Stripper Love(+18)( Edward's in the Air)

Autor: roxy_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 26/02/2010
Fecha Actualización: 17/05/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 57
Visitas: 116803
Capítulos: 16

Propiedad de  Edward's in the Air

Edward Cullen viaja a la ciudad de Las Vegas por la despedida de soltero de su amigo sin esperar encontrarse con una exótica bailarina que le hará ver la vida de una forma completamente distinta.

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Capítulo 3: Chapter 3


Edward

 

Comenzamos a beber champaña en la limosina, todos con el entusiasmo alborotado. Definitivamente ésta iba a ser una noche que todos íbamos a recordar… si es que no nos pasábamos de copas y perdíamos la conciencia. Rogaba al cielo que no.

"Bien, ¿cuál es la primera parada?" preguntó Emmett emocionado tomándose su tercera copa.

"¿Qué les parece Lewd?" sugirió Jacob mirando las luces de la ciudad. Apenas iban a dar las nueve, pero según él abrían desde las seis de la tarde. "Me han dicho que van muchas chicas lindas."

Una sensación que no supe describir se revolvió en mi estómago.

"¿Edward?" preguntó burlonamente Jasper. "¿Estás de acuerdo, o tienes demasiado miedo de que Mamá Tanya te castigue?"

Lo fulminé con la mirada, pero no dije nada.

"Hagámoslo."

"Ohh, Edward es chico malo…" Jacob reía con ganas, bebiendo más champaña. "James, ¿por qué tan callado?"

James se removió en su asiento incómodo. "Aún opino que esto está mal –"

"¡Lo que tú necesitas, cuñado mío, es refrescar tus gónadas!" dijo Emmett ganándose una mirada desaprobatoria. "Vamos, estamos en Las Vegas…"

A James no le dio tiempo de responder, porque la limosina aparcó en la entrada del bar Lewd, en donde una muchedumbre de personas hacía cola para pasar. Al parecer, a la gente que llegaba en autos lujosos y con chóferes le permitían el paso sin tener que meterse a la fila. Recibimos una multitud de abucheos, pero no nos importó. Caminamos dentro del establecimiento como si fuéramos los reyes del mundo.

"¡Santa mierda!" exclamó James asombrado.

Habían jaulas en donde habían muchachas con mínimas prendas de ropa bailando sensualmente, y barras en las que hacían coreografías muy bien practicadas. Comenzamos a beber, sin medirnos: seguramente mi cuenta bancaria sufriría un grave bajón.

Examiné el lugar sentado desde la barra. Sí, había chicas muy lindas, pero parecían interesarse más en mujeres que en hombres. Resoplé enfadado. De pronto, varios destellos me cegaron temporalmente; algunos paparazzi habían logrado entrar al club y perseguían a alguien. Traté de no hacer caso y seguí tomando mi whiskey puro.

"Una Cosmo, Laurent," dijo una voz.

Alcé mi cabeza y me topé con la visión más hermosa del mundo: una chica, aproximadamente de unos veinticinco años, con una blusa azul sumamente escotada, estaba sentada frente a mí. Sus rizos marrones caían sobre sus hombros, las mejillas ligeramente sonrosadas y los labios carnosos. Sus ojos grandes color chocolate favorecían a la forma de su rostro: un corazón, pálido y hermoso. Sin querer, me le quedé viendo por unos minutos.

Ella sintió mi mirada penetrante y me encaró. Se quedó callada, con la boca entreabierta y volviéndola increíblemente comestible. Brr. Quería morder esos labios. Dejando a Tanya y a mis bolas achicharradas a un lado, me acerqué a ella.

"Hola," dije sobresaltándola un poco.

"Hola," contestó ella sorbiendo de su bebida. Mis ojos se posaron en su boca succionando del popote. Traté de evitar la imagen mental de ella sorbiendo otra cosa.

"¿Cómo te llamas?" pregunté incapaz de decir otra cosa. Sabía que era una pregunta muy tonta pero mi cerebro no dio para más.

