La Lista del Odio (+18)

Autor: NalaMatter
Género: Drama
Fecha Creación: 31/03/2013
Fecha Actualización: 22/09/2013
Finalizado: NO
Votos: 16
Comentarios: 18
Visitas: 12045
Capítulos: 11

Hace cinco meses, el novio de Isabella Swan, Edward, abrió fuego en la cafetería escolar. Al lanzarse para detenerlo, Isabella inadvertidamente salvó la vida de una compañera de clases, pero se vio implicada en el tiroteo por la lista que ella ayudo a crear. Una lista de las personas y cosas que ella y Edward odiaban. La lista que él usó para elegir a sus objetivos.

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Capítulo 11: "¿Qué fue lo que hiciste?"


DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia es de Jennifer Brown.

PARTE DOS

Capítulo 10

2 DE MAYO, 2008.

6:36 P.M.

"¿Qué fue lo que hiciste?"

 

Cuando volví a abrir los ojos, estaba realmente sorprendida al ver que no estaba durmiendo en mi cama, despertándome para comenzar un nuevo día en la escuela. Esa es la forma en que se supone que funciona, ¿verdad? Se supone que Edward iba a llamarme y yo iba a ir a la escuela, odiando cada minuto de ella, preocupándome porque él y James estuviesen en el Lago Azul haciendo Dios sabe qué, y agonizando porque Edward iba a romper conmigo, consiguiendo que Leah Clearwater me molestara en el autobús. Se suponía que debía despertarme, y los restos que pudiera recordar acerca de Edward disparando en el Cafetín debían ser un sueño, yéndose a la deriva antes de que pudiera reunir por completo las imágenes en mi mente.

Me desperté en el hospital. Había policías en mi habitación y el televisor estaba encendido en una escena de crimen. Me estaban dando la espalda, sus rostros inclinados hacia la pantalla del televisor. Entrecerré mis ojos hacia la televisión donde pasaban las imágenes de un estacionamiento, un edificio de ladrillo, una cancha de fútbol, todo eso me resultaba vagamente familiar. Volví a cerrar los ojos. Me sentía mareada. Mis ojos estaban muy secos y me palpitaba la pierna, empecé a recordar lo que había sucedió, sin exactitud, pero sí con la certeza de que algo muy malo había pasado.

- Se está despertando — escuché. Reconocí la voz de Jake, pero no lo había visto antes, cuando había abierto los ojos y me pareció más fácil imaginármelo de pie junto a la cama diciendo eso, en vez de tratar de verle. Así que me dejé ir a la deriva en este mundo imaginario donde Jake estaba cerca de mí, diciendo se está despertando y eso era cierto, pero no estaba en el hospital y mi pierna no me dolía.

- Voy a ir a buscar a una enfermera —dijo otra voz. La de mi padre. Ésa era fácil. La voz era tensa, forzada y seca. Al igual que papá. Él también apareció en mi escena imaginaria, en el fondo, flotando fuera de la vista. Estaba tecleando algo en su IPAD y tenía un teléfono celular entre su hombro y su oreja. Salió de la escena con la misma rapidez que entró, y ahora sólo quedaba Jake, que me volvía a mirar.

-Bells —dijo Jake —. Oye, Bella. ¿Estás despierta?

La visión se transformó a una mañana en mi habitación. Jacob tratando de despertarme para hacer algo divertido, como en los viejos tiempos cuando mamá y papá se llevaban bien y nosotros éramos tan sólo dos niños pequeños. Tal vez para ir a buscar nuestras cestas de Pascua o un regalo de Navidad o panqueques. Me gustaba ese lugar. Realmente me gustaba. Así que no tengo la menor idea de la razón por la cual mis ojos se volvieron abrir. Lo hicieron sin mi consentimiento.

