PRISIONERA DE GUERRA (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 08/07/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 74
Visitas: 64632
Capítulos: 26

"FANFIC FINALIZADO"

En un mundo regido por luchas de poder, batallas entre clanes y tratados en los que el amor brillaba por su ausencia, ellos eran solo el jefe del clan y su rehén, pero en aquella noche llena de placer y pasión, Edward había hecho que Isabella se sintiera plena por primera vez y cuando se marchara de allí su corazón siempre estaría con él. Se acabarían las noches en las que parecían hechos el uno para el otro, todo se volvería un recuerdo... o quizá el futuro los llevase por otros caminos.

 

 

Era la prisionera de su clan…

Para recuperar el control de su clan, Edward Masen debía tomar a Isabella MacSwan como rehén y utilizarla como moneda de cambio. Pero Isabella no era una prisionera cualquiera. Era la mujer a la que en otra época había amado… y rechazado por una lesion en su pierna.
Las caricias de Edward quedarían marcadas para siempre en el recuerdo de Isabella y, sin saber que él se había visto obligado a repudiar su amor, ella nunca había olvidado al hombre que le había roto el corazón. Sin embargo, ahora, al mirar a los ojos a su captor, ya no reconocía al imponente líder. Había algo en él que la excitaba y la aterrorizaba a partes iguales…

 

 

adaptacion de "Unico Amor-Terry Brisbin"

 

MI OTRA HISTORIA; "UN AMOR DE LEYENDA"

 

 http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3909

 

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Capítulo 24: VEINTICUATRO

Se quedaron en silencio durante varios minutos. Charlie fue a servirse un buen trago de whisky y, tras ofrecerle a ella primero, se lo bebió de golpe. Después se sentó en uno de los bancos que tenían allí. Renee estaba tan furiosa con él que no podía ni siquiera mirarlo.

 

         Siempre había sido autoritario y controlador, pero aquello era peor. Aquello era… odioso. Y Renee no entendía por qué. Si Charlie se oponía al matrimonio con Edward porque era ilegítimo, que así fuera. Pero había aceptado a Edward como parte de su familia y nunca le había tratado como si fuera inferior. Aun así, en ese momento no le importaba. Estaba tan furiosa que quería…

 

         —¿Crees que me dirá en algún momento lo del embarazo? —preguntó Charlie en voz baja.

 

         De modo que lo sabía. No debería sorprenderle, pero así era. ¿Sería esa la razón por la que se había presentado en el despacho en mitad del día?

 

         —Lo dudo —contestó sin devolverle la mirada.

 

         —¿Habéis hablado sobre lo que puede hacer al respecto? —oyó entonces algo extraño en su voz. ¿Dolor? ¿Dudas?

 

         —Sí. Le he dado varias cosas en las que pensar. Puede que la visita de los Murray sea su oportunidad.

 

         —Renee —dijo él con aquel tono capaz de romperle el corazón. Ella negó con la cabeza y se dirigió hacia la puerta.

 

         —Estoy tan enfadada contigo que no puedo hablar de ello ahora. Te veré en la cena.

 

         Renee lo dejó en el despacho y fue a ver a Isabella.

 

         Lo único que le alegraba un poco era saber que ya había enviado su nota. Si no hubiera estado tan furiosa, tal vez le hubiera explicado sus razones a su marido. Pero no en ese momento… de hecho estaba tan enfadada que decidió no contárselo en absoluto.

          

          

         Charlie se quedó sentado viendo cómo Renee se marchaba. Ella tenía razón casi siempre, y aquella era una de esas veces. Había pensado en su comportamiento de cuatro años atrás y se daba cuenta de que se había equivocado.

 

         Al llegarle los primeros rumores, había tenido una larga charla con Edward sobre el futuro de Isabella, y le había dicho que cada uno seguiría un camino distinto. Principalmente porque ella se casaría para crear o fortalecer alianzas políticas, y él no estaba a la altura siendo el hijo ilegítimo de Masen, ya que no estaba en la línea de sucesión. Pero Charlie comprendía las pasiones de la juventud y creía que a Edward le habían quedado claras las barreras que debían regir su comportamiento.

 

         Pero después le habían llegado rumores más específicos; al parecer Edward iba fanfarroneando con sus amigos sobre lo que había entre Isabella y él. Estaba desafiando las barreras, de modo que Charlie volvió a hablar con él sobre el honor, la lealtad y la obediencia. Incluso había hablado con Isabella sobre esos mismos asuntos, pero sabía que ella se sentía atraída por el joven. Como padre y como hombre, Charlie había reconocido en la mirada de su hija el brillo del primer amor, y se había asustado.

