Escapa (+18)

Autor: OvejaSwanCullenBlack
Género: + 18
Fecha Creación: 24/01/2014
Fecha Actualización: 27/04/2014
Finalizado: NO
Votos: 5
Comentarios: 29
Visitas: 12684
Capítulos: 15

Escapar, correr sin mirar atrás, huir de todos mis males. Es la única respuesta a todo lo que he vivido. No me importan las ramas lastimando mis brazos, no me importan las raíces haciéndome tropezar en la oscuridad, solo me importa llega al otro lado del bosque y encontrar mi salvación. 

Y si esos ojos color esmeralda lo son...

¡Bienvenido seas a mi vida!

 

Los personajes pertenecen a S. Meyer. La historia es de mi autoria. 

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Capítulo 6: Cayendo de la nube. Pronto tenía que pasar.

GRACIAS POR SUS COMENTARIOS DE APOYO. ME EMOCIONO CADA VEZ QUE VEO QUE AUMENTAN LOS COMENTARIOS, AUNQUE SOLO VAYA CINCO, PERO VERDADERAMENTE ENTRO CADA UNA HORA A VER SI HAY UN NUEVO COMENTARIO O UN VOTO. NO SE SI ES MUUY NOTORIO QUE ESTOY EMOCIONADA POR MI PRIMERA HISTORIA PUBLICADA JIJIJI. 

GRACIAS OTRA VEZ POR SU APOYO! INGRIDCOLLEN; KRIS_9; Y ALENJANDRA,,, ! 

AQUÍ VA EL CAPÍTULO, ES REVELADOR Y SE ACABA LA FANTASÍA, PERO YA NO DIGO MÁS, LEANLO JIJIJI. 

 

Capítulo 6: Cayendo de la nube. Pronto tenía que pasar.

 

Los extrañaba, sí. Eran mis padres. Las personas que me habían dado la vida. Los que me criaron, me cuidaron y me amaron. Y siempre serían mis padres. Pero ahora tenía una nueva familia, que me cuidaron y amaron en estos dos días igual que ellos lo que habían hecho. Y debía soltarlos. Cerrar ese ciclo. Terminar con ese duelo, para poder concentrarme en volver a ser feliz.

Sonreí y caminé hacia el baño. Abrí la ducha, me deshice del piyama y me metí a bañar. Las chicas me matarían si no me apuraba.

Volví a sonreír.

Mis hermanas estaban locas.

 

Íbamos rumbo al centro comercial de Port Ángeles. Pasé media hora bajo la ducha y otra media hora bajo las manos de mis alocadas amiga/hermanas. La verdad es que me gustaba como me veía, aunque las lentillas verdes me molestaban un poco. Rose había recogido mi pelo en una trenza desprolija, con mechones rebeldes esparcidos por toda mi cara, que iba perfecto con el atuendo que me habían elegido. La Pixie me había delineado los ojos con negro por arriba y por debajo, y me había colocado máscara de pestañas, por lo que el verde de mis ojos resaltaba por sobremanera, y me habían dado unos aros redondos dorados con negro. Parecía una chica rebelde, y me gustaba. Mucho.

Rose modelaba un pantalón largo blanco con una musculosa suelta blanca con manchas pequeñas negras y unas sandalias de taco chico naranjas que estilizaban sus ya esbeltas piernas. Su rubio cabello estaba suelto, y apenas se había delineado un poco los ojos con negro y había arqueado sus pestañas. Se colocó unas pulseras naranjas y unas argollas del mismo color. Parecía una verdadera modelo, pero totalmente natural. Llevaba un bolso Gucci beige que, la verdad, me fascinó.

Alice era otra cosa. Musculosa negra, con una blusa manga  larga transparente del mismo color arriba. Una mini de cuero negro con tachas doradas. Y botas largas hasta las rodillas del mismo color que el resto de su vestuario. Sin maquillaje y con su cabello suelto. Y de accesorio solo llevaba su gran bolso de cuero blanco de DG.

La verdad, es que el estilo de cada una no encajaba con la otra, pero… ¡Nos veíamos fabulosas!

-Barbie, Pixie, debo decir que nos vemos muy bien.-Anuncié enganchándome de sus brazos, mientras me ponía en medio de las dos y entrabamos al centro comercial. Ellas se rieron y luego me miraron con los ojos entrecerrados.

-¿Barbie?- Inquirió Rosalie.

-¿Pixie?-Alice parecía querer reírse mientras me miraba seriamente.

