BETEADO POR: Isabella With'a HeavyHeart Crippa (Betas FFAD)

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Capítulo 1: "Atracción"

Mamá servía el pastel de chocolate para todos; lo preparó para mí, por mi cumpleaños; ella siempre me consentía más de lo necesario, pero aún así no me quejaba y estaba sumamente feliz, aunque de alguna forma estaba triste y nostálgica.

¿Podría superar una desilusión amorosa?

No lo sé. Nunca pensé en que podría ocurrirme a mí algo tan asqueroso y además cruel.

Lo perdí. No, perdón, yo no lo perdí. Al contrario, de eso él se encargó, de perderme. Se trataba de James, aquel imbécil que me cambió por otro maldito homosexual; no es que no apoye esa clase de gustos, pero fue algo muy injusto para mí, e inesperado. Y ahora es uno de esos momentos en los que no me gustaría recordar todo aquello que aún me lastimaba, para mi desgracia.

Le sonreí cálidamente a Rosalie y a Renata, mis hermanas. Ambas son mayores que yo, Rosalie de veintiuno y Renata de veinticuatro; todas somos muy unidas y más aún después de la muerte de nuestro padre Charlie, que hace cinco años partió y nos dejó muy destrozadas. Él murió de un infarto, tenía problemas con el corazón y no resistió más. Aún no habíamos podido superar su muerte.

Emmett y Liam observaban un partido de béisbol en la televisión de la sala, ambos son primos y mis cuñados, y los adoraba por ser tan buenos chicos con mis hermanas.

Me mareaba el hecho de que me atendieran tanto el día de hoy. En el pequeño reproductor de música sonaba la canción de Adele, "Lovesong". Mis hermanas hablaban cosas entre ella mientras comían pastel y yo por mi parte estaba muy ensimismada en mis propios pensamientos.

Hace exactamente un año un chico de ojos color cielo me había prometido amarme por siempre, pero todo eso se fue a la mismísima mierda.

Mis hermanas se fueron con sus respectivos novios a la sala, y yo me quedé en el comedor con mi pastel y escuchando música. Mamá hablaba por teléfono. En el momento en el que abría el grifo para lavar algunos platos escuché el timbre de la puerta, sin titubear me dirigí a ésta para abrir. Lo más probable era que fuese Alice y Jasper.

Alice es mi mejor amiga, la conozco desde hace un par de años, y es una completa pervertida y sé que jamás cambiara ese aspecto de su personalidad tan alocada y elocuente; ella está con Jasper desde la semana pasada, pero al aparecer ya se ha decidido a sentar cabeza con un chico, y me atrevo a decir que no se ha equivocado porque Jasper es un buen partido.

Abrí la puerta pero me percaté de que no había absolutamente nadie; de nuevo aquellos malditos niños tocando timbres para molestar, estúpidos mocosos.

Al bajar la mirada vi allí, en el suelo, una caja mediana que se encontraba envuelta en un papel brillante color gris, con un lazo rojo sangre, y también tenía una pequeña nota. Sonreí e inmediatamente pensé en Alice.

Recogí la caja, tenía un peso pronunciado, me dio muchísima curiosidad en ese entonces.

¿Qué podrá ser?

Comencé a leer la nota:

"Querida Bella: cuando leas esto no tendrás mucho que pensar, creo que tu cuerpo lo hará por sí solo. Cuando comiences no podrás parar, pedirás por más, las fantasías volarán por tu cabeza, llegarán a ti, sin razón, ¿estás dispuesta a ser una sumisa? Si tu respuesta es sí, léelos. Bienvenida al salón rojo del dolor, ansiarás estar allí, todo el tiempo, señorita Swan"

Me quedé estupefacta ante aquella nota, era muy extraña… pero… sensual… ¿es una broma? ¿¡Qué demonios es esto!? Un enorme escalofrió me invadió. ¿Se trata de Alice? No lo sé, no lo creo.

¿A qué se refería con: "bienvenida al salón rojo del dolor"?

Demonios… tengo curiosidad, no me imaginé que una sorpresa como ésta se atravesaría en mi puerta.

¿Quién fue?

¿Qué hago?

