Stripper Love(+18)( Edward's in the Air)

Autor: roxy_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 26/02/2010
Fecha Actualización: 17/05/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 57
Visitas: 116797
Capítulos: 16

Propiedad de  Edward's in the Air

Edward Cullen viaja a la ciudad de Las Vegas por la despedida de soltero de su amigo sin esperar encontrarse con una exótica bailarina que le hará ver la vida de una forma completamente distinta.

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Capítulo 12: Chapter 12



Edward

Supe que algo iría mal esa noche, y sin embargo, acepté ir. Acepté ser arreglado minuciosamente por James a insistencia de Jacob –para así estar guapo pero inaccesible–, acepté aparcar mi vehículo en el lote mientras Emmett estacionaba su Jeep en la calle… acepté muchas cosas, y no sé si arrepentirme de todas ellas o posicionarlas como unas de las mejores decisiones de mi vida.

La ví, por supuesto que la ví. ¿Quién no lo haría? Era hermosa, radiante. Sentí mi estómago vaciarse cuando se quedó de piedra al localizarme, y yo no pude despegar los ojos de los suyos hasta ya muy tarde: demostré debilidad. Probablemente sea muy machista, pero no quería derrumbarme ahora, ahora que la boda era tan pronto… decidí bajar la mirada, ya que lo que menos deseaba era verla más. Necesitaba tener mi mente vacía, sin preocupaciones… al fin de cuentas, mi noche de soltero se trataba precisamente de eso.

Nos sentamos en una mesa cerca de la de ellas. Según yo, no levantaría la cabeza para verla… no debía. Mis amigos, sin embargo, parecían más preocupados que yo.

—¿Qué? —pregunté cansado de sus indiscretas miradas.

Los cuatro intercambiaron ojeadas inquisitivas. Emmett fue el que habló. —¿E-Estás bien?

—Estoy bien… ¿podrían —dije, fingiendo sonreír por si Bella me miraba. ¿De verdad acabo de decir eso?— dejar de comportarse como unos idiotas? ¡No tengo doce años!

No pude mantener mis ojos quietos: siempre se iban a dirección a su mesa, tercos en verla una vez más. Acabé, aprovechando el desorden ocasionado por la llegada de sus amigas, cambiándome de lugar con James, quien accedió gustoso y nervioso. ¿Es que todos piensan que me voy a romper en pedazos por ella?

Duh, sí.

Comenzamos a tomar, whiskey tras whiskey, tequila tras tequila. No estaba borracho, pero me urgía ir al baño. Necesitaba hacerlo…

—Necesito ir a los baños —anuncié.

James miró a la mesa de Bella, nervioso. Jacob lo imitó. —¿Por qué?

—¡Me estoy orinando! —dije, divertido por sus actitudes—. ¡Jesucristo! ¿Qué pasa que no puedo siquiera ir a satisfacer mis necesidades?

Oh, ya entiendo. Mirarla, verla abrazada de ese tipejo… Ganas no me faltaron de ir y aniquilarlo con mis propias manos, pero entonces ella me miraba, nerviosa. ¿Llamó a su noviecito y no le gusta que la vea con él? ¿Después de la Convención? Esto no era nada nuevo… la había visto así y peor. Me reí incrédulo: ¿es que quiere que le ruegue? ¿Quiere que me arrodille a sus pies para que termine de torturarme?

No lo haría.

No lo haría, pero después de regresar de los sanitarios, quité a James de mi lugar, para encararla. ¿Piensas que me duele? Bueno, Bella, piensa dos veces. Me dolió más cuando estuvo bajo el cuerpo de ese actor porno barato. ¿Crees que me volverás a destruir? Se necesitará mucho más que eso para destrozarme otra vez…

Y por eso la miré. Todo el tiempo, desde que me senté hasta que me miró, los ojos llenos de cosas escondidas, el cuerpo tembloroso y la respiración agitada. Oh, sí. La conocía… conocía sus reacciones. Traté de aparentar tranquilidad cuando la miré acercarse a mí, plantada, flotante… Podía sentir escalofríos con tan sólo tenerla cerca, a pocos metros de mí.

