UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76756
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

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Capítulo 12: Sobreviviendo a los suegros

 

 

  

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en este fi me pertenecen son propiedad exclusiva de S. Meyer.

 


 

Capítulo 12: Sobreviviendo a los suegros

 

Pov Edward

 

Y el tiempo fue pasando inexorablemente.  Los días fueron cediendo su puesto a las semanas y las semanas a los meses, cuando me quise dar cuenta Bella y yo llevábamos cuatro meses de noviazgo, cuatro maravillosos meses en los que había habido de todo.

Cruella y la madrastra recibieron una visita de Cayo quien, siguiendo las órdenes de Marco, les informó oficialmente que no podrían  contar con la familia para nada pues su padre sentía tal decepción que hasta estaba valorando la posibilidad de desheredarla. Por su parte papá Eleazar y mi prima Rachel estaban intentando extraditarlas a Estados Unidos  para ser juzgadas  allí, pero estaba claro que el poder de Rachel Denali era muy limitado sin el apoyo  de su  abuelo Edward,  el cual también se negaba a ayudarlas y había instado a Carlisle a darse prisa con el divorcio. Realmente le molestaba tener a una delincuente en la familia. Por tanto, las dos se habían quedado solas y solas tendrían que salir del lio en que se había metido porque nosotros únicamente nos limitaríamos a acudir a declarar cuando nos llamasen en el juicio.

 Una vez cumplida esa misión mi tío se pasó por la redacción del periódico para ver con sus propios ojos cómo iban las cosas y si el gasto de dinero estaba justificado. Lo cierto es que el periódico iba viento en popa. El volumen de ventas era muy bueno  a pesar de la situación  económica que atravesaba el país y la poca afición que la gente tenía a la lectura por culpa de internet. Bella decía que era porque utilizábamos un lenguaje humano, cercano al pueblo y lo ilustrábamos con imágenes y fotografías facilitando su lectura. La idea había surgido de Esme durante el tiempo que estuvo aquí y he de reconocer que era todo un éxito. Ahora estábamos poniendo en práctica otra de sus ideas, la sección on line del periódico y para eso había hecho venir a Peter y Charlotte nuestros expertos en ese campo.

Bella cumplía con su trabajo a las mil maravillas, aquellas famosas elecciones habían pasado y un nuevo partido gobernaba el país. Bella lo había hecho tan bien que hasta el mismo Cayo la alabó y recibir una alabanza de Cayo, que no se casaba con nadie, era una novedad. Resultado, a instancias mismas de mi tío Bella quedo encargada de la sección de política nacional. Cuando se disponía a protestar  Cayo sostuvo impasible  que a él le importaba  un comino que fuera la novia de su sobrino, a él le importaba el trabajo y su rendimiento era excelente. Ante la seriedad de sus palabras, Bella decidió callar. Por otro lado mi tío me felicitó por la elección de novia que había hecho y eso me llenó de orgullo, Bella había superado el peor obstáculo de todos.

Athenodora, Renata y Heidi, eran otro cantar. Mi tío les había prohibido expresamente ayudar a su cuñada y a Tanya pero aun así estaba claro que de una forma o de otra estaban confabuladas con Rachel y Eleazar aunque no conseguían nada de nada.  Y no era la primera vez que me llamaban por teléfono para decirme lo que pensaban de mi novia y de que consintiese en tener a mi madre y mi prometida formal en la cárcel. Ni que decir tiene que mi contestación fue contundente: la única madre que conozco está libre como un pájaro y trabajando para sacar adelante un periódico; Esa mujerzuela ni era mi prometida ni era nada mío solo un grano que me salió hace tiempo en el culo y que por fin se reventó;  y por supuesto les advertí que como me dijeran una sola palabra más en contra de mi Bella se arrepentirían pues no se lo iba a consentir.

Mis cuatro diablos venían algún que otro fin de semana a visitarnos acompañadas de sus parejas y de Carlisle al que cada día se le veía más unido a Esme. Ni que decir tiene que protagonizaron muchas escenas divertidas y cómicas pero una de las que merece la pena mencionar fue en el Museo de la Ciudad. En una de las plantas hay una maqueta al natural del interior de un autobús antiguo, con unos asientos seguramente más viejos que nosotros. Dirigidas por Emmett, se sentaron en ellos y se pusieron a cantar a voz en grito la famosa canción “en el auto de papá” y así estuvieron haciendo el indio hasta que apareció, como no, el guardia de turno para poner orden y concierto. 

No sé si mencionar a Jacob Black porque cada vez que pienso en él me pongo de mal humor. Ese chucho asqueroso e inmundo estaba llegando al límite de lo que mi paciencia y control podían llegar a aguantar. Por más lejos que lo había puesto de mi Bella él siempre encontraba la manera de acercarse a ella, de acosarla, de perseguirla. Lo cierto es que la presencia de Sam me venía muy bien pero aun así…

Lo más divertido era la forma en la  que Bella se escapaba de él. De hecho yo creo que sus posibilidades de tener niños descendían un poco más cada vez que osaba acercarse a ella.

 

Y como digo así pasaban los días las semanas y los meses. Yo ya estaba preparándolo todo para  sorprender a Bella y pedirla aquello que estaba deseando pedirle y ella estaba deseando oír, aquello que en realidad ya le había   pedido esa vez en la ducha y a lo que ella ya me había respondido que sí, pero tenía que hacer las cosas bien Bella no se merecía menos.  Pero antes teníamos que superar un nuevo reto, Charlie y Renée Swan venían a visitarnos.

Y para preparar la llegada de tan insignes visitantes, Rose y Bella fueron al supermercado para tener la despensa bien provista ya que una de las manías de Renée era la de cocinar ella misma, rechazando por sistema que la sacasen a cenar  a ningún sitio. Lo más curioso, la expresión de las dos cuñadas mientas me lo contaban, realmente no sabría descifrarla.

Llegamos al súper y cogimos uno de los carritos para ir almacenando los artículos que comprábamos. Pude observar que las dos eran muy minuciosas ya que ponían todo muy colocadito, la leche y los botes de zumo todos juntos, los geles y productos de limpieza en otro lado, las latas amontonadas unas encima de otras, el pan arriba para que no se aplastase al igual que la bollería y las galletas. Hicieron el recorrido del súper con mucha disciplina, yendo desde un extremo al otro siguiendo un correcto y perfecto orden. Cuando llegamos a la caja para pagar, todo fue de la misma forma, Bella y Rose pusieron los artículos todos bien colocados para que a la hora de guardarlos quedaran de esa manera, lo de más peso primero y lo de menos peso arriba. Pero la cajera no estaba de acuerdo y empezó a pasar los artículos por la caja sin orden ni concierto causando un caos total. Bella y Rose no se amedrentaron y con mucha calma y paciencia lo fueron poniendo todo en su orden correcto. Consecuencia, la cola de la mencionada caja había alcanzado una dimensión considerable,  la gente se empezaba a cansar y algunos así se lo hacían saber, pero Bella y Rose no se  amedrentaban ni un poco. La cajera hastiada les pidió por millonésima vez que por favor le dieran o dinero en metálico o la tarjeta para pagar ya que si no totalizaba una cuenta, no podía empezar otra,  y ellas le respondían que un momentito por favor y seguían en su labor de guardarlo todo en un perfecto orden. Yo intentaba ayudar, lo juro que lo intentaba, pero debía de ser un trabajo muy difícil para mi pobre intelecto ya que cada vez que intentaba meter alguna cosa dentro del carro era inmediatamente sacada por alguna de las dos. Y así pasaban los minutos, la gente impacientándose, la cajera echando humo por los ojos y yo…yo aguardando impasible a que terminaran de colocar. Cuando por fin concluyeron Bella le dio la tarjeta para pagar a la  pobre muchacha sosteniéndole una mirada desafiante, una mirada de esas que decían algo así como, dime algo si te atreves, y la pobre muchacha no se atrevió.

—De verdad que siempre estamos igual, es increíble ¿es que no se puede esperar a que terminemos de guardar todo para empezar con otro cliente?, claro así se arman los líos que se arman y yo me llevo el azúcar del otro cliente y el otro cliente mi pan. Yo particularmente pensaba que no tenían razón, ya que la pobre cajera solo cumplía órdenes,  pero ya Emmett me había dicho las consecuencias de llevarles la contraria en determinados momentos, así que callé, callé como el cobarde que soy ya que no tenía ganas de que mis pantalones mañana me apretaran  más de lo acostumbrado y que mi miembro se enfadase conmigo regalándome una larga y dolorosa erección.

Llegamos al coche y otra vez la misma operación. Sacaron unas bolsas enormes de estas reciclables del maletero y fueron metiendo todo muy bien colocadito, todo perfecto, salvo por un detalle ¿no podían alternar el peso intercalando los botes de leche, geles, productos de limpieza, zumos,  etc., con otro productos de menor peso?, no sé,  así se equilibraba la balanza. Pero no, ellas metieron en la bolsa más grande la leche, zumos y demás y en las más pequeñas los productos que pesaban menos. Déjenme adivinar ¿a quien le tocaría llevar la bolsa grande?

—¿Se puede saber para qué demonios has comprado levadura Rose?

—Pues muy sencillo Bella, acuérdate del famoso bizcocho que tu madre nos hizo sin levadura fiel a su política de no importa lo hago sin ella.

—Puaffff no me lo recuerdes,  ¿y que me dices del famoso solomillo a la nata?

—Dios, eso sí que fue la experiencia más horrible de mi vida.

—Pues si el solomillo a la nata está muy bueno –les dije pensando en el que hacia Esme y que le salía tan bien.

