PROMESAS CUMPLIDAS-TERMINADA

Autor: rake
Género: Romance
Fecha Creación: 12/12/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 86
Visitas: 143419
Capítulos: 56

TERMINADA

ES UNA ESPECIE DE 2ª PARTE DE:DESEOS PROHIBIDOS

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 5 VOTOS!!!

Un pecaminosamente futuro caballero ha llegado a Londres?y Bella casi se desmaya cuando se da cuenta de que se trata de Edward Cullen,transformado en un hombre magnífico.Ha regresado para reclamar su título?y para cumplir la promesa que una vez se hicieron dos jóvenes amantes bajo la luna,una escandalosa promesa que ninguna dama decente osaría cumplir.

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Capítulo 25: Comienzan las lecciones

Bella no sabía bien cuándo había empezado lady Tanya a ser una molestia,pero desde luego,eso era,pensó mientras dirigía su caballo hacia el lado derecho de Edward y lady Tanya guiaba el suyo hacia el izquierdo,desde donde empezó a darle conversación de inmediato,acaparando su atención como un avaro acumula oro.Para sorpresa de Bella,lady Irina espoleó su montura hasta situarla junto a la de ella.

—¿Sabes?—le susurró—,me parece que no va a costarle tanto como creíamos encontrar una esposa adecuada.

—Yo no creo que la busque—replicó Bella,de nuevo sorprendida por el estallido de celos que aquel pensamiento le había producido.Claro que Edward encontraría esposa.Necesitaba un heredero,un modo de aliviar su soledad y alguien que lo ayudara a administrar sus propiedades.No podía reprocharle a ninguna dama que quisiera ocupar el puesto.

—¿Y por qué no iba a hacerlo?—preguntó lady Irina.—Después de todo,necesita un heredero.

Lo que ocurría era que a Bella no le apetecía pensar en esa probabilidad.

—Primero tiene que acostumbrarse a la vida de aquí.

—Se diría que ya se ha adaptado bastante bien.Salvo por su vestimenta,claro.

—A mí me gusta su ropa—señaló lady Bree con un susurro de complicidad desde el otro lado de lady Irina.—Me resulta muy provocativa.

Sí,ciertamente resultaba provocativa,la camisa pegada al cuerpo sin chaqueta que ocultara el movimiento de sus músculos a cada uno de sus movimientos.Bella bajó la mirada a sus manos desnudas,curtidas por el trabajo duro,que sostenían las riendas con naturalidad.Se esforzó por no imaginar aquellos dedos largos y robustos desabrochándole los botones del corpiño y separando las dos piezas de algodón...¿Temblarían tanto como lo habían hecho cuando era sólo un muchacho? ¿Temblaría ella de deseo?¿Le rozaría con los nudillos la parte superior de los pechos,unos pechos apenas inexistentes cuando él le hizo su atrevida proposición?¿Ardería su mirada de anhelo por lo que el trato inicial le negaba:el tacto de su piel?

Apartó la mirada de sus manos y se preguntó cuándo había empezado a hacer tanto calor,desde cuándo le costaba tanto respirar,como si el aire hubiera desaparecido.

La risa complacida de lady Tanya resonaba por el parque,más irritante aún que su voz.Supuestamente,una dama debía reírse con el máximo decoro.

—No es justo—protestó lady Bree.—No oímos lo que dicen.Lady Tanya,¿qué es tan divertido?—le gritó.—Cuéntanos.

La otra se inclinó y asomó por delante del firme cuerpo de Edward.

—El conde me estaba explicando que lleva un sombrero de cuarenta litros.En Tejas,el tamaño de los sombreros se mide por la cantidad de líquido que cabe en ellos.¿Os lo imagináis?

—¿Y para qué puede querer llenar de líquido el sombrero?—preguntó lady Bree,pero lady Tanya estaba de nuevo enfrascada en la conversación con Edward.

—Lo usan de palangana,para lavarse o dar de beber al caballo—explicó Bella.

—Qué vida tan extraña llevan por allí.Es increíblemente incivilizada—señaló lady Irina.

—Aterradoramente incivilizada—la corrigió lady Bree.—No es justo que lady Tanya lo acapare así.—Se inclinó hacia adelante.—Milord,¿le gusta ser vaquero?