Su voz al decirme 'hola' no fue como la esperaba. Yo, creyendo que aún era Bella con actitud de mierda, me sorprendí al escucharla casi con voz de ángel. Y cuando acepté caminar detrás de ella, cuando finalmente no me quedó otra opción gracias a mis amigos, además de maldecirme una y mil veces por haber cedido otra vez a sus encantos, mis ojos acariciaron a distancia su cuerpo… sus caderas moviéndose sensualmente al andar.

Ella sabía… sabía lo que me ocasionaba.

Dije muchas cosas que no quería decir; la herí, la lastimé, la ofendí. Hice lo que me repetí no hacer muchas veces, estando solo, borracho y con el corazón lastimado. Me dije no juzgarla, me dije no menospreciarla, me dije no discriminarla… ella era lo que era, y me atrajo de todos modos. Me atrajo así y de todas las maneras posibles. Me merecía la bofetada; incluso pensé que acabaría insultándome de igual modo, pero su rostro enfurecido no parecía mostrar más violencia contra mí… No iba a lastimarme.

Sentí como si mi cuerpo se hubiera quedad petrificado cuando me dijo que fue ultrajada. ¿Qué, exactamente, quería decir con eso? ¿Violada? ¿Golpeada? Si pensaba que abusaron de ella, si pensaba que otra inmundicia de ser humano –aparte de Curtis, claro– la tocó… Mi sangre hervía, bullía descontrolada.

Mas no debía de preocuparme… eso también me lo dije muchas veces.

Finalmente, sucedió lo de siempre: nos separamos, de nuevo, para nunca más volvernos a ver. No mientras yo siga casado, y eso era algo que definitivamente haría… Tanya era un solo indicio sólido, y Bella era uno en muchos pedazos. Faltaba una pieza, pero ésta parecía estar perdida en algún lugar recóndito. ¿Cuál era? No tenía una respuesta para eso.

La miré de nuevo al pasar junto a mí, la toqué al salir del bar. ¡La toqué! ¡De nuevo mi vulnerabilidad! Su piel suave reaccionó inmediatamente, pero yo solamente suspiré con nostalgia al recordar… cosas del pasado. Como flashes, como pequeñas películas, aquella noche y la vez que la volví a tener volvieron a llegar a mí, como un aluvión en pleno verano… no estaba preparado.

—¡Edward! ¡Espera!

Y mucho menos estaba preparado para eso.

—Te amo.

Y definitivamente, tampoco para eso…

No, no podía ser. No podía amarme, no a mí. Ella era un pañuelo al aire, libre, independiente, totalmente diferente a mí. Mi corazón se hundió cuando divisé dos lágrimas cayendo de sus ojos, mientras su rostro denotaba desesperación, angustia. Carajo, me amaba… lo hacía, podía verlo. Frente a mí, parada sin zapatos, con un vestido simple de tela semitransparente, parecía diez años mayor… y aún así, hermosa.

—¿Qué?

Lo que supe después es que me besaba. Verdaderamente, me estaba besando. Con ansias, desesperada… sí, lo volví a decir. No había otro adjetivo. Parecía estarse muriendo en vida y parecía que yo era su antídoto, su medicina. Mis labios reaccionaron inconscientemente, devolviéndole el beso con más fervencia que nunca. Saborearla, apretarla contra mí, sentir su calidez envolviendo mi cuerpo a cada segundo…

Y ahí estaba, la pieza perdida.

Me amaba, y eso, carajo, se escuchaba perfectamente bien.

Traté de decirle algo, pero mi boca no se despegaba de la suya. Incluso pensé alzarle el vestido y hacerla mía allá mismo… estaba oscuro y no había nadie. Pero no, este beso no era para eso; no era para decirle que la deseaba a cada instante; tampoco para recordarle las cosas que le ocasionaba a mi cuerpo; tampoco para acordarle aquellas veces y las sensaciones que ambos sentimos. Este beso no parecía ser de lujuria… podía sentir su amor en él, rebosante, rico, flamante.

La retuve cuando se fue, la sostuve del brazo, pero me volvió a decir esas palabras que eran como dos dagas filosas, haciéndome huecos por todo el pecho. Parecía triste, parecía resignada. Se iba, y yo no podía hacer nada. ¿Qué podría hacer? ¿Qué demonios haría para enmendar esto? ¿Qué haría con Tanya, con la boda…?

Bella me amaba.

