Encuentro Con el Verdadero Amor (+18)

Autor: AtalCullen
Género: + 18
Fecha Creación: 19/07/2012
Fecha Actualización: 27/07/2012
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 11
Visitas: 42951
Capítulos: 16

 

Bella era una mujer tradicional, ejecutiva, con una vida llena de rutinas, ... la esperanza de ser amada ya no existía... solo que con solo una mirada su existencia cambiaría...

Amigas debo advertirles que esta historia tiene mucho sexo explícito.... 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 9: "Hasta que la muerte nos separe"

Después que me habían dado el diagnóstico con el segundo médico, pasó un mes de incertidumbres y preocupación, no solo fue eso, hubo momentos de completa felicidad, sobre todo cuando Edward me poseía y me hacía de él una y otra vez. En ese momento era feliz, sentía que alguien me amaba sin importar nada, veía y sentía que era recíproco todo lo que yo sentía.

Durante ese mes de espera, nos encargamos de los preparativos de la boda. Le pedí a Edward que quería una boda sencilla solo mis amistades mas cercanas, que no era muchas, no teníamos familia, yo era la única hija y mis padres habían fallecido así que no tenía mucha gente que invitar, él invitaría solo algunos colegas con los que estaba trabajando y eso sería todo, pero sí quería casarme por la iglesia y verme de blanco. Era un sueño desde pequeña y él a pesar que ya era de él, quería darme ese privilegio ya que él había sido el primero. Kristina me ayudo a escoger el vestido y todo lo relacionado con él, estaba tan emocionada, sería la Sra. Bella Cullen.

La boda sería a fines de Julio y ya teníamos todo listo, en la misma iglesia sería la firma del civil y después la bendición, sería todo completo. En esa semana me tomé las dos semanas de mis vacaciones para aprovechar e irnos de luna de miel, Edward me llevaría a la Isla de Pascua en el Pacífico dónde estaban los famosos moais de piedra.

Él, como arqueólogo estaba fascinado por ese viaje ya que ahí aprovecharía de observar y estudiar los moais que se encuentran ahí, y por mi lado fascinada por estar con él y ser su esposa para toda la vida que nos quedara.

Sólo faltaba un día para el gran día y quedamos que esa noche cada uno dormiría en sus casas, a Edward no le gustó mucho la idea, pero aceptó. Nos dimos un gran beso de despedida y se fue.

Esa noche fue terrible para ambos ya que desde que nos habíamos entregado no había pasado ninguna noche que la pasáramos juntos y esa noche en realidad fue un martirio para ambos. Fue una noche muy larga, dormí intranquila, no descansé como debería, habían muchas cosas en mi cabeza, la boda, el viaje de luna de miel, mi tumor, etc., pero en un momento le di las gracias a Dios por haberme regalado a Edward en mi vida.

Al ver la luz del día me di cuanta que no había dormido mucho. Llamé a Edward por teléfono y él también estaba despierto, no había podido dormir. Yo contándole lo mío nos reímos juntos y nos despedimos hasta la tarde. Me levanté, me hice desayuno, Kristina llegó a buscarme para ir a la peluquería y maquillarme. Sería un día lleno de cosas, lleno de mucha actividad.

Ya eran las 19:00 horas y ya estaba lista, estaba con mi vestido blanco, era tan bello, era de satín opaco, con rosas bordadas al borde del faldón, en forma acampanada, con los hombros descubiertos, con una cola que salía del rosón en la cintura, en mi cabeza llevaba una corona muy delicada con un peinado tomado pero con mechones ondulados que caía por mis mejillas, me veía tan bella, era raro describirme así pero era tanto que Edward decía que era lo más bello para él que me estaba creyendo.

Había llegado la limosina a buscarme y Kristina se fue conmigo, ella también se veía bella con un traje Chanel azul petróleo, estaba tan elegante y preciosa. Estando dentro de la limosina le abracé y le di las gracias por estar conmigo en ese día tan importante. Llegamos a la iglesia y vi a mi hombre en la entrada, se veía tan hermoso, estaba con un frac de color marengo que hacía que su cabello se le viera más rubio y sus ojos más azules grisáceos.

