"El rostro perfecto"

Autor: Magu_Moon
Género: Sobrenatural
Fecha Creación: 30/10/2015
Fecha Actualización: 02/12/2015
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 4
Visitas: 8579
Capítulos: 12

Esta historia esta narrada por Leo, un chico poco común que se enamora de Rohee, una chica que forma parte de la familia Cullen hace muy poco, y también forma parte de la tutela de los Black y los Ulley. Esto es por ser de ambas razas y por llevar sobre sus hombros la responsabilidad de poder controlar sus impulsos; Leo, tiene mas proezas que cualquier ser creado en la tierra. Fue escogido y creado por el "Original". Según Leo -el relata luego-, Drácula como le llaman las personas contemporáneas, no es mas que un señuelo para distraer al verdadero fundador de los chupa sangre. Ya que su creador, provino desde un virus experimental militar que atacaba a la persona y la volvía un "Zombie", que literalmente en lugar de querer comer su cerebro, deseaba la sangre y contaminaba a aquel que deseaba. Pronto fue extinguiéndose a causa de que los experimentos que se hicieron, fueron prohibidos. Lo que no sabia Leo, es que los Vulturis ya existían antes que el "Original" y saber que esa verdad era mas cierta que la suya, simplemente le molestaba. El "Original", nunca es mas que un recuerdo lejano hasta que el secreto de su existencia es revelado; Leo forma parte -luego de años-, de la guardia privada de los Vulturis, en donde Jane es la principal que corrobora a que Leo se libere de las garras de Aro y pueda ser feliz y libre como los Cullen. ¿Porque hizo eso Jane? Dicen que el amor es mas fuerte que cualquier ley, y ya veo que así es. 




Buenos dias, buenas tardes, buenas noches, te deseo desde cualquier parte del mundo en donde estes. Escribir esto es una gran azaña porque esta historia estuvo y esta en mi mente desde hace ya mucho, y ahora que he visto la oportunidad, me he dado el tiempo de compartirla con ustedes. No cuesta nada dar una votacion, o un comentario, es lo unico que te pido para saber que lo que estoy haciendo, va por buen camino, o que al menos te gusta. De ante mano muchas gracias, y espero que disfrutes mucho de esta hsitoria. 

*Magu*

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Capítulo 4: "Dando pasos"

Me sumergí en el final de la habitación y retire mis ganancias de la pared secreta que tenía, no era para nada secreto que ganaba dinero a medida que ganaba una apuesta o pelea, pero sabía que tenía que proteger lo que era mío. Ellos no le dan interés al dinero, están bañados en oro, no necesitan un par de joyas o monedas de oro incrustadas en diamantes, pero siempre había gente mal intencionada que intentaba saber la cantidad de dinero que tenía como si fuera una competencia. Nunca contaba la cantidad de dinero que ganaba, mucho menos lo que apostaba, pero a medida que quitaba de la pared el dinero, comencé a notar que no podría llevármelo todo, era demasiado. Heidi se apresuró para poder despedirse antes de que la condecoración de las despedidas con miradas llegara. Fue muy cálida conmigo, me regalo cosas que para ella eran muy importantes. Deslizo por entre sus dedos una pequeña bolsa de terciopelo morado que le pertenecía a su madre cuando era joven y viva, ella la había conseguido gracias a Felix que la había encontrado moribunda un día de abril por las calles de Londres. A ese presente agrego un espejo ovalado de mano con diamantes y rubíes incrustados que le había regalado Aro, para ella muy preciado porque fue el código de iniciación cuando llego a la guardia, pero ahora que yo ya no estaría con ella en la escuadra, ya no sería lo mismo para ella.

-No necesito esto Heidi… Sabes que lo adoras y que son cosas importantes para ti. –Heidi apretó su rostro a mi pecho, ella estaba lamentada.

-Sé que te vas porque ese vacío que buscas lo llenara una mujer, una mujer que no soy yo ni tampoco Jane… Solo dáselo, sé que escogerás a la mujer perfecta. –Heidi comenzó a retirarse rápidamente. No pude reaccionar para detenerla.

