-Yo no soy un premio para ser rifado.

-Lo se, pero el insistió. Me dijo que podía pasa una noche con voz a cambio de que le devolviera su tienda.

-Imbécil.- Dijo Isabela mientras se sentada de golpe-.

Capitulo 8.

-Traigo en mi chaqueta todo lo que le gane esta noche. Te lo doy si quieres en garantía de que con migo no te faltara nada. Déjalo todo y vámonos. No mereces esto.- Le dijo mientras limpiaba una lagrima a lo que ella respondió con un quejido.-

 

La tomo de la barbilla acercando su cara un poco mas a la luz, en ese momento descubrió el moretón de su ojo, la cortada en la mejilla y sus labios hinchados.

 

-Voy a matar a ese.

 

-No, por favor no te metas. Es mi culpa.

 

Le dijo mientras se lanzaba a sus labios sin importarle nada, solo quería distraerlo, sentirlo, probarlo aunque sea una ves mas. Los besos se convirtieron en caricias, los suspiras en jadeos y al final con manos ansiosas buscaban darse calor y consuelo uno al otro atreves del tacto.

Ella se derritió y se amoldo a su cuerpo como el chocolate caliente y el duro como el mármol la protegía y la amoldaba a su antojo, la piyama de encaje transparente que ella traía se deslizo por su cuerpo dejándola desnuda ante el. En ese momento se olvidaron donde estaban. Solo eran los dos en un mundo perfecto donde ella no pensaba en el mañana ni en el porvenir.

 

Para Eduardo su epifanía era una realidad, estaba con la mujer que amaba sintiéndose amado y entregando por completo su amor y su alma. Se prometió que solo muerto se separaría de ella, se prometió hacerla feliz, se prometió nunca desampárala.

Se prometió no parar hasta convertirla en princesa de sus cuentos de hadas y si quería un castillo en las nubes el lo haría para ella, cualquier cosa que ella pidiera la daría en gratitud por como ella lo estaba llevando a las nubes a el.  

Se la imagino en un castillo rodeados de niños con sus rizos cafés y sus ojos chispeantes y cálidos. Además el es un hombre de muy obstinado y caprichoso.

No había duda de que esa chica de ojos tristes y labios seductores tenia que ser suya. En sus planes no entraba la posibilidad de abandonar el pueblo si no era con ella , así tuviera que acabar hasta el con el ultimo habitante del pequeño poblado.

 

Era tal su ensoñación que ninguno de los dos escucho los paso o el rechinar de la puerta al abrirse. Los gritos de jubilo y pasión llenaban la residencia haciendo que un muy enojado Newton aumentar su furia y lo llenara de convicción.

En su mano derecha traía un revolver con el que pensaba cobrarle a su ingrata mujer el desamor del que había sido victima desde el principio, pero al verlos a los dos usurpando su cama decidió matar dos pájaros de un tiro.

No importaba que él la hubiese ofrecido a ella a cambio de su deuda, sin pensarlo mucho jalo del mantillo de su revolver y apretó el gatillo 6 veces hasta que la ultima bala salió disparada acallando el momento en que los dos gritaban el nombre del amante al tiempo  y casi en sincronía.

Tomo la chaqueta que yacía en el piso dejando ver los pagares y salió de la que una vez fue su casa serrando las puertas con candado y dejando el mal suceso atrás.

 FIN.