—Sí, muy bueno cuando se hace con nata liquida y no con nata montada. Hay  una pequeña diferencia sabes, el azúcar.

—Ahhhhhhhhhhh –contesté todo convencido de que sería muy difícil sobrevivir a la cocina de Renée Swan. Ya estaba empezando a comprender esas expresiones tan cripticas que mi Bella y Rose tenían al entrar al súper.

— Lo cierto es que no sé porque me molesto ya que, por más  que intentemos llevarle la delantera ella siempre irá un paso por delante de todos. Siempre se le ocurrirá algo que  no tengamos cubierto.

 

Llegamos a casa en un tiempo record ya que Bella era la única persona que yo conocía capaz de superarme conduciendo deprisa. Mi tío Cayo antes de irse me dijo  que esta mujer estaba hecha a mi medida y la verdad es que no podía estar más  en lo cierto.

Al día siguiente y mientras nos dirigíamos al aeropuerto observé que Rose y Bella se miraban entre sí y fruncían el ceño. Verdaderamente la visita de sus padres no les hacía gracia  a ninguna de las dos. Por lo que me habían dicho Renée Swan era una muy buena mujer pero capaz de poner patas arriba un país entero si a ella se le antojaba,  pero  a mí con eso no me decía nada nuevo ya que mis cuatro diablos eran iguales o peores que ella y a las pruebas me remito. Para mí lo peor era enfrentarme a Charlie Swan quien por lo visto era muy sobreprotector y controlador, demasiado.  Bella había tenido ya muchas discusiones con él por eso y por lo que me había contado Emmett una vez no se llevaban demasiado bien

—Mamá, papá, ¿cómo estáis? –saludaron a la vez Emmett  y Bella al tiempo que daban un beso a una hermosa mujer muy parecida a mi Bella excepto por los ojos que eran iguales que los de Emmett. Detrás de ella venía un hombre  malhumorado con un bigote tan grande que lo hacía parecer más temible aun. Se me quedó mirando con una profunda  mirada chocolate igual que la de mi novia pero en versión enfadada  y yo le puse mi mejor sonrisa de anuncio de pasta de dientes. El buen señor al ver esa sonrisa idiota en mi cara puso un gesto tan adusto que me dio la impresión que, o bien creía que yo le estaba tomando el pelo,  que estaba retándole o simplemente  pensaba que era un tonto integral. Bella se dio cuenta de la situación y tomándome la mano me atrajo hacia ella.

—Papá él es Edward Cullen, mi novio –le dijo sin un ápice de temblor en la voz. ¡Si señor¡ esa era mi Bella.

—¿Tu qué? –le contestó el buen señor poniéndose tan morado que pensé que le iba a dar un paralis allí mismo, yo por si acaso empecé a buscar con la mirada algún sitio donde dijera servicio médico, nunca está de más ser precavidos.

—Mi novio, papá no te hagas el tonto que me has oído perfectamente –le contestó Bella impasible ante la tonalidad extraña que su padre estaba adquiriendo –y haz el favor de calmarte y respirar porque por muchos infartos que te den Edward Cullen es y seguirá siendo mi novio.

—Pero…si….si…. ¿no estabas comprometido con una tal Tanya Denali muchacho? –me pregunto furioso haciendo caso omiso de las advertencias de su hija –salió en el periódico…yo ...

—No se debe hacer caso de todo lo que digan los papeles señor ya que era una noticia errónea,  yo no estoy comprometido con nadie. Mucho gusto en conocerlo –le dije poniendo otra vez mi sonrisa de pasta dentífrica, sí la misma sonrisa idiota, mostrándole uno por uno todos mis blancos dientes. Ufff menos mal que tenía la costumbre de lavármelos todos los días.

—Oye no ofendas a mi hija diciendo que los periodistas son unos mentirosos porque…

—Papa, él también es periodista, de hecho además de mi novio es mi jefe y   hay toda una historia detrás de esa noticia que estaré gustosa de contarte si te calmas y escuchas.

—No te voy a decir que es un placer porque la verdad es que no lo es –dijo el buen señor por fin dándose por vencido, pero no del todo.

—Mira papá o te comportas o ahora mismo te  coges un avión de regreso a Forks. Hoy era un buen día para todos y no vas a venir tu a joderlo ¿estamos?, Edward es mi novio te guste o no y te  vas a comportar.

—Si no hay otra opción –contestó al ver la cara de pocos amigos que le ponía la madre –gusto en conocerte Edgar.

—Edward señor me llamo….

—Así que este pedazo de hombre es tu novio –intervino la madre salvando la  situación, a su modo, pero salvándola al fin y al cabo. En realidad nunca me habían llamado pedazo de hombre y que me lo dijera una mujer tan…digamos…ummmm…. madura… me ponía un poco violento. Renée  Swan era tal y como me la habían descrito, alocada y sin pelos en la lengua, así que si ella pensaba que yo era un pedazo de hombre pues eso salía de su boca sin más. Y pensándolo bien, yo no estaba tan mal, era guapo, bien parecido, alto… a ver Cullen ese ego hijo, ese ego que tu abuela todavía esta vivita y coleando.

—Mamá…—empezó Bella sonrojándose, pero no le dio tiempo a decir mas ya que la madre me plantó un par de besos en las mejilla,   la  maleta que llevaba  en mi  mano derecha  y cogiéndose de mi brazo izquierdo me llevó directamente a la salida sin parar de hablar y de decirme lo feliz que estaba porque su hija hubiera encontrado un hombre tan guapo y apuesto. La verdad es que a mí ya me estaba sacando los colores.

 

—¿Cómo lo llevas Renée? –pregunto Rose una vez estuvimos en el coche.

—Bueno pues aquí, con la menopausia esta que me está jorobando —dijo poniendo su mejor cara de lastima —y tu padre que no me hace caso cuando le digo que tengo sofocos o nervios. Digo yo que si esto se tiene que ir, se puede ir marchando por donde vino  cuanto antes y dejar de dar por saco, vamos, no se… digo yo.

—Mamá es un proceso natural que…

—Por favor Renée no nos aburras con tus problemas –le dijo su marido en un gesto que a mí me pareció hasta cruel. Menuda pieza de museo era este buen hombre. Bella y Rose lo miraron de tal forma que si las miradas matasen de verdad que a estas alturas de la historia Charlie Swan estaría haciéndole  compañía a los señores feudales,  los cuales seguro que eran mas liberales y tolerantes que él.

—Pues a mí no me aburre –le contesté para contentar a la pobre mujer que había puesto una cara muy lastimosa. Mi abuela me había comentado una vez que las mujeres que estaban pasando por esa etapa tenían bajadas de autoestima enormes y que les venía bien que de vez en cuando las adularan,  así que eso intenté hacer. Creo que en ese momento me ligué a Renée Swan por y para siempre ya que me dedicó una sonrisa tan bonita como la de mi Bella y mi Bella me miró con un gesto de aprobación en la mirada que causó el colapso total en donde ya todos sabemos. Con mucho disimulo me llevé una mano a semejante zona para acomodar mis pertenencias.

—Se ve que vas a ser un marido cariñoso, tierno, atento, dulce, caballeroso  y cortés no como otros –me dijo ratificando mis pensamientos y ganándose una mirada envenenada de Charlie Swan que de paso rebotó en mí. El jefe Swan iba sentado en una esquina del coche con una actitud  que más bien pareciese que se lo debiesen y no le pagasen.

—Bueno –dijo de pronto Renée dirigiéndose  a su nieta ¿preparada para comer la comida de abuelita Swan? –la cara que puso la niña me llevó a afirmarme en mi sospecha de que la cocina de la abuelita Swan no era muy comestible –espero que tengáis piña y gelatina de ese sabor en casa, os voy a hacer tarta según la  receta que aprendí hace poco, a vuestro padre le gusta mucho –por el rabillo del ojo vi dos cosas a la vez, una, la cara de asco de su marido cosa nada extraña dado el gesto que tenia desde que había llegado, pero la segunda me alarmó y fue la cara de horror instantáneo  que pusieron los dos hermanos, la niña y Rose.

—No es necesario que te molestes mamá ya tenemos comida de sobra pero lamento decirte que piña no hay, ni tampoco gelatina de ese sabor –y mira que las pobres habían intentando cubrir todas las posibilidades pensé recordando las palabras de Rose.

—Sí, sí  ya conozco vuestras comidas, de microondas  ¿verdad tesoro? –le preguntó a la niña quien no tuvo otra idea mejor mas que responder…

—Si eso es verdad mamá y la tía siempre me lo ponen todo al microondas.

—Solo para calentarlo hija, que son comidas que antes te hemos hecho como dios manda y nos hemos pasado  horas en la cocina –dijo Rose muy ofendida.

—Pero con el poco tiempo que tenéis por los trabajos seguro que no es tan buena como la mía ¿verdad tesoro? – dijo de nuevo a la niña quién puso una cara de fastidio ante los constantes pellizcos que sus mejillas recibían –además la tarta de piña es muy fácil se hace al baño maría como si fuera un flan y luego se le echan la piña en  trozos y gelatina. Claro que si no tenemos piña no os preocupéis, se le echa cualquier otra fruta y si no hay gelatina de piña se le puede echar también cualquiera, de naranja por ejemplo; yo el otro día hice un guiso de pollo al curry  pero como no tenia pollo le eché cordero y como no tenia curry  en su lugar eché salsa de soja y…—vi como Rose y Bella se miraban entre sí rodando los ojos y en fin, yo no entendía mucho de cocina pero si iba a hacer tarta de piña, digo yo que había que emplear piña no cualquier otra fruta o cualquier otra gelatina ¿o no? –lo que no pude hacer el otro día fueron unas patatas rellenas –siguió contando—,  porque a pesar de que me decía la receta que las asara a 200 grados durante media hora, yo las cocí en la olla para ir más rápido y al final no las pude vaciar, se me rompían y todavía no entiendo porqué.

