Bella Newton???

Autor: Huellas
Género: Drama
Fecha Creación: 25/08/2010
Fecha Actualización: 02/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 32
Comentarios: 151
Visitas: 136999
Capítulos: 33

-No me dejes, Bella. No, no, no. Bella, no me dejes. ¡Isabela Cullen no me puedes dejar! -grité desaforadamente. Todo comienza cuando Edward pierde a Bella en manos de un lobo... pero y si encontraran a Bella siglos después? Y si ella no fuera Bella... y si los lobos y los vampiros no son las unicas figuras mitologicas?? 

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Capítulo 27: Verdades.

Siento la demora... pero este es un capitulo bastante cargadito (: disfrutenlo!

-¿Qué me ocurrió? –no me di cuenta que Bella había despertado hasta que me habló. Me volteé para mirarla, ya que estaba mirando por la ventana, apreciando el sol ocultarse tras las colinas, bueno, el poco sol que podía alumbrar Forks en esta época del año.

Ya se terminaba el día siguiente de mi desastroso cumpleaños, Bella había estado todo el día inconsciente después de levantarse en la mañana y darme el mayor susto posible, perder otra vez a mi esposa.

-Cuando caíste te hiciste daño –expliqué sin acercarme. Ella miró hacia el suelo y luego otra vez a mí.

-¿Y Nahuel? –sus ojos se alteraron cuando lo recordó. Suspiré y me paré justo a su lado, haciendo que tuviera que alzar su cabeza.

-Lo mordí en el intento de acabar con Kevin –ella abrió los ojos asustada –no te preocupes, no le he hecho nada… a ninguno de los dos. Carlisle dice que Nahuel solo se terminó de convertir en vampiro, aunque su rapidez para hacerlo es asombrosa, los humanos normales demoran tres días, y él está cómo si fuera su segundo día cuando el primero no se ha finalizado –lo analizó por un momento.

-¿Y Gera?

-Ella está bien, preocupada lo normal, pero reconoce sus etapas tanto como nosotros. Está allí para él –recordé la forma en la que me había gritado y el oscuro odio que se extendió por su cuerpo por mí cuando pensó perder a Nahuel. Un odio tan profundo como el que yo sentía por cualquiera que quisiera hacerle daño a Bella.

-Ella no está rabiosa contigo, por lo menos no realmente –comentó Bella sonriéndome tiernamente para luego agregar nerviosa –Eso lo dice Swan. Yo estaría rabiosa.

-Claro, no es para menos. Y… ¿Cómo están? –era una pregunta tan compleja.

-Bueno ella está bien, no recuerda cómo desapareció, pero está aquí ahora, eso es lo que importa. Mi cuerpo… pues estoy un poco adolorida, nada preocupante –dijo enumerando las cosas que ella suponía a mi me interesaban únicamente, pero ella también estaba incluida. Me la quedé mirando esperando su respuesta.

-¿Y tú? ¿Cómo estás tú? –presioné un poco, sentándome a su lado en la camilla.

-Bien, supongo –dijo frunciendo el ceño, sin entender porqué le preguntaba a ella directamente. El silencio se hizo incómodo, así que opté por distraerla y sacarme dudas.

-¿Y Jacob te dio la pelea? –jugueteé logrando mi objetivo. Ella bufó y se sonrojó.

-Antes que Kevin apareciera le di su buen puño en el costado –dijo triunfante, haciéndome sonreír.

-¿Qué pensabas hacer? Porque al principio no te veías muy animada a luchar.

-Pues es cuestión de dejarme llevar –se encogió de hombros –Kevin me ha dicho que cuando me tocara pelear me dejara llevar, dice que todos tenemos esos instintos de supervivencia que salen a flote cuando nos sentimos en peligro.

-Sé a lo que te refieres –admití.

-¿Y tú? Antes que todo se desatara parecías bien asustado –me dijo riéndose de mí.

-¡Vamos! Tú eres torpe por naturaleza, y Jacob puede llegar a ser un verdadero animal. No digo que no puedas con él, pero verte en peligro activa mis propios instintos de sobrevivencia –ella pareció confundirse.

-¿Cómo es que mi peligro te  pone en peligro a ti? –dijo.

-Fácil, Bella sabe cómo funciona eso –ella pareció debatir con Bella, para luego fruncir el ceño y se entristeció su expresión. No me miró a los ojos.

-Veo –murmuró.

-¿Te sientes bien?