Se abrieron ante Jake, de pie al final de mi cama, al lado de los dedos de mis pies. Sólo que no era mi cama, era una extraña, con ásperas sábanas blancas y una manta de color marrón que parecía harina de avena. Él tenía el cabello completamente lacio y tuve que tomarme un minuto para tratar de aclarar mi mente, porque sinceramente no podía recordar la última vez que había visto a Jake con el pelo lacio. Me costó bastante trabajo empatar el rostro de catorce años de Jake con en el cabello de once años de Jake. Tuve que parpadear varias veces antes de que pudiera darle sentido.

- Jake —le dije, pero antes de que pudiera decir algo más, mi atención se distrajo con una especie de lloriqueo a mi derecha. Giré lentamente la cabeza. Mi madre estaba allí, sentada en una silla tapizada de color rosa. Sus piernas estaban cruzadas por las rodillas y tenía un codo apoyado sobre ellas. En esa mano tenía un pañuelo arrugado que seguía usando para secarse la nariz.

Entorné los ojos en su dirección. De alguna manera, no me sorprendía que ella estuviera llorando, porque sabía que en lo malo que hubiera pasado, yo estaba involucrada… a pesar de que todavía no comprendía por qué me estaba despertando en lo que estaba empezando a ver como una cama de hospital, en lugar de mi propia cama esperando a que Edward me llamara.

Me acerqué y puse mi mano en la muñeca de mamá —la que sostenía el pañuelo arrugado—.

- Mamá —le susurré. Me dolía la garganta—. Mamá —le volví a decir. Pero ella se inclinó alejándose de mí. No se apartó —fue un movimiento demasiado sutil para ser considerado como eso—. Sin embargo, se inclinó más lejos, fuera de mi alcance. Se inclinó lejos, como si estuviera separándose físicamente de mí.

Se inclinó alejándose, no como si me temiera, sino como si ya no quisiera ser identificada conmigo.

- Estás despierta —dijo—. ¿Cómo te sientes?

Me miré a mí misma y me pregunté por qué pensaría ella que podría no sentirme bien. Me revisé y todo parecía estar allí, incluyendo varios cables que normalmente no hacían parte de mi cuerpo. Todavía no estaba segura de por qué razón me encontraba allí, pero sabía que tenía que ser algo a lo que iba a poder sobrevivir.

De alguna manera me había lastimado la pierna —eso era lo que podía deducir de la sorda punzada que venía de debajo de la sábana—. Sin embargo, la pierna todavía parecía estar allí, así que sabía que no había mucho por qué preocuparse.

- Mamá —le dije una vez más, deseando poder pensar en otra cosa que decir. Algo más importante. Mi garganta estaba adolorida y se sentía hinchada. Traté de aclararla, pero descubrí que también estaba seca, y lo único que podía hacer era un poco de ruido chirriante que no ayudo en nada para mejorarme—. ¿Qué pasó?

Una enfermera con una bata rosa revoloteaba detrás de mamá, se movió hacia una pequeña mesa y cogió un vaso de plástico con un pitillo colgando por uno de sus bordes. Ella se lo entregó a mamá. Mamá lo sostuvo, lo miró como si nunca antes hubiera visto un artefacto como ése, y luego miró por encima del hombro a uno de los agentes de la policía, que se había alejado de la televisión y estaba mirándome, con los dedos enganchados en su cinturón.

- Le han disparado —dijo claramente el oficial por encima del hombro de mamá y vi a mamá hacer algún tipo de mueca de dolor cuando él lo dijo, aunque ella todavía estaba dándole la cara a él, no a mí, y yo no podía ver su rostro con exactitud—. Edward Masen le disparó.

Fruncí el ceño. Edward Masen me disparó.

- Pero ése es el nombre de mi novio —le dije. Más tarde me daría cuenta de lo estúpido que eso había sonado, e incluso podría estar un poco avergonzada por ello. Pero en ese momento, simplemente no tenía sentido, más que nada porque aún no había encajado las piezas del rompecabezas y también porque estaba saliendo de la anestesia, y probablemente siquiera un poco, porque mi cerebro no quería que yo recordara todo de inmediato.

