"El rostro perfecto"

Autor: Magu_Moon
Género: Sobrenatural
Fecha Creación: 30/10/2015
Fecha Actualización: 02/12/2015
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 4
Visitas: 8576
Capítulos: 12

Esta historia esta narrada por Leo, un chico poco común que se enamora de Rohee, una chica que forma parte de la familia Cullen hace muy poco, y también forma parte de la tutela de los Black y los Ulley. Esto es por ser de ambas razas y por llevar sobre sus hombros la responsabilidad de poder controlar sus impulsos; Leo, tiene mas proezas que cualquier ser creado en la tierra. Fue escogido y creado por el "Original". Según Leo -el relata luego-, Drácula como le llaman las personas contemporáneas, no es mas que un señuelo para distraer al verdadero fundador de los chupa sangre. Ya que su creador, provino desde un virus experimental militar que atacaba a la persona y la volvía un "Zombie", que literalmente en lugar de querer comer su cerebro, deseaba la sangre y contaminaba a aquel que deseaba. Pronto fue extinguiéndose a causa de que los experimentos que se hicieron, fueron prohibidos. Lo que no sabia Leo, es que los Vulturis ya existían antes que el "Original" y saber que esa verdad era mas cierta que la suya, simplemente le molestaba. El "Original", nunca es mas que un recuerdo lejano hasta que el secreto de su existencia es revelado; Leo forma parte -luego de años-, de la guardia privada de los Vulturis, en donde Jane es la principal que corrobora a que Leo se libere de las garras de Aro y pueda ser feliz y libre como los Cullen. ¿Porque hizo eso Jane? Dicen que el amor es mas fuerte que cualquier ley, y ya veo que así es. 




Buenos dias, buenas tardes, buenas noches, te deseo desde cualquier parte del mundo en donde estes. Escribir esto es una gran azaña porque esta historia estuvo y esta en mi mente desde hace ya mucho, y ahora que he visto la oportunidad, me he dado el tiempo de compartirla con ustedes. No cuesta nada dar una votacion, o un comentario, es lo unico que te pido para saber que lo que estoy haciendo, va por buen camino, o que al menos te gusta. De ante mano muchas gracias, y espero que disfrutes mucho de esta hsitoria. 

*Magu*

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Capítulo 10: Capítulo 10: "Siendo sociable"

Me acerque lentamente, tratando de no parecer un asesino o algo por el estilo. Fui muy humano caminando desde el camino de tierra hasta llegar a su casa. Me adelante a hablarle a una mujer madura que parecía amigable y que caminaba en dirección a la entrada de la casa desde el rio. Había estado recién con un hombre de su edad, seguramente eran pareja. Se veían tan bien juntos, todo parecía perfecto, una familia feliz.

-Hola, ¿Qué necesitas? -La mujer madura se acercó sonriéndome, fue la primera vez que vi a un humano tan amigable cerca de mí y sin dobles intensiones.

-Ah, si… Disculpe, ¿Se encontrara Rohee? –Respire su aroma, ellos no hacían que me ardiera el pecho o que deseara beberles, solo eran olientes pero no deseables.

-Sí, ahora mismo la llamo. –La mujer madura camino rápidamente dentro de la casa de Rohee y yo me quede de pie esperando agonizante. Dos chicas jóvenes y un hombre con escopeta me saludaron, el practicaba la cacería en un sitio donde no habían animales… Genial, súper adecuado. De pronto, un hombre joven pero maduro, se acercó a saludarme.

-Hola, soy Chris, el cuñado de Rohee. ¿Tú eres? –Cuñado, pensé. Entonces una de las chicas de allí era su hermana o incluso ambas.

-Soy Leo… Su novio. –El chico miraba la asadera que le había comprado a Rohee para navidad y pareció reírse internamente, burlándose.

-Jajaja ¿Qué?... ¿Qué? –Me observo volviéndose serio, el no creía lo que había dicho, como si Rohee no tuviera esa posibilidad.

-¡Leo! ¿Por qué demoraste tanto? –Corrió rápidamente sin temor a demostrar lo que ella era. Se lanzó en contra de mis brazos y el dolor sobre mi pecho desapareció, se transformó en placer. Todos nos observaron, fue incomodo pero con tenerla, todo desaparecía.

-¡Oh! Te extrañe tanto Rohee… Espera, ¿Qué? –Analice sus palabras de una forma retrasada, como si ella me hubiera invitado y yo no lo hubiera oído.

-Cómo es posible que no notaras nada de lo que hice para que vinieras. No quería obligarte a que pasaras un rato con mi familia, ni mucho menos a estar rodeado de tanta sangre, por eso solo me limite a alejarme, y sufrir. Quería que te acercaras por voluntad propia, sin tener que verme obligada. -Susurrante nunca se despegó de mi cuerpo. Chris se alejó para dejarnos solos, ella me apretó aún más con vergüenza, sentía las miradas de todos observándonos.