—Renée –dijo Rose con ese tono de paciencia con el que hablaba con su hija cuando se ponía pesada –si la receta dice asar a una temperatura y durante un tiempo determinado es asar a esa temperatura y durante ese tiempo no cocerlo en la olla y olvidarme de ello.

—¿Y tu como sabes que se me olvidó? –preguntó Renée poniendo una expresión de perplejidad. Rose solo se limitó a rodar los ojos.

 

Llegamos a la casa otra vez en un tiempo record ya que Emmett conducía igual de loco que su hermana, la verdad es que en una sana competencia no sé yo cual de los tres saldría ganando.

—Ah pero ¿este también vive aquí? –dijo de pronto el señor Swan.

—Pues si papá es mi novio y vive conmigo. Y de este nada papá Edward, se llama Edward

—¿Entonces en que habitación  vamos a dormir tu madre y yo?, espero que este… Edgar, o Edwin.

—Edward papá…

—Bueno como se llame, espero que duerma en el sillón. Tu madre y yo no estamos para…

—Vosotros papá –intervino Emmett antes de que Bella hiciera estallar ella solita la tercera Guerra Mundial –dormiréis en el cuarto de siempre. Edward y Bella duermen juntos en la habitación de mi hermana.

—No mientras este yo en esta casa –bramó el buen señor.

—Pues si solo es eso ahí tienes la puerta, es mi casa, es mi habitación, es mi cuerpo, es mi vida y hago lo que me da la gana con todo.

—Renée, tu no estarás de acuerdo en…—empezó mirando a su mujer buscando algo de ayuda, pero la cara con la que se encontró le hizo recapacitar, coger su maleta y salir hacia el piso de arriba murmurando algo ininteligible. La verdad es que ya me estaba empezando a hartar este hombre y me estaba empezando a inflar las pelotas. Bueno mas infladas de las que ya las tenía porque con solo que Bella hiciera un movimiento de caderas ya se inflamaban las pobres. Pero el caso es que tendría que charlar con él, ¿qué prefería, un hombre serio y cabal como yo o un acosador de tres al cuarto como el chucho, alias Scooby doo?

—Perdónale  hijo, yo de verdad que me esfuerzo porque desayune bien todas las mañanas, pero él coge la botella de vinagre por su  cuenta, me descuido solo un momento y se la bebe entera —Rose, Emmett y Bella rodaron de nuevo los ojos y yo me la quedé mirando porque realmente no sabía qué diablos había querido decir. Supongo que me pedía disculpas por el comportamiento de su marido al estilo Renée Swan.

Cuando las mujeres se enzarzaron en una discusión sobre la cena, decidí subir a dejarle las cosas claras al jefe de policía Swan. Le encontré sentado en uno de los sillones de la sala con su habitual gesto de mal humor.

—Señor Swan –le dije entrando en la habitación—, solo quiero decirle que su hija me encanta, es una gran mujer, algo que he estado buscando durante mucho tiempo y ni usted ni nadie me van a separar de ella. Mi supuesto compromiso con esa Tanya Denali solo fue una trampa en la que me vi inmerso sin quererlo pero ya está  todo aclarado y naturalmente su hija lo sabe. No pretendo burlarme de ella ni aprovecharme, mis intenciones son las mejores. Soy el hermano de Alice Cullen, su mejor amiga, créame que ella estaría la primera para darme una patada en el culo o algo peor si le hago daño.  No quiero llevarme mal con usted ni que discuta con su hija por mi culpa yo…

—No sigas hijo yo…perdóname mi actitud, pero se trata de mi niña. Ya sé que no todos los hombres sois iguales pero…cuando estaba en el instituto capté una conversación de dos de sus compañeros que estaban haciendo una apuesta para ver quien se la llevaba antes a la cama. Mi reacción quizás fue desmesurada pero soy un padre y no se me ocurrió otra cosa que ponerle guardaespaldas ya que por muchas y diversas razones no los podía detener. Bella se enteró y desde entonces nos llevamos mal.

—¿No le dijo porque lo había hecho?

—Sí, pero cuando ya era tarde y había descubierto a los guardaespaldas y decidido venirse a estudiar y vivir con mi hijo. Emmet me dijo que había hecho mal y lo reconozco. Me hizo ver que mi hija se sabe defender ella sola pero yo…lo siento no dejo de ser un padre y cada vez que la veo con algún hombre no puedo evitar  pensar que va a aprovecharse de ella por eso me comporto así. He visto tanto en mi vida como policía, malos tratos, violaciones, mujeres burladas de mil y una maneras yo…no quiero que la dañen

—Pues le juro que yo no haré nada de eso, no soy así, no me educaron para ser así. Mis mejores amigas son mis dos primas y mi hermana y nunca, repito, nunca podría aprovecharme de una mujer y mucho menos hacerle daño. Yo amo a Bella Sr. Swan y pretendo que se convierta en mi esposa,  pero de todos modos si alguna vez me paso, si alguna vez le hago daño, le pido por favor que se encargue  de recordarme mi juramento.

—Eso ni lo dudes hijo.

—Señor verá, quizás piense que no soy quien para darle consejos pero creo que su hija y usted tienen que hablar  y arreglar sus diferencias, pero déjeme decirle que Emmett tiene razón, Bella se sabe defender muy bien ella sola —y pasé a relatarle todos los acontecimientos que habían tenido lugar desde que la conocía.

—Es increíble y dices que esa mujer te quiere obligar a casarte con alguien que no amas, es increíble, no sabes cómo me alegro que no sea tu madre realmente. Miedo me da pensar en lo del secuestro, la verdad me aterra oírlo. Si alguna vez ocurre alguna cosa por el estilo te pido por favor que me lo comuniques de inmediato, soy policía, algo tengo que poder hacer. Solo de pensar que mi pobre niña…Pero también me doy cuenta de una cosa y es que tenéis razón,  en verdad mi hija se sabe defender ella sola, pero…ese…como dices que se llama… ¿dónde ha aprendido mi hija a ser tan bruta por cierto?

—Según ella en unas famosas clases de karate a la que su mujer le obligó a ir con Alice.

—Si ya me acuerdo de eso pero…que yo sepa eso no se aprende en el karate.

—Supongo que es un misterio mas sin resolver –le contesté encogiéndome de hombros.

—Eres un buen hombre Edward –vaya al final si sabia mi nombre —y me gusta que hayas sabido defender a mi hija enfrentándote a tu madre, bueno a la que tu creías que era tu madre, pero ese gesto te honra hijo.

—Gracias señor Swan y créame que la defenderé siempre de quien sea.

—Charlie por favor, llámame Charlie y como gesto de buena voluntad te advertiré algo –yo trague en seco, aquí venia la famosa charla de como hagas daño a mi hija, pero no, el hombre me sorprendió.

—Si mi mujer hacer su famosa tarta de piña con cualquier ingrediente que encuentre por ahí que no sea piña, por favor, no la pruebes. El caso es que yo ya la he probado en casa de su amiga Kim y créeme, ni punto de comparación.

—¿Papá, Edward? –dijo mi Bella entrando confusa en la habitación –esto…la…cena ya está preparada –yo la hice un gesto intentándola decir que todo estaba bien, pero fue su padre que habló

—Todo esta correcto hija, este muchacho ha tenido la decencia de explicarme sus intenciones y hemos tenido una animada charla, charla que espero tener también contigo antes de irme –desde luego este hombre cuando impartieron la asignatura de diplomacia debió quedarse dormido o estar enfermo.

—¿Qué te propones padre?

—Esto…empezó el pobre hombre tragando saliva ante el gesto ceñudo de Bella –solo pretendo pedirte perdón  hija por…todo.

—Está bien papá cuando quieras tendremos esa charla, pero ahora bajemos a cenar, antes de que a mamá se le ocurra alguna cosa rara.

—Esto…la cena, ¿quién la hizo?

—Nosotras papá pierde cuidado.

Y la velada fue de lo más rara. Renée tenía una expresión igualita a las que ponía Rosie cuando no se salía con la suya, Emmett, Bella y Rose  comían una deliciosa lasaña con expresión triunfante y Charlie tenía una expresión de alivio en la cara, no sé si por la comida, por la charla, o por la perspectiva de arreglar las cosas con su hija.

Nos quedamos profundamente dormidos, después de una sesión de sexo mudo es decir de sexo sin ruido ya que una cosa es que su padre me hubiese aceptado a mí y otra muy distinta es que aceptase la banda sonora que interpretábamos cada vez que hacíamos el amor. Habíamos intentado no hacer nada ese día pero cada vez que nuestros cuerpos se juntaban se llamaban, juro que se llamaba y no éramos capaces de ignorar esa llamada. Era totalmente dependiente de mi novia,  y necesitaba enterrarme en sus pechos, aspirar su dulce olor, hundirme dentro de ella una y otra vez…

Normalmente Bella me despertaba con besos y caricias, pero esa mañana solo alcance a oír cosas como llego tarde, llego tarde, al más puro estilo conejo blanco de Alicia. Cuando emergí del todo de mi sueño le pregunté qué pasaba.

—Tengo que llegar a la cocina antes que mi madre, tengo que llegar, tengo que llegar –y salió disparada por la puerta. Al salir chocó con algo y por la voz, supe que se algo era Rose quien decía exactamente las mismas palabras que Bella pero esta vez en plural, lo dicho ni el conejo blanco de Alicia lo haría mejor.

