Por la Corona (+18)

Autor: karolay28
Género: Drama
Fecha Creación: 27/10/2013
Fecha Actualización: 25/02/2014
Finalizado: NO
Votos: 23
Comentarios: 79
Visitas: 22434
Capítulos: 10

""Para conseguir la corona del reino, tiene que a ver solo un rey de  tres príncipes, pero hay reglas, tienen que tener una esposa, tiene que ser virgen cuando se case y tener un hijo varón para que pueda acceder a la corona, Edward uno de los príncipes es egoísta y calculador, y hará todo lo que tenga que hacer, para tener lo que quiere, ¿podrá lograrlo?.""

 

 

 


Historia Mía: "Pequeña Vulturi" (Terminada)

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3972

 

Prohibido el plagio :)

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LOS PERSONAJES DE ESTA

 HISTORIA PERTENECEN A S.

M. bueno la mayoría ;)

 

 

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Capítulo 4: Cosas que pasan

LOS PERSONAJES DE ESTA HISTORIA PERTENECEN A S.M.

Beteado por VHICA (groups/betasffaddiction/)


COSAS QUE PASAN

Bella PVO

Ya habían pasado varios días del incidente con el señor Newton, cada día era peor, una semana sin trabajo y casi sin dinero, lo poco que tenía lo hacía rendir para medio comer. Seguía sin un empleo, si antes fue difícil conseguir uno, ahora era peor. Después de que salí de la biblioteca y él se quedó con ese hombre, el señor Newton había desaparecido, nadie lo había visto. La última persona que lo vio, según las autoridades era yo. Nadie me creyó que había salido del trabajo y él se había quedado conversando con ese hombre, no llegó a su casa ni lo vieron salir del lugar, por lo tanto dudaban de mí y decían que yo le había hecho algo, pero no lo podían probar. Al ser menor de edad y no tener un adulto conmigo, me tuvieron incomunicada. A nadie le conté que él había querido abusar de mí y como estaba tan nerviosa y solo quería escapar, no pude ver bien al hombre y tampoco podía dar una descripción del sujeto o el auto que llevaba. Hasta que sucedió algo que nadie esperaba... A mi mente llegó el recuerdo de ese día:

Flashback

Al escuchar que tocaban la puerta e intentaban abrirla, me quedé paralizada. Pensé que era él, el señor Newton que venía por mí y ahora no habría quien me salvara. Se escuchó un fuerte golpe en la puerta de la entrada y que alguien ingresaba a la casa, yo estaba en la cocina. De pronto la puerta se abrió y vi a varios policías apuntándome con sus armas, uno de ellos se acercó a mí y puso mis manos en mi espalda y me esposó; yo no entendía nada, ¿por qué hacían esto?, después de que intentó abusar de mí, ahora de que me acusaba, sabía que esto era obra de él, me había advertido que me iba a arrepentir, pero yo no le había dicho nada a nadie. Me llevaron detenida como una delincuente a la estación de policía, ni siquiera me leyeron mis derechos, pero no había nadie que reclamara o que me defendiera de la forma en que me estaban arrestando, ni siquiera me trataron con cuidado, me dolía la cabeza ya que al meterme a la patrulla, me aventaron y mi cabeza golpeó con el vidrio de la puerta, me quedé mareada, pero a ellos no les importó. Yo era la hija de un delincuente y me trataban como una criminal.

Me llevaron a una sala de interrogación y me hicieron muchas preguntas; yo les dije todo lo que había pasado omitiendo el intento de abuso por parte del señor Newton, me tuvieron ahí por muchas horas haciéndome las mismas preguntas para confundirme y que cayera en contradicciones, pero yo no les podía decir otra cosa que lo que había pasado. Ya era muy tarde y ni siquiera había probado bocado, pero no me importaba, solo quería salir de ahí. No sé cuánto tiempo más pasó, pero de pronto la puerta se abrió y entró un hombre muy elegante.

—Señorita Swan, soy su abogado. Me llamo Randall Trangadi. —dijo el señor hablando con un acento raro, qué no supe identificar—. He puesto una queja, ya que por la forma en que fue detenida, hace nulo dicho proceso, aunque las investigaciones seguirán, no podrán detenerla ni interrogarla nuevamente.

