Sombras De Amor y Pasión (+18)

Autor: bechi
Género: + 18
Fecha Creación: 31/01/2013
Fecha Actualización: 11/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 23
Comentarios: 46
Visitas: 25671
Capítulos: 19

advertencia:contenido altamente sexual explicito 

 

 

Cuando sientes la oscuridad en tu vida, sin remedio a ver luz alguna.. Tienes que aprender a vivir en esa oscuridad que tú mismo tomaste como vida… Pero nada es para siempre, todo puede cambiar tarde o temprano, Y sabrás que la vida te tiene algo muy bueno para ti…

 

 

 

 

hola soy bechi y les traigo mi primer fic asu juicio esperando les guste y no sean tan duras pues es el primero... espero sus votos y comentarios para ver si lo estoy haciendo bien... este fic es basado en la trilogia de "50 sombras de grey" pero interpretado por Edward y Bella.... Besos desde el Salvador su Querida Amiga PERVERTIDA...

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 7: capitulo 7.....

Casi me da un infarto.

 

—Señorita Steele, qué agradable sorpresa —me dice. Su mirada es firme e intensa. Maldita sea. ¿Qué narices está haciendo aquí, todo despeinado y vestido con ese jersey grueso de lana de color crema, vaqueros y botas? Creo que me he quedado boquiabierta, y no encuentro ni el cerebro ni la voz

 

—Señor Grey —murmuro, porque no puedo hacer otra cosa.Sus labios esbozan una sonrisa y sus ojos parecen divertidos, como si estuviera disfrutando de alguna broma de la que no me entero.

 

—Pasaba por aquí —me dice a modo de explicación—. Necesito algunas cosas. Es un placer volver a verla, señorita Steele.

 

Su voz es cálida y ronca como un bombón de chocolate y caramelo… o algo así. Muevo la cabeza intentando bajar de las nubes. El corazón me aporrea el pecho a un ritmo frenético, y por alguna razón me arden las mejillas ante su firme mirada escrutadora. Verlo delante de mí me ha dejado totalmente desconcertada. Mis recuerdos de él no le han hecho justicia. No es solo guapo, no. Es la belleza masculina personificada, arrebatador, y está aquí, en la ferretería Clayton’s. Quién lo iba a decir. Recupero por fin mis funciones cognitivas y vuelvo a conectar con el resto de mi cuerpo.

 

—Bella. Me llamo Bella —murmuro—. ¿En qué puedo ayudarle, señor Grey? Sonríe, y de nuevo es como si tuviera conocimiento de algún gran secreto. Es muy desconcertante. Respiro hondo y pongo mi cara de llevar cuatro años trabajando en la tienda y ser una profesional. Yo puedo.

 

—Necesito un par de cosas. Para empezar, bridas para cables —murmura con expresión fría y divertida a la vez.

 

 

¿Bridas para cables?

 

—Tenemos varias medidas. ¿Quiere que se las muestre? —susurro con voz titubeante. Cálmate, Steele. Un ligero fruncimiento estropea las cejas de Grey, que son bastante bonitas.

 

—Sí, por favor. La acompaño, señorita Steele —me dice. Salgo de detrás del mostrador fingiendo despreocupación, pero lo cierto es que me concentro al máximo en no desplomarme. De repente mis piernas parecen de plastilina. Me alegro mucho de haber decidido ponerme mis mejores vaqueros esta mañana.

 

 

—Están con los artículos de electricidad, en el pasillo número ocho —le digo en un tono de voz demasiado elevado. Lo miro y me arrepiento casi de inmediato. ¡Qué guapo es!

 

—La sigo —murmura haciendo un gesto con su mano de largos dedos y uñas perfectamente arregladas. Con el corazón casi estrangulándome —porque me ha subido hasta la garganta e intenta salírseme por la boca— me meto en un pasillo en dirección a la sección de electricidad. ¿Por qué está en Portland? ¿Por qué ha venido a Clayton’s? Y de una diminuta parte de mi cerebro que apenas utilizo —seguramente por debajo del bulbo raquídeo, cerca de donde habita mi subconsciente— surge una idea: Ha venido a verte. ¡Imposible! La descarto de inmediato. ¿Por qué iba a querer verme este hombre guapo, poderoso y sofisticado? Es una idea absurda, así que me la quito de la cabeza.

