Sombras De Amor y Pasión (+18)

Autor: bechi
Género: + 18
Fecha Creación: 31/01/2013
Fecha Actualización: 11/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 23
Comentarios: 46
Visitas: 25673
Capítulos: 19

advertencia:contenido altamente sexual explicito 

 

 

Cuando sientes la oscuridad en tu vida, sin remedio a ver luz alguna.. Tienes que aprender a vivir en esa oscuridad que tú mismo tomaste como vida… Pero nada es para siempre, todo puede cambiar tarde o temprano, Y sabrás que la vida te tiene algo muy bueno para ti…

 

 

 

 

hola soy bechi y les traigo mi primer fic asu juicio esperando les guste y no sean tan duras pues es el primero... espero sus votos y comentarios para ver si lo estoy haciendo bien... este fic es basado en la trilogia de "50 sombras de grey" pero interpretado por Edward y Bella.... Besos desde el Salvador su Querida Amiga PERVERTIDA...

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Capítulo 10: capitulo 10.......

—¿Dónde quiere que me coloque? —le pregunta Grey en tono ligeramente amenazador. Pero Katherine no está dispuesta a dejar que Jacob lleve el comtrol de la situacion.

 

—Señor Grey, ¿puede sentarse aquí, por favor? Tenga cuidado con los cables. Y luego haremos también unas cuantas de pie.

Le indica una silla colocada contra una pared. Travis enciende las luces, que por un momento ciegan a Grey, y susurra una disculpa. Luego él y yo nos quedamos atrás y observamos a Jacob mientras toma las fotografías. Hace varias con la cámara en la mano, pidiéndole a Grey que se gire a un lado, al otro, que mueva un brazo y que vuelva a bajarlo.

 

Luego coloca la cámara en el trípode y sigue haciendo fotos de Grey sentado, posando pacientemente y con naturalidad, durante unos veinte minutos. Mi deseo se ha hecho realidad: admiro a Grey desde una distancia no tan larga. En dos ocasiones nuestros ojos se encuentran y tengo que apartar la mirada de la suya, tan inextricable.

 

—Ya tenemos bastantes sentado —interrumpe Katherine—. ¿Puede ponerse de pie, señor Grey?

 

Se levanta y Travis corre a retirar la silla. El obturador de la Nikon de Jacob empieza a chasquear de nuevo.

 

—Creo que ya tenemos suficientes —anuncia Jacob cinco minutos después.

 

—Muy bien —dice Kate—. Gracias de nuevo, señor Grey.

 

Le estrecha la mano, y también José. —Me encantará leer su artículo, señorita Kavanagh —murmura Grey, y se vuelve hacia mí, que estoy junto a la puerta

 

—. ¿Viene conmigo, señorita Steele? —me pregunta.

 

—Claro —le contesto totalmente desconcertada. Miro nerviosa a Kate, que se encoge de hombros. Veo que Jacob, que está detrás de ella, pone mala cara.

 

—Que tengan un buen día —dice Grey abriendo la puerta y apartándose a un lado para que yo salga primero. Pero… ¿De qué va todo esto? ¿Qué quiere? Me detengo en el pasillo y me muevo nerviosa mientras Grey sale de la habitación seguido por el tipo rapado y trajeado.

 

—Enseguida le aviso, Taylor —murmura al rapado. Taylor se aleja por el pasillo y Grey dirige su ardiente mirada gris hacia mí. Mierda… ¿He hecho algo mal?

 

—Me preguntaba si le apetecería tomar un café conmigo.

 

El corazón se me sube de golpe a la boca. ¿Una cita? Edward Grey está pidiéndome una cita. Está preguntándote si quieres un café. Quizá piensa que todavía no te has despertado, me suelta mi subconsciente en tono burlón. Carraspeo e intento controlar los nervios.

 

—Tengo que llevar a todos a casa —murmuro en tono de disculpa retorciendo las manos y los dedos.

 

—¡Taylor! —grita. Pego un salto. Taylor, que se había quedado esperando al fondo del pasillo, se vuelve y regresa con nosotros.

 

—¿Van a la universidad? —me pregunta Grey en voz baja. Asiento, porque estoy demasiado aturdida para contestar.

 

—Taylor puede llevarlos. Es mi chófer. Tenemos un 4 x 4 grande, así que puede llevar también el equipo.

 

—¿Señor Grey? —pregunta Taylor cuando llega hasta nosotros con rostro inexpresivo.

 

—¿Puede llevar a su casa al fotógrafo, su ayudante y la señorita Kavanagh, por favor?

 

—Por supuesto, señor —le contesta Taylor.

 

—Arreglado. ¿Puede ahora venir conmigo a tomar un café? Grey sonríe dándolo por hecho. Frunzo el ceño.

 

—Verá… señor Grey… esto… la verdad… Mire, no es necesario que Taylor los lleve.

 

—Lanzo una rápida mirada a Taylor, que sigue estoicamente impasivo—. Puedo intercambiar el coche con Kate, si me espera un momento.