Me quedé en shock, no sabía qué decir, el abogado se veía que no era uno de oficio, debía cobrar mucho dinero por hacer su trabajo y yo no lo tenía. —Debe haber un error, yo no solicité un abogado y no tengo recursos para pagarle. —comenté para que no hubiera algún mal entendido y luego tuviera que volver a la comisaría por deberle dinero al señor Tagrandi.

—No hay ningún error señorita Swan y tampoco se preocupe por eso, mis honorarios ya fueron pagados. —contestó, dejándome aún más confundida. ¿Quién podría haber contratado y pagado sus servicios? Yo no tenía a nadie más que a mi madre, a la cual ni le importaba. Salimos de ahí y se ofreció a llevarme a mi casa, pero yo me negué, ya había hecho suficiente por mí. Me entregó una tarjeta con sus datos y me dijo que si necesitaba cualquier cosa o volvían a molestarme, le llamara inmediatamente.

—No sé cómo pagarles lo que han hecho por mí, a usted y la persona que lo contrató, solo puedo darles las gracias. —hablé en un tono bajo, con la mirada en el suelo, avergonzada por mi situación, por un momento pude ver un destello de ¿culpabilidad? en su mirada pero deseché esa idea—. Sólo quiero decirle que de verdad yo no hice nada, no soy culpable del delito que me acusan. —las lágrimas escapaban de mis ojos sin poder contenerlas, hacía mucho tiempo que nadie hacía algo por mí.

—No tiene nada qué agradecer, yo solo cumplo con mi trabajo. —No dijo nada más, se despidió y se marchó del lugar.

Fin del flashback

Me encontraba sentada en un tronco de un árbol del parque alejada de las personas que paseaban con sus familias, los padres jugaban con sus hijos, sentí melancolía, extrañaba a mi papá; en un tiempo mi vida fue así, en ese mismo lugar mi padre se daba tiempo para llevarme a jugar, yo era una niña feliz, desde pequeña me acostumbré a la ausencia de mi madre, solo éramos él y yo; ahora solo era yo. No sabía cómo es que aún quedaban lágrimas en mis ojos, pero no podía evitarlas; me terminé de comer las galletas saladas que me compré con las últimas monedas que me sobraban, para bajármelas tomé agua de un bebedero que había en el parque, no tenía para más.

No tenía esperanza de conseguir un nuevo empleo así que me estaba plateando la manera de conseguir comida, mis opciones no eran muchas: Una era pedir limosna, pero no creía que alguien me regalara algo; otra sería robar pero esa opción tampoco la iba a tomar y por último y la más factible sería buscar en la basura y también reciclaría algo que pudiera vender para conseguir algo de dinero. Con esa idea en mi cabeza me dirigí a la zona del centro de la ciudad, esos lugares tiraban la comida que los clientes dejaban. Al llegar entré en un callejón, vi que no era la única que necesitaba buscar algo de comer, me encontré con unos chicos todos sucios, al principio sentí recelo de acercarme a ellos, pero no se veían agresivos; de hecho pude observar como compartían lo que encontraban, también había varías muchachas, lo más grandes ayudaban a los pequeños que no alcanzaban los contenedores.

Una de las chicas volteó a verme y se acercó a mí, tenía en la manos un pedazo de hamburguesa medía deshecha y me la ofreció. —¿Quieres un poco? —Por un momento no supe qué hacer, pero tenía hambre, llevaba varios días casi sin comer; así que estiré mi mano, la tomé y comencé a comerla, me supo riquísima. Escuché que volvió a hablar—. No llores, se ve que no estás acostumbrada a esto, así llegamos todos, pero la necesidad nos obliga. Hola, me llamo Bree —dijo con una sonrisa cálida, a la cual respondí de la misma forma. Por primera vez en muchos días me sentí acogida.

—Gracias. Yo soy Bella. —respondí llorando y riendo a la vez. Me llevó a donde se encontraban los demás chicos y me presentó con ellos. Solo recuerdo el nombre de algunos Kevin, Fred, Xavier, Kristie, Jen y Casey, ella era una pequeña niña como de unos seis años, con la cual me encariñé de inmediato y al parecer ella también, ya que se pegó a mí y no me soltaba para nada.

