Escapa (+18)

Autor: OvejaSwanCullenBlack
Género: + 18
Fecha Creación: 24/01/2014
Fecha Actualización: 27/04/2014
Finalizado: NO
Votos: 5
Comentarios: 29
Visitas: 12689
Capítulos: 15

Escapar, correr sin mirar atrás, huir de todos mis males. Es la única respuesta a todo lo que he vivido. No me importan las ramas lastimando mis brazos, no me importan las raíces haciéndome tropezar en la oscuridad, solo me importa llega al otro lado del bosque y encontrar mi salvación. 

Y si esos ojos color esmeralda lo son...

¡Bienvenido seas a mi vida!

 

Los personajes pertenecen a S. Meyer. La historia es de mi autoria. 

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Capítulo 2: Los Cullen y el cambio

Capítulo 2: Los Cullen y el cambio.

 

 

Estaba muy metida en mis pensamientos cuando una de las puertas se abrió rápidamente haciéndome gritar del susto. Al darme la vuelta vi a una joven de baja estatura. Sus fracciones parecían las de un lindo duende. Su cabello color negro era corto, con las puntas peinadas desprolijamente, cada una mirando hacia un lado distinto. Sus ojos color miel me miraban entre sorprendida y preocupada. Atrás de ella apareció el chico que creí ver en mis sueños, aunque, al parecer, no había sido ningún sueño.

 

La chica lo miró enojada y comenzó a gritar.

-¡No puedo creerlo Edward! ¡¿Cómo se te ocurre traer a una desconocida a aquí?! ¡Solo un mes Edward! ¡Te pedimos un mes!-Sus gritos histéricos me dieron escalofríos y comencé a temblar, el hermoso chico, que al parecer se llamaba Edward, me vio y se acercó a mí para reconfortarme.

-Allie, cállate un poco ¿Si?-Pidió Edward, su voz sonaba triste, la castaña silenció sus gritos y nos miró reprobatoriamente.- Alice, ¡Mírala! ¡Tus gritos la ponen mal!- Exclamó acariciando mi brazo con su mano derecha, mientras su otra mano me señalaba. Alice se calmó y me analizó con la mirada, comenzando con mi cara, al llegar a mis ropas sus ojos se abrieron horrorizados, yo bajé la mirada para ver lo que ella veía y noté que mi remera estaba toda rota y llena de tierra y sangre. Mis pantalones obviamente no estaban mucho mejor, ni hablar de mis pies descalzos. Sentí su mirada aún sobre mí y, tímidamente, la miré. Ahora sonreía tristemente, se acercó y me abrazó. Otra vez, igual que con Edward, me sentí protegida.

 -Lo siento mucho, perdona mi comportamiento de recién, pero…- Se calló y se separó de mi abruptamente.- Debemos hablar con Carlisle.- Esta vez le estaba hablando a Edward, quien asintió, ambos comenzaron a caminar hacia la puerta, yo me quedé quieta en mi lugar. Alice se giró y, con una sonrisa exclamó.-Oh ¿Cómo te llamas?-Preguntó confundida pero aún sonriendo. Tarde un poco en contestar, aún tenía miedo. – ¡Vamos! ¿No creerás que te haría daño verdad?- Sus ojos se entristecieron e inmediatamente me sentí culpable, por lo que contesté.

-Bella. Me llamo Isabella Swan, pero me gusta más Bella.- Tartamudeé un poco al hablar, pero se oyó entendible. Alice volvió a sonreír y se acercó nuevamente, esta vez con la mano derecha tendida.

-Mucho gusto Bella, mi nombre es Mary Alice Cullen. Él es mi hermano, Edward Anthony Cullen. Pero puedes decirnos Alice y Edward, o Allie y Ed. -Su presentación me llamó la atención, al parecer también a Edward quien la veía extrañado.-Si, ya sé que pasé de no quererla a decirle hasta nuestros apodos, pero… ¡Eres tan tierna Bella!- Me sonrojé inmediatamente y la miré con una sonrisa tímida. No podía creer que estas personas fueran tan buenas conmigo con solo unos minutos de conocernos, claro, todas las personas del mundo, comparadas con mis tíos, a los que conocía desde toda mi vida y me trataban como una esclava, eran las más tiernas del mundo. Luego de algunos minutos, perdida en mi burbuja personal, un carraspeo de parte de Alice me volvió a la Tierra, su mano aún tendida esperaba a la mía. Levanté débilmente mi mano y la apreté sutilmente con la de ella.- Sé que seremos buenas amigas.- Exclamó pasando su brazo por encima de mis hombros y, mientras Edward caminaba delante nuestro, me sacaron de la habitación. Bajamos unas escaleras y llegamos a un salón donde había una hermosa mujer rubia muy acaramelada con un enorme hombre de cabellos rizados negros.- ¡Em, Rose, por favor consíganse un cuarto!- Gritó Alice con cara de asco al verlos sobre el sillón.

