Hermoso Desastre (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 17/10/2013
Fecha Actualización: 24/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 23
Comentarios: 108
Visitas: 69422
Capítulos: 23

 

La nueva Bella Swan es una buena chica. No bebe, ni maldice, y tiene un porcentaje adecuado de cardigans en su armario. Bella cree que tiene suficiente distancia entre su oscuro pasado y ella, pero cuando llega a la universidad con su mejor amiga Rosalie, su camino a un nuevo comienzo es rápidamente desafiado por el Chico de Una Sola Noche de la Universidad de Eastern.

Edward Cullen, delgado y cubierto de tatuajes, es exactamente lo que Bella necesita-y quiere-evitar. Él pasa sus noches ganando dinero en el cuadrilátero, y sus días enamorando a sus compañeras. Intrigado por la resistencia de Bella hacia sus encantos, Edward la engaña con un sencillo truco, una simple apuesta.

Si él pierde, él debe mantenerse en abstinencia durante un mes. Si Bella pierde, debe vivir en el apartamento de Edward por la misma cantidad de tiempo. De cualquier manera, Edward no tiene idea de que él ha encontrado a su igual.


Hola volvi con nueva historia...

El relato no es mio ni los personajes, pertenecen a Jamie McGuire y Stephenie Meyer...

espero que les guste y dejen comentario o votito si me lo meresco... si quieren pueden pasar por mi otra historia

"El Chico Malo" se los agradeceria un monton.

Las quiero a todas SabriiCullen...

 

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Capítulo 5: Jacob Black

La historia y los personajes no me pertenecen. Pertenecen a Jamie McGuire y Stephenie Meyer...


 

—Adelante. —dije, escuchando un golpe en la puerta. Edward entró y se quedó inmóvil en la puerta.

—Vaya. Sonreí y miré mi vestido. Era una falda corta, era sin duda más atrevido de lo que había llevado en el pasado. El material era delgado y negro. Jacob estaría en esa fiesta y yo tenía toda la intención de que me notara.

—Te ves increíble. —dijo mientras yo me ponía mis zapatillas. Le di un gesto de aprobación a su camisa blanca y pantalones vaqueros.

—Tú también te ves bien.

Sus mangas estaban enrolladas por encima de los codos, dejando al descubierto los intrincados tatuajes en sus antebrazos. Me di cuenta de que su brazalete favorito de cuero negro estaba alrededor de su muñeca cuando metió las manos en los bolsillos. Rosalie y Emmet nos esperaban en la sala.

—Jacob se va a mear a sí mismo cuando te vea. —Rosalie rió mientras Emmet dirigía el camino al coche. Edward abrió la puerta y me deslicé en el asiento trasero del Charger de Emmet.

A pesar de que ambos habíamos ocupado ese asiento en innumerables ocasiones, de pronto fue incomodo estar sentada a su lado. Los autos se alineaban en la calle, algunos incluso estaban estacionados sobre el césped. La Casa estaba a reventar y la gente aún seguía llegando caminando por la calle desde los dormitorios. Emmet se estacionó sobre el césped en la parte posterior, Rosalie y yo seguimos a los chicos al interior. Edward me trajo un vaso de plástico rojo lleno de cerveza y luego se inclinó para susurrar en mi oído.

—No tomes nada de nadie que no sea Emm o yo. No quiero que nadie agregue algo en tu bebida. Puse los ojos en blanco.

—Nadie va a poner nada en mi bebida, Edward.

—Sólo no aceptes nada que no venga de mí, ¿De acuerdo? Ya no estás en Forks, Pigeon.

—No había escuchado eso antes. —dije sarcásticamente, tomando un trajo. Una hora y media pasó y Jacob aún seguía sin aparecer. Rosalie y Emmet bailaban una canción lenta en la sala cuando Edward tiró de mi mano.

— ¿Quieres bailar?

—No gracias. —dije. Su cara se ensombreció. Toqué su hombro. —Estoy cansada, Ed. Puso su mano sobre la mía y comenzó a hablar, pero cuando miré más allá de él, vi que Jacob estaba caminando hacia nosotros. Edward se dio cuenta de mi expresión y volteó.

— ¡Hola, Bella! ¡Viniste! —Sonrió Jacob.

—Sí, hemos estado aquí desde una hora o algo así. —le dije, retirando mi mano del agarre de Edward.

— ¡Te ves increíble! —Gritó sobre la música.