 

         De modo que, cuando Edward fue a pedirle permiso sobre un posible compromiso, Charlie explotó con un desafío insultante para ver si se enfrentaba a él y defendía lo que deseaba y a quien deseaba

.

         En vez de eso, Edward hizo todo lo que le pedía para intentar evitar que declarase la guerra a su clan y para salvarse de la humillación de ser el causante. Cuando Charlie le dijo que actuara como si estuviese rechazando a Isabella, el chico le hizo caso.

 

         Peor aún, el terrible error fue en aumento y no hubo manera de pararlo. Provocó una brecha en la relación que Charlie había mantenido durante años con Angus.

 

         Ahora, cuatro años más tarde, había aún más repercusiones derivadas de aquella decisión estúpida.

 

         Edward seguía sin creerse merecedor por culpa de su actitud. Charlie solo podía rezar para que el joven se diese cuenta de la verdad antes de que fuera demasiado tarde.

          

          

         —Y, ¿qué crees exactamente que va a ocurrir? —le preguntó Jasper mientras subían hacia sus aposentos.

 

         —No pienso repetir los errores del pasado, Jasper —respondió Edward—. He vivido como si las palabras que Charlie me dirigió fueran ciertas. Pero no pienso seguir haciéndolo.

 

         —Entonces —dijo Jasper mientras entraban en la habitación, que para Edward estaba repleta de recuerdos—, ¿crees que los MacSwan te permitirán irte con Isabella? ¿Crees que ella te dirigirá la palabra después de lo que le dijiste y de lo que le hiciste?

 

         Desolado tras dos meses sin ella, Edward sabía que había sido un tonto. Y la había merecido tan poco como le había acusado su padre. Había dejado que Charlie le espantara cuatro años atrás y había hecho además el trabajo sucio del jefe del clan, pero ya no más.

 

         Los últimos dos meses habían sido un infierno.

 

         Muchas veces regresaba a esa habitación ansioso por compartir algo con ella, por pedirle opinión o por discutir algún plan, pero entonces se daba cuenta de que ya no estaba. La había repudiado a pesar del amor que ella le había entregado.

 

         Por culpa de sus miedos.

 

         ¿Qué tipo de jefe del clan podría ser si vivía gobernado por el miedo?

 

         —Edward —dijo Jasper agarrándole del brazo para que dejase de recoger sus cosas—, los mayores tampoco están a favor de esto.

 

         —Me importa muy poco si están a favor o en contra. Si yo soy el jefe del clan, yo decido. Si no me quieren como jefe del clan, siempre les quedará Garrett —se detuvo al ver la cara de horror de su amigo

 

—. Te lo preguntaré de nuevo. ¿Vas a venir conmigo?

 

         —¿Y hacer qué? —Jasper se cruzó de brazos y lo miró con rabia.

 

         —¿Recoger los pedazos de tu cuerpo y traerlos de vuelta para el entierro? —sugirió. Aunque hablaba en broma, era una posibilidad de lo que podría ocurrirle a manos de los MacSwan

 

—. Ser mi guardaespaldas.

 

         —Si fuera tu guardaespaldas, te convencería de que esto es una locura. Deja que pase algo de tiempo antes de acercarte a ellos. Envíales algún mensaje para que se muestren propensos a hablar. Utiliza un intermediario.

 

         Edward le mostró entonces el pergamino y dejó que lo leyera. Las palabras eran parecidas a las del año anterior, pero en esa ocasión sí había recibido la misiva.

 

         Mi marido está buscando un candidato apropiado para pedir la mano de Isabella en matrimonio.

 

         —No hay tiempo —dijo Edward—. Me marcharé al alba.

 

         Jasper miró a Edward tras releer el mensaje y suspiró.

 

         —Sabes que enviará primero a Emmett a pelear contigo. ¿Puedes vencerlo en una batalla?

 

         ¿Podía vencer al campeón de los MacSwan? ¿El hombre más grande y fuerte que había conocido jamás? ¿Podía?

          

 

          

         La respuesta, como descubrió una semana más tarde, era no.

         Emmett seguía siendo tan imbatible como siempre. Cuando Edward se levantó del suelo por cuarta vez, se recordó a sí mismo por qué estaba haciendo aquello.

 

         Por ella. Por Isabella.

 

         Aun así, no la había visto ni oído. Nada más atravesar las puertas de Lairig Dubh, Emmett había arremetido contra él. Habían apartado a Jasper a un lado y ahora la batalla continuaba en el patio. Era difícil saber quién estaba observándolos, pues tenía un ojo cerrado de la hinchazón. También resultaba difícil respirar con las cotillas que Emmett le había roto con el primer puñetazo. La sangre resbalaba por su pierna debido a una herida que tenía en ella, y hacía que el suelo a sus pies resultara resbaladizo.