"Honey," dijo ella con una sonrisita sensual que consistía en un fruncir su boca y ladearla un poco. Sin embargo, ella no dijo nada más. Dirigió su mirada hacia el frente, en donde Laurent me servía mi segundo whiskey.

Me le adelanté un poco. "¿No quieres saber el mío?" pregunté esperanzado.

"No," contestó ella. "Preferiría que me invitaras a un trago."

Mm, convenenciera. Al carajo.

"¿Qué estás tomando?" pregunté interesado, dedicándole una de mis sonrisas torcidas.

Ella alzó una ceja, mirándome divertida. "¿No me escuchaste pedirla?" rió ella agitando su vaso vacío. No me dí cuenta cuándo terminó su cóctel.

Llamé la atención del mesero. "Una cosmo, por favor."

Escuché una risita y la miré. Ella dejó de reírse y me observó fijamente, así que aproveché para sentarme a su lado. No la podía dejar de ver; mi cuello se había atascado ahí y no podía hacer nada para evitarlo.

"¿Por qué me miras así?" dijo Honey con voz sensual.

"¿Así cómo?"

"No sé… raro…" se ruborizó hasta alcanzar el color de un rábano.

Me reí tratando de no parecer nervioso. Ella se removió en su asiento, incómoda.

"Escucha," dijo terminando su bebida. "creo que sabes que no te conviene estar cerca de mí, así que me voy. Gracias por los tragos. Ahora, si me disculpas," se excusó incorporándose y tomando su cartera. "tengo que ir a buscar a mi amiga."

La miré mientras se paraba, mi mirada estancándose en sus senos, tan carnosos y apetitosos que me daban ganas de apretárselos hasta que gima de dolor. Dios. Se sacudió el cabello, colocándoselo a ambos lados de sus hombros.

"Adiós, extraño… nos veremos por ahí," y sin más, se fue, dejándome ver su trasero bien torneado y unas piernas gruesas.

"Adiós…" susurré perdido mientras la observaba alejarse.

Me quedé ahí sentado como un completo imbécil mientras mis amigos se conseguían mujeres. Emmett, estando comprometido, se sentó a mi lado. Ordenó una ronda de tequilas, por lo que el mesero me asentó tres vasitos, para después acercarnos el limón y la sal. Los dos tomamos de golpe el alcohol, sacudiendo la cabeza y exprimiendo el cítrico para menguar el sabor.

"Parece que Jacob se la está pasando muy bien, ¿no crees?" opinó Emmett mirando hacia algún punto. Seguí su mirada, encontrándome a un Jacob muy pegado a una morena de cabello largo. La tenía sujetada por el trasero y se lo apretaba de vez en cuando, riéndose seductoramente.

"Bueno, al menos está aprovechando el tiempo," dije suspirando.

"Te ví platicando con una hace rato… ¿qué pasó con ella?"

"Se fue…" dije simplemente, empinándome mi segundo vasito y repitiendo el procedimiento con el limón.

"Al parecer Tanya ha encadenado a la fiera," se burló Emmett.

Sacudí mi cabeza. "No, no sé qué sucedió. Le pedí su nombre… me lo dio. Pero no pidió el mío y no quiso saberlo, y me salió con la pendejada de que no era buena para mí…"

Hice un ademán mientras me tomaba mi último tequila, con lo que Laurent volvió a rellenarlos. Los miré atentamente antes de tragar el cuarto tequila.

"¿No era buena para ti?" preguntó Emmett extrañado. "¿De dónde saca esa mierda? Bueno, se me hizo conocida… ¿cómo te dijo que se llamaba?"

Me reí con amargura al pensar que mi encanto con las mujeres había desaparecido. Estar con Tanya había sido para mí como estar internado en un hospital, tan robotizado y monótono –lo que era irónico ya que ella se lió con el instructor de buceo en nuestro propio bote – que me costaba mucho alcanzar mi orgasmo, y mirar a otras mujeres significaba que querías follártelas sin pensar en las consecuencias.

"Honey…" dije continuando con mis bebidas. Emmett escupió la suya.

"¿Cómo?" preguntó incrédulo.