-Bueno chicas, todas las personas se merecen un apodo, y esos les quedan perfectos.-Reí mientras sacaba la cámara que Esme nos había dejado, de mi bolsillo.-Pónganse para la foto.-Levanté mi brazo con la cámara, nos apretujamos y saqué algunas fotos de nosotras haciendo caras raras.-Hermosas…-Dije mientras veía las imágenes.-Y locas.-Exclamé mientras veía una en la que torcíamos la boca, poníamos los ojos en blanco y hacíamos el símbolo de amor y paz con los dedos. Pero cuando levanté la vista toda la felicidad que había recuperado en estos dos días, se esfumó tan rápido como llegó.

Su cabeza rapada, su ropa elegante, sus fríos ojos grises, que miraban de un lado al otro como asegurándose de que nadie lo mirara. Estaba tan solo a unos pasos de mí y yo no podía hacer otra cosa que mirarlo. Un estremecimiento sacudió mi columna vertebral y me quede congelada en el lugar, lo que hizo que mis hermanas se giraran a verme, preocupadas. Comencé a notar mis ojos vidriosos y mi garganta se cerraba.

-Bella, Bellita, hermana ¿Qué pasa?-Preguntaban mientras me agarraban los brazos, esa simple acción me hizo reaccionar. Las miré, volví a mirarlo y agarré las manos de mis hermanas.

-Chicas, debo irme. Él está aquí.-Susurré con la poca voz que me salía. Ellas me miraron y luego levantaron la mirada para buscarlo, hasta que lo vieron y supieron enseguida, que ese era Phil. Estaba cada vez más cerca nuestro y yo solo quería salir corriendo, no quería que me volviera a encontrar, no quería que se volviera a apoderar de mí, no quería que él… -¡No!-Exclamé soltándome de ellas y corriendo hacia la entrada del centro comercial. Podía escuchar los tacos de las chicas atrás mío.

 Al pasar las puertas y sentir el aire golpear contra mi cara, las lágrimas salieron sin parar de mis ojos y me saqué las lentillas, sin importarme si las perdía o me lastimaba. Rose llegó primera junto a mí y me abrazó, llevándome hasta su Mercedes descapotable negro, con el que habíamos venido, me sentó atrás y se dirigió al asiento del conductor, mientras Allie llegaba hasta nosotras y se subía al de acompañante. Ambas me miraban con pena, mientras yo no podía dejar de llorar, acurrucada contra el asiento. Imágenes pasaban por mi cabeza, sin darme tregua. Phil, Irina, Tanya. Lloré hasta quedarme dormida.

 

-Eres mía Isabella. Y ya no me importa nada cuanto me podrían dar por ti. Vas a pagar por intentar escaparte.-Su voz ronca, su boca junto a mi oído, respirándome en el cuello. Sus manos recorriendo mi cuerpo.

-No, no por favor. No.-Gritaba mientras trataba de sacármelo de encima.

-Eres tan hermosa Isabella. Eres idéntica a la zorra de tu madre. Odie a mi hermano desde el momento en que ella se enamoró de él. Ella debía ser mía. Pero ahora te tengo a ti y nadie te va a alejar de ti. Eres mía por siempre-Murmuró contra mi cuello. Sus labios apoyándose en el hueco de mi cuello, bajando lentamente, marcando mi piel. Las lágrimas cayendo por mis mejillas. Mis gritos de dolor. El robándome mi mayor tesoro. Arruinándome, ensuciándome. Destruyendo por siempre mi niñez.

 

Desperté en mi cama, llena de sudor. Me ardían los ojos y sentía la garganta seca. Me giré y vi a las chicas dormidas junto a mí en la cama. Edward estaba sentado en el sillón, durmiendo. Por el ventanal se veía la obscura noche ¿Cuánto había dormido? Me levanté y fui al baño.

“Eres mía Isabella.” ”Nadie te va a alejar de mí.” “Eres mía por siempre.” La voz de Phil me resonaba en la cabeza, el haberlo visto en el centro comercial me recordó que nada es color de rosa y que estoy marcada. Manchada. Me desnudé frente al espejo de cuerpo entero que estaba detrás de la puerta y comencé a examinarlo detenidamente. Tenía marcas en los brazos, mordidas y moretones, algunos chupones en el torso y cicatrices de cortes. Llené la bañera de agua fría y me metí en ella, mientras las lágrimas volvían a caer de mis ojos.