-¿Creíste que iba a hacerles daño? ¿A tu familia? –Me sorprendí de su desconfianza, pero también le comprendía. Yo habría estado igual si hubiera estado en su posición.

-No, ese nunca fue un pensamiento dentro de mí… Solo quería que te acercaras solo, últimamente estar con muchas personas no es lo tuyo. –Se refería a mi actitud frente a la que se había visto aterrada los últimos días.

-Estar con Travis no es lo mío, menos en un lugar en donde se supone, debemos estar tranquilos. ¿O me equivoco? –Le observe levantando su rostro, mis labios ardían por tocar los suyos pero no sabía si debía hacerlo en frente de su familia.

-No, siempre tienes la razón… -Se acercó con la intensión de besarme, la toque levemente y me separe. Ella noto lo inseguro que me sentía sobre hacerlo o no. -Le he dicho a mi familia que estabas de viaje, más bien solo a mis padres, ellos querían conocerte pero no te iba a llamar solo para obligarte a venir. –La apreté a mi cuerpo y respire profundo, extrañaba eso.

-¿Ellos saben lo que eres? –Rohee me tomo de la mano y me llevó a la mesa en donde estaban sentadas las dos muchachas y el joven con escopeta. Los niños seguían corriendo cada vez más alejados pero visibles. El chico en la asadera les gritaba y trataba de mantenerlos cerca.

-Sí, ellos estuvieron en todo mi proceso así que no tienes nada que temer, estoy segura de que ya se dieron cuenta que también eres diferente, de lo contrario, con mi abrazo abrías saltado al otro lado de la colina. –Se detuvo en frente a ellos mientras todos nos tomaban la atención. Se levantaron e incluso esperaron un momento a que yo pudiera asimilar que ellos eran más frágiles de lo que ya estaba acostumbrado. Ellos sabían cómo actuar frente a nosotros, como si Rohee les hubiera enseñado a ser distantes y tranquilos.

-Es cierto, un abrazo de Rohee es como si te demolieran unos camiones… Soy Hans, el hermano de Rohee. –El chico joven con barba recortada y cabello rizado me ofreció su mano, dejo sobre la mesa la escopeta y me sonrió, el espero todo el tiempo que yo asimile su intención. Rohee le hacía morisquetas como para que comprendiera mi situación.

-Un gusto conocerte Hans. –Termine por decir cuando estreche su mano, tampoco demore mucho pero sabía que eso era normal para ellos. Que era normal que la gente como nosotros demoraran en reaccionar.

-¡No! El gusto es mío… De verdad no le creí a Rohee cuando me comento que estaba saliendo con alguien, es que Rohee no es así… Ella es complicada. –Hans sonrió mientras tomaba asiento y seguía admirando su arma.

-Es cierto, creímos que nos tomaba el pelo… Soy Natalie, la esposa de Hans y este pequeño puntito es Antonio, nuestro hijo. –Ella traía entre sus brazos a un pequeño bebe de tés pálida y piel frágil. Retrocedí un poco, no quería siquiera rosarle, podría hacerle daño.

-¡Oh! Que pequeño… -Soné para nada expresivo.

-Leo no es muy sociable, algo así como cuando yo no podía respirar sus aromas porque temía hacerles daño… -Todos pasaron sus ojos de Rohee a mí, como diciendo “Mierda, hay que tener cuidado”.

-Eso es aterrador. Estas haciendo que me teman. –Me voltee incomodo en su dirección, Rohee sonreía de oreja a oreja.

-Naa… A la única que le temo es a mi hermana, créeme. –Hans me acaricio el hombro mientras salía corriendo en dirección a Chris para reemplazarlo. Hicieron un intercambio mientras Rohee me observaba al igual que la otra chica. Ella solo me miraba, analizándome, nunca dijo nada, solo me levanto la mano para saludar.

-¿Y cómo controlas lo de tu sed? –Chris me ofreció una silla de la terraza y se sentó a mi lado mientras Rohee se acomodaba a en mis piernas. Era extraño porque ellos nos observaban sonrientes, impresionados de que Rohee estuviera con alguien en esa situación.

-Em… Es algo complicado… Descubrí hace ya mucho que la necesidad de sangre en mi cuerpo no es esencial, no la necesito a todo momento. Tampoco soy un aficionado a ella, pero en épocas de tristeza, cuando aún no conocía a Rohee, mate a mucha gente por capricho… Pero ustedes no tienen de que preocuparse, sus aromas no me llaman la atención, no son apetecibles para mí. –Hablar con ellos y la forma en como me miraban era tan emocionante, era como estar hablando con clones de Rohee. Todos muy cómodos, amigables y atentos a cada palabra como si fuera lo más importante.

-Rohee me conto tu historia, ¿Extrañas Volterra? Digo, estuviste de viaje ¿No? –La madre de Rohee se acercó para sentarse frente a mí. Rohee se levantó disimuladamente sonriéndome mientras corría en dirección a los niños. Les llamo la atención por estarse alejando mucho y luego los atrajo más cerca de nosotros para que pudieran supervisarlos.

