Encuentro Con el Verdadero Amor (+18)

Autor: AtalCullen
Género: + 18
Fecha Creación: 19/07/2012
Fecha Actualización: 27/07/2012
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 11
Visitas: 42952
Capítulos: 16

 

Bella era una mujer tradicional, ejecutiva, con una vida llena de rutinas, ... la esperanza de ser amada ya no existía... solo que con solo una mirada su existencia cambiaría...

Amigas debo advertirles que esta historia tiene mucho sexo explícito.... 

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Capítulo 8: "Mal diagnóstico"

A pesar de la felicidad que inundaba en Edward, yo no podía sentir lo mismo, era un presentimiento de que algo que no andaba bien, a pesar de lo que había dicho el médico, yo no lo podía creer, además solamente habían pasado tres días de la primera vez que lo hacíamos, primera vez que teníamos relaciones, y por eso no lo creía, ¿cómo tan rápido iba a ser todo?

Era primeriza y todo podía ser, además mi edad no era de una joven, menos de una adolescente, ya tenía 38 años y mi cuerpo podía reaccionar de muchas maneras. En cambio Edward ya iba para los 41, era mayor que yo, y a pesar de eso se veía mas joven, era más activo, con una energía que nadie podría creer la edad que tenía. ¡Era imposible!

Al día siguiente de haber ido a ver al médico, quise sin decirle a Edward tener otra opinión de otro especialista, así que pedí hora y aproveché la hora de colación. Fui sola, y aparte de examinarme tactílmente, me dijo que para descartar me haría otros exámenes, inmediatamente me hizo una ecografía, además de los exámenes de sangre, para la sorpresa la ecografía arrojó que no era un bebé era un tumor, con más exactitud un mioma, el problema era que este lo había tenido mucho tiempo sin haberme dado cuenta.

El médico me explicó que esto era normal, y que se le decía que era la enfermedad de las monjas, ya que una de las causas es que se desarrolla por no tener sexo o sea no tener actividad sexual, y que en algún momento se iba a presentar, toda la actividad que tuve durante el mes sin tener relaciones y aguantarme ayudó a que este se desarrollara un poco mas rápido y al hacerlo empecé con los síntomas igual que un embarazo.

En mi ser tenía emociones encontradas, ya que cómo le iba a decir a Edward que no era su bebé, sino que era un tumor, y que no íbamos a tener ningún hijo, sé que le iba a matar la ilusión y no quería hacerlo, pero era mi deber.

Después de la consulta volví a mi trabajo llegando media hora tarde y mi jefe se preocupó, ya que yo era super puntual y responsable, pero al verme llegar con cara de preocupada me llamó a su oficina y me pregunto que lo que me estaba pasando y yo sin más, le expliqué estallando en llanto.

A pesar de todo le quería dar un hijo a Edward pero ahora no podría hasta operarme y sacarme el tumor. No se sabía si era benigno o maligno y no quería causarle dolor a mi amado que tanta felicidad me había dado. Mi jefe me dio la tarde libre y me mandó para la casa, yo sin más me fui sin avisarle a Edward.

Estuve toda la tarde, pensando cómo decirle a Edward para que no fuera a sufrir, en mi mente no podía borrar la preocupación de que el tumor fuera maligno y tener que hacer pasar otra vez un dolor a sí a mi futuro esposo. Mi mente estuvo como loca pensando y pensando.

Llegó la hora de que Edward salía de su trabajo y se me había olvidado que me iría a buscar, así que rápidamente le llamé y le dije que ya estaba en casa así que le esperaba allí. Él con mucho amor me dijo ¡espérame!, no te muevas de ahí, se escuchaba tan feliz, que eso me dolió en lo más hondo de mi ser, sabía que esa felicidad era porque según el primer médico íbamos a ser padres.

Pasaron los minutos y de pronto llegó, venia con un ramo de flores de las que me gustaban, eran rosas rojas, y me las dio dándome un beso en mis labios. Le miré y sin decir nada me brotaron las lágrimas de los ojos y al verme así me abrazó y me preguntó si no me habían gustado las flores, sin dejarlo de abrazar le dije –amor mío, no es lo que piensas, no seremos padres-.

Sentía como me soltaba un poco y mirándome -¿por qué dices eso amor?-

-Le dije- hoy fui a otro médico y me hicieron una ecografía y otros exámenes y es un tumor en mi útero y tienen que operar, después de un tiempo podremos entrar en campaña- ¡lo siento Edward!- no quise darte este dolor-.

Edward sin decir nada solo con lágrimas en sus ojos, me besó y me abrazó tan fuerte que sentí en el calor todo la tristeza que había en su ser. Nos quedamos así un buen rato, sin decir nada, hasta que él rompió el silencio.