Estaba con su sonrisa hermosa, se veía tan feliz. Al ver la limosina llegar entró y se colocó a la espera de mí cerca del sacerdote, yo bajé del carro y me coloqué en posición para entrar, lo iba a ser sola ya que no estaban mis padres para que me entregaran, así que fue más emocionante, Edward al verme, me sonrió y yo al compás de la marcha nupcial comencé a entrar, no le quitaba la vista a mi hombre, ni él tampoco, a los dos nos salió al mismo tiempo unas lágrimas, eran de felicidad.

Comenzó la ceremonia y al terminar y escuchar "HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE" nos besamos como la primera vez, la audiencia que era muy poca nos brindó un aplauso espontáneo, nos miramos y nos dijimos al mismo tiempo un "Te Amo".

Ya era la Sra. Cullen, ¡qué emoción!, la fiesta fue hermosa. Edward me tenía una sorpresa, tomó una silla, le trajeron su guitarra y se puso delante del micrófono y comenzó a tocar una hermosa melodía la cual era la introducción de una canción… Sra. Cullen, esta canción es para usted- me dijo cuando comenzó a cantar sin dejar de mirarme. Se llamaba "Llegaste tú", reflejaba lo que yo significaba para él.

Al escucharle cantar, me emocioné, ya que no sabía que tenía ese don de la música, menos que tocaba algún instrumento, así que quedé paralizada. Al terminar, me pare inmediatamente de donde estaba sentada y me dirigí a él, lo tomé entre mis brazos sosteniéndolo de su rostro y lo besé

–¿mi amor, de dónde sacaste esto? Es precioso, gracias, "te amo" le dije.

-es para ti con todo mi amor "te amo tanto" me dijo.

En ese momento los invitados silbaban y aplaudían de vernos tan felices. Fue una hermosa velada, pero ya estaba llegando a su fin, después de tirar el ramo lo cual lo recibió Kristina y tirar la liga que lo recibió Roberto, partimos la torta y todo eso. Ya era de irnos a descansar. Al día siguiente nos íbamos de viaje y teníamos que dormir un poco. Estábamos exactos ya que no habíamos dormido nada la noche anterior de tanta emoción e impaciencia.

Nuestra primera noche como esposa de Edward fue maravillosa. Estuve en sus brazos sin separarnos casi una hora, sin decirnos nada solo sentir nuestra respiración y nuestras manos acariciándonos. Nuestras piernas estaban entrelazadas a pesar que estábamos con nuestros piyamas adecuados para la ocasión, sentíamos como nuestra calor corporal se iba siendo más intensa con solo estar así, sentía como Edward ya estaba excitado, sentía su cuerpo cambiar, pero él no hacía nada sin antes esperar que yo le insinuara que empezáramos a amarnos.

Él era tan cauteloso, muchas veces aunque él estuviese ardiendo por dentro por poseerme y yo anduviera en mis días, o simplemente no tuviese ganas, él no insistía, a el le gustaba hacerme vibrar de emoción, le encantaba verme ardiente, le gustaba hacerme sentir placer. Eso le fascinaba, le hacía feliz, al igual que a mí.

Ya nos conocíamos tan bien que a pesar de eso cada vez que lo hacíamos era un placer indescriptible. Me encantaba cuando sus labios me exploraban, él sabía eso y le gustaba hacérmelo, le gustaba escucharme gemir de placer cada vez que sus labios llegaban a mis puntos de excitación.

Era maravilloso verle encima de mí llevándome mis piernas a que le abrazaran para penetrarme, verle su rostro de placer …era mi dios griego, con su dorso desnudo, sudoroso por la pasión, como su cuerpo llegaba a temblar cuando estaba dentro de mí.

Ah¡¡ le amo tanto. Que no podría pensar que toda esta felicidad pudiera terminar algún día. No hicimos nada esa noche nos quedamos dormidos hasta el amanecer. Solo que en ese momento al despertarnos nos besamos y sin decir nada nos amamos hasta que quedamos exhaustos, pero satisfechos, terminamos juntos con un orgasmo increíble, placentero, maravilloso, hermoso, era como si hubiésemos llegado al limbo…

-"te amo tanto Edward" le dije

–"mi amor, eres mi sol" me contestó.

 

Capítulo 8: "Mal diagnóstico" Capítulo 10: "Luna de miel? muy roja"

 
14445171 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios