"El rostro perfecto"

Autor: Magu_Moon
Género: Sobrenatural
Fecha Creación: 30/10/2015
Fecha Actualización: 02/12/2015
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 4
Visitas: 8581
Capítulos: 12

Esta historia esta narrada por Leo, un chico poco común que se enamora de Rohee, una chica que forma parte de la familia Cullen hace muy poco, y también forma parte de la tutela de los Black y los Ulley. Esto es por ser de ambas razas y por llevar sobre sus hombros la responsabilidad de poder controlar sus impulsos; Leo, tiene mas proezas que cualquier ser creado en la tierra. Fue escogido y creado por el "Original". Según Leo -el relata luego-, Drácula como le llaman las personas contemporáneas, no es mas que un señuelo para distraer al verdadero fundador de los chupa sangre. Ya que su creador, provino desde un virus experimental militar que atacaba a la persona y la volvía un "Zombie", que literalmente en lugar de querer comer su cerebro, deseaba la sangre y contaminaba a aquel que deseaba. Pronto fue extinguiéndose a causa de que los experimentos que se hicieron, fueron prohibidos. Lo que no sabia Leo, es que los Vulturis ya existían antes que el "Original" y saber que esa verdad era mas cierta que la suya, simplemente le molestaba. El "Original", nunca es mas que un recuerdo lejano hasta que el secreto de su existencia es revelado; Leo forma parte -luego de años-, de la guardia privada de los Vulturis, en donde Jane es la principal que corrobora a que Leo se libere de las garras de Aro y pueda ser feliz y libre como los Cullen. ¿Porque hizo eso Jane? Dicen que el amor es mas fuerte que cualquier ley, y ya veo que así es. 




Buenos dias, buenas tardes, buenas noches, te deseo desde cualquier parte del mundo en donde estes. Escribir esto es una gran azaña porque esta historia estuvo y esta en mi mente desde hace ya mucho, y ahora que he visto la oportunidad, me he dado el tiempo de compartirla con ustedes. No cuesta nada dar una votacion, o un comentario, es lo unico que te pido para saber que lo que estoy haciendo, va por buen camino, o que al menos te gusta. De ante mano muchas gracias, y espero que disfrutes mucho de esta hsitoria. 

*Magu*

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Capítulo 6: "Una respiración perfecta"

Esa noche fue increíblemente incomoda y emocionante para mí. Incomoda porque no quería moverme para despertarla o hacerle daño, y emocionante porque sus manos apretaban mi camiseta cada vez más fuerte para mantenerme atado a ella. Definitivamente no quería que escapara de su lado, y tampoco lo haría. Su respiración era cálida, al extremo de acostumbrar mi fría piel a su temperatura, fue como un calefactor humano encendido al cien por ciento. Su piel era de un todo pálido acaramelado, se veía como si fuera una piel bronceada artificialmente con una fina capa de frio. Sus labios balbuceaban de vez en cuando una que otra palabra entre pequeños espasmos como si estuviera luchando, de verdad me parecía preocupante, pero luego de unos instantes se aferraba más a mí y eso me confortaba.

-Lo siento. –Despertó entre un grito aterrador y un par de suspiros.

-No hay problema, solo fue una pesadilla… No fue real. –Se levantó caminando por alrededor de la cama, mi camiseta le quedaba enorme. Era muy adorable verle así.

-Pero lo pareció. –Tomaba su cabello entre sus manos muy preocupada, ella de verdad estaba aterrada por lo que había visto.

-¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor? –Intente levantarme pero ella se sentó frente a mi rápidamente mientras me detenía presionándome hacia abajo.

-No te alejes nunca más de mí… Nunca. –Sus ojos eran profundos y sinceros, sus palabras hicieron que mi cuerpo se estremeciera. Estaba excitantemente feliz.

-¿Qué te hizo pensar que quería hacerlo? –Acaricie su mejilla despejando su rostro de su largo cabello. Ella cerró sus ojos apreciando el tacto.

-Mi sueño… Todos ellos siempre se cumplen en parte, y de verdad, la parte en la te marchabas no quiero que se cumpla. –Agacho su mirada avergonzada pero aun preocupada.

-No habría razón para hacerlo… -Le sonreí, acercándome en donde ya no había espacio.

-¿Ni siquiera Jane? –Quede congelado, estupefacto. ¿Cómo sabe ella de Jane? ¿Qué fue lo que vio allí que tanto le aterra?

-¿Qué tiene que ver ella en esto? –Afligido levante su rostro, ahora si estaba preocupado.

-Ya he tenido encuentros con ella, me detesta por ser lo que soy. Y no es la única. –Se levantó rápidamente mientras caminaba fuera de la habitación. Le seguí hacia la cocina, en donde reviso el refrigerador pidiendo permiso para ver si podía comer algo.