Mi mirada se quedó estancada ahí donde ella desapareció. Me quedé con el brazo extendido, esperando a que regresase, a que me volviera a reivindicar su amor, a que volviera a darme ese beso desesperado, con sus dedos estrujándome el cabello y su cuerpo delicioso entre mis brazos… No lo hizo. Me tomó media hora darme cuenta de eso, y me hubiera tomado más si mi móvil no hubiera vibrado, anunciando la llamada de Jacob.

—Edward, ¿dónde demonios estás? Ya estamos todos en casa de Jasper…

—Sí, eh —dije sacudiendo la cabeza—. Ahora voy.

Bueno, estaba más que decidido que esta noche no iba a llegar a dormir a casa. Tanya no me aceptaría en la cama con olor a whiskey, inconsciente, y si todo iba bien, podría llegar a desmayarme, entumecido. Esperaba poder llegar a ese grado.

—¿Ella dijo eso?

Asentí.

—¿Y cómo te sientes?

—¿Cómo crees?

—¿Aún estás seguro de esto, Edward?

Meneé la cabeza. —No lo sé… No sé. Sonó tan hermoso cuando salió de sus labios, créeme. Mandé por la borda mis tres meses de sanación cuando las dijo… solamente… me volví a entregar a ella.

—¿Sonó sincera? —preguntó Jacob, a lo que asentí—. Perdona que indague, Ed, pero ¿cómo lo dijo?

Mi cerebro se quedó en negro, y sólo estaba Bella parada, repitiendo esas cinco letras que me ponían la piel de gallina cada vez que las recordaba.

—Ella… bueno, ella… estaba, eh… llorando.

Jasper silbó con incredulidad. —¡Hombre! Le has reabierto los conductos lacrimales. Alice me dijo que nunca llora.

—Gracias, eso me hace sentir mucho mejor…

'Tonight you're mine, completely…'

Jasper tomó su móvil con los ojos ilusionados y las manos temblorosas. —Es Alice.

—Ya oímos —respondimos todos.

—Eh, ahora vengo —y se escabulló a su habitación, contestando el teléfono con voz más grave de lo habitual.

Estábamos reunidos en su casa, y llevábamos ahí tres horas, aproximadamente. Tres horas… y aún mi sistema se negaba a ceder al alcohol. Yo, que no tengo mucho aguante, yo, que me emborracho primero que todos… no estaba ebrio, maldita sea, por lo que aún conmemoraba los sucesos pasados.

Bella y su declaración de amor.

—¡Jesucristo, Edward! —exclamó Emmett, mirándome divertido—. ¡Hoy pareces ser un verdadero guerrero!

Me quejé de su burla, pero es que parecía que la cerveza no me hacía efecto. Necesitaba emborracharme de otra cosa, pero esa cosa estaba muy lejos de mi alcance, y ya no podía darme el lujo de reclamarla… ¿o sí? A fin de cuentas, ella lo dijo… yo era suyo.

No pienses, Edward. No lo hagas.

Jasper entró veinte minutos después con el rostro hundido, el móvil todavía en su mano. Se veía miserable, pero me miraba nervioso, raro… trataba de hacerme sentir bien sonriéndome, mas sabía que algo estaba mal.

—¿Jasper? —preguntó Jacob—. ¿Qué tienes?

El aludido meneó la cabeza, guardándose el móvil en el bolsillo. Se negó a hablar aunque le preguntamos muchas veces si estaba bien. Me seguía observando, pendiente de mis movimientos y reacciones, como si supiera algo que yo no… probablemente lo hacía, pero al parecer no estaba dispuesto a compartir su 'sabiduría'.

El timbre sonó. Todos habíamos desistido en cuestionarlo ya, pero alzó la cara tan súbitamente que nos asustó a todos.

—¿Esperas a alguien? —pregunté.

No contestó. Caminó hacia la puerta, más muerto que vivo… la abrió de igual forma, sin mirarnos ni una vez. Mi quijada cayó al piso cuando ví a la invitada.

—¿Alice?

Alice me miró, sorprendida, pero Jasper la miró sugestivamente, y entonces ella asintió.

—Hola, Edward.

En la sala reinaba el silencio. James, Jacob y Emmett pasaban sus miradas entre los tres, como si estuvieran observando un partido de tenis. Yo, como ellos, no sabía a quién mirar. ¿Era esto una especie de broma? ¿Me estaban tomando del pelo? Digo, ¿realmente querían matarme? ¿Qué coño significaba todo esto?

