Hermoso Desastre (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 17/10/2013
Fecha Actualización: 24/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 23
Comentarios: 108
Visitas: 69405
Capítulos: 23

 

La nueva Bella Swan es una buena chica. No bebe, ni maldice, y tiene un porcentaje adecuado de cardigans en su armario. Bella cree que tiene suficiente distancia entre su oscuro pasado y ella, pero cuando llega a la universidad con su mejor amiga Rosalie, su camino a un nuevo comienzo es rápidamente desafiado por el Chico de Una Sola Noche de la Universidad de Eastern.

Edward Cullen, delgado y cubierto de tatuajes, es exactamente lo que Bella necesita-y quiere-evitar. Él pasa sus noches ganando dinero en el cuadrilátero, y sus días enamorando a sus compañeras. Intrigado por la resistencia de Bella hacia sus encantos, Edward la engaña con un sencillo truco, una simple apuesta.

Si él pierde, él debe mantenerse en abstinencia durante un mes. Si Bella pierde, debe vivir en el apartamento de Edward por la misma cantidad de tiempo. De cualquier manera, Edward no tiene idea de que él ha encontrado a su igual.


Hola volvi con nueva historia...

El relato no es mio ni los personajes, pertenecen a Jamie McGuire y Stephenie Meyer...

espero que les guste y dejen comentario o votito si me lo meresco... si quieren pueden pasar por mi otra historia

"El Chico Malo" se los agradeceria un monton.

Las quiero a todas SabriiCullen...

 

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Capítulo 14: Corta estancia en el pecado

La historia y los personajes no son mios. Pertencen a Jamie McGuire y Stephenie Meyer...

 


 

Edward dejó nuestras maletas y miró alrededor de la habitación.

—Esto es lindo, ¿verdad? Lo fulminé con la mirada y él enarcó su ceja. — ¿Qué?

Empecé a desempacar mi maleta y sacudí mi cabeza. Diferentes estrategias y la falta de tiempo llenaron mi cabeza.

—Estas no son vacaciones, Edward. No deberías estar aquí. Al momento siguiente él estaba detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.

—Yo voy a donde tú vayas. Ladeé mi cabeza en contra de su pecho y suspiré.

—Tengo que ir a la planta baja. Tú puedes quedarte aquí si quieres o echarle un vistazo al show. Te veré más tarde ¿De acuerdo?

—Iré contigo.

—No te quiero allí, ED. —Una expresión de dolor cruzó su rostro, toqué su brazo—. Si voy a ganar catorce mil dólares en un fin de semana necesito estar concentrada al máximo. No me gusta quién voy a ser en esas mesas, y no quiero que tú lo veas, ¿Vale? Él retiró mi cabello fuera de mis ojos y besó mi mejilla.

—De acuerdo, Pigeon.

Edward saludó a Rosalie mientras dejaba la habitación. Ella se acercó a mí en el mismo vestido que usó en la fiesta. Me cambié por una falda corta dorada y un par de tacones, estudiándome en el espejo. Rosalie llevó mi cabello hacia atrás y me pasó un tubo negro.

—Necesitas al menos cinco capas más de rímel, y ellos van a pedir tu identificación antes de que te des cuenta si no usas un poco más de rubor, ¿Acaso has olvidado cómo se juega este juego? Arranqué el rímel de las manos de Rosalie y pasé al menos otros diez minutos en mi maquillaje, cuando terminé, mis ojos se empezaron a llenarse de lágrimas.

—Maldita sea Bella, no llores —me dije mirando hacia arriba mientras secaba la parte inferior de mis ojos con un pañuelo desechable.—No tienes que hacer esto Bella, tú no le debes nada. —dijo ahuecando mis hombros mientras me miraba al espejo una última vez

—Él le debe dinero a Benny, Rose, si no lo hago, lo matarán. Su expresión era de lástima, ya la había visto mirarme de esa manera muchas veces antes, pero esta vez ella estaba desesperada. Lo había visto arruinar mi vida más veces de las que ninguna de las dos podríamos contar.

— ¿Qué pasa con la siguiente vez que lo haga? ¿Y la siguiente? No puedes seguir haciendo esto.

—Él estuvo de acuerdo con mantenerse lejos, Charlie Swan es muchas cosas, más no un estúpido. Caminamos por el pasillo e ingresamos a un ascensor vacío.— ¿Tienes todo lo que necesitas? —Pregunté, manteniendo las cámaras en mente. Rosalie chocó su uñas con la licencia de conducir falsa y sonrió.