-Sí, estuve de viaje pero no fui a Volterra, allí no volvería nunca a menos de que haya una razón importante. Fui a noruega, a visitar viejos amigos. –Mentí, me sentí pésimo con eso pero era parte de una mentira que había iniciado Rohee.

-Entonces… ¿Jane ya no forma parte de tu vida? –La chica que no hablaba pero que estaba atenta, por fin se unió a la conversación. Ella sonaba amable, curiosa, en ningún momento su intención fue molestarme o causar caos.

-Yanis… No… -Rohee se acercó rápidamente a mí, chocando su cuerpo en mi brazo. Apretó su mano a mi hombro disimuladamente y observo a Yanis como si esa pregunta a mí me molestara o que incluso, a ella le molestara.

-Tranquila, puedo responder eso. –Le observe y ella a mí. Trate de que mi tono de voz fuera amable, que no lo tomara como un insulto.

-No se trata de si puedas responder o no, es que no les incumbe. –Se movió incómodamente observándolos a todos. Fue muy cruda con ellos, sabía que eso a ellos les dolía.

-Mmm… Yanis, Jane ya forma parte de mi pasado pero siempre ocupara un lugar en mi mente, sin su ayuda yo no podría haber salido de Volterra, y aunque ella tenía otras intenciones con respecto a mí, estoy seguro de que encontrara a alguien adecuado para su temperamento. –Le sonreí a Yanis mientras ella hacia lo mismo, estaba agradecida de que yo omitiera el comentario de Rohee y calmara su dolor.

-Hablas como si fueras de otra época, ¿Qué edad tienes? –La madre de Rohee se acercó a la mesa para oírme mejor mientras sus hijos discutían.

-Esto ya parece interrogatorio. –Susurro Rohee detrás de mí, mientras se aferraba a mi cuello y hombros.

-Pero es que queremos conocerlo, está contigo por algo “cautivante” ¿No? Tú siempre nos dijiste que esa persona que estuviera a tu lado debía ser especial, déjanos ver que es lo que encontraste en él. –Hans se nos unió sentándose en la mesa, ahora se unía a su pareja e hijo mientras se quitaba de encima el delantal.

-Jaja… Em, perdí la cuenta hace mucho sobre mi edad real. Pero debo estar rodeando los doscientos treinta. Sé que aparento los veinticinco porque a esa edad más o menos deje de envejecer, pero ya que quedamos con Rohee que el próximo veinticinco de febrero seria mi cumpleaños humano, cumpliré diecinueve. –Hice un par de muecas con eso, he de estar muy seguro de ello.

-Ósea, originalmente tienes como doscientos años, aparentas los veinticinco pero vas a cumplir los diecinueve para estar en la escuela el último año y así estar más tiempo aquí. ¿Me equivoco? –Yanis sonrió mientras lo decía, como si todo fuera muy enredado y patético pero que a pesar de ello, se sentía intrigada por la situación.

-Más claro no pudo ser… ¿Almorcemos? –Rohee se levantaba muy entusiasmada y les hacía levantar a todos de la mesa.

-Leo… ¿Vas a traer un oso o un puma para unírtenos? –Chris me tomo desde los hombros tratando de remecerme, no lo logro. Me sonrió tratando de hacer un chiste malo que parecía una sugerencia real.

-No, creo que con un plato reducido de comida estaré bien. –Me había levantado para comenzar a irme, aun cuando había dicho que me quedaría.

-¿Comes? –El rostro de Chris me lo dijo todo, no se detendría de preguntar hasta que le contara toda la historia de arriba abajo.

-Ah, si… Soy un hibrido a medias. –Camine un poco más mientras la madre de Rohee se acercaba a nosotros desde el rio nuevamente.

-¡Papa! Ya está todo listo… Ahora solo quiero que conozcas a Leo. –Escuche desde el otro lado de la casa como Rohee hablaba con su padre, el ni siquiera había notado que yo estaba aquí porque el ruido del agua y la concentración en pescar algo, lo tenían preocupado.

-¿Cómo es eso? Cuéntame. –La madre de Rohee se unió a la conversación mientras Chris insistía con esa mirada curiosa, no quería ser grosero pero tampoco muy suave. Quería seguir hablando con ellos y aun así, dejar la conversación hasta allí. Solo, no quería dejar de preocuparme por caerle bien al padre de Rohee, quería que viera que no era un idiota inmaduro, que de verdad quería a su hija.

-Uf, es una historia larga pero le puedo decir en resumidas cuentas que… Mi madre se enamoró del mejor amigo de su hermano, quedo embrazada aun siendo humana y cuando estuve a punto de nacer, la convirtieron. Yo consumí el veneno ya dentro de mi madre y como yo ya era mitad humano mitad vampiro, esa parte humana se terminó por condensar en completamente un vampiro. Nunca fui como los demás, siempre tuve algo diferente lo que me hizo especial… Y hace muy poco, con Rohee… Descubrí que pudo modificar mi estado, de bebedor de sangre, a comedor de carne. –Sonriente les observe, ellos analizaron los datos y luego trataron de entenderlos. Chris tuvo que correr hacia los niños por que se estaban alejando mucho, así que solo me quede con la madre de Rohee, que aún no podía conocer su nombre.

