Verdadero Amor

Autor: RbBlack
Género: Romance
Fecha Creación: 15/06/2011
Fecha Actualización: 17/08/2013
Finalizado: NO
Votos: 49
Comentarios: 220
Visitas: 78212
Capítulos: 21

 

Todos merecemos tener un amor verdadero, tener esa sensación de pertenencia en este mundo y yo la sentí...

 

No era un sentimiento normal el que el despertó en mi interior, siempre había pensado que solo sucedía en los cuentos de hadas, pero aquel rayo de luz ilumino mi camino y me marco la vida para siempre...

 

Cuando por fin vivía mi cuento de hadas, el destino me dio un duro golpe en el corazón, el más doloroso que pude haber experimentado jamás...

 

Mi mundo se derrumbo, después de el yo sabia que nada sería lo mismo...
Pero ahí estaba mí pilar, mi sustento para ayudar a levantarme, pero sabía que nunca lo olvidaría...

 

Sorpresas y más sorpresas, solo así podía definir el destino... Te trae cosas que jamás te esperas y eso fue lo que me sucedió a mi...

 

Yo nunca te olvide...

 

La mayoria de los personajes pertenecen a Stephenie Meyer otros tantos son de mi imaginación

Este es mi primer fic largo espero y lo disfruten

También las invito a pasar por mi one shot: Lazos de Amor Más Que Una Promesa

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Siempre Junto a Ti

Una Navidad Diferente

Porque así debió ser... 

..."Un sueño que sueñas solo, es sólo un sueño
Un sueño que sueñas con alguien más..., es una realidad
"...

John Lennon (1940 - 1980) Cantante y Compositor Británico

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Capítulo 19: Madrid...

 

Hola mis queridas lectoras ¿Cómo están? Espero que se encuentren muy bien, si... parece imposible de creer pero si, soy yo con el capitulo numero 19 de "Verdadero Amor".
Pero dejemonos de discursos y charlas, eso ya vendrá para el final... sin más que decir disfruten este capitulo y nos leemos más abajo

Rebeca

 


 

"Una de las cosas que se aprende con el tiempo es la resignación, el sentido de la renuncia, la aceptación de lo inevitable."  

Pierre Le Mure

 

 

—Excelente trabajo señorita Swan, está haciendo un excelente trabajo, ¡siga! Por favor ¡siga! —me alentaba el profesor para que continuara pintando el paisaje que tenía frente a mi y que tenía que aprovechar antes de que cayera el ocaso.

Poco a poco la sala se comenzó a vaciar dejando un profundo pero placentero silencio, el aroma de la pintura sobre el lienzo era algo tan gratificante y embriagador que hacia que todos mis sentidos se fusionaran en uno solo, un sentido que me hacia dar cada brochazo como si  fuera lo último que haría.

Cada acontecimiento, cada preocupación anteriormente percibida, parecía desaparecer ante mis ojos, todo dejaba de tener importancia… en aquella sala podía desaparecerme del mapa y ser solo yo, ser solo Isabella Swan  hacer lo que siempre me había gustado.

Terminé ya entrada la noche los últimos retoques a la pintura, al profesor Álvaro Donaire ya no le sorprendía; me dio unas últimas recomendaciones que podía aplicar la próxima vez que tuviera oportunidad de pintar…

El fuerte frío era sinónimo de la próxima llegada del invierno, las calles de Madrid llenas de visitantes y residentes hacían de este sitio un lugar realmente acogedor. Se había convertido en un segundo hogar en una segunda casa.

La vida nocturna no era algo que llamara por completo mi atención, sin embargo una que otra vez salía a divertirme, a recorrer sus calles, a contagiarme de la alegría de la gente;  pero la mayoría de las ocasiones prefería sentarme a la orilla del balcón acompañada de una deliciosa taza de café y de un buen libro que era única compañía cuando la melancolía y la soledad me invadían.

Cuatro años había pasado desde que llegué a Madrid, cuatro años en los que había aprendido más de lo que hubiera imaginado, toda la historia, todo el trabajo y dedicación que había detrás de cada obra, de cada mural, me sorprendían cada vez más; los estilos, cada uno de ellos tenía su toque de magia, de realismo que el escoger solamente uno era sumamente complicado.

