Sombras De Amor y Pasión (+18)

Autor: bechi
Género: + 18
Fecha Creación: 31/01/2013
Fecha Actualización: 11/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 23
Comentarios: 46
Visitas: 25680
Capítulos: 19

advertencia:contenido altamente sexual explicito 

 

 

Cuando sientes la oscuridad en tu vida, sin remedio a ver luz alguna.. Tienes que aprender a vivir en esa oscuridad que tú mismo tomaste como vida… Pero nada es para siempre, todo puede cambiar tarde o temprano, Y sabrás que la vida te tiene algo muy bueno para ti…

 

 

 

 

hola soy bechi y les traigo mi primer fic asu juicio esperando les guste y no sean tan duras pues es el primero... espero sus votos y comentarios para ver si lo estoy haciendo bien... este fic es basado en la trilogia de "50 sombras de grey" pero interpretado por Edward y Bella.... Besos desde el Salvador su Querida Amiga PERVERTIDA...

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 4: capitulo 4......

—Además, decirte a ti mismo, en tu fuero más íntimo, que has nacido para ejercer el control te concede un inmenso poder —sigue diciéndome en voz baja.

 

—¿Le parece a usted que su poder es inmenso?

 

Maniático del control, añado para mis adentros.

 

—Tengo más de cuarenta mil empleados, señorita Steele. Eso me otorga cierto sentido de la responsabilidad… poder, si lo prefiere. Si decidiera que ya no me interesa el negocio de las telecomunicaciones y lo vendiera todo, veinte mil personas pasarían apuros para pagar la hipoteca en poco más de un mes.

 

Me quedo boquiabierta. Su falta de humildad me deja estupefacta.

 

—¿No tiene que responder ante una junta directiva? —le pregunto asqueada.

 

—Soy el dueño de mi empresa. No tengo que responder ante ninguna junta directiva.

 

 

Me mira alzando una ceja y me ruborizo. Claro, lo habría sabido si me hubiera informado un poco. Pero, maldita sea, qué arrogante… Cambio de táctica.

 

—¿Y cuáles son sus intereses, aparte del trabajo?

 

 

—Me interesan cosas muy diversas, señorita Steele. —Esboza una sonrisa casi imperceptible—. Muy diversas. Por alguna razón, su mirada firme me confunde y me enciende.

 

Pero en sus ojos se distingue un brillo perverso.

 

 

—Pero si trabaja tan duro, ¿qué hace para relajarse?

 

—¿Relajarme?

 

Sonríe mostrando sus dientes, blancos y perfectos. Contengo la respiración. Es realmente guapo. Debería estar prohibido ser tan guapo.

 

—Bueno, para relajarme, como dice usted, navego, vuelo y me permito diversas actividades físicas. —Cambia de posición en su silla—. Soy muy rico, señorita Steele, así que tengo aficiones caras y fascinantes.

 

Echo un rápido vistazo a las preguntas de Kate con la intención de no seguir con ese tema.

 

—Invierte en fabricación. ¿Por qué en fabricación en concreto? —le pregunto.

 

¿Por qué hace que me sienta tan incómoda?

 

—Me gusta construir. Me gusta saber cómo funcionan las cosas, cuál es su mecanismo, cómo se montan y se desmontan. Y me encantan los barcos. ¿Qué puedo decirle?

 

—Parece que el que habla es su corazón, no la lógica y los hechos. Frunce los labios y me observa de arriba abajo.

—Es posible. Aunque algunos dirían que no tengo corazón.

—¿Por qué dirían algo así?

 

—Porque me conocen bien. —Me contesta con una sonrisa irónica.

 

—¿Dirían sus amigos que es fácil conocerlo?

 

Y nada más preguntárselo lamento haberlo hecho. No está en la lista de Kate.

 

—Soy una persona muy reservada, señorita Steele. Hago todo lo posible por proteger mi vida privada. No suelo ofrecer entrevistas.

 

—¿Por qué aceptó esta?

 

—Porque soy mecenas de la universidad, y porque, por más que lo intentara, no podía sacarme de encima a la señorita Kavanagh. No dejaba de dar la lata a mis relaciones públicas, y admiro esa tenacidad.

 

Sé lo tenaz que puede llegar a ser Kate. Por eso estoy sentada aquí, incómoda y muerta de vergüenza ante la mirada penetrante de este hombre, cuando debería estar estudiando para mis exámenes.

 

—El dinero no se come, señorita Steele, y hay demasiada gente en el mundo que no tiene qué comer.

 

—Suena muy filantrópico. ¿Le apasiona la idea de alimentar a los pobres del mundo? Se encoge de hombros, como dándome largas.