-No te preocupes, ella me… -Dije cuando deslizo la leche dentro de uno de los tazones más grandes que tenía. Ella me interrumpió en seco.

-Ama… -No me observo, pero si sonrió para sí misma. Eso era desconcertante, ¿Cómo podía divertirle eso? A mí me molestaba que pensara eso de Jane hacia mí, porque yo no amaba a Jane, todo mi ser pertenecía a alguien más.

-Teme, iba a decir. –Sonreí para no ponerle más leña al fuego.

-Eso es lo que tú crees. –Ella se deslizo hacia el sillón del comedor y allí se sentó para encender la televisión. Eran las cuatro de la mañana y sus costumbres eran extrañas para mí. ¿No se supone que debería continuar durmiendo? Digo, tiene que descansar ¿No?

-Ven, acompáñame. –Una de sus manos golpeo un lado del sillón.

-¿No deberías descansar? –Me apoye en el respaldo del sillón y allí me quede, estático. Ella se acurruco a mi lado como si fuera lo más blando suave en el mundo. Ella suspiro.

-¿Descansar de qué Leo? Mi cuerpo se relaja y descansa en menos de diez minutos, y ese es un promedio desde que soy lo que soy. –Me observo de cerca mientras bebía un poco más de leche. Puso sus manos cerca de mí mientras con sus piernas sujetaba el tazón.

-¿Y que eres según tú? –Acaricie sus manos con mis dedos y una larga pausa nos encontró en una mirada cómplice. Fue como si no quisiera hablar de ello pero a pesar de no querer hacerlo, tenía que decírmelo por necesidad.

-Un monstruo… -Susurrante bajo la mirada mientras dejaba sobre la pequeña mesa de centro, el tazón casi vacío.

-¿Cómo...? ¿Cómo una chica tan frágil y bella podría ser un monstruo? ¿Eh? –Le sonreí profundo. Era complicado para mí asumir a viva voz que ella era hermosa, porque parecía que eso podía sonar molesto de alguien como yo.

-Frágil, bella… Son palabras que deberías reservar para alguien que de verdad tenga esas cualidades. Digamos que no soy lo que ves si no lo que aparento. ¿No te molestaría? –Se acercó a mi lado poniendo su brazo sobre mi hombro mientras acariciaba su cabello. Su rostro estaba tan cerca de él mío, que su respiración se sentía a flor de piel.

-Claro que me molesta, porque dices cosas que no son ciertas. ¿Qué te hace pensar que no eres hermosa o frágil? ¿Lo crees porque alguien más te lo ha dicho o porque simplemente lo tienes en tu mente? –Se vio sorprendida cuando me acerque al extremo de acostarla sobre el sillón. Sus ojos eran enormes.

-Lo sé, no es que este mintiendo. –Esquivo mi cuerpo para escapar lejos de las explicaciones.

-A ver… Demuéstrame lo terrorífica que eres. De verdad, quiero verlo. –Me posicione delante de ella rápidamente, ella ni siquiera lo tenía previsto.

-Es muy peligroso… No querrás verlo. –Su rostro se volvió atrevido, dulce pero malvado.

-¿Tienes miedo? Vea lo que vea no voy a irme. –La desafié con el fin de dejarle en claro que nada que pueda provenir de ella me espantara o me hará sentir vulnerable. He visto tantas cosas en mi existencia que ver algo un poco más atrevido, no será la gran cosa.

-No quiero hacerte daño… -Se acercó suplicante, estaba agonizante.

-Estoy comenzando a frustrarme y a molestarme Rohee. Si no me das en el gusto voy a encargarme de que hagas lo que estoy pidiéndote. Y créeme, no seré amable. –Desafiante una vez más, me acerque con el pecho inflado para moverla fuera de la casa. Ella retrocedió todo el tiempo sonriendo, de verdad esto parecía un juego para ella.

-¿Estabas siendo amable todo este tiempo? Ya me imagino como eres siendo un poco más violento y molesto. –Se quedó de pie frente a mí sonriendo, sin hacer nada.

-1… -Ya estaba impaciente, quería ver que era lo que hacía. Tenía que hacerlo ahora.

-¿Es en serio? –Su rostro se desintegro cuando noto mi seriedad y como cruzaba mis brazos para comenzar a atacar. Definitivamente si tenía que hacer como que la atacaba, lo iba a hacer para poder demostrarle que nada que ella pueda hacer me haría daño.

-2… -Una vez más, di un paso para que su corazón se alterara. Allí me detuve.

-¡Esta bien! Okey, está bien. Solo porque eres tú. –Ella cerro sus ojos y respiro profundo, el suelo comenzó a moverse levemente, como si una fuerza enorme estuviera a punto de desatarse. Note como desprendía más calor de lo normal hasta el punto en donde sus ojos se abrieron. Ella se volvió un enorme animal de color blanco como la nieve, con ojos acaramelados muy brillantes, ese lobo interno que tenía era toda una fiera.