Después de caminar un rato por la plaza mayor, llegué a casa. Fui directamente hacia la cocina para prepararme algo rico de comer, ya que el atún y el sándwich que había preparado para llevar a la clase habían logrado mantener ocupado mi estómago por gran parte del día pero ahora me apetecía algo calientito para cenar en lo que Rosalie llegaba de la restauración que había ido a realizar.

Rosalie Lilian Hale a quien había conocido un año después de llegar a Madrid en una extraña situación. La primera impresión que tuve al respecto de ella debo admitir que fue muy equivocada…

 

 

 Flash Back

—Debes de… llamarla Bella… esta situación… es insoportable… no se como has podido vivir con esto —Edward entraba y salía de la habitación mientras cargaba entre sus brazos unas enormes cajas que estaban sobre el piso. Llevaba todo el día moviendo mis cosas de un cuarto a otro.

—Es que siento que no es necesario Edward, estoy bien aquí y lo que tu piensas que es un inconveniente yo no lo veo así —yo, me encontraba metiendo todas las cosas en las cajas que el había traído no quería que se enojara más de lo que estaba — ¿cómo si esto fuera posible? —me reí de mi propia afirmación.

— ¿Es acaso que el ruido no te molesta? ¡Dios! Sino quieres llamar vente a vivir conmigo, el lugar en el que estoy es mucho más tranquilo… —había logrado llegar a mi lado y tomaba cariñosamente una de mis manos.

—Edward —trataría  de razonar con el —es algo a lo que yo ya me he acostumbrado, además a mi no me molesta, en lo absoluto, créeme… ha habido veces que Liz me invita a ver sus clases y me ha alentado a participar pero sabes que yo no soy muy buena con eso…

El departamento que había logrado alquilar al llegar a España se encontraba debajo de una academia de baile que parecía estar abierta las 24 horas del día. Su propietaria Elizabeth Bennet Hale era una mujer de alrededor de unos 60 años pero con el alma de una mujer de 20, estaba llena de alegría, de espontaneidad, de complicidad y de un amor por la vida que realmente eran admirables, pero mucho más contagiables, su esposo Robert hace algunos años lamentablemente había fallecido quedando al cuidado de su única nieta Rosalie Lilian Hale, a quien no había visto personalmente, pero su abuela se encargaba de mantenerme al tanto sobre los acontecimientos importantes de su vida.

A Rosalie también le interesaba todo lo que fuera el arte, solo que tenía cierta inclinación hacia la preservación y dado que fuera necesario la remodelación de los edificios y figuras artísticas. Había estudiado arquitectura, además de que había tomado unos cuantos cursos de decoraciones de interiores y trabajaba por su cuenta cada vez que tenía oportunidad. Vivía a unas cuantas cuadras de la academia y Liz estaba en constante comunicación con ella.

—Sabes que no tengo nada en contra de ella, es una buena mujer, es solo  que no me gusta el tremendo escándalo que hay en su academia, no se como es que los vecinos no se han quejado durante todo este tiempo, además de que vez a muchas personas desfilando por aquí invadiendo tu privacidad —yo si lo sabia. Liz  aparte de ser una de las principales instructoras de baile era una persona que se encargaba de cuidar del bienestar del prójimo, así como buscar siempre la mejora para toda la comunidad en la que vivía. Todos la queríamos y la respetábamos, era como un torbellino; arrastraba a todas las personas que estuvieran a su alrededor…

—Yo ya he hablado con ella respecto a eso Edward —le dije mientras caminaba a su lado y nos sentábamos en el sofá —ella se ha disculpado mil veces por los inconvenientes que esto ha llegado a causarme, por eso como te comenté me ofreció una de las habitaciones en el departamento de Rosalie, es solo que…

—Por eso es que insisto tanto en que debes de llamarla, no quiero que cada vez que tenga que verte tengamos que salir de aquí para poder hablar y estar un momento a solas —extendió el teléfono y lo acerco hacia mi ¿Qué pensaría ella al respecto? ¿Qué salía huyendo del lado de su abuela? Tal vez pensaría que llego ahí por una imposición de ella, no…definitivamente no quería que se sintiera invadida.