— ¡Gracias! —Le sonreí, lanzándole una mirada a Edward. Sus labios estaban juntos y una línea se había formado entre sus cejas. Jacob asintió con la cabeza hacia la sala y sonrió.

— ¿Quieres bailar? Arrugué mi nariz y sacudí la cabeza.

—No, estoy un poco cansada. Entonces, Jacob miró a Edward.

—Pensé que no vendrías.

—Cambié de opinión. —dijo Edward, irritado por tener que dar explicaciones.

—Ya veo. —dijo Jacob, mirándome a mí—. ¿Quieres ir a tomar un poco de aire fresco? Asentí con la cabeza y luego seguí a Jacob por las escaleras.

Él se detuvo, tomando mi mano mientras subíamos al segundo piso. Cuando llegamos a la parte superior, él abrió un par de puertas francesas hacia el balcón.

— ¿Tienes frío? —Preguntó.

—Sólo un poco. —le dije, sonriendo cuando vi que él se quitó la chaqueta y cubrió mis hombros—. Gracias.

— ¿Estás aquí con Edward?

—Viajamos juntos. La cara de Jacob se extendió en una amplia sonrisa y luego miró hacia el césped. Un grupo de chicas estaban agrupadas, con los brazos alrededor de ellas para combatir contra el frío.

Papel crepe y latas de cerveza estaban sobre la hierba, junto a ellas botellas de licor vacías. Entre el alboroto, los hermanos Sig Tau estaban de pie alrededor de su obra maestra: una pirámide de barriles decorados con luces blancas. Jacob meneó la cabeza.

—Este lugar estará destruido por la mañana. El equipo de limpieza va a estar ocupado.

— ¿Tienen un equipo de limpieza?

—Sí. —sonrió—. Los llamamos estudiantes de primer año.

—Pobre Emm.

—Él no está en el equipo. Él obtiene un pase porque es primo de Edward y él no vive en la Casa.

— ¿Tú vives en la Casa? Jacob asintió con la cabeza.

—Los últimos dos años. Necesito conseguir un apartamento, de todos modos. Necesito un lugar más tranquilo para estudiar.

—Déjame adivinar… ¿estás matriculándote en Negocios?

—Biología, con especialidad en Anatomía. Me falta sólo un año más, tomar el MCAT* y después espero asistir a Harvard Med

— ¿Ya sabes si has sido aceptado?

—Mi papá fue a Harvard. Quiero decir, no estoy seguro, pero él es un ex alumno generoso si sabes a lo que me refiero. Tengo calificaciones perfectas, obtuve dos mil doscientos en mi SAT*, treinta y seis en mi ACT*. Estoy en una buena posición para un lugar.

— ¿Tu padre es médico? Jacob lo confirmó con una sonrisa afable.

—Es cirujano ortopedista.

—Impresionante.

— ¿Y tú? —Preguntó.

—Aún no he decido.

—La típica respuesta de un estudiante de primer año. Suspiré de manera dramática.

—Supongo que he arruinado las posibilidades de ser excepcional.

—Oh, no tienes que preocuparte por eso. Captaste mi atención desde el primer día de clase. ¿Qué estás haciendo en cálculo para tercer año como estudiante de primer año? Sonreí y torcí el pelo alrededor de mi dedo.

—Las matemáticas son fácil para mí. Tomé las clases en la escuela secundaria y dos cursos de verano en el Estado de washington.

—Eso sí es impresionante. —dijo. Nos quedamos de pie en el balcón durante una hora, hablando de todo, desde los restaurantes locales hasta cómo me hice tan buena amiga con Edward.

—Yo no lo mencionaría, pero los dos parecen ser el tema de conversación.

—Genial. —murmuré.

—Es raro para Edward. Él no crea amistades con las mujeres. Él tiende a ser el enemigo la mayoría del tiempo.

—Oh, yo no lo sé. He visto unas cuantas que tienen pérdida de memoria a corto plazo o son demasiado indulgentes cuando se relaciona a él. Jacob se echó a reír.

—La gente simplemente no entiende su relación. Tienes que admitir que es un poco ambigua.

— ¿Estás preguntándome si me acuesto con él? Él sonrió.

—No estarías aquí con él si lo hicieras. Lo conozco desde que tenía catorce años y soy muy consciente de la forma en que opera. Tengo curiosidad sobre su amistad, sin embargo.

—Eso es lo que es. —me encogí de hombros—. Salimos, comemos, vemos T.V., estudiamos y discutimos. Eso es todo. Jacob rió en voz alta, sacudiendo la cabeza ante mi honestidad.

