Stripper Love(+18)( Edward's in the Air)

Autor: roxy_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 26/02/2010
Fecha Actualización: 17/05/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 57
Visitas: 116795
Capítulos: 16

Propiedad de  Edward's in the Air

Edward Cullen viaja a la ciudad de Las Vegas por la despedida de soltero de su amigo sin esperar encontrarse con una exótica bailarina que le hará ver la vida de una forma completamente distinta.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 5: Chapter 5


Emmett

Esperé en la limosina con las bolas atoradas en la garganta aproximadamente veinte minutos antes de mandarles los mensajes a Edward y a Jasper. Jacob miraba por la ventanilla a cada culo andante que pasaba, pero yo no estaba para nada tranquilo: mandar a esos dos ahí fue como lanzarlos a los lobos… especialmente a Edward. No estaba acostumbrado a este tipo de vida y si se lo tomaba a la ligera, iba a acabar muy jodido.

Escuché a Jake soltar un piropo bastante vulgar, y fue ahí cuando tuve que soltar un bufido.

—Óyeme, imbécil —dije dándole un golpe en su brazo—, ¿quieres dejar de mirar esos culos y fijarte en la puerta? Jasper y Edward estarán aquí en cualquier momento.

Jake se frotó el lugar en donde le golpeé antes de contestarme.

—¡Bien! Pero por haber sido niñera esta noche, debes compensarme mañana, Em.

—Okay —dije rodando los ojos—, te debo una. ¡Mira! —exclamé mirando la puerta principal. Edward y Jasper se acercaban bastante mareados… ¿mareados de qué? A Edward le prohibí el alcohol y Jasper apenas tomó una gota. Comencé a imaginarme lo peor—. ¡Llámalos, estúpido! —le urgí a Jake—, ¡haz que se suban!

—Bien, bien —se resignó Jacob bajándose de la Hummer de muy mala manera—, ya voy.

Observé cómo Jake tomaba de los brazos a Edward y a Jasper y los jalaba en dirección a la camioneta. Prácticamente, me estaba comiendo las uñas. James los seguía atrás, en el mismo estado zombie que los otros. Sabía qué tipo de sensaciones estaban experimentando los tres, y debía convencerlos de que era simplemente una mera fantasía. Sí, tal vez es extraño que hable así, pero no quiero que pasen por lo mismo que yo pasé… por algo que casi me cuesta a Rosalie.

—Muy bien, chicos —dije fingiendo ser el mismo de siempre. En realidad, estaba escaneándolos de arriba abajo, y lo que ví no me contentó mucho—, ¿cómo estuvieron sus privados?

Ninguno de los dos dijo palabra mientras el vehículo avanzaba. Intercambié una mirada nerviosa con Jacob, quien parecía pensar lo mismo que yo: estos tres estaban perdidos, y nosotros teníamos que sacarlos de su trance. Abrimos el minibar y sacamos dos botellas de Crystal junto con cinco copas. Le pasamos una a cada uno y ellos las tomaron hipnotizados. Mierda, esto se me salió de las manos.

—¿Entonces? —insistió Jacob con esa sonrisa pícara suya. Podía escuchar en su voz que no estaba tan sereno como aparentaba estar—. No nos han dicho… ¡cuéntenos! ¡Queremos detalles!

—Es privado, Jacob —cortó Edward mirando por la ventanilla. Cerró sus ojos, echando la cabeza para atrás, la copa todavía en mano y sin tomar—. No creo querer contártelo.

Tanto Jake como yo nos quedamos de piedra al escucharlo hablar tan hostilmente. Mi primo nunca había sido así, exceptuando las veces en las que defendía a Tanya. Poooor cierto, Tanya. Apostaba todos los billetes de dólar que estaban en los bolsillos de Edward que tendríamos la máquina contestadora rebosando de mensajes de mamá Denali.

—Bueno —suspiró Jacob—, ¿a dónde vamos ahora?