Sonriente,Edward apartó la mirada de lady Tanya y a Bella volvió a sorprenderla lo guapo que era.Provocativo,sí,pero por encima de eso,muy masculino.Fuerte y capaz.Nadie que lo viera en aquel momento creería que tuviera dudas sobre su sitio en aquella sociedad.De pronto,la halagó que hubiera decidido confiarle a ella sus inseguridades.

—Ciertamente,sí—le respondió a lady Bree—,pero soy algo más que vaquero.Soy ranchero.Tengo tierras y ganado propios y hombres que trabajan para mí.

—¿Es así como se hizo tan fabulosamente rico?—inquirió lady Bree.

Edward se rió con su profunda risa y ese sonido áspero recorrió la espina dorsal de Bella y todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo hasta alcanzar su corazón.No parecía en absoluto ofendido por la pregunta tan inapropiada de lady Bree.

—Dígame,querida,¿qué dicen de mí las malas lenguas?

—Ser rico no tiene nada de malo.

—Pero sí hablar de ello—afirmó lady Irina.

—Sólo quería saber cómo se hace rico un hombre.Mi padre heredó su fortuna y nunca me había planteado lo que deben hacer quienes no tienen dinero.

«Trabajar,mucho y muchas horas»—pensó Bella—,ejercitar sus músculos hasta convertirlos en planchas de acero,mientras el sol les quema la piel.

—Yo empecé con el ganado.Invertí un poco y tuve suerte—explicó Edward.

A Bella le pareció verlo ruborizarse o quizá fuera el reflejo del pañuelo rojo que llevaba al cuello.Supuso que algunos hábitos eran difíciles de abandonar.

Se preguntó si lo incomodaba hablar de su éxito,si por eso pintaba un retrato modesto de sus esfuerzos.Parecía contradictorio que un hombre que montaba erguido y orgulloso mostrara el más mínimo signo de vergüenza,claro que el Edward al que ella había conocido siempre había sido parco en palabras.Quizá simplemente le desagradaba el interrogatorio sobre sus logros.

—¿Qué le parece Londres?—preguntó lady Victoria.

—Algo más abarrotado de lo que yo estoy acostumbrado a ver—respondió.

A Bella le pareció detectar que su rubor desaparecía.Qué curioso.

—Y por lo demás,¿le gusta?—quiso saber lady Tanya.

—Aún no he visto lo suficiente como para tener una opinión.He estado en Forks Hall hasta hace un par de días.

Y casi de inmediato se había presentado a su puerta.A Bella la satisfacía pensar que había ido a ver a su familia en seguida y aunque su intención inicial no fuera reencontrarse con ella,lo cierto era que había entrado en el salón mucho antes de dirigirse a la biblioteca de su padrastro.

Llegaron al final del recorrido.Mientras detenían sus caballos,a Bella le pareció que lady Tanya esperaba algo más.

—Había pensado en caminar un poco,si le apetece acompañarme,milord—propuso la joven.

—Me encantaría,querida—respondió Edward—,pero le he prometido a Quileaute que llevaría a la señorita Swan a casa.

—Ah,sí,por supuesto—murmuró lady Tanya.—Quizá en otra ocasión.

Edward inclinó el sombrero ante las señoritas y después se dirigió a Bella.

—¿Lista,querida?

«Más que lista»,pensó,mientras situaba su caballo junto al de él.Edward montaba con naturalidad,con destreza,sobre una silla del Oeste,no una silla inglesa,con sus piernas largas y sus muslos fuertes.

Giraba constantemente la cabeza para mirarla,estudiando su rostro con intensidad,como si pretendiera familiarizarse con todos sus rasgos,como si buscara algo que ella le estuviera ocultando.

—Estás muy callada esta mañana.¿No has dormido bien?

—¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra?—preguntó ella.

Se le levantó uno de los extremos del bigote.

—He pensado que a lo mejor estabas cansada y que por eso no habías dicho nada.

—No he dicho nada porque no tenía nada que decir.A diferencia de lady Tanya,no me gusta hablar por hablar.

—¿No estarás celosa?