—El nombre es Candy, Candy Crawford. —dijo en un falso acento sureño. Extendí mi mano.

—Jessica James. Gusto en conocerte, Candy.

Ambas nos pusimos nuestras gafas de sol y permanecimos con cara de póker mientras el ascensor se abría, revelando las luces de neón y el bullicioso casino. La gente se movía en todas las direcciones. Las Vegas era el infierno celestial, el único lugar en donde podías encontrar bailarinas en ostentosos trajes y montones de maquillaje. Prostitutas con una indumentaria aceptable, hombres de negocios en lujosos trajes y familias enormes en la misma edificación. Desfilamos a lo largo de un pasillo alineado con cuerdas rojas y le entregamos nuestras identificaciones a un hombre que tenía una chaqueta roja. Me observó por un momento y me quité las gafas.

—Cualquier momento de hoy sería genial. —dije con tono aburrido.

Nos devolvió nuestras identificaciones y se hizo a un lado, dejándonos pasar, atravesamos los pasillos en donde estaban las máquinas tragamonedas, las mesas de Black Jack*. Escaneé la habitación, observando las diferentes mesas de póquer, asintiendo hacia una con viejos caballeros sentados en ella.

—Ésa. —dije, contoneándome por el camino.

—Empieza agresiva Bella, ellos no sabrán lo que se les viene encima.

—No. Ellos son de las Vegas a la antigua, tengo que jugar inteligente esta vez. Me acerqué a la mesa, usando mi más encantadora sonrisa. Los locales podían oler a los estafadores a millas de distancia, pero yo tenía dos cosas a mi favor que cubrían el olor de cualquier cosas que pudiera levantar sospechas: juventud… y tetas.

—Buenas noches, caballeros. ¿Les importa si me uno a ustedes? Ellos no miraron en mi dirección.

—Seguro, pequeña. Toma asiento y procura verte bonita. Sólo no hables.

—Quiero entrar. —dije pasándole mis gafas a Rosalie—. No hay suficiente acción en las mesas de Black Jack. Uno de los hombres masticó su cigarrillo.

—Esto es una mesa de póquer princesa, cinco cartas. Prueba tu suerte en las máquinas de ranura. Me senté en la única silla vacía, haciendo una demostración al cruzar mis piernas.

—Siempre he querido jugar póquer en las Vegas. Y tengo todas estas fichas… —dije, poniendo mi montón de fichas en la mesa—, Y soy muy buena jugando en línea. Los cinco hombres miraron mis fichas y luego a mí.

—Hay una apuesta mínima, cariño. —dijo el concesionario.

— ¿Cuánto?

—Cinco mil, dulzura. Escucha… no quiero hacerte llorar. Hazte un favor y juega en las máquinas de ranura.

Empujé hacia adelante mis fichas, encogiéndome de hombros en el modo en que una chica temeraria y excesivamente segura de sí misma haría antes de darse cuenta que acababa de perder sus fondos para la universidad. Los hombres se miraron entre ellos. El concesionario se encogió de hombros y tiró sus fichas.

—Jimmy. —dijo ofreciendo su mano. Cuando la tomé él señaló a los otros—. Mel, Pauly, Joe y él es Winks. —Miré hacia un hombre flaco que masticaba un palillo, y como había predicho, me guiñó un ojo. Asentí y esperé con falsa anticipación mientras Jimmy repartía la primera mano. Perdí a propósito las dos primeras, pero para la cuarta mano yo estaba arriba. No le tomaba tanto tiempo a los veteranos de las Vegas descifrarme como había tomado Thomas.

— ¿Dijiste que jugabas en línea? —Preguntó Pau.

—Con mi papá

— ¿Eres de aquí? —Preguntó Jimmy

—Forks. —Respondí sonriendo.

—Ella no juega en línea, se los dije. —dijo Mel, quejándose. Una hora después, había tomado veintisiete mil dólares de mis oponentes, y ellos estaban empezando a sudar.

—Me retiro. —dijo Jimmy, bajando sus cartas frunciendo el ceño.

—Si no lo estuviera viendo con mis propios ojos, nunca lo habría creído. —Escuché detrás de mí. Rosalie y yo nos dimos la vuelta al mismo tiempo, mis labios estirándose a través de mi cara formando una amplia sonrisa.