-No lo sé. Me duele la espalda, y tengo algunas punzadas en la cabeza, pero sé que es solo el golpe y el no pensar durante algunas horas –se rió al final y yo con ella.

-Lamento no haberte protegido como debía –ella bufó.

-No te preocupes, Edward. Caerme es mi naturaleza.

-¡A eso me refiero! Mi naturaleza es protegerte –ella frunció el ceño.

-Solo porque ella está dentro –dijo bajo su aliento, lo cual escuché.

-No es solo por ella –repliqué. Pero ella no respondió, mirando únicamente el vacío, sin atreverse a mirarme a los ojos.

Otra vez el silencio, que esta vez se interrumpió por Kevin, que tocaba la puerta.

-Adelante –dijo Bella estirándose para ver hacia la puerta. Yo me volteé también.

-¿Bella está despierta? –preguntó al tiempo que entraba, mirándola únicamente a ella, olvidando o ignorando mi presencia. Sonrió –Por fin despiertas, bella durmiente. ¿Cómo estuvo tu siesta? Te ha costado varias horas.

-Oh, lo siento, las experiencias cercanas a la muerte me suelen dejar así –un flashback me golpeó con la fuerza de un terremoto, hace muchísimo tiempo Bella Swan me había dicho las mismas palabras a mí.

El sentimiento no fue agradable.

-Lo sé, lo siento –y esas fueron las palabras para mi bandera blanca.

-Me iré a la casa –Bella abrió los ojos y estiró la mano.

-¿Hasta cuando me quedaré aquí?

-Una semana por lo menos, Carlisle te quiere en observación –hizo un puchero. Me reí y me puse en pie, pasando mi mano por su mejilla –Haz eso más a menudo –dije antes de besarle la frente y salir.

 

Llegué a la casa haciendo que Alice y Nessie me recibieran en la puerta, preguntando por Bella.

-Despertó hace media hora, está con Kevin. Decidí dejarlos solos –expliqué mientras subía a mi cuarto. Con todo el desorden no había abierto mis regalos.

Pasé de largo por el cuarto de huéspedes donde estaba Nahuel y Gera, que se quedarían un tiempo con nosotros. Los gemidos de dolor de Nahuel menguaban cada vez más, haciendo solo un murmullo.

Llegué hasta mi cuarto, para encontrarme con una pila de cajas envueltas en muchos papeles de colores. Me llamó la atención una pequeña caja, envuelta en papel azul celeste, un poco mal cortado.

Edward Cullen

Decía en un pequeño papel.

Lo tomé entre manos y  me senté en el sofá. Lo abrí lentamente para encontrar un libro que no esperaba ver.

Flashback.

-¿Qué quieres para tu próximo cumpleaños? –me dijo Bella acurrucándose en mi pecho mientras yo le pasaba la sábana sobre el cuerpo desnudo y la apretaba contra mí.

-No quiero nada mientras tú estés conmigo –le dije dándole un beso en la coronilla. Ella gruñó.

El silencio se hizo más largo mientras ella trazaba círculos en mi pecho, dejándome besos sobre el cuello.

-¿Qué libro te ha gustado más que los demás? –preguntó cuando pensé que jugábamos a dormir.

-Romeo y Julieta –respondí.

-¿Por qué? –preguntó riendo y apoyándose en su codo para alzarse y mirarme.

-Porque fue la primera película que vimos juntos en tu casa –expliqué mientras pasaba un mechón de su cabello tras su oreja.

-A mí me gusta por otra razón –su tono de voz me dejó claro que quería sonrojarse.

-¿Ah, sí? ¿Y por qué? –pareció dudarlo, pero sin mirarme a los ojos respondió.

-Porque ella muere por él, porque un mundo sin él no le interesa. Y él hace lo mismo, se sacrifica por ella. Es lo que yo haría por ti, lo que estoy dispuesta a hacer. Más allá de la muerte, en vida y lo que siga después de ella, te amaré, como Romeo y Julieta. Me gusta la idea de eternidad, me gusta cómo la gente no puede pensar en Julieta sin pensar en Romeo, ni pensar en Romeo sin pensar en Julieta. Son un paquete, vienen unidos. Como tú y yo –terminó, dándome un beso. La separé luego de unos segundos.

-Te amo, mi amor. Eres mi Julieta, vivo y moriré para ti, solo por ti –dije antes que ella se acurrucara contra mi pecho.

