Era domingo. Acababa de levantarme y estaba desayunando. Me sentía perdida, como en un mundo paralelo. Mi madre tenía que repetirme las cosas para que la entendiera. Era algo muy gracioso, pero a ella le irritaba. Cuando me pedía algo, yo asentía y a los dos segundos volvía y le preguntaba que tenía que hacer.

Estaba así desde anoche. Solo pensaba en Edward. El beso que me había dado la noche anterior en nuestra cena era lo único que ocupaba mi mente. Ni siquiera sabía lo que Mary estaba haciendo. Ya no le prestaba atención. Seguramente andaba por toda la casa con la cara larga como siempre.

Subí a mi cuarto y trate de poner mi mente en blanco para dedicarme a lo que me faltaba de deberes. Saqué todas mis cosas y las desplegué en el escritorio. Hice como pude las tareas de geografía, por suerte lo que tenía que hacer era poco y fácil. Estaba por empezar con historia, cuando mi madre me llamó.

_ ¿Bella, me ayudarías con el almuerzo?

_ Claro mamá_ le dije

_ Está bien, por favor pon la mesa

 _ Si

Me dirigí a la alacena y saqué tres platos y tres vasos. Puse las servilletas y los cubiertos.

_ Ah, me olvidé de decirte, Mary no come aquí hoy_ me avisó desde la cocina

_ ¿No?

_ No, almorzara en la casa de una amiga

_ Ah, está bien

Guardé todo lo que había sacado para Mary. Y ayudé a mi madre con la comida. Nos sentamos y comenzamos a charlar.

_ ¿Cómo te fue anoche? Al final no me contaste nada...

_ Anoche… me fue muy bien_ sonreí

_ Y… cuéntame… ¿A dónde fueron?

_ Fuimos a un lugar muy hermoso en donde había una pérgola toda iluminada. Ahí cenamos y luego me trajo.

_ Se esmeró con la primera cita_ dijo

_ Eso creo…

_ Y… ¿Bailaron?

_ Si _me toqué la nuca nerviosa. Ya estaba adoptando hasta sus tics_ Bailamos unos temas lentos…

_ Y luego…_ me miró entusiasmada

_ Nos besamos

_ ¡Lo sabía! Era muy obvio, con razón andas tan perdida el día de hoy

_ Si…

La ayude a levantar la mesa y a lavar los platos. Luego ella subió para recostarse yo me puse a hacer los deberes de historia. Ya casi terminaba cuando sonó mi teléfono. Era Edward

_ ¿Hola? _dije

_ Hola _ respondió con su hermosa voz

_ Hola Edward, ¿Cómo estás?

_ Muy bien, ¿Y tú?

_ Excelente

_ Me alegro mucho… quería saber si…

_ ¿Sí? _ pregunté ansiosa

_ Si… querías ir a ver una película a Seattle conmigo hoy

_ Me encantaría _ dije

_ Muy bien _ lo noté contento_ Pasaré por ti a las cuatro

_ Está bien, nos vemos en un rato

_ Ok, adiós

_ Adiós

Cortó. Estaba emocionadísima, ya quería que sean las cuatro. Me levanté rápidamente y me dirigí al baño. Me puse un jean y una remera que usualmente me ponía para salir. Me peiné y bajé. Al bajar las escaleras encontré a mi madre tomando agua en la cocina. Me observó sorprendida.

_ ¿A dónde vas?_ preguntó

Estaba por responder cuando el timbre sonó. Pude divisar su Volvo por la ventana. Abrí la puerta y una sensación de felicidad me invadió al verlo.

_ Hola _dije. Vi como mi madre se escabullía en la cocina para dejarnos solos.

_ Hola_ me respondió y me dio un pequeño beso sobre mis labios.

Sonreí. Quedé observándolo por unos segundos. Estaba perdida nuevamente en sus preciosos ojos verdes. De repente me di cuenta.

_ Pasa, busco mi bolso y nos vamos_ le dije

_ Está bien_ contestó

Entramos y Rene apareció en la puerta de la cocina.

_ Hola Edward _dijo

_ Hola señora Swan_ respondió él

Se quedaron hablando mientras yo subía a buscar mi bolso. Entré rápido a mi cuarto y lo levanté. Luego bajé corriendo las escaleras y lo vi sentado en el sofá.

_ Listo _dije rompiendo el silencio

_ Ok, vamos_ se levantó

_ No vuelvan muy tarde_ agregó Rene

_ No se preocupe, la traeré temprano_ Edward sonrió

_ Bien, confió en ti Edward

Salimos y me abrió la puerta de su auto. Subimos y arrancó. No conocía Seattle, pero confiaba en que el sí. Tendríamos toda la tarde para los dos. Conversamos un largo rato en el camino. Edward manejaba muy rápido así que no tardamos mucho en llegar.  

Seattle era totalmente desconocida para mí. Edward parecía muy seguro de adonde se dirigía. Luego de pasar varias cuadras pude divisar un gran edificio que seguramente sería el cine. Mi deducción fue correcta. Edward estacionó el auto en una cochera muy cerca de ahí. Bajamos y caminamos hacia el gran edificio.

_ ¿Qué película quieres ver?_ preguntó

_ La verdad, puede ser cualquiera mientras no sea de terror.

_ ¿No te gustan las de terror?

_ No, ¿A ti?

_ Ciertamente, no mucho.

Sonreí

_ Podemos ver una romántica, si quieres_ sugirió

_ Una romántica estaría bien_ le dije sonriendo

_ Ok, ¿Quieres comprar los boletos? Yo iré por las palomitas

_ Claro _dije

_ Espera _ tomó mi mano_ ¿No creerás que te dejaré pagar cierto?_ Me dio dinero

_ Edward, no puedo dejar que pagues tú siempre_ me quejé

_ Yo te invité, yo pago todo lo que tengamos que comprar el día de hoy_ me dijo sabiendo que no me rendiría

_ Está bien_ le contesté de mala gana

Me di vuelta y me dirigí a la boletería. Compré los boletos con su dinero y me fui a buscarlo. Me lo encontré comprando las palomitas y los refrescos.

_ Ya tengo los boletos

_ Muy bien, ¿Entramos?

_ Claro

Entregamos las entradas en la puerta de la sala y entramos tomados de las manos. Nos sentamos y la película comenzó. Fue grandioso y raro a la vez ver una película con él. De vez en cuando lo miraba y notaba que él también lo hacía. Luego sonreíamos y apartábamos la vista rápidamente. Era muy tonto, pero gracioso.

Al terminar la película, fuimos a tomar un helado. Nuevamente el pagó. No me dejaba gastar ni un centavo. Luego fuimos a caminar en la plaza local, al igual que en Forks. Pero esta vez fue diferente, caminábamos tomados de las manos. A veces él me abrazaba. Era perfecto. Lamentablemente, el tiempo se nos acabó.

Subimos al auto y volvimos a nuestro pueblo. Estacionó en la puerta de mi casa y nos bajamos. Este había sido uno de los mejores días de mi vida. No quería despedirme de él.

_ Gracias, la pasé muy bien hoy_ le dije

_ No hay de que, para eso estoy_ sonrió

Pude divisar la silueta de Mary en la ventana. Por un segundo no me importó mi hermana y me acerqué a él. Acaricié su cabello y lo besé. Fue un beso sincero y totalmente dulce. Nos separamos y lo abrace como nunca antes lo había hecho. Él me devolvió el abrazo y luego subió al auto. Lo saludé con la mano y entré a casa.

Me encontré con mi hermana parada y de brazos cruzados en frente de mí. Esta vez no podría escapar.