—He oído que eres la única persona con el derecho de poner a Edward en su lugar. Eso es un título honorífico.

—Como sea. Él no es tan malo como todo el mundo le hace ser.

El cielo se puso morado y después rosa cuando el sol se abrió paso por encima del horizonte. Jacob miró su reloj, mirando por encima de la barandilla a la pequeña multitud en el césped.

—Parece que la fiesta ha terminado.

—Será mejor que encuentre a Emm y Rose.

— ¿Te importaría si te llevo a casa? —Preguntó. Traté de controlar mi emoción.

—No, en absoluto. Se lo dejaré saber a Rosalie —Entré por la puerta y después me encogí antes de darme la vuelta—. ¿Sabes dónde vive Edward? Jacob levantó sus gruesas cejas.

—Sí, ¿por qué?-Ahí es donde me estoy quedando. —le dije, preparándome para su reacción.

— ¿Te estás quedando con Edward?

—De hecho, perdí una apuesta, así que estaré allí por un mes.

— ¿Un mes?

—Es una larga historia. —me encogí de hombros tímidamente.

— ¿Pero ustedes sólo son amigos?

—Sí.

—Entonces te llevaré a casa de Edward. —sonrió.

Troté por las escaleras para buscar a Rosalie y pasé junto a un Edward sombrío, que parecía estar molesto con la chica borracha que hablaba con él. Él me siguió hasta la sala mientras yo tiraba del vestido de Rosalie.

—Si quieren pueden adelantarse. Jacob ofreció llevarme a casa.

— ¿Qué? —dijo Rosalie con el entusiasmo en sus ojos.

— ¿Qué? —preguntó Edward, enojado.

— ¿Hay algún problema? —Le preguntó Rosalie. Él miró a Rosalie y luego me llevó hasta la esquina, su mandíbula revoloteando bajo su piel.

—Ni siquiera lo conoces. Saqué mi brazo de su agarre.

—Esto no es de tu incumbencia, Edward.

—Al demonio si no lo es. No dejaré que viajes a casa con un completo extraño. ¿Y si trata aprovecharse de ti?

— ¡Bien! ¡Él es lindo! La expresión de Edward cambió de la sorpresa a la ira, y me preparé para lo que podría decir después.

— ¿Jacob Black, Pigeon? ¿En serio? Jacob Black, —repitió con desdén—. ¿Qué clase de nombre es ese, de todos modos? Me crucé de brazos.

—Ya está bien, Ed. Estás comportándote como un idiota. Se inclinó, aparentemente nervioso.

—Lo mataré si te toca.

—Me gusta. —le dije, haciendo énfasis en cada palabra. Él pareció sorprendido por mi confesión y luego su expresión se volvió severa.

—Está bien. Si terminas debajo de él en el asiento trasero de su coche, después no vengas llorando conmigo. Mi boca se abrió, ofendida y furiosa al instante.

—No te preocupes, no lo haré. —le dije, alejándome de él. Edward me agarró del brazo y suspiró, mirándome sobre su hombro.

—No quise decir eso, Pigeon. Si él te lastima, si tan sólo te hace sentir incómoda, sólo házmelo saber. La ira se desvaneció y dejé caer mis hombros.

—Sé que no lo quisiste. Pero tienes que ponerle un alto a este gran exceso de sobre protección de hermano mayor que tienes. Edward se echó a reír.

—No estoy jugando el papel del hermano mayor, Pigeon. Nada de eso. Jacob apareció en la esquina y se metió las manos en el interior de los bolsillos, ofreciéndome su codo.

— ¿Todo listo? Edward apretó la mandíbula y di un paso hacia el otro lado de Jacob para distraerlo de la expresión de Edward.

—Sí, vámonos. —Tomé el brazo de Jacob y caminé con él unos poco pasos antes de volverme para decirle adiós a Edward, pero él estaba taladrando con la mirada la parte posterior de la cabeza de Jacob. Sus ojos se deslizaron hacia mí y sus rasgos se suavizaron.

—Ya basta. —dije a través de mis dientes, siguiendo a Jacob entre la multitud hacia su coche.

—Es ese plateado. —Los faros de su coche parpadearon dos veces cuando él presionó la llave inalámbrica. Él abrió la puerta del pasajero y reí.

— ¿Conduces un Porsche?

—Ella no sólo es un Porsche. Ella es un Porsche 911 GT3. Hay una diferencia.