-Heidi yo… -Su cuerpo atravesó la puerta rápidamente.

-Solo procura presentármela algún día. –Su último susurro fue doloroso. No sentía nada por nadie aquí, pero verles sufrir a causa de acciones que yo había hecho, era incómodo. No quería intervenir en sus sentimientos, y por más que lo evitara, ellos parecían haberlo hecho sin razón aparente. ¿Tan especial soy para ellos? No lo creo, solo pienso que debe ser el sentimiento de pertenencia que se convirtió en perdida, y eso provoco el efecto dolor en ellos; Ya cuando me retiraba con una enorme mochila de turista y dos bolsos de viaje enormes, recordé que debajo de mi cama tenía un bolso de cuero que me había regalado Aro cuando llegue, tenía el escudo Vulturi en el broche y por ello no lo utilizaba cuando salía al exterior, no es que me haya ido de viaje alguna vez, pero siempre que Heidi se alimentaba fuera del castillo, nos llevábamos las pertenencias de la persona y ese bolso era de utilidad. Introduje el resto de mi fortuna en ese bolso y recordé lo que había mencionado Marcus sobre mi madre y el diario que me entregaría, camine hacia la salida y encontré en medio de la habitación, justo en donde tenía la mesa de centro entre los sillones, había un libro delgado y largo de cuero negro esperando por mí. Olía a viejo y a historia, lo introduje en el bolso de cuero café oscuro y cerré la puerta de la habitación como un adiós, en lo posible, permanente. Camine por los pasillos diciéndole adiós a las pinturas y marcas que mis puños habían marcado en cada situación durante los años que me pase encerrado allí, pase por las habitaciones o guaridas de Jane y Alec, pero ninguno de los dos quiso salir, lo pude sentir. Finalmente la despedida que esperaba, el de las miradas. Me encontré en el centro de la estancia en donde los tronos me observaban, Aro, Cayo y Marcus se despidieron con miradas de complicidad torpe, ahora tendría un nuevo comienzo.

Ya llegando al aeropuerto a eso de las once de la noche, los vuelos estaban cerrados y tan solo por la mañana encontraría un vuelo disponible, con suerte. Lo malo de esperar, era tener que soportar a las enormes aglomeraciones de personas transpiradas y malolientes a sangre ferviente, y también soportar las miradas de las muchachas que deseaban algo más que observar. Me senté en completo sigilo cerca de un grupo de turistas, solo para recordarme estar alerta. Vi las noticias en enormes pantallas, cosa que no veía hace mucho ya que las últimas televisiones que vi, eran cajas enormes con imágenes en blanco y negro. No era que la tecnología no hubiera llegado a mí, simplemente me alejaba de ella con mucha frecuencia hasta casi no tener contacto con nada. El tiempo anunciaba un sol enorme y reluciente a eso de las cinco de la mañana, y eso era horrible. Aparte de ocultarme de las miradas, ahora debía ocultarme del toque del sol, esplendido; A eso de las cuatro y media de la mañana, pude acercarme a un par de jóvenes recepcionistas para solicitar información.

-Disculpa… ¿Podrías ver si puedo conseguir vuelo para Forks? –Ambas chicas me observaron con sorpresa, aparecí en frente de ellas muy rápido al parecer.

-Sí señor, de inmediato reviso en la computadora… -Una de las chicas de tono moreno y pañoleta roja, reviso los registros en una caja de plástico que llamo computadora, ha de ser una nueva invención tecnológica.

-Tiene suerte, para Forks no hay nada… Pero hay un vuelo reservado para primera clase que fue descartado para hoy a Port Angeles con un transporte a Forks por la noche, ya que llegara de día, podrá recorrer el lugar. ¿Le interesa la oferta? –La otra chica sonrió, como si creyera que no podría pagarlo.

-Claro, la tomo. –La chica que me atendía me observo un poco desconcertada. -¿Tiene como para pagar el vuelo? –Su comentario fue muy sarcástico, no sabía que ahora las personas eran tan atrevidas a decir lo que pensaban, menos una mujer.