 

—¿Ha venido a Portland por negocios? —le pregunto. Mi voz suena demasiado aguda, como si me hubiera pillado un dedo en una puerta. ¡Basta! ¡Intenta calmarte, Bella!

 

—He ido a visitar el departamento de agricultura de la universidad, que está en Vancouver. En estos momentos financio una investigación sobre rotación de cultivos y ciencia del suelo —me contesta con total naturalidad. ¿Lo ves? Ni por asomo ha venido a verte, se burla a gritos mi orgullosa subconsciente. Me ruborizo solo de pensar en las tonterías que se me pasan por la cabeza.

 

—¿Forma parte de su plan para alimentar al mundo? —lo provoco.

 

—Algo así —admite esbozando una media sonrisa

 

Echa un vistazo a nuestra sección de bridas para cables. ¿Para qué querrá eso? No me lo imagino haciendo bricolaje. Desliza los dedos por las cajas de la estantería, y por alguna inexplicable razón tengo que apartar la mirada. Se inclina y coge una caja.

 

—Estas me irán bien —me dice con su sonrisa de estar guardando un secreto.

 

—¿Algo más? —Quisiera cinta adhesiva. ¿Cinta adhesiva? —¿Está decorando su casa? Las palabras salen de mi boca antes de que pueda detenerlas. Seguro que contrata a trabajadores o tiene personal que se la decora.

 

—No, no estoy decorándola —me contesta rápidamente. Sonríe, y me da la extraña sensación de que está riéndose de mí. ¿Tan divertida soy? ¿Por qué le hago tanta gracia?

 

—Por aquí —murmuro incómoda—. La cinta está en el pasillo de la decoración. Miro hacia atrás y veo que me sigue.

 

—¿Lleva mucho tiempo trabajando aquí? —me pregunta en voz baja, mirándome fijamente. Me ruborizo. ¿Por qué demonios tiene este efecto sobre mí? Me siento como una cría de catorce años, torpe, como siempre, y fuera de lugar. ¡Mirada al frente, Steele!

 

—Cuatro años —murmuro mientras llegamos a nuestro destino. Por hacer algo, me agacho y cojo las dos medidas de cinta adhesiva que tenemos.

 

—Me llevaré esta —dice Grey golpeando suavemente el rollo de cinta que le tiendo. Nuestros dedos se rozan un segundo, y ahí está de nuevo la corriente, que me recorre como si hubiera tocado un cable suelto. Jadeo involuntariamente al sentirla desplazándose hasta algún lugar oscuro e inexplorado en lo más profundo de mi vientre. Intento desesperadamente serenarme.

 

—¿Algo más? —le pregunto con voz ronca y entrecortada. Abre ligeramente los ojos.

 

—Un poco de cuerda. Su voz, también ronca, replica la mía.

 

—Por aquí. Agacho la cabeza para ocultar mi rubor y me dirijo al pasillo.

 

—¿Qué tipo de cuerda busca? Tenemos de fibra sintética, de fibra natural, de cáñamo, de cable… Me detengo al ver su expresión impenetrable. Sus ojos parecen más oscuros. ¡Madre mía!

 

—Cinco metros de la de fibra natural, por favor. Mido rápidamente la cuerda con dedos temblorosos, consciente de su ardiente mirada gris. No me atrevo a mirarlo. No podría sentirme más cohibida. Saco el cúter del bolsillo trasero de mi pantalón, corto la cuerda, la enrollo con cuidado y hago un nudo. Es un milagro que haya conseguido no amputarme un dedo con el cúter.

 

—¿Iba usted a las scouts? —me pregunta frunciendo divertido sus perfilados y sensuales labios. ¡No le mires la boca!

 

—Las actividades en grupo no son lo mío, señor Grey. Arquea una ceja.

 

—¿Qué es lo suyo, Anastasia? —me pregunta en voz baja y con su sonrisa secreta. Lo miro y me siento incapaz de expresarme. El suelo son placas tectónicas en movimiento. Intenta tranquilizarte, Ana, me suplica de rodillas mi torturada subconsciente.