—Embry. —Sacudí mi cabeza—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Es mi lugar el que estás ocupando, Cookie. ¿Qué estás haciendo tú aquí? Rodé mis ojos y me volví hacia mis suspicaces nuevos amigos.

—Sabes que odio eso, Embry.

—Discúlpenos. —dijo Embry, tirando de mí por el brazo para ponerme de pie.

Rosalie me miró con cautela mientras me estaba llevando unos cuantos pies lejos de la mesa. El padre de Embry manejaba el casino, estaba más que sorprendida que él se hubiera unido al negocio de la familia. Solíamos perseguirnos entre nosotros por los pasillos y escaleras del hotel y siempre lo vencía cuando alcanzábamos los ascensores.

Él había crecido desde la última vez lo que lo había visto. Lo recordaba como un desgarbado adolescente, pero el hombre que tenía al frente era sin duda un bien vestido jefe de sala, para nada desgarbado y ciertamente apuesto. Seguía teniendo su sedosa piel marrón y ojos marrones que recordaba, pero el resto de él era una agradable sorpresa. Su iris del color del cafe resplandecía en las brillantes luces del casino.

—Esto es surrealista, pensé que eras tú cuando estaba caminando por tu mesa, pero no podía convencerme a mí mismo que volverías aquí. Cuando vi a esa Campanita limpiando la mesa, supe que eras tú.

—Lo soy. —Sonreí.

—Te ves… diferente.

—También tú, ¿Cómo está tu padre?

—Retirado. —Sonrió—. ¿Cuánto tiempo te quedarás?

—Sólo hasta el domingo. Tengo que volver a la escuela.

—Hola, Embry. —dijo Rosalie, tomando mi brazo.

—Rosalie. —Se rió entre dientes—. Debí haberlo sabido, ustedes son como la sombra de la otra.

—Si sus padres supieran que la traje aquí, todo eso habría terminado hace mucho tiempo.

—Es bueno verte, Bella. ¿Por qué no me dejas comprarte la cena? — Preguntó, escaneando mi vestido.

—Me encantaría, Embry, pero no estoy aquí por diversión. Él tendió sus manos y sonrió.

—Tampoco yo. Muéstrame tu identificación. Mi cara decayó, sabiendo que tenía una pelea en mis manos. Embry no caería en mis encantos tan fácilmente, sabía que tenía que decirle la verdad.

—Estoy aquí por Charlie. Está en problemas. Embry asintió.

— ¿Qué tipo de problema?

—Los usuales.

—Me encantaría ayudar, sabes que respeto a tu papá, pero sabes que no puedo permitirte quedarte. Alcancé su brazo y lo presioné.

—Le debe dinero a Benny. Embry cerró sus ojos y sacudió su cabeza.

—Jesús.

—Tengo hasta mañana, Embry, déjame quedarme hasta entonces. Él puso la palma de su mano en mi mejilla.

—Te lo diré… si cenas conmigo mañana. Te daré hasta la medianoche. Miré a Rosalie y luego a Embry.

—Estoy aquí con alguien. Se encogió de hombros.

—Tómalo o déjalo, Bella. Tú sabes cómo se hacen las cosas por aquí, no puedes obtener algo sin nada a cambio. Suspiré derrotada.

—Está bien. Te veré mañana en la noche en Ferraos si me das hasta la medianoche. Bajó su cabeza y besó mi mejilla.

—Fue bueno verte. Te veré mañana… cinco en punto, ¿de acuerdo? Estoy en el piso a las ocho. Sonreí mientras él se alejaba, pero mi sonrisa pronto cayó cuando vi a Edward estudiando desde la mesa de la ruleta.

—Oh, mierda. —dijo Rosalie, tirando de mi brazo. Edward fulminó a Embry con la mirada mientras él pasaba y luego vino hacia mí, metiendo las manos en sus bolsillos y miró a Embry, quien nos estudiaba desde la esquina de su ojo.

— ¿Quién era él? Asentí en la dirección de Embry.

—Él es Embry Call, lo he conocido por un largo tiempo.

— ¿Cuánto tiempo? Miré en dirección de la mesa de póquer.

—Edward, no tengo tiempo para esto.

—Supongo que tiraron la idea del ministro de la juventud. —dijo Rosalie, mirando coquetamente en la dirección de Embry.

— ¿Ése es tu ex novio? —dijo Edward, de repente muy enojado—. Pensé que habías dicho que él era de Forks. Le disparé a Rosalie una impaciente mirada y luego tomé el mentón de Edward y lo miré, acaparando toda su atención.