Después de pensarlos por unos momentos, resoplé derrotada… sabía que el tenía razón, era agradable ver pasar a las personas frente a mi puerta cada vez que iban a clase, pero cada vez que Edward intentaba acercarse a mi, alguien se aparecía para saludarme… Era un poco frustrante,  así que sin más contemplaciones marqué el número que estaba a un lado del teléfono, activé el altavoz y espere paciente a que contestaran…

 

— “…Mira idiota, escúchame bien porque no voy a volver a repetirlo… la respuesta es NO, no quiero verte, no quiero que te vengas a vivir conmigo, no soy una niña pequeña a la cual puedas venir a vigilar. ¡Tengo mis derechos! Y esta es mi casa y yo decido quien puede entrar y quien no, así que ahórrate cualquier comentario que quieras hacer ¿Me has entendido?…” —ambos nos quedamos estupefactos por semejante contestación… ¿Liz le habría platicado algo malo sobre mi? Elizabeth me había comentado que Rosalie tenía una habitación disponible y que estaría encantada de que yo la pudiera ocupar… ¿a que se debía todo esto?

—“…Imbécil…”—dijo esto último y colgó el teléfono. Nos miramos a los ojos sin saber que decir, la situación se volvió más incomoda de lo que pude soportar, me levante del sofá y colgué el auricular.

—Esta claro que ahí no soy bien recibida —le decía mientras me encaminaba hacia la cocina para tomar un vaso de agua y quitarme el amargo sabor de boca…

—Seguramente fue un malentendido —veía claramente en su rostro que buscaba una respuesta coherente a lo que había sucedido.

—Pues yo no lo veo así y mira Edward no quiero hablar más del asunto, voy a buscar otro apartamento que esté dentro de mis posibilidades ¿Esta bien? —el me miró con el ceño fruncido intentando predecir mi próximo movimiento, sin más que agregar me dirigí a la habitación para seguir recogiendo mis cosas y meterlas todas dentro de las cajas.

¿Cómo se atrevía a juzgarme sin siquiera conocerme? Y aun más a llamarme imbécil… su actitud me había molestado y mucho. Escuché a Edward hablar por teléfono pero no le dí importancia al hecho, solo intentaba tranquilizarme para que el no tuviera que lidiar con mi mal genio.

—Bella —vi de reojo que Edward asomaba su cabeza por el umbral de la puerta, sonreí al ver que un puchero se extendía sobre su rostro.

—Perdóname Ed, se que tu no tienes la culpa —dejé las cosas sobre la cama y me acerque a el, —es solo que esa mujer me hizo enojar con su altanería —me atrajo hacia el  y me dio un fuerte abrazo.

—No tienes de que preocuparte, yo me hubiera puesto igual, sino es que mucho peor —nos quedamos un momento así, disfrutando solamente del momento, hasta que nuevamente habló.

—Acompáñame —depositó un tierno beso sobre mi frente y posteriormente nos dirigíamos hacia la puerta para salir de ahí.

— ¿A dónde vamos? —pregunté curiosa mientras cruzábamos la calle. El solo esbozo una sonrisa y cruzó uno de sus brazos sobre mis hombros. Más no soltó ni una sola palabra.

Solamente caminamos unas cuantas cuadras más hasta que nos detuvimos frente a un pequeño edificio, Edward se acercó a la recepción para hablar con la persona que estaba a cargo del lugar.

Regresó a mi lado y subimos sin prisas por las escaleras, no sabía a donde nos dirigíamos y a decir verdad estaba sumamente nerviosa. El edificio no era tan grande pero tenía cierto toque de elegancia y comodidad que hacían que me sintiera a gusto en ese lugar.

Llegamos al piso número cuatro y tocamos la primera puerta que había a la derecha. Se escuchó un estruendo y una voz maldiciendo por lo alto, se me hizo muy familiar pero no pude identificar de quien era.

Se abrió la puerta y una mujer con el  cabello castaño y  totalmente alborotado hizo frente a nosotros, traía un “bat” entre las manos y en su rostro se notaba la furia que con mucho trabajo estaba conteniendo. Me aferré con mucha fuerza al brazo de Edward quien instintivamente había dado un paso al frente en un intento de protegerme.

— ¿Qué demonios? —dijo Edward al ver que la mujer no soltaba el arma que traía entre sus manos.

— ¿Quién los envía? ¿Es ese maldito de Román? Pues díganle que se vaya al diablo, que yo ya no quiero estar con el…

—Rosalie, soy Edward, Edward Cullen —se apresuró a decir mientras estiraba su mano hacia el artefacto y lo bajo con mucho cuidado, yo miraba la escena sin comprender… suponía que aquella llamada que Edward realizo se la hizo a ella, pero ¿por qué lo había hecho? Yo no quería vivir con una mujer como la que tenía enfrente.