Cuando bajé a la cocina me encontré con una escena muy similar a la de ayer por la noche pero con las tornas cambiadas. Ahora la que portaba la expresión triunfante era una Renée  que vestida con un delantal, se dedicaba a servir  una especie de tortitas en diferentes platos. Le dio uno a Rose, otro a Bella, otro a su nieta  y otro a Charlie quienes lo tomaron con resignación así que me preparé para lo peor.

—Siéntate Edward cariño que te sirvo el desayuno —y puso delante de mí un plato con  cuatro tortitas como cuatro soles pero ¿cuánto creía esta mujer que comía yo?

En el momento que traté de cortar una  con el cuchillo me imagine la cabeza de Tanya y la susodicha tortita estrellándose contra ella dejándola noqueada ya que el alimento en cuestión era un arma letal de primera categoría dada su dureza.

—¿A que están buenas?, ¿a que sí? –me preguntó ansiosa la buena mujer y todos me miraron esperando mi respuesta pero con su plato intacto.

—Buenísimas –le dije como pude intentando masticar, menos mal que tenia buenos dientes y el sirope de chocolate ayudaba en algo, poco pero ayudaba.

—Todos me miraron extraño pero, ¿qué querían que hiciera?, había que caerle bien a la suegra ¿o no?

—Lo veis, un hombre que sabe apreciar la buena cocina –dijo mirando a su nieta, marido,  hijos y nuera –no como vosotros con tanto régimen, comida basura y bollos industriales –añadió viendo como Rosie cogía una magdalena con mucho disimulo.

—No es necesario que te esfuerces más hijo, ya le has caído bien, no querrás acabar con una indigestión. Haz como yo, mira —y con los ojos como platos vi como el buen señor volvía a depositar sus tortitas en la fuente en un momento de descuido de la insigne cocinera, yo hice lo mismo y puse tres de las cuatro ya que una ya la había mordido, bueno si se le puede llamar así. Bella  nos miraba estupefacta ante semejante complicidad pero ni corta ni perezosa hizo lo mismo.

—¿Por qué tengo la impresión de que en la fuente hay mas tortitas que antes?

—Cosas tuyas mamá, cosa tuyas, es que siempre haces para muchos.

—Ah bueno supongo que las podemos meter en un tapper  para que os las llevéis al trabajo y…

—No dejan, está  prohibido dijo un Emmett dolido porque él no había tenido la misma idea ni nadie le había dicho nada por lo que había tenido que tragar el arma mortífera como buenamente pudo.

—En el periódico tampoco dejan mamá es una norma.

—Bueno el periódico es de Edward, me parece a mí…

—Renée, ¿qué dirían mis empleados si me vieran saltándome mis propias normas?

—Supongo que tienes razón. En fin se las llevaré a Rosie para que meriende cuando salga de la escuela, porque eso sí no os preocupéis que hoy voy yo a buscar a mi nieta—, dijo ante la mirada horrorizada de la pobre niña.

—Esto…abuela ¿por qué no me lo pones en un tapper y me los llevo ahora?, seguro que a mis amigos les gustará comérselas en el patio a la hora del recreo, sus madres solo les ponen cosas normales como bollos o galletas.

—Oh –dijo Renée emocionada –ahora mismo te lo pongo—y los demás la miramos como si la hubiesen salido cuernos.

—No será verdad que vas a compartir eso con tus amigos ¿no? –preguntó mi Bella cuando, una vez aparcado el coche cerca del colegio, llevábamos a la cría para allá. Bella siempre tenía costumbre de llevarla ella y dado que íbamos al mismo lugar, se había hecho costumbre que fuéramos los dos.

—No tía, no me las voy a comer –dijo la niña acercándose a un contenedor que había cerca de la escuela y vaciando el tapper dentro. Una  vez hecho eso untó todo el recipiente con los restos del sirope de forma que parecía que habían estado untando las tortitas. Chica lista si señor. Bella respiró tranquila —¿y cuanto tiempo decís que se va a quedar la abuela? –preguntó con un gesto de resignación parecido al que ponía su madre y mi Bella.

—Una semana hija, una semana.

—Uff que paciencia –y yo no pude aguantar la carcajada.

Mientras íbamos de camino al trabajo, pude observar que el mal humor de Bella iba en aumento.

—¿Se puede saber que hablaste ayer con mi padre y que os traíais los dos entre manos?

—No es nada amor, solo le dejé claro mis intenciones para contigo, charlamos un rato, el me contó los motivos por los cuales contrato a esos guardaespaldas y…

—¿Y te ha puesto de su parte verdad?

—No, mi amor ¿cómo piensas eso después de lo que hemos pasado?, nadie me pondrá nunca de su parte en contra tuya, solo digo que quizás, solo quizás cuando seamos padres, tengamos la capacidad de entender los actos de los nuestros así que…en fin…no estaría mal que…le escucharas y hablaras con él ¿quieres estar enfadada toda la vida con Charlie? Bella la vida da muchos giros y vueltas,  y en un minuto la felicidad puede verse colapsada por un suceso trágico e irremediable, dime amor, ¿quisieras que pasara algo así sin estar a buenas con tu padre?

—No, realmente no. Perdona Edward es que no desayunar me pone de mal humor y… —pero no pudo terminar de decir lo que fuera ya que su móvil sonó.

—Contesta por mi hazme el favor –así lo hice ya que ella iba conduciendo—. Al descolgar y decir el típico diga, esperé unos segundos y nadie decía nada, solo se escuchaba una respiración, que raro.  Después de un rato de preguntar quien era me colgaron.

—Esto es muy raro Bella, se oía a alguien respirar pero no me decían nada.

—Bueno puede ser que no pudieran por falta de cobertura.

—Eso es poco probable ya que escuchaba perfectamente su respiración.

—Bueno…verás…no le doy más importancia de la que tiene, pero llevo unos días teniendo llamadas como esas.

—¿Cuántos días exactamente?

—Bueno yo...el caso es que no les doy importancia por eso no os lo había dicho pero más o menos desde que tu tío Cayo regreso a Chicago.

—¿Y no dice nadie nada?

—No.

—Sí que es raro.

—Edward, tal vez sea un gracioso, o tal vez sea Scooby doo dando el coñazo otra vez.  Tu madre y Tanya están en la cárcel, no puede ser nada importante.

—Puede que tengas razón –le dije no muy convencido, pero tuvimos que cortar la conversación ya que llegamos al trabajo y enseguida Bella se vio absorbida por un miembro del equipo de Nacional que reclamaba su atención en algo que había pasado.

Me encaminé a mi despacho y le pedí a Ángela que le llevase a Bella un café con algún bollo para que desayunara. Nada más entrar llamé a Emmett. Él se mostro tan intrigado y preocupado  como yo y me prometió que usaría su influencia para intentar de alguna manera averiguar algo. Él pensaba como siempre que podría tratarse de alguien intentado acercarse  a él ya que las otras posibilidades, a excepción de la del chucho estaban descartadas con esa pareja entre rejas, y eso me puso más nervioso. Lo principal era convencer a Bella para pinchar su móvil. Los dos nos propusimos hablar con ella esa misma noche,

La semana transcurrió sin muchos incidentes y bien esta decir sin muchos ya que Renée al final hizo su famosa tarta de piña que en lugar de piña llevaba melocotón y como gelatina había escogido el sabor  frambuesa. Es imposible describir como estaba aquello, solo decir que una ración de esa tarta se podía convertir en una efectiva arma de destrucción masiva para diezmar a todo un ejército.

Bella y su padre estuvieron hablando largo y tendido y consiguieron limar todas sus asperezas, cosa que mi novia me agradeció esa noche de manera muy efectiva. Que se lo pregunten sino a cierta parte de mi anatomía que anduvo más que satisfecha durante todo el día. Pero a pesar de la susodicha satisfacción cada vez que Bella se movía, caminaba de un lado para otro, bebía cualquier tipo de líquido o comía lo que fuera, mi miembro y todo mi cuerpo se ponían inmediatamente en estado de alerta roja.

Por fin el domingo por la noche Renée y Charlie Swan dejaban España. Un cierto toque de alivio se instalo en mi interior, había conseguido sobrevivir a mis suegros y había salvado ese gran obstáculo con éxito, es mas se podría decir que me había ganado un buen aliado. Fiel a mi promesa le conté al jefe lo de las llamadas que Bella recibía y me hizo jurarle que le mantendría informado puntualmente. Poco faltó para que se quedará en Madrid haciendo guardia y colaborando con la policía española para resolver el caso, menos mal que Emmett le convenció de lo contrario.

Bella cogió un monumental cabreo por el jaleo que estábamos armando por unas llamaditas de nada y hasta me amenazó con tenerme a pan y agua durante un mes. Consiguió cumplir con su castigo un día porque si hay algo que Bella Swan no puede resistir son mis encantos y créanme que saqué todos los que tengo y más para conseguir su perdón. A la segunda noche ya la tenía cabalgando sobre mí  como una experta amazona antes de darnos una refrescante y productiva ducha. Al final, consintió en pinchar el móvil ya que las llamadas seguían sucediéndose  y fueron a peor, ahora no solo se limitaban a esperar un rato en silencio y luego colgar, sino que  también se escuchaban jadeos y sonidos extraños tipo Dark Vader.  También tuvimos que controlar   su correo electrónico pues empezó a recibir extraños mails con mensajes más extraños aún. El último me heló la sangre en las venas:

 

Yo te enseñaré a no quedarte con lo que no es tuyo, maldita zorra. Las vas a pagar muy caras.