-¿A esto le temías tanto? ¿Por qué? ¿Crees que podrías hacerme daño así? Rohee… No voy a mentirte, he luchado con cosas peores que tú. Definitivamente no tienes por qué temerle a esta situación. –Entre en la casa y tome una de las grandes mantas de la cama y se la arroje, ella se convirtió nuevamente en una humana para cubrirse completamente. Desvié la mirada para que no se sintiera incomoda, pero era difícil no querer mirar.

-Eso no es todo Leo, si fuera así de sencillo no te habría puesto tantos peros… ¿Te gustaría ver la parte en donde la inmortalidad se fusiono con mi ira incontrolable? –Sus ojos encajaron con los míos una vez más cuando camino en mi dirección.

-Adelante. –Ella sujetaba con una de sus manos la manta mientras que con la otra acariciaba mi antebrazo. Su piel se volvió más pálida, más sólida e irrompible. La frágil chica se había ido. Sus rasgos se realzaron a un nivel glorioso, sus labios eran intensamente morado rojizos y sus ojos se volvieron completamente negros como el carbón. Su cuerpo demostró venas azules y fuertes por todo su cuerpo de forma paulatina hasta llegar a mi cuerpo. Cuando toco mi cuerpo ella retrocedió rápidamente.

-¿Qué paso? ¿Todo bien? –Ella estaba en chock, sus ojos estaban enormes.

-No puedo hacerte daño… -Ella volvió a ser la misma, la frágil y preciada Rohee.

-Otra vez con eso, te he dicho que puedo con ello… -Ya estaba fastidiado, nunca había hablado tanto con nadie y hacerlo ahora con aquella que deseo era genial, pero ella me sacaba de quicios rápidamente.

-No, no, no… No entiendes lo que quise decir… Te he tocado y eso debería tirarte al suelo y hacerte retorcer de dolor… Creo que no puedo contra ti. Jajaja, ¿No lo encuentras genial? Realmente eres inmune a mí. –Su rostro se ilumino, se veía feliz de ello. Yo sabía que no era correcto, que ella no podría defenderse si yo me saliera de ritmo.

-¿Estas feliz porque no puedes protegerte de un monstruo como yo? –Preocupado nos detuvimos en medio del pasillo, ella subió las escaleras rápidamente junto a mí y cerró la puerta para que me quedara afuera, creí que quería que me fuera. No podía entender sus actos, era difícil de comprender lo que quería.

-Creí que el monstruo solo era yo… -Abrió la puerta ya vestida. Solo había cerrado para poder quitarme otra de mis grandes camisetas y ropa interior. Me tomo del brazo para hacerme entrar. Me senté en la orilla de la cama una vez más y ella se acurruco debajo de las enormes mantas. Estiro uno de sus brazos y acaricio mis manos, me tiro para que me acostara a su lado. Ella acaricio mi cabello con sus manos en señal de querer terminar con la discusión, pero yo estaba recién comenzando.

-Esto no está bien, deberías poder defenderte de mí en caso de que no pueda controlar mis impulsos. –Me levante para mirarle de cerca, sus expresiones fueron lentas pero placenteras.

-¿Qué te hace pensar que voy a querer detener tus impulsos? –Ella hablaba más allá de querer atacarla, sino que de querer amarla.

-He matado a personas con tan solo pasar a su lado. Poseo un tipo de fuerza que puede desprenderse como si de verdad estuviera golpeando con mis puños. Nunca se ha salido de control, pero no sé qué haría si eso me pasara contigo. –Sus ojos se preocuparon, se levantó cerca de mí. Abrazo mi cuerpo al suyo y me acaricio la nuca con sus manos, acaricio mi cabello constantemente sin alejarme de su rostro.

-¿Por eso los Vulturis te tenían? –Ella susurraba doliente.

-¿Por ser especial?... Lejos esa era una de las razones, pero estoy completamente seguro de que hay más. El hecho de que pueda hacer volar a la gente al otro lado de una sala tan solo con soltar esa fuerza de mi cuerpo al aire, no me hace especial, sino lo que hacía para ellos y para mí. –Ella entrecerró sus ojos analizando las palabras, en ningún momento me dejo ir.

-¿Y qué era eso? –Su curiosidad era enorme, de verdad ella quería saberlo todo.

-No hablaba, no molestaba, no miraba, no bebía nada durante meses aun cuando ellos querían que lo hiciera… No dejaba que nadie me tocara a menos de que yo lo quisiera así, y de cierta manera todos creían que yo era engreído por ello. Que nadie merecía estar a mi lado por ser tan “especial”. Realmente no es algo que me importe, pero si pudiera descubrir que es lo que realmente me hace especial para ellos, o que es lo que realmente mi cuerpo puede hacer, te aseguro que serias la primera en saberlo. –Sus labios se apretaron, se mordieron entre sí.