-¿Cuánto sale el vuelo? –Serio, metí mi mano al bolso y retire un turro de billetes que había cambiado durante la noche en una de las maquinas del lugar. La chica estaba pegada en la computadora mientras la otra chica tenía su mirada fija en el dinero.

-Sale alrededor de dieciocho mil seiscientos euros, algo así como veinte mil quinientos dólares aproximadamente. ¿Tiene como pagar eso? –Aun no notaba el dinero que traía en la mano, solo entregue mi pasaporte.

-¿Aceptan efectivo? –Le observe sonriente, sentí como su corazón se alteró.

-Am, sí señor. –Sonreí más fuerte. Entregue el dinero y espere a que pudiera reaccionar.

-Perfecto… Ahora quiero saber, ¿Por qué es la pregunta? ¿Acaso no parece que pudiera pagar lo que estoy pidiendo? –Ambas chicas me observaron.

-No luce como una persona que pueda pagar primera clase. Simplemente su apariencia no la creí… No creí que pudiera pagar esa cantidad.

-Ah, okey… Gracias… -Tome entre mis manos el boleto y me dirigí a la puerta de abordaje, el vuelo saldría a eso de las cinco de la mañana y de verdad ya me estaba hartando. Fui al baño para disimular y me observe un instante en el espejo. De verdad las chicas tenían razón, yo lucia demasiado joven y rompe corazones como para parecer una persona seria con mucho dinero. Lucia adolecente, infantil incluso. Traía jeans color gris con una camiseta naranja y una chaqueta negra de gran forraje. Parecía cualquier cosa menos un adulto, la mano de Heidi se pasaba de vez en cuando, sobre todo cuando concernía que me viera joven y atractivo para las féminas alimenticias. Me introduje en la única maleta que traía ropa, que era la más pequeña ya que en todas las demás estaban llenas de dinero y joyas, y encontré mi enorme chaqueta negra de color negro oscuro con detalles en color gris. Me quite la ropa infantil y me puse los únicos jeans negros que tenía con una camiseta a cuadros grises y la chaqueta, ahora si parecía más yo. Ya eran las cinco de la mañana y ya debía comenzar a moverme; Al abordar el avión, me ha tocado estar cerca de una pequeña niña de doce años que permanecía apegada a las órdenes de la azafata. No fue molestosa en lo absoluto pero me imagine lo que era destrozarle el cuello a la joven acompañante, supuse que era su madre. Al llegar a Port Angeles, el aterrizaje fue tranquilo y todo muy rápido. Era un día helado y nublado, uno de esos días perfectos. Camine directamente hasta una agencia de venta y arriendo de vehículos y compre un mercedes de color negro forrado con cuero blanco. No importaba el precio, solo la comodidad de vidrios polarizados y la soledad. Ya para cuando había llegado la noche, había conseguido identificación y licencia de conducir falsa pero certificada, así que podría irme con el auto en ese mismo momento. Durante la tarde me dedique a comprar un par de trajes y ropa para parecer yo y no una caracterización de alguien más. No sabía que haría al llegar a Forks, pero sabía que ellos estaban allí. Que ella estaba allí…

Llegando a Forks casi de amanecida, note el enorme sol sobre la cima. No podría salir a recorrer el lugar si el sol me pegaba directo, por lo que pude asumir, que ellos no vivían en un lugar cercano a la gente y que debía recorrer los bosques y cerros cercanos. Me hospede en un pequeño hostal en donde un grupo de jóvenes estudiantes de intercambio estaban cenando. La dueña del lugar me cobro la nada misma, y me quede en una de las mejores habitaciones. Para la cena que me ofrecieron, tuve que disimular un malestar estomacal, no podía estar cerca de ellos sabiendo que podría atacarles así como así. Eran buena gente, gente cálida y protectora, no merecían morir por mí. Fui hacia las afueras de la ciudad a eso de las tres de la mañana para encontrar a alguien de quien alimentarme, debía hacerlo, estaba sediento entre tanta juventud. Cuando encontré a mi víctima, resulto ser que no estaba solo, eran cuatro. Fue todo un festín que jamás olvidaría, sus sangres eran puras pero cubiertas en alcohol y drogas en un sentido leve, con tal de alimentarme daba lo mismo el sabor.