Ella lo pensó por un segundo y luego abrió los ojos sonriendo, y mirándome, me besó en los labios un segundo y me abrazó.

-Te regalaré la última copia de Romeo y Julieta –me dijo al oído haciéndome reír.

-Lo esperaré con ansias –dije antes de volver a besarla.

Flashback.

“Romeo y Julieta” se había convertido desde hace muchísimos años en mi libro preferido.

Por eso al tenerlo frente mí, no pude evitar temblar un poco, y que una sonrisita se extendiera por mis labios.

Abrí la portada, solo acariciando las letras, y encontré una dedicatoria.

Hace algún tiempo comprendí que te había quitado parte de tu vida al tener la mía como la tengo y lo siento. Espero que la sientas más cerca con esto, ya que fue su idea este regalo de cumpleaños.

Feliz cumpleaños, Edward.

Bella Newton.

Acaricié las letras hechas a mano y lo estreché contra mi pecho.

Definitivamente esto me acercaba a mi Bella, a mi esposa, a mi princesa, a mi otra mitad.

Este era el regalo que mi Bella me había mandado, ella recordaba ese episodio de nuestra vida tanto como yo, y quería hacerme sentir que estaba conmigo, que no me había olvidado, que me amaba. Tanto como yo la amo a ella, tanto como la necesito. Por siempre.

Por otro lado, no podía evitar pensar en Bella Newton. En esta mujer, en esta bruja, que tenía dentro a mi esposa, que no era ella pero al mismo tiempo era la misma persona.

-¿Te parece abrir los demás? Quiero ver cómo reaccionas –dijo Jasper tocando la puerta, sacándome de mi ensoñación.

Acompañado de Jasper, Alice, Emmett y Ness, abrí los demás regalos. Un radio nuevo para el auto cortesía de Emmett y Rosalie, el último reproductor de música de parte de Jasper y Alice, Geraldine y Nahuel me regalaron un cuadro hecho por los indios de la tierra de Nahuel, era alguna figura en su lengua que según decía en la inscripción significaba amor y paz. Carlisle me regaló un CD de música clásica, uno más para mi colección. Esme una remodelación para mi cuarto, de parte de su empresa de diseño de interiores. Mi hija y su esposo envolvieron en papel de regalo un álbum fotográfico con fotos de nosotros, incluida Bella, desde que Nessie nació.

Habían tantas fotos que yo no sabía que existían. Una foto de Nessie aún bebé, en los brazos de mi vampiresa, mientras ella intentaba apartarla de un gran lobo feroz que intentaba tomarla entre dientes. Otra fotografía de Bella y yo, años antes de su muerte, ella corría de mí porque tenía entre manos una serpiente, me veía, nos veíamos, tan felices entonces. Otra de Nessie, conmigo, yo la tenía en mi regazo aún cuando era ya una mujercita, nos abrazábamos.

-Gracias, hija –dije cerrando el álbum y abrazando a la que siempre sería una niña, que se sentaba a mi lado.

-Lo hice para ti, papi. Sabía que te iba a gustar –respondió sonriendo.

-¿Te gusto el cuadro? –Gera dijo mientras  entraba, de brazos cruzados.

-¿Y Nahuel? –preguntó Jasper.

-Está bien –asintió con seguridad.

-Sí, me encantó. Amor y paz para ti también, Geraldine –levanté su cuadro entre los regalos y lo colgué en una de las paredes -¿Podemos hablar?

-Claro –asintió y todos salieron.

-¡Vamos a jugar…! –Emmett fue interrumpido por un terremoto.

-¡No! Vamos a jugar cartas –Emmett se enfurruñó.

-Eso era lo que iba a decir, Alice.

-Lo sé, por eso lo dije primero.

-Yo no quiero –dijo Nessie haciendo un puchero.

-Vamos –le animó Alice. Sus voces se perdieron en el corredor, y me volteé hacia Geraldine, haciéndole tomar asiento en la cama, después de ordenarla.

-Quería hablar contigo –empecé pero ella no me dejó.

-Es inútil que intentes disculparte conmigo, no lo has matado, no le has hecho daño más allá de convertirlo en un vampiro completo. En todo caso, si a él llegara a molestarlo, las disculpas van dirigidas a él. No me pidas perdón a mí.

-Pero…

-Pero nada –retó alzando la barbilla, e inflando sus mejillas.

-Te ves como una bebé cuando haces eso –le dije riendo.