 

Grey me dedica una sonrisa de oreja a oreja deslumbrante y natural. Madre mía… Abre la puerta de la suite y la sostiene para que pase. Entro deprisa y encuentro a Katherine en plena discusión con Jacob.

 

—Bella, creo que no hay duda de que le gustas —me dice sin el menor preámbulo. Jacob me mira ceñudo.

 

—Pero no confio de él —añade Kate. Levanto la mano con la esperanza de que se calle, y milagrosamente lo hace.

 

—Kate, ¿puedes llevarte a Wanda y dejarme tu coche?

 

—¿Por qué?

 

—Edward Grey me ha pedido que vaya a tomar un café con él.

 

Se queda boquiabierta, sin saber qué decir. Disfruto del momento. Me coge del brazo y me arrastra hasta el dormitorio, al fondo de la sala de estar de la suite.

 

—Bella, es un tipo raro —me advierte—. Es muy guapo, de acuerdo, pero creo que es peligroso. Especialmente para alguien como tú.

 

—¿Qué quieres decir con eso de alguien como yo? —le pregunto ofendida

 

—Una inocente como tú, Bella. Ya sabes lo que quiero decir —me contesta un poco enfadada. Me ruborizo.

 

—Kate, solo es un café. Empiezo los exámenes esta semana y tengo que estudiar, así que no me alargaré mucho. Arruga los labios, como si estuviera considerando mi petición. Al final se saca las llaves del bolsillo y me las da. Le doy las mías.

 

—Nos vemos luego. No tardes, o pediré que vayan a rescatarte.

 

—Gracias.

 

La abrazo. Salgo de la suite y encuentro a Edward Grey esperándome apoyado en la pared. Parece un modelo posando para una sofisticada revista de moda.

 

—Ya está. Vamos a tomar un café —murmuro enrojeciendo de nuevo. Sonríe.

 

—Usted primero, señorita Steele. Se incorpora y hace un gesto para que pase delante. Avanzo por el pasillo con las piernas temblando, el estómago lleno de mariposas y el corazón latiéndome violentamente. Voy a tomar un café con Edward Grey… y odio el café. Caminamos juntos por el amplio pasillo hacia el ascensor. ¿Qué puedo decirle? De pronto el temor me paraliza la mente. ¿De qué vamos a hablar? ¿Qué tengo yo en común con él? Su voz cálida me sobresalta y me aparta de mis pensamientos.

 

—¿Cuánto hace que conoce a Katherine Kavanagh? Bueno, una pregunta fácil para empezar.

 

—Desde el primer año de facultad. Somos buenas amigas.

 

—Ya —me contesta evasivo.

 

¿Qué está pensando?

 

Pulsa el botón para llamar al ascensor y casi de inmediato suena el pitido. Las puertas se abren y muestran a una joven pareja abrazándose  y besandose apasionadamente parecian hacer otra cosa por un momento me causaron mucha envia, pero luego deseche esa malo pesamiento.

 

Se separan de golpe, sorprendidos e incómodos, y miran con aire de culpabilidad en cualquier dirección menos la nuestra. Grey y yo entramos en el ascensor. Intento que no cambie mi expresión, así que miro al suelo al sentir que las mejillas me arden. Cuando levanto la mirada hacia Grey, parece que ha esbozado una sonrisa, pero es muy difícil asegurarlo. La joven pareja no dice nada.

 

Descendemos a la planta baja en un incómodo silencio. Ni siquiera suena uno de esos terribles hilo musicales para distraernos. Las puertas se abren y, para mi gran sorpresa, Grey me coge de la mano y me la sujeta con sus dedos largos y fríos.

 

 

Siento la corriente recorriendo mi cuerpo, y mis ya rápidos latidos se aceleran Dios.

 

Mientras tira de mí para salir del ascensor, oímos a nuestras espaldas la risita tonta de la pareja. Grey sonríe.

 

—¿Qué pasa con los ascensores? —masculla.

 

no esperaba ese comentario, pero me agrado.

 

Cruzamos el amplio y animado vestíbulo del hotel en dirección a la entrada, pero Grey evita la puerta giratoria. Me pregunto si es porque tendría que soltarme la mano. Es un bonito domingo de mayo.

 

Brilla el sol y apenas hay tráfico. Grey gira a la izquierda y avanza hacia la esquina, donde nos detenemos a esperar que cambie el semáforo. Estoy en la calle y Edward Grey me lleva de la mano.

 

Nunca he paseado de la mano de nadie. La cabeza me da vueltas, y un cosquilleo me recorre todo el cuerpo. Intento reprimir la ridícula sonrisa que amenaza con dividir mi cara en dos.

 

Intenta calmarte, Bella, me implora mi subconsciente. El hombrecillo verde del semáforo se ilumina y seguimos nuestro camino. Andamos cuatro manzanas hasta llegar al Portland Coffee House, donde Grey me suelta para sujetarme la puerta.

 

—¿Por qué no elige una mesa mientras voy a pedir? ¿Qué quiere tomar? —me pregunta, tan educado como siempre.

 

—Tomaré… eh… un té negro.

 

Alza las cejas.