-¿Por qué yo? –Sabía a donde iba esa pregunta, de verdad no iba a admitir algo que no sabía si existía dentro de su cuerpo también, así que solo tenía que limitarme a omitir ese tipo de preguntas.

-Es complicado… -Dije desligándome de sus brazos, no alcance a avanzar mucho.

-Por favor, intentare comprenderte. –Ella me retuvo, me impulso en contra de su cuerpo.

-…La primera vez que te vi, fue aquella vez en que Aro decidió atacar a los Cullen. Recuerdo que estaba por marcharme feliz de haber logrado que Edward leyera mi mente y se zafara de ese problema, y en ese instante sentí un aroma dulce… Un aroma acaramelado y potente. Quemaba mi pecho y mi conciencia en miles de maneras, y cuando te vi… Pareció más potente dentro de mi pecho. Tus ojos, enormes y acaramelados ojos marrones, unos labios gruesos y partidos por el frio, un corazón latiente y un rostro de porcelana. Una chica frágil y menuda, era el aroma por el cual me estaba volviendo loco… Supuse que te había molestado la forma en cómo te había observado y obviamente por estar del lado de los malos, pero eso no me importaba, yo solo quería tenerte; Luego de que pasaron los meses, ya nada fue lo mismo conmigo. Era agonizante estar solo, porque cuando tenía compañía solo quería que fueras tú, pero estando solo, tu recuerdo era lo único que me mantenía con un dolor profundo, uno que me recordaba que eras real. Sabía que debía marcharme pero de una forma en donde si las cosas salían mal, pudiera regresar sin problemas. Entonces supe que mi reputación establecida desde antes, me había hecho la fama de un buen punto de confianza, allí supuse que si venia debía planear una manera de conquistarte, porque a pesar de que no pudiera tenerte tenía que intentarlo, tenía que verte una vez más para terminar con ese vacío, con ese enorme agujero dentro de mi… -Sus labios susurraron algo que no pude entender y algo que mis ojos no pudieron leer. Ella estaba nerviosa, adolorida.

-No digas más… -Eso le estaba haciendo daño, si la presionaba más con mis palabras, quizás podría llegar a oír lo que quería, que ella me deseaba.

-Siempre estuve esperando el momento en que alguien que me generara ese agujero, pudiera cubrirlo con solo mirarme, y has cumplido el objetivo. –Se alejó un momento para luego observarme culpable.

-Leo yo… -Allí venia el discurso, no dejaría que eso pasara.

-Obviamente, estoy muy dudoso de si lo que estoy haciendo es lo correcto o no, porque no he recibido señal de tu parte, ninguna palabra o susurro de lo que te provoco. –Sus ojos se volvieron desconcertantes, ella estaba en una especie de limbo.

-Perdida eso me haces sentir… No quiero perderte nunca, pero no encuentro la forma para correcta para hacértelo saber. Soy una persona muy fría, de verdad que sí lo soy, y no es que quiera serlo, es solo que no puedo evitarlo… Pero contigo, todo se vuelve opaco, incoloro, indolente y superficial. Solo me haces querer permanecer más tiempo contigo, querer tenerte solo para mí a pesar de no poder decirte lo que siento, porque no puedo… Es que las palabras las digo constantemente en mi mente pero no puedo decirlas aun… -Ella decía la verdad, no mentía con nada. ¿Qué era eso que quería ella? ¿Qué lo admita yo primero para ver si sentimos lo mismo? ¿O es que lo quiere hacer para luego desecharme y hacerme sufrir?

-¿Qué te retiene? –Me acerque más, buscando su mirada.

-No es nadie el que me retiene, solo soy yo. –Estaba seria, de verdad incómoda.

-¿Qué puedo hacer para que ella te suelte y te deje venir a mis brazos? –Sonreí a pesar de estarme destruyendo por dentro, acaricie su mejilla y me réferi a su mente cuando dije que debía soltar sus cadenas para venir a mí, tal como yo quería hacerlo.

-No me hagas esto… -Una lagrima azoto su rostro. Fue devastador el sentimiento que eso me provoco, me estaba destruyendo verle sufrir.

-De verdad necesito escucharlo. –Susurre, aun cuando no quería que ella sufriera por insistir en algo que a ella le incomodaba.

-Lo siento… -Susurro, abrazándome fuerte.

-Puedo esperar, no tengo problema con ello. –Mi pecho se destruía, sentía que estaba cayendo en el vacío. Ella no quería admitir lo que sentía por mí, y eso me sofocaba. ¿Debía dar el primer paso yo? De verdad no lo sabía, pero era lo suficientemente egoísta como para saber que si habría mi boca y decía algo que ella no sentía por mí, me haría explotar.