-Gracias –dijo ella y se levantó de la cama -¿Eso era todo?

-Sí –dije mirando el suelo.

-Está bien, vamos a jugar cartas con los chicos.

-En realidad… quería…

-No, no. Vamos. Despéjate un rato, si quiera unos minutos. Vamos –me haló por el brazo y me hizo bajar las escaleras.

-¡Pero yo quiero empezar! –era extraño ver a Alice estirándose lo más posible hacia Emmett.

-Yo soy más grande –se cruzó de brazos.

-¡Por eso! Yo soy la menor, niños primeros –asaltó Ness, tomando el rule de cartas.

-No, no. Tú no juegas –le dijo Jasper arrebatándole las cartas de la mano. Ness se puso roja de rabia.

-¡¿Por qué no?!

-Porque eres una niña chiquita –dijo el tranquilizante riéndose. Ness se cruzó de brazos.

-¿Por qué no jugamos…? –Todos se voltearon y me miraron queriendo asesinarme -¡Está bien! Me callo.

-Mejor –concordó Alice.

-Oh, vamos. Comencemos de una vez, hay cartas para todos –dijo Gera tomando el rule.

 

-¡Uno! –gritó Alice sonriente. Todos emitimos un gruñido, y Emmett la miró maquiavélicamente.

-Te toca –me dijo Gera. Coloqué una carta, y se siguió hasta Emmett, quien subió las cejas sugestivamente, y puso una sobre la mesa.

-¡Eso no es justo! –gritó Alice.

-Claro que sí –dijo Ness.

-Pero… -se calló ella misma y tomó dos cartas más, por la carta de Emmett.

 

-¡no! –grité.

-¡Uno! –Ness.

-¡no! –Gera.

-¡Gané! –dijo Emmett tirando su última carta y haciendo el baile de la victoria que hacia Chandler en la serie de televisión Friends.

-¡AH! –gritó alguien en el piso de arriba, todos nos congelamos y estuvimos en la habitación de Nahuel en un segundo. Geraldine corrió a su encuentro, sentándose al lado de él en la cama.

-¿Amor? ¿Me escuchas? –otro gemido por parte de él.

-¿Qué le ocurre? –preguntó asustada Nessie.

-Nada, hija, es solo que está a punto de terminar su transformación –expliqué, haciendo que Gera se pusiera más atenta, más perceptiva. Nos quedamos en silencio un minuto más, que fue justo el momento en el que el corazón de Nahuel se paró en seco.

Él abrió los ojos, maravillado, anonadado.

-¿Mi vida? ¿Nahuel, me escuchas? –era Gera, apretándole la mano. Él se movió  lentamente hacia ella, para mirarla, y le sonrió.

-Sí.

-¿Estás bien?

-Perfecto, porque tú estás aquí –ella hizo el amague de sonreír, y todos nos relajamos.

-Nos diste un buen susto –dijo Jasper acercándose, y palmeándole un hombro.

-¿Qué fue lo que pasó?

-¿No lo recuerdas? –Nessie abrió los ojos.

-Claro, me acuerdo –me miró fugazmente –que me mordieron, el veneno… luego todo se perdió, y abrí los ojos aquí –miró a su esposa, sonriéndole y dándole un beso en los labios.

-Bueno, te convertiste en vampiro, por completo –explicó Emmett –y ahora eres una mejor persona –todos rieron, menos Nessie, que lo miró con el ceño fruncido.

-¿O sea que soy mala persona? –alzó una ceja.

-No, yo no dije eso –dijo él sarcástico riendo.

-¿Tienes… sed? –preguntó Alice.

-Un poco –admitió.

-Vamos a cazar –pidió Gera, haciendo que sus ojos se volvieran oscuros de la expectativa. Recordé alguna época lejana, pidiéndole lo mismo a una neófita que controlaba muy bien sus emociones.

-Solo contigo –se despidieron con un asentimiento de cabeza y desaparecieron.

-Uy, cuidado –recriminó Jacob, llegando con Rosalie.

-¡Llegaste! –gritó Nessie, bajando las escaleras hasta Jacob.

-¡Osita! –gritó Emmett, saltando como niña hasta Rosalie quien estalló en carcajadas.

-¿De dónde vienen? –pregunté mientras iba detrás de la duende.

-Del hospital –ambos se pusieron serios.

-¿Ocurrió algo? –pregunté ansioso, listo para salir en busca de Bella.