 

—Los libros —susurro. Pero mi subconsciente grita: ¡Tú! ¡Tú eres lo mío! Lo aparto inmediatamente de un manotazo, avergonzada de los delirios de grandeza de mi mente.

 

—¿Qué tipo de libros? —me pregunta ladeando la cabeza. ¿Por qué le interesa tanto?

 

—Bueno, lo normal. Los clásicos. Sobre todo literatura inglesa. Se frota la barbilla con el índice y el pulgar considerando mi respuesta. O quizá sencillamente está aburridísimo e intenta disimularlo.

 

—¿Necesita algo más? Tengo que cambiar de tema… Esos dedos en esa cara son cautivadores.

 

—No lo sé. ¿Qué me recomendaría? ¿Qué le recomendaría? Ni siquiera sé lo que va a hacer.

 

—¿De bricolaje? Asiente con mirada burlona. Me ruborizo y mi mirada se desplaza a los vaqueros ajustados que lleva.

 

—Un mono de trabajo —le contesto. Me doy cuenta de que ya no controlo lo que sale de mi boca. Vuelve a alzar una ceja, divertido.

 

—No querrá que se le estropee la ropa… —le digo señalando sus vaqueros.

 

—Siempre puedo quitármela —me contesta sonriendo. —Ya. Siento que mis mejillas vuelven a teñirse de rojo. Deben de parecer la cubierta del Manifiesto comunista. Cállate. Cállate de una vez.

 

—Me llevaré un mono de trabajo. No vaya a ser que se me estropee la ropa —me dice con frialdad. Intento apartar la inoportuna imagen de él sin vaqueros.

 

—¿Necesita algo más? —le pregunto en tono demasiado agudo mientras le tiendo un mono azul. No contesta a mi pregunta.

 

—¿Cómo va el artículo? Por fin me ha preguntado algo normal, sin indirectas ni juegos de palabras… Una pregunta que puedo responder. Me agarro a ella con las dos manos, como si fuera una tabla de salvación, y apuesto por la sinceridad.

 

—No estoy escribiéndolo yo, sino Katherine. La señorita Kavanagh, mi compañera de piso. Está muy contenta. Es la editora de la revista y se quedó destrozada por no haber podido hacerle la entrevista personalmente. —Siento que he remontado el vuelo, por fin un tema de conversación normal—. Lo único que le preocupa es que no tiene ninguna foto suya original.

 

—¿Qué tipo de fotografías quiere?

 

 

Muy bien. No había previsto esta respuesta. Niego con la cabeza, porque sencillamente no lo sé.

 

—Bueno, voy a estar por aquí. Quizá mañana… —¿Estaría dispuesto a hacer una sesión de fotos? Vuelve a salirme la voz de pito. Kate estará encantada si lo consigo. Y podrás volver a verlo mañana, me susurra seductoramente ese oscuro lugar al fondo de mi cerebro. Descarto la idea. Es estúpida, ridícula…

 

—Kate estará encantada… si encontramos a un fotógrafo. Estoy tan contenta que le sonrío abiertamente. Él abre los labios, como si quisiera respirar hondo, y parpadea. Por una milésima de segundo parece algo perdido, la Tierra cambia ligeramente de eje y las placas tectónicas se deslizan hacia una nueva posición. ¡Dios mío! La mirada perdida de Edward Grey.

 

—Dígame algo mañana —me dice metiéndose la mano en el bolsillo trasero y sacando la cartera—. Mi tarjeta. Está mi número de móvil. Tendría que llamarme antes de las diez de la mañana.

 

—Muy bien —le contesto sonriendo. Kate se pondrá contentísima.

—¡Bella! Paul aparece al otro lado del pasillo. Es el hermano menor del señor Clearwater. Me habían dicho que había vuelto de Princeton, pero no esperaba verlo hoy. —Discúlpeme un momento, señor Grey. Grey frunce el ceño mientras me vuelvo. Paul siempre ha sido un amigo, y en este extraño momento en que me las veo con el rico, poderoso, asombrosamente atractivo y controlador obsesivo Grey, me alegra hablar con alguien normal. Paul me abraza muy fuerte, y me pilla por sorpresa.

