La Lista del Odio (+18)

Autor: NalaMatter
Género: Drama
Fecha Creación: 31/03/2013
Fecha Actualización: 22/09/2013
Finalizado: NO
Votos: 16
Comentarios: 18
Visitas: 12053
Capítulos: 11

Hace cinco meses, el novio de Isabella Swan, Edward, abrió fuego en la cafetería escolar. Al lanzarse para detenerlo, Isabella inadvertidamente salvó la vida de una compañera de clases, pero se vio implicada en el tiroteo por la lista que ella ayudo a crear. Una lista de las personas y cosas que ella y Edward odiaban. La lista que él usó para elegir a sus objetivos.

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Capítulo 5: Ella podría lanzarte un hechizo, Leah

 DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia es de Jennifer Brown.

Capítulo 4

                              2 DE MAYO, 2008.

                                    7:10 A.M.

“Ella podría lanzarte un hechizo, Leah…”

La mayoría de los días encontraba totalmente irónico que mamá llevara a Jake a la escuela porque él odiaba el viaje en autobús, mientras yo viajaba en autobús porque odiaba el atormentante paseo en carro con mamá. Pero algunos días yo deseaba haber seguido adelante y enfrentarme a las críticas matutinas de mamá porque el autobús era una mierda.

Por lo general yo podía avanzar lentamente hacia un asiento en algún sitio del medio y hundirme en forma de C, con mis rodillas apoyadas en el asiento enfrente de mí, escuchando con mi MP3 y desapareciendo por completo.

Pero últimamente Leah Clearwater había sido una verdadera molestia. No es que esto fuera una novedad, ya que no podía soportar a Leah de todos modos. Nunca podría.

Leah era una de esas chicas que son populares porque todo el mundo tiene miedo de no ser su amigo. Ella era grande y voluminosa, su barriga destacaba beligerantemente en la parte delantera de ella y unos muslos que eran  enormes, podrían partir un cráneo. Lo cual era extraño porque ella era la capitana del equipo de softbol. Yo nunca pude entender eso. Simplemente no podía imaginarme a Leah Clearwater corriendo más que otro para llegar a primera base. Pero supongo que ella debe haberlo hecho al menos una o dos veces. O quizás el entrenador tenía demasiado miedo como para dejarla fuera. ¿Quién sabe?

He conocido a Leah al menos desde el preescolar y nunca, ni una sola vez, pensé que ella podría agradarme. Y viceversa. Cada reunión nocturna de regreso a clases, mamá tenía que llamar al profesor aparte e informarle que Leah y yo nunca deberíamos sentarnos juntas en la misma mesa de grupo. “Todos tenemos a esa persona”. Mamá le decía con una sonrisa apenada al profesor. Leah Clearwater era esa persona.

En la escuela primaria Leah me llamó el castor Bucky. En sexto grado ella  comenzó el rumor de que yo tenía puesta una tanga que, en la escuela secundaria, era un gran asunto. Y en la preparatoria decidió que no le gustaba mi maquillaje ni mi ropa entonces comenzó a apodarme Hermana Muerte, lo que todo el mundo pensaba que era chistoso.

Ella se montaba dos estaciones después de mí, lo cual podría trabajar a mi favor la mayoría de los días porque tenía de hacerme invisible antes de que ella entrara al autobús. No es que yo le tuviera miedo a ella ni nada de eso. Sólo que me ponía enferma tener que lidiar con ella.

Me hundí en mi asiento, deslizándome hacia abajo donde mi cabeza apenas echaba una ojeada por encima del respaldo y tapé con mis audífonos mis oídos, subiendo el volumen de mi reproductor MP3 con mi pulgar. Miré detenidamente hacia fuera por la ventana, pensando que se sentiría bien sostener la mano de Edward hoy. Apenas podía esperar a llegar a la escuela para verlo. No podía esperar para oler la goma de canela en su aliento y hundir mi cabeza en la curva de su brazo durante el almuerzo, sentada protegida por él, quedando todo el resto del mundo excluido. Leah Clearwater, James, mamá y papá y sus discusiones que siempre, siempre, siempre se convertían en una competencia de gritos y terminaba con papá arrastrándose fuera de la casa perdiéndose en la oscuridad y mamá sollozando patéticamente en su habitación.

El autobús se deslizó haciendo una y otra parada. Mantuve mis ojos pegados a la ventana, mirando un terrier enterrando su nariz en una bolsa de basura. Me pregunté cómo podía respirar y empecé a pensar en las cosas que él podría encontrar allí que lo podían emocionar tanto.

El autobús avanzó de nuevo y yo subí el volumen de mi MP3 ya que el ruido incrementaba exponencialmente con el número de niños que entraban. Apoyé mi cabeza atrás contra el asiento y cerré los ojos.

Sentí un golpe contra mi brazo, me imaginé que fue una persona que había pasado caminando y lo ignoré. Luego sentí un más fuerte y alguien uso el cable para arrebatarme el audífono de mi oído derecho. Éste pendió por la colisión en el aire, música metálica saliendo de él. 