-No, no –Jacob hizo este gesto con la mano para que no me preocupara.

-Es solo que Kevin no se despega de ella –explicó Rosalie apretando los puños. Jacob la miró alzando una ceja.

-No es como si ella quisiera que se fuera –me quedé en blanco. Y miré hacia mi hija.

-¿Quieres ir a verla? –ella dudó un segundo, pero negó. Quería estar con Jacob, y no le apetecía ver a Kevin en ese momento, estaba odiándolo.

-¿Vamos? –halé la mano de Alice, pero ella negó.

-Es algo tuyo, Edward. De ustedes –dijo alejándose de mí un poco. Asentí y salí de casa.

-Hasta luego –me despedí casualmente.

 

 

Me apoyé sobre la pared, escuchando la conversación. Sé que estaba mal, pero no podía evitarlo, quería escucharla hablar, con él.

-No creo que pudieras hacerlo aunque quisieras –decía él.

-A que sí. Es solo cuestión de levantarme, darte una buena paliza, e ir en busca de Kate y Peter. Ellos me enseñaran a luchar tanto como tú –él rió.

-Claro que no. Ellos son tan pacíficos como tú, han luchado por lo menos tres veces.

-¿Y tú? –casi pude escuchar sus ojos abrirse.

-Unas veinte –un jadeo femenino.

-¿Por qué? –casi gritó.

-Unas por diversión, una por proteger a un amigo, una por una… por una novia.

-¿Tienes… tienes novia? – ¿Por qué el dolor en esa voz? Lo reconocía como mis ojos.

-No, ya te lo he dicho. Tuve, una vez, obviamente –dijo él arrepintiéndose, supongo.

-No, obviamente no, porque yo no he tenido novio –dijo ella con aire suficiente.

-¿De verdad? ¿Ni de chiquita? –dijo él. Sonreí para mis adentros, tampoco mi Bella había tenido novios antes que yo llegar a arruinar su inocencia metiéndome por su ventana todas las noches.

-¿Te sorprende tanto? Soy bastante fea y torpe, a los niños no les entusiasmaba levantarme todo el tiempo –dijo ella riendo. Pero la voz de él terminó con la burla.

-Yo no me cansaría de salvarte, no me canso.

-Kevin… -reprochó ella, y fue mi momento de entrada. Toqué la puerta suavemente, pero ella emitió un pase.

-Hola, Bella –Kevin me frunció el ceño.

-Hola, Edward –ella sonreía.

-Estaré en la cafetería –comentó Kevin saliendo sin hablarme.

-Gracias –le dijo ella a la figura inexistente. Cerré la puerta y me puse a sus pies.

-¿Cómo estás?

-Bien, supongo. Ella también –comentó antes que yo le preguntara. Me quedé sin palabras, fue ella quien habló –Kevin dice que estaré aquí por lo menos una semana más, que los doctores no creen conveniente que me vaya por ahora –dijo un poco triste. Asentí.

-Debes cuidarte, fue grave lo que te pasó.

-Pero yo me siento bien –levanté una ceja –está bien, no perfecta, pero sí bien.

-No importa, te quedarás aquí hasta que Carlisle diga lo contrario –me senté en el sofá. Ella se recostó en las almohadas, mirándome directamente, sonrojándose ante lo que iba a decir.

-¿Te gustó el regalo? –musitó. Sonreí involuntariamente, y asentí.

-Dile que… dile que siento lo mismo –pedí mirándola a los ojos. Ella se calló por un momento, hablando con Bella y luego asintió.

-Dice que entiende –por lo que vi en su expresión, supe que ella también lo hacía -¿Y qué otros regalos recibiste?

-Un estéreo para el carro –me reí instintivamente, ella no lo comprendió –, un álbum hecho por Nessie y Jacob, un Cd, un cuadro de Gera y Nahuel –ella abrió la boca pero no le permití hablar –que por cierto están cazando, Nahuel despertó hace media hora.

-¿Ya? ¿Tan rápido? –Bella parecía asustada.

-Sí, era mitad vampiro.

-Cierto –se veía confundida.

-Y… creo que ¡ah! Una remodelación para el cuarto –alcé las manos –cortesía de Esme. Hablando de cuartos, debo ir a tu casa  a traerte ropa –me levanté del sofá. Pero ella se sonrojó y se puso nerviosa.