 

 

 

 

 

 

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en este fi me pertenecen son propiedad exclusiva de S. Meyer.

 

Capítulo 12: Sobreviviendo a los suegros

 

Pov Edward

 

Y el tiempo fue pasando inexorablemente.  Los días fueron cediendo su puesto a las semanas y las semanas a los meses, cuando me quise dar cuenta Bella y yo llevábamos cuatro meses de noviazgo, cuatro maravillosos meses en los que había habido de todo.

Cruella y la madrastra recibieron una visita de Cayo quien, siguiendo las órdenes de Marco, les informó oficialmente que no podrían  contar con la familia para nada pues su padre sentía tal decepción que hasta estaba valorando la posibilidad de desheredarla. Por su parte papá Eleazar y mi prima Rachel estaban intentando extraditarlas a Estados Unidos  para ser juzgadas  allí, pero estaba claro que el poder de Rachel Denali era muy limitado sin el apoyo  de su  abuelo Edward,  el cual también se negaba a ayudarlas y había instado a Carlisle a darse prisa con el divorcio. Realmente le molestaba tener a una delincuente en la familia. Por tanto, las dos se habían quedado solas y solas tendrían que salir del lio en que se había metido porque nosotros únicamente nos limitaríamos a acudir a declarar cuando nos llamasen en el juicio.

 Una vez cumplida esa misión mi tío se pasó por la redacción del periódico para ver con sus propios ojos cómo iban las cosas y si el gasto de dinero estaba justificado. Lo cierto es que el periódico iba viento en popa. El volumen de ventas era muy bueno  a pesar de la situación  económica que atravesaba el país y la poca afición que la gente tenía a la lectura por culpa de internet. Bella decía que era porque utilizábamos un lenguaje humano, cercano al pueblo y lo ilustrábamos con imágenes y fotografías facilitando su lectura. La idea había surgido de Esme durante el tiempo que estuvo aquí y he de reconocer que era todo un éxito. Ahora estábamos poniendo en práctica otra de sus ideas, la sección on line del periódico y para eso había hecho venir a Peter y Charlotte nuestros expertos en ese campo.

Bella cumplía con su trabajo a las mil maravillas, aquellas famosas elecciones habían pasado y un nuevo partido gobernaba el país. Bella lo había hecho tan bien que hasta el mismo Cayo la alabó y recibir una alabanza de Cayo, que no se casaba con nadie, era una novedad. Resultado, a instancias mismas de mi tío Bella quedo encargada de la sección de política nacional. Cuando se disponía a protestar  Cayo sostuvo impasible  que a él le importaba  un comino que fuera la novia de su sobrino, a él le importaba el trabajo y su rendimiento era excelente. Ante la seriedad de sus palabras, Bella decidió callar. Por otro lado mi tío me felicitó por la elección de novia que había hecho y eso me llenó de orgullo, Bella había superado el peor obstáculo de todos.

Athenodora, Renata y Heidi, eran otro cantar. Mi tío les había prohibido expresamente ayudar a su cuñada y a Tanya pero aun así estaba claro que de una forma o de otra estaban confabuladas con Rachel y Eleazar aunque no conseguían nada de nada.  Y no era la primera vez que me llamaban por teléfono para decirme lo que pensaban de mi novia y de que consintiese en tener a mi madre y mi prometida formal en la cárcel. Ni que decir tiene que mi contestación fue contundente: la única madre que conozco está libre como un pájaro y trabajando para sacar adelante un periódico; Esa mujerzuela ni era mi prometida ni era nada mío solo un grano que me salió hace tiempo en el culo y que por fin se reventó;  y por supuesto les advertí que como me dijeran una sola palabra más en contra de mi Bella se arrepentirían pues no se lo iba a consentir.

Mis cuatro diablos venían algún que otro fin de semana a visitarnos acompañadas de sus parejas y de Carlisle al que cada día se le veía más unido a Esme. Ni que decir tiene que protagonizaron muchas escenas divertidas y cómicas pero una de las que merece la pena mencionar fue en el Museo de la Ciudad. En una de las plantas hay una maqueta al natural del interior de un autobús antiguo, con unos asientos seguramente más viejos que nosotros. Dirigidas por Emmett, se sentaron en ellos y se pusieron a cantar a voz en grito la famosa canción “en el auto de papá” y así estuvieron haciendo el indio hasta que apareció, como no, el guardia de turno para poner orden y concierto. 

No sé si mencionar a Jacob Black porque cada vez que pienso en él me pongo de mal humor. Ese chucho asqueroso e inmundo estaba llegando al límite de lo que mi paciencia y control podían llegar a aguantar. Por más lejos que lo había puesto de mi Bella él siempre encontraba la manera de acercarse a ella, de acosarla, de perseguirla. Lo cierto es que la presencia de Sam me venía muy bien pero aun así…

Lo más divertido era la forma en la  que Bella se escapaba de él. De hecho yo creo que sus posibilidades de tener niños descendían un poco más cada vez que osaba acercarse a ella.

 

Y como digo así pasaban los días las semanas y los meses. Yo ya estaba preparándolo todo para  sorprender a Bella y pedirla aquello que estaba deseando pedirle y ella estaba deseando oír, aquello que en realidad ya le había   pedido esa vez en la ducha y a lo que ella ya me había respondido que sí, pero tenía que hacer las cosas bien Bella no se merecía menos.  Pero antes teníamos que superar un nuevo reto, Charlie y Renée Swan venían a visitarnos.

Y para preparar la llegada de tan insignes visitantes, Rose y Bella fueron al supermercado para tener la despensa bien provista ya que una de las manías de Renée era la de cocinar ella misma, rechazando por sistema que la sacasen a cenar  a ningún sitio. Lo más curioso, la expresión de las dos cuñadas mientas me lo contaban, realmente no sabría descifrarla.

Llegamos al súper y cogimos uno de los carritos para ir almacenando los artículos que comprábamos. Pude observar que las dos eran muy minuciosas ya que ponían todo muy colocadito, la leche y los botes de zumo todos juntos, los geles y productos de limpieza en otro lado, las latas amontonadas unas encima de otras, el pan arriba para que no se aplastase al igual que la bollería y las galletas. Hicieron el recorrido del súper con mucha disciplina, yendo desde un extremo al otro siguiendo un correcto y perfecto orden. Cuando llegamos a la caja para pagar, todo fue de la misma forma, Bella y Rose pusieron los artículos todos bien colocados para que a la hora de guardarlos quedaran de esa manera, lo de más peso primero y lo de menos peso arriba. Pero la cajera no estaba de acuerdo y empezó a pasar los artículos por la caja sin orden ni concierto causando un caos total. Bella y Rose no se amedrentaron y con mucha calma y paciencia lo fueron poniendo todo en su orden correcto. Consecuencia, la cola de la mencionada caja había alcanzado una dimensión considerable,  la gente se empezaba a cansar y algunos así se lo hacían saber, pero Bella y Rose no se  amedrentaban ni un poco. La cajera hastiada les pidió por millonésima vez que por favor le dieran o dinero en metálico o la tarjeta para pagar ya que si no totalizaba una cuenta, no podía empezar otra,  y ellas le respondían que un momentito por favor y seguían en su labor de guardarlo todo en un perfecto orden. Yo intentaba ayudar, lo juro que lo intentaba, pero debía de ser un trabajo muy difícil para mi pobre intelecto ya que cada vez que intentaba meter alguna cosa dentro del carro era inmediatamente sacada por alguna de las dos. Y así pasaban los minutos, la gente impacientándose, la cajera echando humo por los ojos y yo…yo aguardando impasible a que terminaran de colocar. Cuando por fin concluyeron Bella le dio la tarjeta para pagar a la  pobre muchacha sosteniéndole una mirada desafiante, una mirada de esas que decían algo así como, dime algo si te atreves, y la pobre muchacha no se atrevió.

—De verdad que siempre estamos igual, es increíble ¿es que no se puede esperar a que terminemos de guardar todo para empezar con otro cliente?, claro así se arman los líos que se arman y yo me llevo el azúcar del otro cliente y el otro cliente mi pan. Yo particularmente pensaba que no tenían razón, ya que la pobre cajera solo cumplía órdenes,  pero ya Emmett me había dicho las consecuencias de llevarles la contraria en determinados momentos, así que callé, callé como el cobarde que soy ya que no tenía ganas de que mis pantalones mañana me apretaran  más de lo acostumbrado y que mi miembro se enfadase conmigo regalándome una larga y dolorosa erección.

Llegamos al coche y otra vez la misma operación. Sacaron unas bolsas enormes de estas reciclables del maletero y fueron metiendo todo muy bien colocadito, todo perfecto, salvo por un detalle ¿no podían alternar el peso intercalando los botes de leche, geles, productos de limpieza, zumos,  etc., con otro productos de menor peso?, no sé,  así se equilibraba la balanza. Pero no, ellas metieron en la bolsa más grande la leche, zumos y demás y en las más pequeñas los productos que pesaban menos. Déjenme adivinar ¿a quien le tocaría llevar la bolsa grande?

—¿Se puede saber para qué demonios has comprado levadura Rose?

—Pues muy sencillo Bella, acuérdate del famoso bizcocho que tu madre nos hizo sin levadura fiel a su política de no importa lo hago sin ella.

—Puaffff no me lo recuerdes,  ¿y que me dices del famoso solomillo a la nata?

—Dios, eso sí que fue la experiencia más horrible de mi vida.

—Pues si el solomillo a la nata está muy bueno –les dije pensando en el que hacia Esme y que le salía tan bien.

—Sí, muy bueno cuando se hace con nata liquida y no con nata montada. Hay  una pequeña diferencia sabes, el azúcar.