"Honey… ¿qué tiene?"

"No sabía que estaban aquí…" murmuró mi primo en voz baja. De pronto, se puso de pie. "Espérame un momento, Edward. Tengo que hacer algunas llamadas."

Se alejó dejándome con sus dos vasitos restantes, así que después de terminar con la sexta, me tomé las suyas. El barman me miró divertido.

"¿Mala noche?" preguntó rellenándome los seis vasitos de cristal.

"Malísima… esa chica me rechaza sin saber siquiera quién soy…" dije con amargura.

"¿Qué chica?" dijo él interesado.

"Ésa que se llamaba Honey," dije apretando el limón con tanta fuerza que soltó todo el jugo encima de la sal.

Laurent el barman exhaló mientras me veía asombrado. De pronto, se dirigió hacia los licores y comenzó a preparar una bebida. Me asentó dos vasos frente a mí: uno chiquito de color negro y el otro era un vaso promedio, con matices verdes y naranjas.

"Chico, no sabes en lo que te estás metiendo… éstas van por la casa," dijo él acercándomelas. "De verdad, tómatelas y olvídate de ella."

"¿Qué?" pregunté extrañado. "¿Por qué dices eso?"

El barman negó con la cabeza. "Créeme, hazlo."

No entendía nada, pero me empiné la bebida verde. Estaba muy rico. Cuando le pregunté qué era, me dijo simplemente 'Long Island', evitando mirarme. Alcé el vasito negro.

"¿Y esto?" pregunté.

"Eso… bueno, tápate la nariz y tómatelo de un trago."

Lo obedecí. Sentí mi garganta quemarse y hasta tuve que toser. Realmente era una bebida muy asquerosa, y el barman parecía saberlo. Me miró preocupado mientras me pasaba una coca.

"Se llama Petróleo. Una más de esas y no tendrás idea de dónde vives."

"Gracias por aclararlo," respondí un poco mareado.

Me pasé todo el tiempo sentado en el bar, rechazando las invitaciones de algunas chicas que pasaban por allí. Laurent dejó de servirme, lo que fue bueno porque si consumía una gota más de alcohol, acabaría en el piso, totalmente inconciente.

Emmett llegó después de media hora, cuando yo ya estaba un poco más que alegre.

"¡Emmy!" exclamé dándole un abrazo. "¡¿Dónde están nuestros amigos?!"

"A ver, Edward," dijo el visiblemente incómodo. "En primer lugar, sólo permito que Rose me llame Emmy. En segundo, tienes que levantarte. Tengo que enseñarte un sitio."

"No puedo, compañero," dije tratando de pararme y resbalándome de la silla. Me sostuve de la barra y Emmett ayudó a levantarme. "Apenas puedo sostenerme… no creo ser capaz de mantenerme parado mucho tiempo."

Emmett pareció meditar unos momentos antes de sentarme y alejarse una vez más. Llegó después de unos momentos con Jacob a su lado, quien le seguía en fuerza y musculatura. Parecía enojado.

"Bueno, amigo Edward," dijo éste mientras se pasaba un brazo mío por los hombros y Emmett lo imitaba. "Estaba así" colocó su dedo índice y su pulgar a una mínima distancia "de acostarme con esa muchacha y me lo has jodido todo."

"Jakey, Jakey, sabes que en verdad te quieres tirar a la recepcionista…"

Ambos rieron y les hicieron señas a James y a Jasper para que se acercaran. Cuando lo hicieron, escuché la voz de Emmett decir:

"Hay que bajarle la borrachera…"

"¿Por qué?" preguntaron los tres.

"Porque hay algo que quiero que vea…"

"Emmett," dijo Jasper. "Es tu despedida de soltero; no puedes estar cuidando de borrachos. Dejémoslo en el hotel y sigamos con la fiesta."

"No, Edward aceptó venir a Las Vegas a la fuerza –"

"¡Ey!" escuché que se quejó James. "Yo también lo hice."

"Bueno, el caso es que quiero que vea una cosa… y además, lo que quiero que vea está en un club de desnudistas."

