BETEADO POR: Isabella With'a HeavyHeart Crippa (Betas FFAD)

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Capítulo 4: Interrumpidos

—Buenas tardes, Bella y…

—Demetri, soy Demetri —completó mi amigo, cambiando repentinamente de humor.

—Hola, Edward —saludé, él permanecía de pie frente a nosotros—. ¿Todo bien? —Edward asintió.

—Vine a preguntarte si deseas que te lleve a casa —explicó demasiado serio, e incluso… odioso.

—Yo la llevaré —ofreció Demetri, petulante. Edward lo miró por unos segundos, inexpresivo, y yo le sonreí a Demetri.

—Bien… entonces que tengan una linda cita —masculló y luego se fue de nuevo con Irina; ellos comenzaron a discutir mientras Demetri y yo nos mirábamos atónitos.

¿Linda cita?

—Bella, lo traes loco —bromeó Demetri—. Y créeme que él no es el único —insinuó mirándome fijamente.

Oh, demonios…

¿Por qué no me dice esto Christian Grey?

O mejor aún… ¿por qué no Robert Pattinson?

Aunque Demetri tampoco estaba mal…

Demetri me llevó a casa después de haber platicado con él, Edward e Irina se quedaron allá, y debía admitir que me había sentido mucho mejor al ver la reacción de Edward al verme con otro…

Eran ya las ocho de la noche de un viernes, estaba sola en casa, pero acompañada de "Cincuenta sombras más ocurras" el cual ya lo llevaba por la mitad. Estoy segura que hoy lo termino…

Me perdí en la lectura por unas horas…

El fuete bajó hasta mi intimidad mientras yo me derretía ante su excitante mirada, gemí audiblemente mientras mi piel se erizaba sutilmente. Yo estaba en ropa interior, mis bragas ya mojadas, y mis pezones erectos…

Me indicó que me levantara ofreciéndome su mano, hice lo que me pidió, mi vagina ardía…

Oh…

—Edward —gemí su nombre, y su reacción me dejó sin aliento.

Él aparentó disfrutar el sonido de mi gemido… me sonrojé aún más.

— ¿Qué quieres que te haga? —preguntó, su voz era más sexy de lo habitual—. Dime.

—Edward… tócame… —pedí.

— ¿Dónde? —preguntó una vez más, acercándose. Permanecía vestido; el fuete recorrió mi seno izquierdo… estaba muy frío… cerré los ojos…

—En… donde… tú quieras… —gimoteé mientras el fuete recorría mi muslo.

Edward sonrió triunfante.

Se acercó más a mí, jadeé, quitó su chaqueta, posteriormente su camisa, y quedé maravillada; su abdomen era preciosamente perfecto y bien definido, me perdí en su camino feliz. Quisiera recorrerlo lentamente con mi lengua hasta llegar a… oh…

Edward con una de sus manos haló un poco mi braga, entonces el fuete comenzó a acariciar mi vientre… y más abajo… y más abajo… oh… sí….

Indicó que me acostara, lo hice… arrancó mis bragas y me quitó el sostén… mis pechos robaron su atención… los miraba con adoración…

Me dejó totalmente desnuda ante él…

Una vez más el fuete acarició mi vientre, mis pechos, mis muslos… serpenteó por mi cuerpo suave y eróticamente. Abrí mis piernas lentamente, mientras gemía, él observaba maravillado, justo allí… en mi intimidad.

Sentí un fuerte golpe de placer, el cual me lo dio Edward con el maldito pero delicioso fuete, golpeó varias veces, excitándome, me ardía… me satisfacía…

¡Por todos los santos!

¡Desperté mojada!

¡Mierda!

¡Estoy violentamente excitada!, decía en mi mente, una y otra vez, después de haberme despertado de aquel sueño tan pervertido…

Me pregunté mentalmente cómo sería si ese sueño se hiciese realidad…. Hacer el amor así…

Hacer el amor en la ducha… en la cama… en el suelo, en un sillón… en la cocina… en un escritorio…

¡En una biblioteca!

En una mesa… quizá en un ascensor… o tal vez en el baño de un avión…. En un parque de diversiones…

De igual manera creo que el lugar es lo de menos…

Lo que en realidad me importaba era la falta de sexo, necesitaba a Edward…

Mi respiración estaba más que acelerada…

¡Maldita sea!

Me percaté de que alguien llamaba a la puerta. Miré el reloj, apenas eran las nueve treinta de la noche, creo que soñé todas aquellas deliciosas locuras en menos de diez minutos…

Me levanté de la cama rápidamente y bajé las espaleras para abrir la puerta, pero antes me asomé por la ventana para ver quién era…

¡Mierda!

¡Era Edward!

Rápidamente peiné un poco mi cabello y me miré en uno de los espejos de la sala, no había nadie en casa y justamente Edward se atreve a venir cuando he despertado y cuando ya casi manifiesto mi primer orgasmo siendo virgen.

¡Maldito, pero deseable, Edward Cullen!

