Si darse cuenta y perdidos en la mirada del otro sus cuerpos se fuero acercando hasta que los labios terminaron unidos, perdidos en la inconciencia del primer beso serraron los ojos casi al tiempo y se dejaron llevar por las sensaciones donde lenguas, labios y manos danzaban en un mismo compás.

Capitulo 3.

Isabela jadeaba tratando de llenar sus pulmones de aire mientras Eduardo saboreaba su cuello, cuando sus manos llegaron a los suaves y duros montes de su pecho Isabela sintió un rayo atravesar su columna directo a su centro, lo que la hizo casi gritar de excitación, y cuando involuntaria mente su cuerpo se removió buscando alivio, abrió sus piernas para mayor comodidad.

Eduardo la levanto de las nalgas para sentirla mas cerca, y a pesar que los dos vestían pantalón la sensación era estupenda, ya con las manos directamente el la piel sobre sus pechos Eduardo no sabia como seguir, deseaba despojarla por completo de su ropa pero así se estaba tan a gusto. Solo se restregaba cada ves mas rápido pellizcando sus pechos mientras se devoraban la boca.

A los dos les llego el alivio al mismo tiempo, pero sus cuerpos seguían unidos tratando de recomponer la respiración, tanto para ella como para el esto era nuevo. Isabela se prometió desde pequeña dedicar la vida a estudiar para así poder salir de la pocilga donde vivía o conseguir un esposo con plata. Nunca se permitió fijarse en los hombres pues su experiencia con ellos era muy mala, con una mama prostituta que mas se puede ver?

Eduardo se imagino una vida con la linda chica que aun seguía en sus brazos, se imagino a el como el señor Carlisle y a ella como la señora Esme.

-Como te llamas? - Le pregunto volviendo a la realidad.

-Isabela! - Le contesta desconcertada.

-Discúlpame, no se lo que me paso.... pero.. me encantas.... se ... digo seria muy raro si te pidiera ser mi novia.

-No.-Le dijo ella, -Lo siento pero esto estuvo muy mal y yo no puedo tener un obrero de novio. Por supuesto que no.

A Eduardo estas palabras lo dejaron aturdido, siempre maldijo su pobreza y el echo de que ella le dijera obrero con tanto desprecio fue como ver su mundo de fantasía explotar como una burbuja de jabón.

-No soy un simple obrero- Le contesto con desprecio y a cinco pasos de ella. -Soy un capataz. Y un día seré uno de los hombres mas ricos de este pueblo. Tal ves ese día me aceptes.

Eduardo salió dando un portazo al sentir su ojos húmedos, recorrió las calles del pequeño pueblo. Al llegar a la hacienda hablo con el dueño y le dijo que solo se quedaría un mes mas y después partirá al norte a probar suerte. Este le ofreció un trabajo con su hijo mayor que vivía en Texas. Al cabo del tiempo Eduardo empaco sus maletas y paso la frontera con el único propósito de hacerse de dinero.