Sombras De Amor y Pasión (+18)

Autor: bechi
Género: + 18
Fecha Creación: 31/01/2013
Fecha Actualización: 11/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 23
Comentarios: 46
Visitas: 25675
Capítulos: 19

advertencia:contenido altamente sexual explicito 

 

 

Cuando sientes la oscuridad en tu vida, sin remedio a ver luz alguna.. Tienes que aprender a vivir en esa oscuridad que tú mismo tomaste como vida… Pero nada es para siempre, todo puede cambiar tarde o temprano, Y sabrás que la vida te tiene algo muy bueno para ti…

 

 

 

 

hola soy bechi y les traigo mi primer fic asu juicio esperando les guste y no sean tan duras pues es el primero... espero sus votos y comentarios para ver si lo estoy haciendo bien... este fic es basado en la trilogia de "50 sombras de grey" pero interpretado por Edward y Bella.... Besos desde el Salvador su Querida Amiga PERVERTIDA...

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Capítulo 11: capitulo 11...

—No tengo nada de misteriosa.

 

—Creo que es usted muy contenida —murmura.

 

¿De verdad? Uau… ¿cómo lo consigo? Es increíble. ¿Yo, contenida? Imposible.

 

—Menos cuando se ruboriza, claro, cosa que hace a menudo. Me gustaría saber por qué se ha ruborizado.

 

Se mete un trozo de magdalena en la boca y empieza a masticarlo despacio, sin apartar los ojos de mí. Y, como no podía ser de otra manera, me ruborizo. ¡Mierda!

 

—¿Siempre hace comentarios tan personales?

 

—No me había dado cuenta de que fuera personal. ¿La he ofendido? —me pregunta en tono sorprendido.

 

—No —le contesto sinceramente.

 

—Bien.

 

—Pero es usted un poco arrogante.

 

Alza una ceja y, si no me equivoco, también él se ruboriza ligeramente.

 

—Suelo hacer las cosas a mi manera, Anastasia —murmura—. En todo.

 

—No lo dudo.

 

 ¿Por qué la conversación se pone tan seria? Las cosas no están yendo como pensaba. No puedo creerme que esté mostrándome tan hostil hacia él. Como si él intentara advertirme de algo.

 

  Es sin duda un obseso del control, no hay otra explicación, y parte de mí está pensando que quizá habría sido mejor que lo entrevistara Kate. Dos obsesos del control juntos. Además, ella es casi rubia —bueno, rubia rojiza—, como todas las mujeres de su empresa. Y es guapa, me recuerda mi subconsciente. No me gusta imaginar a Edward y a Kate juntos. Doy un sorbo a mi té, y Grey se pone otro trozo de magdalena en la boca.

 

—¿Es usted hija única? —me pregunta. Vaya… Ahora cambia de conversación.

 

—Sí.

 

—Hábleme de sus padres. ¿Por qué quiere saber cosas de mis padres? Es muy aburrido.

 

—Mi madre vive en Georgia con su nuevo marido, phil. Mi padrastro vive en Montesano.

 

—¿Y su padre?

 

—Mi padre murió cuando yo era una niña.

 

—Lo siento —musita. Por un segundo la expresión de su cara se altera.

 

—No me acuerdo de él.

 

—¿Y su madre volvió a casarse? Resoplo.

 

—sip.  Frunce el ceño.

 

—No cuenta demasiado de su vida, ¿verdad? —me dice en tono seco frotándose la barbilla, como pensativo.

 

—Usted tampoco.

 

—Usted ya me ha entrevistado, y recuerdo algunas preguntas bastante personales —me dice sonriendo. ¡Vaya! Está recordándome la pregunta de si era gay. Vuelvo a morirme de vergüenza. Sé que en los próximos años voy a necesitar terapia intensiva para no sentirme tan mal cada vez que recuerde ese momento. Suelto lo primero que se me ocurre sobre mi madre, cualquier cosa para apartar ese recuerdo.