Miré a los lados. Todos estaban concentrados en lo suyo, quizá debería ver qué es, pero deseché la idea de hacerlo en la puerta de la casa, donde posiblemente en unos momentos más aparecerían los demás invitados.

Finalmente opté por subir a la habitación corriendo. Agradecía mentalmente el hecho de que lo torpe lo tenía sólo en mi infancia.

Le arrebaté inmediatamente a la caja el papel que la cubría, era completamente roja.

¡¿Hay alguna obsesión con ese color!?

Aunque pensándolo bien no debería ver de qué se trata, posiblemente la trajo un lunático sin oficio.

Entré en pánico.

Vamos Bella, no seas cobarde…

Todo esto lo veía como demasiado peligroso incluso sádico, pero me atraía. ¿Me estoy volviendo loca sin saber de qué rayos se trata esto?

—Muy bien, Bella. Ahora veremos qué tiene la caja del terror —murmuré mordiendo levemente mi labio inferior.

— ¡Bella! ¡Alice está aquí! —Maldita sea, es Renata que me llamaba porque Alice ya llegó, ¿por qué tuvo que hacerlo justamente ahora? Aunque podría ver el contenido de la caja y luego bajar—. ¡Bella! ¿Dónde estás? —A regañadientes coloqué la caja debajo de mi cama junto con el papel que le había quitado, el lazo y la nota. Salí de la habitación con una sonrisita nerviosa, Renata alzó una ceja por mi comportamiento, me conocía muy bien, pero no me dijo absolutamente nada.

— ¡Feliz cumpleaños, Bells! —Dijo Alice guindándose de mi cuello; yo era un poco más alta que ella, por lo cual debía encorvarme levemente para poder abrazarla.

Me tendió un pequeño estuche de terciopelo negro el cual tenía una pequeña tarjeta de felicidades, fruncí levemente el ceño para luego mirarla desconcertada.

¿No se supone que ya me había regalado la caja misteriosa?

¿O quizás no fue Alice quien la dejó en la puerta?

¿Entonces, quién?

Alice aparentó no entender la mirada que yo le dediqué, entonces le sonreí con cariño y decidí preguntarle.

—Gracias. Aunque no eran necesarios estos dos regalos.

—Bella. No entiendo a qué te refieres —me contestó Alice aún riendo—. Lamento desilusionarte, pero no tengo ningún otro regalo —vaya… esto se está poniendo más interesante. Jasper también me felicitó junto con una gran sonrisa, mi madre se atrevió a invitar a los chicos a comer pastel mientras yo moría de ganas por subir a mi habitación y ver de qué se trataba la puta caja.

Quizá se trata de un vibrador… o de dos vibradores… ¡maldita sea! ¿Por qué pienso en vibradores?

Quizás porque ya necesitas uno… me dijo mi subconsciente.

Me sonrojé involuntariamente.

—Feliz cumpleaños —me dijo Edward cuando me percaté de su presencia. Lo miré seriamente. Aún esos pensamientos retorcidos se encontraban en mi mente.

En sus finos y rosados labios se formó una sonrisita burlona.

¿Se estaba burlando de mí?

Maldito…

Edward es el insoportable hermano menor de Alice, tiene mi edad, es guapo, pero… imbécil, siempre lo he odiado, y no sé exactamente cuál es la razón, y tampoco lo averiguaré; a él le gusta molestarme pero en ocasiones me protege. Recuerdo cuando me enteré de las cochinadas que hacia James, Edward fue el primero en darle su merecido.

Quizá no lo odiaba… pero molestarnos mutuamente ya era más que una costumbre…

—Gracias. —Intenté sonar amable y alejar aquellos pensamientos de mi mente, estar mucho tiempo con Alice me estaba afectando.

—Estás muy sonrojada —mencionó en tono de burla—. Muy roja —alzó una ceja y yo rodé los ojos.

Roja. La caja. El salón. Dolor. Sumisa. La nota.

Mierda…

Me estoy volviendo loca, y el día de mi cumpleaños.

Decidí abrir el regalo que Alice y Jasper me dieron: se trataba de un hermoso collar de oro blanco con un dije en forma de manzana y con la letra "B" incrustada con piezas de cristal en el centro. Era muy diminuto y hermoso.