-¿Viste las noticias? Un montón de muertos se encontraron cerca de las afueras, de seguro ha de ser ese animal que nunca encontraron. –Una de las estudiantes más adultas se sentó en una de las mesas alejadas a la mía. Un grupo grande de jóvenes se sentaron allí.

-¿Animal? –Pregunto un chico de cabello naranjo.

-Hace un par de años atrás, hubo una serie de asesinatos en donde una animal que nadie sabía cómo era, atacaba a los pueblerinos. Cada vez se acercaba más, pero al parecer, Charlie logro alejarlo a pesar de los rumores de que podía ser un asesino en serie. –Pensé, ¿Charlie? Todo un héroe para humanos ¿No? Quizás era uno de los tantos intentos por salvar la humanidad.

-Ha de ser solo un animal, algo así como un oso o un puma. –Una chica morena estropeo su café sobre las piernas, se quejó.

-Siempre pasa lo mismo, en esta época es en donde más gente muere. –Me sentí culpable, fue como si hubiera gatillado la histeria.

-¿Qué tiene de especial estas fechas?

-Quedan dos meses para navidad, definitivamente cosas así siempre pasan en estas fechas. Además, los adolescentes estúpidos salen a emborracharse y drogarse como aquellos que fueron tacados por el animal. –Una chica de cabello liso y negro, se sentó de las últimas, ella no tenía latidos.

-Suena a que te molesta eso. –Me levante y me retire antes de que pudieran comenzar a hablar sobre mí.

-No te equivocas, detesto a la gente así. –La chica sin latido me siguió con la mirada, ella utilizaba gafas negras pero eso no ocultaba lo ferviente en sangre que eran sus ojos rojos. Los míos parecían más bien marrón rojizo, por lo que no me preocupaba que los humanos me vieran. No sabía por dónde comenzar, así que simplemente me dije que no debía forzar las cosas, que simplemente debía comenzar una “vida” aquí y en lo posible perfeccionar mis métodos de alimentación, parecía que ocultar los cuerpos no era lo mío pero al menos tenía que intentarlo. Subí al auto y me dirigí a uno de los lugares más visitados por humanos, necesitaba comenzar a hacer presencia social para llamar la atención de las personas y así los rumores de mi llegada llegarían a los Cullen. Compre un par de cosas y me retire, llame la atención de todo el público allí. Me dirigí hasta el punto más alto de uno que otro cerro y luego a paso ligero camine durante día y noche por entre el bosque recordando lo mucho que extrañaba caminar perdido. La soledad era lo que más me gustaba, pero en cierta medida saber que estaba cerca de los humanos o de la civilización era satisfactorio.

-Has llamado mucho la atención ¿No crees? –La chica de cabello negro azabache se había aproximado a mi aroma hasta encontrarme. Espere a que se atreviera a hablarme.

-Uhm… -No dije nada, solo le observe desde una de las ramas en las que estaba recostado.

-Me llamo Jennifer… Llegue hace un par de años a Port Angeles y he venido con un par de amigos a cenar un par de jóvenes… Ven con nosotros. –Parecía autoritaria, sin remedios para aceptar una respuesta negativa.

-No iré. –La chica apretó sus manos, sonaron como rocas estrellándose en contra de una pared. Me observo con furia.

 -No me importa tu respuesta, vendrás conmigo de todas formas. Eres un inexperto. Dejaste evidencia de tu cena y los humanos encontraron esas pruebas. Estas poniéndonos en peligro.

-Vete, no quiero ensuciarme las manos. –Baje de las alturas y comencé a caminar hacia la luz de la luna, hacia mi vieja y extrañada amiga.

-¡Ven aquí! ¿A dónde crees que vas? –Apretó mi brazo tratando de lanzarme al suelo. Ella era débil, no me movió ni un solo centímetro. Se impresiono al notar que no podía moverme y retrocedió observándome, supuse que mi mirada era desafiante aun cuando quería parecer molesto. Ella se lazo contra mí, no volvió a moverme. Una vez más se impresiono.