 

—¡Bella, cuánto me alegro de verte! —exclama.

 

—Hola, Paul. ¿Cómo estás? ¿Has venido para el cumpleaños de tu hermano?

 

—Sí. Estás muy guapa, Bella, muy guapa. Sonríe y se aparta un poco para observarme. Luego me suelta, pero deja un brazo posesivo por encima de mis hombros. Me separo un poco, incómoda.

 

Me alegra ver a Paul, pero siempre se toma demasiadas confianzas. Cuando miro a Edward Grey, veo que nos observa atentamente, con ojos impenetrables y pensativos, y expresión seria, impasible. Ha dejado de ser el cliente extrañamente atento y ahora es otra persona… alguien frío y distante.

 

—Paul, estoy con un cliente. Tienes que conocerlo —le digo intentando suavizar la animadversión que veo en la expresión de Grey. Tiro de Paul hasta donde está Grey, y ambos se observan detenidamente. El aire podría cortarse con un cuchillo. —Paul, te presento a Christian Grey. Señor Grey, este es Paul Clayton, el hermano del dueño de la tienda.

 

—Y por alguna razón poco comprensible, siento que debo darle más explicaciones

 

—. Conozco a Paul desde que trabajo aquí, aunque no nos vemos muy a menudo. Ha vuelto de Princeton, donde estudia administración de empresas. Estoy diciendo chorradas… ¡Basta!

 

—Señor Clayton. Christian le tiende la mano con mirada impenetrable.

 

—Señor Grey —lo saluda Paul estrechándole la mano—

 

. Espera… ¿No será el famoso Edward Grey? ¿El de Grey Enterprises Holdings? Paul pasa de mostrarse hosco a quedarse deslumbrado en una milésima de segundo. Grey le dedica una educada sonrisa.

 

—Uau… ¿Puedo ayudarle en algo?

 

—Se ha ocupado Isabella, señor Clayton. Ha sido muy atenta. Su expresión es impasible, pero sus palabras… es como si estuviera diciendo algo totalmente diferente. Es desconcertante.

 

—Estupendo —le responde Paul

 

—. Nos vemos luego, Bella.

 

—Claro, Paul. Lo observo desaparecer hacia el almacén.

 

—¿Algo más, señor Grey?

 

—Nada más.

 

Su tono es distante y frío. Maldita sea… ¿Lo he ofendido? Respiro hondo, me vuelvo y me dirijo a la caja. ¿Qué le pasa ahora? Marco el precio de la cuerda, el mono, la cinta adhesiva y los sujetacables.

 

—Serán cuarenta y tres dólares, por favor. Miro a Grey, pero me arrepiento inmediatamente. Está observándome fijamente. Me pone de los nervios.

 

—¿Quiere una bolsa? —le pregunto cogiendo su tarjeta de crédito.

 

—Sí, gracias,Isabella. Su lengua acaricia mi nombre, y el corazón se me vuelve a disparar. Apenas puedo respirar. Meto deprisa lo que ha comprado en una bolsa de plástico.

 

—Ya me llamará si quiere que haga la sesión de fotos. Vuelve a ser el hombre de negocios. Asiento, porque de nuevo me he quedado sin palabras, y le devuelvo la tarjeta de crédito.

 

—Bien. Hasta mañana, quizá. —Se vuelve para marcharse, pero se detiene—. Ah, una cosa, Isabella… Me alegro de que la señorita Kavanagh no pudiera hacerme la entrevista.

 

Sonríe y sale de la tienda a grandes zancadas y con renovada determinación, colgándose la bolsa del hombro y dejándome como una masa temblorosa de embravecidas hormonas femeninas. Paso varios minutos mirando la puerta cerrada por la que acaba de marcharse antes de volver a pisar la Tierra.

 

 

buenoooo el ultimo capi que tenia ayyyy les vaaa!!!! jajajaj me encanta que los leaaan es un honor.....

 

mañana escribo maaas besitoooos...

Capítulo 6: capitulo 6...... Capítulo 8: capitulo 8...

 
14445377 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios