Hermoso Desastre (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 17/10/2013
Fecha Actualización: 24/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 23
Comentarios: 108
Visitas: 69423
Capítulos: 23

 

La nueva Bella Swan es una buena chica. No bebe, ni maldice, y tiene un porcentaje adecuado de cardigans en su armario. Bella cree que tiene suficiente distancia entre su oscuro pasado y ella, pero cuando llega a la universidad con su mejor amiga Rosalie, su camino a un nuevo comienzo es rápidamente desafiado por el Chico de Una Sola Noche de la Universidad de Eastern.

Edward Cullen, delgado y cubierto de tatuajes, es exactamente lo que Bella necesita-y quiere-evitar. Él pasa sus noches ganando dinero en el cuadrilátero, y sus días enamorando a sus compañeras. Intrigado por la resistencia de Bella hacia sus encantos, Edward la engaña con un sencillo truco, una simple apuesta.

Si él pierde, él debe mantenerse en abstinencia durante un mes. Si Bella pierde, debe vivir en el apartamento de Edward por la misma cantidad de tiempo. De cualquier manera, Edward no tiene idea de que él ha encontrado a su igual.


Hola volvi con nueva historia...

El relato no es mio ni los personajes, pertenecen a Jamie McGuire y Stephenie Meyer...

espero que les guste y dejen comentario o votito si me lo meresco... si quieren pueden pasar por mi otra historia

"El Chico Malo" se los agradeceria un monton.

Las quiero a todas SabriiCullen...

 

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Capítulo 8: Rumores

La historia y los personajes no me pertenecen. Pertenecen a Jamie McGuire y Stephenie Meyer...


 

Cuando mis ojos finalmente pudieron despegarse para abrirse, vi que mi almohada consistía en unos jeans y piernas. Edward estaba sentado con su espalda contra la bañera, su cabeza inclinada contra la fría pared.

Él parecía tan incómodo como yo me sentía. Tiré la manta que tenía sobre mí y me levanté, jadeando ante mi horroroso reflejo en el espejo sobre el lavabo. Parecía como muerta. El rímel corrido, lágrimas negras deslizándose por mis mejillas, labial manchando a través de mi boca, y mi cabello tenía dos grandes nudos a cada lado. Sábanas, toallas y mantas rodeaban a Edward. Él había formado una suave cama para dormirme mientras yo expulsé los quince chupitos de tequila que había consumido la noche anterior.

Edward había sostenido mi cabello lejos del retrete, y se sentó a mi lado toda la noche. Abrí el grifo, colocando mi mano debajo del agua hasta obtener la temperatura que yo quería. Limpié el desorden de mi cara, escuché un gemido desde el suelo. Edward se removía, frotó sus ojos y se estiró, y luego miró a su lado, entrando en pánico.

—Estoy aquí —dije—. ¿Por qué no te vas a la cama? ¿Quieres dormir un poco más?

— ¿Estás bien? —dijo él, frotando sus ojos una vez más.

—Sí, estoy bien. Bueno, tan bien como se podría estar. Me sentiré mejor una vez que me dé un baño. Él se levantó.

—Superaste mis fiestas locas anoche, para que lo sepas. No sé de dónde vino esto, pero no quiero que lo hagas otra vez.

—Esto es más o menos con lo que crecí, ED. No es la gran cosa. Él tomó mi barbilla entre sus manos y limpió la mancha de rímel debajo de mis ojos con sus pulgares.

—Fue una gran cosa para mí.

—Bien, no voy a hacerlo otra vez. ¿Feliz?

—Sí. Sin embargo, tengo algo que decirte, si prometes no asustarte.

—Oh, Dios, ¿Qué hice?

—Nada, pero necesitas llamar a Rosalie.

— ¿Dónde está?

—En Morgan. Ella discutió con Emm ayer. Corrí hacia la ducha y comencé a tirar de mi ropa mientras Edward usaba el lavabo. Cuando salí del baño, Emmet y Edward estaban sentados en la sala.

— ¿Qué le has hecho? —exigí. La cara de Emmet palideció.

—Realmente está enojada conmigo.

— ¿Qué ocurrió?

—Estaba enojado porque te animó a beber tanto. Pensé que íbamos a terminar llevándote al hospital. Una cosa llevo a la otra, y lo siguiente que sé, estábamos gritándonos el uno al otro. Ambos estábamos borrachos, Bella. Dije cosas que quisiera no haber dicho —negó con su cabeza, mirando hacia el suelo.

— ¿Cómo qué? —dije, enojada.

—La insulté con unos nombres de los cuales no estoy orgulloso y entonces le dije que se marchara.

— ¿Dejaste que ella se fuera de aquí estando borracha? ¿Eres un idiota? —dije, agarrando mi bolso.