 

—Es un buen negocio —murmura

 

 

Pero creo que no está siendo sincero. No tiene sentido. ¿Alimentar a los pobres del mundo? No veo por ningún lado qué beneficios económicos puede proporcionar. Lo único que veo es que se trata de una idea noble. Echo un vistazo a la siguiente pregunta, confundida por su actitud.

 

—¿Tiene una filosofía? Y si la tiene, ¿en qué consiste?

 

—No tengo una filosofía como tal. Quizá un principio que me guía… de Carnegie: «Un hombre que consigue adueñarse absolutamente de su mente puede adueñarse de cualquier otra cosa para la que esté legalmente autorizado». Soy muy peculiar, muy tenaz. Me gusta el control… de mí mismo y de los que me rodean.

 

—Entonces quiere poseer cosas… Es usted un obseso del control.

 

—Quiero merecer poseerlas, pero sí, en el fondo es eso.

 

—Parece usted el paradigma del consumidor.

 

—Lo soy.

 

Sonríe, pero la sonrisa no ilumina su mirada. De nuevo no cuadra con una persona que quiere alimentar al mundo, así que no puedo evitar pensar que estamos hablando de otra cosa, pero no tengo ni la menor idea de qué. Trago saliva. En el despacho hace cada vez más calor, o quizá sea cosa mía. Solo quiero acabar de una vez la entrevista. Seguro que Kate tiene ya bastante material. Echo un vistazo a la siguiente pregunta.

 

—Fue un niño adoptado. ¿Hasta qué punto cree que ha influido en su manera de ser? Vaya, una pregunta personal.

 

Lo miro con la esperanza de que no se ofenda. Frunce el ceño.

 

—No puedo saberlo.

 

Me pica la curiosidad.

 

—¿Qué edad tenía cuando lo adoptaron?

 

—Todo el mundo lo sabe, señorita Steele —me contesta muy serio.

 

Mierda. Sí, claro. Si hubiera sabido que iba a hacer esta entrevista, me habría informado un poco. Cambio de tema rápidamente.

 

—Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo.

 

—Eso no es una pregunta —me replica en tono seco.

 

—Perdón. 

 

No puedo quedarme quieta. Ha conseguido que me sienta como una niña perdida. Vuelvo a intentarlo.

 

 

—¿Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo?

 

—Tengo familia. Un hermano, una hermana y unos padres que me quieren. Pero no me interesa seguir hablando de mi familia.

 

 

—¿Es usted gay, señor Grey? Respira hondo.

 

Estoy avergonzada, abochornada. Mierda. ¿Por qué no he echado un vistazo a la pregunta antes de leerla? ¿Cómo voy a decirle que estoy limitándome a leer las preguntas? Malditas sean Kate y su curiosidad.

 

 

—No, Isabella, no soy gay.

 

Alza las cejas y me mira con ojos fríos. No parece contento.

 

—Le pido disculpas. Está… bueno… está aquí escrito.

 

Ha sido la primera vez que me ha llamado por mi nombre. El corazón se me ha disparado y vuelven a arderme las mejillas. Nerviosa, me coloco el mechón de pelo detrás de la oreja.

 

Inclina un poco la cabeza.

 

—¿Las preguntas no son suyas? Quiero que se me trague la tierra.

 

—Bueno… no. Kate… la señorita Kavanagh… me ha pasado una lista

 

—¿Son compañeras de la revista de la facultad?

Oh, no. No tengo nada que ver con la revista. Es una actividad extraacadémica de ella, no mía. Me arden las mejillas

 

 —No. Es mi compañera de piso. Se frota la barbilla con parsimonia y sus ojos grises me observan atentamente.

 

—¿Se ha ofrecido usted para hacer esta entrevista? —me pregunta en tono inquietantemente tranquilo. A ver, ¿quién se supone que entrevista a quién? Su mirada me quema por dentro y no puedo evitar decirle la verdad.

 

—Me lo ha pedido ella. No se encuentra bien —le contesto en voz baja, como disculpándome.

 

—Esto explica muchas cosas. Llaman a la puerta y entra la rubia número dos.

 

—Señor Grey, perdone que lo interrumpa, pero su próxima reunión es dentro de dos minutos.

 

—No hemos terminado, Lia. Cancele mi próxima reunión, por favor.

 

Lia se queda boquiabierta, sin saber qué contestar. Parece perdida. El señor Grey vuelve el rostro hacia ella lentamente y alza las cejas. La chica se pone colorada. Menos mal, no soy la única.

 

—Muy bien, señor Grey —murmura, y sale del despacho. Él frunce el ceño y vuelve a centrar su atención en mí.

 

—¿Por dónde íbamos, señorita Steele?

 

Vaya, ya estamos otra vez con lo de «señorita Steele».

 

—No quisiera interrumpir sus obligaciones.

 

—Quiero saber de usted. Creo que es lo justo.