- ¿Qué demonios? – dije, sacando el audífono de mi oído izquierdo y enrollando el cable alrededor del MP3. Miré a mi derecha y allí estaba la cara de Leah Clearwater sonriendo abiertamente del otro lado del pasillo. – Lárgate, Leah.

Su fea amiga Ellen – igualmente amazona, cabello rojo, con cara de hombre, receptora del equipo de softbol de la preparatoria Forks – rió, pero Leah sólo me miraba con falsa inocencia parpadeando sus ojos.

- No sé de que hablas Hermana Muerte. Quizás estás teniendo una  alucinación. Quizás tienes algún mal o algo asi. Quizás el diablo te lo hizo.

Rodé mis ojos. 

- Como sea. – Coloqué mis audífonos de nuevo en mis oídos y me recosté de nuevo en mi forma de C, cerrando mis ojos. No iba darle la satisfacción de pelear de nuevo con ella.

Justo en lo que el autobús entro en el estacionamiento de Forks. Sentí otro empujón contra mi hombro, sólo que esta vez hubo un tirón poderoso sobre el cable de mis audífonos y fueron rasgados de mis oídos con tanta fuerza que el reproductor MP3 entero voló de mi mano y pasó rozando a través del piso del autobús, colocándose bajo el asiento delante del mío. Lo recogí. La luz verde sobre uno de los lados había parpadeado y la pantalla estaba en blanco. Deslicé el interruptor para apagarlo y luego otra vez, pero… nada. Estaba muerto.

- ¡Dios! ¿Cuál es tu problema? – pregunté, mi voz logrando elevarse.

De nuevo, Ellen se reía disimuladamente con su cara de hombre, también lo hacían un par de compañeros sentados detrás de ella. Y de nuevo, Leah me daba esa falsa mirada con los ojos muy abiertos.

El autobús abrió sus puertas y todos nosotros nos levantamos. Esto es alguna clase de instinto de los chicos, pensé. Tú podías estar en el medio de algo pero si el autobús abría sus puertas, tú te levantabas. Ésta era una de las constantes de la vida. Tú naces, tú mueres, tú te levantas cuando el autobús abre sus puertas.

Leah y yo nos levantamos, a sólo centímetro la una de la otra. Podía oler el sirope de panqueques en ella. Ella se burló de mí, dándome una mirada lenta de arriba –hacia abajo.

- ¿Apurada para ir a un funeral? ¿Quizás vas a plantar a Edward por un agradable frío cadáver? Oh, espera. Edward es un cadáver.

Sostuve el contacto visual con ella, rehusando a echarme para atrás. Después de todos estos años ella aún no se cansaba de las mismas viejas estúpidas bromas. Todavía no las superaba. Mamá me dijo una vez que si yo continuaba ignorando a Leah, eventualmente podría llegar a volverse aburrido para ella. Pero en días como hoy, ignorarla a ella era más fácil decirlo que hacerlo. Yo dejaba pasar estas cosas de rivalidad, pero de ninguna manera, iba a dejar que ella se fuera como si nada después de haber roto mi aparato.

La empujé hacia adelante dentro del pasillo que ya había comenzado a moverse.

- Cualquiera que sea tu problema… - dije. Levanté mi MP3 – Tú vas a pagar por esto.

- Oooh,  me están temblando las piernas – dijo ella.

Alguien más agregó:

- Ella podría lanzarte un hechizo, Leah. – Y todos se rieron.

Descendí por el pasillo y bajé del autobús sobre la acera, y troté a las gradas donde Alice, Jasper y Seth estaban pasando el rato como siempre.

Subí para reunirme con ellos, sin aliento y furiosa.

- Hey – dijo Alice -¿Qué pasa? Luces molesta.

- Si – dije – Mira lo que la perra de Leah Clearwater le hizo a mi reproductor MP3.

- Oh, hombre – dijo Seth, tomándolo de mi mano. Él presionó unos pocos botones, tratando de prenderlo y apagarlo unas pocas veces. – Podrías conseguir arreglarlo o algo.

- Yo no quiero arreglarlo – dije – quiero matarla. Dios, yo podría desgarrar su estúpida cabeza. Ella se arrepentirá de esto. Con seguridad voy a devolvérsela por esto.

- Sólo olvídate de ella – dijo Alice – Ella es tal cual una vaca. Realmente a nadie le agrada.

Un Camaro negro rugió en el estacionamiento y le dio la vuelta al campo de fútbol. Reconocí el carro como el de James y mi corazón se aceleró. Por un segundo me olvide de mi MP3.

La puerta lateral del pasajero se abrió y Edward dio un paso afuera. Él tenía la pesada chaqueta negra que él había estado vistiendo últimamente y tenía cerrada su cremallera hasta la barbilla contra el agradable viento.

Salté hasta la cima de la grada y le grité.

- ¡Edward! – lo llamé, agitando los brazos.