Escuché vítores por parte de todos, incluso distinguí el grito ahogado de James. ¿Qué demonios? ¿Qué había en un club de strip tease que Emmett moría por enseñarme? Alcé lentamente mi cabeza, sintiéndome mareado.

"¡Yo… querer ver… boobies!"

Una risa general resonó en mi cerebro. Ya no se escuchaba la música del club y ya no veía a Laurent, así que me imaginé que estábamos en la limosina. Estaba tirado en un asiento, desparramado y con el cinturón de seguridad puesto a duras penas.

"A eso vamos, Eddie, pero estás demasiado ebrio como para distinguir un par de ellas con unos melones, así que pararemos en una cafetería primero."

Después de comprarme un suero, nos dirigimos a un café en donde me compraron un expreso cargado y un pan con relleno de crema. Lo miré asqueado, pero sabía que me tenía que comer eso para ver los melones que ansiaba ver.

Tomé el café de un golpe y a los pocos minutos comencé a sentirme mejor.

"¿Cómo andas, Ed?" preguntó James preocupado mientras me comía el panecillo.

Arrugué la boca. "Este pan sabe a mierda."

"Ya está mejor," concluyó Emmett dándome unos golpecitos en el hombro. "Ahora, vamos. Las strippers nos esperan."

Iba cabeceando por todo el camino; en cualquier momento caería dormido… ya podía ver a las ovejas que pasaban la cerca. No quise parecer somnoliento, así que alcé mi cabeza y miré con desgana a la ciudad. En cualquier otro momento – probablemente en uno en el que no tenga semejante dolor de cabeza – me hubiera parecido el mejor espectáculo de luces del mundo, pero ahora deseaba de verdad que estuvieran apagadas.

La Hummer paró en un ATM.

"¿Qué carajo?" solté cuando me dí cuenta que todos bajaban de la limosina. Emmett se quedó sentado a mi lado. "¿Qué pasa?"

"Eddie, Eddie, ¿cómo planeas pagarle a las chicas si no tienes efectivo?"

Oh mierda, es verdad. Revisé mi cartera y saqué mi tarjeta de crédito.

Dudé unos momentos. "¿Crees que debería sacar dinero?"

"Si quieres tocar tangas, sí."

Salté del automóvil e hice cola junto con mis amigos. Cuando llegó mi turno, dudé otra vez. Tanya revisaba mis estados de cuenta, y vería que me gasté miles de dólares en muchachas que restregaban sus traseros en mi cara. ¡Al carajo! ¡Que lo vea! ¡Quiero ver tetas!

"¿Edward? ¿Estás seguro?" preguntó James con los ojos muy abiertos.

"Sí," respondí guardando el fajo de billetes en mi bolsillo. "Estoy muy, muy seguro…"

Jacob se encargó de decirle a Emmett lo orgulloso que se sentía de mí, y después de que los cinco hicimos cuentas, la limosina avanzó otra vez. A los pocos minutos se detuvo en el club, el cual se llamaba Pure y parecía ser muy famoso: había una larga fila de hombres esperando, pero nosotros volvimos a pasar sin formarnos. Definitivamente, tenías que conseguirte una Hummer para divertirte en las Vegas.

El lugar era enorme: una larga pista estaba en el centro, en donde se alzaba un solo tubo de metal. A los costados, había más pistas con más tubos, barras y regaderas. Las meseras se paseaban en sus trajes de conejitas, mientras algunas muchachas se deslizaban por las estructuras plastificadas y con luces interiores. Estaba repleto de hombres que parecían ser igual a nosotros: por una despedida de soltero, aprovechaban para gastar sus últimos ahorros en mujeres y en bebidas. De repente, me sentí un poco patético. Esto no era algo de lo cual estaba acostumbrado a hacer, pero qué más da.

"Hola guapos," dijo una mesera acercándose y sentándose en el regazo de James, quien se tensó enseguida. "¿Qué les puedo servir?"