—Tranquilízate, Pigeon. Él ya se siente suficientemente mal —dijo Edward. Terminé de sacar mi teléfono celular de mi bolso, marcando el número de Rosalie.

— ¿Hola? —respondió ella. Sonaba mal.

—Acabo de enterarme —suspiré—. ¿Estás bien? —Caminé hacia el pasillo por más privacidad, lanzando hacia atrás una mala mirada a Emmet.

—Estoy bien. Él es un imbécil —Sus palabras fueron firmes, pero pude escuchar el dolor en su voz. Rosalie era una maestra enmascarando sus emociones, y podría engañar a cualquiera menos a mí.

—Siento no haberme ido contigo.

—Estabas casi desmayada, Bella —dijo molesta.

— ¿Por qué no vienes por mí? Podemos hablar de esto. Ella respiró contra el teléfono.

—No sé. Realmente no quiero verlo.

—Le diré que se quede dentro, entonces. Hubo una larga pausa, y entonces escuché sus llaves tintinear en el fondo.

—Está bien. Estaré allí en un minuto. Entré en la sala, pasando mi bolso sobre mi hombro. Ellos me observaron abrir la puerta para esperar a Rosalie, y Emmet brincó del sofá.

— ¿Ella va a venir?

—No quiere verte, Emm. Le dije que te quedarías dentro. Él suspiró, y cayó contra el cojín.

—Me odia.

—Voy a hablar con ella. Será mejor que tengas una increíble disculpa, sin embargo.

Diez minutos más tarde, la bocina de un auto sonó dos veces afuera, y cerré la puerta detrás de mí. Cuando llegaba al final de las escaleras, Emmet pasó junto a mí hacia el Honda rojo de Rosalie, y se encorvó para verla a través de la ventana. Me detuve en seco, observando cómo Rosalie lo ignoraba observando al frente.

Ella bajó su ventanilla, y Emmet parecía estarse explicando, y entonces comenzaron a discutir. Decidí entra en la casa para darles privacidad.

— ¿Pigeon? —dijo Edward, trotando por la escalera.

—Esto no se ve bien.

—Me lo imaginaba. Vamos adentro —dijo, entrelazando sus dedos con los míos mientras subíamos las escaleras.

— ¿Fue tan malo? —pregunté. Asintió.

—Bastante malo. Salieron de la fase de luna de miel, sin embargo. Lo van a superar.

—Para ser alguien que nunca ha tenido una novia, parece que sabes sobre relaciones.

—Tengo cuatro hermanos y muchos amigos —dijo, sonriendo para sí mismo. Emmet entró pisoteando en el apartamento y cerró la puerta detrás de él.

— ¡Ella es jodidamente imposible! Besé la mejilla de Edward.

—Esa es mi señal.

—Buena suerte —Edward sonrió. Me deslicé dentro del auto de Rosalie, ella resopló.

— ¡Él es jodidamente imposible! Reí, pero ella lanzó una mala mirada en mi dirección.

—Lo siento, —dije, forzando mi sonrisa a desaparecer.

Mientras conducía, Rosalie gritó y gritó y gritó un poco más. A veces lanzaba maldiciones a Emmet, como si fuera él quien estuviera sentado en mi lugar. Yo me quede quieta, dejando que sacara su coraje como sólo Rosalie podía hacerlo.

— ¡Me llamó irresponsable! ¡A mí! ¡Como si yo no te conociera! Como si no te hubiera visto robarle a tu padre cientos de dólares para beber tequila. ¡Él no sabía de qué diablos estaba hablando! ¡Él no sabe cómo era tu vida! ¡Él no sabe lo que yo sé, y actúa como si yo fuera su hija en vez de su novia! —Descansé mi mano sobre la de ella, pero ella la apartó—. Él pensaba que tú serías la razón por la cual nosotros no podríamos funcionar, y entonces él termina haciendo el trabajo por sí solo. Y hablando de ti, ¿Qué diablo pasó anoche con Jacob? El repentino cambio de tema me tomó por sorpresa.

— ¿Qué quieres decir?

—Edward se la paso contigo toda la fiesta, Bella, y luego vas y te manoseas con Jacob. ¿Y tú preguntas porque todo el mundo está hablando de ti?

— ¡Espera un minuto! Le dije a Jacob que no deberíamos estar haciendo eso ¿Y qué importa si Edward se pasó conmigo la noche o no? ¡No estoy con él! Rosalie miró hacia el frente, soltando una ráfaga de aire por la nariz.

—Bien, Rose. ¿Qué es todo esto? ¿Estás enojada conmigo, ahora?