-No quiero que esperes… Solo quiero que sepas que siento lo mismo, incluso de muchas más formas lo que tu sientes por mí, solo que aún no puedo decirlo. –Su aliento calentó mi cuello cuando sus labios me rozaron, fue una sensación agradable.

-Con eso me basta. –Acerque mis labios a su frente y ella evito que lo hiciera, acerco sus labios a los míos y se quedó a cierta distancia. Su corazón latía fuerte, y si yo hubiera tenido corazón, estoy seguro que hubiera salido de mi pecho.

-Yo sé que no es así, pero agradezco que intentes convencerme de ello. –Saboreo sus labios esperándome, de verdad no la besaría por más que quisiera hasta que no admitiera quererme.

-Descansa, mañana será otro gran día. –Estaba alejándome cuando ato sus brazos a mi cuello.

-Leo… De verdad me gustas, y mucho. Creo que la razón por la cual mi boca se cierra es porque otras personas ya me han hecho daño y quiero estar segura de lo que voy a decir. Además, el hecho de que solo estés a mi lado ya es suficiente para mí, debería serlo para ti, al menos por ahora. –Yo le gustaba, y esa mas que emocionante. Me sentía feliz excitado de tenerla tan cerca y solo para mí. Ahora sabía que la deseaba más que nunca y ella también a mí. Me senté a su lado sonriendo como idiota y me recosté a su lado nuevamente, ella se acostó sobre mi nuevamente y suspiro con los ojos cerrados.

-Por ahora, es suficiente. –Susurre.

Al culminar la noche en una mañana atrevidamente iluminada, decidí levantarme e ir por una ducha. Fui muy cauteloso en no despertarla, pero ella parecía tener sensores en todas partes. Cuando termine la ducha, ella ya estaba de pie al otro lado de la cama esperando a que pudiera desocupar la ducha. Ella entro y su olor se masifico, se convirtió en un aroma agobiante y enorme. Entonces decidí bajar para no incomodarle, su ropa ya estaba limpia y seca en la orilla de la cama, así que solo me limite a caminar fuera de su alcance. Le prepare el desayuno, como si fuera un experto mientras seguía los pasos de una pequeña libreta de cocina. Nunca había cocinado para nadie, no había necesidad de ello. Espere a que bajara y cuando lo hizo, el aroma que emitía su cuerpo ahora era normal. Parecía ser que solo era intensa cuando se duchaba.

-Me has preparado el desayuno, gracias. –Le sonreí y asentí con mi mirada. Eran tostadas con frutos rojos y crema con una pequeña taza de leche tibia. Me acerque para acompañarla en la mesa.

-Espero que te guste, esto no lo he hecho nunca hasta ahora. –Le sonreí mientras me apoyaba en la orilla de la mesa en la cocina.

-Por mi… -Dijo ella sonriendo mientras movía su cabello húmedo detrás de la oreja.

-Por ti todo Rohee. –Me sentí serio, y parecí estarlo. Ella sonrió cerrando sus ojos. Se acercó rápidamente, algo que de verdad no esperaba que iba a pasar, y me beso. Sus labios eran tan dulces, suaves y delicados, que creí estar volviéndome loco. Estaba sumergido en un sueño del cual no quería escapar. Apreté su rostro al mío sujetando su cuello hacia mí, ella apretaba mi camiseta hacia ella mientras ambos deseábamos no detenernos nunca. Ella sonrió, su rostro destello en un brillo increíble.

-Lamento lo de anoche, soy una idiota. –Aún no se alejaba por completo, sus ojos me observaban fijamente al igual que los míos.

-Esto lo arregla todo. –Bese nuevamente sus labios en un momento interminable. La abrace cuanto más quise para que no se alejara de mí nunca.

-Leo, tienes que dejarme respirar… -Sonreímos observándonos.

-Lo siento. –Dije culpable.

-Mira, encontré esto cuando me estaba vistiendo. Estaba en el suelo a la orilla de la cama, ¿Es importante? –Rohee tomo de la orilla de la mesa el libro delgado y largo de cuero negro.

-Fue un regalo de Marcus. –Lo tome y lo lance sobre el sillón de enfrente al cual me iba a sentar. Ella me siguió, lo tomo entre sus manos nuevamente mientras me observaba intrigada.

-¿Marcus? ¿El integrante de los Vulturis? –Abrió el libro y miro un par de páginas sin leer.

-Sí, uno de los tres mosqueteros. –Sonreí nuevamente, la acerque a mí moviéndola con mis manos en su cintura.

-Que pintoresco… ¿Ya lo leíste? –La senté a mi lado para besarla un momento más, pero ella estaba distraída. Le observe serio.