—Quiero irme al hotel, si no les molesta —dijo James apretándose el puente de su nariz.

—Por supuesto —dije rápidamente, porque Jake había abierto la boca y seguramente le diría de cosas a James—. ¿Todos quieren ir al hotel, entonces?

Los tres asintieron, y Jake se cruzó de brazos: el pobre había venido a las Vegas a cuidar a tres hombres enloquecidamente lujuriosos en vez de pasarla bien… o de "culo en culo", como diría él. Admito que yo también estaba un poco decepcionado, pero primero la familia. Edward era como un hermano para mí.

Le di las indicaciones al chofer y nos dirigimos al hotel. Nadie habló en el camino: Jake porque estaba enojado, yo porque estaba preocupado por los tres que tenía frente a mí, y Edward, Jasper y James… probablemente porque estaban pensando en sus chicas. ¿Qué demonios sucedió en los privados como para que acabasen así? ¡Y James ni siquiera tuvo uno! Como si hubieran pasado años, el vehículo aparcó en el Ceasar's y los cinco bajamos lentamente.

—Bienvenidos de vuelta —dijo la secretaria guiñándonos un ojo. Pude ver que se lo dedicaba especialmente a Jacob, pero éste no se dio cuenta ya que caminó como si se lo llevara el Diablo—. Que pasen una buena noche.

—Gracias, linda —dije amablemente. Escuchaba a mis cuatro amigos arrastrar los pies, cuando se me prendió un foco: probablemente aumentaría la leña pero al menos no regresarían a casa solamente con el recuerdo—. Oye, preciosa, ¿puedes conseguirme un taxi?

—Claro —concordó ella mirando de soslayo a Jake. No se dieron cuenta de que me quedé en la recepción—. No me cuesta nada hacerle un favor a la única persona que se ha portado amable.

—Discúlpalos —los excusé tratando de sonar convincente—, no tuvieron una buena noche.

La muchacha sólo sonrió y marcó los números en el teléfono. Rápidamente, el taxi llegó al hotel y le agradecí a la chica antes de subirme al coche y darle una dirección al conductor. Éste asintió, acelerando cada vez más mientras manejaba por las transitadas calles de las Vegas. Era de madrugada y parecía ser la hora pico. Quién lo diría.

El taxi aparcó abruptamente, haciendo que casi saliera despedido.

—Espere aquí —dije, y me dirigí al interior de la tienda. «Videos XXX, de todo tipo», decía el letrero de neón. Me dio un poco de pena entrar, pero lo hice por esos tres zombies que estaban ahora en el cuarto del hotel. Mi despedida de soltero y yo andaba haciendo favores a los demás. Psh.

Me dirigí a la sección que ya conocía: Mujer-Mujer. Seguí las filas alfabéticamente hasta llegar a la H y ahí estaban todas, todas las habidas y por haber. Me sentí orgulloso de mí mismo. Los haré venirse sólo mostrándoles la portada. Lástima que Jade no participara en este tipo de películas. Pagué y me dirigí al hotel otra vez, y cuando pasé junto a la recepcionista, le dediqué la mejor de mis sonrisas antes de preguntarle:

—Cariño, ¿cómo te llamas?

La chica me sonrió, como si supiera el porqué de mi pregunta.

—Leah, Leah Clearwater.

Asentí y me dirigí a los elevadores, el tic de la pierna traicionándome de nuevo. Piso nueve, piso diez, piso once. Salí disparado cuando llegué al doce, las manos temblándome mientras trataba de insertar la tarjeta. Una vez abierta la puerta, descubrí a Jacob visiblemente mareado, abriendo otra botella de Crystal.

—Jacob, Jacob —dije dándole palmaditas en el hombro—. No creo que sea muy buena idea que te emborraches.

—¿Ah, no? ¿Por qué no? —preguntó él empinándose la botella—. No conseguí un buen culo y en vez de divertirme, me la pasé amargándome la existencia en este hotel con el alcohol como mi único compañero.