—No estoy enojada contigo. Sólo no quiero asociarme con completos idiotas. Negué con mi cabeza, y luego miré fuera de la ventana antes de decir algo de lo que podría arrepentirme. Rosalie siempre había sido capaz de hacerme sentir como una mierda.

— ¿Por lo menos ves lo que pasa? Edward dejó de pelear. Él no sale sin ti. No ha traído más chicas a casa desde esas tontas gemelas… aún no ha asesinado a Jacob, y tú estás preocupada de lo que la gente va a decir. ¿Sabes porque te digo esto, Bella? ¡Porque es la verdad!

Me giré, mi cuello crujió lentamente mientras me volvía a su dirección, tratando de darle la más asesina mirada que conocía.

— ¿Qué diablos te pasa?

—Estás saliendo ahora con Jacob, y tú estás tan feliz —dijo mofándose—. Entonces, ¿Por qué no estás en Morgan?

— ¡Porque perdí una apuesta, ya lo sabes!

— ¡Dame un respiro, Bella! Hablas sobre cuán perfecto es Jacob, tienes esas increíbles citas con él, hablas con él por horas al teléfono, y luego vas a dormirte al lado de Edward toda la noche. ¿Ves lo que está mal en esta situación? Si realmente te gustara Jacob, tus cosas estarían en Morgan ahora mismo. Apreté mis dientes.

—Sabes que yo nunca abandono una apuesta, Rose.

—Eso es lo que pensaba —dijo, retorciendo sus manos alrededor del volante—. Edward es lo que quieres, y Jacob es lo que crees que necesitas.

—Sé que parece de esa manera, pero…

—Es la manera que le parece a todo el mundo. Si no te gusta que las personas estén hablando de ti… cambia. Esto no es la culpa de Edward. Él ha hecho mucho por ti. Tú estás recogiendo lo que cosechaste, y Jacob está obteniendo los beneficios.

— ¡Una semana atrás empaquetaste mis cosas y no querías que Edward se me acercara otra vez! ¿Ahora estás defendiéndolo?

— ¡Isabella! ¡No lo estoy defendiendo, estúpida! ¡Estoy viendo por ti! ¡Ustedes están locos el uno por el otro! ¡Hagan algo al respecto!

— ¿Cómo es posible creer que yo debería estar con él? —Gemí—. ¡Se supone que debo mantenerme alejada de personas como él! Ella apretó sus labios, claramente perdiendo la paciencia.

—Has trabajado muy duro para separarte de tu padre. ¡Esa es la única razón por la cual incluso consideraste salir con Jacob! Él es lo completamente opuesto de Charlie, y crees que Edward va a lanzar a tierra todos tus esfuerzos. Él no es tu papá, Bella.

—Yo no he dicho que él lo sea, pero esta poniéndome en una situación segura de seguir sus pasos.

—Edward no te haría esto a ti. Creo que subestimas lo mucho que significas para él. Si tú se lo dices…

—No. No dejamos todo atrás para que todo el mundo aquí me mire como lo hicieron en Forks. Vamos a centrarnos en el problema en cuestión. Emm está esperándote.

—No quiero hablar de Emm —dijo, frenando hasta detenerse en la luz.

—Él es miserable. Te ama. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su labio inferior tembló.

—No me importa.

—Sí te importa.

—Lo sé —susurró, inclinándose en mi hombro. Ella lloró hasta que la luz del semáforo cambió, y luego besé su cabeza.

__Luz verde. Ella se sentó recta, limpiándose la nariz.

—Fui bastante cruel con él hace rato. No creo que quiera hablar conmigo ahora.

—Hablará contigo. Él sabe que estabas enojada.

Rosalie limpió su rostro, y luego lentamente cambió la direccional. Me preocupaba tomarme mucho tiempo para convencerla de regresar conmigo, pero Emmet bajó la escalera corriendo antes de que ella apagara el motor. Él abrió bruscamente la puerta del auto, inclinándose a sus pies.

—Lo siento mucho, bebé. No debería meterme en lo que no me importa… por favor, no te vayas. No sé qué haría sin ti. Rosalie tomó su rostro entre sus manos y sonrió.

—Eres un cabrón arrogante, pero todavía te amo. Emmet la besó una y otra vez como si no la hubiera visto en meses, y sonreí por mi trabajo bien hecho. Edward estaba de pie en la puerta, sonriendo mientras yo me dirigía al apartamento.

—Y ellos vivieron felices para siempre —dijo Edward, cerrando la puerta detrás de mí. Me desplomé en el sofá y él se sentó a mi lado, tirando de mis piernas hacia su regazo.

— ¿Qué haces hoy, Pigeon?

—Dormir. O descansar… o dormir.

— ¿Puedo darte tu regalo primero? Empujé su hombro juguetonamente.