-Veras, Edward. Eso no es necesario, yo… esto… él quiso… La verdad es que… yo no pensé que tú…

-Kevin ya te ha traído tu ropa –la interrumpí, y ella asintió.

Apelé a mis dotes de vampiro e intenté que el dolor no se extendiera por mi rostro conforme asentía y me volvía a sentar.

-Lo siento –negué con la mano y la cabeza.

-Tranquila.

-Ok.

No la miré a directamente hasta que no me di cuenta que intentaba mirarme a los ojos, así que lo hice.

-¿Qué pasó exactamente? No recuerdo… todo ha pasado tan rápido que no estoy segura de lo que… -se confundió ella misma, y asentí sentándome a su lado.

-Después que Kevin interrumpiera, te traje al hospital. Estas herida, pero estable, y te recuperarás en poco tiempo, esperemos. Pues, Nahuel también está bien, está cazando con Geraldine. La fiesta terminó en una no agradable noche, pero en general la pasé bien en mi cumpleaños –terminé sonriendo.

-Yo sé, esa parte suena normal, me refiero a que recuerdo más o menos eso. Yo me refería a Swan, es decir, a tu esposa –se sonrojó sin quitarme la mirada. La miré, esperando que continuara, pero no lo hizo, así que le pregunté.

-¿Cómo te diste cuenta que ella no estaba? ¿Dónde estaba? ¿Por qué se fue? –la asalté con preguntas. Ella se incomodó y no me miró.

-Fue mi culpa. La mandé a callar con todas mis fuerzas cuando se puso pesada con lo de Jacob, así que no la escuché más, hasta que tú nos besaste. Ella no recuerda a donde fue –explicó, y yo abrí los ojos, asustado.

-¿Sólo le dijiste que hiciera silencio? –la verdad se extendió delante de mí al mismo tiempo que me daba cuenta que Bella ya la había descubierto. Ella podía desaparecer a mi esposa en cualquier momento, había encontrado la manera de hacerlo, y no había nada que yo pudiera hacer al respecto.

-Sí –musitó sin mirarme –Pero yo sé que… yo no te la voy a quitar, Edward –explicó mientras sus ojos se llenaron de lágrimas.

Ella no me la iba a quitar, pero yo no le podía quitar la vida a ella, es que no podía hacerlo, no debía hacerlo. ¿Pero y mi esposa? ¿Y su vida?

-Sé que soy egoísta, pero gracias –murmuré, en ese momento Nessie entró en la habitación.

 

Los días de Bella en el hospital fueron un poco extraños. Al final resultó que tenía que quedarse un poco más, un mes completo, porque sus pulmones habían sido afectados por la intromisión de la madera, por eso no podía respirar en primer lugar. Y tuvo que quedarse más tiempo para ser observada e intervenida una vez más.

Nos turnábamos, una noche dormía Kevin y otra noche yo. En la mañana el otro le daba el desayuno y el almuerzo, y el que había dormido con ella, la acompañaba en la tarde. Kate, Peter, Nessie, Alice, Jacob y Geraldine llegaban todos los días a la hora del almuerzo y a la hora de la cena, para acompañarla y hablarle.

Kate y Peter se comportaban maduramente, aunque ambos estaban aterrados de tenernos cerca, comprendieron que no representábamos peligro inmediato.

Pamela y Lucas llegaron un par de veces a traer trabajos y un ramo de flores amarillas con una tarjeta de “mejórate pronto” para Bella después de su accidente en el jardín de nuestra casa.

Corría a la casa de Bella, era viernes por la tarde y como Kevin la había llevado a su casa, yo la iba a cuidar en la tarde. Llegué en el peor momento que pude haber llegado, para ver lo que jamás querría ver en mi existencia.

No me vieron llegar, no me escucharon aparecer. Estaban en el umbral de la puerta de enfrente.

-No me voy a quedar mucho tiempo sola, Kevin. Dale, vete, no quiero verlos pelear hoy-dijo ella cansada, de la mano con Kevin. Él alzó sus manos y las entrelazó, y se acercó a su rostro.

-Está bien, Bells.

-Kevin… -intentó ella, pero él la silenció con sus labios.

Ella forcejeó y yo casi me lanzó a ayudarla, pero terminó rindiéndose y aceptándolo, besándolo a su vez. Un minuto después se separaron, y Bella sonrió, sonrojándose, y cerró la puerta después de decirle un tierno “hasta luego”.

Intercepté a Kevin, cuando estuve seguro que Bella no nos vería.