-Tú no hables duende, no te olvides lo que vimos anoche que hacías con Jazz en el piano de Ed.- Lanzó el grandote, note como Edward se tensaba y se giró hasta ver a mi acompañante con los ojos bien abiertos. Alice se escondió atrás mío y comenzó a disculparse.

-Lo siento Eddie, pero no nos pudimos contener, sabes que Jazz no había estado en casa durante algunos días y… tú no estabas.-Solté una risita al escuchar la excusa de la “duende”, pero me callé al ver la cara enojada de Edward. Se giró en sus talones y salió corriendo hasta desaparecer en un pasillo. –Estoy muerta.- Murmuró Allie aún atrás mío. Escuché un grito ahogado y me gire a ver hacia el sillón, donde la rubia, Rose, tenía sus dos manos sobre la boca y los ojos abiertos de par en par mirándome asustada.

-¡Mary Alice Cullen!-Exclamó ¿Em? parándose del sillón, sus ojos estaban mirándome fijamente, también me miraba asustado. -¿Quién es ella?-Gritó.

-Es Bella, Edward la encontró anoche en medio de la carretera.- Comenzó a explicar mi nueva amiga, noté que estaba asustada por como la miraba el chico que estaba enfrente nuestro.- ¡Emmett, mira sus  ropas, por Dios!- ¿Por qué todos tenían que ver mis ropas? – Seguro se perdió o… tal vez…- Me miró fijamente a los ojos.- Bella ¿Te perdiste o te escapaste?- Vi que en sus ojos había una sombra de tristeza al decir la última palabra.

-Me… e-escapé.-Respondí bajando la mirada, no quería que vieran como las lágrimas comenzaban a juntarse en mis ojos. Sentí dos pares de brazos rodeándome. Unos muy musculosos y los otros chiquititos y conocidos.

-¿Por qué lo hiciste Bella?-Preguntó la chica rubia aún sentada en el sillón, se miraba enojada a la vez que preocupada.

-Yo… -No sabía si podía contarles lo que había pasado para haya decidido escapar de ese horrible lugar… ¡No quería recordarlo! Mis lágrimas comenzaron a salir descontroladas, y Emmett me abrazó más fuerte, mientras que Alice me soltaba, escuché sus pasos alejarse hacia donde estaba Rose y escuché unos murmullos. No podía dejar de llorar al recordar lo que había pasado hacia dos noches en la que había sido mi casa.

-Descuida Bella, no debes decírnoslo si no quieres.-Me tranquilizó Emmett dándome un beso en la coronilla. Se separó de mi, levantó mi cara e hizo una mueca graciosa.- ¡Duende!-Gritó girando la cabeza para ver a Alice que se levantó del sillón y comenzó a caminar hacia nosotros, cuando estuvo junto a Em, él volvió a gritar.- ¡Rosalie!- Rápidamente, ella se levantó para llegar al otro lado de su pareja. – Esta pequeña necesita de sus manos mágicas.- Afirmó guiñándoles un ojo, ellas me miraron con una sonrisa que me dio miedo.

-Bells, hoy jugaremos un juego muuuuuuuy divertido.- Alice comenzó a dar saltitos aplaudiendo mientras sus ojos brillaban de la felicidad. Rosalie tenía el mismo brillo, solo que su comportamiento era más… normal.

                Edward apareció en la sala con un montón de productos de limpieza, muy enojado, pero cuando me vio, soltó todas sus cosas y corrió hasta mí, que aún tenía las lágrimas en mis mejillas, los ojos rojos y no recuperaba mi respiración normal.

