PRISIONERA DE GUERRA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 08/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 74
Visitas: 64635
Capítulos: 26

"FANFIC FINALIZADO"

En un mundo regido por luchas de poder, batallas entre clanes y tratados en los que el amor brillaba por su ausencia, ellos eran solo el jefe del clan y su rehén, pero en aquella noche llena de placer y pasión, Edward había hecho que Isabella se sintiera plena por primera vez y cuando se marchara de allí su corazón siempre estaría con él. Se acabarían las noches en las que parecían hechos el uno para el otro, todo se volvería un recuerdo... o quizá el futuro los llevase por otros caminos.

 

 

Era la prisionera de su clan…

Para recuperar el control de su clan, Edward Masen debía tomar a Isabella MacSwan como rehén y utilizarla como moneda de cambio. Pero Isabella no era una prisionera cualquiera. Era la mujer a la que en otra época había amado… y rechazado por una lesion en su pierna.
Las caricias de Edward quedarían marcadas para siempre en el recuerdo de Isabella y, sin saber que él se había visto obligado a repudiar su amor, ella nunca había olvidado al hombre que le había roto el corazón. Sin embargo, ahora, al mirar a los ojos a su captor, ya no reconocía al imponente líder. Había algo en él que la excitaba y la aterrorizaba a partes iguales…

 

 

adaptacion de "Unico Amor-Terry Brisbin"

 

MI OTRA HISTORIA; "UN AMOR DE LEYENDA"

 

 http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3909

 

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Capítulo 26: EPILOGO.

Fortaleza de Keppoch.

         Tres años más tarde

          

         —Mi padre no parece contento —le susurró Isabella al ver entrar al conde de Douran.

 

         Edward se giró hacia Gavin MacDenali y observó la misma expresión en su cara.

 

         —Gavin tampoco —le respondió a su esposa.

         Pero tantas cosas dependían de aquella reunión entre dos de los jefes del clan más poderosos y adinerados del oeste de Escocia que a Edward no le sorprendía aquel ambiente tenso. Le había llevado más de un año organizarlo y le preocupaba el resultado. Isabella le apretó la mano.

 

         —Todo saldrá bien, Edward —le susurró antes de soltarle la mano y apartarse de él.

 

         Pero el éxito de aquella misión se debía en gran parte a los esfuerzos de Isabella. Nadie podría obligar a la Bestia de las Highlands de Escocia a hacer algo que no quisiera hacer, salvo su esposa y su hija. Cuando Isabella consiguió el apoyo de su madre, a Charlie no le quedó más remedio que aceptar.

 

         Pero su cara demostraba que no le hacía ninguna gracia estar allí.

 

         —Charlie, bienvenido a la fortaleza Keppoch —dijo en voz alta, mientras esperaba a que su cuñado bajase del caballo y se acercase.

 

         Dado que era conde, Edward y Isabella hicieron una reverencia y esperaron a que Charlie les diese la señal para levantarse. Teniendo en cuenta que Gavin MacDenali era de un rango inferior y también estaba haciendo la reverencia, Edward estuvo a punto de reírse al comprobar que Charlie alargaba el momento más de lo necesario. Después vio cómo Charlie ganaba poder frente a su adversario, como había hecho tantas y tantas veces antes.

 

         —Charlie, te presento a Gavin MacDenali. Gavin… —dijo dirigiéndose al joven jefe del clan—, te presento al conde de Douran, Charlie MacSwan.

 

         Como era de esperar, Gavin hizo otra reverencia.

 

         —Milord Douran.

 

         Isabella sonrió igual que Charlie cuando este dejó que MacDenali permaneciera agachado frente a él. Entonces Charlie le ofreció la mano a Gavin, él se incorporó y se la estrechó.

 

         —Vamos, Gavin. Ya estamos unidos por matrimonio y, con un poco de suerte, dentro de poco también por otras cosas, así que, por favor, llámame Charlie. Esta es mi esposa, Renee MacDwyer, lady MacSwan.

 

         Gavin era tan predecible que a Edward le costó trabajo no reírse. Mientras ambos presentaban a sus mujeres y parientes, Edward y Isabella contemplaban el primer paso de las negociaciones. Después Isabella los invitó a pasar para comer y, mientras el grupo entraba en la fortaleza, Edward le tiró de la mano y la echó a un lado.

 

         —¿Nunca utiliza otro saludo? —le preguntó en voz baja para que nadie pudiera oírlo.

