ni ella sin mí. Éramos dos partes de un todo, ella era como la sangre que llamaba al vampiro sediento de ella, como la luz de un faro en la distancia que marca el camino al navegante perdido, como el sol radiante que sale después de una negra noche de tormenta, la brújula que guía mi camino, nunca podría saciarme del todo de mi Bella, mi complemento…mi mujer perfecta.

 

La mañana nos sorprendió como siempre lo hacía, amándonos, acariciándonos, disfrutándonos…

 

Nos duchamos lavándonos el uno al otro y provocando la reacción inmediata de nuestros cuerpos. Después nos vestimos y fuimos al encuentro de los demás para volver a nuestro país. Las chicas y Sulpicia nos dijeron que querían ir a despedirnos pero que antes Esme debía pasar por el periódico para dejar resuelto un asunto de redacción.

 

Cuando llegamos al periódico, custodiados por un montón de guardaespaldas, presenté a Bella a todos mis compañeros y todos la recibieron gustosos y alegres saludándola con amabilidad. Todos menos dos, Jessica, mi antigua secretaria y Lauren la secretaria de Esme, ¿qué les había hecho mi Bella para que la miraran con tanto odio?

 

Capítulo 14: Una Fiesta diabólica Capítulo 16: Apagón y control de aduanas

 


 


 
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