Me adelanté. "Yo quiero –"

"Tú no vas a tomar nada, Edward," me cortó Emmett amenazándome con los ojos. "Cariño, ¿podrías ser tan amable de traernos una cubeta de Coronas? Y para el caballero, una botella de agua."

"Claro," dijo la mesera agitando sus orejas de felpa. "A la orden," y se alejó meneando su cola.

Nos divertimos un rato observando a las chicas bailar, pero ninguna me llamaba la atención. Tenía cuatro billetes de cien dólares en la mano, esperando a que alguna haga lo necesario como para merecerlos.

"Emmett," dije recordando de pronto. "¿Por qué querías traerme hasta acá?"

"Bueno, yo –"

"¡Caballeros!" lo interrumpió una voz amplificada. Las luces se apagaron de pronto, dejando solamente encendida una luz de neón. "¡La hora ha llegado!"

Todos los hombres comenzaron a vitorear y sacaban billetes de gran denominación agitándolos en el aire. Emmett me dio unas palmaditas en el hombro. ¿Qué carajo estaba a punto de pasar?

"¡Ustedes las han conocido en sus innumerables películas!" gritó la voz.

Otra viva de aplausos y aullidos resonó en mis oídos.

"Emmett," le susurré dándole un codazo. Éste acercó su oreja a mi boca. "¿Acaso van a venir Hilary y Hailey Duff?"

"¡Las han visto desnudarse en sus televisores!"

"No creo que sean las hermanas Duff las que vayan a venir, Edward," se rió Emmett. Lo miré confundido.

"¿Qué mierda –"

"… y ahora, aquí, en vivo y en directo… las únicas, ardientes, fogosas y sublimes… ¡Honey y Pixie!"

Sentí mi cabeza alzarse con tanta fuerza que dolió. Ahí venía ella, con ese trajecito de enfermera que hizo que me sintiera orgulloso de mi profesión. Tenía una peluca, pero aparte de eso estaba idéntica a como la recordaba. Fue ahí cuando entendí lo que quiso decir con la mierda esa de que no me convenía estar cerca de ella. Era una prostituta. Pero, ¿y qué? ¿Que acaso no podía ir y pagarle por una noche de sexo? Por más que mi cerebro – y mi órgano masculino – quería que sea posible, me dije a mí mismo que no estaba en el derecho de explotarla, ni mucho menos aprovecharme de ella.

Pero… esperen un momento. ¡Se está desnudando! ¡Y miren ese cuerpo! Me entraron ganas de jugar con su arete colgante del ombligo. Y – ¡Oh por todos los santos! ¡Está tocando a esa chica! Miré a mi alrededor. Todos los hombres gritaban desquiciados, pero Jasper y yo éramos los únicos abobados, chorreando baba, que no nos comportábamos como animales.

Sentí mi entrepierna endurecerse al verla solamente con ropa interior, y cuando la pequeña le lamió todo el cuerpo, quitándole el sostén y revelando esos melones tan maduros, por poco y tengo una eyaculación precoz. Jasper parecía tener el mismo problema. Estaba tan absorto observando el espectáculo que no se daba cuenta que algo crecía por entre sus piernas, y pareció estar a punto de colapsarse cuando Honey comenzó a juguetear con la intimidad de Pixie, con lo que esta última puso cara de infinito placer.

¡Mierda, los pantalones me aprietan!

Cuando Pixie jugó con la tanga de su compañera, tuve un espasmo. Lo conocía bien: si tenía dos más, el cuarto iba a ser una evacuación de espermatozoides que me avergonzaría mostrar en público, y además, mi traje era muy caro. Otro espasmo. Ese beso fue espectacular. Me apreté las bolas para calmarlas un poco, y lo conseguí… por un rato.

Observé mientras Pixie le quitaba sus bragas lentamente, y cuando Honey abrió sus piernas revelándonos sus labios internos, no me excité. Me enfurecí. Ahí estaba ella, mostrándoles a todos su órgano reproductor femenino, y yo apretándome mi endurecido pene para que no vaya a explotar ahí mismo. Y ellas dos, muertas de risa y placer.