—Creo —dijo Jasper— que es mejor que se vayan.

¿Nos estaba sacando de su casa?

Emmett respondió, incómodo. —Sí, yo creo que sería lo mejor… Jacob, James, Edward, vayámonos.

—No —dijo rápidamente Alice—. C-Creo… Edward, quédate.

Me detuve a medio camino, congelado: todos los demás ya estaban tomando sus chaquetas. La voz de Alice sonaba más como una plegaria que como una orden, y tal vez fue por eso que acepté quedarme, porque si ella me pedía eso, entonces a lo mejor tendría que ver con Bella, y todo concerniente a Bella me importaba… porque Bella me importaba. Aún negándomelo muchas veces en mi cabeza, significaba e importaba cosas dentro de mí.

—¿Edward? —escuché a Emmett preguntar—. ¿Crees que es lo correcto?

Miré a Alice, quien me devolvió la mirada suplicante. Jasper la abrazaba por la cintura, inefable.

—Sí, primo —respondí, sentándome de nuevo—. Me quedaré.

El silencio volvió a reinar por unos segundos, pero después escuché a mis amigos cerrar la puerta, dejándonos a los tres completamente solos. Alice miró de nuevo a Jasper, quien le sonrió y se sentaron frente a mí, ambos serios… muy serios.

—Sabes lo que pienso al respecto, Edward —dijo Jasper, tomando de la mano a Alice—. Creo que te dije mi opinión en la boda de Emmett, ¿cierto?

Asentí. —Dijiste… Dijiste que lo que yo tenía con Tanya era mucho más que lo que tú tenías con…

—Con María —finalizó Alice—. Lo sé. Jasper me contó todo.

—Bueno, sí. Con María. E-Eso recuerdo…

—¿Sigues sintiéndolo, Edward? —Preguntó mi amigo, perforándome con sus ojos azules—. ¿Sigues amando a Tanya como el día en que la conociste?

Me quedé callado.

—¿Lo haces, Edward? —inquirió Jasper—. ¿La amas, a pesar de su actitud? ¿A pesar de su infidelidad? ¿A pesar de… a pesar de Bella?

No respondí, no podía hacerlo. Las preguntas que Jasper me hacía me recordaban tantos malos momentos con Tanya… tantas heridas, tantos problemas, tantos pleitos… Me recordó encontrarla en una posición bastante heterodoxa con el imbécil ése, me recordó sus gritos, sus celos, su creciente amargura y su actitud bipolar. Un día bien, un día mal; un día pésimo, un día soportable.

¿Realmente la seguía queriendo?

¿Amor o hábito?

—¿Edward? —llamó la voz de Alice, sacándome de mi letargo—. Edward, nos vamos —Alcé la cabeza, confundido—. Bella y yo… nos vamos.

—Fue por eso que me llamó —dijo Jasper—. No le dije que te encontrabas aquí, porque de ese modo las cosas serían más claras… Decidí que lo mejor sería dejar esto en tus manos.

Mi lengua por fin decidió desenredarse. —¿Q-Qué fue lo que dijiste? ¿A dónde se van? ¿C-Cuándo se van?

Alice sonrió. —No creo que sea bueno decirte a dónde nos vamos, Edward… pero puedo decirte que mañana tomamos el avión.

Mañana… la boda.

—Bella quiso que tuvieras algo —continuó Alice—. Ella no sabe que estás aquí. Se suponía que Jasper te lo iba a entregar una vez que te casaras, pero… supongo que de este modo… —Respiró, entregándome un sobre con mi nombre escrito—. Ya te dijo que te ama, Edward. Ahora tú tienes la última palabra.

Tomé el sobre con las manos temblorosas: mi cerebro daba vueltas, se aporreaba en el hueso de mi cráneo, zumbaba, se exprimía… tenía esa cosa en mi poder y no tenía la menor idea de lo que iba a hacer.

—Si deseas seguir de pie, Edward… si quieres dejar atrás todo, rómpela, quémala. Deshazte de ella —dijo Jasper con voz de ultratumba—. Pero si tu corazón dice lo contrario, adelante. Pelea por lo que creas es lo necesario —Sacó de su bolsillo un papel más pequeño, cuidadosamente doblado—. Si no lees la carta, tampoco desdobles esto… y es extremadamente importante que abras el sobre primero… si es que lo haces, claro.