 

         —Solo para alguien que tenga un estatus mayor que él —respondió ella—. Sirve para recordarles a los demás que son inferiores, así que sigue haciéndolo.

 

         Llegaron a la tarima y Edward vio cómo su mayordomo le indicaba a cada uno su asiento correspondiente, para que nadie se sintiera insultado. Cuando todos estuvieron sentados, tanto en la mesa alta como en las de abajo, Edward levantó su jarra para brindar por todos los invitados.

 

         Pero mientras sujetaba la copa, todo a su alrededor pareció detenerse. Incluso el tiempo se detuvo mientras contemplaba todo lo que había conseguido en la vida.

 

         La sonrisa de Isabella, llena de promesas, amor y pasión, le recordaba su apoyo incondicional desde que se eligieran el uno al otro por encima de todos los demás. Ahora estaba embarazada de su segundo hijo, un secreto que les confesaría a sus padres durante su visita.

 

         Charlie y Renee, sus padres adoptivos durante muchos años, ahora ocupaban su mesa en calidad de amigos y de aliados.

 

         Su primo Garrett, otrora su adversario y ahora comandante de sus guerreros, estaba sentado junto a su esposa, con la que llevaba casado un año. Su matrimonio con Mairi MacDenali había forjado un fuerte vínculo entre sus clanes, pero, sobre todo, le había dado a Garrett la felicidad que durante tanto tiempo había faltado en su vida.

 

         Gavin MacDenali y su esposa, Edana, eran nuevos aliados y, gracias a los esfuerzos de Isabella y de Edward por reestablecer las relaciones entre los MacDenali y los MacSwan, se iniciaría un nuevo proceso de paz y estabilidad en la zona occidental de las montañas.

 

         Pero su mirada siempre regresaba a Isabella.

 

         El amor de su vida.

 

         La mujer que le había ayudado a convertirse en el jefe del clan que deseaba ser.

 

         Todo se reducía a Isabella y a su amor por ella. Un amor que había sido amenazado por su inmadurez y su estupidez, pero que se había salvado a tiempo.

 

         De manera que en aquel momento, cuando debía darles la bienvenida a sus invitados a aquella reunión tan importante, las únicas palabras que se le ocurrían eran por y para ella. Sabiendo que había estado a punto de perderla, levantó su jarra hacia ella y le devolvió la sonrisa.

 

         —Por Isabella MacSwan —dijo. Sintió un nudo en la garganta al pensar en todas las cosas que deseaba decirle ante todos sus amigos y familiares. Pero todas esas palabras se esfumaron hasta solo quedarse con aquellas—. Por Isabella —repitió.

 

         Todos aplaudieron y ella se sonrojó mientras gritaban su nombre una y otra vez. Edward estiró el brazo y le besó la mano.

 

         —Te diré el resto más tarde —le dijo antes de levantarla y darle un beso en la boca.

 

         —Hasta entonces, milord —susurró ella antes de darles las gracias a todos los presentes.

          

          

         La comida se alargó durante horas y, aunque Charlie y Renee tenían por costumbre ser los últimos en marcharse de su salón, Edward decidió que él renunciaría a aquella costumbre en su casa aquella noche. Se despidieron de sus familias y se marcharon a sus aposentos. Se detuvieron un momento en el cuarto del bebé para ver que Tavish estuviera durmiendo y después Edward abrió la puerta de su habitación.

 

         Antes de que Isabella pudiera apartarse, Edward la abrazó y le dio un beso apasionado con el que expresaba todo su amor. Como con cada beso, ella respondió y se entregó por completo hasta quedar ambos sin aliento. Edward le rodeó la cara con las manos y la miró, dando gracias al todopoderoso porque le hubiera dado una segunda y tercera oportunidad.

 

         —¿Qué han dicho tus padres de la noticia? —le preguntó tras darle un beso en la frente—. ¿Se han sorprendido?

         Isabella se rio.

 

         —Mi madre estaba encantada y ha dicho que ya lo sabía. Mi padre… —se detuvo y volvió a reírse—. Mi padre ha gruñido.

 

         Edward sonrió. No esperaba menos de su suegro, aunque sabía que en el fondo la Bestia se alegraría.

 

         —¿Y tú te sientes bien?

 

         —Sí —respondió ella, se puso de puntillas y le dio un beso—. Esta vez es muy distinta a la primera.

 

         Edward le acarició las mejillas y le levantó la barbilla como si estuviera examinándola atentamente.