Mi miembro se retorció cuando Pixie insertó sus dedos en el interior de Honey. Otro espasmo. Uno más y estaba frito. Ver su cara de placer, sus piernas temblar… lo sentí venir pero lo retuve, apretándome más fuerte.

Escuché un grito ahogado junto a mí. Jasper estaba boquiabierto. El duendecillo se había lamido los dedos… dedos que estaban en el interior de su amiga. Dedos que, probable y seguramente, sabrían a Honey… moría por probar uno de los dedos de esa chica.

Las ví alejarse y aproveché ese momento para disculparme e ir al baño. Cuando estuve a solas, me deshice de mis pantalones, me bajé el bóxer y… alivio. Salí disparado como cohete pero no tuve el placer ese que se siente cuando uno se deja ir dentro de alguien. Necesitaba acostarme con alguien, y ese alguien iba a ser Honey. Cueste lo que cueste.

Al regresar, el embelesado ahora era – nada más y nada menos – James, quien miraba absorto a la pista que estaba frente a nosotros, en donde se alzaban dos tubos más junto al de ella. Sí era hermosa, con su cabello rojo vivo y su figura delineada, pero no le llegaba ni a los talones a Honey. Al parecer, el nombre de aquella chica era Jade, quien tenía unos ojos parecidos a los míos y una boca roja y carnosa que parecía atraer a James como un imán.

La muchacha terminó su rutina con una ovación por parte de todos. James se subió a su silla para aplaudirle, con su miembro tan endurecido que saltaba a la vista de todos.

Comenzó otra canción, y mi chica volvió a salir.

Esta vez la pude ver frente a frente, y el corazón – y otro órgano – me dieron un vuelco cuando sus ojos se posaron en los míos. Parecía nerviosa, a decir verdad, pero ¿nerviosa de qué?

Me acerqué a ella lentamente, dispuesto a darle todos los billetes de cien que tenía en e bolsillo… pero mis manos parecían no responder. Ella me abrió las piernas, lo que ocasionó que tuviera un espasmo mínimo.

"Hola de nuevo," le susurré acercándome e hipnotizado por sus piernas.

"Hola, extraño," me dijo con voz sensual. "¿Estás de generoso?"

Ahh, claro. Ya había visto el dinero.

"Mucho," dije clavando mi vista en los incontables billetes que tenía en las ligas y en la tanga. Descubrí que el único lugar libre era entre sus senos, lo que me emocionó mucho. "¿Me permites?"

Ella accedió poniéndose a cuatro patas. Me imaginé a ella, en esa posición, conmigo detrás, embistiéndola con fuera, aporreándome en ese musculoso trasero y oprimiendo sus jugosos pechos. Mm. Piensa, Edward, piensa. Cuando ella oprimió su pecho con sus brazos, haciéndolos más tentativos, por poco y me le lanzo ahí encima. Con mucho cuidado, le coloqué los billetes uno a uno, saboreando la sensación suave de su piel al rozar con mis dedos.

"Gracias, desconocido," murmuró ella con coquetería. "Asegúrate de regresar."

¡Y vaya que sí! "Lo haré, puedes estar segura," dije con los ojos abiertos. Ella sonrió se alejó de ahí, meneando un poco más de lo necesario sus caderas redondas. Grr. El león interno comenzaba a despertarse.

Y fue entonces cuando se me ocurrió.

Corriendo como desquiciado, busqué a alguno de seguridad para que me de la información que necesitaba. Que moría por tener. Al fin divisé a uno, parado a un costado del club con una barriga muy prominente. Me le acerqué caminando con serenidad.

"Buenas noches," saludé. El tipo sólo asintió con la cara. "Quisiera saber cuánto cuesta acostarse con Honey."

El tipo se me quedó viendo antes de soltarse a reír. Lo hizo por unos cuantos minutos más hasta que recuperó el aliento, mirándome como si fuera algún descerebrado.

"¡Nadie se acuesta con nadie en este lugar! ¡Y menos con Honey! ¡O con Pixie!"

"¿Y por qué no?" inquirí tratando de conservar la serenidad.