—Déjame adivinar, ¿Es el amor de tu vida? —Le dije, citando la declaración de Edward acerca de su motocicleta.

—No, es sólo un coche. El amor de mi vida será una mujer con mi apellido. Me permití una pequeña sonrisa, tratando de no parecer excesivamente afectada por su declaración. Él tomó mi mano para ayudarme a entrar en el coche y cuando él se sentó al volante, apoyó la cabeza en contra de su asiento y me sonrió.

— ¿Qué harás esta noche?

— ¿Esta noche? —Le pregunté.

—Ya es de mañana. Y quiero invitarte a cenar antes de que alguien se me adelante. Una sonrisa se extendió en mi cara.

—No tengo ningún plan.

— ¿Te recogeré a las seis?

—Está bien. —dije, mirándolo tomar mis dedos entre los suyos.

Jacob me llevó directamente a casa de Edward, manteniéndose al límite de velocidad y mi mano en la suya. Se puso detrás de la Harley, y al igual que antes, me abrió la puerta. Una vez que llegamos a la puerta, él se inclinó para besar mi mejilla.

—Descansa un poco. Nos vemos esta noche. —me susurró al oído.

—Adiós. —sonreí, girando el pomo. Cuando la empuje, la puerta cedió y me lanzó hacia adelante. Edward me agarró del brazo antes de caer.

—Tranquila. Me volví para ver a Jacob mirándonos con una expresión incómoda. Se inclinó para mirar en el apartamento.

— ¿Ninguna joven humillada, varada, que tenga que darle un aventón a casa? Edward miró a Jacob.

—No empieces conmigo. Jacob sonrió y guiñó un ojo.

—Siempre estoy dándole problemas. No tengo la oportunidad de hacerlo a menudo desde que él se dio cuenta que es más fácil si consigue que ellas lleguen aquí en sus propios autos.

—Supongo que eso sí simplifica las cosas. —dije, bromeando.

—No es gracioso, Pigeon.

— ¿Pigeon?

—Es uh… Es sólo un apodo, ni siquiera sé de dónde lo sacó. —le dije. Esa fue la primera vez que me sentí incómoda con el nombre que Edward me había concedido en la noche que nos conocimos.

—Tendrás que contármelo cuando lo averigües. Suena como una buena historia. —sonrió Jacob—. Buenas noches, Bella.

— ¿Quieres decir buenos días? —dije, viéndolo trotar por las escaleras.

—Eso también. —gritó con una sonrisa dulce. Edward cerró la puerta y tuve retirar mi cabeza antes de que me golpeara con ella.

— ¿Qué? —pregunté. Edward sacudió la cabeza y se dirigió a su dormitorio. Yo le seguí y luego salté sobre un pie para retirar uno de mis tacones.

—Él es bueno, Ed. Suspiró y se acercó a mí.

—Te vas a lastimar. —dijo, enganchando su brazo alrededor de mi cintura con una mano y quitando mis zapatillas con la otra.

Los arrojó en el armario y luego se quitó la camisa, caminando hacia la cama. Abrí la cremallera de mi vestido y lo deslicé por mis caderas, pateándolo hacia la esquina. Tiré una camiseta sobre mi cabeza, después desabroché el sujetador, retirándolo a través de la manga de mi camisa. Cuando acomodé mi pelo en un moño en la parte superior de mi cabeza, me di cuenta de que él me miraba.

—Estoy segura que no hay nada que no hayas visto antes. —le dije, poniendo los ojos en blanco.

Me deslicé bajo las sábanas y me recosté en contra de mi almohada. Él se desabrochó el cinturón y tiró de sus pantalones hacia abajo, quitándoselos. Esperé mientras él permanecía en silencio por un momento. Yo estaba de espaldas a él, así que me preguntaba qué estaba haciendo, de pie al lado de la cama en silencio. La cama cóncavo cuando finalmente se arrastró sobre el colchón junto a mí y me puse rígida cuando su mano se posó en mi cadera.

—No fui a una pelea esta noche. —dijo—. Riley llamó. Pero no fui.

— ¿Por qué? —dije, volviéndome hacia él.

—Quería asegurarme de que llegaras a casa. Arrugué la nariz.

—No hace falta que me cuides. Él trazó la longitud de mi brazo con su dedo, enviando escalofríos por mi columna vertebral.

—Lo sé. Creo que todavía me siento mal por la otra noche.

—Te dije que no me importaba. Se sostuvo sobre su codo, el ceño fruncido dudosamente en su cara.