—Cállate. ¿Me has traído un regalo? Su boca se curvó en una sonrisa nerviosa.

—No es un brazalete de diamantes, pero pensé que te gustaría.

__Me encanta y aún no lo he visto. Él levantó mis piernas de su regazo, y luego desapareció hacia el dormitorio de Emmet. Arqueé una ceja cuando lo escuché murmurando, y luego salió con una caja. La dejó en el suelo, a mis pies, para abrirla.

—Apresúrate, quiero verte sorprendida —sonrió.

— ¿Qué me apresure? —pregunté, levantando la tapa. Mi boca cayó abierta cuando un par de grandes ojos negros miró hacia mí.

— ¿Un perrito? —grité, llevando mis manos dentro de la caja. Levanté el oscuro bebé de cabello rizado hacia mi cara, y cubrió mi boca con cálidos y húmedos besos. Edward sonrió radiante, triunfante.

— ¿Te gusta él?

— ¿Él? ¡Lo amo! ¡Tengo un perrito!

—Es un Cairn Terrier. Tuve que manejar tres horas para recogerlo después de clases el jueves.

—Entonces, cuando dijiste que fuiste con Emmet en su auto para comprar…

—Fuimos a conseguir tu regalo —asintió.

— ¡Él es muy inquieto! —reí.

—Toda chica de Kansas necesita un Toto —dijo Edward, ayudándome a mantener a esa pequeña bola de pelos en mí regazo.

— ¡Él parece como Toto! Así es como voy a llamarlo —dije, arrugando mi nariz hacia el inquieto perrito.

—Puedes tenerlo aquí. Yo me encargaré de él cuando vuelvas a Morgan —su boca se curvó en una media sonrisa—. Y eso me asegurara de que vengas a visitarlo varias veces al mes. Apreté mis labios juntos.

—Hubiera regresado, de todas maneras, ED.

—Haría cualquier cosa por volver esa sonrisa en tu rostro ahora mismo.

—Creo que necesito una siesta, Toto. Si, tú también —susurré al cachorro. Edward asintió, tirando de mí hacia su regazo, y luego levantándose conmigo en sus brazos. Con dificultad, él cerró las cortinas, y luego se dejó caer sobre su almohada.

—Gracias por quedarte conmigo anoche —dije, acariciando la suave piel de Toto—. No tenías por que dormir en el suelo del baño.

__Anoche fue una de las mejores noches de mi vida. Me giré para ver su expresión. Cuando vi que él hablaba en serio, le disparé una mirada dudosa.

— ¿Dormir entre un retrete y la bañera y en el frío y duro piso con una idiota vomitando fue una de tus mejores noches? Eso es triste, ED.

—No, sentado contigo cuando estabas enferma, y tú durmiendo en mi regazo fue una de mis mejores noches. No fue cómodo, no dormí casi nada, pero estuve en tu decimonoveno cumpleaños contigo, y realmente eres dulce cuando estás borracha.

—Estoy segura que entre eructando y vomitando fui muy encantadora. Él se acercó a mí, acariciando a Toto, quien estaba acurrucado en mi cuello.

—Eres la única mujer que conozco que aún se ve increíble con la cabeza dentro del inodoro. Eso es mucho decir.

—Gracias, ED. No haré que seas mi niñera otra vez. Se apoyó contra su almohada.

—Como sea. Nadie puede sostener tu cabello hacia atrás como yo. Reí y cerré los ojos, dejándome caer en la oscuridad.

                                           ~0o0~

 

— ¡Levántate, Bella! —gritó Rosalie, sacudiéndome. Toto lamió mi mejilla.

— ¡Estoy levantada! ¡Estoy levantada!

— ¡Tenemos clases en media hora! Salté de la cama.

—He estado durmiendo por… ¿Catorce horas? ¿Pero por qué?

— ¡Sólo date un baño! ¡Si no estás lista en diez minutos, dejare tu trasero aquí!

— ¡No tengo tiempo de darme un baño! —dije, cambiándome la ropa con la cual me dormí. Edward apoyó su cabeza en su mano y rió.

—Son ridículas. No es el fin del mundo si llegan tarde a una clase.

—Lo es si eres Rosalie. Ella no se pierde una clase y odia llegar tarde —dije, tirando una camisa sobre mi cabeza, y metiéndome dentro de mis jeans.

—Deja que Rose se adelante. Yo te llevaré. Caminé con un pie, mientras me ponía mis botas en el otro.

—Mi bolsa está en su auto, ED.

—Como sea —se encogió de hombros—. Sólo no salgas herida por llegar a tiempo a una clase —Él levantó a Toto, sosteniéndolo en su mano como un pequeño balón, siguiéndome en el pasillo. Rosalie corrió conmigo hacia la puerta y entramos en el auto.