 

—Mi madre es genial. Es una romántica empedernida. Ya se ha casado cuatro veces Edward alza las cejas sorprendido. —La echo de menos —sigo diciéndole—. Ahora está con phil. Espero que la controle un poco y recoja los trozos cuando sus descabellados planes no vayan como ella esperaba. Sonrío con cariño. Hace mucho que no veo a mi madre. Edward me observa atentamente, dando sorbos a su café de vez en cuando. La verdad es que no debería mirarle la boca. Me perturba.

 

—¿Se lleva bien con su padrastro?

 

—Claro. Crecí con él. Para mí es mi padre.

 

—¿Y cómo es?

 

—¿Charlie? Es… taciturno.

 

—¿Eso es todo? —me pregunta Grey sorprendido. Me encojo de hombros. ¿Qué espera este hombre? ¿La historia de mi vida?

 

—Taciturno como su hijastra —me suelta Grey. Me contengo para no soltar un bufido.

 

—Le gusta el fútbol, sobre todo el europeo, y los bolos, y pescar, y hacer muebles. Es carpintero. Estuvo en el ejército. Suspiro.

 

—¿Vivió con él?

 

—Sí. Mi madre conoció a su marido número tres cuando yo tenía quince años. Yo me quedé con Charlie. Frunce el ceño, como si no lo entendiera.

 

—¿No quería vivir con su madre? —me pregunta. Francamente, a él le importo tanto?

 

—El marido número tres vivía en Texas. Yo tenía mi vida en Montesano. Y… bueno, mi madre acababa de casarse. Me callo. Mi madre nunca habla de su marido número tres. ¿Qué pretende Grey? No es asunto suyo. Yo también puedo jugar a su juego.

 

—Cuénteme cosas sobre sus padres —le pido. Se encoge de hombros.

 

—Mi padre es abogado, y mi madre, pediatra. Viven en Seattle.

 

Vaya… Ha crecido en una familia acomodada. Pienso en una exitosa pareja que adopta a tres niños, y uno de ellos llega a ser un hombre guapo que se mete en el mundo de los negocios y lo conquista sin ayuda de nadie. ¿Qué lo llevó por ese camino? Sus padres deben de estar orgullosos.

 

—¿A qué se dedican sus hermanos?

 

—Emmet es constructor, y mi hermana pequeña está en París estudiando cocina con un famoso chef francés. Sus ojos se nublan enojados. No quiere hablar de su familia ni de él.

 

—Me han dicho que París es preciosa —murmuro. ¿Por qué no quiere hablar de su familia? ¿Porque es adoptado?

 

—Es bonita. ¿Ha estado? —me pregunta olvidando su enojo.

 

—Nunca he salido de Estados Unidos. Volvemos a las trivialidades. ¿Qué esconde?

 

—¿Le gustaría ir?

 

—¿A París? —exclamo. Me he quedado desconcertada. ¿A quién no le gustaría ir a París? —Por supuesto —le contesto—. Pero a donde de verdad me gustaría ir es a Inglaterra. Ladea un poco la cabeza y se pasa el índice por el labio inferior… ¡Madre mía!

 

—¿Por? Parpadeo. Concéntrate, Steele.

 

—Porque allí nacieron Shakespeare, Austen, las hermanas Brontë, Thomas Hardy… Me gustaría ver los lugares que les inspiraron para escribir libros tan maravillosos. Al mencionar a estos grandes literatos recuerdo que debería estar estudiando. Miro el reloj. —Voy a marcharme. Tengo que estudiar.

 

—¿Para los exámenes?

 

—Sí. Empiezan el martes.

 

—¿Dónde está el coche de la señorita Kavanagh?

 

—En el parking del hotel.

 

—La acompaño.

 

—Gracias por el té, señor Grey. Esboza su extraña sonrisa de guardar un gran secreto.