— ¿Es por eso que dormiste en el sillón? ¿Por qué no te importaba?

—No podía conciliar el sueño después de que… tus amigas se fueron.

—Dormiste demasiado bien en el sillón. ¿Por qué no sólo dormiste conmigo?

— ¿Quieres decir junto a un hombre que todavía olía como un par de moscas de bar que acababa de enviar a casa? ¡No lo sé! ¡Qué egoísta de mi parte! Edward hizo una mueca.

—Te dije que lo siento.

—Y yo te dije que no me importaba. Buenas noches. —le dije, volviéndome hacia el otro lado.

Unos instantes de silencio pasaron. Él deslizó la mano en la parte superior de mi almohada, colocando su mano sobre la mía. Acarició las delicadas partes de piel entre los dedos y luego apretó los labios contra mi pelo.

—Estuve tan preocupado de que no me dirigieras la palabra de nuevo… creo que es peor que seas indiferente. Mis ojos se cerraron.

— ¿Qué quieres de mí, Edward?No quieres que esté molesta por lo que hiciste, pero quieres que me importe. Le dijiste a Rosalie que no quieres nada conmigo, pero te enojas cuando yo digo lo mismo, tanto que sales como alma que lleva el diablo y consigues emborracharte ridículamente. No haces ningún sentido.

— ¿Es por eso que le dijiste esas cosas a Rosalie? ¿Por qué le dije que no saldría contigo? Apreté los dientes. Él acababa de insinuar que yo estaba jugando con él. Formulé la respuesta más directa que pude pensar.

—No, quise decir lo que dije. Sólo que no lo decía como un insulto. Edward suspiró.

—Yo sólo lo dije porque, —rascó su corto cabello, nervioso—, no quiero arruinar las cosas, Pigeon. Ni siquiera sé cómo hacer para merecerte. Estaba tratando de comprenderlo en mi cabeza.

—Como sea. Tengo que dormir un poco. Tengo una cita esta noche.

— ¿Con Jacob? —preguntó, la ira filtrándose a través de su tono.

—Sí. ¿Puedo ir a dormir?

—Por supuesto, —dijo, empujándose a sí mismo fuera de la cama y luego cerrando la puerta detrás de él.

El sillón reclinable chirrió bajo su peso y las voces ahogadas de la televisión llenaban el pasillo. Me obligué a cerrar los ojos y traté de calmarme lo suficiente como para quedarme dormida, aunque sólo fuera por unas horas. El reloj marcaba las 3 PM cuando abrí los ojos. Agarré una toalla y mi bata y luego caminé hacia el cuarto de baño. Tan pronto como cerré la cortina de la ducha, la puerta se abrió y cerró. Esperé a que alguien hablara, pero el único sonido fue el chasquido de la tapa del inodoro en contra de la porcelana.

— ¿Edward?

—No, soy yo, —dijo Rosalie.

— ¿Tienes que hacer pis aquí? Tú tienes tu propio cuarto de baño.

—Emm ha estado allí durante media hora vomitando. No entraré allí.

—Genial.

—He oído que tienes una cita esta noche. ¡Edward está enojado! —Exclamó.

— ¡A las seis! Él es tan dulce, Rosalie. Él es… —me detuve, suspirando.

Estaba hablando efusivamente, y no era normal en mí hablar a borbotones. Todo lo que hacía era pensar que tan perfecto había sido desde el momento en que lo había conocido. Él era exactamente lo que necesitaba, el polo opuesto de Edward.

— ¿Te dejó sin palabras? —Ella rió. Asomé mi cabeza por la cortina.

— ¡No quería volver a casa! ¡Podría haber hablado con él para siempre!

—Suena prometedor. ¿No es un poco extraño que estés aquí? Me metí bajo el agua, enjuagando la espuma.

—Se lo he explicado. El inodoro se enjuagó, y el grifo se encendió, por lo que el agua se tornó fría por un momento. Grité y la puerta se abrió de golpe.

— ¿Pigeon? —dijo Edward. Rosalie se echó a reír.

—Sólo tiré la cadena del inodoro, ED, cálmate.

—Oh. ¿Estás bien, Pigeon?

—Estoy genial. Fuera de aquí. —La puerta se cerró de nuevo y suspiré

— ¿Es mucho pedir cerraduras en las puertas? —Rosalie no respondió—. ¿Rose?

—Es realmente una lástima que ustedes dos no pudieron estar en la misma página. Tú eres la única que podría haber… —Suspiró—. Olvídalo. Ya no importa. Apagué el agua y me envolví en una toalla.