 

-Eres una zorra. Perra  inmunda.-Gritaba Irina mientras me pegaba con el cinto. Me estaba lastimando más de lo que ya me había lastimado Phil.  Me agarró de los pelos y me arrastró por la habitación, pegándome patadas en la espalda. Y cada vez que yo gritaba del dolor ella me pegaba más fuerte.

 

Sentía las heridas doler, como si recién me las hicieran. Podía escuchar los gritos de mi tía como si estuviera a mi lado.

 

-Eres igual de zorra que tu madre. Ambas me robaron lo que es mío, pero no te vas a salir con la tuya.-Gruñía tirándome sal en las heridas abiertas, haciéndome estremecer del dolor. -Vas a pagarme cada una de las que tu madre y tú me hicieron, perra.-Me levantó de los pelos y me llevó hacia el baño, metiéndome desnuda dentro de una bañera de agua helada, saliendo y dejándome encerrada. Podía escuchar los gritos de mis tíos en la otra habitación.

Los golpes en la puerta me sacaron de mis recuerdos, pero no respondí a los llamados de mis hermanos.

-Bella, sabemos que estas mal, pero necesitamos que nos abras.-La voz de Alice sonaba preocupada, pero no quería hablar con nadie. No me merecía el amor que esa familia me brindaba. Había sido un error involucrarme con ellos.

 

-Nadie más podrá tocarte. Yo seré el único hombre en tu vida, desde hoy y para siempre. Aprenderás a complacerme y estarás siempre a mi disposición. Y no me importa lo que Irina diga, tú eres mía.-

 

-Isabella, por favor, ábrenos la puerta.-El ruego de Edward me destrozó el alma, sonaba desesperado. Le debía la vida a él.

               

                Desperté en la bañera, mi cuerpo entumecido, el agua no tan congelada como cuando entré en ella, las heridas cerradas. Traté de salir, pero me costó demasiado, las extremidades apenas me respondían. Agarré las ropas que estaban metidas en el canasto de ropa sucia y me las coloqué. Me dirigí a la puerta y la abrí con cuidado, caminé a través de la habitación, hasta el colchón que hacía de mi cama, me senté en él y levanté las tres maderas que estaban junto a éste. Saqué la mochila azul de mi padre, donde tenía mis mayores tesoros, las únicas cinco fotos que había podidos salvar de mi familia; el libro de mi nacimiento que había hecho mi mamá desde que supo que estaba embarazada hasta mi primer año de vida; y las alianzas de boda de mis padres además de un collar que había pertenecido a mi tátara-abuela y que había pasado de generación a generación hasta llegar a mi madre, que cuando me casara me lo daría a mí, según lo que me había contado.

Me levanté sujetando fuertemente la mochila y, con sigilo salí de la habitación. Todo estaba en silencio y mi puerta estaba abierta, lo que era muy raro. Con miedo bajé las escaleras y crucé el salón hacia la cocina. La puerta hacia el jardín estaba cerrada con llave, pero sabía dónde el ama de llaves guardaba su copia. Me dirigí hacia el escondite y saqué el manojo con las dos manos para que no hiciera ruido, busqué entre todas la que correspondía a la puerta y la abrí, tratando de hacerlo en silencio. Sentí el aire chocar contra mi rostro y sonreí.

Pero la sonrisa me duró poco, cuando la alarma comenzó a sonar. Abrí los ojos asustada y solté las llaves acomodando mi mochila sobre mis hombros y comenzando a correr hacia el bosque que hacía de fondo del jardín. Al pasar los primeros árboles, giré la vista para ver por última vez la que fue mi casa, pero mi despedida acabó cuando vi a Phil asomarse corriendo por la puerta y me adentré en el bosque, escapando de él y de sus gritos, que juraban que no me escaparía.

 

Los golpes contra la puerta fueron cada vez más fuertes y  vi como ésta se sacudía de la fuerza.

-Si no nos abres tiraremos la puerta abajo.-Gritó Emmett y pude ver cómo la puerta prácticamente salía de su lugar por el impacto de lo que suponía era el cuerpo del mastodonte de Emmett, pero igual no me levanté, tan solo me abracé a mis piernas apoyando mi cabeza sobre las rodillas, mirando para el lado contrario a la puerta.- ¡Es la última advertencia Bella!- Esperó mi respuesta, y al no obtenerla, dio en golpe final, que hizo que la tabla de madera blanca callera en un golpe sordo contra el suelo de cerámica azul. 

Capítulo 5: Por fin amada. Capítulo 7: El Dolor

 
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