—Te equivocas —dije quitándole el champagne de las manos—. Hay una linda recepcionista más que dispuesta a abrirte sus piernas allá abajo. Se llama Leah Clearwater, y será mejor que te arregles un poco antes de bajar.

Los ojos de Jake se abrieron de par en par antes de abrazarme y exclamar:

—¡¿De verdad?! ¡¿Cómo lo sabes?!

Rodé los ojos: Jacob parecía un niñito de primaria dando botes y chillando de alegría. Nada más díganle que hay una chica dispuesta y abierta para él, y obtendrán esto. Me alegraba, de todas maneras; uno menos, faltaban tres. Realmente esta iba a ser una noche muy, muy larga.

—Sí, sí, ahora baja y enséñale a Leah quién es Jacob Black.

Mi amigo no necesitó más: salió disparado como un rayo hacia la puerta y la cerró con un golpe sordo. Seguramente tropezaría unas cuantas veces en su camino, pero llegaría hasta ahí sólo para ver qué tenía que ofrecerle esa recepcionista.

Algo en mi brazo izquierdo me trajo de vuelta a la realidad. Aún tenía que entregarles a esos dos los videos, y no tenía la menor idea de cuáles serían sus reacciones. Mitad asustado, mitad ansioso, me dirigí a la habitación de Edward y golpeé tres veces, muy suavemente: no quería sobresaltarlo antes de tiempo. Miré la caja por última vez antes de que la puerta se abriera, mostrándome a un muy demacrado Ed, con los ojos apagados y una sonrisa fingida.

—¿Qué pasa, Em? ¿Sucede algo?

—¿Te encuentras bien, Edward? —pregunté al verlo tan desanimado—. Te veo un poco mal.

—Tanya —dijo simplemente, alzándose de hombros—. Drama, drama, drama.

—Sí —concordé agitando las manos en el cielo, pero la caja comenzó a oscilar peligrosamente así las bajé rápidamente para que no se regara el contenido—. El drama de la vida…

—¿Qué hay en la caja, Em? —preguntó interesado al ver el recipiente enorme de cartón.

—De eso quiero hablarles, a ti y a Jasper. ¿Podrías llamarlo, por favor?

—Claro, claro —concordó Edward parpadeando repetidamente—. ¿Dónde nos vemos?

—En mi habitación —dije después de pensarlo un poco—. Jacob fue en busca de la recepcionista y no quiero que James se sienta mal.

Edward asintió confundido pero no dijo nada más, y se dirigió a la habitación de Jazz mientras yo me encaminaba nervioso a la mía. Me senté en el borde de la cama en espera de los dos, lanzando miradas fugitivas a la inmensa caja: ¿qué pensarán al verla? ¿Se alegrarán? ¿Me odiarán por dárselas? Estuve a punto de lanzarla por la ventana y decirles que no pasaba nada, pero algo me dijo que debía hacerlo, debía alegrarles la existencia aunque sea unos momentos.

Dos golpes se escucharon antes de que la puerta se abriera, y en el umbral estaban Jasper y Edward visiblemente intrigados, pero entraron sin decir palabra. Ahora era mi turno… mierda.

—Por favor, siéntense —dije señalando las dos sillas que estaban en frente. Ellos obedecieron no sin antes intercambiar miradas sospechosas—. Ya sé que ambos han tenido una noche un poco alocada, pero quiero pedirles que por favor me escuchen.

»He conseguido algo para ustedes —dije señalando la caja que estaba en mi regazo—, pero antes de darles cualquier cosa, quiero que me prometan que no me van a matar —los dos asintieron dirigiendo su mirada al recipiente, como queriendo atravesar las paredes de cartón que bordeaban la colección de DVDs—. Bien, vayan, abran la caja y tomen uno cada uno.