—Eres tan mala como él. Es un virus… nadie aquí tiene sentido. Estás enojada con él, ¿recuerdas?

—Lo sé. —concordó.

Encendí mi nuevo secador de pelo y comencé el proceso de arreglarme para mi cita con Jacob. Ricé mi cabello y me pinté las uñas y los labios de un tono rojo profundo. Era demasiado para una primera cita. Fruncí el ceño a mí misma en el espejo. No debí de ofenderme cuando Edward me acusó de estar jugando juegos, después de todo. Tomando una última mirada de mí misma en el espejo, la culpa se apoderó de mí. Edward estaba tratando de arreglar las cosas y yo sólo estaba siendo terca. Salí a la sala y Edward sonrió, no era la reacción que estaba esperando.

—Estás… hermosa.

—Gracias. —le dije, confundida por la ausencia de irritación o celos en su voz. Emmet silbó.

—Buena elección, Bella. A los chicos les gusta el rojo.

—Y los rizos son magníficos. —añadió Rosalie. El timbre sonó y Rosalie sonrió, agitando su mano con entusiasmo exagerado.

— ¡Qué te diviertas!

Abrí la puerta. Jacob sostenía un pequeño ramo de flores, él llevaba pantalones de vestir y corbata. Sus ojos hicieron una recorrida sobre mí rápidamente, desde el vestido hasta mis zapatos y luego de abajo a arriba.

—Eres la criatura más hermosa que he visto. —dijo, sinceramente.

Miré hacia atrás para despedirme de Rosalie, cuya sonrisa era tan grande que podía ver cada uno de sus dientes. Emmet tenía la expresión de un padre orgulloso y Edward mantuvo los ojos en la televisión. Jacob me tendió la mano, dirigiéndome a su brillante Porsche. Una vez dentro, dejó escapar una bocanada de aire.

— ¿Qué? —Le pregunté.

—Tengo que admitirlo, estaba un poco nervioso por recoger a la mujer con la cual Edward Cullen está enamorado… de su apartamento. No sabes cuántas personas me han acusado de estar loco el día de hoy.

—Edward no está enamorado de mí. Él muy apenas puede soportar estar cerca de mí a veces.

— ¿Entonces es una relación de amor/odio? Porque cuando le conté a mis hermanos que te llevaría cenar esta noche, todos dijeron la misma cosa. Él ha estado comportándose tan erráticamente, incluso más de lo habitual, que todos han llegado a la misma conclusión.

—Están equivocados. —insistí. Jacob meneó la cabeza como si yo estuviera completamente desorientada. Él apoyó su mano sobre la mía.

—Será mejor que nos vayamos. Tengo una mesa esperándonos.

— ¿Dónde?

—En Biasetti. Me arriesgué… espero que te guste la comida italiana. Levanté una ceja.

— ¿No era un corto plazo para reservaciones? Ese lugar siempre está lleno.

—Bueno… es nuestro restaurante. La mitad, de todos modos.

—Me gusta la comida italiana. —sonreí.

Jacob condujo hacia el restaurante en el límite de velocidad, usando su señal apropiadamente y disminuyendo a una distancia razonable para cada luz amarilla. Cuando hablaba, muy apenas retiró los ojos de la carretera. Cuando llegamos a restaurante, me reí.

— ¿Qué? —Preguntó.

—Es sólo que eres… un conductor muy prudente. Es algo bueno.

— ¿Diferente de la parte trasera de la moto de Edward? —Él sonrió.Me habría reído, pero la diferencia no se sentía bien.

—No hablemos de Edward esta noche. ¿De acuerdo?

—Muy bien. —dijo, saliendo para abrir mi puerta.

Estábamos sentados inmediatamente en nuestra mesa, junto a una enorme ventana. Aunque llevaba un vestido, parecía pobre en comparación con las otras mujeres en el restaurante. Ellas estaban goteando en diamantes y usando vestidos de coctel. Nunca antes había comido en un lugar tan elegante como éste. Pedimos y Jacob cerró el menú sonriéndole al camarero.

—Y nos trae una botella de Allegrini Amarone, por favor.

—Por supuesto, señor. —dijo el camarero, tomando nuestros menús.

—Este lugar es increíble. —le susurré, apoyándome contra la mesa. Sus ojos se suavizaron.

—Gracias, le dejaré saber a mi padre lo que piensas.