-No… No lo tenía en mente. –Me acerque una vez más y nos besamos otra vez. Esta vez ella se detuvo antes y me observo fijo, suspiro y se quedó en pausa.

-¿Puedo leerlo? –Sus ojos eran enormes, no quería recibir un “no” como respuesta.

-Si me cuentas lo que dice allí te dejare. –Su rostro se transformó de curiosidad a una felicidad infinita. Se sentó aún más cerca de mí con la taza de leche tibia y abrió la primera página.

-Te sentirás alagado cuando lo explique con lujo de detalles. –Sonreímos felices. Amaba que pudiera tenerla a mi lado, ya no sentía el ardor dentro de mi pecho pero sabía que si ella se alejaba de mí, ese vacío existencial volvería a abrirse porque esa cicatriz estaba a solo horas de haber sanado. Su respiración era constante, tranquila y olorosa. Su corazón se alteraba de vez en cuando, sobre todo cuando los papeles del libro comenzaron a desaparecer.

-Leo… De verdad necesitas leer esto. –Su mirada era preocupada pero con una enorme sonrisa. Ella estaba nerviosa y su corazón le acompañaba.

-Dijiste que me lo explicarías con lujo de detalles… -Le observe de cerca.

-Es que Leo… Lo que hay aquí es importante, estoy segura que ni siquiera yo debí leer una sola página. –Ella ojeaba las páginas del libro una vez más.

-¿Entonces porque continuaste? –Se detuvo y me observo con rostro de querer mentirme.

-Porque ya no podía detenerme. –Dijo la verdad, la mentira que iba a decirme se extinguió.

-¿Qué es lo que hay allí que es tan importante? –Tome el libro entre mis manos y puse la primera página.

-¿Quizás el propósito de tu existencia y permanencia con ellos? –Observe su rostro y ella hacia una mueca de perdida. Su sueño parecía estarse cumpliendo en parte, como si lo que dijera ese libro fuera a hacerme cambiar de opinión e irme con los Vulturis. Ahora que la tenía no iba a perderla, menos a irme por una estupidez en un libro.

“Querido Leo, te escribo esto para que sepas lo importante que eres en mi vida a pesar de no tenerme. Te dejado ir con Quenchi para protegerte, ya que tu tío Aro quiere exterminarme, el no podrá alcanzarte si estas lejos de mi o de tu padre, incluso si él nos encontrara, jamás podrá saber de ti porque yo ya me he encargado de todo.” -El lema inicial del pie de la página, era aterrador y conmovedor. De verdad estaba aniquilándome, es que siempre había tenido esa incertidumbre por saber de mi familia y de porque me habían dejado. Esas palabras habían sido escritas por mi madre, Didyme. Cada una de sus palabras dentro del libro a medida que pasaban las paginas me hacían entrar más en razón, me hacían entender porque era de esa manera, tan solitario y poco expresivo. Podía comprender porque odiaba algunas cosas y porque amaba otras, como por ejemplo Rohee. Sus rasgos eran armoniosos, suaves y delicados, nada en comparación con la gente que siempre tenía problemas.

“Tu padre Marcus, nunca supo de tu existencia y estoy segura de que tan solo ahora lo sabe. De haberlo sabido, Aro hubiera visto absolutamente toda tu existencia y hubiera acabado contigo” -Marcus y Didyme eran mis padres, Aro mi tío, y yo un descendiente real. Mi corazón no latía, tampoco podía beber ni comer nada. Era completamente diferente a todo aquel que fue concebido en mis términos. Aro aniquilo a mi madre, me despojo del lado de mi padre y ahora estaba junto a una chica fuera de los parámetros normales de lo que somos. Pero sin que hubiera pasado todo eso, dudo que hubiera podido encontrar a Rohee.

“Todo comenzó cuando conocí a Marcus, fue tan caballeroso y amable conmigo. Me enamore de el por completo en un solo instante. Aro era su mejor amigo, pero siempre creyó que yo era la que obligaba a Marcus ser feliz conmigo, pero no era así. Yo hacía feliz a cualquiera que quisiera, pero Aro ya no era parte de mis sonrisas. Él ya había sido convertido en un vampiro y me protegió de un ataque de guerra dejándome humana, cuando estuve con Marcus, quede esperándote. Él nunca lo supo. Aro menos. Una de las tardes de invierno en Alaska, Aro decidió convertirme cuando mi madurez ya estaba en su tope máximo. Tú ya estabas dentro de mí, y creí perderte. Ahora puedes entender porque tu corazón no late, porque no comes ni bebes nada como un humano, porque fuiste completado en uno de nosotros estando dentro de mí. Cuando naciste, estaba sola, nadie sabía de tu existencia y yo juraba que habías muerto. Pero cuando te vi, con esos enormes y brillantes ojos marrón rojizo, supe que eras perfecto. Te entregue a Quenchi cuando Aro se enteró de mi unión con Marcus, porque sabía que el terminaría con mi existencia. Entonces supe que debía dejarte esto, para que al menos recordaras o leyeras la lucha que tuvo tu madre mientras las cosas eran malas en la época negra” –Cerré mis ojos y apoye mi cabeza sobre mis manos mientras apretaba mi estómago, me dolía todo esto. No era “normal”, y ahora que sabía que había sido concebido como Renesmee pero convertido en totalidad cuando estaba dentro de mi madre, era un más complicado poder entenderlo. Amaba la situación, poder leer sus palabras y lo que hizo por mí, pero eso mismo me llevo de vuelta al peligro y estoy seguro que Aro no tiene que haber sabido nada. De otra forma me hubiera exterminado y Marcus, no podía referirme a él como a un padre porque nunca lo fue, solo el “Original” que ahora sabía que se llamaba Quenchi, había tomado su rol.