-¿Qué eres? –La chica se encontraba aterrorizada mientras retrocedía.

-Soy Leo, dirigente uniformado de la realeza Vulturi… ¿Te suena? –Supe de inmediato que eso la destruyo, la volvió vulnerable. Todos le temían a los Vulturis, sería estúpido que no resultara alejarla con ese pretexto.

-¡Oh por dios! Lo siento… Lo siento, no quería molestarle señor. –La chica hizo una reverencia arrodillada en el suelo, me molestaba el poder que tenían mis palabras.

-Vete… -Seguí caminando lentamente hacia un barranco que se unía a través de un rio, me senté en la orilla y espere a que la Luna desapareciera para terminar de hablarle. Le conté historias de cómo había soportado el encierro y estar lejos de ella, pero ninguna respuesta recibí, y la verdad no me importaba. Con tan solo poder estar bajo el reflejo de su luz contra mi cuerpo, era suficiente; Pasaron los días y comencé a buscar un lugar para poder quedarme, un lugar más cómodo y solitario en donde no cuestionaran mi ausencia durante días. Encontré una casa de lujo a la altura de la montaña cerca de donde nos habíamos reunido con los Cullen aquella mañana en que Aro pretendía aniquilarles. Era una casa acomodada y lejana a la civilización. Tuve que comprar una camioneta para poder llegar a lugares más riesgosos y aparentar que era lo suficientemente humano como para desperdiciar mi dinero. Ya luego de un par de días allí, comencé a notar la ausencia de la compañía, aun cuando quería permanecer solo, tenía que distraerme cerca de la civilización.

-¿Te unes? –Me encontraba en la carretera lejos de casa pero no muy cerca de la civilización, estaba a punto de comenzar una carrera en motocicleta con un grupo de humanos.

-Estoy dentro… -Arroje tres fajos gruesos de billetes y me subí a la moto. Estaba en juego una propiedad, un camaro amarillo y un par de anillos de compromiso. Uno de los chicos estaba con su novia, él se veía realmente comprometido con la idea de ganar los premios además de recuperar los anillos de compromiso. De verdad se veían afligidos, como alcanzados de dinero, como si no tuvieran para costear siquiera algo pequeño. Me sentí miserable, porque ellos no tenían nada material, pero se tenían el uno al otro para ser felices y amarse.

-Suerte… -El joven feliz, ofreció su mano en señal de buena suerte.

-Igualmente… -Nos estrechamos de una manera confortable, los otros tres concursantes eran más esquivos y con un objetivo claro, ellos querían ganar. Comenzó la carrera con un pitido inicial que termino rápidamente. Me quede esperando a que avanzaran, no fue presumir, sino que dar la ventaja. De verdad deseaba que el chico fuera feliz con su mujer, pero parecía que los planes del destino no querían eso. Ya avanzando rápidamente por la carretera, el chico suertudo iba de los penúltimos mientras yo ocupaba el último lugar. Le adelante con lastima, vi como sus ojos perdían la esperanza por recuperar lo apostado además de desvanecerse su sueño de convertirse en uno con su novia. Ya alcanzando a los otros tres, estropee sus ruedas para que terminaran chocando entre sí, mientras que el primero que iba ganando se estropeo solo, el estanque de gasolina tenía una fuga y perdió el control de la motocicleta cuando intento arreglarlo tapando el agujero con una de sus manos. Gane. Volví para encontrarme con un montón de humanos que celebraban sin razón aparente. El que había ganado había sido yo, no ellos.

-Las llaves y papeles del auto, el dinero y los anillos de compromiso. Todo tuyo… -Retome todo con mis manos y me dirigí al muchacho triste con la chica.

-Espero que con esto te alcance para un matrimonio más o menos acomodado… De verdad deseo que sean muy felices. Estaré esperando la invitación.