-Ja, eso es genial. Ahora entiendo porque Rohee te desea tanto. En todo este tiempo que no estuviste, nunca le vi sonreír con ese brillo en su rostro, definitivamente estás haciendo que mi hija vuelva a ser la misma de antes… Más cálida, humana. Sin temor. –Ella me observo maravillada, sus palabras me llegaron muy profundo. Eran palabras que adoraba.

-Espero mantenerla así para siempre. Esa esencia humana que tiene es lo más cautivante para mí. Es precisamente la clase de mujer con quien quiero pasar el resto de mi existencia… Y aunque suene anticuado, no seré un insolente frente a ustedes. Todos los pasos que conlleva mi relación con Rohee, quiero que los sepa o que al menos pueda aprobarlos. –Era verdad, quería que todo fuera correcto con Rohee.

-¿Desde la cita hasta su primera noche juntos? –Ella sonreía incomoda mientras removía unas cosas sobre la mesa. Me reí pero fue muy incómoda la pregunta.

-Ah, ja… Bueno, no tan especifico. –Ellos actuaban naturalmente, como si no pudiera hacerles daño. Era genial.

-Me gusta que seas un anciano encerrado en el cuerpo de un joven, te sienta bien que Rohee esté cerca. Te hace salir de la rutina. –Sonreímos mientras Natalie me alejaba de la mesa para poder ayudar a colocar la mesa para almorzar.

-Jaja, no sabe cuánto. –Los niños se sentaron a la orilla de la mesa mientras Rohee su padre y su madre se unían en el camino en dirección a mí. Estaba nervioso, no quería arruinarlo.

-Así que tú eres Leo. –Era un hombre mayor, de baja estatura como Rohee. Era muy cálido, de tés morena, y canoso. Su sonrisa era enorme. Rohee no se parecía a ninguno de los dos.

-Un gusto conocerle, señor. –Rohee se burló de mi nerviosismo y como me dirigí a él.

-Llámame Stephan… El gusto es mío. –Estrecho su mano a la mía y sonrió, me sentí en familia. -¿Te quedaras a almorzar con nosotros? Oh, verdad que no todos ustedes comen.

-Leo si come, muy poco pero si lo hace.

-Entonces no te quedes de pie allí, únete a nosotros.

-Gracias… Enserio que sí. –Fui muy serio, todos notaron que eso era importante. Stephan me regalo una mirada adolorida al igual que los demás, me sentí estúpido.

Durante el almuerzo las risas no faltaron, se burlaron de mi edad, de mi forma de hablar y vestir, como si fuera muy formal u organizado como para estar con Rohee. Ella era normal, una adolecente vistiendo acorde a lo que era, ruda pero suave al mismo tiempo. Sabía que no era una adolecente en edad, pero se comportaba muy extraño, casi como si nunca hubiera envejecido mentalmente. Mientras que yo, un hombre legendario encerrado en el cuerpo de un joven. Vestía unos jeans negros con una polera gris clara y un chaleco con detalles de cuero y zapatos elegantes. Quizás tenían razón y debía relajarme más, ser un poco más joven en alma también.

-Tengo una gran duda y que necesito quitarme… ¿Cómo es que ustedes lucen tan jóvenes e incluso han permanecido en la vida de Rohee si ella tiene como noventa años? –Observe a Carol, la madre de Rohee y a Stephan. Ambos me observaron serios.

-Es una pregunta complicada porque solo Rohee puede explicarlo. –Yanis hablo bajo.

-¿Rohee, me explicas? –Rohee se sentó en mis piernas y se acercó observándome a los ojos.

-Con el hecho de estar con ellos, retraso el ciclo de envejecimiento. No es apropósito, solo sucede. Hay momentos en los que pienso que aunque mis padres se vean mayores que yo y sus edades sigan ascendiendo, yo soy aún más antigua mentalmente. Como si no pudiera evitar ser más adulta que ellos. –Ella trataba de lucir tranquila, de sonreírme como si eso le gustara en su vida, pero yo sabía que eso le estaba afectando, su corazón latía muy fuerte.

-¿La gente no lo ha notado? –Desvié la mirada hacia sus padres, ellos lucían felices, de verdad estaban agradecidos en que hayan podido vivir más tiempo.

-Bastante, por eso debemos estar moviéndonos constantemente, además esto no nos incluye solo a nosotros, sino que también a sus tías, tíos, primos y primas. Aun cuando ella no tiene contacto con ellos todo el tiempo, ella desprende algún tipo de cadena en donde todos estamos dentro de esa burbuja con criogenia. –Hans se acercó a Rohee acariciando su mejilla. Luego se movió hacia Natalie y tomo a su hijo entre los brazos.

-Nos demoramos más, pero no significa que estaremos por siempre. –Carol seguía sonriendo aun cuando el tema era algo complicado.