 

—¿No quiere un café?

 

—No me gusta demasiado el café. Sonríe.

 

—Muy bien, un té negro. ¿Dulce?

 

Me quedo un segundo perpleja, pensando que se refiere a mí, pero por suerte aparece mi subconsciente frunciendo los labios. No, tonta… Que si lo quieres con azúcar te crees estupida o que? jajajaja.

 

—No, gracias. Me miro los dedos nudosos.

 

—¿Quiere comer algo?

 

—No, gracias.

 

Niego con la cabeza y Grey se dirige a la barra. Levanto un poco la vista y lo miro furtivamente mientras espera en la cola a que le sirvan. Podría pasarme el día mirándolo… Es alto, ancho de hombros y delgado… Y cómo le caen los pantalones… Madre mía. Un par de veces se pasa los largos y bonitos dedos por el pelo, que ya está seco, aunque sigue alborotado.

 

Ay, cómo me gustaría hacerlo a mí. La idea se me pasa de pronto por la cabeza y me arde la cara. Me muerdo el labio y vuelvo a mirarme las manos. No me gusta el rumbo que están tomando mis caprichosos pensamientos.

 

—Un dólar por sus pensamientos.

 

Grey ha vuelto y me mira fijamente. Me pongo colorada. Solo estaba pensando en pasarte los dedos por el pelo y preguntándome si sería suave. Niego con la cabeza.

 

Grey lleva una bandeja en las manos, que deja en la pequeña mesa redonda chapada en abedul. Me tiende una taza, un platillo, una tetera pequeña y otro plato con una bolsita de té con la etiqueta TWININGS ENGLISH BREAKFAST, mi favorito.

 

Él se ha pedido un café con un bonito dibujo de una hoja impreso en la espuma de leche. ¿Cómo lo hacen?, me pregunto distraída. También se ha pedido una magdalena de arándanos. Coloca la bandeja a un lado, se sienta frente a mí y cruza sus largas piernas. Parece cómodo, muy a gusto con su cuerpo. Lo envidio. Y aquí estoy yo, desgarbada y torpe, casi incapaz de ir de A a B sin caerme de culo.

 

—¿Qué está pensando? —insiste.

 

—Que este es mi té favorito.

 

Hablo en voz baja y entrecortada. Sencillamente, no me puedo creer que esté con Edward Grey en una cafetería de Portland. Frunce el ceño. Sabe que estoy escondiéndole algo. Introduzco la bolsita de té en la tetera y casi inmediatamente la retiro con la cucharilla. Grey ladea la cabeza y me mira con curiosidad mientras dejo la bolsita de té en el plato.

 

—Me gusta el té negro muy flojo —murmuro a modo de explicación.

 

—Ya veo. ¿Es su novio?

 

Pero ¿qué dice?

 

—¿Quién?

 

—El fotógrafo. Jacob Black.

 

Me río nerviosa, aunque con curiosidad. ¿Por qué le ha dado esa impresión?

 

—No. Jacob es un buen amigo mío. Eso es todo. ¿Por qué ha pensado que era mi novio?

 

—Por cómo se sonríen.

 

Me sostiene la mirada. Es desconcertante. Quiero mirar a otra parte, pero estoy atrapada, embelesada.

 

—Es como de la familia —susurro

 

. Grey asiente, al parecer satisfecho con mi respuesta, y dirige la mirada a su magdalena de arándanos. Sus largos dedos retiran el papel con destreza, y yo lo contemplo fascinada.

 

—¿Quiere un poco? —me pregunta. Y recupera esa sonrisa divertida que esconde un secreto.

 

—No, gracias. Frunzo el ceño y vuelvo a contemplarme las manos.

 

—Y el chico al que me presentó ayer, en la tienda… ¿No es su novio?

 

—No. Paul es solo un amigo. Se lo dije ayer.

 

¿Qué tonterías son estas?

 

—¿Por qué me lo pregunta? —le digo.

 

—Parece nerviosa cuando está con hombres.

 

Maldita sea, es algo personal. Solo me pongo nerviosa cuando estoy con usted, Grey.

 

—Usted me resulta intimidante.

 

Me pongo colorada, pero mentalmente me doy palmaditas en la espalda por mi sinceridad y vuelvo a contemplarme las manos. Lo oigo respirar profundamente.

 

—De modo que le resulto intimidante —me contesta asintiendo—. Es usted muy sincera. No baje la cabeza, por favor. Me gusta verle la cara.

Lo miro y me dedica una sonrisa alentadora, aunque irónica.

 

—Eso me da alguna pista de lo que puede estar pensando —me dice—. Es usted un misterio, señorita Steele.

 

¿Un misterio? ¿Yo?

 

hola hermosaaas!!!!!!!

aqui estoy con otro capiii!!!!!!!!!

espero que les gusteee!!!!!!!

ustedes que creen???

que bella y edward estaran juntos a pesar del misterio???

pues averiguenlo... jajajajaja.....

besos.... bechi.......

Capítulo 9: capitulo 9.... Capítulo 11: capitulo 11...

 
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