POV JACOB

Apenas la puerta se abrió y vi correr a una hermosa jovencita con el cabello rubio, de baja estatura y unos brillantes ojos grises, que solo podía compararse con la plata fundida. Dejé mis maletas en el piso y abrí mis brazos para recibir a aquella niña.

-¡Jake!- exclamó mi muñeca mientras enterraba su cara en mi pecho

-mi muñeca… creciste, mucho. La última vez que te vi usabas pañales para recién nacido, ¿Qué tipo de pañales usas ahora?- pregunté haciendo alusión a las toallas femeninas que mi muñeca ahora debería usar

-¡Jacob!- me reprendió mi hermana, Bella, entre risas –tu habitación casi está lista, esperemos a que Edward llegue del trabajo para que la termine y luego cenar. Puedes dejar tus cosas en la habitación de Renesmee por ahora, cariño, ayúdalo-

-si mamá- Bella se marcho hacia la cocina y me giré a ver a Renesmee, ella me sonrió –con manzanilla y sin alitas- respondió a la pregunta que le había hecho con anterioridad, sonreí y negué con la cabeza.

Me sorprendí al notar el cambio

en la habitación de mi muñeca, ya no había princesas ni juegos de té, aunque aún estaba ahí aquella pecera que le había comprado antes de irme. Había posters de algunos actores pegados en la pared, un escritorio lleno de papeles, y sobre todo, caballos. Pequeñas esculturas, pinturas, figurillas de colección.

-te gustan los caballos- no era una pregunta, era una afirmación a lo que veían mis ojos

-si… supongo- dijo sonriendo un poco

-te he traído algo- coloque sobre su cama una de mis grandes maletas, en donde yo aseguraba que había guardado el regalo que le traía a Renesmee, comencé a sacar todo lo que ahí traía, sin importarme si continuaba doblada, en fin, tenía que acomodar todo en el closet después.

-¿me regalas esta?- giré mi rostro hacia Renesmee, quien se había puesto una camisa mía que tenía un caballo blanco estampado

-te queda enorme, vas a parecer tontín- me burle de ella.  Abrí la otra maleta ya que en la primera no estaba su regalo

-¿me la regalas? La usaré para dormir y para lavar ropa-

-bien, pero tendrás que lavar mi ropa también-

-hecho- se sentó en la cama -¿Qué buscas?-

-a ti- respondí sonriendo, la miré y ella frunció el ceño

-¿a mí?- preguntó confusa

-sí. La chica de la tienda se rio de mi cuando dije que te compraría… pero conseguí un descuento-

-¿coste mucho?- me preguntó sonriendo

-17 dólares… aquí- Renesmee se puso de pie cuando le mostré una muñeca de porcelana preciosa –son idénticas- y tenía razón. La muñeca tenía su cabello rubio en rizos y sus ojos color gris, sus labios eran de un rojo cereza que hacía resaltar la pálida piel falsa de la muñeca

-esa cosa no se parece a mí- dijo saliendo de la habitación. La seguí hasta llegar a la sala, en donde Edward ya se encontraba sentado

-la compre por ti mi amor, porque son iguales- ella se sentó en el regazo de Edward

-¿Qué pasa?- quiso saber mi cuñado, se puso de pie dejando a mi muñeca en el sillón, me dio un abrazo muy fuerte

-el compró a una de ellas, dice que se parece a mí- Edward suspiró y besó la mejilla de su hija

-¿puedo verla?- preguntó dirigiéndose a  mí, asentí y caminé hacia la habitación para traer a la muñeca.