—Él sabe que no soy lo suficientemente mayor para estar aquí, ED. Me dio hasta la medianoche, te lo explicaré luego, pero por ahora tengo que regresar al juego, ¿de acuerdo? La mandíbula de Edward se tensó debajo de su piel, cerró sus ojos, tomando un profundo respiro.

—Muy bien, te veré a la medianoche. Bajó su cabeza para besarme, pero sus labios fueron fríos y distantes.

—Buena suerte. Sonreí mientras él se mezclaba con la multitud, y luego volví mi atención a los hombres.

— ¿Caballeros?

—Toma asiento, Shirley Temple. —dijo Jimmy—. Haremos que nuestro dinero regrese, justo ahora, no apreciamos el ser estafados.

—Hagan lo peor. —dije sonriendo, barajé las cartas y las repartí con precisión a cada jugador.

—Tienes diez minutos. —Susurró Rosalie

—Lo sé. —dije Traté de bloquear el tiempo y la rodilla de Rosalie golpeando nerviosamente debajo de la mesa.

—Nunca he visto nada como tu niña, has tenido casi un juego perfecto, y no tienes ningún consejero. —dijo Paul. Winks asintió, su alegría se había evaporado.

—Lo noté, ninguna sonrisa, incluso sus ojos permanecen iguales, no es natural, todo el mundo tiene un consejero.

—No todos. —dijo Rosalie. Sentí un par de manos muy familiares en mis hombros, sabía que era Edward, pero no me di la vuelta, no con tres mil dólares en medio de la mesa.

—Me retiro. —dijo Jimmy. Aquellos que se habían reunido alrededor de nosotros aplaudieron cuando bajé mi mano. Jimmy era el único que estaba lo suficientemente cerca para tocarme con una pizca de amabilidad. Nada que no pudiera manejar.

— ¡Increíble! —dijo Pau.

—Estoy fuera. —Joe se quejó, levantándose y alejándose de la mesa. Jimmy era un poco más gracioso.

—Podría morir hoy y sentir que he jugado con un oponente que de verdad vale la pena. Ha sido un placer, Bella. Me congelé.

— ¿Lo sabías? Jimmy sonrió, los años de humo de cigarrillo y café manchando su gran sonrisa.

—He jugado contigo antes, hace 6 años, he querido una revancha por un largo tiempo. —Jimmy extendió su mano—. Cuídate niña. Dile a tu papá que Jimmy Pescelli dice hola. Rosalie me ayudó a recoger mis ganancias, me volví hacia Edward, mirando mi reloj.

—Necesito más tiempo.

— ¿Quieres intentar en las mesas de Black Jack?

—No puedo perder dinero, ED. Sonrió.

—No puedes perder, Pigeon. Rosalie negó con la cabeza.

—El Black Jack no es su juego. Edward asintió.

—Gané un poco. Estoy arriba de los seiscientos. Los puedes tener. Emmet me pasó sus fichas.

—Sólo hice tres. Son tuyas. Suspiré.

—Gracias chicos, pero aún me hacen falta cinco de los grandes. Miré mire reloj y luego alcé la vista para ver a Embry acercándose.

— ¿Cómo te fue? —dijo sonriendo.

—Aún me faltan cinco mil, Embry, necesito más tiempo.

—Ya he hecho todo lo que puedo, Bella. Asentí, sabiendo que ya había exigido mucho.

—Gracias por dejarme quedar.

—Tal vez le puedo decir a mi padre que hable con Benny por ti.

—Es el desastre de Charlie, voy a pedirle que él se encargue del resto. Embry negó con su cabeza.

—Tú sabes que eso no pasará, Cookie, no importa cuánto tengas, si hace falta algo de lo que él debe, Benny enviará a alguien. Tú mantente tan lejos de él como puedas. Sentí que mis ojos quemaban.

—Tengo que tratar. Embry se acercó, y habló en voz baja:

—Consigue un avión, Bella. ¿Me escuchaste?

—Te escuché. —dije toscamente.

Embry suspiró, y sus ojos se llenaron de compasión. Me envolvió en sus brazos y besó mi cabello.

—Lo siento. Si mi trabajo no estuviese en juego, tú sabes que trataría de hacer algo. Asentí, alejándome de él.

—Lo sé. Hiciste lo que pudiste. Elevó mi mentón con su dedo.