 

         Había empezado completamente armado con su espada, su escudo y su daga. Pero ahora solo le quedaba la espalda. Cuando los que estaban en el patio dejaron de animar a Emmett y de burlarse de él, Edward supo que Charlie había llegado.

 

         —¿Qué estás haciendo aquí, Masen? —preguntó Charlie. Edward se giró hacia la voz con la esperanza de ver a Charlie, pero sin estar seguro porque no podía ver bien.

 

         —He venido a por Isabella —respondió, preguntándose si ella estaría presenciando aquello y animando a Emmett.

 

         —No la mereces. Vete a casa y no vuelvas por aquí.

 

         —Creo que sí la merezco, MacSwan. No me marcharé sin ella.

        

Todos quedaron en silencio, solo se oían los sonidos de su respiración entrecortada. Había desafiado al jefe del clan, cosa que pocos hombres habían hecho y menos aún habían sobrevivido para contarlo. Pensándolo bien, el único hombre que supiera que lo había hecho había sido quien le había recibido: Emmett.

 

         —Entonces demuéstrame tu valía, Masen.

 

         El desafío estaba lanzado. Edward tendría que derrotar al padre de Isabella para demostrar su valía ante todos los MacSwan. Pero ni siquiera eso garantizaba que Isabella lo aceptase. Aquel sería el siguiente paso en la que sería sin duda la experiencia más dolorosa de su vida. Pero merecía la pena, pensó mientras tomaba aliento.

 

         Ese fue el último pensamiento coherente que tuvo antes de cargar contra Charlie. Se entregó por completo, sin retroceder, sin parar, siempre avanzando. Agitó la espada hasta sentir el dolor en los brazos y no poder casi respirar. El ruido le abrumaba, era tan fuerte que sonaba como un ejército en una batalla. O tal vez fuera porque Charlie le había golpeado en la cabeza con el mango de su espada y ahora le pitaban los oídos.

 

         Sabía por los gruñidos que había golpeado a Charlie varias veces, aunque el jefe del clan no perdía la fuerza ni intentaba evitarlo. Él solo pensaba en Isabella cada vez que luchaba por resistir.

 

         Entonces logró agarrar la espada de Charlie con la suya y lanzarla a un lado. La multitud gritó de nuevo, pero él no perdió tiempo escuchándolos. Fue tras Charlie, se lanzó contra él y lo tiró al suelo cuando este intentó recuperar su espada. Aunque estaba seguro de que se le había desencajado el hombro por la fuerza con la que había aterrizado sobre Charlie, se dio la vuelta y lo aprisionó contra el suelo. Después colocó la espada en su cuello y le exigió que se rindiera.

 

         En vez de hacer caso a sus palabras, Edward oyó que desenfundaban espadas a su alrededor. Los guerreros MacSwan lo tenían rodeado apuntándole con sus armas; matar a su laird no estaría permitido, hubiera ganado o no. De modo que levantó la mano y dejó caer la espalda. Charlie se puso en pie y se acercó a él, sin duda para darle el golpe mortal.

 

         —Dile que quiero hablar con ella —le dijo Edward.

 

—¿y si ella no quiere escucharte? —

 

—dile que lo intente—

 

         —Díselo tú mismo —contestó Charlie mirando por encima de su hombro hacia la fortaleza. Edward se obligó a darse la vuelta pese al dolor que sentía por todo el cuerpo.

 

         Parecía un ángel, con la melena al viento mientras avanzaba hacia él. Abrió la boca y entonces Edward se dio cuenta de que no era un ángel; era la legendaria beanshithe, el hada cuyos gritos predecían la muerte. Los hombres se apartaban de su camino por miedo a que les gritara.

 

         Para cuando la criatura llegó hasta él, le pareció que era Isabella, pero su ojo abierto se le llenó de sangre procedente de un corte que tenía en la cabeza. Intentó alcanzarla, pero el brazo no le obedecía. Se colocó frente a él, y Edward se sintió agradecido de que lo último que fuese a ver en su vida fuese su cara.

 

         Entonces el suelo le arrastró hacia abajo.

 

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¡QUE ROMANTICO!!!!!!!! JAJAJA ESTA CASI MUERTO JAJAJA PERO LUCHO POR ELLA, POBRECITO, ¿QUE HARA ISABELLA?, LO RECHAZARA?, LO PERDONARA? DIOSSSSSSSS! QUE EMOCION,.

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA, YA ESTA APUNTO DE TERMINAR :(

BESITOS GUAPAS

Capítulo 23: VEINTITRES Capítulo 25: VEINTICINCO

 
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