—Lo… lo siento mucho, es solo que…—resopló —no me han encontrado en un buen momento —se disculpo. —Tú debes de ser Isabella.

—Solo Bella —respondí a la defensiva.

—Bueno solo Bella, creo que te debo una disculpa… —aguardé en silencio —tu sabes… por haberte gritado por el teléfono, esas palabras definitivamente no eran para ti —la miré con el seño fruncido. Intentó acomodar un poco su cabello pero realmente fue inútil.

—Pero pasen por favor, perdón por el desorden pero estoy nuevamente remodelando —Edward tomó gentilmente mi brazo y me llevó hacia dentro de la habitación. El lugar era espacio y tenía una excelente vista desde el balcón.

— ¿Quieren algo de tomar? ¿Un café o tal vez agua? —yo negué con la cabeza, porque estaba más concentrada en observar lo que estaba colgado sobre las paredes. Replicas casi exactas del pintor Karl Bodmer adornaban toda la pared que estaba frente a la cocina.

— ¿Tu los hiciste? —la curiosidad pudo más que el miedo y la indignación que sentía por dentro. Rápidamente llego a mi lado y siguió el rumbo de mi mirada

—Si. —Respondió con suficiencia —me ha llevado algo de tiempo perfeccionar la técnica pero si… —se acerco un poco a mi y yo por instinto retrocedí un poco —este en lo personal es mi favorito —dijo señalando un pequeño cuadro que se encontraba en la esquina superior derecha —han intentado comprármelo pero definitivamente no está a la venta.

Dicho esto nuevamente se alejó para servir el café que Edward no había rechazado —siéntete con la confianza de echar un vistazo, estas en tu casa —me mordí el labio debatiéndome entre hacerlo o quedarme ahí parada, pero mi sentido de espionaje se despertó y no pude resistirme a recorrer el departamento.

Las paredes, estaban pintadas de un color verde oliva con algunos toques de color café obscuro, los cuales hacían una buena combinación…  había muchas esculturas y tenía un salón solamente para sus plantas; fotografías y muchos libros se encontraban esparcidos por todo el suelo del comedor —esta mujer si que es un desastre —pensé para mi misma. Tal vez por eso había insistido en vivir sola.

— ¿Y que te parece? —escuché la voz de Edward y rápidamente me di la vuelta para encararlo, traía  las manos dentro de sus bolsillos y su mirada recorría con curiosidad la habitación en la que estábamos.

—No esta nada mal —admití, —aunque hubiera preferido que me hubieras dicho a donde nos dirigíamos.

—Lo lamento, pero hable con Rosalie para pedirle una explicación a lo ocurrido —intenté hablar pero el levantó una mano para callarme —si, se lo que dirás, que no tenía porque hacerlo, que eso es algo que solamente te concierne a ti, pero… no podía permitir que alguien te insultará y mucho menos sin justificación  —yo solamente reí.

—En fin, las palabras definitivamente no eran para nosotros, sino para ese tal Román —dijo mientras miraba con curiosidad una gran escultura hecha en mármol que estaba cerca de la ventana.

—Así parece —nuevamente la castaña entró a la habitación con una gran caja de pinturas.

— ¿Y bien? ¿Qué te pareció mi humilde hogar Bella? —Iba a comentarle lo maravillosas que me parecieron sus esculturas pero me calló de inmediato —enserio, lo lamento tanto, mi abuela me ha hablado mucho de ti, te agradezco tanto que le hubieras hecho compañía en lo que yo estaba de viaje por Francia.

—Ni lo menciones —dije rápidamente. —Ella ha sido tan amable conmigo, que lo hice con todo el gusto del mundo —Liz había estado muy triste durante esos 3 meses en los que su querida nieta se había ido a hacer un trabajo de remodelación a Lyon, una de las ciudades más pobladas del país francés.  Todas las noches la llamaba, pero definitivamente extrañaba tenerla cerca.

—Me comentó mi abuela que querías un nuevo lugar donde vivir, ¿acaso te dio a probar de sus parquecitos de nuez? —Rió y no pude evitar corresponder a su sonrisa —lamentablemente no son su fuerte pero el pastel de queso le queda realmente excelente —y eso era algo que realmente no iba a debatir.

—No es eso, es que realmente la academia que tiene y la profesión de  Bella, como que no van tomados de la mano —agregó Edward a la conversación.