—Claro que no.—Irritación no era lo mismo que celos y tenía derecho a molestarse porque la intrusión de lady Tanya le hubiera impedido darle a Edward una clase en condiciones.Le pareció que su razonamiento era bastante lógico.

Edward soltó una carcajada contenida,incluso tuvo la osadía de guiñarle un ojo y cogerle la barbilla con los dedos desnudos.

—Leah te manda recuerdos.

Si no fuera porque él le sujetaba la mandíbula,se le habría abierto la boca de la sorpresa.

—¿Has visto a Leah?

—Sí,esta mañana temprano.Aunque no tan temprano como tú,por lo visto.Ella y su marido han desayunado conmigo.Me cae bien Seattle.

Bella levantó un poco la barbilla para zafarse del tacto perturbador de los dedos de Edward.Por cómo volaban los chismorreos en Londres,llegada la noche se imaginaba qué parte de su cuerpo dirían que le estaba tocando.

—No me sorprende en absoluto que hagáis buenas migas.Era un sinvergüenza antes de que Leah lo reformara.

—¿A mí me consideras un sinvergüenza?

—No me negarás que has tenido tus momentos aunque parece que has desechado tus modales de rufián,al menos por lo que respecta a esas señoritas.Te has manejado muy bien.

—Habría preferido montar sólo contigo—dijo Edward,consciente de que las palabras que decía eran más sinceras que ninguna de las que había intercambiado con lady Tanya.Ésta era una mujer agradable,pero había cierta falsedad en ella que Edward nunca había detectado en Bella.

Edward miró a esta última.Llevaba un vestido de montar azul oscuro,abotonado hasta la garganta,donde un pañuelo azul claro completaba la imagen de recatada virtud.Un velo de gasa del mismo azul claro envolvía su sombrero azul oscuro,bajo el que llevaba el pelo recogido.Se la veía elegante,serena,en absoluto tan informal como la noche anterior,cuando yacía a su lado junto al Támesis.

No podía decir que prefiriera un aspecto al otro.Todas sus facetas le resultaban tan fascinantes como en la adolescencia.Incluso más,la verdad.Lo que había sentido por ella a los dieciséis años,se daba cuenta ahora,era lo más fuerte que un muchacho podía sentir.Pero los sentimientos de un hombre podían ser mucho más intensos,más profundos y empezaba a pensar que tal vez aquello fuera sólo el principio.Ella le provocaba una sed inmensa y no estaba seguro de poder hacer nada para saciarla.

—Ha sido un detalle muy bonito que le mandaras flores a mi madre esta mañana—dijo Bella.

Edward notó que el acaloramiento de la vergüenza lo sonrojaba.

—Intento ganarme su favor.

—¿Por qué?—preguntó ella.

—Ha estado enfadada conmigo desde el momento en que se cruzaron nuestros caminos y si tú vas a ayudarme,será inevitable que nos veamos.—Se encogió de hombros.—Le he mandado flores por ver si así consigo un poco de compasión por su parte.

—Si prefieres no volver a verla,ella y Quileaute me han facilitado la posibilidad de volver a Tejas sin tu ayuda.

Edward sintió una punzada tan fuerte en el estómago que casi lo tiró del caballo.

—Tú y yo tenemos un trato.

Procuró contener la mueca de dolor,pero la voz le salió más áspera de lo que pretendía.

—Soy consciente de ello y tengo previsto cumplirlo hasta el final de la Temporada social,pero quería que supieras que,si prefieres encargárselo a otra persona...

—No.

Ella sonrió.

—Edward,pensándolo bien,tu oferta es demasiado generosa...

—Yo estoy satisfecho.

Bella asintió con la cabeza.

—Muy bien.Esta noche cenaremos en casa de Leah.

—Me lo ha mencionado.

—Aquí nos separamos—señaló.—Pasa a buscarme con tu coche a las siete.

La joven puso el caballo a medio galope y Edward se sintió tentado de seguirla,pero en vez de eso,detuvo el suyo por completo y se limitó a verla marchar y se preguntó si algún día dejaría de dolerle separarse de ella.

Capítulo 24: Espia Capítulo 26: Irresistible

 


 


 
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