—Ahhhhhhhhhhh –contesté todo convencido de que sería muy difícil sobrevivir a la cocina de Renée Swan. Ya estaba empezando a comprender esas expresiones tan cripticas que mi Bella y Rose tenían al entrar al súper.

— Lo cierto es que no sé porque me molesto ya que, por más  que intentemos llevarle la delantera ella siempre irá un paso por delante de todos. Siempre se le ocurrirá algo que  no tengamos cubierto.

 

Llegamos a casa en un tiempo record ya que Bella era la única persona que yo conocía capaz de superarme conduciendo deprisa. Mi tío Cayo antes de irse me dijo  que esta mujer estaba hecha a mi medida y la verdad es que no podía estar más  en lo cierto.

Al día siguiente y mientras nos dirigíamos al aeropuerto observé que Rose y Bella se miraban entre sí y fruncían el ceño. Verdaderamente la visita de sus padres no les hacía gracia  a ninguna de las dos. Por lo que me habían dicho Renée Swan era una muy buena mujer pero capaz de poner patas arriba un país entero si a ella se le antojaba,  pero  a mí con eso no me decía nada nuevo ya que mis cuatro diablos eran iguales o peores que ella y a las pruebas me remito. Para mí lo peor era enfrentarme a Charlie Swan quien por lo visto era muy sobreprotector y controlador, demasiado.  Bella había tenido ya muchas discusiones con él por eso y por lo que me había contado Emmett una vez no se llevaban demasiado bien

—Mamá, papá, ¿cómo estáis? –saludaron a la vez Emmett  y Bella al tiempo que daban un beso a una hermosa mujer muy parecida a mi Bella excepto por los ojos que eran iguales que los de Emmett. Detrás de ella venía un hombre  malhumorado con un bigote tan grande que lo hacía parecer más temible aun. Se me quedó mirando con una profunda  mirada chocolate igual que la de mi novia pero en versión enfadada  y yo le puse mi mejor sonrisa de anuncio de pasta de dientes. El buen señor al ver esa sonrisa idiota en mi cara puso un gesto tan adusto que me dio la impresión que, o bien creía que yo le estaba tomando el pelo,  que estaba retándole o simplemente  pensaba que era un tonto integral. Bella se dio cuenta de la situación y tomándome la mano me atrajo hacia ella.

—Papá él es Edward Cullen, mi novio –le dijo sin un ápice de temblor en la voz. ¡Si señor¡ esa era mi Bella.

—¿Tu qué? –le contestó el buen señor poniéndose tan morado que pensé que le iba a dar un paralis allí mismo, yo por si acaso empecé a buscar con la mirada algún sitio donde dijera servicio médico, nunca está de más ser precavidos.

—Mi novio, papá no te hagas el tonto que me has oído perfectamente –le contestó Bella impasible ante la tonalidad extraña que su padre estaba adquiriendo –y haz el favor de calmarte y respirar porque por muchos infartos que te den Edward Cullen es y seguirá siendo mi novio.

—Pero…si….si…. ¿no estabas comprometido con una tal Tanya Denali muchacho? –me pregunto furioso haciendo caso omiso de las advertencias de su hija –salió en el periódico…yo ...

—No se debe hacer caso de todo lo que digan los papeles señor ya que era una noticia errónea,  yo no estoy comprometido con nadie. Mucho gusto en conocerlo –le dije poniendo otra vez mi sonrisa de pasta dentífrica, sí la misma sonrisa idiota, mostrándole uno por uno todos mis blancos dientes. Ufff menos mal que tenía la costumbre de lavármelos todos los días.

—Oye no ofendas a mi hija diciendo que los periodistas son unos mentirosos porque…

—Papa, él también es periodista, de hecho además de mi novio es mi jefe y   hay toda una historia detrás de esa noticia que estaré gustosa de contarte si te calmas y escuchas.

—No te voy a decir que es un placer porque la verdad es que no lo es –dijo el buen señor por fin dándose por vencido, pero no del todo.

—Mira papá o te comportas o ahora mismo te  coges un avión de regreso a Forks. Hoy era un buen día para todos y no vas a venir tu a joderlo ¿estamos?, Edward es mi novio te guste o no y te  vas a comportar.

—Si no hay otra opción –contestó al ver la cara de pocos amigos que le ponía la madre –gusto en conocerte Edgar.

—Edward señor me llamo….

—Así que este pedazo de hombre es tu novio –intervino la madre salvando la  situación, a su modo, pero salvándola al fin y al cabo. En realidad nunca me habían llamado pedazo de hombre y que me lo dijera una mujer tan…digamos…ummmm…. madura… me ponía un poco violento. Renée  Swan era tal y como me la habían descrito, alocada y sin pelos en la lengua, así que si ella pensaba que yo era un pedazo de hombre pues eso salía de su boca sin más. Y pensándolo bien, yo no estaba tan mal, era guapo, bien parecido, alto… a ver Cullen ese ego hijo, ese ego que tu abuela todavía esta vivita y coleando.

—Mamá…—empezó Bella sonrojándose, pero no le dio tiempo a decir mas ya que la madre me plantó un par de besos en las mejilla,   la  maleta que llevaba  en mi  mano derecha  y cogiéndose de mi brazo izquierdo me llevó directamente a la salida sin parar de hablar y de decirme lo feliz que estaba porque su hija hubiera encontrado un hombre tan guapo y apuesto. La verdad es que a mí ya me estaba sacando los colores.

 

—¿Cómo lo llevas Renée? –pregunto Rose una vez estuvimos en el coche.

—Bueno pues aquí, con la menopausia esta que me está jorobando —dijo poniendo su mejor cara de lastima —y tu padre que no me hace caso cuando le digo que tengo sofocos o nervios. Digo yo que si esto se tiene que ir, se puede ir marchando por donde vino  cuanto antes y dejar de dar por saco, vamos, no se… digo yo.

—Mamá es un proceso natural que…

—Por favor Renée no nos aburras con tus problemas –le dijo su marido en un gesto que a mí me pareció hasta cruel. Menuda pieza de museo era este buen hombre. Bella y Rose lo miraron de tal forma que si las miradas matasen de verdad que a estas alturas de la historia Charlie Swan estaría haciéndole  compañía a los señores feudales,  los cuales seguro que eran mas liberales y tolerantes que él.

—Pues a mí no me aburre –le contesté para contentar a la pobre mujer que había puesto una cara muy lastimosa. Mi abuela me había comentado una vez que las mujeres que estaban pasando por esa etapa tenían bajadas de autoestima enormes y que les venía bien que de vez en cuando las adularan,  así que eso intenté hacer. Creo que en ese momento me ligué a Renée Swan por y para siempre ya que me dedicó una sonrisa tan bonita como la de mi Bella y mi Bella me miró con un gesto de aprobación en la mirada que causó el colapso total en donde ya todos sabemos. Con mucho disimulo me llevé una mano a semejante zona para acomodar mis pertenencias.

—Se ve que vas a ser un marido cariñoso, tierno, atento, dulce, caballeroso  y cortés no como otros –me dijo ratificando mis pensamientos y ganándose una mirada envenenada de Charlie Swan que de paso rebotó en mí. El jefe Swan iba sentado en una esquina del coche con una actitud  que más bien pareciese que se lo debiesen y no le pagasen.

—Bueno –dijo de pronto Renée dirigiéndose  a su nieta ¿preparada para comer la comida de abuelita Swan? –la cara que puso la niña me llevó a afirmarme en mi sospecha de que la cocina de la abuelita Swan no era muy comestible –espero que tengáis piña y gelatina de ese sabor en casa, os voy a hacer tarta según la  receta que aprendí hace poco, a vuestro padre le gusta mucho –por el rabillo del ojo vi dos cosas a la vez, una, la cara de asco de su marido cosa nada extraña dado el gesto que tenia desde que había llegado, pero la segunda me alarmó y fue la cara de horror instantáneo  que pusieron los dos hermanos, la niña y Rose.

—No es necesario que te molestes mamá ya tenemos comida de sobra pero lamento decirte que piña no hay, ni tampoco gelatina de ese sabor –y mira que las pobres habían intentando cubrir todas las posibilidades pensé recordando las palabras de Rose.

—Sí, sí  ya conozco vuestras comidas, de microondas  ¿verdad tesoro? –le preguntó a la niña quien no tuvo otra idea mejor mas que responder…

—Si eso es verdad mamá y la tía siempre me lo ponen todo al microondas.

—Solo para calentarlo hija, que son comidas que antes te hemos hecho como dios manda y nos hemos pasado  horas en la cocina –dijo Rose muy ofendida.

—Pero con el poco tiempo que tenéis por los trabajos seguro que no es tan buena como la mía ¿verdad tesoro? – dijo de nuevo a la niña quién puso una cara de fastidio ante los constantes pellizcos que sus mejillas recibían –además la tarta de piña es muy fácil se hace al baño maría como si fuera un flan y luego se le echan la piña en  trozos y gelatina. Claro que si no tenemos piña no os preocupéis, se le echa cualquier otra fruta y si no hay gelatina de piña se le puede echar también cualquiera, de naranja por ejemplo; yo el otro día hice un guiso de pollo al curry  pero como no tenia pollo le eché cordero y como no tenia curry  en su lugar eché salsa de soja y…—vi como Rose y Bella se miraban entre sí rodando los ojos y en fin, yo no entendía mucho de cocina pero si iba a hacer tarta de piña, digo yo que había que emplear piña no cualquier otra fruta o cualquier otra gelatina ¿o no? –lo que no pude hacer el otro día fueron unas patatas rellenas –siguió contando—,  porque a pesar de que me decía la receta que las asara a 200 grados durante media hora, yo las cocí en la olla para ir más rápido y al final no las pude vaciar, se me rompían y todavía no entiendo porqué.