 

         —No estás nada verde.

 

         Isabella dio un paso atrás y negó con la cabeza mientras se soltaba el pelo.

 

         —Y los extraños antojos que tuve con Tavish ya han comenzado.

 

         Su cuerpo reaccionó al recordar algunos de esos antojos, y que no tenían nada que ver con la comida. No. Isabella tenía antojo de él.

 

         Cuando se desnudó y lo miró con deseo, Edward tiró de su cinturón hasta que cayó al suelo y el tartán fue detrás. Cuando se quitó la camisa y quedó al descubierto su miembro erecto, ella intensificó su mirada de deseo y se humedeció los labios con la lengua

          

          

         Edward había perdido la capacidad de pensar en ese mismo momento y no la recuperó hasta algún tiempo después, cuando yacían los dos juntos en la cama.

 

         —Así que ahora empieza el trabajo duro —murmuró Isabella entrelazando sus manos.

 

         Edward se quedó sin respiración al pensar en volver a hacerle el amor. Su miembro reaccionó admirablemente, pero las carcajadas de Isabella al presionar su delicioso trasero contra él le advirtieron que la había malinterpretado.

 

         —Me refería a las negociaciones. El trabajo duro empieza mañana ahora que ya están juntos —se giró entre sus brazos para mirarlo—. Carlisle parece apoyar tus esfuerzos. Y Emmett también.

 

         —Carlisle sabe que el trato es bueno para los MacSwan —dijo él—. ¿Has oído a Emmett llamándome «laird»?.

 

         —Sí —respondió ella—. ¿Ya no te llama «chico»? —Emmett se había tomado con calma su batalla de hacía tres años, como siempre hacía.

 

         —Creo que ahora me tiene en mayor estima.

 

         —Y en cuanto se solucione el asunto del acuerdo, todos sabrán lo brillante que eres —dijo ella antes de darle un beso.

 

         —Deberían saber lo brillante que es mi esposa, pues gran parte de esto es cosa tuya.

 

         Isabella le acarició la cara y se apoyó en un codo.

 

         —Todo es cosa mía.

 

         —¿Todo? —preguntó él, quería contradecirla, pero en ese momento, teniéndola tan cerca, le habría permitido cualquier cosa y habría accedido a lo que fuera, ya fuera verdad o exageración.

 

         —Le pedí a mi padre que cediera y que te permitiera entrar en la fortaleza —admitió—. Y te perdoné por tu estupidez.

 

         Edward asintió mientras ella deslizaba su cuerpo contra el suyo.

 

         —Y fue idea mía que intentaras aliarte con los MacDenali.

 

         Podría decir que había puesto las estrellas en el cielo y habría estado de acuerdo con ella, porque había empezado a deslizar la pierna por sus muslos, acercándose a su… Edward tragó saliva al notar que su mano seguía el mismo camino.

 

         —Pero la mejor idea que he tenido ha sido no seguir la costumbre de mis padres y esperar a que todos se marcharan esta noche —dijo con voz profunda marcada por el deseo. A él le encantaba aquella voz.

 

         Entonces rodó sobre la cama y la aprisionó debajo, se deslizó entre sus muslos y la penetró. Isabella suspiró cuando sus cuerpos se unieron, y después ninguno dijo nada durante un rato.

 

         Más tardes, agotados por la pasión que habían compartido, Edward dijo lo único que realmente importaba.

 

         —Haces que me sienta digno, mi amor.

 

         Medio dormida, ella simplemente sonrió ante sus palabras. Después se quedó profundamente dormida, él le apartó el pelo de la cara y la besó. Sabía que siempre la valoraría por hacerle sentir digno de su amor.

 

         Siempre.

 

 

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ESTOY QUE LLORO Y LLORO COMO UNA MAGDALENA, !SE TERMINO!. FINNNNNNN, ESTA AVENTURA A FINALIZADO. QUE TRISTESA TENGO

GRACIAS A TODAS POR ACOMPAÑERME, POR SUS VISITAS, COMENTARIOS Y VOTOS, ESTOY MUY AGRADECIDA Y FELIZ.


LAS INVITO A LEER LAS OTROS DOS HISTORIAS QUE HE SUBIDO.

"EL DIABLO" Y "CALAMITOSA". SOLO HAY QUE ESPERAR QUE LAS ACTIVEN.

BESITOS GUAPAS, NOS SEGUIMOS LEYENDO.

Capítulo 25: VEINTICINCO

 
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