—Te veré mañana a las cinco. —Bajó su cabeza y depositó un beso en la esquina de mi boca, y luego se fue sin decir una palabra. Miré a Rosalie, quien estaba observando a Edward. No me atreví a encontrarme con sus ojos; no podía imaginar que tan enojada era la expresión en su rostro.

— ¿Qué es a las cinco? —dijo Edward, su voz teñida con enojo mal disimulado.

—Ella estuvo de acuerdo en cenar con Embry si él la dejaba quedarse. No tenía opción ED. —dijo Rosalie.

Podía deducir por el tono de precaución de su voz que Edward estaba más que enojado, lo miré y él me fulminó con la mirada con la misma expresión de traición que Charlie tenía en su rostro la noche en que se dio cuenta que yo había tomado su suerte.

—Tenías una opción.

— ¿Alguna vez has tratado con la mafia, Edward? Lo siento si tus sentimientos están heridos, pero una comida gratis con un viejo amigo no es un precio alto que pagar para mantener a Charlie vivo. Podía ver que Edward quería arremeter contra mí, pero no había nada que él pudiera decir.

—Vamos chicos, tenemos que encontrar a Benny. —dijo Rosalie, tirando de mi brazo.

Edward y Emmet nos siguieron en silencio mientras caminábamos hacia al edificio de Benny. El tráfico—de personas y carros—en la vía estaba empezando a concentrarse. Con cada paso que daba, me sentía enferma, sentía un vacío en mi estómago, mi mente corriendo, pensando en un argumento lo suficientemente convincente para hacer entrar a Benny en razón. Para cuando tocamos la gran puerta verde que había visto tantas veces, no tenía nada en mente. No era una sorpresa ver al enorme guardián, negro, atemorizante, y tan ancho como era de alto, pero yo estaba aturdida de ver a Benny detrás de él.

—Benny. —Respiré

—Vaya, vaya… ya no eres de Lucky Thirteen, ¿cierto? Charlie no me dijo lo llamativa que te has convertido. He estado esperando por ti, Cookie. He oído que tienes un pago para mí. Asentí y Benny hizo un gesto hacia mis amigos. Alcé mi mentón para fingir confianza.

—Ellos están conmigo.

—Me temo que tus acompañantes tendrán que esperar afuera. —dijo el guardián en un anormal tono bajo. Edward me tomó del brazo inmediatamente.

—Ella no va entrar sola, voy con ella. Benny observó a Edward. Cuando Benny alzó la vista a su guardián y las esquinas de su boca se elevaron, me relajé un poco.

—Es lo suficientemente justo. —dijo Benny—. Charlie estará contento de saber que tienes a tan buen amigo.

Lo seguí adentro, volviéndome para ver la mirada preocupada en la cara de Rosalie. Edward mantuvo firme su agarre en mi brazo, manteniéndose a propósito entre el guardián y yo. Seguimos a Benny a un ascensor, ascendiendo cuatro pisos en silencio y luego las puertas se abrieron. Un gran escritorio de caoba yacía en el medio de una vasta habitación. Benny cojeó hasta alcanzar una silla y sentarse, gesticulando hacia nosotros para que tomáramos las dos sillas vacías enfrente del escritorio. Cuando me senté, el cuero se sentía frío debajo de mí, y me pregunté cuánta gente se habría sentado en la misma silla, momentos ante de su muerte. coji la mano de Edward y él me dio un apretón tranquilizador.

—Charlie me debe veinticinco mil, confío en que tienes la cantidad completa. —Dijo escribiendo algo en una libreta de notas

—En realidad —hice un pausa aclarándome la garganta—, me faltan cinco mil, Benny, pero tengo todo el día de mañana para conseguirlos, y cinco mil no es un problema ¿Cierto? Tú sabes que soy buena para eso.

—Isabella —dijo Benny, ceñudo—, me decepcionas, conoces mis reglas mejor que eso.

—Por… Por favor Benny, te estoy pidiendo que tomes los diecinueve mil y tendré el resto para ti mañana. Los ojos de Benny iban de Edward a mí y viceversa. Ahí fue cuando note el par de hombres que salieron de las esquinas más oscuras de la habitación. El agarre de Edward en mi mano se hizo más fuerte, contuve el aliento.

—Tú sabes que no tomo nada a menos de que sea la cantidad completa. El hecho de que estés tratando de darme menos de lo que es me dice algo. ¿Sabes lo que me dice? Que tú no estás segura de que puedas obtener la cantidad completa. Los hombres que estaban en las esquinas se movieron otro paso hacia adelante.