Una mujer se acercó a nuestra mesa. Llevaba el pelo recogido en un moño francés, una raya gris interrumpiendo el flequillo de su cabello. Traté de no mirar las brillantes joyas reposando alrededor de su cuello o meciéndose de ida y vuelta en sus oídos, pero sin duda alguna fueron hechos para ser vistos. Sus ojos azules se dirigieron a mí. Rápidamente se volvió para mirar a mi cita.

— ¿Quién es tu amiga, Jacob?

—Madre, ésta es Isabella Swan. Isabella ella es mi madre, Camellia Black.Extendí mi mano y ella la sacudió sólo una vez. En un movimiento practicado, el interés incendió los rasgos afilados de su cara y miró a Jacob.

— ¿Swan? Tragué saliva, preocupada de que ella había reconocido el nombre. La expresión de Jacob se volvió impaciente.

—Ella es de Forks, mamá. No conoces a su familia. Ella asiste a Eastern.

— ¿Ah, sí? —Camellia me miró de nuevo—. Jacob estará asistiendo a Harvard el próximo año.

—Eso es lo que él dijo. Creo que es genial. Usted debe de estar muy orgullosa. La tensión alrededor de sus ojos se suavizó un poco y en las comisuras de sus labios apareció una sonrisa de suficiencia.

—Lo estamos. Gracias.

Me sorprendió la forma en que sus palabras eran educadas, más aun así goteaban con insultos. No era un talento que había desarrollado de la noche a la mañana. La Sra. Black debía haber pasado sus años restregando su superioridad a los demás.

—Es bueno verte, mamá. Buenas noches. —Ella besó su mejilla, frotó el lápiz labial con el dedo pulgar y luego regresó a su mesa—. Lo siento, yo no sabía que ella estaría aquí.

—Está bien. Ella parece… genial. Jacob se echó a reír.

—Sí, para una piraña. —Ahogué una risa y él ofreció una sonrisa de disculpa—. Ella se ablandará. Sólo le toma un poco de tiempo.

—Esperemos que sea antes de que te vayas a Harvard.

Hablamos sin cesar acerca de la comida, de Eastern, cálculo e incluso sobre el Círculo. Jacob era encantador, divertido y decía las cosas correctas. Varias personas se acercaron a Jacob para saludarlo y él siempre me presentó con una sonrisa de orgullo. Él era considerado como una celebridad dentro de las paredes del restaurante y cuando nos retiramos, sentí la presión de los ojos de todos en la habitación.

— ¿Y ahora qué? —Le pregunté.

—Me temo que tengo un examen en Anatomía el lunes a primera hora. Tengo que estudiar. —dijo, cubriendo mi mano con la suya.

—Mejor tú que yo. —le dije, tratando de no sonar demasiada decepcionada. Condujo al apartamento y me llevó hasta las escaleras de la mano.

—Gracias, Jacob. —sonreí—. Pase un rato fantástico.

— ¿Es demasiado pronto para pedirte una segunda cita?

—No, para nada. —sonreí.

— ¿Te llamó mañana?

—Suena perfecto.

Luego vino el momento del silencio incómodo. El elemento de las citas que temo. Besarse o no besarse, odiaba esa pregunta. Antes de que tuviera la oportunidad de preguntarme si me besaría o no, él tomó cada lado de mi cara y me acercó a él, presionando sus labios contra los míos. Eran suaves, cálidos y maravillosos. Se retiró y luego me besó otra vez.

—Te hablo mañana, Bells. Me despedí con la mano, mirándolo caminar por las escaleras hacia su coche.

—Adiós. Una vez más, cuando giré el picaporte, la puerta se abrió de un tirón y caí hacia adelante. Edward me atrapó y recuperé el equilibrio.

— ¿Quieres parar de hacer eso? —Le dije, cerrando la puerta detrás de mí.

— ¿Bells? ¿Qué eres, un vídeo de ejercicios? —Se burló.

— ¿Pigeon? —dije con la misma cantidad de desdén—. ¿Una molesta ave que hace popo por toda la acera?

—A ti te agrada Pigeon —dijo él a la defensiva—. Es una paloma, una chica atractiva, una carta ganadora en el póker, tú sólo elige. Tú eres mi paloma. Me agarré de su brazo para quitarme los tacones y luego caminé a su habitación. Cuando ya me había cambiado en mi pijama, hice mi mejor esfuerzo para permanecer enojada con él. Edward se sentó en la cama y se cruzó de brazos.

— ¿Pasaste un buen rato?