-No te le acerques otra vez –le gruñí, con el veneno en mis dientes.

-No es tuya, Cullen. Ahora ella también me pertenece –hice el amago de tomarlo por el cuello.

-Ni se te ocurra –mi voz sonaba a ácido.

-¿Nos viste besándonos? Es eso, ¿no? –el muy ¡”#$% se rió de mí.

-¡Mi esposa está dentro de ese cuerpo, idiota! –le grité tan bajo como pude.

-Y la mujer de mi vida controla ese cuerpo –replicó él cruzando los brazos.

-Mientras Bella esté dentro, no te quiero cerca –sentencié.

-Intenta separarme de ella –me retó.

-Lo haré –me acerqué a él dispuesto a matarlo. Pero la voz de Bella me alertó, ella corrió hacia nosotros, interponiéndose, colocando sus palmas en nuestros pechos.

-¡Hey! ¡Edward, Kevin! ¿Qué ocurre? Vamos, cálmense, ¿no te ibas ya? –se volvió hacia Kevin, y yo gruñí en respuesta.

-Sí –él se acercó con la intensión de besarla otra vez, la mano de Bella me detuvo de irme contra él.

-Adiós, Kevin –le dijo ella abriéndole los ojos. Él entró a su auto y arrancó. Bella me encaró -¿Qué ocurre? ¡No te puedo dejar solo un minuto! ¡No puedo voltear porque se están peleando! Parecen niños chiquitos peleándose un juguete, por Dios –ella lanzó las manos al aire y se volvió para entrar en la casa.

No dije nada y la seguí, parando en seco cuando se volteó después que se cerré la puerta. Me encaró y empezó a parlotear.

-¡Eres un hombre, Edward! Apartando tu ponzoña, tu rapidez y tus ojos dorados y negros, ¡eres un hombre! Y no puedes andar discutiendo y peleando con Kevin porque te miró mal o quién sabe qué, tienen que ser más maduros que eso. Esa peleíta que estaba a punto  de iniciar pudo haberle quitado la vida a uno de ustedes si yo no me meto en el medio, ¿sabes a lo que me refiero? No quiero que vuelvan a… -mientras hablaba me alzaba el dedo y miraba el techo, como si me regañara. Pero la detuve, le sostuve el brazo en alto y la miré a los ojos. Ella tembló de miedo.

-Lo besaste –no era una pregunta ni una sentencia, solo un hecho.

Se quedó con la boca abierta, y me soltó rápidamente, evadiendo mi mirada. Después de cinco minutos de sus intentos de hablar.

-Sí, lo hice –caminó hacia el sofá, pero la detuve.

-¿Por qué? –hubiera querido que mi voz sonara más fuerte, menos débil.

-Porque, pues porque sí, porque él me besó, me refiero a que, no me obligó, es solo que… -cerré los ojos y suspiré, ella también se rindió, la solté y me alejé unos pasos -¡No sé porque lo hice! –gritó de pronto. La vi lanzarse hacia mí, intentando abrazarme, pero tomé sus brazos y la alejé lo suficiente para sentir su aroma. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero debía recordar que no era Bella Swan quien estaba a punto de llorar, era solo su cuerpo.

-¿Kevin y tu son novios? –pregunté mirándola a los ojos. Ella suspiró y negó.

-Lo siento –se soltó y se fue hacia el sofá, esta vez la seguí, y me senté a su lado.

-Perdóname a mí, no tengo derecho alguno a pedirte explicaciones. Nosotros no somos nada –dije suavemente. Ella aspiró el aire como si le faltara.

-Swan dice que te calles, que no ayudas –la sonrisa se escapó de sus labios y puso sus manos en la palma –Soy un desastre.

-No –puse la mano en su hombro –Es pesado para todos, debes ser fuerte –me quedé pensando, y me decidí –Vine hoy con algo, un poema –metí la mano a mi bolsillo y saqué una hoja. La miré mientras hablaba –. Cuando Charlie Swan murió, te dije este poema, Bella. Hoy estamos más o menos tan destrozados como entonces –empecé a leerle, mientras ella se recostaba y cerraba los ojos.

...Carpe Diem! Aprovecha el día
no dejes que termine si haber crecido un poco,
sin haber sido un poco más feliz,
sin haber alimentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie
te quite el derecho de
expresarte que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida
algo extraordinario...