—No puedo creer que él te haya regalado ese perrito —dijo ella, mirando hacia atrás mientras salía del estacionamiento. Edward estaba de pie frente al sol de la mañana, en calzoncillos y descalzo, con los brazos cruzados por el frío. Él observaba a Toto oler el pasto en el patio como un padre orgulloso.

—Nunca he tenido un perro antes —dije—. Esto será interesante. Rosalie miró a Edward antes de hacer avanzar su Honda.

—Míralo —dijo, negando con su cabeza. —Edward Cullen: Sr. Mamá. Toto es adorable. Incluso tú te encariñarás con él.

—No puedes traerlo contigo al dormitorio, lo sabes. No creo que Edward haya pensado en eso.

—Edward dijo que él lo cuidara en el apartamento. Ella arqueó una ceja.

—Claro que lo dijo. Edward piensa en el futuro, tengo que darle crédito por eso —dijo, negando con su cabeza mientras pisaba el acelerador.

Me tensé, pegándome en mi asiento por la velocidad. Una vez que la adrenalina se absorbió en mi sistema, la pesadez de mi post-cumpleaños se apoderó de mi cuerpo. Rosalie me dio un codazo cuando la clase terminó, y la seguí hacia la cafetería. Emmet se encontró con nosotros en la puerta, y me di cuenta de inmediato que algo andaba mal.

—Rose —dijo Emmet, agarrándola del brazo. Edward corrió hacia donde estábamos, y agarrándose de sus caderas, respiró profundamente hasta que recuperó el aliento.

— ¿Hay una turba de mujeres enfadadas que te persiguen? —Me burlé. Él sacudió su cabeza.

—Estaba tratando de alcanzarte… antes de que… entraras —suspiró.

— ¿Qué está pasando? —pregunto Rosalie a Emmet.

—Hay un rumor —comenzó Emmet—. Todo el mundo está diciendo que Edward llevo a Bella a casa y… los detalles son diferentes, pero es bastante malo.

— ¿Qué? ¿Hablas en serio? —grité. Rosalie rodó sus ojos.

— ¿A quién le importa, Bella? La gente ha estado especulando sobre ti y ED desde semanas. No es la primera vez que alguien dice que ustedes duermen juntos. Edward y Emmet intercambiaron miradas.

— ¿Qué? —dije—. Hay algo más, ¿No? Emmet hizo una mueca.

—Están diciendo que te acostaste con Jacob en la casa de Jasper, y luego te fuiste con Edward… a casa, si sabes lo que estoy tratando de decir. Mi boca cayó abierta.

— ¡Grandioso! ¿Así que soy la zorra de la escuela ahora? Los ojos de Edward se oscurecieron y su mandíbula se tensó.

—Esto es mi culpa. Si se tratara de alguien más, ellos no estarían hablando de ti —Él entró a la cafetería con sus manos hechas puño a los costados. Rosalie y Emmet lo siguieron.

—Espero que nadie sea tan estúpido como para decirle algo. —dijo Rosalie.

—O a ella. —agregó Emmet.

Edward se sentó a unos asientos de distancia de mí, al lado de Ben. Espere que él me mirara, queriéndole ofrecer una sonrisa confortante. Edward tenía una reputación, pero yo dejé que Jacob me besara en el pasillo. Emmet me dio un codazo mientras miraba a su primo.

—Sólo se siente mal. Probablemente está tratando de desviar el rumor.

—No tienes por qué sentarte allí, ED. Vamos, siéntate aquí —dije, palmeando el espacio vacío en frente de mí.

—Escuché que pasaste un buen cumpleaños, Bella —dijo Eric Yorkie, lanzando un trozo de lechuga al plato de Edward.

—No comiences con ella, Yorkie —advirtió Edward, ceñudo. Eric sonrió, empujando hacia arriba sus redondas y rosadas mejillas.

—Escuché que Jacob está furioso. Dijo que fue a su apartamento ayer, y tú y Edward seguían en la cama.

—Ellos estaban tomando una siesta, Eric —se mofó Rosalie. Mis ojos se lanzaron hacia Edward.

— ¿Jacob fue a verme? Él se movió incómodo en su silla.

—Te lo iba a decir.

— ¿Cuándo? —Espeté. Rosalie se inclinó en mi oído.

—Jacob escuchó el rumor, y fue a confrontarte. Traté de detenerlo, pero él caminó hacia el pasillo y… tuvo una idea totalmente equivocada. Planté mis codos en la mesa, cubriendo mi rostro con mis manos.

—Esto se pone cada vez mejor.

—Entonces, ¿Ustedes realmente no han entrado en acción? —Preguntó Eric—. Maldición, esto apesta. Pensé que Bella era la adecuada para ti después de todo, ED.