-¿Podemos hablar de otra cosa? Saben cómo detesto hablar de esto. -Rohee se movió incomoda, fue como si hubiera deseado correr lejos del lugar.

-¿Por qué lo detestas? –La sostuve a mis piernas buscando una explicación.

-Porque no quiero que desaparezcan de mi vida aun cuando no los tengo cerca todo el tiempo, simplemente no me podría perdonar que se fueran luego de haberlos obligado a quedarse tanto tiempo. –Su voz sonó herida, estaba a punto de explotar.

-Rohee, no nos has obligado a quedarnos, es algo que no puedes controlar. Simplemente paso y tienes que asumir que hubiéramos desaparecido hace ya mucho de no ser por lo que haces con nosotros. –Carol lucia agradecida de lo que había vivido.

-¡Mamá! ¡De verdad no quiero hablar de esto! –Rohee se levantó golpeando la mesa mientras rápidamente iba desapareciendo por el bosque. Fue muy agresiva y todo quedo en silencio cuando ella hizo eso. Entendía que le doliera, pero también tenía que entender que a ellos tampoco se les hacía fácil la situación.

-Iré hablar con ella… ¡Rohee! –Corrí en su dirección y me encontré con un silencio enorme, como si hubiera corrido incluso más lejos de lo que yo había creído.

-Por favor… No me dejes. –Susurro mientras aferraba su cuerpo al mío. Ella lloraba, su pecho se inflaba herido, perdido en agonía.

-Mi amor, no llores… -Nunca la había sentido así, tan triste y con una herida que pudiera perforarle el pecho y la mente. Simplemente me dolía, me ardía el alma verle así.

-No me dejes Leo… -Susurro nuevamente cuando se colgaba de mi cuello. Apreté su cuerpo al mío mientras me deslizaba colina abajo para que nos sentáramos a la orilla del rio.

-Nunca lo voy a hacer Rohee, nunca… No tengas miedo. –Acaricie su cabello con mis manos mientras besaba su frente. Su rostro lucia perfecto, muy humano y frágil.

-No quiero sentir esto dentro de mí… La culpa me está matando. –Apretó su estómago y pecho con sus manos mientras se apoyaba en mi hombro. Apretó mi camisa en su dirección y me quede en silencio, mucho tiempo esperando a que la melancolía bajara de nivel. Lloro durante horas, sabía que la compañía era importante en momentos como estos, porque cuando yo pasaba cosas así, siempre quería estar con alguien que a pesar de no decir nada, me ayudaba completamente con solo estar allí. Esperaba ser ese consuelo para ella, aun cuando quizás, ella quería otra cosa.

-¿Quieres contarme? –Hable bajo cuando creí que ya se había calmado. Allí nadie nos escucharía y su dolor parecía haberse disipado un poco.

-Quizás ahora ni siquiera estaría sufriendo… Ya se me habría pasado la pena de haberles perdido. Mis padres estarían en otro lugar, mis hermanos serian viejos y mis sobrinos tendrían mi apariencia pero yo seguiría siendo una maldita anciana encerrada en este cuerpo… Viviendo la vida de alguien más, luchando contra una existencia que ya debería haber evolucionado o incluso, desaparecido. –Su voz era apagada pero muy sincera, aun le dolía.

-Sé que si hubieras sido humana ya no existirías, o al menos, serias mayor, mucho mayor de lo que aparentas. Tus padres habrían seguido su ciclo al igual que todos… Pero no ha sido así, y deberías estar feliz de poder tenerles un tiempo más. Tienes la oportunidad de disfrutar cosas con ellos, cosas que quizás, en una vida común y corriente, no podrías disfrutar. –Trate de levantar su autoestima, hacerla sentir culpable de ser feliz no de creer tener una vida miserable. Ella me observo analizando mis palabras y unas lágrimas enormes cayeron de sus ojos, aún más dolorosas que antes. Me sentí culpable, un idiota por decirle eso.

-Estás haciéndome llorar más. –Se aferró a mi cuerpo una vez más. Lloraba a mares.

-No… No lo hagas. Lo siento. –Acaricie su rostro, limpiándolo de las lágrimas.

-No lo sientas… Es que tienes razón, pero yo también la tengo… Y aunque quiera hacer las cosas como sugieres, siempre estará en mi mente mi teoría.

-Solo inténtalo, olvida que haces lo que haces. –Nos observamos fijamente.

-Lo intentare. –Susurro mientras me besaba. Por fin el beso que añoraba. Había esperado tanto tiempo por el que había perdido la costumbre. Aun cuando ella estaba intentando detenerse, yo no quería. La deseaba, allí y ahora.

-Leo… Tranquilo. –Ahora ella me detenía, había rajado su camiseta de un costado y note lo dañada que le había dejado la piel. Estaba irritada y mis dedos se marcaron en su abdomen.

-Lo siento, lo siento Rohee… Yo no quería… -Me aleje de pronto pero ella me retuvo cerca.