-¿Qué?... ¡Espera! –Tome la moto y volé fuera de sus presencias. Me sentía abatido y solo, una vez más la soledad por más que la necesitaba estaba traicionándome. Ahora de verdad me sentía con la necesidad de tenerle cerca, de poder besar su piel o al menos solo rozarla con mis dedos. Tenía ganas de arrojar todo por la borda y comenzar a llamar la atención tan solo para poder encontrarla, si seguía matando gente y dejando la evidencia, quizás podría hacer que los Cullen me encuentren, que se encarguen de mí. Con tan solo verle una vez más seria suficiente para saciar este vacío interno. Esa sequia inundable; Ya dentro de casa después de algunos días después de que había estado en la carrera, una carta se encontró en la puerta principal.

“Te invitamos al matrimonio de Susana Robre y Daniel Mozz este 22 de diciembre como vísperas de navidad para pasar un momento agradable cumpliendo nuestro sueño. Que definitivamente no podríamos haber cumplido sin la ayuda de nuestro amigo misterioso. Estaremos esperando con ansias tu asistencia, sin ti… No sería lo mismo”. Muy convincente pensé, pero no podía ir. Mucha gente, sangre y latidos por todas partes, calor y miradas, estúpidas miradas. Tenía que pensarlo, tan solo quedaban dos días para ese momento. Tuve que ir de compras para la pantalla humanoide, y me encontré con un escenario desagradable. Baje del auto para ver mucha sangre entre dos autos volcados. Me acerque relativamente cerca y escuche, aun habían latidos y respiraciones, todas calmadas por encontrarse inconscientes.

-¿Travis? ¿Estás bien? –Una voz femenina y profunda, casi adolorida se elevó sobre el ambiente. Su corazón estaba muy alterado.

-Sí, estoy bien… ¿Dónde está Robert? –El hombre cercano a ella no tenía latido, lo que me alerto que debía estar comprometido en el accidente.

-No lo sé, creo que se ha ido. –No me acerque, me mantuve inmóvil junto a la puerta de mi vehículo. Resistí la respiración, definitivamente si solo tomaba una bocanada de aire terminaría todo en masacre.

-Mierda, estas sangrando. Debemos salir de aquí. –El hombre de voz cálida y susurrante se levantó. Era alto y de cabello rubio pero desaliñado. El lucia perfectamente bien.

-Me duele. –El ayudo a que la chica se levantara, no le vi, pero si sabía que estaba sufriendo.

-Tranquila, ya arreglaremos esto. Llamare a Carlisle. –El chico se volteó y camino en dirección al otro auto a ver si podía ayudar a alguien, la chica se quedó de pie observándome fijo. Tenía unos ojos grandes y redondos de un tono acaramelado oscuro, unos labios gruesos y rojizos y una piel brillante y frágil como el pétalo de una rosa. No supe cómo reaccionar cuando supe que ella era la chica que yo deseaba, era la chica que hacia latir ese corazón que no tenía, era ella la que me hacia sentir vacío teniéndola lejos. Estaba sangrando desde la cima de su cabeza mientras una hebra de sangre le recorría el rostro. Cerro sus ojos de manera en que se sintió derrotada. Corrí hasta su lugar para sostener su cuerpo moribundo. Mi pecho ardía, estaba sufriendo y no podía ayudarla. Tirite por sentir su piel, era tibia y muy frágil y delgada. Podía imaginarme haciéndole daño con tan solo respirar su aroma, pero no podía hacerlo, tenía que pensar en su bienestar, en otra cosa para no terminar cometiendo un error.

-¡Hey! –Me encontraba arrodillado en el suelo cuando el tal Travis se me acerco con el celular en el oído. El tono sonaba y nadie contestaba.

-Ayuda a los demás y llama a Carlisle, ella no está bien. –Le observe nuevamente, no podía dejar de hacerlo porque sentía que desaparecía de mi mente. Ahora había consumido su aroma, el olor dulce y acaramelado de su cabello y piel me hostigaba. Quemaba las paredes de mi pecho y garganta como si tuviera llamas a piel viva.

-Si amigo, puedo verlo. –Se veía pequeña, desprotegida. Presione la cima de su frente de una forma en que no le hiciera daño, estanque la sangre como pude mientras oí el viento cortado por la rapidez en que alguien se acercaba.