-Lamento que te hayas tenido que enterar así. –Yo aun permanecía retorcido, el dolor se comenzó a disipar cuando me acercaba a ella.

-Ahora ambos somos imperfectos. –Sonreí con dolor, ella me acaricio el rostro.

-Nunca creí que lo fueras y ahora menos lo creo. Para mí… Eres una pieza perfecta, una que encaja perfectamente dentro de mí, no podrías ser nunca imperfecto. –Su voz y palabras calaban mi pecho, me hacían sentir bien, amado.

-No sabes cómo quisiera decirte… -“Cuanto te amo” iba a decir cuando fui interrumpido.

-No lo hagas, solo sigue leyendo. Aún queda más. –Ella estaba entusiasmada, y ese entusiasmo me hacía sentir bien, me hacía querer saber más de mi historia.

“Quenchi sabe perfectamente cómo cuidarte, fue mi mejor y único amigo cuando Marcus y Aro no estuvieron conmigo, y estoy segura de que se encargara de que no recuerdes estas pesadillas… Solo quiero que sepas que a pesar de todo, te amo con todo mí ser. Que a pesar de no estar contigo, siempre tendrás una parte de mí dentro de ti. Que nunca me arrepentiré de lo que hice, de haberte ocultado y protegido, porque eres especial, único hijo mío” –Sentí agonía, vacío y dolor. Abrace a Rohee, ella estaba allí para sanar ese dolor o al menos intercambiarlo con amabilidad, amor y pertenencia.

-No voy a detenerme, pero tampoco quiero retenerte. Si tienes que irte… -Ella me observo desconcertada, como si lo que yo hubiera dicho se escuchara estúpido.

-No tengo a donde ir, mi lugar es estar contigo ahora. –Bese sus labios intensamente, se rompieron cuando mis dientes la pasaron a llevar. Su sangre era aún más dulce que antes, quería seguir bebiéndola pero me detuve, inconscientemente supe que podía hacerle daño. Ella sonrió, no le había dolido nada.

“He comenzado a escribir desde que Didyme dejo de existir. Leo, has sido muy obediente todo este tiempo, te has levantado temprano todos estos días buscando a tu madre desde que estás conmigo, pero sé que te mentí. Dejaste de buscarla cuando te dije que la única que persona que podía tenerte era yo, mientras ella estaba en un lugar mejor lejos de ti, pero a la misma vez dentro de ti. Te he ordenado comenzar a trasnochar hasta lograr no dormir más, y fue muy sencillo, te acostumbraste rápidamente a mi ritmo. Nunca te excedías aun cuando tenías hambre, y por ello siempre resistías incluso más que yo.” –Pude identificar la letra como la de Quenchi, era ovalada y alargada, delicada pero firme a la vez. Sus palabras comenzaron a refrescarme la memoria, fue como estar viendo una película desde mi propia perspectiva, era el protagonista de unas escenas increíbles. Entonces recordé, yo si podía dormir, pero había olvidado como se hacía. Yo también era incontrolable, pero había olvidado como era beber la sangre de alguien una y otra vez… Supongo que todo fue para mejor.

“Hoy es un día increíble para ti, has crecido lo suficiente como para poder asistir a la escuela. Eres un hombre fuerte, alto y poderoso, pero también eres silencioso y amable. Hablas mucho, pareces tener un interruptor que no puede apagarse” -¿Cómo era posible eso? Yo apenas hablaba en mi vida a diario, y ahora que tenía a Rohee, era la única vez que había hablado tanto.

“Ya no eres el mismo, no sé qué fue lo que paso en la escuela pero ya no quieres ir más. No quieres intentar cosas nuevas, no comes ni bebes nada humano, estas limitado a pasar horas mirando el fuego y leyendo libros de fantasía. Te perdí” –Quenchi parecía sufrir intensamente, como si perderme fuera una daga en el pecho sin salida.