Él captó mi movimiento, inclinó su barbilla hacia arriba ligeramente, y cambió su curso en mi dirección. Edward se movió despacio, metódicamente hacia mí. Salté hacia bajo la grada y fui a través del césped hacia él.

- ¡Hola bebé! – dije alcanzándolo y envolviéndome a mi misma alrededor de él. Edward medio me esquivó, pero se inclino hacia abajo y me besó, luego me giró y lanzó su brazo rodeándome los hombros tal como lo hacía siempre. Se sintió tan bien volver a estar bajo su brazo.

- Hey – dijo - ¿Qué están haciendo, perdedores? – Él usó su mano libre para hacer algún tipo de apretón de manos con Jasper y luego le pegó a Seth en el hombro.

- ¿Dónde has estado? – preguntó Seth.

Edward sonrió con satisfacción y me extrañó lo peculiar que se veía. Vibrante, casi zumbando o algo.

- He estado ocupado. – Fue la única respuesta de Edward. Sus ojos se recorrieron el frente de la escuela. – He estado ocupado. – repitió él, pero lo dijo tan silenciosamente que estoy bastante segura que yo fui la única que lo escuchó. No fue como si realmente estuviese hablando con uno de nosotros. Yo podría haber jurado que él le estaba hablando a toda la escuela en sí misma. El edificio, la actividad de hormigas en su interior.

El Sr. Banner arrastró sus pies detrás de nosotros y entonces usó su “voz de director”  la que nosotros nos gustaba imitar en las fiestas. No, estudiantes de Forks, la cerveza es mala para sus cerebros en crecimiento. Estudiantes de Forks, ustedes deben  comer un desayuno saludable antes de venir a la escuela. Y recuerden estudiantes de Forks, díganle No a las drogas.

- Muy bien estudiantes de Forks – dijo él. Alice y yo nos dimos un codazo la una a la otra y nos reímos disimuladamente. No nos demoremos esta mañana. Tiempo de ir a clases.

Jasper le dio un ligero roce a Banner a modo de saludo y comenzó a marchar hacia la escuela. Alice y Seth lo siguieron, riendo. Comencé, también pero paré bajo el brazo de Edward, que todavía me sostenía en el mismo lugar de la acera. Alcé la vista hacia él. Edward todavía miraba fijamente la escuela, una sonrisa jugueteaba en las esquinas de su boca. 

- Mejor vamos antes que Banner rompa algo – dije tirando el brazo de Edward - ¡Hey! Estaba pensando. ¿Quieres que nos saltemos el almuerzo y consigamos algo de Casey’s hoy?

Él no contestó, pero continúo silenciosamente con la mirada fija en la escuela.

- ¿Edward? Mejor vamos – dije otra vez. Ninguna respuesta. Finalmente de alguna manera lo empujé a él con mi cadera.- ¿Edward?

Él parpadeó y bajó la mirada hacia mí, nunca cambiando la sonrisa amplia, la mirada brillante en sus ojos nunca vaciló. Quizás incluso la acrecentó haciéndola más intensa. Me preguntaba qué diablos habían tomado esta mañana él y James. Estaba actuando realmente extraño.

- Si – dijo él – Si. Hoy tengo mucho por hacer.

Empezamos a caminar. Nuestras caderas chocando una con la otra en cada paso.

- Te iba a prestar mi MP3 para el primer período, pero Leah Clearwater lo rompió en el autobús. – Dije sosteniéndolo para que él lo viera. Él lo miró detenidamente por un momento. Su sonrisa se ensanchó. Me agarró más fuerte y caminó hacia la puerta más rápidamente.

- He estado queriendo hacer algo en relación a ella por mucho tiempo – dijo él.

- Lo sé. Realmente la odio. – Me quejé, oprimiendo toda la atención que podría darle al incidente – No sé cuál es su problema. 

- Yo me encargaré de eso.

Sonreí, emocionada. La manga de la chaqueta de Edward rasguñaba atrás mi cuello. Se sentía agradable. Real, de algún modo. Mientras esa manga  estuviera rasgando la parte de atrás de mi cuello, todo sería normal, incluso si él estaba en algo. Por ahora de igual modo, Edward estaba aquí conmigo, sosteniéndome, yendo a defenderme. No a james, a mí.

Golpeamos las puertas y Edward finalmente dejó mis hombros. Una brisa sopló justo en ese momento y recorrió todo el cuello de mi camisa, ondeando el frente de ella. Me estremecí. Mi columna de repente sintió mucho frío.

Edward abrió una puerta y esperó que entrara por delante de él.

- Vamos a conseguir que esto termine – dijo él, dirigiéndome hacia el cafetín. Mis ojos  atentos a Leah Clearwater, mis dientes castañeando.

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Hola! aqui un nuevo capítulo :D desde ya gracias por el tiempo que se dan en leerlo y espero que contiuen leyendola ;)

Muchas gracias a todas esas personas que se toman el tiempo de comentar *-* me alegran mucho el día y alientan a seguir con el fic.

 

Besos y abrazos

Nala C:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 4: Capítulo 3 Capítulo 6: Capítulo 5

 
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