Edward POV
Sam me avisó que las flores ya habían sido enviadas. Estaba esperando con muchas ansias la respuesta de Bella, cada vez que sonaba mi teléfono pensando que era ella atendía con mucha alegría. Pero o era mi secretaria o eran Jasper o Emmet.
Terminé pensando que Bella no quería saber nada de mí. Tal vez no le habían gustado las flores o le pareció muy rápida la declaración de mis sentimientos. Pero era lo que sentía y no quería ocultárselo. Ya entrando en una desesperación terrible porque no llamaba a mi teléfono, este sonó nuevamente. Pensando que era mi secretaria o alguno de mis hermanos contesté el teléfono de lo más normal. Al escuchar la voz de la persona que me llamaba sentí que mi corazón latía fuerte. Mi Bella preguntó si era yo el que contestó y para asegurarme si era ella realmente y no era mi mente la que me juagaba una mala pasada pregunté quién era la persona que llamaba. Mis sospechas eran confirmadas. Mi mente y mi corazón no me estaban jugando una mala pasada, era ella. Me agradeció por las flores, las cuales le encantaron. Me alegro tanto que le hayan gustado, que me puse nervioso y tartamudeé un poco para responderle. Luego empezó a hablarme de la invitación a cenar, antes de terminar su oración hizo una pequeña pausa que me puso totalmente nervioso, que hasta sudaba en frío. Mis nervios se disiparon una vez que ella me dijo que aceptaba. No lo podía creer. Quedamos que la recogería mañana a las 8.30 y que la llevaría a comer comida italiana. Conocía un muy buen restaurante que sabía le iba a encantar, además los mozos de aquel lugar te recibían hablando en italiano, podía aprovechar esto para utilizar lo poco que aprendí de habla italiana y sorprender a Bella, daba la sensación de estar en la mismísima Italia, además era mucho más lindo que al que fuimos a comer con Emmet, Jasper y sus novias. Estaba seguro que le iba a encantar.
Luego del trabajo fui a mi departamento, me preparé para mi esperada salida con Bella. Debo admitir que aunque lo disimule bastante bien para evitar las burlas de Emmet y Jasper, estaba muy nervioso. Me bañé y me vestí con una camisa azul y unos jeans medio ajustados con zapatos negros. Mi cabello, alborotado. Me perfumé y me dirigí directo a mi auto y emprendí mi viaje hacia el departamento de Bella.
Al llegar allí estaba muy nervioso, más que antes. Me acerqué al timbre y presioné el botón. Me contestó una voz medio chillona.
-¿Hola?- dijo.
-¿Alice?- dije yo- soy Edward… vine a buscar a Bella-.
-¡Ay Edward! – me respondió con emoción- ya le aviso a Bella que baje.
Escuché que le gritaba a Bella que baje.
-En un segundo está allí- me dijo.
-Gracias Alice-.
Espere alrededor de uno o dos minutos esperando a ver a Bella. Al verla asomarse por la puerta de vidrio de la entrada pensé que me derretiría allí mismo. Ella tenía un vestido azul con mangas que le llegaba a las rodillas con unas chatitas negras y el cabello recogido en una trenza. La palabra hermosa se veía corta.
-Hola Jefe- me dijo en tono burlón con una sonrisa en la cara.
-Hola subordinada- le dije en el mismo tono burlón y una sonrisa de lado.
-¿A dónde iremos?- me preguntó.
-Ya verás, es una sorpresa le dije.
Me dirigí a hacia la puerta del pasajero, y como todo caballero que soy le abrí la puerta, me dirigí a mi lado y me subí. Al principio del viaje íbamos con un silencio que no era incómodo sentí que ella de vez en cuando me miraba y sonreía. Entonces yo le devolvía la sonrisa. Luego entablamos una conversación acerca de mi empresa, de trivialidades. Llegando al restaurante le dije que le iba a encantar el lugar.
-¡Wow! Tenías razón, hasta ahora por fuera me encanta- me dijo con una sonrisa y se notaba en su rostro que estaba fascinada.
-Espera a que veas el interior- le dije.
Le pase mi brazo para entrelazarlo con el de ella, ella lo tomó y caminamos así hasta la entrada.
-Buona notte, benvenuti a Il Mangiare- me dijo el mozo. Estos tenían la costumbre de recibir en italiano a los clientes.
-Buona notte signore- le respondí – tengo una reservación para dos personas a nombre de Edward Cullen-.
-Se, por favor síganme- me dijo.
Bella y yo lo seguimos hasta donde se encontraba nuestra mesa. Por suerte era cliente regular y logré que me den la mejor mesa que tenían. Estaba al lado de un gran ventanal desde el cual se podían ver el hermoso patio del restaurante. Ambos ordenamos lo mismo. Unos raviolis con tuco y unas gaseosas. Este sería el comienzo de una hermosa noche.
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