“Ha llegado el día en el que te entregare a la vida, te has despedido dándome uno de esos abrazos que creí haber perdido, ya caminas al otro lado de la montaña y mi existencia ha llegado a su fin. Mi objetivo ya se cumplió, eres un hombre excepcional, nunca sabrán lo que eres porque sé que no eres estúpido como para decírselo a cualquiera… Iré mañana mismo donde los Vulturis a terminar con lo prometido a tu madre…” “He llegado, Aro es un idiota, tal cual lo había dicho tu madre. Marcus sabe todo acerca de ti, pero algo lo mantiene cegado así que toda información nueva parece ser inútil, de cierta manera fue bueno, así no sabe lo que eres y no podrán hacerte daño. Aro no ha descubierto nada dentro de mi cabeza, me encargue de destruir el contacto que tuve con Didyme para solo enfocarme en tu existencia. Él sabe que eres especial y te quiere con él, no permitas que te destruya. Te amo hijo de otro padre” –Él ha muerto, no… ¡No puede ser! ¿Por qué lo ha hecho? ¿Cómo es posible que Aro haya sido tan miserable? Y lo ha hecho justo para cuando yo iba llegando a su estancia, de seguro lo había matado segundos antes de que yo me enfrentara a ellos.

-Estoy segura de que lo ha hecho porque si lo encontraban distraído, Aro podría ver lo que eres y de donde provienes. Acabaría contigo antes de que pudieras escapar. –El rostro de Rohee era preocupado, pero también asombrado.

-Leíste mi mente… -Era obvio que sí, yo no había olvidado que ella era en parte, un lobo.

-No lo hago todo el tiempo, es solo cuando no respondes lo que quiero oír. –Sonreí, ella se sonrojo mucho.

-¿De verdad crees eso? Me está quemando por dentro. -Apreté su mano y ella hizo lo mismo.

-Sé que duele, pero supongo que lo ha hecho porque te ama, de cierta manera es tu padre. Es quien te ha enseñado lo que eres. –Rohee tenía razón, era quien me había enseñado a ser lo que ahora soy.

“Querido Leo, Aro no tiene idea de que he encontrado este escrito entre las cosas de Quenchi, pero si sospecha de que eres demasiado especial como para ser real. Está seguro de que me tiene segado y le hago saber que es cierto comportándome lentamente. Solo quiero que sepas, que eres la viva imagen de tu madre. Bondadoso, cuidadoso, amable y único. Ella estaría muy orgullosa de ti” –Esas eran las últimas palabras del libro. Las únicas que me dejaron con cierta tranquilidad mental en donde podía imaginarme siendo feliz, y provenían de Marcus. Ahora, debía tener una segunda opinión sobre esto. Carlisle debía saberlo para ver si todo lo descrito allí, era correcto conmigo o no.

-Leo… Tengo hambre. ¿Crees que podríamos ir por algo? –Rohee me sonrió. Ella intentaba distraerme. El escrito había terminado y un montón de cosas más había leído allí que simplemente eran complicadas, pero supuse que con el tiempo, todo sería más claro.

-Vamos… Creo que quiero intentar algo nuevo. –Sonrientes caminamos fuera de la casa mientras encendía la camioneta. Ya en la carretera, el aroma dentro del auto se modificó a solo ella, y era increíble. Le gustaba bajar la ventanilla para que el viento rozara su cabello y acariciara su rostro, pero eso era doliente para mí, porque su aroma de disipaba. Pensé en lo complicada o fácil que se haría mi existencia ahora, porque era diferente a lo que creía y debía averiguar qué cosas habían cambiado dentro de mí. Rohee definitivamente formaría parte de ello, porque no la dejaría fuera de mis planes; Luego de un rato dentro del auto, Rohee comenzó a moverse extraño, como si algo le molestara.

-¿Pasa algo? –Pegue un gran frenazo en donde las llantas de la camioneta quedaron pintadas en el asfalto. Travis estaba de pie en medio de la carretera, el parecía estar alterado, definitivamente quería atacarme. Mire a Rohee y ella estaba fijada en él, sabía que leía su mente. Abrí la puerta y cuando iba a salir Rohee me detuvo.

-No salgas… -Me devolví y observe a Travis otra vez, el me observaba con furia, el quería morir bajo mis manos al parecer. Sonreí en dirección a Rohee acariciando su mejilla, Travis pareció alterarse más. Me acerque lentamente al rostro de Rohee y acaricie sus labios con los míos un largo periodo de tiempo, ella no quería soltarme, y yo menos. Sentí que Travis se aproximaba.

-Estaré bien, y mejor ahora. –Ella sonrió y supe que Travis ahora, estaba muerto.

Capítulo 5: "Agonías consoladas" Capítulo 7: "Conclusiones erradas"

 
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