Después de comer, entre todos juntamos cartón, papel, botellas y latas de aluminio, y las llevamos a vender. Kevin era el líder del grupo, él repartió el dinero entre todos, era poco pero me sentí feliz de haberme ganado unas monedas; cuando me di cuenta ya se había hecho de noche y mi casa quedaba muy lejos, aunque tenía algo de dinero que me había tocado, no quería gastarlo, no sabía cuándo podría conseguir más. Estaba en un dilema, ¿ahora que iba a hacer? Bree vio mi confusión y me preguntó el motivo:

—¿Qué pasa Bella? ¿Te molesta algo? —Me debatí entre decirle lo que pensaba o no, yo tenía una casa y si sabían donde vivía, tal vez me rechazarían, después de todo era la zona exclusiva donde estaban las residencias de los ricos, yo vivía en una de esas enormes mansiones y no tenía dinero ni para comer, era absurdo.

—No, solo que ya es tarde y mi casa queda demasiado lejos, no sé cómo voy a poder irme, además de que ya no hay transporte. —Confesé con temor.

—¿Por qué no te quedas con nosotros? vivimos bajo aquel puente. —señaló hacía el lugar. Yo había pasado muchas veces por ahí y jamás había reparado en ellos. Tal vez porque pasaba en el auto que tenía o después cuando caminaba por horas pensando en mis problemas, no me fijaba en ellos. Pero ahí estaba, un pequeño cuarto bajo el puente vehicular hecho con cartones y algunas maderas. Bree jamás me preguntó dónde vivía, nuevamente una desconocida, sin prejuicios me ofrecía la mano; en unas horas había obtenido más ayuda y apoyo de ellos que no tienen nada, que de personas que se suponían eran mis amigos de toda la vida. Mis lágrimas escaparon nuevamente de mis ojos, no pude pronunciar palabra, me limité a asentir con la cabeza.

Cuando me calmé un poco, hablé: —Gracias, no sé qué hubiera hecho sin tu ayuda.

El lugar era pequeño y sucio, pero no me importó; estaba dividido en dos partes donde dormían las chicas de un lado y los chicos del otro, Casey se acurrucó a mi lado. Con el peso de las emociones del día y el cansancio, me dormí al instante, no recordaba hace cuanto tiempo no dormía tan bien a pesar de estar sobre cartones y tapada con pedazos de trapos, me sentí acogida, como si durmiera en los brazos de mi padre. Me sentía en casa.

Al siguiente día volvimos a buscar comida, ahora en otro lugar. Me sentía tan a gusto con ellos, decidí contarle mi historia a Bree, ella me escuchó sin interrumpirme a ratos se quedaba sorprendida de todo lo que le platicaba, le parecía increíble que teniendo una enorme casa haya aceptado dormir con ellos. Pero a medida que le continuaba mi relato, entendió mi desesperación. Me invitó a quedarme a vivir con ellos y yo acepté, le pedí que me acompañara a mi casa, solo había algo que quería recuperar, lo único de valor que quedaba para mí en ese lugar al que ya no consideraba mi hogar: el cuadro de mi padre.

PVO Edward

—¡¿Cómo que desapareció?! —Gritó por el teléfono— Son unos ineptos, les dije que no la perdieran de vista. —Estaba en la suite del Four Seasons Hotel Seattle. Caminaba furioso por la habitación, aventando todo lo que encontraba a su paso, quería aparecer en el lugar y despedir a todos por ser tan inútiles.

El señor Kendrick, jefe de la guardia que dejó al cuidado de Isabella, trataba de explicarle, aunque sabía que con él no había excusas pero tampoco podía esconderle ese dato tan relevante. Si algo le pasaba a la chica podía irse despidiendo de su empleo junto con todos sus subalternos, además del deshonor que implicaría haber fallado nada más y nada menos que al uno de los príncipes de Inglaterra, su carrera estaría acabada. —Señor, usted dijo que la siguiéramos sin intervenir. En el informe que le acabo de enviar, están todos los sitios que ella ha recorrido durante este tiempo, hasta ayer que entró en una callejuela estrecha donde llegar a surtir los proveedores de los restaurantes que ahí se encuentran y también están los basureros de los mismos; se mezcló con algunos de los chicos que había en ese lugar, pero ya no la vimos salir. Después de unas horas entramos a buscarla pero ya no hayamos; ahí se reúnen varios grupos de chicos sin hogar a buscar entre los residuos algo de comer. Creemos que se fue con alguno, pero como ellos conocen todos los pasadizos del lugar, seguramente tomaron algún atajo. —se excusó el guardia.