Los observé dirigirse a la caja dudosos. Bueno, a esperar su reacción. Edward fue el primero en descubrir en qué consistía el famoso regalo.

—Emmett, ¿qué has hecho?

—¿Nos has comprado todos los DVDs de Honey y Pixie? —preguntó un muy incrédulo Jasper. Asentí tratando de analizar sus expresiones, y sentí una bien merecida ola de alivio al verlos sonreír para sí mismos—. No puedo creerte, Emmett.

—Ni yo, primo —concordó Edward todavía con los ojos clavados en la cuja del DVD 'Lamiendo su Miel'—. Pero muchas gracias.

—De nada —dije guiñándoles un ojo, y me puse serio para lo que seguía a continuación—. Ahora, quiero pedirles otro favor.

—Lo que quieras —dijeron al unísono. Ambos tenían unas sonrisas de estúpidos que en cuestión de segundos desaparecería, pero traté de guardarme ese recuerdo.

—Bien —suspiré rascándome la cabeza—, lo que quiero decirles es que por favor, por favor, no se obsesionen con esas mujeres. Se ganan la vida enseñando su cuerpo, jugando con los hombres —Los recuerdos de hace algunos años comenzaron a llegarme, pero afortunadamente Rosalie, su belleza extrema, su bondad infinita y su cariño interminable los eliminaron de un solo golpe—. No quiero que salgan lastimados.

—Lo dices como si te hubiera pasado, Em —susurró muy serio Jasper. Parecía triste, pero resignado… apestaba verlo – o verlos, mejor dicho, de esa manera. Al menos tendría que ser sinceros con ellos.

—Me sucedió, sí… hace algunos años.

—¿Cómo sucedió? —preguntó Edward—. Nunca me has contado de ello.

—No es algo de lo cual me enorgullezca, Ed, pero sí… —comencé a recordar, tratando de omitir tanto detalle— Al año de haber estado con Rose, un amigo me llevó a uno parecido, sólo que en Los Ángeles. Me hipnotizó por completo una bailarina.

—¿Cuál era su nombre? —inquirió Jasper.

—Nunca me dijo el verdadero, ellas lo tienen prohibido. Su nombre artístico era Irina —un suspiró se me salió de los labios—. Tenía un cuerpo espectacular, su cabello broncíneo, sus larguísimas piernas… tenía unos rasgos felinos que mataban a cualquiera.

—¿Pero no te acostaste con ella, no? —preguntó Edward. Mi historia había acaparado su total atención, y en parte me alegraba: con tal de que no pensaran en ellas, me daba por servido.

Le alcé una ceja insinuantemente.

—¡Por supuesto que me acosté con ella, Edward! —Exclamé batiendo las manos encima de mi cabeza—. ¡Fue el mejor sexo de mi vida!

—¡¿Engañaste a Rose?! —gritaron los dos. Seguramente James tenía la oreja pegada a la puerta.

—Sí, me levanté a la mañana siguiente con una cruda inmensa, el cuerpo de una prostituta explayado en mi cama y el peor sentimiento del mundo. Llamé a Rosalie una vez que me deshice de Irina.

—¿Cómo lo tomó?

Recordar los electrizantes ojos azules de mi Rose inundados de lágrimas al recibirme me partió el corazón, pero decidí seguir adelante.

—Se sintió decepcionada, obviamente —dije meneando la cabeza—. Ella me conocía y sabía cómo era cuando no éramos novios. Me apoyó incondicionalmente. ¿Entienden lo que les digo? —Exclamé bastante metido en mi papel de papá Emmett—. No quiero que les suceda esto… Edward, tú tienes a Tanya, ¡vas a proponerle matrimonio! Y tú Jasper… ¿qué pasa con la tal María? ¿Algún avance?

Ambos menearon la cabeza, pero parecían resignados a aceptar la verdad: ellas eran prostitutas, teiboleras; se ganaban la vida enseñando sus partes íntimas. Lo que ellos dos necesitaban era alguien que los cuidara, que los quisiera. Una persona hecha y derecha, con la que puedan formar una familia.

