Acababamos de salir del instituto. Hoy habia sido un gran dia, excepto por la parte en la que mi futuro septimo novio se habia retirado sin dirigirme la palabra. Edward Cullen,su nombre sonaba como la canción más hermosa del mundo, la que definitivamente seria mía.

Aun estaba molesta con mi madre por esta mudanza, pero con el tiempo las cosas mejoraban. Tenía el cuarto más grande, mis nuevos amigos me idolatraban por ser la nueva estudiante y había conocido al amor de mi vida. Había solo dos cosas que realmente me molestaban, la falta de sol y la actitud de mi hermana.
Isabella era perfecta en todo sentido y siempre trataba ser la hija favorita. Desde mi punto de vista no era mas que una pesada.
Estábamos en el auto yendo a casa y mi celular sonó.
_Mary, hija por favor, ¿Podrían buscar un sobre con mi nombre en el hospital local?
_Si mamá, no te preocupes_ le dije
_Gracias_ contestó
Colgué el teléfono.
_ ¿Qué quería? _me pregunto Bella
_ Quiere que vayamos al hospital a buscar un sobre
_ Esta bien, vamos_ agregó
Giró en la esquina y nos dirigimos al establecimiento. El lugar era muy grande y totalmente vidriado, parecía muy higiénico. Pero no fue eso lo que llamo mi atención. Había un auto plateado estacionado en la puerta, reconocería ese Volvo donde fuera. Era el auto de Edward Cullen. 
_Yo me bajo_ le dije a mi hermana
_ Ok te espero
En ese momento creí que Dios me estaba dando una oportunidad para conseguir lo que mas quería. Lo que más quería desde esta mañana. Me bajé del auto y lo vi en la puerta hablando con su hermana Alice. Me acomodé disimuladamente el pelo y la ropa para pasar a su lado un poco mas arreglada. Caminé como una modelo prácticamente hacia la puerta, me di la vuelta y vi a Bella descostillándose de la risa adentro del auto. Eso me enojó un poco.
Pasé por su lado.
_ Hola_ dije
_ Hola_ me respondieron a dúo
Eran las voces más melodiosas que había escuchado en mi vida. Estaba tan perdida en ellas que casi me llevo por delante la puerta. Me topé justo antes de chocar con un hombre alto y rubio.
_ Perdón_ se disculpó
_ No, esta bien_ le contesté
Le di lugar y abrí la puerta. Antes de entrar lo escuche hablar con Edward y Alice, “ya pueden irse, los veo en casa” les dijo. Ahí me di cuenta de que el era el doctor Carlisle.
Me dirigí al escritorio de recepción y pedí el sobre de mi madre. La señora que me atendió fue muy amable y me hizo firmar unos papeles. Estaba firmando y escribiendo unos datos cuando el doctor volvió a entrar.
_Ve tu Alice, tengo que hacer algo antes_ era la voz de Edward
En ese momento me ilusioné, ¿Le habré gustado?, pensé. La recepcionista me entregó el sobre y me dirigí hacia mi auto. El estaba apoyado en la puerta de su Volvo, cuando me vio salir, dio media vuelta y se inclinó para sacar algo. Yo seguía caminando, quería que me siguiera para restregarle el éxito en la cara a Isabella. El me siguió, era como un sueño. Entré al auto y Bella me miró.
_ Vamos_ dije
_ Esta bien_ contestó
Tomó la llave, ya me estaba arrepintiendo. Quizás por hacerme la difícil lo terminaba perdiendo. Allí lo divisé, se estaba acercando al auto. Llegó al frente del vehículo y pasó algo totalmente inesperado, en vez de acercare a mi lado y declararme su amor, se acerco a la ventanilla de mi hermana.
_ Isabella_ pronunció con su hermosa voz._ Ella lo miró_ Te dejaste esto en tu banco, en el instituto_ continuó entregándole un cuaderno.
_ Gracias Edward_ dijo ella_ Con razón que no lo encontraba
_ No hay de que_ sonrió, su sonrisa me atravesó el pecho y me sentí la persona mas idiota del mundo._ Nos vemos mañana en historia
Se alejó del auto y la saludó con la mano, ella también lo saludó sonriendo. Luego salimos a la calle. No podía creer que el gran amor de mi vida, se hubiera acercado a mi auto para, prácticamente, coquetear con mi hermana. ¡Estaba indignada! Y mi cara lo delataba muy bien. ¡Que tonta había sido al ilusionarme!, ¡¿Qué esperaba?! ¿Qué se me declarara después del primer día, en el que ni siquiera habíamos hablado? ¡Eso era totalmente imposible e incoherente! Ahora estaba con un tremendo peso en el pecho por no razonar antes. Me arrepentí como nunca antes lo había hecho. En silencio, retomamos el camino a casa. Lo peor era que sabía que Bella lo había disfrutado, y que no tenía la confianza necesaria para decírmelo. A ella le gustaba. Desde ahora todo seria un juego, una competencia. Y definitivamente yo ganaría.