—Es mejor que te detengas ahora, Eric —advirtió Emmet.

—Si tú no duermes con ella, ¿Te importa si yo lo hago? —dijo Eric, riéndose con sus compañeros de equipo.

Mi cara ardió con la vergüenza inicial, pero luego Rosalie gritó en mi oído, reaccionando en respuesta a Edward saltando de su asiento. Él llegó hasta la mesa, agarrando a Eric por la garganta con una mano, y su otra mano hecha un puño en su camisa. Una línea de personas se acercó a la mesa, y docenas de sillas se arrastraron por el suelo mientras las personas se levantaban para mirar.

Edward lo golpeó repetidamente en el rostro, su codo echado hacia atrás en el aire antes de aterrizar cada golpe. La única cosa que Eric pude hacer fue cubrir su cara son sus manos. Nadie tocó a Edward. Él estaba fuera de control, y su reputación hacía que todos tuvieran miedo de ponerse en su camino. Los jugadores de fútbol se agacharon y dieron un respingo mientras veían a su compañero ser asaltado sin piedad sobre el suelo.

— ¡Edward! —grité, rodeando la mesa. A medio golpe, Edward retuvo su puño, y luego soltó la camisa de Eric, haciéndolo caer al suelo.

Él estaba jadeando cuando se dio la vuelta para mirarme; Nunca lo había visto tan sobresaltado. Tragué duro y di un paso hacia atrás mientras él pasaba a mi lado. Di un paso para seguirlo, pero Rosalie agarró mi brazo. Emmet la besó rápidamente, y luego siguió a su primo hacia la puerta.

—Jesús —susurró Rosalie. Nos dimos la vuelta para ver a los compañeros de equipo de Eric recogerlo del suelo, y me encogí ante su cara roja e hinchada. La sangre brotaba de su nariz, y Jasper le entregó una servilleta de la mesa.

— ¡Ese loco hijo de puta! —gimió Eric, sentándose en la silla y llevando su mano hacia su rostro. Me miró, entonces—. Lo siento, Bella. Estaba sólo bromeando. No tenía palabras para replicar. No podía explicar que había ocurrido.

—Ella no se ha acostado con ninguno de ellos —dijo Rosalie.

—Nunca sabes cuándo callarte, Yorkie —dijo Jasper, disgustado. Rosalie tiró de mi brazo.

—Vamos. Vámonos. Ella no perdió tiempo arrastrándome hacia su auto. Cuando ella encendió el motor, agarré su muñeca.

— ¡Espera! ¿A dónde vamos?

—Vamos al apartamento de Emm. No quiero que él esté solo con Edward. ¿Lo viste? ¡Él ha pisado fondo!

— ¡Bueno, yo tampoco quiero estar cerca de él! Rosalie me miró con incredulidad.

—Obviamente, tenemos que hacer algo por él. ¿No quieres saber cómo está?

—Mi sentido de auto-preservación pesa más que mi curiosidad en este punto, Rose.

—Lo único que lo detuvo fue tu voz, Bella. Él te escuchará. Tienes que hablar con él. Suspiré y solté su muñeca, cayendo contra el respaldo de mi asiento.

—Está bien. Vamos. Nos detuvimos en el estacionamiento, y Rosalie aparcó entre el auto de Emmet y la motocicleta de Edward. Ella subió las escaleras, poniendo sus manos en sus caderas dramáticamente.

— ¡Vamos, Bella! —gritó Rosalie, haciendo señas para que la siguiera. Vacilante, finalmente la seguí, deteniéndome cuando vi a Emmet bajar apresurado las escaleras para hablar en voz baja con Rosalie. Él me miró, negó con su cabeza, y entonces susurró algo otra vez.

— ¿Qué? —pregunté.

—Emm no… —dijo ella inquieta—. Emm, no creo que sea buena idea irnos. Edward está bastante molesto.

—Quieres decir que él no cree que yo debería entrar —dije. Emmet tocó mi hombro.

—No has hecho nada malo, Bella. Él sólo no… él no quiere verte justo ahora.

—Si yo no he hecho nada mal, ¿Entonces porque no quiere verme?

—No estoy seguro; no quiere hablarme sobre esto. Creo que esta avergonzado de perder el control frente a ti.

— ¡Perdió el control frente de toda la cafetería! ¿Que tengo yo qué hacer con esto?

—Más de lo que tú crees —dijo Emmet, esquivando mis ojos.

Lo observé por un momento, y luego pasé entre ellos, subiendo corriendo las escaleras. A travesé la puerta para encontrar una sala vacía. La puerta de la habitación de Edward vacía, así que toqué.

— ¿Edward? Soy yo, abre.