Lentamente, abrí la puerta de mi casa. Él me miró mientras lo hacía, no pude evitar sentirme sorprendida al verlo aquí, frente a mí, en mi casa, en la noche, y después de lo que había ocurrido en la cafetería del centro comercial…

Saboreé el momento…

Edward llevaba su chaqueta en su mano, un pantalón de mezclilla, camisa blanca, su cabello estaba alborotado y podía moverse con el viento… llevaba aquel delicioso perfume que causaba algo muy extraño dentro de mí…

Ansiaba olerlo más de cerca…

—Edward… ¿Qué haces aquí? —pregunté, hacia un poco de frío afuera.

—Si me dices que deje a Irina… lo hago —declaró.

¿¡Qué!?

¿¡Qué demonios!?

— ¿Por qué piensas que te diré algo así?

—Bella… ¡Me estás volviendo loco! —exclamó, tomando con una de sus manos su cabello…

Su glorioso cabello…

Jadeé un poco…

—Ed-Edward… no sé… a q-ué… te re-refieres… —tartamudeé un poco al notar cómo se acercaba lentamente a mí…

Demonios…

Estoy mojada y Edward Cullen me acecha…

—Me vuelves loco… —suspiró.

Me tomó por la cintura… violentamente me pegó a su cuerpo, mientras su otro brazo se apoderó de mi cabeza, me presionó contra su boca, fuertemente, no me resistí.

Sus labios se encontraron con los míos, comenzando un beso violento, ansiado y sensual. Voraz. Su lengua penetró en mi boca placenteramente, haciendo pequeños círculos, explorando… enrollándose con la mía… acariciando cada rincón.

Comenzamos a acelerarnos. Mis brazos se colocaron instantáneamente en su cuello, mientras él acariciaba una y otra vez mi espalda y cintura; podía sentir su erección, Edward es más alto que yo, así que fácilmente me guindé de su cuello, enrollando mis piernas alrededor de su cintura.

Rápidamente entramos a la casa, mientras yo tiraba de su cabello suavemente y él acariciaba mi trasero, lo apretaba… lo disfrutaba…

Mordí su lengua. Edward me depositó en el sillón, lo miré a los ojos, mordí su fino labio… él gimió un poco…

Comenzó a besar mi vientre, una y otra vez… su lengua acariciaba cada centímetro… causándome millones de revoloteos de mariposas dentro de mí… subió un poco más… cada vez más cerca de mis senos… mis piernas se abrían… gemía, sudada, excitada…

Oh… maldición… mi sueño…

Quitó mi camisa rápidamente, yo no tenia sostén puesto; fue más fácil para él adueñarse de mis pechos ya extra sensibles…

Me volvió a recostar en el mueble de la sala de mi casa… ese donde el día de mi cumpleaños Irina estaba sentada mientras nos veía bailar…

Me burlé mentalmente…

—Quiero tenerte… ya… Bella… quiero que seas mía —sus palabras eran como millones de estímulos para mi cuerpo. Su lengua subía… y subía… más y más… más arriba… justo en uno de mis pezones, me mordió… duro…

— ¡Aaah! —grité, excitada, maravillada, tanto que llegué a pensar que me correría ya.

Lamió mi pezón dulcemente, su lengua me acariciaba en forma circular… mi espalda se arqueó…

Subió más… su lengua saboreaba mi cuello, mientras que con ambas manos se apoderaban una vez más de mis pechos, los apretaba, gustoso, acariciando, masajeando…

—No juegues conmigo… Bella —su voz acariciaba mi nombre con veneración…

Besé su boca, mis dedos se trasladaron hacia su cuello, tiré su cabello una vez más… y por encima del pantalón mi mano apretó su miembro… duro. Él se inclinó un poco hacia delante, por la sensación que le causaba mi mano…

Mis dedos viajaron hacia su cinturón, luego bajé su cremallera lentamente. Me levanté un poco mientras besaba y mordía su cuello, bajé sus pantalones y bóxer… y allí salió… su amiguito, tan grande, tan duro… glorioso… delicioso.

Opté por hacer algo que jamás me imaginé que haría, pero lo deseaba… aquí y ahora. Lo obligué a recostarse en el sillón y bajé lentamente mi cabeza. Él miraba cada uno de mis movimientos…

—Bee-Bella —tartamudeó cuando mis labios acariciaron lentamente la punta de su miembro, mientras mi mano subía y bajaba por su longitud dura como el acero, pero suave como el terciopelo.

Mi lengua se encargó de hacer pequeños círculos en la punta… luego lentamente comencé a meterlo en mi boca. Edward empujó un poco, pero lo detuve, indicándole que yo tenía el poder ahora…

Cerró sus ojos dejándose llevar por el placer… sus dedos acariciaban ágilmente mi cabello suelto, incitándome y apremiándome a continuar con mi labor.

Mi boca subía y bajaba mientras mi lengua lo acariciaba en pequeños círculos, enrollándola en su amigote. Mordí un poco. Edward gimió…

—Ahh… Edward… —gemí soltándolo… sintiendo cómo se retorcía ante mi poder.

Amaba esto.

Pero nuestra burbuja caliente se rompió… cuando escuchamos que alguien trataba de abrir la puerta con las llaves. Se oía el suave tintineo de éstas..

— ¡Maldita sea! ¡Tu mamá! —exclamó Edward, ambos reaccionamos y nos separamos rápidamente…