Intenté colocármelo.

— ¡Maldición! —murmuré enfurruñada cuando intentaba colocarme el collar, pero no podía.

Una mano se posó en mi cuello y luego tomó el collar por mí.

—Puedo ayudarte… Si quieres —dijo Edward, detrás de mí. Su respiración golpeaba mi cuello, odiaba decir esto pero su voz era demasiado hermosa y sexy, era una música perfecta y dura, fuerte y tierna a la vez. Su voz definía su personalidad: Edward es un chico con un temperamento demasiado fuerte, como el mío. No le respondí a su petición—. Supongo que tu silencio es un sí. —Abrochó el collar, y sus suaves y largos dedos rozaron de nuevo mi cuello.

Oh… nunca pesaría en que se sentiría tan bien.

¡Basta, Isabella!

¡Detente, Edward Cullen!

Me alejé abruptamente de él, y sonrió de medio lado.

¿Por qué diablos tiene que sonreír?

Edward sin despegar su mirada de la mía conversaba con los novios de mis hermanas mientras yo entretenidamente charlaba con Alice y Jasper en el sillón de la sala de mi casa.

Mi madre estaba maravillada con las visitas, pronto llegaron los Newton, y las Denali, Irina no le quitaba la mirada de encima a Edward y éste estaba demasiado fascinado con ella.

Fijé mí vista en Rosalie y en Emmett, luego en Renata y Liam, posteriormente hice lo mismo con Garrett y Kate, Mike y Tanya, Alice y Jasper; y de nuevo la nostalgia me invadió y se adentró en lo más profundo de mi corazón. Todos bailaban, incluso Irina y Edward, todos celebraban mi cumpleaños, y yo era la única persona que en este lugar se sentía triste.

¿Cómo debería reaccionar una chica que encontró a su novio con otro hombre mucho mayor que él?

Quizá debí cortarle su pene, pero si era gay no lo necesitaría, así que no le haría daño alguno, debido a la posición en la que se encontraba aquel marica cuando los vi.

Inicio Flash-Back.

Estudiaba para mis exámenes finales, y en las últimas semanas había notado sumamente extraño a James. Él trabajaba todos los días, desde las siete de la mañana y regresaba a las cinco de la tarde, venía a casa en la noche; eso acostumbraba hacer cuando estaba "normal", pero estos últimos días había cambiado demasiado, ya no venia todos los días, solo a veces, no hablaba conmigo, incluso lucía extremadamente aburrido.

Cuando le preguntaba me decía que estaba preocupado por el trabajo. Estudiaba los fines de semana en la mañana, la tarde era exclusivamente para mí, salíamos como los dos "enamorados" que éramos a cualquier sitio sin importarnos la hora, mi madre nunca le ha caído muy bien, pero aceptó mi noviazgo.

Al fin y al cabo yo era la que tenía que elegir con quién estar, claro que, quién más mandaba en esta relación era el amor que yo sentía por él.

Era domingo, miraba mi celular una y otra vez: ninguna llamada de él y se suponía que me llamaría a esta misma hora, estaba preocupada y alarmada, porque en estas últimas semanas se le habían presentado muchos motivos por los cuales impedían nuestro encuentro.

Me resultaba sumamente extraño.

—Bella. Perdona que cancele nuestra cita, pero definitivamente no puedo ir por ti, perdóname —me dijo aquel día cuando lo llamé por teléfono, la rabia se apoderó de mí, no aguantaba más esto.

¿No quería estar conmigo?

¿Tiene otra?

— ¡No mientas! Maldita sea, sé que tienes alguna puta por allí, si es así ¡sé hombre y dilo! Ten el valor de asimilarlo, no me creas estúpida, son muchos inconvenientes, si no quieres verme ¡dímelo! —Le grité completamente molesta, James quería tomarme por estúpida, y quizás lo había sido antes, pero ya me había cansado, necesitaba explicaciones, necesitaba la verdad.

—Bella, yo… yo no tengo a nadie… por favor, no pienses… eso —mencionó lentamente, estaba mintiendo.