— ¡OH! Ahora entiendo, es algo que yo he discutido mucho con ella, pero el baile la ha mantenido de pie durante muchos años y si ella es feliz yo estoy mucho más contenta  por ella. —Nos quedamos unos minutos en silencio mientras observábamos como ella acomodaba los pequeños botecitos de pintura sobre en una vitrina.

—Y bien ¿qué has decidido? —rompió las divagaciones que estaba teniendo y una sonrisa sincera se estampo en su rostro —se que la primera impresión que tuviste sobre mi no ha sido del todo buena.

—Ni un poco —se me escapó decir y rápidamente tape con mis manos mi boca intentando reprimir la risa que amenazaba con invadirme.

Ella también sonrío al igual que Edward. —Si lo se, pero si te decides a vivir conmigo créeme que serás bienvenida.

—Yo no quiero importunarte.

—No lo harías, desde que murió mi abuelo, Elizabeth se dedico por completo a su academia y no la juzgo de ninguna manera, pero preferí darle su espacio y que ella se acoplara poco a poco a la realidad… no me vendría nada mal tener un poco de compañía —dijo esto en un susurro que estaba segura que solamente yo había podido escuchar.

Dudé por unos minutos ¿Qué debía hacer? Admito que al verla de ese modo parada frente a la puerta, con el bat en la mano hizo que quisiera salir corriendo del lugar, por su aspecto, pensé que la persona que tenía frente a mi estaba completamente desquiciada. Pero al verla ya serenada, parecía inofensiva. ¿Me haría bien cambiar de residencia?  Y aun más… ¿De compañía?

—Lo pensaré —extendí mi mano hacia ella y  con delicadeza la apretó…

 Fin de Flash Back

 

Después de unos cuantos días terminé de empacar todo lo necesario y me mudé a su departamento. Elizabeth,  por una parte se encontraba triste ya que no nos veríamos todos los días, pero por otra se alegraba de que por fin Rose tuviera a alguien que le hiciera compañía. El acoplarnos fue una de las cosas más difíciles a las cuales me tuve que enfrentar… La comida, los gastos de agua y luz, los horarios de entrada y salida, las visitas… Todo fue un cambio radical para mí… Al igual que su abuela, Rosalie era una mujer decidida y con la fuerza de un ciclón que no paraba ni de día y mucho menos de noche. Tuve que asistir a varios seminarios sobre ‘Feng Shui’, cursos de decoración y remodelación acompañadas de unas cuantas clases de defensa personal, de las cuales aprendí solamente lo básico.

Hay tantos desgraciados aya afuera Bella, que es necesario saber valerte por ti misma —repetía cada vez que quería rehusarme a acompañarla —el muñequito de tu amigo Edward no siempre estará a tu lado para defenderte —y con eso daba por terminada la discusión. Sabía que tenía razón, pero simplemente mi falta de coordinación jugaba siempre en mi contra.

 

Terminé de servirme una buena taza de café y me dirigí al sillón para descansar por el día tan pesado  que tuve, estaba apunto de quedarme dormida cuando tocaron el timbre de la entrada.

No puede ser —tape con una almohada mi cara esperando que la persona que estaba tocando se aburriera, pero al parecer eso no ocurriría. Vencida,  me levanté para abrir la puerta —Rosalie, ¿no te pudiste haber llevado tus llaves? —le pregunté mientras dejaba el pasillo libre para que entrara.

—Lo lamento tanto cariño pero no podía sacar las llaves de mi bolso mientras sostenía la caja con ambas manos —hasta ese momento fui conciente del paquete que había dejado encima del comedor. Cerré la puerta y me apresuré para llegar a su lado, durante todo el tiempo que había vivido con Rosalie había aprendido que era una mujer impredecible… ¿Qué tendría pensado ahora?

— ¡OH! vamos Bella, no me mires de esa forma, no es nada malo —sonreía picadamente mientras metía casi medio cuerpo dentro de la caja para sacar su contenido.

—No, claro que no, eso mismo dijiste la vez que tuve que ir por ti a ese bar —y el recuerdo de esa noche me abrumo por completo…

 

Flash Back

—Por favor Bella, es importante que vengas por mi —me gritaba por el teléfono.

—Rose ¿te das cuenta de la hora que es? —Con pesar abrí mis ojos y busqué a tientas el reloj que había dejado sobre el buró —Son casi las 3 de la mañana, tengo un examen al cual no puedo faltar.