—Renée –dijo Rose con ese tono de paciencia con el que hablaba con su hija cuando se ponía pesada –si la receta dice asar a una temperatura y durante un tiempo determinado es asar a esa temperatura y durante ese tiempo no cocerlo en la olla y olvidarme de ello.

—¿Y tu como sabes que se me olvidó? –preguntó Renée poniendo una expresión de perplejidad. Rose solo se limitó a rodar los ojos.

 

Llegamos a la casa otra vez en un tiempo record ya que Emmett conducía igual de loco que su hermana, la verdad es que en una sana competencia no sé yo cual de los tres saldría ganando.

—Ah pero ¿este también vive aquí? –dijo de pronto el señor Swan.

—Pues si papá es mi novio y vive conmigo. Y de este nada papá Edward, se llama Edward

—¿Entonces en que habitación  vamos a dormir tu madre y yo?, espero que este… Edgar, o Edwin.

—Edward papá…

—Bueno como se llame, espero que duerma en el sillón. Tu madre y yo no estamos para…

—Vosotros papá –intervino Emmett antes de que Bella hiciera estallar ella solita la tercera Guerra Mundial –dormiréis en el cuarto de siempre. Edward y Bella duermen juntos en la habitación de mi hermana.

—No mientras este yo en esta casa –bramó el buen señor.

—Pues si solo es eso ahí tienes la puerta, es mi casa, es mi habitación, es mi cuerpo, es mi vida y hago lo que me da la gana con todo.

—Renée, tu no estarás de acuerdo en…—empezó mirando a su mujer buscando algo de ayuda, pero la cara con la que se encontró le hizo recapacitar, coger su maleta y salir hacia el piso de arriba murmurando algo ininteligible. La verdad es que ya me estaba empezando a hartar este hombre y me estaba empezando a inflar las pelotas. Bueno mas infladas de las que ya las tenía porque con solo que Bella hiciera un movimiento de caderas ya se inflamaban las pobres. Pero el caso es que tendría que charlar con él, ¿qué prefería, un hombre serio y cabal como yo o un acosador de tres al cuarto como el chucho, alias Scooby doo?

—Perdónale  hijo, yo de verdad que me esfuerzo porque desayune bien todas las mañanas, pero él coge la botella de vinagre por su  cuenta, me descuido solo un momento y se la bebe entera —Rose, Emmett y Bella rodaron de nuevo los ojos y yo me la quedé mirando porque realmente no sabía qué diablos había querido decir. Supongo que me pedía disculpas por el comportamiento de su marido al estilo Renée Swan.

Cuando las mujeres se enzarzaron en una discusión sobre la cena, decidí subir a dejarle las cosas claras al jefe de policía Swan. Le encontré sentado en uno de los sillones de la sala con su habitual gesto de mal humor.

—Señor Swan –le dije entrando en la habitación—, solo quiero decirle que su hija me encanta, es una gran mujer, algo que he estado buscando durante mucho tiempo y ni usted ni nadie me van a separar de ella. Mi supuesto compromiso con esa Tanya Denali solo fue una trampa en la que me vi inmerso sin quererlo pero ya está  todo aclarado y naturalmente su hija lo sabe. No pretendo burlarme de ella ni aprovecharme, mis intenciones son las mejores. Soy el hermano de Alice Cullen, su mejor amiga, créame que ella estaría la primera para darme una patada en el culo o algo peor si le hago daño.  No quiero llevarme mal con usted ni que discuta con su hija por mi culpa yo…

—No sigas hijo yo…perdóname mi actitud, pero se trata de mi niña. Ya sé que no todos los hombres sois iguales pero…cuando estaba en el instituto capté una conversación de dos de sus compañeros que estaban haciendo una apuesta para ver quien se la llevaba antes a la cama. Mi reacción quizás fue desmesurada pero soy un padre y no se me ocurrió otra cosa que ponerle guardaespaldas ya que por muchas y diversas razones no los podía detener. Bella se enteró y desde entonces nos llevamos mal.

—¿No le dijo porque lo había hecho?

—Sí, pero cuando ya era tarde y había descubierto a los guardaespaldas y decidido venirse a estudiar y vivir con mi hijo. Emmet me dijo que había hecho mal y lo reconozco. Me hizo ver que mi hija se sabe defender ella sola pero yo…lo siento no dejo de ser un padre y cada vez que la veo con algún hombre no puedo evitar  pensar que va a aprovecharse de ella por eso me comporto así. He visto tanto en mi vida como policía, malos tratos, violaciones, mujeres burladas de mil y una maneras yo…no quiero que la dañen

—Pues le juro que yo no haré nada de eso, no soy así, no me educaron para ser así. Mis mejores amigas son mis dos primas y mi hermana y nunca, repito, nunca podría aprovecharme de una mujer y mucho menos hacerle daño. Yo amo a Bella Sr. Swan y pretendo que se convierta en mi esposa,  pero de todos modos si alguna vez me paso, si alguna vez le hago daño, le pido por favor que se encargue  de recordarme mi juramento.

—Eso ni lo dudes hijo.

—Señor verá, quizás piense que no soy quien para darle consejos pero creo que su hija y usted tienen que hablar  y arreglar sus diferencias, pero déjeme decirle que Emmett tiene razón, Bella se sabe defender muy bien ella sola —y pasé a relatarle todos los acontecimientos que habían tenido lugar desde que la conocía.

—Es increíble y dices que esa mujer te quiere obligar a casarte con alguien que no amas, es increíble, no sabes cómo me alegro que no sea tu madre realmente. Miedo me da pensar en lo del secuestro, la verdad me aterra oírlo. Si alguna vez ocurre alguna cosa por el estilo te pido por favor que me lo comuniques de inmediato, soy policía, algo tengo que poder hacer. Solo de pensar que mi pobre niña…Pero también me doy cuenta de una cosa y es que tenéis razón,  en verdad mi hija se sabe defender ella sola, pero…ese…como dices que se llama… ¿dónde ha aprendido mi hija a ser tan bruta por cierto?

—Según ella en unas famosas clases de karate a la que su mujer le obligó a ir con Alice.

—Si ya me acuerdo de eso pero…que yo sepa eso no se aprende en el karate.

—Supongo que es un misterio mas sin resolver –le contesté encogiéndome de hombros.

—Eres un buen hombre Edward –vaya al final si sabia mi nombre —y me gusta que hayas sabido defender a mi hija enfrentándote a tu madre, bueno a la que tu creías que era tu madre, pero ese gesto te honra hijo.

—Gracias señor Swan y créame que la defenderé siempre de quien sea.

—Charlie por favor, llámame Charlie y como gesto de buena voluntad te advertiré algo –yo trague en seco, aquí venia la famosa charla de como hagas daño a mi hija, pero no, el hombre me sorprendió.

—Si mi mujer hacer su famosa tarta de piña con cualquier ingrediente que encuentre por ahí que no sea piña, por favor, no la pruebes. El caso es que yo ya la he probado en casa de su amiga Kim y créeme, ni punto de comparación.

—¿Papá, Edward? –dijo mi Bella entrando confusa en la habitación –esto…la…cena ya está preparada –yo la hice un gesto intentándola decir que todo estaba bien, pero fue su padre que habló

—Todo esta correcto hija, este muchacho ha tenido la decencia de explicarme sus intenciones y hemos tenido una animada charla, charla que espero tener también contigo antes de irme –desde luego este hombre cuando impartieron la asignatura de diplomacia debió quedarse dormido o estar enfermo.

—¿Qué te propones padre?

—Esto…empezó el pobre hombre tragando saliva ante el gesto ceñudo de Bella –solo pretendo pedirte perdón  hija por…todo.

—Está bien papá cuando quieras tendremos esa charla, pero ahora bajemos a cenar, antes de que a mamá se le ocurra alguna cosa rara.

—Esto…la cena, ¿quién la hizo?

—Nosotras papá pierde cuidado.

Y la velada fue de lo más rara. Renée tenía una expresión igualita a las que ponía Rosie cuando no se salía con la suya, Emmett, Bella y Rose  comían una deliciosa lasaña con expresión triunfante y Charlie tenía una expresión de alivio en la cara, no sé si por la comida, por la charla, o por la perspectiva de arreglar las cosas con su hija.

Nos quedamos profundamente dormidos, después de una sesión de sexo mudo es decir de sexo sin ruido ya que una cosa es que su padre me hubiese aceptado a mí y otra muy distinta es que aceptase la banda sonora que interpretábamos cada vez que hacíamos el amor. Habíamos intentado no hacer nada ese día pero cada vez que nuestros cuerpos se juntaban se llamaban, juro que se llamaba y no éramos capaces de ignorar esa llamada. Era totalmente dependiente de mi novia,  y necesitaba enterrarme en sus pechos, aspirar su dulce olor, hundirme dentro de ella una y otra vez…

Normalmente Bella me despertaba con besos y caricias, pero esa mañana solo alcance a oír cosas como llego tarde, llego tarde, al más puro estilo conejo blanco de Alicia. Cuando emergí del todo de mi sueño le pregunté qué pasaba.

—Tengo que llegar a la cocina antes que mi madre, tengo que llegar, tengo que llegar –y salió disparada por la puerta. Al salir chocó con algo y por la voz, supe que se algo era Rose quien decía exactamente las mismas palabras que Bella pero esta vez en plural, lo dicho ni el conejo blanco de Alicia lo haría mejor.