-Tranquilo, esto no me duele… Sera una linda marca. –Hizo que mis emociones se golpearan.

-¿Linda marca? Te acabo de… -Sonó a reclamo, pero ni siquiera alcance a terminar.

-¡Cállate y no lo arruines! Para mi es perfecto así… No me vengas otra vez con la historia de partirme por la mitad, ya sabes que eso no va a pasar. –Se levantó indignada mientras sentía que su sonrisa comenzaba a aparecer. La detuve antes de que pudiera avanzar más.

-Está bien… Esa ya es historia pasada. –Me acerque a besarle, allí, una vez más la provocación me tenía al borde. Quería quitarle la ropa, hacerla mía allí mismo sin importarme que su familia estuviera a tres o cuatro kilómetros de distancia. Ellos no podrían sentirnos.

-Leo, no creas que estoy rechazándote… Pero ahora no tengo ganas. –Me dolió. No porque no haya querido sino que la forma en como lo dijo, como para no ofenderme. Solo no tenía ganas. Podría haberme dicho, ahora no es el momento pero dijo que no tenía ganas, como que yo no le provocaba las ganas… ¡Dios! ¡Que psicosis! O quizás solo logro lo que quería, calmarme y que ocupara mi mente en otra cosa.

-No es que no tengas ganas… No quieres hacerlo porque no es el momento o porque tu familia está aquí, y lo comprendo. –Observe su mirada y ella sonrió.

-Ahora ya no puedo engañarte, me conoces muy bien para hacerlo. –Nos abrazamos un largo periodo de tiempo hasta que decidimos volver a su casa. Rohee se disculpó con todos, de una forma muy culpable. Me acerque a ella mientras jugaba con sus sobrinos y sus padres me movieron de lugar antes de poder acercarme. Chris me obligo a sentarme a la orilla de las escaleras de la casa, en la entrada, y observamos como Rohee, Natalie y Yanis jugaban con los niños. De pronto, ya estaba solo. Rohee seguía jugando mientras los demás entraban a casa y se quedaban allí descansando. La noche ya había caído y Rohee parecía estar tratando de cansar a los niños para que durmieran más temprano; La forma en como sus delicados brazos tocaban a esos niños, a esa piel frágil y delgada, me gustaba mucho. Como sonreía, tan feliz de poder tenerles cerca y esa enorme energía que nunca terminaba. Esos niños nunca habían estado tan felices hasta que estaban con ella, eso se podía sentir y ver… Yo quería eso para mí. Una familia interminable en donde la felicidad fuera la única prioridad.

-Don Stephan… ¿Me permitiría un momento por favor? –Me acerque a él cuándo estaba guardando los implementos de pesca.

-Claro… ¿Qué sucede? –Se acercó interesado. Sabía que Rohee podía oírme, pero estaba tan concentrada en divertirse con los niños, que yo estaba en segundo plano.

-Quiero que sepa de ante mano lo importante que es Rohee para mí… Ella me ha hecho vivir, literalmente y… Y le prometo que he de ser muy correcto con ella. –Mentía, solo quería hacerle sentir seguro. No estaría resistiéndome hasta el fin de los tiempos a poder estar con ella, quizás me resistiría un par de meses más pero no años. Además, esa era decisión de ambos y solo quería que su padre supiera lo mucho que apreciaba a su hija, lo mucho que la protegería y haría feliz para que ellos también lo estuvieran.

-No tienes que explicarme nada Leo, puedo ver lo mucho que se aman ambos. La forma en cómo se miran y como la actitud de Rohee cambio de pronto cuando te tuvo a su lado... Es que cuando me fue a decir que estabas aquí, ella sonreía como aquellos días en cuando era una niña. Estaba tan feliz de que estuvieras aquí que su propia voz era entusiasta. –No mentía, yo le había sentido hablar en ese momento y su voz, era perfectamente necesaria.

-No quiero que crea que solo es por mí, estoy seguro de que también está feliz porque ustedes están aquí aun cuando le duela en una de sus teorías que ella es culpable por tenerles más tiempo aquí. Le he hecho referencias en donde ustedes también son felices teniéndole a ella, que gracias a esa habilidad incontrolable ustedes han podido disfrutar de cosas que en un vida humana, no hubieran tenido tantas aventuras… Solo espero que eso le haya ayudado a calmar esa parte de su mente que le traía vuelta loca. –Stephan me miraba de una manera extraña, como si fuera una aprobación permanente.

-Sé que eso es cierto, pero no voy a negar que tú le sanaste las heridas y prejuicios que tenía desde que se alejó de nosotros. Has hecho que mi hija vuelva a ser la misma de siempre, aquella niña que amo y adoro… No sabes como la extrañaba, tú me la has traído de vuelta e incluso más feliz. –Ambos observamos a Rohee, ella nos miraba sonriendo mientras entraba a la casa.

-Puedo sentirlo en sus palabras, ella es muy importante para todos ustedes, incluyéndome en algún lugar de su lista… Yo daría mi existencia por ella. –Susurre en el final.