—Lo se, lo se… créeme que lo se, pero si no fuera importante no te lo pediría —le pedí que me diera la dirección a al cual tenía que acudir y antes de salir del departamento le rogué a Dios que no me perdiera en una ciudad tan grande como Madrid. Tomé las llaves del auto que había dejado en su garaje, porque si… a petición, o más bien casi obligatoriamente tuve que asistir a clases de manejo —otra de las tantas cosas que tenía que agradecerle a Rosalie —me dije mentalmente. Solamente cuando era necesario tomaba el control del volante y eso raras veces sucedía.

Manejé con precaución hasta el lugar que me indicó y marqué a su celular sin respuesta alguna. Estaba a punto de arrancar el auto cuando vi su cabellera a través del espejo retrovisor, venía corriendo como si el mismísimo demonio viniera persiguiéndola, me apresuré a abrir la puerta para que ella entrara sin problemas.

— ¡Arranca! ¡Vámonos de aquí! —gritaba cuando miraba insistentemente hacia la parte de atrás. Nerviosa, encendí el coche y pisé con fuerza el acelerador mientras un par de travestis nos perseguían. Cuando estuvimos lejos del lugar Rosalie empezó a reír como si nunca lo hubiera hecho, las lágrimas salían de sus ojos sin presiones mientras con mucha fuerza se apretaba el estómago en un intento de reprimir su risa. Me fue inevitable no contagiarme de hilaridad y terminé con el auto estacionado enfrente del departamento riendo de lo absurdo de la situación… Me contó lo que esa noche había sucedido y saqué la conclusión de que lo mejor que podría hacer por mi integridad tanto física como mental era mantenerme alejada de todo lo que llevará la palabra fiesta y sombreros si es que Rose estaba involucrada directamente con ellos…

 Fin Flash Back

 

Decidí que lo mejor era apartarme lo más que pudiera de lo que planeaba hacer esta noche, rápidamente me dirigí otra vez al sofá y me propuse continuar con el sueño que había dejado inconcluso.

—Anda Bella, no seas aguafiestas, salgamos esta noche por favor, estoy segura de que te gustará el ambiente, además desde que tu muñequito se fue, no has querido salir a ningún lado—me tapé nuevamente el rostro para no seguirla escuchando…

Además desde que tu muñequito se fue no has querido salir a ningún lado —me reí del absurdo sobrenombre que le había puesto a Edward, más sin embargo, sus palabras no dejaban de darme vueltas en la cabeza y fue inevitable que el rostro de Edward apareciera en mi mente… lo echaba tanto de menos…

 

 Flash Back

—Así es que te ha ido bien en tus clases —me preguntaba mientras caminábamos a lo largo del lago que se encontraba en una de las plazas más grandes de todo Madrid… la denominada ‘Casa de Campo’, me recordaba tanto a Forks, solo que el clima era mucho más calido y el sol se podía apreciar en todo su esplendor durante la  primavera…

—Si, aunque artes plásticas me cuestan más que cualquier otra materia —reíamos mientras terminábamos de comer el helado que traíamos entre las manos.

El día estaba realmente hermoso, el ambiente era cálido y el sol estaba parcialmente oculto detrás de las nubes que parecían miles de borreguitos juntos en una parcela. Había sido un día realmente pesado y Edward había insistido en querer distraerme. —un poco de aire no te vendrá nada mal —había dicho y yo no pude resistirme, de verdad que alejarme un poco de todo y descansar unos momentos me serviría…

Platicábamos como si no nos hubiéramos visto en años… a pesar de que  solo había pasado una semana desde la última vez que lo vi… afortunadamente a el las materias se le facilitaban demasiado y había logrado conseguir un trabajo de medio tiempo en una radiodifusora… nunca lo había visto tan feliz, tan lleno de vida, tan sonriente… que su felicidad realmente era contagiosa, esa sonrisa que me encandilaba parecía que no quería abandonar su rostro. Estar con el era sencillo, cuando estaba a su lado no me costaba reír… las heridas de mi corazón que aún no habían sanado, parecían estar curadas en su totalidad con el hecho de contar con su presencia…

— ¿Si diga? —decía mientras terminaba de hacerme cosquillas. Rápidamente su rostro cambió su expresión y me levante enseguida para ver que es lo que le sucedía.