—Vete, Pigeon —gritó del otro lado de la puerta. Me asomé para verlo sentado en el borde de la cama, frente a la ventana. Toto pateaba su espalda, no muy feliz de ser ignorado.

— ¿Qué pasa contigo, ED? —pregunté.

Él no respondió, así que me pare a su lado, cruzando mis brazos. Su quijada estaba tensa, pero no tenía esa expresión escalofriante que había tenido en la cafetería. Parecía triste. Del tipo profundo, sin esperanza.

— ¿No vas a hablarme sobre esto? Esperé, pero permaneció en silencio. Me di la vuelta hacia la puerta y él finalmente suspiró.

— ¿Recuerdas el otro día cuando Jasper se metió conmigo y tu saliste en mi defensa? Bueno… eso es lo que ocurrió. Sólo que me dejé llevar un poco.

—Estabas enojado antes de que Eric dijera algo —dije, volviéndome para sentarme a su lado en la cama. Él continuó mirando por la ventana.

—Quise decir lo que dije antes. Deberías irte, Pigeon. Dios sabe que yo no puedo apartarme de ti. Toqué su brazo.

—Tú no quieres que me vaya. La mandíbula de Edward se tensó de nuevo, y luego me envolvió con su brazo. Se detuvo por un momento, y luego besó mi frente, presionando su mejilla contra mi sien.

—No importa cuán fuerte lo intente. Vas a odiarme cuando todo esté dicho y hecho. Envolví mis brazos alrededor de él.

—Somos amigos. No acepto un no por respuesta —cité. Sus cejas se arquearon, y entonces me abrazó con ambos brazos, sin dejar de mirar por la ventana.

—Te observó dormir un montón. Siempre pareces tan tranquila. No tengo ese tipo de tranquilidad. Tengo toda esta ira y rabia dentro de mí… excepto cuando te observo dormir.

—Eso fue lo que estaba haciendo cuando Jacob entro —continuó—. Yo estaba despierto, y él entró, y sólo estuvo de pie allí, con su mirada de shock en el rostro. Sabía lo que él pensaba, pero no quise aclararlo. No quise explicárselo porque quería que él creyera que algo ocurrió. Ahora toda la escuela cree que tú estuviste con ambos en la misma noche.

Toto hizo su camino hacia mi regazo, y froté sus orejas. Edward alargó su mano para acariciarlo una vez, y luego puso su mano sobre la mía.

—Lo siento. Me encogí de hombros.

—Si él creyó ese rumor, esa es su culpa.

—Es difícil creer algo más cuando nos ve juntos en la cama.

—Él sabe que estoy quedándome contigo. Yo estaba completamente vestida, por el amor de Cristo. Edward suspiró.

—Probablemente estaba demasiado molesto como para darme cuenta. Sé que le gustas, Pigeon. Debería habérselo explicado. Te debo mucho.

—No importa.

— ¿No estás enojada? —preguntó, sorprendido.

— ¿Es eso lo que te tiene tan molesto? ¿Pensaste que me enojaría contigo cuando me dijeras la verdad?

—Deberías estarlo. Si me estuvieran hundiendo por la mala reputación del alguien, yo estaría un poco encabronado.

—A ti no te importa el qué dirán. ¿Qué pasó con el Edward que le importa una mierda lo que los demás piensen? —me burlé, dándole un codazo.

—Eso fue antes de ver la expresión en tu cara cuando escuchaste lo que todo el mundo estaba diciendo. No quiero que salgas lastimada por mi culpa.

—Tú nunca harías algo para lastimarme.

—Preferiría cortarme el brazo —suspiró.

Él se relajó apoyando su mejilla contra mi cabello. Yo no tenía una réplica, y Edward parecía haber dicho todo lo que necesitaba decir, así que nos sentamos en silencio. De vez en cuando, Edward me apretaba con más fuera a su lado. Me aferré a su camisa, sin saber cómo hacerlo sentir mejor que permitirle abrazarme. Cuando el sol comenzó a subir, escuché un leve golpe en la puerta.

— ¿Bella? —la voz de Rosalie sonó débil del otro lado de la madera.

—Entra, Rose —respondió Edward. Rosalie entró con Emmet, y sonrió al vernos, enredados en los brazos del otro.

—Vamos por un poco de comida. ¿Tienen ganas de hacer una carrera hasta Pei Wei?

—Agh. ¿Comida asiática nuevamente, Rose? ¿De verdad? —preguntó Edward. Sonreí. Él sonó más como a sí mismo. Rosalie lo notó, también.

—Sí, de verdad. ¿Vienen o no?

—Me muero de hambre —dije.

—Claro que lo estás, no llegaste a almorzar —dijo, frunciendo el ceño. Se levantó, llevándome con él—. Vamos. Déjame conseguir algo de comida para ti.