No dejes de creer que las palabras, la risa y la poesía
sí pueden cambiar el mundo...

Somos seres, llenos de pasión.
La vida es desierto y también es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos convierte en
protagonistas de nuestra propia historia...
Pero no dejes nunca de soñar,
porque sólo a través de los sueños
puede ser libre el hombre.

No caigas en el peor error, el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes...
No abandones tus creencias. Todos necesitamos
aceptación, pero no podemos remar en
contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en infierno.

Disfruta el pánico que provoca tener
la vida por delante...
Vívela intensamente, sin mediocridades.
Piensa que en ti está el futuro y en
enfrentar tu tarea con orgullo, impulso
y sin miedo.

Aprende de quienes pueden enseñarte...
No permitas que la vida
te pase por encima
sin que la vivas...

 

Walt Withman.

 

Me recosté a su lado y ella se acurrucó contra mi pecho, la abracé.

-Piensa que en ti está el futuro y enfrentar tu tarea con orgullo, impulso y sin miedomurmuré contra su oído, y ella sollozó.

-Edward –gimió y se abrazó a mí.

-Estoy aquí, pequeña –le dije a la mujer que lloraba. No sabía si el llanto era de Swan o de Newton, y no importaba.

 

Bella POV.

<<Piensa que en ti está el futuro, y enfrentar tu tarea con orgullo, impulso y sin miedo>> me dijo Bella entre lágrimas mientras Edward lo decía a mí oído <<Edward>> dijo ella rompiendo en llanto.

-Edward –repetí mientras me abrazaba al cuerpo masculino que me sostenía.

-Estoy aquí, pequeña –me dijo, sentí mi corazón inflarse, sentí que me quería. A mí también, no solo a Swan.

Creo que pasaron tres minutos mal contados, cuando regresé a la realidad, me sequé las lágrimas y me levanté del sofá.

-Gracias –le dije.

-Siempre –dijo. Miró hacia la ventana y luego a la televisión -¿Quieres ver una película? –asentí levantándome del sofá por completo.

-Coloca una mientras yo me hago algo de comer –hice un sándwich rápido.

­La película pasó sin mayores contratiempos, era vieja pero no por eso mala. Era una historia romántica en el contexto del desastre del 2012, cuando la humanidad pensó en el final del mundo. Swan había estado allí, junto con todos los demás, para observar el cambio del que no se pudieron reponer sino hasta varias décadas después, casi un siglo.

 

Edward POV.

La película se extinguió en la televisión, mientras la oscuridad nos sumía al apagarse la pantalla. El silencio se extendió hasta que Bella habló, sin moverse de su lugar, acurrucada contra mi pecho.

-Porque lo quiero –murmuró. Me quedé pensando en su respuesta, hasta que recordé la posible pregunta. ¿Por qué lo besaste? Asentí, y puse mi mejilla sobre su cabeza. Ella suspiró –pero también te quiero a ti.

-Está bien –respondí sin saber qué más decir.

-¿Estás rabioso? –Negué, y ella pudo sentirlo en el tope de su cabeza –Sería mejor si estuvieras rabioso.

-¿Por qué? –la sonrisa se resbaló de mis labios.

-Porque entonces me sentiría menos mal.

-no tienes porqué sentirte mal. No has hecho nada malo –ella bufó.

-Eso no quita el sentimiento de haber hecho algo mal.

-No importa –la apreté más, tratando de confortarla.

-Edward, Kevin está enamorado de mí –dijo como si yo no supiera nada. Pero el saberlo no me salvó de tensarme, de quedarme callado, con un nudo imaginario en la garganta. Ella se escabulló de mis brazos y se replegó contra el sofá hasta mirarme directamente a los ojos. Suspiró –y tú y Swan están hechos para estar juntos –siguió, con el mismo tono de voz. La miré incapaz de decir nada –y… y yo estoy en la mitad.

¿Qué se suponía que podía decirle? ¿Desmentirle? No, porque era cierto. Todo era cierto. Aunque no era todo lo que se podría decir.

Ella buscaba respuestas en mis ojos, respuestas que no podía dar.

-Y yo –parecía luchar con sus palabras –y yo estoy enamorada también –esta vez rehuyó de mi mirada. Eso era algo nuevo, algo que yo sí quería escuchar, algo que no era totalmente claro para mí. Me incliné hacia delante.

-¿De quién?

Capítulo 26: Nunca más. Capítulo 28: adios?

 
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