—Pase —suspiré—, un rato fantástico. Un momento perfecto. Él es… —No podía pensar en una palabra adecuada para describirlo, así que sólo negué con la cabeza.

— ¿Te besó? Apreté los labios y asentí con la cabeza.

—Tiene unos labios realmente suaves. Edward se estremeció.

—No me importa qué tipo de labios tiene.

—Créeme, es importante. Me pongo nerviosa con los primeros besos, también, pero éste no fue tan malo.

— ¿Te pones nerviosa acerca de un beso? —Preguntó, divertido.

—Sólo los primeros besos. Los detesto.

—Yo los detestaría, también, si tuviera que besar a Jacob Black. Me reí y fui al cuarto de baño para lavar el maquillaje de mi cara. Edward me siguió, apoyándose contra la puerta.

—Así que, ¿van a salir otra vez?

—Sí. Él me llamará mañana. —Me sequé la cara y corrí por el corredor, saltando sobre la cama. Edward se quedó en sus bóxers y se sentó de espaldas a mí. Un poco desplomado, parecía estar agotado. Los músculos de su espalda se extendieron cuando él lo hizo, él me miró por un momento.

—Si pasaron un buen rato, ¿por qué estás en casa tan temprano?

—Él tiene un examen el lunes. Edward arrugó la nariz.

— ¿A quién le importa?

—Él está tratando de entrar a Harvard. Tiene que estudiar. Él resopló, arrastrándose sobre su estómago. Lo observé meter las manos debajo de la almohada, parecía irritado.

—Sí, eso es lo que sigue diciéndole a todo mundo.

—No seas aguafiestas. Él tiene sus prioridades… Creo que es responsable.

— ¿No debería su chica ser una de sus prioridades?

—No soy su chica. Hemos salido sola una vez, ED. —lo regañé.

—Entonces, ¿Qué son? —Le lancé una mirada sucia y él se echó a reír—. ¿Qué? ¡Tengo curiosidad!

Al ver que estaba siendo sincero, le describí todo, desde el restaurante, la comida hasta las dulces y divertidas cosas que dijo Jacob. Sabía que mi boca estaba congelada en una sonrisa ridícula, pero no podía dejar de sonreír mientras describía mi perfecta noche.

Edward me miraba con una sonrisa divertida mientras yo borboteaba, incluso haciendo preguntas. A pesar de que él parecía frustrado con la situación de Jacob, tuve la clara sensación de que disfrutaba verme feliz. Edward se recostó en su lado de la cama y yo bostecé. Nos miramos el uno al otro por un momento antes de que él suspirara.

—Me alegro de que lo hayas pasado bien, Pigeon. Te lo mereces.

—Gracias. —sonreí. El tono de mi teléfono celular reverberó en la mesa de noche y me estiré para mirar la pantalla.

— ¿Hola?

—Ya es mañana. —dijo Jacob. Miré el reloj y me eché a reír. Eran las doce y un minuto.

—Ya lo es.

—Entonces, ¿qué opinas sobre el lunes por la noche? —Preguntó. Me tapé la boca por un momento y luego tomé una respiración profunda.

—Eh, sí. El lunes por la noche suena genial.

—Bien. Nos vemos el lunes. —dijo. Podía oír la sonrisa en su voz. Colgué el teléfono y miré a Edward, quien observaba con leve molestia. Me aparté de él y me hice un ovillo, tensa de la emoción.

—Eres tan empalagosa. —dijo Edward, dándome la espalda. Puse los ojos en blanco y suspiré. Se dio la vuelta, tirando de mí hacia él.

— ¿En verdad te gusta Jacob?

— ¡No lo arruines, Edward! Me miró por un momento y luego negó con la cabeza, dándose la vuelta una vez más.

—Jacob Black. —suspiró.

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Mcat: (medical college admision test) Es un examen computarizado para los futuros estudiantes de medicina en los EE.UU y Canadá.

Sat: Es un examen de razonamiento para ingresar a la universidad en EE.UU. La maxima calificacion es, de acuerdo con la escala de 2006, 2400.

Act: El america college testing (act por sus siglas en ingles) es un examen de rendimiento escolar para la escuela secundaria y admisiones universitarias en EE.UU. La maxima puntacion es de 36.


Hola mis pollitas... capitulo nuevo...

Quien necesita a Jacob cuando vivis con Edward??? o.0 bueno Bella se ve que si....

meresco un votito o comentario... nos vemos el miercoles SabriiCullen<3 

Capítulo 4: La apuesta Capítulo 6: Punto Crucial

 
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