Él mantuvo su brazo alrededor de mí, y no me soltó hasta que estuvimos dentro de Pei Wei. Tan pronto como Edward fue al baño, Rosalie se inclinó hacia mí.

— ¿Y? ¿Qué te dijo?

—Nada —me encogí de hombros. Ella arqueó una ceja.

—Estuviste en su habitación por dos horas. ¿Él no te dijo nada?

—Por lo general no lo hace cuando está molesto —dijo Emmet.

—Tuvo que haber dicho algo —presionó Rosalie.

—Dijo que estaba un poco molesto por los rumores sobre mí, y que no le dijo a Jacob la verdad cuando él entró. Eso es todo —dije, jugando con la sal y la pimienta. Emmet negó con su cabeza, cerrando sus ojos.

— ¿Qué, bebé? —preguntó Rosalie, enderezándose.

—Edward es —suspiró, rodando sus ojos—, Olvídalo. Rosalie tenía una expresión testaruda.

—Oh, diablos, no, tú no puedes…—Ella se interrumpió cuando Edward se sentó y puso su brazo detrás de mí.

— ¡Maldita sea! ¿La comida no está aun? Reímos y bromeamos hasta que el restaurant cerró, y luego entramos en el auto para regresar a casa.

Emmet cargó a Rosalie sobre su espalda para subir las escaleras, pero Edward se quedó atrás, tirando de mi brazo antes de seguirlos. Levanté la mirada hacia nuestros amigos, hasta que ellos desaparecieron tras la puerta, y entonces me ofreció una sonrisa triste.

—Te debo una disculpa por lo de hoy, lo siento mucho.

—Ya te has disculpado. Está bien.

—No, me disculpé por Jacob. No quiero que pienses que soy un psicópata que va por ahí atacando a las personas por la más mínima cosa —dijo—. Pero te debo una disculpa porque no te defendí por la razón correcta.

—Y eso sería… —incité.

—Me abalancé sobre él porque dijo que él quería ser el siguiente en la fila, no porque él bromeara contigo.

—Insinuar que hay una fila para acostarse conmigo es razón suficiente para defenderme, ED.

—Ese es mi punto. Estaba enojado porque lo tomé como si él quisiera dormir contigo. Después de procesar lo que Edward quería decir, agarré los costados de su camisa y presioné mi frente contra su pecho.

— ¿Sabes qué? No me importa —dije, levantando la mirada hacia él—. No me importa lo que la gente está diciendo, o si pierdes el control, o porque golpeaste a Eric en el rostro. La última cosa que quiero es tener una mala reputación, pero estoy cansada de explicar nuestra amistad a todos. Al diablo con ellos. La mirada de Edward se tornó suave, y las comisuras de sus labios se curvaron.

— ¿Nuestra amistad? A veces me preguntó si me escuchas por completo.

— ¿Qué quieres decir?

—Entremos. Estoy cansado.

Asentí, y él me abrazó contra su costado hasta que nos encontramos dentro del apartamento. Rosalie y Emmet ya estaban encerrados en su dormitorio, y me deslicé dentro y fuera del baño.

Edward estaba sentado con Toto afuera mientras me vestía con mi pijama, y después de media hora, ambos estábamos en la cama. Recosté mi cabeza en mi brazo, dejando salir un largo suspiro, relajándome.

—Sólo dos semanas menos. ¿Vas a hacer un drama cuando me mude de regreso a Morgan?

—No lo sé —dijo. Pude ver su gesto atormentado, incluso en la oscuridad.

—Oye —toqué su brazo—. Estaba bromeando. Lo observé durante un largo rato, respirando, parpadeando, y tratando de relajarse. Él se movió un poco y luego me miró.

— ¿Confías en mí, Pigeon?

—Sí, ¿Por qué?

—Ven aquí —dijo, tirando de mí contra él.

Me puse rígida por un segundo o dos antes de recostar mi cabeza en su pecho. Lo que sea que estaba pasando con él, me necesitaba cerca, y no podría hacer objetado algo incluso si hubiera querido. Se sentía bien estar acostada a su lado.


Hola mis pollitas!

Se preguntaran, que hace sabrina actualizando un domingo! bien como soy tan buena voy actualizar 2 veces por semana...

Si lo se me aman.. ok no estoy bien de la cabeza jaja!

Pero se que me aman jaja ._. 

Espero que les guste el capitulo, ya se acerca lo bueno.

Nos vemos el Miercoles... Besitos SabriiCullen<3

PD: Actualizare los Miercoles y Sabado, junto con mi otra historia "El Chico Malo"... 

Capítulo 7: Diecinueve Capítulo 9: Promesa

 
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