-Ella lo haría antes por ti… Lo sé. –Camino hacia la casa dejándome solo, eso me dejaba pensando grandes cosas y dándome un espacio para ser yo. Deje de pensar por un momento, solo escuche y me quede en silencio.

Las horas pasaron y me la pase jugando Xbox con Hans y Chris en una de las televisiones mientras Rohee, Natalie y Yanis jugaban en la habitación principal en la consola de juegos de su sobrino. Carol y Stephan se habían ido a dormir, por lo que manteníamos el ambiente en silencio. Mientras jugábamos FIFA, rompí uno de los controles solo por no estar atento a lo que hacía. Me distraje tratando de no hacerle daño a uno de los sobrinos de Rohee, se acercó mucho a mí, me observaba muy tímido, como si quisiera hacer algo que no podía. Me mantuve quieto hasta que Chris quito a su hijo y lo mando donde Yanis. Me intrigaba porque los sobrinos de Rohee me observaban tanto, ellos parecían verme como un extraño pero un extraño que hacia feliz a su tía; Ya casi cuando los ojos se les cerraban a todos, a eso de las tres de la mañana, Rohee vino al comedor por mí, haciendo que todos se fueran a la cama. Esta era la primera vez que pasaba a la casa de Rohee, era pequeñamente enorme, porque era muy precisa, lo justo y necesario.

-Ven… Acompáñame a dormir. –Rohee se acercó mientras se caía en mis brazos, ella estaba muy cansada, exhausta.

-¿Quieres que me quede? –Sorprendido le observe, yo pretendía irme.

-Por favor di que sí… No he dormido bien hace días. Solo puedo dormir cuando estoy contigo, ya me acostumbre a ti.  –Me acerque para besarla y la lleve a la cama. No demoro nada en quedarse dormida sobre mi pecho, no parecía tener pesadillas ni tampoco sueños, lo que me hacía saber que tenerme a su lado, hacía que descansara mucho más.

La noche fue larga y se me hizo eterna cuando comencé a analizar el día que había tenido. Su familia tan cálida y asumida de ser como es, apoyando a Rohee en lo que era y como era yo. Me gustaba la forma en cómo se relacionaban conmigo, sin miedo sino que con curiosidad y me encantaba la forma en como pedían las cosas o como las relacionaban conmigo, siempre estuvieron unidos y esperaban a que pudiera reaccionar frente a cada situación para poder relacionarme con ellos, como si no les importara que yo fuera un asesino a sangre fría; Estaba perdido en pensamientos cuando escuche pequeños pasos desde una de las habitaciones hasta las escaleras, allí se detuvieron y de pronto, muy despacio y lento, comenzaron a bajar. Supe que no era uno de los chicos por la forma en como el peso y la pisada sonaba sobre el suelo. Me levante lentamente tratando de que Rohee no se despertara, ella ni siquiera noto que me había ido. Camine lentamente y despacio hacia donde los ruidos se sentían, la cocina. Baje las escaleras y espere, observe de apoco sin tratar de provocar ningún ruido. Me agache para poder encontrar alguna pista de alguien, pero solo vi pequeñas marcas en el suelo, eran pies de uno de los niños. No sabía su nombre, no porque no me lo hubieran dicho sino que porque no lo recordaba. Él se estaba sirviendo un vaso de leche en una de las tazas de vidrio que estaban en la repisa. El los alcanzo como pudo y se dirigió a la mesa para servirse. Derramo un par de gotas y me dibujo una enorme sonrisa en el rostro. Se preocupó, su rostro parecía muy asustado por haber manchado la repisa con leche. Me acerque tratando de que sintiera mis pasos para que no se asustara si aparecía de repente. Su rostro fue aún más asustado cuando me sintió, se escondió detrás de la repisa y tuve que acercarme lentamente. Encendí las luces que él había apagado para que supiera que no iba a asustarlo.

-No tengas miedo, no voy a decirle a nadie que manchaste la repisa… Si quieres, puedo ayudarte a limpiarlo. –Escuche una respiración más relajada y un corazón menos exaltado. Supe que confiaría en mi cuando se asomó para mirarme entre la mesa y el pasillo.

-Tenía hambre… -Su voz se oía culpable, como si se sintiera torpe. Era muy adorable. Él tenía los ojos de Rohee, esa mirada tierna y pequeña.

-Yo también… ¿Quieres comer galletas conmigo? –Me acerque un paso, midiéndome completamente. Nada de mucho tacto para no hacerle daño.

-¡Si! –Su voz se oyó muy entusiasmada. Era una voz muy silenciosa y suave, frágil y aguda.

-Mira, ¿De estas o estás? –Abrí una de las repisas y quite las galletas más atractivas para que el escogiera. Se las ofrecí y las miro un rato prolongado.

-Esas… Me gusta el chocolate. –Escogió las que más dulce tenían, seguramente no tendría para cuando dormirse. Iba a acompañarlo, ya que no podíamos dormir, el por tener hambre y yo porque nunca lo había intentado.