—Puedo obtener tu dinero Benny. —Me reí nerviosamente—. Gané nueve mil en seis horas.

—Entonces me estás diciendo que me traerás nueve mil en las próximas seis horas. —Benny nos sonrió diabólicamente.

—El plazo es hasta la medianoche mañana. —dijo Edward, mirando detrás de nosotros y luego a los hombres que se aproximaban.

— ¿Qué estás haciendo Benny? —Pregunté, mi postura rígida.

—Charlie me llamó anoche. Dijo que te estabas encargando de su deuda.

—Le estoy haciendo un favor. Yo no te debo dinero. —dije severamente, mis instintos de supervivencia tomando vida. Benny apoyó sus rechonchos codos llenos de grasa en su escritorio.

—Estoy considerando enseñarle a Charlie una lección, además estoy curioso de ver cuán suertuda eres. Edward se levantó de su silla tirando me mí con él. Me llevó detrás de él, retrocediendo hasta la puerta. —Josiah está afuera de la puerta, chico. ¿A dónde piensas que vas a escapar? Estaba equivocada. Cuando estaba pensando en persuadir a Benny para que viera la razón, debía haber anticipado el deseo de Charlie de sobrevivir, y la afición de venganza de Benny.

—Edward. —Le advertí, viendo como los secuaces de Benny se acercaban a nosotros. Edward me empujó unos cuántos pies detrás de él y permaneció de pie.

—Espero que sepas, Benny, que cuando me deshaga de tus hombres, no quiero ser irrespetuoso, claro está. Pero estoy enamorado de esta chica, y no puedo dejar que la lastimes. Benny estalló en una ruidosa carcajada.

—Te lo dejaré a ti hijo. Tienes las bolas más grandes que cualquiera que hayan venido a través de esas puertas. Te prepararé lo que estás a punto de enfrentar, el chico grande a tu derecha es David, y si él no puede sacarte con sus puños, lo hará con el cuchillo que tiene en su funda. El hombre a tu izquierda es Dane, él es mi mejor luchador. Tiene una pelea mañana, sólo para que sepas, él nunca pierde. Te importaría si no te lastimas las manos, Dane, tengo un montón de dinero en ti. Dane le sonrió a Edward con divertidos y salvajes ojos.

—Sí, señor.

— ¡Detente, Benny! Puedo conseguir tu dinero. —Lloré

—No… Esto se va a poner bastante interesante. —Se rió entre dientes, sentándose en su silla.

David corrió hacia Edward, mis manos volaron a mi boca. El tipo era fuerte, pero torpe y lento. Antes de que David pudiera coger su cuchillo, Edward lo incapacitó, empujando la cara de David directo hacia su rodilla, cuando Edward lanzó un puñetazo, no gastó tiempo, lanzando cada pizca de energía que tenía en la cara del hombre. Dos puñetazos y un codazo después, David yacía en el piso, en un charco de sangre. Benny echó su cabeza hacia atrás, riendo histéricamente golpeando su escritorio con el placer de un niño viendo caricaturas en la mañana de un sábado.

—Muy bien, ve por él Dane, no te asustó, ¿cierto?

Dane se aproximó a Edward cuidadosamente, con la concentración y la precisión de un luchador profesional. Su puño voló a la cara de Edward con una velocidad increíble, pero Edward lo esquivó, embistiendo con su hombro a Dane, utilizando toda su fuerza. Cayeron contra el escritorio de Benny. Dane agarró a Edward con sus brazos, empujándolo contra el piso. Se enfrentaron en el piso por un momento, pero luego Dane ganó terreno, posicionándose para poder darle algunos puños a Edward, mientras él estaba atrapado debajo de él en el piso.

Cubrí mi cara, me era imposible mirar. Oí un llanto de dolor y levanté la vista, para ver a Edward cerniéndose sobre Dane, agarrándolo de su peludo pelo, golpeándolo puño tras puño en un lado de su cabeza. La cara de Dane calló en el escritorio de Benny, para luego ponerse de pie desorientado y sangrando. Edward lo observó por un momento, para luego atacar otra vez, usando toda su fuerza. Dane lo esquivó una vez, consiguiendo golpear a Edward en la mandíbula con sus nudillos. Edward sonrió y lo apuntó con un dedo.

