BETEADO POR: Isabella With'a HeavyHeart Crippa (Betas FFAD)
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Capítulo 3: "Coqueteándote"
Me despedí de Alice, quien me dijo adiós un poco contrariada; sin embargo, no comentó nada sobre mi actitud. Me dirigí al baño donde vi que Edward entró, sin importarme si me sacaban o veían los demás, o ver el amiguito de ellos.
Vi a un hombre follarse a otro.
Creo que puedo resistir entrar a un baño de hombres.
El baño estaba solitario. Edward estaba lavándose las manos tranquilamente. Cuando miró mi reflejo en el espejo se sobresaltó e inmediatamente volteó para encararme.
—Bella… ¿Qué mierda haces aquí? —preguntó él, muy sorprendido.
—Es un baño, Edward.
—Es un baño —asintió—. Pero de hombres.
—Esa era la idea, que fuese de hombres, no creo que fueses capaz de ir al de mujeres —expliqué.
— ¿Qué insinúas?
—Quería hablar en privado contigo —remarqué el "privado" mientras respondía.
—Por una vez en tu vida, quieres estar a solas, ¿conmigo? —preguntó incrédulo, bufando.
—Sip.
— ¿Sobre qué? —ladeó su cabeza a un lado intentando medir mi reacción.
—Sobre tu regalo… —contesté.
Recordé el sueño…
—Oh… el regalo… sí, imaginé que dirías algo sobre eso, pero no leí esos libros, creo que son más para chicas —dijo seriamente.
— ¿No sabes de qué tratan?
—No. Bueno… sí, leí que eran eróticos —alzaba sus cejas con picardía.
—Sí. Lo son. —Pero no más que tú—. Como sea. No vine a hablarte sobre eso. Primero, gracias. —él sonrió—, segundo… yo quería, es decir, quiero preguntarte, si lo de Irina y tú… ¿va enserio? —Edward soltó una risita.
— ¿Por qué la pregunta?
—Soy chismosa —me encogí de hombros.
—Siempre tengo algo serio, Bella —dijo ahora serio.
Resoplé.
—Claro…
— ¿No me crees? —preguntó—. ¿Crees que soy un "Don Juan"?
Asentí.
—Sip. Pero también creo que Irina no es tu tipo, y también creo que no le serás fiel… —argumenté—. ¿Son novios?
—Sí. Lo somos —contestó.
¡Ah, maldita perra de mierda!
—Oh… ¿Crees que podrás serle fiel? —pregunté, ahora acechándolo.
—Te he dicho, Bella, que yo siempre… tengo algo serio —explicó, estaba nervioso. Sonreí triunfante.
—No lo creo… —me acerqué más, él miraba el suelo, paralizado.
—Sí, es la verdad.
Deposité mis manos en su pecho, subiendo mi rodilla entre sus piernas…
Me sentía extremadamente poderosa…
— ¿Estas… seguro? —pregunté rozando mi aliento con sus labios, sentí que su piel se erizaba…
Oh… demonios… esto es tan excitante…
—S-í
—Oh… Edward. Es una lástima —rocé mis labios con los suyos mientras hablaba, podía sentir su erección entre mi pierna; me alejé, él me miró desconcertado—. Es una lástima.
— ¡Bella! Tú… —sonaba frustrado, me encogí de hombros.
—Lo siento cariño, pero tú eres fiel —susurré acercándome de nuevo; besé el lóbulo de su oreja y salí de allí con un andar tremendamente sexy, sentí que Edward miraba mi trasero.
En la noche después de haber revelado un lado oscuro de mi personalidad —el cuál no conocía— ante Edward, decidí leer el segundo libro, debía admitir que cada vez me ilusionaba más la idea de que Edward sea mi Christian.
Sería algo épico…
Era la cena de aniversario de Carlisle y Esme, y Alice se había encargado de organizar una pequeña cena antes de que sus padres se fuesen a Brasil a celebrar a solas; mis hermanas y sus novios fueron, también mi madre, Jasper e Irina.
Maldita…
Cuando Edward se percató de mi presencia lo noté muy nervioso —claro, después de lo que había ocurrido—, no dejaba de mirarme y Alice e Irina se estaban comenzando a dar cuenta de eso.
— ¿Qué hay con Edward? —preguntó Allie pasándome una copa de champagne, me encogí de hombros mientras miraba a Edward a los ojos en la distancia.
—Nada.
— ¿Nada? —preguntó incrédula—. ¡No deja de verte!
—Quiere follarme —le contesté—. Es lo que todos los hombres quieren cuando miran así.
—Sí, Bells, no hay duda alguna en eso—mencionó asintiendo—. ¡Tú también quieres que te folle!
— ¡Shhhhh, Alice! —La silencié.
— ¡Entonces es verdad! —dijo emocionada.
—Sí. Pero él está con la puta esa —murmuré con desdén.
—Bella. Te conozco y sé que no quieres más que una follada —argumentó Ali.
Fruncí el ceño.
—Estoy confundida —le dije sincera, ella aparentó comprenderme.
—Sé que Edward no quiere estar con Irina, sé que no son compatibles, y también sé que él te quiere. ¿Lo quieres para ti? —asentí—. Entonces quítaselo —reímos pícaramente.