-A mi igual, ven… Vamos a comer en el sillón. –El tomo de mi mano de una manera muy delicada, él ni siquiera le interesaba lo que había hecho, solo lo hacía. Me sentí muy bien, no le hacía daño y podía tocarle.

-Tu eres el extraño que hace feliz a mi tía… ¿Cómo lo haces? –Me miraba intrigado, muy feliz mientras mordía las galletas una tras otra.

-Ja… Si me llamas Leo, ya no seré un desconocido para ti. Yo soy amigo de tu tía… No comprendo porque me dices eso. Yo no hago nada. –Le sonreí. No podía explicarle lo que ere un novio siendo que él era muy pequeño para llevarme esa responsabilidad.

-Si has hecho… Mi tía me ha dicho que te extrañaba mucho y que por eso no quería jugar, ni tampoco salir, y siempre estaba muy triste, lloraba en el baño y me pedía que no me quedara… Pero nunca le hacía caso, siempre me quedaba para ver si la podía hacer feliz, ella siempre lo hacía por mi cuando estaba triste, y yo solo…Quería que fuera feliz, que no llorara más por ti… Por eso creí que tú le hiciste algo para que fuera feliz con nosotros. –Su mirada y palabras eran muy inocentes, no era que me tuviera miedo sino que curiosidad por saber que era lo que yo podía hacerle a su tía para que fuera feliz. Como si fuera algún tipo de magia o secreto que el quería saber y aprender.

-Lamento que creas eso… Ella los ama a ustedes, solo ha estado triste porque… Por cosas que no podría explicarte. Estoy seguro que ha de rendirse, se ha dado cuenta que llorar por algo que no importa estaba haciéndole perder tiempo valioso con ustedes, y por eso ha vuelto a ser feliz, tal y como la recordabas. –Me acerque a él por lo triste que lucía su rostro. No quería que esta conversación terminara con un niño llorando y con mi mente culpable.

-Bueno… Lo que importa es que ahora ya está mejor ¿No?... –Mordió la última galleta y se tomó la leche a sorbos enormes mientras me observaba feliz. Tenía cambios de humor muy marcados, como cualquier niño supuse.

-Claro… -Dije mientras me sentaba más atrás en el sillón.

-¡Oh! Ya entendí, es como cuando yo me sentía triste porque no me querían comprar algo, o cuando no me daban lo que quería y me ponía a llorar… Y luego iba mi tía, y me decía que ya pasaría, que tenía que esperar a que llegara el momento para que ese dolor se pasara. ¿Es algo así? –Sus ojos eran exactamente iguales a los de Rohee, esa mirada de entendimiento y comprensión. El color de sus ojos era café miel, un hermoso tono acaramelado.

-Muy específico, es exactamente eso. –Me levante y lleve los vasos para lavarlos y no dejar evidencia. Así no le dirían nada a él, ni a mí por consentirlo.

-Oye… ¿Podemos comer más galletas? –Me tomo de la polera y me la tiro varias veces rogándome con la mirada.

-¿No te gustaría comer otra cosa? ¿Algo más rico? –Me acerque a su rostro para leer sus expresiones. Sus ojos se volvieron enormes.

-Tienes golosinas. –Su voz fue muy extraña, fue como si hubiera visto un tesoro enorme.

-¿Vamos a buscarlas? –Hable entusiasmado, ya quería sacarlo de allí, llevármelo. No sabía porque, pero quería poder tenerlo más cerca de mí. Era muy familiar, muy inteligente y me asombraba con cada cosa que hacía. Subió las escaleras despacio y le espere abajo mientras iba por sus zapatillas, le puse el poleron que traía durante la tarde y me preocupe de ser delicado y cuidadoso. Le puse el gorro del poleron y comenzamos a apagar las luces para salir.

-Epa… Epa… -La voz femenina de Rohee se escuchó desde nuestras espaldas.

-Rohee… No lo retes. –Susurre, ella sonreía.

-Tía… -Su voz fue aterrorizante.

-Yo también quiero ir. –Rohee apareció abrigada mientras tomaba en brazos a John. Fuimos corriendo rápidamente hasta mi casa para tomar las golosinas y luego nos vinimos en el auto para que John no se resfriara por el viento congelado. Se durmió en cuando lo deje en el auto. Pude tomar su cuerpo entre mis brazos y fue tan satisfactoria la sensación de poder tener a un ser tan pequeño y frágil, que de verdad comencé a cuestionarme la idea de poder tener algún día una familia así. Rohee lo abrazaba y besaba de una forma tan particular, tan perteneciente. La forma en como acariciaba su cabello y como deslizaba sus dedos por su mejilla… Yo quería poder hacerlo con algo propio, con un hijo propio. Sabía que era complicado, más aun siendo tan pronto, pero al menos sería un plan anotado en la lista de cosas por hacer. De mis cosas por realizar con Rohee, solo con ella.

Capítulo 9: Capítulo 9: "Una salida tipo competencia" Capítulo 11: Capítulo 11: "Aromas"

 
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