-me pregunto -¿es benigno o maligno?-

-no lo sé,… eso lo sabremos hasta que me lo saquen y hagan la biopsia- le dije.

-¡Amor no quiero perderte a ti también!- me abrazó, lloraba como un niño.

-me partió el corazón verle así, pero no era mi culpa, sabía que no soportaría otra tragedia así en su vida. - ¿amor?, lucharé para que nuestra felicidad dure toda la vida si es que Dios quiere, y si no, tratemos de ser felices hasta que podamos, pero sé que todo va a salir bien, el médico me dijo que esto era común y que muy pocas veces eran malignos, así que no hay que perder las esperanzas, ¿cómo nuestra felicidad va a durar tan poco tiempo?, Noo, durará toda la vida amor, ten fe y esperanzas, estoy aquí a tu lado, no me iré a ningún parte a menos que tu no quieras estar conmigo.

-¿¡estas loca que te dejaré ir!?-¡¡jamás!! Eres mi todo, mi vida, mi amor, ¡TODO!-

Sin preámbulos, nos besamos apasionadamente, Edward me acarició tiernamente haciendo que sus manos desabrocharan todo lo que estaba en su camino dejándome expuesta antes sus ojos, mi cuerpo reaccionó antes sus caricias y me sentía excitada, mi sexo ya estaba húmedo y solo quería tenerlo dentro de mí. Edward me llevó una de mis manos a su miembro para que se lo acariciara. Fue una delicia, ya estaba listo, pero su mirada me suplicaba que le liberara de sus pantalones y su bóxer. Se los desabroche y con mis manos y mis pies le bajé su ropa para tenerlo desnudo ante mis ojos. Codiciaba comérmelo entero, sin más lo empujé hacia atrás y comencé a tomar el control de la situación y le besé desde los pies subiendo por sus piernas que me fascinaban, tenía unos vellos tan suaves que me encantaba sentir su suavidad en mis labios.

Sentí como Edward se tensaba de placer gimiendo entre sus dientes apretados. Subía lentamente por sus muslos separándole un poco para besarle entre sus piernas, cada vez estaba más cerca de mi golosina mientras llegaba a su testículos con mis labios, con una mano le tomé su miembros que ya estaba tan duro y listo para mí.

-¡Be…Bella!- Gimió entrecortado mi nombre. –no me tortures amor-

Sin decir nada les seguí acariciando sus testículos con mi lengua y mis labios. Sin esperar más, me acerqué con mi boca a mi golosina preferida y comencé a besarle desde la base hasta llegar a su punta. Edward comenzó a acariciar mi cabeza con una dulzura. Me di cuanta así que estaba disfrutando como yo.

-¿te gusta amor?- le dije mientras se lo seguía chupando con devoción.

-¡Síi!- Me respondió jadeando. -¡sigue!- me rogó.

Y le hice caso a su súplica. Edward se estremecía en el sofá, haciendo que mi sexo cada vez se mojaba más, ya estaba lista para poseerlo. Él levantó mi cabeza y ahora tomó el control poniéndome debajo de él y besando mis pechos, mordiendo mis pezones con furia, mientras mis piernas se abrían para él.

Su miembro rozaba mi sexo y más levantaba mi pelvi para sentir su dureza.

-Edward… por favor, ¡fóllame! Te quiero dentro- le rogué.

Edward sin decir nada, me miró, me besó con ternura mientras con su mano se puso en la entrada de mi cavidad y entró lentamente. Sentí una corriente que me quemaba por mi cuerpo. Sentía como nuestros jugos se juntaban y escuchaba como su sonido me encantaba cada vez que me embestía y hacía que su ritmo fuera más rápido.

Edward tomó mis piernas y me penetró hasta lo más hondo de mi vagina y estalló dentro de mí mientras yo hacía lo mismo gritando nuestro nombres.

Nos quedamos así abrazados por un rato hasta que nuestras respiraciones bajaban la intensidad.

-¡Te amo Bella!- Me dijo besando mi cuello.

-Yo también Edward… ¡Te amo más que mi vida!- le dije besando su oído.

Hicimos el amor en el sofá, fue tan raro, siempre lo habíamos hecho en la cama, fue un poco incómodo para él, más que para mí, el sofá era un poco angosto y él era mucho más grande que yo y más largo, así que al terminar me dio un ataque de risa, eso apaciguó la tristeza y la preocupación que había en los dos, solo era deseos de estar juntos como un solo ser.

Después de haber descansado por un rato, me levantó y me llevó a la cama, como un padre lleva a un bebé a la cuna, era tan tierno, tan bello, nos tapamos y nos quedamos así hasta que el sueño nos rindió y nos dormimos profundamente, dejando de lado todo el pesar y la amargura del día.

Capítulo 7: "Sorpresa" Capítulo 9: "Hasta que la muerte nos separe"

 
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