—Bueno, Em, gracias por todo —dijo Edward incorporándose y sacudiéndome el hombro—. Realmente nos has dado mucho en qué pensar. Lamento haber sido un idiota contigo en la limosina.

—No te preocupes, Ed —dije ya bastante animado—. Yo acabé peor.

—¡Gracias, Osito! —exclamó Jasper juguetonamente lanzándose a mis brazos—. ¡Te quiero!

Nos reímos y los observé alejarse y cerrar la puerta al salir. Me dejé caer en mi cama, los ojos cerrados y frotándome el rostro. Después de unos cuantos minutos comencé a escuchar algunos sonidos que me hicieron entender que ambos ya se encontraban disfrutando los DVDs. Esperaba que lo estuvieran haciendo en diferentes cuartos; la visión de dos hombres haciéndose la paja en la misma habitación me dio escalofríos.

Decidí ir a tomar al bar de la suite un whisky seco, así que salí de mi habitación y me encaminé hacia la sala de la pieza. La imagen de James embriagándose con ron puro me dio bastante pena, por lo que me senté a su lado y le sacudí el hombro. James sólo se rió con amargura.

—¿Qué sucede, cuñado? —pregunté tratando de ser amable.

—La… la chica esa… Jade —comenzó balanceando peligrosamente la botella—, ¿recuerdas? —asentí, preparándome para lo que venía—. Simplemente no me la puedo quitar de la cabeza.

—James, yo–

—Y ellos dos las tienen en sus pantallas de plasma, Jacob fue a tirársela en el primer armario de escobas que encuentre y yo… sin una pizca de ella —suspiró para después reírse—. Por primera vez, Emmett, por única vez encuentro a una mujer que me gusta lo suficiente como para embriagarme solo y desamparado, en la soledad de una suite abandonada… No es justo.

Me dolió verlo así; era verdad: James nunca había estado interesado en alguna mujer. Pero, ¡¿por qué demonios tenía que hacerlo de una maldita stripper?! Estuve a punto de aporrearme la cabeza contra la madera de la barra, pero me abstuve. Se me ocurrió algo que a lo mejor no era lo más sano pero sí lo más analgésico.

—¿Te sentirías mejor si vamos a Pure otra vez? —sugerí con la esperanza de que quitara esa cara de amargado—. Puedo acompañarte si quieres… de todas maneras, es mi despedida de soltero.

James me miró a ver como si le acabara de dar la mejor noticia de su vida.

—¿De verdad? ¿Harías eso?

—Claro, claro —dije incorporándome y tomando mi saco—. Pero me temo que no tengo suficiente dinero como para regalarte un privado.

—No te preocupes, no te preocupes —dijo exaltado James, brincando de su asiento y tomando su cartera—. He esperado mi vida entera para hacerle un buen uso a mi cuenta bancaria.

Me dirigí a la habitación de Edward y dí unos cuantos golpecitos.

—¿Edward? ¿Estás ahí?

—¡¿Qué demonios quieres?! —escuché gritarlo desde el otro lado de la puerta.

—James y yo vamos a salir, ¿nos acompañas?

—¡Ni en sueños! ¡Lárguense y déjenme en paz!

Me reí muy bajito: se escuchaba agitado y bastante concentrado. No le dije el lugar a donde iríamos a propósito; no quería lidiar con esa situación incómoda otra vez. Ni siquiera me molesté en decirle a Jasper; seguramente me contestaría igual… o tal vez peor. El temperamento de un músico nunca debe ser puesto a prueba.

James y yo nos dirigimos al club otra vez. Me pude dar cuenta que Leah no estaba en su puesto detrás del Check In, así que deduje que mi amigo Jake ya estaba poniendo manos a la obra su 'noche de ensueño'. Solté una risita y nos encaminamos a Pure, no sin antes detenernos en un ATM para sacar un poco de efectivo. Bueno, es mi despedida y les podría dar unos cuantos dólares a las bailarinas. Ver pero no tocar. Impuesto rigurosamente por una muy convincente Rosalie.