—Esa fue tu oportunidad. No podía creer lo que acababa de escuchar. Edward había dejado que el matón de Benny lo golpeara. Él lo estaba disfrutando. Jamás había visto a Edward pelear sin restricciones, era un poco atemorizante verlo liberar todo lo que tenía en estos asesinos entrenados y teniendo las de ganar. Hasta ese momento nunca me habia dado cuenta de lo que Edward era capaz de hacer.

Con la risa molesta de Benny en el fondo, Edward terminó de rematar a Dane, depositando su codo en el centro del rostro de Dane, dejándolo fuera de juego antes de que golpeara el suelo. Vi su cuerpo rebotar en la alfombra importada de Benny.

— ¡Eres asombroso! ¡Simplemente asombroso! —dijo Benny, aplaudiendo con placer. Edward me empujó detrás de él mientras Josiah atravesaba la puerta, con su masiva figura.

— ¿Debería encargarme de esto, señor?

— ¡No! No, no… —dijo Benny aún aturdido por la improvisada actuación—. ¿Cuál es tu nombre?

—Edward Cullen. —dijo, aun teniendo la respiración pesada, limpiando lo sangre de Dane y David de sus manos en sus vaqueros.

—Edward Cullen, creo que puedes ayudar a que tú pequeña novia se salga de éste problema.

— ¿Cómo?

—Se suponía que Dane pelearía mañana en la noche, tenía un montón de dinero para él, pero parece que Dane no estará en forma para ganar la pelea. Te sugiero que tomes su lugar. Gana y perdonaré los dólares faltantes de la deuda de Mick. Edward se volvió hacia mí.

— ¿Pigeon?

— ¿Estás bien? —Pregunté, limpiando la sangre de su rostro. Mordí mi labio, sintiendo mi cara deformarse con una mezcla de miedo y alivio. Edward sonrió.

—No es mi sangre, no llores, bebé.

—Soy un hombre ocupado hijo. —dijo Benny—. ¿Estás dentro?

—Lo hare. —dijo Edward—. Dime el cuándo y el dónde, estaré ahí.

—Estarás peleando contra Brock McMann, él no es un oponente fácil. Fue excluido de la UFC el año pasado. Ese dato no afectó en lo más mínimo a Edward.

—Sólo dígame dónde tengo que estar. La sonrisa de tiburón de Benny cruzó su cara.

—Me gustas, Edward Cullen. Creo que seremos buenos amigos.

—Lo dudo. —dijo Edward, abriendo la puerta y manteniendo una postura protectora hasta que alcanzamos la puerta principal.

— ¡Jesucristo! —Rosalie lloró, viendo la sangre que salpicaba la ropa de Edward—. ¿Están bien chicos? —Me tomó por los hombros y examinó mi rostro.

—Estoy bien. Tan solo otro día en la oficina. Para ambos. —dije limpiando mis ojos. Edward cogió mi mano y nos dirigimos hacia el hotel con Emmet y Rosalie detrás de nosotros. No muchos repararon en el aspecto de Edward. Estaba cubierto de sangre y sólo uno que otro parecía notarlo.

— ¿Qué rayos pasó ahí adentro? —Finalmente preguntó Emmet. Edward se deshizo de su ropa y desapareció en el cuarto de baño. La ducha se encendió y Rosalie me pasó una caja de pañuelos.

—Estoy bien, Rose. Suspiró y empujó la caja hacia mí otra vez.

—No, no estás bien.

—Este no es mi primer encuentro con Benny. —dije, mis músculos doloridos por estar tanto tiempo tensados en las últimas 24 horas.

—Es tu primera vez viendo como Edward descarga toda su mierda en otra persona. —dijo Emmet—. Lo he visto antes, y no es lindo.

— ¿Qué pasó? —Rosalie insistió.

—Charlie llamó a Benny. Le dijo que yo me haría cargo de su deuda.

— ¡Lo voy a matar! Voy a matar a ese hijo de perra. —gritó Rosalie.

—Benny no me estaba haciendo responsable, pero dijo que iba a darle una lección a Charlie por enviar a su hija a pagar su deuda. Él llamó a dos de sus malditos perros para que fueran por nosotros y Edward los noqueó. A ambos. En menos de cinco minutos.

— ¿Entonces Benny los dejó ir? —Preguntó Rosalie.

Edward salió del baño con una toalla alrededor de su cintura, la única evidencia de la pelea era una pequeña marca roja en su pómulo, debajo de su ojo derecho.

—Uno de los chicos que eliminé tenía una pelea mañana en la noche. Tomaré su lugar y en recompensa Benny perdonará lo que Charlie debe. Rosalie se puso de pie.