Cuando bajé a la cocina me encontré con una escena muy similar a la de ayer por la noche pero con las tornas cambiadas. Ahora la que portaba la expresión triunfante era una Renée  que vestida con un delantal, se dedicaba a servir  una especie de tortitas en diferentes platos. Le dio uno a Rose, otro a Bella, otro a su nieta  y otro a Charlie quienes lo tomaron con resignación así que me preparé para lo peor.

—Siéntate Edward cariño que te sirvo el desayuno —y puso delante de mí un plato con  cuatro tortitas como cuatro soles pero ¿cuánto creía esta mujer que comía yo?

En el momento que traté de cortar una  con el cuchillo me imagine la cabeza de Tanya y la susodicha tortita estrellándose contra ella dejándola noqueada ya que el alimento en cuestión era un arma letal de primera categoría dada su dureza.

—¿A que están buenas?, ¿a que sí? –me preguntó ansiosa la buena mujer y todos me miraron esperando mi respuesta pero con su plato intacto.

—Buenísimas –le dije como pude intentando masticar, menos mal que tenia buenos dientes y el sirope de chocolate ayudaba en algo, poco pero ayudaba.

—Todos me miraron extraño pero, ¿qué querían que hiciera?, había que caerle bien a la suegra ¿o no?

—Lo veis, un hombre que sabe apreciar la buena cocina –dijo mirando a su nieta, marido,  hijos y nuera –no como vosotros con tanto régimen, comida basura y bollos industriales –añadió viendo como Rosie cogía una magdalena con mucho disimulo.

—No es necesario que te esfuerces más hijo, ya le has caído bien, no querrás acabar con una indigestión. Haz como yo, mira —y con los ojos como platos vi como el buen señor volvía a depositar sus tortitas en la fuente en un momento de descuido de la insigne cocinera, yo hice lo mismo y puse tres de las cuatro ya que una ya la había mordido, bueno si se le puede llamar así. Bella  nos miraba estupefacta ante semejante complicidad pero ni corta ni perezosa hizo lo mismo.

—¿Por qué tengo la impresión de que en la fuente hay mas tortitas que antes?

—Cosas tuyas mamá, cosa tuyas, es que siempre haces para muchos.

—Ah bueno supongo que las podemos meter en un tapper  para que os las llevéis al trabajo y…

—No dejan, está  prohibido dijo un Emmett dolido porque él no había tenido la misma idea ni nadie le había dicho nada por lo que había tenido que tragar el arma mortífera como buenamente pudo.

—En el periódico tampoco dejan mamá es una norma.

—Bueno el periódico es de Edward, me parece a mí…

—Renée, ¿qué dirían mis empleados si me vieran saltándome mis propias normas?

—Supongo que tienes razón. En fin se las llevaré a Rosie para que meriende cuando salga de la escuela, porque eso sí no os preocupéis que hoy voy yo a buscar a mi nieta—, dijo ante la mirada horrorizada de la pobre niña.

—Esto…abuela ¿por qué no me lo pones en un tapper y me los llevo ahora?, seguro que a mis amigos les gustará comérselas en el patio a la hora del recreo, sus madres solo les ponen cosas normales como bollos o galletas.

—Oh –dijo Renée emocionada –ahora mismo te lo pongo—y los demás la miramos como si la hubiesen salido cuernos.

—No será verdad que vas a compartir eso con tus amigos ¿no? –preguntó mi Bella cuando, una vez aparcado el coche cerca del colegio, llevábamos a la cría para allá. Bella siempre tenía costumbre de llevarla ella y dado que íbamos al mismo lugar, se había hecho costumbre que fuéramos los dos.

—No tía, no me las voy a comer –dijo la niña acercándose a un contenedor que había cerca de la escuela y vaciando el tapper dentro. Una  vez hecho eso untó todo el recipiente con los restos del sirope de forma que parecía que habían estado untando las tortitas. Chica lista si señor. Bella respiró tranquila —¿y cuanto tiempo decís que se va a quedar la abuela? –preguntó con un gesto de resignación parecido al que ponía su madre y mi Bella.

—Una semana hija, una semana.

—Uff que paciencia –y yo no pude aguantar la carcajada.

Mientras íbamos de camino al trabajo, pude observar que el mal humor de Bella iba en aumento.

—¿Se puede saber que hablaste ayer con mi padre y que os traíais los dos entre manos?

—No es nada amor, solo le dejé claro mis intenciones para contigo, charlamos un rato, el me contó los motivos por los cuales contrato a esos guardaespaldas y…

—¿Y te ha puesto de su parte verdad?

—No, mi amor ¿cómo piensas eso después de lo que hemos pasado?, nadie me pondrá nunca de su parte en contra tuya, solo digo que quizás, solo quizás cuando seamos padres, tengamos la capacidad de entender los actos de los nuestros así que…en fin…no estaría mal que…le escucharas y hablaras con él ¿quieres estar enfadada toda la vida con Charlie? Bella la vida da muchos giros y vueltas,  y en un minuto la felicidad puede verse colapsada por un suceso trágico e irremediable, dime amor, ¿quisieras que pasara algo así sin estar a buenas con tu padre?

—No, realmente no. Perdona Edward es que no desayunar me pone de mal humor y… —pero no pudo terminar de decir lo que fuera ya que su móvil sonó.

—Contesta por mi hazme el favor –así lo hice ya que ella iba conduciendo—. Al descolgar y decir el típico diga, esperé unos segundos y nadie decía nada, solo se escuchaba una respiración, que raro.  Después de un rato de preguntar quien era me colgaron.

—Esto es muy raro Bella, se oía a alguien respirar pero no me decían nada.

—Bueno puede ser que no pudieran por falta de cobertura.

—Eso es poco probable ya que escuchaba perfectamente su respiración.

—Bueno…verás…no le doy más importancia de la que tiene, pero llevo unos días teniendo llamadas como esas.

—¿Cuántos días exactamente?

—Bueno yo...el caso es que no les doy importancia por eso no os lo había dicho pero más o menos desde que tu tío Cayo regreso a Chicago.

—¿Y no dice nadie nada?

—No.

—Sí que es raro.

—Edward, tal vez sea un gracioso, o tal vez sea Scooby doo dando el coñazo otra vez.  Tu madre y Tanya están en la cárcel, no puede ser nada importante.

—Puede que tengas razón –le dije no muy convencido, pero tuvimos que cortar la conversación ya que llegamos al trabajo y enseguida Bella se vio absorbida por un miembro del equipo de Nacional que reclamaba su atención en algo que había pasado.

Me encaminé a mi despacho y le pedí a Ángela que le llevase a Bella un café con algún bollo para que desayunara. Nada más entrar llamé a Emmett. Él se mostro tan intrigado y preocupado  como yo y me prometió que usaría su influencia para intentar de alguna manera averiguar algo. Él pensaba como siempre que podría tratarse de alguien intentado acercarse  a él ya que las otras posibilidades, a excepción de la del chucho estaban descartadas con esa pareja entre rejas, y eso me puso más nervioso. Lo principal era convencer a Bella para pinchar su móvil. Los dos nos propusimos hablar con ella esa misma noche,

La semana transcurrió sin muchos incidentes y bien esta decir sin muchos ya que Renée al final hizo su famosa tarta de piña que en lugar de piña llevaba melocotón y como gelatina había escogido el sabor  frambuesa. Es imposible describir como estaba aquello, solo decir que una ración de esa tarta se podía convertir en una efectiva arma de destrucción masiva para diezmar a todo un ejército.

Bella y su padre estuvieron hablando largo y tendido y consiguieron limar todas sus asperezas, cosa que mi novia me agradeció esa noche de manera muy efectiva. Que se lo pregunten sino a cierta parte de mi anatomía que anduvo más que satisfecha durante todo el día. Pero a pesar de la susodicha satisfacción cada vez que Bella se movía, caminaba de un lado para otro, bebía cualquier tipo de líquido o comía lo que fuera, mi miembro y todo mi cuerpo se ponían inmediatamente en estado de alerta roja.

Por fin el domingo por la noche Renée y Charlie Swan dejaban España. Un cierto toque de alivio se instalo en mi interior, había conseguido sobrevivir a mis suegros y había salvado ese gran obstáculo con éxito, es mas se podría decir que me había ganado un buen aliado. Fiel a mi promesa le conté al jefe lo de las llamadas que Bella recibía y me hizo jurarle que le mantendría informado puntualmente. Poco faltó para que se quedará en Madrid haciendo guardia y colaborando con la policía española para resolver el caso, menos mal que Emmett le convenció de lo contrario.

Bella cogió un monumental cabreo por el jaleo que estábamos armando por unas llamaditas de nada y hasta me amenazó con tenerme a pan y agua durante un mes. Consiguió cumplir con su castigo un día porque si hay algo que Bella Swan no puede resistir son mis encantos y créanme que saqué todos los que tengo y más para conseguir su perdón. A la segunda noche ya la tenía cabalgando sobre mí  como una experta amazona antes de darnos una refrescante y productiva ducha. Al final, consintió en pinchar el móvil ya que las llamadas seguían sucediéndose  y fueron a peor, ahora no solo se limitaban a esperar un rato en silencio y luego colgar, sino que  también se escuchaban jadeos y sonidos extraños tipo Dark Vader.  También tuvimos que controlar   su correo electrónico pues empezó a recibir extraños mails con mensajes más extraños aún. El último me heló la sangre en las venas:

 

Yo te enseñaré a no quedarte con lo que no es tuyo, maldita zorra. Lo vas a pagar muy caro.

 

 


 

 

 

 

 

Capítulo 11: Despedida Capítulo 13: Proposición y llamadas sin fin.

 


 


 
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