Mi cuerpo sin el suyo

Autor: MirosM
Género: + 18
Fecha Creación: 26/04/2014
Fecha Actualización: 03/10/2014
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 6
Visitas: 12961
Capítulos: 12

Bella, Edward y Nessie vivviran cosas buenas, malas y muy malas. Pero eso si, nunca solos. Pues su familia y sus nuevos amigos y alidados estaran alistados para cualquier cosa que en el futuro se presente.

Pasiones, tristezas, alegrias, enojos e ira, seran algunas de las cosas que tendran que superar y disfrutar para poder estar juntos Edward y Bella. Asi como todos los demás

 

 

Los días se me hacían eternos al no poder rozar mi piel con la suya. Hacía cuatro días que se había marchado para mantener su dieta estable, pero aun no me acostumbraba a tener que separarme de el por temporadas. Trataba de soportarlo lo más que podía, pero no podía vivir sin mi dosis de cada día, tarde y noche, aún no había podido dominar mi abstinencia a él.

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 2: Su llegada

Capitulo 2: Su llegada
 
 
Estábamos regreso a casa con toda la parte de atrás del Jeep llena de bolsas y cajas, y éstas tendrían que volver a cambiarse por otras y por otras. Alice estaba callada mientras que conducía, algo muy extraño en ella, pero tampoco me molestaba; necesitaba pensar en cómo le haría para sorprender a mi marido; un vestido atrevido y unas zapatillas no eran suficientes. Mire mi reloj de muñeca y eran las seis de la tarde, y haciendo memoria de a qué horas me había dicho Alice que Edward regresaba, solo me quedaban como quince minutos para arreglarme.
 
-Alice, no tengo tiempo –le dije desesperada por estar tan retrasada en mis asuntos. Ella me miro y sonrío al saber cómo me pondría en el futuro y todo lo que habría que hacer, me sonrió con tranquilidad y acelero el Jeep y llegamos en menos de cinco minutos a la brecha de los Cullen. Alice bajo las cosas en pocos segundo para colocarlo en la sala y mi bolsa me la dio en la mano para después llevarme a su cuarto. No me dejo sola por mucho tiempo y llego acompañada de mi segunda madre, Esme y mi cuñada Rosalie junto con miles de cosas e instrumentos de belleza para el cabello. Cada una tomo algo diferente y soltaron mi cabello para comenzar su trabajo con los cepillos y peines.
 
-¡Jazz, Emm! –grito Alice, y en un solo segundo ya estaban los dos recargados en la puerta mirándome con una gran sonrisa en el rostro.
 
-Quieres que lo retengamos más tiempo… -dijo Jasper, intuyendo al verme sentada en medio de un proceso de total tranformación. Alice asintió y antes de que se fueran les dio una recomendación que de antemano ellos ya sabían cual.
 
-Oculten sus pensamientos –ambos asintieron y cerrando la puerta, la risa estridente de Emmett se dejó escuchar en todo el cuarto y posiblemente en todo el bosque. Mientras tanto Esme ya me estaba enchinando un lado de mi cabello y Rosalie hacia lo mismo del lado opuesto, y Alice se encontraba colocándome la base de maquillaje en mi rostro, cerré mis ojos mientras ella me maquillaba y al abrirlos me encontré con una Bella más hermosa de lo que me imaginaba.
 
-Te quedan tres minutos para ponerte el vestido y las zapatillas –me comento Alice sonriendo al verme tan sorprendido. Mire a las tres hermosas mujeres de la familia Cullen con una mirada de agradecimiento y con la familiar picazón en los ojos, a falta de poder llorar como los humanos, Alice rápidamente me dijo que no con los labios.
Me puse mi vestido y los zapatos. Me volví a mirar en el espejo y al voltear ya me encontraba sola en la habitación de Alice, suspire. No sabía a donde se habían ido, y realmente no me importaba pues con tal que me dejaran disfrutar de mi marido…
 
-No pude encontrar a una humana más hermosa como esposa –me sobresalte al escuchar su aterciopelada voz y que aquel aroma tan atrayente se concentrara por completo en todos los rincones del cuarto. Me voltee para mirarle sus ojos, que para ese momento era de un dorado líquido hermoso, pero que poco a poco comenzaban a cambiarse a marrón por la sed de sangre que posiblemente era la mía, combinada por la excitación, cosa que me había explicado unos meses atrás.
 