—Esto es ridículo. ¿Por qué lo estamos ayudando? Él te lanzó directo a los lobos. ¡Lo voy a matar!

—No si yo lo mato primero. —Edward ardía de rabia.

—Tranquilízate, —le dije.

— ¿Entonces pelearás mañana? —Preguntó Emmet.

—En un lugar llamado Zero. Seis en punto. Es Brock McMann, Emm.

—De ninguna manera. De ninguna jodida manera. ED. ¡El tipo es un maniático!

—Sí. —Edward sonrió—, pero él no está peleando por su chica ¿cierto? —Edward me envolvió en sus brazos. Besando la parte superior de mí cabello—. ¿Estás bien, Pigeon?

—Esto está mal. Esto está mal en muchas maneras. No sé con quién de ustedes hablar primero para dejar esto.

— ¿Me viste esta noche? Voy a estar bien. He visto a Brock pelear antes. Él es duro, pero no invencible.

—No quiero que hagas esto, ED.

—Bueno, yo no quiero que tú vayas a cenar con tu ex novio mañana en la noche. Supongo que ambos tenemos que hacer algo que no queremos para salvar al bueno para nada de tu padre.

Lo había visto antes. Vegas cambiaba a las personas. Creando monstruos y hombres rotos. Era fácil dejar que las luces y los sueños robados se filtraran en tu sangre. Había visto la enérgica, invencible mirada en el rostro de Edward tantas veces crecer. Y la única cura era un avión que nos llevara a casa. Miré mi reloj otra vez.

                                           ~0o0~

 

 

— ¿Tienes que estar en algún lugar, Cookie? —Preguntó Embry, divertido.

—Por favor, deja de llamarme así. Embry. Lo odio.

—También odié cuando te fuiste. Y eso no te detuvo.

—Esta es una conversación aburrida y sin sentido. Solamente cenemos, ¿de acuerdo?

—Muy bien, hablemos entonces de tu nuevo chico. ¿Cuál es su nombre? ¿Edward? —Asentí y él sonrió—. ¿Qué estás haciendo tú con ese psicópata tatuado? Se ve como un rechazado de The Manson Family*.

—Se amable Embry, o me iré de aquí.

—No puedo superar lo diferente que te ves. No puedo superar que tú estás sentada aquí, enfrente de mí.

—Supéralo. —dije, rodando los ojos.

—Ahí está. —dijo Embry—. La chica que recuerdo. Miré mi reloj.

—La pelea de Edward es en veinte minutos. Mejor me voy.

—Aún estamos esperando el postre.

—No puedo Embry. No quiero que él se preocupe acerca de si voy a aparecer o no. Es importante. Sus hombros cayeron.

—Lo sé. Extraño los días en que yo era importante. Dejé descansar mis manos en las suyas.

—Éramos sólo niños. Eso fue hace mucho tiempo.

— ¿Cuándo crecimos? El que tú estés aquí es una señal, Bella. Pensé que nunca te vería de nuevo y aquí estás. Quédate conmigo. Negué con mi cabeza despacio, vacilando. No quería herir a mi más viejo amigo.

—Lo amo, Embry La desilusión oscureció la pequeña sonrisa en su rostro.

—Entonces es mejor que vayas. Besé su mejilla y abandoné el restaurante, cogí un taxi.

— ¿A dónde se dirige? —Preguntó el taxista

—Zero. El taxista se volvió hacia mí, viéndome fijamente.

— ¿Está segura?

—Estoy segura. ¡Vamos! —dije, lanzando el dinero sobre el asiento.

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Black Jack: Cada jugador recibe dos cartas con la opción de pedir más para así llegar a un valor de 21 o menos sin superarlo, el concesionario perdera por tener menos que el jugador o mas del valor de 21.

The Mason family: Es una pelicula que cubre la vida de Charles Manson y su familia de seguidores.


Hooooooooooolaaaaaaaa mis pollitas, como estan yo bien ...

Lo siento por no subir el miercoles capitulo, no me maten.

Que piensan del capitulo, yo solo pienso en matar Charlie  y despues vender sus partes a una fabrica de comida para perros. Dios que cobarde.

Como creen que saldra Edward de la pelea, Ganara? Perdera? 

Lo veran en el otro capitulo, si soy mala. jajaja :D

Las quiero mis puchurumis jaja. Besito SabriiCullen<3

 

 

Capítulo 13: Casa llena Capítulo 15: Hogar

 
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