¡Estaba mintiendo!

— ¿Qué? ¿No tienes el valor de ser sincero? ¿Dónde quedó el James sincero que yo conocí? ¿Jamás existió?

—No. Es decir… sí. Bella, no me jodas de esta forma.

— ¿¡Qué no te joda!? ¡Tú me jodes! —Las lágrimas abrían paso—. ¿No notas que tu comportamiento me lastima? Demonios… —murmuré lo último con infinito dolor, y corté la llamada, no quería seguir escuchando.

Pero una idea se cruzó por mi mente…

Tomé el auto de mamá, y me dirigí al departamento de James.

El carro de "mi novio" se encontraba estacionado fuera, cerca de otro auto, uno muy elegante y evidentemente costoso, me enojé aún más. ¡Él estaba aquí!

¿No se supone que estaba en el "trabajo"?

Maldito hijo de puta…

Entré al edificio, subí al ascensor dispuesta a desenmascarar al muy imbécil; tenía un nudo en la garganta horrible, pero la verdad muy dentro de mí rogaba porque todo lo que me estaba pasando por la cabeza no fuese cierto.

Pero mí subconsciente me decía mil veces que dejara mi idiotez a un lado…

Al fin llegué al piso en el que se encontraba el departamento de James, suspiré profundamente. Afortunadamente sabía dónde escondía James la llave de la puerta, estaba debajo de un cuadro cercano ella.

Claro, no la escondió en otro lugar porque pensaba en que yo no tenía la suficiente valentía como para ir a enfrentar lo que sea que esté haciendo a mis espaldas.

—Lamento decepcionarte, James, pero mi lado no amable está saliendo a flote —musité bajamente mientras me acercaba a la puerta. Agudicé más mi oído antes de abrir.

Mi corazón se encogió. Escuchaba gemidos.

Inmediatamente abrí la puerta mientras el nudo de mi garganta crecía con cada asquerosidad que escuchaba y cada paso que daba.

Pero me llené de asco y desilusión al ver la escena más horrible y la peor humillación que una mujer podría llevarse en esta puta vida de mierda.

—Ohh… así… pero más… rápido —mascullaba James en una posición comprometedora, mientras que otro hombre de piel oscura se lo follaba por detrás.

¡Maldita sea, que asco!

Carraspeé tragándome todo mi dolor, no iba a permitirme llorar ahora, no más humillaciones para mí, era suficiente con todas estas marranadas.

¿Era marica por el simple hecho de que nunca he tenido sexo con él?

¿Le gustan los hombres y las mujeres a la vez?

Desgraciado…

—Bella. Yo… —intentaba decir James mientras ambos hombres se cubrían, los fulminaba con la mirada a ambos. Nunca pensé que me harían algo tan asqueroso en mi vida…

—Así que… te gustan los penes —le dije seriamente, ninguno de los dos articuló palabra alguna—. Qué buen trabajo. Muy bueno, trabajas follándote hombres, o mejor dicho, te follan mientras engañas a quien decías amar —miré fijamente al otro marica y me percaté de que se trataba de Laurent. El jefe de James.

¡Qué asco!

Salí de allí soltando una larga y amarga carcajada, pero fuera del edificio me sentí como una misma mierda, me pisotearon, jugaron conmigo. ¿Por qué no simplemente fue sincero conmigo?

Siempre los engaños por delante…

Las lágrimas rodaron por mis mejillas recordándome que sí lo quería.

Fin Flash-back.

Fruncí el ceño. Aquél día había sacado una increíble valentía que jamás creí poseer y me sentía orgullosa de mí misma. James y yo nunca hablamos de sexo, incluso yo creí que era una buena señal porque él no quería tomar las cosas tan rápido, pero me equivoqué.

A él le gustaba que los hombres se lo follaran.

Sentí que mis ojos se humedecían, no podía llorar aquí, la verdad no. Me resultaría muy incómodo, porque se suponía que debía de estar feliz el día de hoy.

Edward comenzó a acercarse a mí, me haló hacia el espacio en donde los demás bailaban, lo miré realmente desconcertada.

¿Bailar?

¿Es una broma?