-Gracias, pero en esta relación el hermoso eres tú, cariño –derrochando verdad en cada palabra que había dicho, aunque el me dijera miles de veces que era hermosa, la más bella del mundo para mí era al contrario y esas eran una de nuestras peleas que aún no se han resuelto.
 
-Tú no tienes el pecho lleno de sangre y arruñones por pelear, ¿o si? –me pregunto, al instante me acerque a él para ver que no estuviera herido a sabiendas que él es indestructible. Pocas milésimas de segundo cuando ya estaba pegada a su cuerpo me di cuenta de cuál era su plan, y más cuando al apretarme a su pecho con un solo brazo y con su mano libre soltarme la simple media coleta que me habían hecho, para después besarme con pasión.
No pude resistirme al frio que poco a poco pasaba a simplemente quemarme, no dejaba de besarme y agradecía que no tuviera la necesidad de respirar en estos excitantes momentos.
 
-Necesitamos aire los dos, amor –me susurro al odio, para después comenzar a lamerme mi lóbulo. Sonreí por el chiste que acababa de decir, y por recordar que años antes una situación así ya me habría faltado el aire. Su cadena de besos bajo hasta mi cuello y mi yugular, si no me besaba los labios por lo menos no se despegaba de mi cuerpo.Metí mis manos por entre su cabello e instintivamente tire de el para llevar su rostro hasta el mío y devorarme aquellos finos y perfectos labios ardientes. Comenzaba a perder el sentido de mi alrededor y junto con esto que estábamos en una habitación ajena a la nuestra, y nosotros que sin ningún pudor comenzábamos a tomar como nuestro encuentro pasional.
 
-Prefiero nuestra habitación –le dije en sus labios y pese a que pareció ignorarme, me beso para después colocar sus manos en mi trasero y levantarme. Camino junto conmigo hasta nuestro cuarto, que antes había sido el suyo, donde habilidosamente cerró la puerta. Me llevo hasta la cama y me sentó en ella dejándome atolondrada de tantas sensaciones, Edward me miraba con una bella sonrisa sensual en su rostro para después irse hacia el armario y comenzar a sacar un cambio de ropa.
 
-¿Te vas a cambiar sabiendo que terminaras sin una prenda puesta? –le pregunte con total sinceridad, las mejillas me picaron pero el solo rio discretamente  y siguió con lo suyo.
 
-Si tu estas hermosa y vestida para la ocasión, pues yo no deseo quedarme atrás. Aparte no planeo que esta velada nos la pasemos aquí encerrados –me dijo borrándome la sonrisa que tenía en el rostro y bajándome de la nube excitante en la que estabamos.
 
-Tranquila. Nos la pasaremos de lo mejor, no creas que mis hermanas y mi madre te arreglaron solo por tu deseo, sino también por el mío.
 
-No comprendo, explícame bien –conteste.
 
-Mi deseo es primero, pero el tuyo es igual de importante. Solo que con el primero se disfruta mucho mejor el que sigue –hablo con tranquilidad máxima, aun no comprendía completamente eso pero si era con él no me importase que fuese, yo encantada iba. Aparte dijo, que con el suyo se disfruta más el mío. Definitivamente Edward nunca dejaría de sorprenderme aunque sea con un minino detalle, y aunque el trate de ocultarlo siempre que llega a mi yugular suele detenerse por abstinencia. Soy vampiro, pero el aun desea el sabor de mi sangre incerbible que algún tiempo fue la locura de su vida.
Capítulo 1: Compras Capítulo 3: Sangre en el prado

 
14443419 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10760 usuarios