-¡Rohee! ¿Qué paso? –Edward se acercó a mi lado, me observo desconcertado. Me quito a la chica de los brazos y la posiciono en el suelo de costado. Me levante y me aleje un paso solo para observarla mejor. Ella necesitaba ir a un médico.

-Estábamos discutiendo y no me di cuenta que venía una camioneta, simplemente los aplaste con el auto. Rohee voló por el parabrisas porque iba sin cinturón y… Y ahora me siento culpable porque la discusión empezó por eso. –Avance al sentir los quejidos de una mujer, levante el auto y lo gire con una de mis manos para con la otra, romper la puerta y liberar la pierna de la mujer. El hombre aún estaba inconsciente, así que solo me esforcé por retirarla a ella sin hacerle daño mientras esperaba a que a Travis se le ocurriera ayudarme.

-¿Cómo has estado Leo? –Carlisle llegaba en un auto plateado mientras a lo lejos se oía una ambulancia acercándose. Continúe retirando el metal del cuerpo de la mujer, resistí la respiración lo que más pude.

-Agonizante… -Me acerque a él cuando traía entre mis brazos a la mujer sangrando a chorros.

-Oh… Genial. –Travis me observo con ojos inmensos, el parecía ser un idiota. Me acerque nuevamente al auto para ayudar a Edward a sacar al hombre de entre el techo que le aplastaba el pecho.

-Si presionas el techo hacia arriba, vas a liberar la sangre que está filtrándose en sus órganos, hay que sacarlo del auto con techo y todo. –Edward me observo y sonrió.

-Está bien, cortemos el techo y levantamos el asiento para sacarlo de allí, tenemos poco tiempo asique solo hagámoslo. –Carlisle sujeto el cuerpo del hombre mientras yo levantaba el asiento y Edward quitaba el techo de la unión al auto. Me enfoque en no respirar y me sorprendí con lo resistente que estuve, nunca había pasado por una situación así.

-¿Qué me paso? –La chica llamada Rohee se levantó de pronto, la ambulancia había llegado y Travis la apretaba a su cuerpo como si la tocara de una manera indebida. Me acerque como si ella me perteneciera, y la atraje a mí. Sus ojos se enfocaron en los míos, no dije nada. Respire su aroma antes de que desapareciera.

-¿Quién eres? –Su voz era dulce, me encantaba el tono de su voz. Travis me observo con desprecio, él también la deseaba solo para él. La uncía razón por la cual no me ataco, fue porque ella interpuso su mano entre ella y su pecho.

-Soy Leo. –Mi voz pareció arruinar el momento, era una voz opaca, dolida.

-Oh… Creo que voy a vomitar Leo. –El sonido de mi nombre en su voz era increíble. Me levanto y me dejo caer solo con decirlo, solo con ese pequeño gesto. Carlisle se acercó junto a dos paramédicos e hicieron que se sentara en la orilla de la ambulancia. Simplemente la alejaron de mí. No supe que hacer, me quede de pie mirando el suelo y las manchas de sangre. Todo se volvió gris, lento y doloroso. Ella se estaba yendo; Ya de vuelta en casa, analicé la situación. De verdad ella me tenía seducido, cegado por resto de la eternidad a una condena sin su presencia. Tenía que conseguir estar solo con ella, tenerla solo para mí aunque eso fuera egoísta, aunque eso involucrara secuestrarla… No, eso no era justo para ella. Estaba anhelando tenerla cerca. Volver a ver esos ojos que me buscaban cuando acelere el auto y me iba cada vez más rápido por la carretera. Supe que debía alejarme cuando la ponzoña comenzó a caer por la orilla de mi boca al sentir el aroma de su sangre. Antes de irme pude notar como botaba sangre por la boca y la nariz, lo que me dio señales de estarla perdiendo. Si me hubiera quedado, estaría certero de que la había perdido, pero como me había ido… Podía imaginarme y vivir en una fantasía alterna en donde ella estaba viva y sus ojos aún me observaban, era mucho mejor eso que existir en una realidad en donde ella no existe. 

Capítulo 3: "En desarrollo" Capítulo 5: "Agonías consoladas"

 
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