-aquí está, la vi en un aparador y la compre porque se parecía a Renesmee, la chica que atendía se rio de mi cuando le dije que compraría a Renesmee. Me aguanté la humillación solo por traérsela y resulta que no le gusta a ella-

-ellas me odian- dijo Renesmee abrazándose a sus rodillas

-se parece a ti, ¿Cómo alguien que se parece a ti puede hacerte daño?- le preguntó Edward

-¡tú no lo entiendes!- respondió en un grito –ellas me odian, me miran feo-

-basta ya, Renesmee. Ya estás muy grande para seguir con esta estupidez, es solo una muñeca, no tiene vida, sus ojos son como canicas. Jacob la compró para ti así que tómala y llévala a tu habitación- ella comenzó a gimotear, lo que hizo que Bella apareciera en la sala para consolarle

-ya mi muñeca, no llores, la guardaré de nuevo y después iré a devolverla- avance hacia ella y me senté a su lado, no me gustaba verla llorando

-no. Renesmee tomará la muñeca y la llevará a su habitación- ordenó Edward molesto –tiene que madurar-

-me odian papá-

-¡toma esa estúpida muñeca y llévala a tu habitación, no quiero que salgas hasta que comprendas que es solo una muñeca, que no tiene familia y que jamás te hará daño puesto que es un objeto  inanimado!- le gritó. Renesmee se puso de pie y tomó a la muñeca de la mano, corrió a su habitación aún con las mejillas llenas de lágrimas.

Estuve platicando un poco con Edward y mi hermana hasta la hora de la cena, me ofrecí para ir por mi muñeca para que bajara con nosotros.

Entré a su habitación y sonreí, estaba cubierta hasta la cabeza por una mantita color lila. Me acerque a ella y retiré su mantita lentamente, ella gritó realmente aterrada

-soy yo, solo soy yo- susurré sentándome a su lado, la abracé junto a mi pecho para tranquilizarla, ella aún estaba llorando –todo está bien, todo está bien, me llevaré a la muñeca ¿sí?- ella asintió con la cabeza, incapaz de decir algo -¿bajamos a cenar?-

-papa no me deja hacerlo- dijo limpiando sus lágrimas -¿me… me cambiarás por ella?- sonreí y acaricié su mejilla

-no mi amor, tu siempre serás mi muñeca, la más preciosa de todas-

-a ella no le gusta que tu digas que soy tu muñeca, está mirando ¡dile que no nos mire! ¡Jacob!- ella había comenzado a alterarse así que la tome en brazos y salí de ahí. No me importaron las negativas de Edward y Bella a que sacara a Renesmee de la casa, yo solo quería que se tranquilizara un poco.

Compre dos hamburguesas con papas y refresco, conduje hacia una de las orillas de la ciudad y ahí las comimos. Estuvimos platicando dentro del auto, ya se había tranquilizado y ahora me contaba sobre su vida aquí en Forks. El reloj marcaba ya las diez de la noche, teníamos que regresar y, aunque mi muñeca ahora estuviera calmada, sabía que llegando a casa y ver a la muñeca en su habitación se alteraría nuevamente. En el recorrido de regreso a casa, Renesmee se quedó dormida, las lágrimas la habían dejado exhausta. La bajé en brazos para no despertarla.

-¿está bien?- preguntó mi hermana una vez que me miró entrar cargando a mi muñeca, Edward estaba de pie con una taza de café en su mano, también nos miraba fijamente.

-sí, se ha quedado dormida. Bella, ¿mi habitación está lista?- ella asintió y me hizo una seña para que la siguiera, Edward vino tras nosotros.

Mi habitación estaba frente a la de Renesmee, así que tendríamos que compartir el baño de esa área. Todas mis cosas ya estaban ahí, supuse que mi hermana se había encargado de llevarlas.

Dejé a Renesmee con cuidado en la cama y la cubrí con las colchas.

-¿dejarás que duerma aquí? Jacob, es por eso que se comporta así, porque la tenemos demasiado consentida- se quejó Edward

-no hablemos de Renesmee como si ella no estuviera presente, vamos a la sala un momento- suspiré frustrado cuando llegamos a la sala, Bella y Edward estaban sentados frente a mi -¿alguna vez pensaste en llevarla a un psicólogo?-

-lo que ella necesita son unas nalgadas bien dadas, no un psicólogo- me respondió Edward, sonreí un poco

-ella no está bien. Llévala con un psicólogo o seré yo quien le de esas nalgadas. Buenas noches- subí a mi habitación, me coloque mi pijama y me acosté al lado de mi muñeca, ella no tardó en acurrucarse junto a mi pecho.