 

—No hay de qué, i sabella. Ha sido un placer. Vamos —me dice tendiéndome una mano. La tomo,extrañada pero encantada me encata tocarlo, y salgo con él de la cafetería. Caminamos hasta el hotel, y me gustaría decir que en amigable silencio.

 

Al menos, él parece tan tranquilo como siempre. En cuanto a mí, me desespero intentando analizar cómo ha ido nuestro café matutino. Me siento como si me hubieran entrevistado para un trabajo, pero no estoy segura de por qué.

 

—¿Siempre lleva vaqueros? —me pregunta sin venir a cuento.

 

—Casi siempre. Asiente. Hemos llegado al cruce, al otro lado de la calle del hotel. Todo me da vueltas. Qué pregunta tan rara… Y soy consciente de que nos queda muy poco tiempo juntos. Esto es todo. Esto ha sido todo, y lo he fastidiado, lo sé. Quizá sale con alguien.

 

—¿Tiene novia? —le suelto. ¡Maldita sea! ¿Lo he dicho en voz alta? Sus labios se arrugan formando una media sonrisa y me mira fijamente.

 

—No, Isabella.  no tengo novia —me contesta en voz baja. ¿Qué quiere decir? No es gay. Ay, quizá sí lo es. Seguramente me mintió en la entrevista. Por un momento creo que va a darme alguna explicación, alguna pista sobre su enigmática frase, pero no lo hace. Tengo que marcharme. Tengo que poner mis ideas en orden. Tengo que alejarme de él. Doy un paso adelante, tropiezo y salgo precipitada hacia la carretera.

 

—¡Mierda, Bella! —grita Grey. Tira de mi mano con tanta fuerza que acabo cayendo encima de él justo cuando pasa a toda velocidad un ciclista contra dirección, y no me atropella de milagro. Todo sucede muy deprisa. De pronto estoy cayéndome, y en cuestión de segundos estoy entre sus brazos y me aprieta fuerte contra su pecho. Respiro su aroma limpio y saludable. Huele a ropa recién lavada y a gel caro. Es embriagador. Inhalo profundamente.

 

—¿Está bien? —me susurra. Con un brazo me mantiene sujeta, pegada a él, y con los dedos de la otra mano me recorre suavemente la cara para asegurarse de que no me he hecho daño. Su pulgar me roza el labio inferior y contiene la respiración. Me mira fijamente a los ojos, y por un momento, o quizá durante una eternidad, le sostengo la mirada inquieta y ardiente, pero al final centro la atención en su bonita boca. Y por primera vez en veintiún años quiero que me besen. Quiero sentir su boca en la mía.

 

 

Bésame, maldita sea!, le suplico, pero no puedo moverme. Un extraño y desconocido deseo me paraliza. Estoy totalmente cautivada. Observo fascinada la boca de Edward Grey, y él me observa a mí con una mirada velada, con ojos cada vez más impenetrables. Respira más deprisa de lo normal, y yo he dejado de respirar. Estoy entre tus brazos. Bésame, por favor. Cierra los ojos, respira muy hondo y mueve ligeramente la cabeza, como si respondiera a mi silenciosa petición. Cuando vuelve a abrirlos, ha recuperado la determinación, ha tomado una férrea decisión.

 

pasa suavemente sus labios por los mios, lentamente empieza a moverlos junto alos mios no respondo inmediatamente porque estoy aturdida por el delicioso sabor de sus labios contra losd mios. pero fue un beso tan lento pues se separo rapido de mi ¡MIERDA!.

 

 

 

—Isabella, deberías mantenerte alejada de mí. No soy un hombre para ti —suspira.

 

 

 

hola hermosas!!!!!!!!!

necestito sus comentarios para saber si les gusta...

tambiem votos!!!

 

bueno alas que leyeron el libro saben que ese beso ahi no iva...

pero como es mi loca cabeza muchas cosas cambiaran..

me siguen???

besos

Capítulo 10: capitulo 10....... Capítulo 12: capitulo 12...

 
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