— ¿Qué sucede Edward? ¿Está todo bien? —su rostro inmediatamente adoptó una mueca impenetrable, la alegría que había en su mirada fue reemplazada por una tristeza tan profunda que me dio un vuelco al corazón… algo estaba mal… esto no era normal…

Caminaba de un lado a otro mientras con su mano derecha jalaba insistentemente su cabello, yo permanecía en silencio mientras esperaba una respuesta.

— ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Quién era? —le pregunté una vez que finalizó su llamada, el se había dejado caer en una de las bancas que estaban cerca del lugar en el que estábamos mientras tomaba con desesperación su rostro escondiéndolo entre sus manos.

—Era mi padre —me dijo con voz quebrada, me acerqué a su lado y con ternura pase uno de mis brazos por sus hombros en un intento de reconfortarlo.

— ¿Qué fue lo que te dijo? —el permaneció por unos cuantos minutos en silencio.

—Mi madre… mi… mi madre está internada en el hospital… —me dijo con mucho pesar, sin pensarlo, lo abracé muy fuerte para que sintiera que no estaba solo, para que supiera que estaba con el —sufrió un accidente… no se muy bien que fue lo que sucedió… pero necesito estar con ella.

—Tienes que ir a verla —el asintió con su cabeza y salimos de ahí rumbo a su departamento, le ayudé a hacer su maleta mientras el hacía unas cuantas llamadas.

—Le hablé a Rosalie para que pase por ti al aeropuerto —me decía mientras terminaba de poner en orden su maleta.

—No era necesario que lo hicieras —lo miraba con ternura.

—Claro que era necesario, no quiero que te quedes sola ni un solo instante —se acercó y me dio un fuerte abrazo que sin dudar correspondí…

 

—Lo siento tanto Edward —le dije una vez que estaba a punto de tomar su avión.

—Es una mujer fuerte, se que podrá salir de esto, sin embargo ahora ella me necesita —me decía mientras depositaba  un tierno beso en el dorso de mi mano.

—Cuídala ¿quieres? —se dirigía a Rosalie.

—Claro que si muñequito, eso no tienes porque dudarlo —el sonrío un poco ante el apodo de mi amiga.

—No soy una niñita pequeña a la cual puedas dejar al cuidado de alguien ¿sabes? —nuevamente una sonrisa surco su rostro y desde aquella llamada vi que un poco de alegría se asomaba en su mirada

—Eso lo se, pero no esta de más —tomó sus maletas después de escuchar que anunciaban su vuelo y con un fuerte apretón de manos se despidió de Rosalie quien miraba la escena con un poco de distancia. Lo acompañé hasta donde me fue permitido…

 Fin de Flash Back

 

—Han pasado ya seis meses desde que el se tuvo que marchar y siempre que puede te marca, el no quiere que estés así Bella —Rosalie me frotaba los hombros en un intento de animarme.

—Lo se… es solo que lo extraño —admití.

—El te quiere como una hermanita pequeña —reí ante su comentario, más de una vez Edward había profesado un amor diferente hacia mí.

—Si claro… —no quería debatir ese tema con ella —mejor dime ¿qué nueva locura traes entre manos? —ella sonrío complacida mientras tomaba lugar a un lado mío.

—No es nada malo —aseguró antes de proseguir —es una fiesta que se organiza todos los años con una temática diferente y en esta ocasión ha tocado algo realmente interesante —reía como si hubiera sido la mejor que se les hubiera ocurrido en años — anda quita esa carita y acompáñame, si no te agrada nos regresamos enseguida te lo prometo —la miré con dudas, ella se veía serena, resoplé y acepte a ir con ella. Nos cambiamos y arreglamos de acuerdo a la temática de lugar, que según ella era para un ambiente de misterio, de aventura… Me vistió por completo de negro y para terminar el atuendo me absurdo pañuelo negro amarrado en la cabeza. Reí al verme frente al espejo

—Si Alice me viera, pensaría que esto es una atentado contra los estatutos de la gran etiqueta  —no pude dejar de pensar en mi amiga, hacia tanto tiempo que no la veía, pero al igual que yo, ella estaba luchando por hacer realidad sus sueños…

 

 

—Nos veremos pronto Bells, más pronto de lo que te imaginas —fue lo último que dijo antes de colgar… hacía más de un mes que no hablaba con ella. Para mi pesar, al parecer todas las personas con las que estuve conviviendo en estos últimos años se empezaban a alejar de mí.