Una vez vi un documental sobre las diferentes cosas que haría el cerebro para protegerse a sí mismo. Como cuando un niño es víctima de abuso y termina con personalidades múltiples y cosas así por el estilo. Creo que mi cerebro estaba haciendo eso —protegiéndome— pero no lo hizo por mucho tiempo. No por el tiempo suficiente, de todos modos.

El funcionario asintió con la cabeza, como si ya supiera eso sobre Edward y yo no le estuviera dando ninguna información nueva, mi mamá se volvió a girar y como que miró las sábanas. Recorrí sus rostros, todos ellos: el de mamá, los de los oficiales, el de la enfermera, el de Jacob, incluso el de papá —no lo había visto volver a entrar a la habitación, pero ahí estaba, de pie junto a la ventana, con los brazos cruzados sobre el pecho—, pero ninguno de ellos estaba mirando directamente hacia a mí. Ésa no era una buena señal.

- ¿Qué está pasando? —pregunté—. ¿Jake?

Jake no dijo nada, sólo apretó la mandíbula en una pose enfadada, y meneó la cabeza. Su rostro estaba muy rojo.

- Isabella, ¿recuerdas algo de lo que ocurrió hoy en la escuela? —preguntó mamá en voz baja. No voy a decir que me lo preguntó con suavidad o ternura o cualquiera de esas cosas maternales. Porque no lo hizo. Ella se lo preguntó a las sábanas, con una voz baja y plana que apenas reconocía.

- ¿La escuela?

Y luego las cosas empezaron a inundarme. Es curioso, porque en un principio cuando empecé a despertarme, lo que sucedió en la escuela se sentía como un sueño y pensé, seguro que no están hablando de eso, porque eso era sólo un sueño horrible y estúpido. Pero a los pocos segundos me abatió la conciencia de que no era un sueño y casi me sentía físicamente aplastada bajo las imágenes.

- Isabella, hoy sucedió algo terrible en la escuela. ¿Lo recuerdas? —preguntó mamá.

No podía contestarle. No podía contestarle a nadie. No podía decir nada. Todo lo que podía hacer era mirar a la pantalla del televisor, a la vista aérea de la Preparatoria Forks y a todas las ambulancias y a los coches de policía que la rodeaban. La miré fijamente hasta que juro que podía ver los cuadros individuales de color en la pantalla. La voz de mamá era lejana, y podía escucharla, pero no era exactamente como si estuviera hablándome a mí. No en mi mundo. No en esta horrible avalancha. Estaba aquí sola.

- Isabella, te estoy hablando. Enfermera, ¿ella está bien? ¿Isabella? ¿Puedes oírme? Jesús, ¡Charlie, haz algo!

Y luego la voz de mi padre:

- ¿Qué quieres que haga, Reneé? ¿Qué debo hacer?

- ¡Más que estar allí parado! Ésta es tú familia, Charlie, por amor de Dios, ¡es tu hija! ¡Isabella, respóndeme! ¡Bella!

Pero no podía apartar los ojos de la pantalla del televisor, la que veía y al mismo tiempo no veía.

Edward. Le disparó a la gente. Le disparó a Leah Clearwater. El señor Black. Oh, Dios, él les disparó. Realmente lo hizo. Yo lo vi y él les disparó. Me disparó...

Me agaché y sentí el vendaje envuelto alrededor de mi muslo. Y entonces me puse a llorar. No un llanto fuerte o algo parecido, pero si el llanto de espasmos en los hombros y pucheros… el tipo de llanto que una vez había escuchado a Oprah llamar el Feo Llanto.

Mamá se levantó de su silla, inclinándose hacia mí, pero ella no me hablaba.

- Enfermera, creo que está sufriendo. Creo que tiene que darle algo para el dolor. Charlie, haz que le hagan algo para el dolor. —Y me di vagamente cuenta, a través de un asombro transparente, de que ella también estaba llorando. Llorando, por lo que sus órdenes tomaron este tipo de brusquedad frenética, de modo que sus palabras salían con dificultad y eran desesperadas.