Entramos al edificio y James se dirigió rápidamente hacia la pista en donde Jade había bailado con anterioridad. Yo dí unas cuantas vueltas por el lugar, depositando un billete aquí… otro allá… nada fuera de lo normal, hasta que –

—Hola —dijo una vocecita.

¡Santa mierda!

Me giré para encarar lo que más temía: Honey y Pixie, ambas enfundadas en unos diminutos vestidos de botones que, en el caso de Honey, parecía estar a punto de reventar. Evité mirar hacia abajo.

—Eh, hola —dije tragando—. ¿Puedo ayudarlas en algo? —alcé mi mano que contenía los billetes, pero ambas negaron con la cabeza.

—No, nuestro turno ya ha acabado —dijo Honey enseñándome su enorme bolso.

—Lo que queremos realmente —dijo Pixie adelantándose—, es saber si podrías ayudarnos.

—¿Yo? —pregunté confundido—. ¿Cómo podría ayudarlas?

—Queremos acostarnos con tus amigos —dijo Pixie.

Honey se ruborizó profusamente y le dio un golpe 'disimulado'. Yo me reí.

—¿Eso quieren? ¿Acostarse con mis amigos?

Pixie asintió vehementemente, pero Honey bajó la cabeza visiblemente apenada.

—Verás —dijo por fin—, tratamos de alcanzarte hace unas horas pero habían desaparecido. Pensamos que los habíamos perdido. Tanto Pixie como yo necesitamos tener a tus amigos, Jasper y Edward.

—Chicas…

—¡Por favor! —suplicó Pixie haciendo un puchero—. Te lo suplicamos. ¿Me hinco?

—No es necesario —dije tratando de no sonar enojado. Me enfadaba que quisieran divertirse con mis amigos sólo porque necesitaban acostarse con alguien. Era hora de sacar a papá Emmett otra vez—. Me sorprende que estén tan ansiosas. Supuse que por su trabajito los hombres no les faltarían.

El semblante de las dos cambió de golpe, y a decir verdad me sentí orgulloso. No iba a permitir que jueguen con los sentimientos de mi primo y de mi amigo.

—No somos prostitutas —dijo suavemente Honey—. Y no, no nos sobran hombres. Hace mucho que no tenemos relaciones sexuales con hombres… y no, tampoco con mujeres.

—¿Nos vas a ayudar? —volvió a preguntar Pixie—. Realmente me gusta el tal Jasper ése.

Por poco y se me desencaja la mandíbula.

¡¿El tal Jasper ése?! ¡Chica, ¿qué te sucede?!

—L-lo siento —se disculpó Pixie bajando la cabeza—. Es que es un nombre tan extraño… ¡pero de verdad me gusta! ¡Y Honey se muere por Edward! Incluso se masturbó pensando en él…

—¡Pixie! —le recriminó su amiga.

—Es la verdad…

—Chicas, me encantaría ayudarles, pero no quiero que sufran. He pasado por eso, y no es muy agradable.

—Pero te puedo asegurar —se adelantó Pixie muy segura de sí misma—, que así como nosotras estamos por ellos, ellos están así por nosotras, ¿me equivoco?

Exhalé algo derrotado: sí, era cierto. Tal vez ellos estaban peor, pero decidí no alargar más eso. Tanto Honey como Pixie alzaron sus cejas, expectantes.

—¿Entonces?

Bueno, al carajo todo. Si se desean y se quieren con locura, entonces que sea.

—Bien, esto es lo que podríamos hacer…


En el proximo capitulo Lemmon!!! ¿Comentarios y votos?

Capítulo 4: Chapter 4 Capítulo 6: Chapter 6

 
14449401 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10763 usuarios