—¡No puedo creer que teniendo los mejores escoltas del mundo, una chiquilla insignificante haya desaparecido en sus narices. —Replicó Edward enojado— No quiero más excusas, encuéntrenla y si es necesario, llévenla a su casa y reténganla allí; hablaré con Tagrandi para que le provea todo lo que necesite y no tenga que salir. —sin decir nada más, colgó.

Habían pasado varios días desde que la vio en la biblioteca, hubiera querido llevársela en ese momento, pero para poder sacarla del país tenía que realizar algunos trámites.

Sabía que Newton la acosaba, así que fue a buscarlo para amenazarlo, tenía información comprometedora; también lo había investigado y descubrió muchas cosas que le favorecían para lograr su propósito. Sabía que lo tenía de las pelotas. Al entrar al lugar observó que no había nadie a la vista, en ese preciso instante escuchó un grito, sabía que era de Isabella. Se dirigió al lugar de donde provino el grito pero vio que venía saliendo el despreciable sujeto, con cara de disgusto.

Al ver su aspecto y excitación, provocó en él una rabia infinita, más cuando vio salir del mismo sitio a Isabella con el rostro pálido, sus ropas desarregladas y prácticamente huyendo del lugar a toda prisa. Volteó hacia Newton y todo se descontroló, lo tomó de las solapas y golpeó su rostro, descargó toda la ira que había reprimido hasta ese instante…

Edward había viajado a Seattle a buscar a Renée, que era una pieza clave para poder realizar sus planes. Por fin había dado con ella, le había enviado una nota invitándola a cenar, junto con un aderezo de diamantes, acompañado de un hermoso arreglo orquídeas y una tarjeta con el nombre de E. A. C. Masen, sabía que ese sería el mejor anzuelo para tentar su ambición. La citó en el mejor restaurante del hotel.

Por supuesto ella aceptó inmediatamente, si la persona que la invitó podía darse el lujo de hacerle un regalo tan costoso e invitarla al lugar más exclusivo de la ciudad, era porque estaba forrado de billetes y ella haría lo que fuera por conseguir sacarle una buena tajada. Él había solicitado el mejor reservado del lugar. Pidió que en cuanto llegara la dama que estaba esperando le enviaran una botella de Château Lafite Rothschild. La reserva estaba hecha a las nueve de la noche, él llegaría media hora más tarde, para darle tiempo a la mujer de degustar el exquisito vino que había elegido para la ocasión, sabía que a ella le gustaba disfrutar de las mejores cosas que le dinero pueda comprar.

A las nueve en punto sonó su teléfono. —Señor, la dama acaba de llegar. —Y colgó. Mientras tanto llamó a Tagrandi. Aún estaba molesto por la ineptitud de los escoltas que eligió para cuidar a Isabella.

—Buenas noches, señor. —Contestó al primer timbrazo—. Estoy informado de la situación de la señorita Swan, tengo a todos mis hombres buscándola, le informaré de inmediato en cuanto aparezca. — Expresó al instante.

—Más les vale que sea pronto, ya saben que yo no acepto ninguna excusa. —Dijo Edward— Quiero que te hagas cargo de todo lo que necesite, en unos días estaré por allá, en cuanto termine de arreglar algunos asuntos aquí en Seattle, no olvides que no deben darse a notar, no debemos dejar rastro de nuestra visita al lugar.

Vio la hora en su Rolex, faltaban cinco minutos para la media, se dirigió a los elevadores y se preparó para concretar en mejor trato de su vida, el que lo llevaría a hacer su sueño realidad: ser el rey de Inglaterra. Al llegar al restaurante el maître lo llevó hasta el reservado donde lo esperaba la señora Swan.

Entró y saludó —Buenas noches, señora Swan…


Holaa, otro cap, Vhica en serio, no se publica sin tí,lo has escrito y todo, gracias =D, gracias a las chicas que comentan, a las que han puesto en favorito. me alegran ver sus opiniones, espero también me dejen un review, gracias a todas, besos :*

Gracias xD por comentar linda, espero comentes =D

Tambien a X_TGB gracias por comentar, espero lo sigas haciendo =D

Capítulo 3: ¿Por qué mi vida no es fácil? Capítulo 5: Lo injusto de la vida

 
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