-Bella ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo malo mis hermanos?-Me comenzó a preguntar preocupado, agarrándome de los brazos y separándome de ellos. Los miré a través de su cabeza y me reí al verlos con el ceño fruncido, él también los miró  y se separó de mí. - ¿Qué les pasa a ustedes?-Gruño desde su lugar. Ellos se miraron y comenzaron a reír. Edward y yo estábamos confundidos.

-Ay Edward tranquilo, no le hacíamos nada, solo que Rose le preguntó por qué se escapó de su casa y ella se puso a llorar. Ahora Allie y Rose se lo iban a recompensar con una tarde jugando a “Barbie Bella” ¿verdad chicas?- Ambas asintieron a lo que Emmett decía. Esperen un segundo… ¿Barbie Bella? Mis ojos se abrieron de par en par y Edward me miró con… ¿Lástima?

-Lo siento Bells, pero de esta no te salvo ni yo.-Se disculpó levantando los hombros, mientras Alice y Rosalie me agarraban cada una de un brazo y me llevaban escaleras arriba. A decir verdad, para ser tan pequeñas tenían fuerza. Me llevaron a un cuarto que parecía una peluquería de un lado y una tienda de ropa del otro.

-Isabella Swan, te presento nuestro mayor orgullo…-Comenzó a decir Alice con una sonrisa señalando el lugar.

-Nuestro salón del cambio.-Concluyó Rosalie con la misma sonrisa. Me sentaron frente a una mesa llena de instrumentos de peluquería y maquillaje. Yo las miraba sin entender nada, hasta que Rose me explicó lo que pasaba:- Allie y yo somos fans de la moda Bells…-Se quedó en silencio unos minutos analizando mi mirada y volvió a hablar.- ¿Te molesta si te llamo así?-Yo la miré confundida.-Bells.- Exclamó con su sonrisa más sincera, yo asentí sonriendo de la misma forma.-Bueno BELLS…-Resaltó mi apodo mientras continuaba hablando.- Alice y yo desde pequeñas amamos ir de compras y cambiar los looks de cada uno de los miembros de la casa, por lo que Carlisle y Esme nos hicieron este “pequeño” cuarto en su hogar.- Terminó de explicar  mientras yo miraba cada rincón del lugar, Alice se acercó a nosotras, ya que había ido hacia el sector de ropa y, con una señal que yo no vi, ambas me llevaron hacia el típico sillón donde los peluqueros te lavan la cabeza antes de un corte. Rosé lavó con cuidado mi cabello, teniendo cuidado de sacar todas las ramas y hojas del enjambre que tenía como pelo; colocó varios productos en él para, al finalizar, envolverlo en una toalla, mientras me levantaban del asiento y me sentaban otra vez en la silla donde estaba antes. La castaña soltó mi cabello y lo secó, mientras la rubia agarraba las tijeras y los peines que estaban sobre la mesa. Ambas se posicionaron detrás de mí para ver mi reflejo en el espejo.

-Me gusta el color de tu pelo… pero habrá que teñirlo, tal vez un chocolate ¿tú qué dices Rose?- Alice se veía muy seria y miraba mi larga cabellera rubia con la duda plantada en la cara.

-Está muy largo, mira las puntas, están secas, no ha recibido un corte de pelo en años…-Comentó Rosalie agarrando las ya nombradas puntas de mi pelo que llegaban rectas hasta más debajo de mi cintura. Era verdad que hacía años no me cortaba el pelo. Más precisamente desde la muerte de mis padres. Phil e Irina jamás se preocuparon por mí, mucho menos por mi pelo. –Creo que si le cortamos las puntas y luego se lo cortamos en capas cambiará totalmente la forma de su cara y, con el color marrón en el pelo, sus ojos resaltarán mucho más.- Una tierna sonrisa se formó en sus labios mientras miraba mis ojos a través del espejo, yo asentí y ella comenzó a cortar mi pelo. Mientras, Alice me depilaba las celas, me hacía manicure y pedicura y me depilaba las piernas. Cuando le pregunté por qué tantas cosas, ella me respondió que una mujer siempre debe estar arreglada, aunque sea para estar encerrada en su casa. Yo la miré con cara rara y Rose mi dijo que para Alice la moda significada mucho más que cualquier otra cosa. Reí ante la idea de la pequeña duende lavando los pisos con un traje de D&G y dejé que continuaran con su trabajo.