Con el ánimo un poco decaído salí del apartamento mientras Rose me hablaba de lo estupendo que sería la fiesta, hablaba y hablaba pero yo no la escuchaba, no quería ser descortés con ella después de todo lo que me había apoyado, pero en definitiva este no me sentía de ánimos para salir.

Sin pretenderlo, la soledad entró en mi corazón, haciéndome recordar cosas que debieron quedar por completo en el olvido… A pesar de que estaba rodeada de mucha gente, no podía dejar de pensar que estaba incompleta, que algo realmente me faltaba…

Rápidamente encontramos al grupo de amigos que Rose estaba buscando e inmediatamente pasé por todas las formalidades de presentaciones, muchos de ellos escultores, mientras que otros tenían empleos un tanto monótonos; secretarias, recepcionistas, licenciados en derecho y uno que otro inversionista… Todos habían venido con la intención de olvidarse por un momento del mundo en el vivían, para olvidar un poco de sus presiones….

El ambiente era animado, pero yo me encontraba sola mirando a todo el mundo a mí alrededor… Muchas caras nuevas, desconocidas, algunas alegres, otras un tanto decaídas… me hacían anhelar algo que sabía que ya no existía…

Después del tercer trago me levanté de la mesa en la que estaba y decidí salir a caminar, estar rodeada de tantas personas a veces resultaba asfixiante, incómodo…

La luna llena alumbraba por completo el jardín, en el cual, se podían apreciar muchos de los ejemplares con los que contaba Rosalie en aquel gran salón que cuidaba con mucha devoción… El aire era puro, no tenía nada de humo y se sentía tan fresco al entrar en contacto con mis pulmones…

Extrañaba tanto mi hogar, extrañaba tanto a mi familia que daba gracias a Dios que por fin en unos cuantos días el curso terminaría.

— ¿Cuántas estrellas habrán en el cielo? —me preguntaba mientras lo observaba. Que absurda pregunta Bella —debería de estar realmente aburrida para preguntarme ese tipo de tonterías.

—Lo mejor sería que volvieras y le dijeras a Rosalie que quieres irte, es lo mejor —una voz dentro de mi cabeza me dictó lo que desde el primer momento que entré al lugar había querido hacer.

—Si ella quiere quedarse será su problema no el tuyo, anda vamos a descansar —el alcohol no era un buen compañero en las tristezas, me repetí antes de querer entrar a buscar a Rosalie, pero algo inesperado sucedió, mis piernas no me respondían, mis ojos no se movían de lugar, mi corazón comenzó a latir tan rápido que parecía querer salirse de su lugar… no podía ser cierto, tenía que ser una cruel burla de la realidad…

 

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¿Qué les ha parecido? ¿Bueno? ¿Malo? ¿Mejor me decido a la pesca? Quiero agradecerle a cada una de ustedes por seguir al pendiente de esta historia, gracias a las que recomendaron este fic para que apareciera en la segunda semana de recomendaciones de la SalaCullen no saben lo feliz que me hicieron al recomendarlo. A muchas no las he leído por acá en los comentarios y me encantaría saber sus opiniones.

Gracias por la paciencia, por los ánimos por todo el apoyo que me han brindado a lo largo de esta historia... y no, no es una despedida porque creo que aún hay mucha tela de donde cortar para esta historia, solo que me entró el sentimentalismo a estas horas de la noche.

¿Algún voto? ¿Sugerencia? ¿Queja o reclamo? jaja por favor haganmelo saber, que sus comentarios son el alimento para mi inspiración

Sin más que agregar me despido de ustedes con la amenaza de pronto regresar porque creo que he amarrado al muso inspirador debajo de la cama y por ahí lo tendré un tiempesito más

Un fuerte abrazo para cada una de ustedes
Con cariño

Rebeca

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PD. No se olviden de pasar por los blogs imprimadasdeti  y escritoraeterna donde encontraran historias que estoy segura las cautivaran
PD. de la PD. Para todas mis lectoras silenciosas, por disposición del staff de LunaNuevaMeyer, solo los usuarios pueden votar y comentar... :( 
Si tu no eres usuario y lees esta historia por favor no dejes de seguirla, que con el simple hecho de que te logre cautivar me doy por satisfecha.

Capítulo 18: Dejemos Que El Tiempo Decida... Capítulo 20: Feliz... ¿Cumpleaños?...

 
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