—… Queremos agradecerles por compartir esta noche con nosotros —dijo Esme con una angelical sonrisa, terminando su pequeño discurso, todos chocamos nuestras copas. Aún sentía la mirada de Edward fija en mi, él estaba sentado a mi lado.
Pensé en las palabras de Alice de hace ya unos minutos…
Quizá debería intentarlo…
—Salud. Edward —coqué mi copa con la de él, y lentamente mi pie comenzó a rozar sus piernas cuidadosamente por debajo de la mesa. Acaricié su entrepierna, su muslo, Edward respiraba cada vez más rápido.
Yo estaba aprovechando su cercanía…
Hasta que Edward comenzó a tensarse y se atoró con el champagne. Inmediatamente retiré mi pie.
—Amor. ¿Estás bien? —preguntó Irina, Edward asintió, para luego levantarse de la mesa.
Supuse que se dirigió al baño, tardo mucho tiempo…
¡Oh… demonios…! ¿¡Qué estará haciendo Edward!?
Al cabo de unos quince minutos regresó para continuar con la cena… lo miré fijamente, comíamos postre, yo comencé con las fresas… saboreándolo.
Le guiñé un ojo a Edward.
Él carraspeó.
A la hora de despedirnos fui a darle un beso en la mejilla, aproveché que Irina no estaba restregando su culo cerca de mi futuro hombre.
—Eres muy débil… Edward —le dije al oído, él apretó fuertemente mi cadera, sonreí—. Y me encanta que seas así.
Lo miré a los ojos, estaban ardiendo con fuego, fuego de deseo…
Oh…
— ¿Qué pretendes, Isabella? —me tomó por mi codo, sus ojos estaban fijos en los míos, él permanecía enojado y a la vez frustrado.
—No pretendo nada.
—No juegues conmigo.
—No lo hago, Edward —dije tranquilamente y me solté de su agarre.
—Claro —dijo incrédulo—. Eres tan testaruda, que no vas a aceptar que te gusto.
Bufé.
— ¡No seas imbécil! —Exclamé enojada—. No me gustas.
— ¿Ah no?
—No.
— ¿Entonces por qué me haces esto?
— ¿Hacer qué? —pregunté cómo pude.
—Bella. Me excitas —musitó entre dientes, sus ojos ardían, y todo dentro de mí se contrajo violentamente.
—Yo… no… — ¡cobarde, Bella! ¡Cobarde!
—Edward, mis padres llamaron, debes llevarme a casa —dijo Irina interrumpiéndonos, maldita sea. Me quedé sin palabras.
Edward se fue con Irina y yo me fui a casa con mis hermanas; nadie se percató de lo que hablábamos Edward y yo, exceptuando a Alice, que, por supuesto, se había dado cuenta de todo.
Los días fueron pasando, entre la universidad y el pequeño trabajo que había adquirido en la tienda de perfumes del centro comercial. No tenía tiempo ni para leer. Ni para ver a Allie, ni a su hermano, Edward.
Quizá solo era una atracción sexual y nada más…
Edward siempre estaba con Irina, o al menos eso me decía Allie, a mi no me convenía seguir así como estaba: rogando; pero algo muy dentro de mí me gritaba que luchara por Edward…
Un día mientras trabajaba en la tienda, vi pasar a Edward. Él estaba tomado de la mano de su puta, fruncí el ceño estúpidamente; no sabía que me ocurría, después de todo de lo que viví con James, lo menos que yo podía hacer era pensar o sentir estas sensaciones. Esto, lastimosamente, se llama masoquismo.
Los observé por unos segundos. Llegó la hora de salir del trabajo, obligatoriamente debía toparme con ellos.
Maldita suerte…
— ¡Isabella! —llamó Demetri, mi compañero de clases; él sonreía cálidamente mientras se acercaba para saludarme. Edward del otro lado, observaba la escena atentamente.
— ¡Demetri! Qué bueno verte —saludé cuando atrapaba con un rápido abrazo, sonreí.
— ¿Trabajas allí? —preguntó, yo asentí—. Me alegra verte, yo trabajo en la librería de allá —señaló.
—Para mí, ese sería un trabajo perfecto —comenté, ambos reímos.
— ¿Vas de salida? —interrogó—, podemos tomar un café o algo.
— ¡Por supuesto!
Ambos nos sentamos cerca de la ubicación de Edward e Irina…
Demetri era un chico apuesto, y amable, ha estudiado conmigo desde el primer semestre de la carrera, es un buen amigo, y un buen chico, es ocurrente y muy hablador.
— ¿Has visto "El Aro 3"? —preguntó; hablábamos de películas de terror, negué con la cabeza—. ¡Necesitas una dosis de películas caceras! —exclamó—, deberíamos juntarnos, será divertido.
—Lo sé. Estoy segura que lo será, me parece muy buena idea —sonreí de medio lado.
—Bella… ¿Conoces al chico de allá?
—Eh… sí… —contesté nerviosa—. ¿Por qué?
—Te mira mucho, y estoy seguro de que quiere matarme —se burló. Sus ojos verdes brillaban.
—Claro que no —reí tontamente—. Él es hermano de mi mejor amiga.
—Estoy seguro de que quiere matarme… porque no es él el que está aquí contigo —mencionó, me sonrojé.
¿¡Edward… celoso!?
La respuesta inmediatamente vino a mí…
Edward se acercaba…
Mierda…
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