Por el rabillo del ojo, vi que mi padre venía tras de ella y la agarraba por los hombros y la alejaba de la cama. Ella se fue a regañadientes, pero se fue, y enterró la cara en el pecho de mi papá, y ambos salieron de la habitación. Podía escuchar sus ásperos ladridos desvaneciéndose por el pasillo.

La enfermera estaba apretando botones en un monitor detrás de mí y el policía se había vuelto y estaba volviendo a ver la televisión. Jake estaba de pie mirando mis mantas, inmóvil.

Lloré hasta que me dolía el estómago y estaba bastante segura de que iba a vomitar. Mis ojos se sentían como si tuvieran arena y mi nariz estaba completamente tapada. Incluso, lloré un poco después de eso. No puedo decir lo que estaba pasando por mi mente con todo ese llanto; sólo que era turbio y oscuro y odioso y lamentable y miserable, todo a la misma vez. Sólo que quería a Edward y que quería no volver a verlo nunca jamás. Sólo que quería a mi mamá y tampoco quería volver a verla nunca jamás. Sólo que sabía que, en algún lugar más allá en los recovecos de mi mente, que mi cerebro se mantenía a salvo de sí mismo, que de alguna manera también era responsable de lo que había ocurrido hoy. Que había tenido un papel en ello y que esa nunca había sido mi intención. Y que no podía decir con seguridad que no sería parte de ello si tuviera que hacerlo todo de nuevo. Y no podía decir con seguridad que lo haría.

.

.

.

Con el tiempo el llanto disminuyó lo suficiente como para que yo pudiera volver a respirar, algo que no era del todo bueno.

- Voy a vomitar —dije.

La enfermera sacó una chata de la nada y lo metió debajo de mi barbilla. Vomité en ella.

- Si ustedes pudieran salir por unos cuantos minutos. —Ella les dijo a los oficiales.

Ellos asintieron en silencio y salieron de la habitación. Cuando abrieron la puerta hacia el pasillo, pude oír hablar en voz baja unas voces que pertenecían a mis padres. Jake se quedó dónde estaba.

Vomité una vez más, haciendo ruidos desagradables y dejando que desde mi nariz corrieran hilos de mocos hasta la chata. Contuve el aliento y la enfermera utilizó un paño húmedo para limpiarme la cara. Se sentía bien: frío y tranquilizante. Cerré los ojos y apoyé la cabeza sobre la almohada.

- La náusea es normal después de la anestesia —me dijo la enfermera con una voz que podría describir como institucional—. Va a disminuir con el tiempo. Mientras tanto, mantenga esto a la mano. —Me pasó una chata limpia, dobló el paño y lo puso en mi frente y luego salió de la habitación con sus zapatos silenciosos.

Traté de poner mi mente en blanco. Traté de poner las imágenes de mi mente en negro. Pero no podía hacerlo. Se empujaron hacia mí, cada una más horrible que la anterior.

- ¿Él está en la cárcel? —le pregunté a Jake. Pregunta estúpida. Por supuesto que Edward estaría en la cárcel después de algo como esto.

Jake me miró, un poco sorprendido, como si hubiera olvidado que yo estaba en la habitación con él.

- Isabella —dijo, parpadeando, sacudiendo la cabeza, su voz ronca—. ¿Qué… qué fue lo que hiciste?

- ¿Edward está en la cárcel? —repetí.

Él negó con la cabeza.

- ¿Se escapó? —le pregunté.

Volvió a negar con la cabeza.

Sabía que sólo quedaba otra opción.

- Le dispararon. —Lo dije más como una afirmación que como una pregunta y me sorprendí cuando Jake volvió a negar con la cabeza.

- Se pegó un tiro —dijo—. Está muerto...

.

.

.

.


¡Hola! C:

Bueno creo que no hay mucho que decir, ¿Triste no? despertarte y darte cuenta que la persona que amas murió :'(

En fin espero les haya gustado el capítulo ñ.ñ y me encantaria que me dijeran que sus teorias sobre lo que viene *O* o que opinan de Ed o Bella jijij

Nos vemos en otra actualización :3

                                                               con cariño Nala

Capítulo 10: Capítulo 9

 
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