BETEADO POR: Isabella With'a HeavyHeart Crippa (Betas FFAD)

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Capítulo 2: "Fantasías, sueños"

Tomó mi mano con una sonrisa de suficiencia en sus labios, rodeé los ojos por lo que pretendía hacer; mas no me negué, bailar no era tan malo, y Edward lo hacía de maravilla.

Me llevó al centro de la sala de mi casa, donde casi todos se encontraban bailando, mi madre charlaba con los padres de Edward y Alice.

Comenzó a sonar "London Bridge" de Fergie…

Instantáneamente colocó una de sus manos en mi cintura y ambos comenzamos a movernos al ritmo de la música. Me sentía nerviosa y lo peor es que no sabía la razón exacta.

Coloqué mis brazos alrededor de su cuello, pude rozar con las palmas de mis manos su cabello… era muy suave… ansiaba tirar de él varias veces.

¡Bella!, me regañé a mí misma.

Debía aceptar que no era tan malo bailar con Edward, él sabía hacerlo… de maravilla… bailar, por supuesto.

Mis caderas se movían de un lado a otro y de forma circular cerca de él, la música era muy sensual e incluso atrevida…

Oh, demonios, qué estoy haciendo…

Cuando Edward acarició mi espalda me tensé, y justo cuando terminó la canción decidí sentarme y no seguir bailando, pero él me haló de uno de mis brazos fuertemente, tomándome totalmente desprevenida, presionándome fuertemente contra su pecho. La música atrevida había sido reemplazada por una más lenta, y romántica, así que nuevamente comenzamos a balancearnos de un lado a otro.

Mierda…

Lentamente depositó una de mis manos en su hombro, por el rabillo del ojo vi a Irina rodar los ojos con recelo, ella permanecía sentada cruzada de brazos en uno de los sillones de mi casa.

Me sentía extraña pero malditamente cómoda, nunca había estado así con Edward, quizá algún día podríamos llevarnos bien aunque sea un poco… por algo se empieza, ¿no?

Me percaté de que Edward me hablaba mientras yo me encontraba en pleno ensimismamiento…

—… por eso quería decirte que mi regalo llegará mañana —culminó, guardé silencio, pero asentí, aturdida y sorprendida. ¿Edward me regalará algo?

¿Qué tal si es aquella caja?

No, no creo…

—No te preocupes —dije sin mirarlo, pude percibir que sonreía, pero no estaba segura.

Me acurruqué en mi cama después de ducharme y colocarme un pijama con distintos ositos dibujados en él…

Lo sé… es poco sexy… es decir, no es sexy; pero soy virgen, por lo tanto no tengo que vestir sexy, porque no hay vida sexual…

Entonces inmediatamente recordé algo… la caja… el regalo…

¡Demonios!

De un salto me levanté de la cama y me apresuré a buscar debajo de ésta, saqué el bendito regalo de una buena vez y comencé a revisar su contenido, leí la nota una vez más…

Me daba curiosidad…

¡Tres libros!

Quien quiera que sea el que me regaló esto, lo amo, sé que debe ser alguien que me conoce demasiado.

¡Amo leer!

En medio de mi dicha, comencé a leer el titulo de los tres libros, era una trilogía y el primero poseía el titulo de: "Cincuenta sombras de Grey"

Decidí comenzar a leer de una vez por todas…

«Cuando la estudiante de literatura Anastasia Steele es obligada a entrevistar al exitoso y joven empresario Christian Grey para la revista de su escuela, ella lo encuentra atractivo, enigmático e intimidante […]»

Tres días después…

Debido a la universidad solo había tenido tiempo de leer el primer libro. Debía admitirlo, Grey era el hombre más sexy que había podido leer en un libro, con todas y cada una de sus palabras hacia Ana yo había quedado cautivada y excitada…

¿Cómo no estar obsesionada con ese hombre?

¿Por qué no es real?

Esas preguntas se formulaban inconscientemente en mi mente, y me daba curiosidad saber que más seguía… en los otros dos libros…

Sin embargo, yo debía asumir y admitir que aquellos libros para mí no eran solo sobre sexo, eran algo más: amor, pasión, amor del incondicional…

Yo había entrado en un grupo en internet sobre la trilogía, pero al día siguiente lo abandoné; era una lástima que muchas pensaran de una forma distinta a la idea que se había formado en mi mente sobre Christian…

Pero sabía que muchas también tenían el mismo concepto que yo poseía.