Ambos se pusieron de pie, instándome a hacer lo propio. Obedecí, sintiendo los efectos del alcohol envolver ligeramente mi sistema: me sentía mareado, pero dudé que sea por el tequila. Cualquier cosa referente a Bella tenía ese efecto sobre mí.

Lo siguiente que supe era que estaba en mi Volvo, mirando al sobre y al papelito que estaban en el asiento del copiloto. ¿Lo debía abrir? ¿Debía lanzar por la borda tres años de noviazgo y dejarme derrumbar por tres meses de locura? No estaba cien por ciento seguro de mi siguiente acción: si abría esa carta, su contenido—de acuerdo con Jasper—me haría regresar de vuelta, con Bella. Si la rompía, mi futuro quedaría incierto… junto con Tanya.

¿Era ella apropiada para mí?

—Al carajo.

Rasgué el sobre, deseando tener un poco más de autocontrol. Era una sola hoja, y su letra temblorosa y redonda encogió mi corazón anticipadamente.

Edward,

Una noche soñé que te perdía. Estábamos parados sobre unos icebergs, y no recuerdo si eras tú el que se alejaba o era yo. Cada vez te encontraba más distante, así que estiré mis manos para alcanzarte. Nada sucedía; no parecías responder a mi patético intento de retenerte. Afortunadamente, me despertaste… aunque sea sólo para alejarme otra vez.

No te preocupes, no planeo volver a confesarte mis sentimientos. Quería estar a tu lado, sí. Quería consolarte, abrazarte, escucharte… quería quererte a cada instante. Sí, deseaba limpiar tus lágrimas, escuchar tus penas, compartir tus alegrías. Ya me había hecho a la idea de que estaría allí, para ti, por siempre. Pero tonta de mí, ¿cierto? ¿Por qué habrías de hacerlo, siendo lo que soy? ¿Teniendo tú a una mujer hermosa a tu lado?

Sí, verdaderamente fue muy tonto.

Mi necia mente aún batalla la idea de que tú estés a punto de casarte, o tal vez ya lo hayas hecho. Tal vez ni siquiera abras esta carta, y optes por tirarla para deshacerte de mí completamente. Es tu decisión. La mía fue muy inconsciente, tomando por sentado hechos irreales. Me duele, realmente duele, imaginarte casado y con otra, pero si tú eres feliz de ese modo, si así es la única manera de verte sonreír todo el tiempo… que sea, entonces; aguantaré eso y más.

Ojalá nos hubiéramos conocido en otra vida, donde ninguno de los dos haya sido lo que fue. Me voy, en caso de que te interese. Quiero alejarme de todo recuerdo doloroso, y me temo que ni aquí ni en Las Vegas conseguiré estar en paz. Lo único que me consuela—si es que puedo llamarlo de ese modo—, es que donde sea que yo vaya, tú y tu recuerdo me acompañará hasta el final del mundo… incluso me atrevo a decir que hasta el final de mi vida. Espero verte otra vez, si es que el destino así lo quiere. Cruzaré los dedos…

Tuya, Bella.

Aparqué en la acera con la respiración agitada. Miré la calle por varios minutos, sin percatarme realmente del tiempo… la decisión estaba hecha. Lo haría, haría esto y la dejaría atrás, sin dolores en el pecho y sin arrepentimientos. El porvenir se veía borroso, pero ambos lo superaríamos… ambos encontraríamos la manera de seguir adelante.

La amas, Edward.

Salí del Volvo aporreando la puerta un poco más fuerte de lo necesario. La adrenalina recorría cada vena: la sentía llegar a mi cerebro y hacerlo bailar.

Conforme me iba acercando, me percaté de que la puerta no tenía seguro, así que, sigiloso, la abrí, adentrándome a la oscuridad. Escuchaba agua correr… estaba despierta. ¿En verdad estaba a punto de darse una ducha a esta hora de la noche? Era tan impredecible que dejé la respuesta al aire. Entré a la habitación, sorprendiéndola con una bata de baño.

Ja.

—¿Edward?

Nada de rodeos. La amas.

—Lo siento… —dije mirándola a los ojos—. No puedo hacer esto.

 

Capítulo 11: Chapter 11 Capítulo 13: Chapter 13

 
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