                Cuando estuvieron terminados mi cabello, mis manos y mis piernas, Rose comenzó a maquillarme. Mientras Alice volvía a la parte de ropa. La vi tomar unas telas y colocarse dentro de un pequeño e improvisado cuarto segundos antes de escuchar el ruido de una maquina de cocer. Cada tanto oía a la duende advertirle a Rosalie con qué colores maquillarme. Cuando estuve totalmente lista, me llevaron hacia un vestidor y Allie me pasó un hermoso vestido verde manzana straples que se ajustaba al busto, debajo de éste había una cinta de un tono más oscuro que ayudaba a que la soltura que comenzaba desde ese tramo del vestido, cayera más natural hasta la rodilla, donde concluía. También me pasaron unos zapatos de tacón del mismo color que la cinta del vestido. Cuando comencé a cambiarme, noté los moretones que se formaban en mis brazos, ahora  recordaba por qué debía usar remeras mangas largas aunque muriera de calor. Me estaba volviendo a vestir, cuando Rose entró al vestuario y vio mis brazos. Sus ojos se abrieron de par en par y sus manos viajaron a su boca que tenía forma de “O”.

-Bella, ¡tus brazos!- Gritó aún sorprendida, Alice entró rápidamente al escuchar el grito y, aunque traté de taparme, ella me sacó totalmente la remera para poder ver en plenitud mi torso y mis brazos llenos de moretones y cicatrices, algunas más viejas que otras.

-¡Oh por Dios Bella! ¿Qué te hicieron pequeña?-Sollozaba la pequeña duende abrazándome, aunque debería ser yo quien lloraba. Rosalie salió rápidamente, pero pude notar las lágrimas caer por sus mejillas. – Amiga ¿Quién te hizo esto?- Preguntó mirándome a los ojos. Yo no podía responder, esto era mucho para mí. Apenas había podido escapar de ese lugar, no quería volver a recordarlo, no por ahora, no hasta que este dolor que sentía se aliviara un poco. Al ver que no respondía, me acarició la mejilla tiernamente, secando las lágrimas que comenzaban a caer rebeldes.- Bells, si no dices nada, el dolor no pasara.- Me sorprendí al escuchar sus palabras, parecía como si oyera mis pensamientos. En ese momento Rose entró con una blusa con mangas tres cuartos verde además de un jean azul en una mano y unas zapatillas de tela negra en la otra.

-Esto te será más cómodo.- Explicó dejando la ropa sobre la silla que estaba en el cambiador. Le sonreí y ambas salieron para darme privacidad mientras me cambiaba. Al salir, me dieron su visto bueno, aunque Allie me hizo ponerme los tacones, alegando que al menos eso debía ponerme. Acepté, aunque con solo ponérmelos toqué el piso. Mi torpeza era mucha. Las chicas me ayudaron a pararme y a caminar. Cuando más o menos me pude mantener parada sin ayuda, me llevaron frente al espejo. Desde que me empezaron a arreglar, no me había visto.

El reflejo en el espejo no podía ser mío. Esa chica tan hermosa no podía ser yo. Mi pelo, que antes había sido largo, lacio y rubio, igual al de mi madre, ahora era marrón y corto hasta media espalda, además de ondulado. Mis ojos, que eran marrones, ahora tenían unas lentillas verdes, ya que, según las chicas, debía ocultar su color original. Como desde que tenía once años había usado la misma ropa holgada y sin forma, ahora, al usar ropa ajustada, pude apreciar que tenía un buen cuerpo. Además, los tacones alargaban mis piernas y el maquillaje me daba un aspecto más sano a mi cara. Sonreí.

-¿Te gusta?-Me preguntó Rosalie mirándome a través del espejo con la duda en su cara. Asentí y me giré para abrazarla, miré a Alice y la uní al abrazo. Estábamos en eso, cuando tocaron la puerta.

-Adelante.-Gritó Allie. Una mujer de pelo marrón, corto hasta los hombros, y ojos color miel, entró con precaución a la habitación, seguida de un hombre alto de pelo rubio y ojos verdes.- 

Capítulo 1: Escapar, y rescatar. Capítulo 3: Historias de Vida

 
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