"Porque esto no es un criadero de puercos… para sus obscenidades, tiene su cuarto o su baño. Aquí es sólo mirar, y ya. ¿Te gustó? Bien. ¿No te gustó? Qué mal."

Mierda, qué mala suerte. "Eh, está bien. Gracias." Y me retiré de allí cabizbajo.

La chica de James seguía bailando por lo que éste seguía observándola, siguiendo cada movimiento con los ojos y dándole billetes de a cien dólares. La muchacha parecía encantada, y le dedicó toda la pieza de 'Say it right' mirándolo en todo momento.

Me dejé caer en mi silla enfurruñado. No había forma de poder acostarme con la chica Honey, y eso me ponía de muy mal humor. Emmett y Jacob se me acercaron.

"¿Qué sucede, Eddie?"

Les conté que había pedido la noche con Honey y el de seguridad me mandó al carajo. Para mi sorpresa, ninguno de mis amigos pareció enojarse.

"Edward, no te puedes acostar con ninguna de aquí…" dijo Emmett rodando los ojos.

"¡¿Y por qué no?! ¡Le dí cuatrocientos dólares! ¡Debería acostarse conmigo!"

"Para ella cuatrocientos dólares son como cuatro centavos. No es nada, ¿lo entiendes? Aquí, los clientes no se acuestan con las bailarinas, y eso es algo que Jasper debe saber también."

Bufé.

"Aunque…" dijeron al unísono. Intercambiaron miradas de complicidad.

"¿Aunque…? ¿Aunque qué?" exclamé impaciente.

Sin decir ni una palabra, ambos salieron disparados y me dejaron solo, otra vez. Jasper había ido al baño para descargar el exceso de espermatozoides acumulados, y James seguía embelesado con Jade.

Después de unos veinte minutos, aproximadamente, Emmett y Jacob regresaron sonrientes y radiantes. Me dieron unas palmaditas en los hombros.

"¿Dónde está Jasper?" preguntó Jacob.

"Baño," respondí aún mirándolos sospechosamente. Cuando Jake se fue en busca de Jazz, me giré hacia Emmett. "¿Qué sucede?"

"Nada, nada… espera, Edward, no seas impaciente."

Cuando nuestros dos amigos regresaron, nos guiaron hacia algún lugar del bar. Algo así como una especie de habitaciones separadas. Dos gorilas nos abrieron la puerta, quitándonos nuestros celulares y cualquier cosa filosa.

"Diviértanse," dijo Emmett divertido.

"¡Oh, no, Emmett! ¡No me digas que me pagaste un privado de consuelo!"

Jacob y Emmett sólo nos despidieron con la mano, sonrientes. Los gorilas nos hicieron entrar a habitaciones separadas, que consistían en un sillón de terciopelo circular y en el centro del cuarto se alzaba una mini tarima en forma de óvalo, que sostenía un tubo transparente que llegaba hasta el techo. Me senté resignado, cruzándome de brazos y pensando que justo en este momento, Honey podría estar desnudándose otra vez en la pista.

La luz se apagó. La habitación quedó iluminada por una luz rojiza que combinaba con el sillón. El tubo se encendió en el interior con foquitos amarillos, y una música que reconocí como de Madonna comenzó a sonar desde algún punto del cuarto. Me revolví en mi asiento.

Una muchacha comenzó a bajar por el tubo, deslizándose suavemente mientras meneaba la cabeza al ritmo de la canción. Me desilusioné al ver su peluca rubia, suspirando decepcionado. La chica me encaró, y sus ojos se abrieron de sorpresa. Se inclinó hacia mí, sus ojos tintineando por el reflejo de las luces.

"Hola otra vez, extraño."


Hola  tod@s (O), de verdad gracias por las visitas, pero y los ¿Comentarios? y ¿votos?.

Se los agradeceria enormemente.

Saludos de parte de The Great Edward in the Sky, esta encantada con el recibiento que han tenido con su historia, pero si tanto les gusta ¿Comentarios?

Bexos.

 

Capítulo 2: Chapter 2 Capítulo 4: Chapter 4

 
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