 

Sus ojos grises brillan de curiosidad. Mierda, mierda. ¿Qué pretende? Apoya los codos en los brazos de la butaca y une las yemas de los dedos de ambas manos frente a la boca. Su boca me… me desconcentra. Trago saliva.

 

—No hay mucho que saber —le digo volviéndome a ruborizar.

 

—¿Qué planes tiene después de graduarse? Me encojo de hombros.Su interés me desconcierta.

 

Venirme a Seattle con Kate, encontrar trabajo… La verdad es que no he pensado mucho más allá de los exámenes.

 

—No he hecho planes, señor Grey.- Tengo que aprobar los exámenes finales. Y ahora tendría que estar estudiando, no sentada en su inmenso, aséptico y precioso despacho, sintiéndome incómoda frente a su penetrante mirada.

 

—Aquí tenemos un excelente programa de prácticas —me dice en tono tranquilo. Alzo las cejas sorprendida. ¿Está ofreciéndome trabajo?

 

—Lo tendré en cuenta —murmuro confundida—. Aunque no creo que encajara aquí. Oh, no. Ya estoy otra vez pensando en voz alta.

 

—¿Por qué lo dice? Ladea un poco la cabeza, intrigado, y una ligera sonrisa se insinúa en sus labios.

 

—Es obvio, ¿no?

 

Soy torpe, desaliñada y no soy rubia.

 

—Para mí no.

 

Su mirada es intensa y su atisbo de sonrisa ha desaparecido. De pronto siento que unos extraños músculos me oprimen el estómago. Aparto los ojos de su mirada escrutadora y me contemplo los nudillos, aunque no los veo. ¿Qué está pasando? Tengo que marcharme ahora mismo. Me inclino hacia delante para coger la grabadora.

 

—¿Le gustaría que le enseñara el edificio? —me pregunta.

 

—Seguro que está muy ocupado, señor Grey, y yo tengo un largo camino.

 

—¿Vuelve en coche a Vancouver? Parece sorprendido, incluso nervioso. Mira por la ventana. Ha empezado a llover.

 

—Bueno, conduzca con cuidado —me dice en tono serio, autoritario. ¿Por qué iba a importarle?

 

—¿Me ha preguntado todo lo que necesita? —añade.

 

—Sí —le contesto metiéndome la grabadora en el bolso. Cierra ligeramente los ojos, como si estuviera pensando.

 

—Gracias por la entrevista, señor Grey.

 

—Ha sido un placer —me contesta, tan educado como siempre. Me levanto, se levanta también él y me tiende la mano.

 

—Hasta la próxima, señorita Steele. Y suena como un desafío, o como una amenaza. No estoy segura de cuál de las dos cosas. Frunzo el ceño. ¿Cuándo volveremos a vernos? Le estrecho la mano de nuevo, perpleja de que esa extraña corriente siga circulando entre nosotros. Deben de ser nervios.

 

—Señor Grey. Me despido de él con un movimiento de cabeza. Él se dirige a la puerta con gracia y agilidad, y la abre de par en par.

 

—Asegúrese de cruzar la puerta con buen pie, señorita Steele. Me sonríe. Está claro que se refiere a mi poco elegante entrada en su despacho. Me ruborizo.

 

—Muy amable, señor Grey —le digo bruscamente. Su sonrisa se acentúa. Me alegro de haberle divertido. Salgo al vestíbulo echando chispas y me sorprende que me siga.

 

Lia y Rosalie levantan la mirada, tan sorprendidas como yo.

 

—¿Ha traído abrigo? —me pregunta Grey.

 

—Chaqueta.

 

Rosalie  se levanta de un salto a buscar mi chaqueta, que Grey le quita de las manos antes de que haya podido dármela. La sostiene para que me la ponga, y lo hago sintiéndome totalmente ridícula. Por un momento Grey me apoya las manos en los hombros, y doy un respingo al sentir su contacto. Si se da cuenta de mi reacción, no se le nota. Su largo dedo índice pulsa el botón del ascensor y esperamos, yo con torpeza, y él sereno y frío. Se abren las puertas y entro a toda prisa, desesperada por escapar. Tengo que salir de aquí. Cuando me vuelvo, está inclinado frente a la puerta del ascensor, con una mano apoyada en la pared. Realmente es muy guapo. Guapísimo. Me desconcierta.

 

—Isabella —me dice a modo de despedida.

 

—Edward—le contesto. Y afortunadamente las puertas se cierran.

 

 

 

HOLA HERMOSAS!!! 

aqui les dejo mi cuarto capitulo esperando sus votos y comentarios... 

chicas esto cada vez se pone maaas bueno....... mmmmm... Edward interesado en la torpe Bella... wowww sigan leyendo...

besos..

su amiga bechi...

Capítulo 3: capitulo 3.... Capítulo 5: capitulo 5.....

 
14445681 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios