Pasamos más de una semana en Las Vegas, paseamos cada día por un hotel diferente. Como eran épocas navideñas la decoración era fantástica, arreglos de luces por todas partes, cenas, la nieve, todo tenía un toque mágico y más al estar al lado de mi amor.

Edward se estaba comportando un poco extraño sin embargo, parecía nervioso todo el tiempo, no hice comentario alguno esperando a ver si se le pasaba pero ya me estaba preocupando de verdad.

Esa noche salimos a cenar en Joël Robuchon restaurant en MGM, me quede impresionada con la decoración, tenía una pared cubierta por una enredadera verde bien cuidada tenía luces navideñas mas no estaban encendidas, los asientos de color purpura, decoraciones esculpidas de mármol, todo tan elegante. Nunca probé comida mejor y me resulta difícil imaginar algún día comer una mejor. Al acabar el postre estaba repleta y a pesar, quería más. Al igual que estos últimos días Edward se mostraba como perdido.

-          Voy al baño - tomé su mano - no tardo.

-          Vale, aquí te veo –bromeo con su sonrisa torcida, al verlo sonreí igual

Al regresar a la mesa Edward estaba de pie, mi canción favorita sonaba “Just the way you are”, alcé la vista a la enredadera las luces estaban encendidas en ellas se leía “Bella, cásate conmigo”, las lágrimas comenzaron a brotar, me acerqué a Edward y lo besé.

-          Antes de que digas algo – me interrumpió y se puso de rodillas – déjame hacerlo bien. Yo definitivamente estaba sin habla. El comenzó:

-          Quiero que seas completamente mía Isabella, el resto de mi vida y que todos lo sepan y quiero hacerte la mujer más feliz del mundo, porque tú eres asombrosa, así como eres[1]. Te amo como parece imposible amar – dirigió su mirada a mí y parecía que de verdad me podía mirar, mis mejillas estaban acalambradas y mojadas por tanto sonreír y llorar

-          Edward Cullen, nadie ha amado tanto como yo te amo te amo a ti[2]. Claro que sí – me besó

-          Casi tienes razón– nos besamos – Conozco sólo una excepción[3]

Después de lo que al parecer fueron varios minutos me fijé en la gente alrededor nuestro todos aplaudiendo y compartiendo nuestra felicidad; no podía imaginarlo más perfecto.

Salimos del lugar, y nos dirigimos a Paris en un taxi. Entramos a tomar algo en Eiffel Tower restaurant, nos sentamos en la ventana esquinera del restaurant con una magnífica vista a la fuente del Bellagio y las luces de la ciudad, unos camareros vinieron con copas de Champagne y un plato cubierto por pétalos de rosas y una torre Eiffel de plata encima, la miré con curiosidad.

-          Levántala – dijo mi prometido. Lo hice y encontré el anillo más brillante y hermoso que eh visto –Espero que te guste esposita.  Por un momento me quede sin aire. El anillo era grande pero sin ser indelicado, dos finas tiras cubiertas de diamantes más pequeños y abrazado por estas tiras uno más grande en el centro con un corte cuadrado con delicadas puntas que lo hacían lucir como una estrella y a cada lado de este dos replicas más pequeñas, todo este conjunto de diamantes me recordaba a una constelación.

-          Edward – suspiré – ¡es enormemente hermoso!

-          Jeje Bella lo sé, pero ¿lo tienes que andar divulgando por ahí? – reí – eres enormemente tonto.

-          Me amas de todas formas

-          Lo hago - afirmé