Lo veían como un pervertido, pero él era un hombre que solo desahogaba su dolor en una forma… extraña y sádica, pero que después es cautivado… allí es donde me doy cuenta que el amor incondicional existe… claro, solo en esa historia.

¿Dónde está mi amor incondicional?

¿El que se supone me ayude a sanar mis heridas del pasado?

¿Dónde?

Mis sueños me delataban en ocasiones… sueños calientes… despertaba excitada…

¡No es solo por los libros!

Aclaro…

Después de aquel baile…

Demonios…

Y también imaginó de todas formas a Edward poseyéndome, golpeando mi trasero…

¡Malditos, pero adictivos libros!

Me encontraba en medio de un prado inmenso, pero estaba oscuro, muy oscuro, yo sabía que alguien se acercaba; sin embargo lo esperaba literalmente con los brazos abiertos, estaba extremadamente emocionada y mi respiración se hacía más critica por cada paso que el sujeto daba, para acercarse a mí.

Entonces fue allí cuando vi su rostro severo, se veía ardiente e incluso… provocativo, él solo me miraba como si yo fuese un postre o algo por el estilo…

¿Soy comestible?

Creo que para él, sí…

Y estaba fascinada por ello…

Sostenía en su mano derecha un fuete, mi interior se tenso deliciosamente, su cabello cobrizo brillaba, la brisa lo movía, él se acercó a mí, pude inhalar su aroma…

Delicioso…

—Quiero sentirte… —susurró en mi oído mientras acariciaba mi cuello con el fuete, estaba frío, como si hubiese estado junto con hielo por horas…

Edward me miró a los ojos. Sus ojos verdes penetrantes y agraciados… yo caí rendida… él se acercaba mientras colocaba el fuete entre mis piernas…

Allí desperté…

Lo sé, fue frustrante…

¡Malditas alarmas de celulares!

Un día cuando quedé con Allie en ir de compras, me pregunté por el regalo que Edward me había dicho que me daría; no había llegado nada aquel día…

¿Los libros?

No.

¿O sí?

Desde la noche de mi cumpleaños no había visto a Edward, y no sabía cómo reaccionaría después de todas las cosas que habían ocurrido después de bailar con él, ansiaba verlo…

Y ya lo había admitido.

Quizá me gusta, o me atrae, no lo sé.

Pero creo que aún no estoy preparada para ninguna de esas cosas…

Cuando fuimos al centro comercial más cercano nos encontramos con Edward… y con Irina…

No sabía que hacer, pero aquella puta no dejaba de restregársele a Edward.

— ¿¡Qué tal si vamos por helados!? —sugirió Alice muy animada, Edward y Tanya asintieron, guardaron silencio mientras esperaban mi respuesta, yo solo revisaba una y otra vez mi teléfono para ver si así se me quitaba un poco la rabia.

—Está bien —murmuré entre dientes, sin mirar a nadie, pero aún así estaba segura de que la mirada de Edward estaba centrada en mí, por mi estúpido e inmaduro comportamiento.

Entonces decidí relajarme…

— ¡Yo quiero uno de chocolate! —exclamó la zorra, miré hacia otro sitio, mientras Alice y Edward también pedían sus helados.

—Yo vainilla. ¿Bella, quieres vainilla? —preguntó Edward. Un pensamiento instantáneamente pasó por mi mente…

Y no pude reprimir soltar una risita, tapé mi boca para amortiguar una carcajada.

Vainilla…

— ¿Qué es lo gracioso? —preguntó Irina alzando una ceja. Alice sonrió y me miró sorprendida.

— ¿Comenzaste a leer eso? ¿Tú, Bella? —la noté sorprendida pero estaba riendo, asentí, y Edward e Irina no entendieron, o eso fue lo que yo pensé en aquel entonces.

Comenzamos a platicar entre nosotros, pero yo no dejé de molestarme por el hecho de que Edward e Irina estaban saliendo…

Justo cuando ya había admitido que Edward me atraía…

¡Qué vida más jodida!

No pode evitar pensar en la marica de James…

Cuando cada quien se disponía ir a su casa, Allie y yo nos despedimos de Edward y su perra, al parecer irían al cine.

Malditos…

¡Estás celosa!, exclamó mi yo interno burlándose…