"La esposa virgen" (+18)

Autor: nylevecullen
Género: Drama
Fecha Creación: 04/09/2010
Fecha Actualización: 22/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 29
Comentarios: 85
Visitas: 100425
Capítulos: 19

 

TERMINADA Laughing

Edward Masen Cullen un hombre con una apariencia tan fuerte que enamora, pero con una mirada sombria y tan gelida como el hielo este hombre sediento de venganza la cual cree que nunca podra completar ya que el hombre el cual daba vida ha esta se encuentra muerto pero encontrar la forma en el ultimo pariente que tiene vivo una muchacha de 18 años que se encuentra en un convento, sera que para Isabella Swan tener parenteco sanguino con un hombre con que no tuvo ningun afecto aparte del odio sera su setencia para pagar por algo que ni siquiera conoce pero ella esta decidad a no doblegarse ante nada  nisiquiera a encontrar el amor donde menos se lo imagina

 

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Capítulo 18: La muerte de quien ?

Hola disculpen la tardanza es q estoy en un nuevo trabajo y llego a las diez de la noche x eso tenia la historia algo abandonada ya este es el ultimo capitulo y falta es el epilogo espero q lo disfute saludos bye


Las facciones de Edward  patentaban sus sentimientos. Asustado, su cuñado lo tomó  del  brazo y le preguntó:
—  que pasa?
Edward  no consiguió responder. Todas las sospechas sobre Riley Hexham pasaban a tener sentido. Por que al hombre le llevo tanto tiempo buscar a  Isabella? Porque no era su hermano. Sin duda, se trataba del hombre de cabellos y ojos negros que, con un tanta diligencia, preguntara sobre ella en varias localidades. Para hacer  tanto, el tenía una buena razón. Precisaba del mayor número posible de informaciones para poder hacerse pasar por su  pariente .
Pero  por que alegaba ser el hermano de Isabella? LA respuesta era clara y dolorosa. LA antigua y rica propiedad de Hexham seria suficiente para satisfacer  a cualquier caballero mas aun  a un escudero deshonrado. LAs únicas personas que se interponian  entre el y  las tierras eran Edward  y Isabella.
Su esposa, a quien jurara proteger, estaba corriendo un peligro mayor del que el había imaginado.
***
Isabella instigo al caballo a seguir al de Riley, pero la subida de la colina era difícil. Edward  no lo aprobaria, pensó ella con un una puntada de culpa. Había aceptado el convite de su  hermano para cabalgar con la  esperanza de hablar con el a solas. Precisaba convencerlo de desistir de la propriedad de su tío.
Todavía, sus esfuerzos continuabam infructíferos. No habia conseguido conversar con un Riley, ni siquiera  había  abordado el asunto todavía . El parecía determinado a cabalgar ráapidamente a pesar del terreno resbaladizo  .
— Riley,detente — gritó Isabella.
El viento debía haber tapado sus palabras, pues su hermano no se dio vuelta.
Ella lo observó. Sin duda, Riley se  dirigia al pequeño peñasco en la cima  de la colina. Desde  alli, podría ver el rio, pero por que la había traido, ella no tenía idea.
Eso le provocó una cierta tristeza.  depues de varias semanas en la  compania de su hermano, todavía desconocía muchas cosas  respecto de el. Por mas que lo intentase, no conseguia sentir afecto familiar por el. Riley no merecia eso. Bondadoso, gentil y de temperamento flexible, el poseía todas las cualidades que le  faltaban  a su marido.
Todavía, ella amaba Edward . Naturalmente, ese sentimento era diferente. ella no podía  librarse de la impresión de que, a pesar del temperamento explosivo, Edward  merecia ser amado pero también el gentil y amigable Riley.
Isabella  se sintió perversa. Tal vez su propio carácter fuese fallido, pero continuaba prefiriendo  la compania de su marido severo. El podía estar de mal humor o enojado, pero nunca la aburria. LA vida fluía entre ambos. Con  rabia, excitación, o pasión, ellos se  alimentaban mutuamente.
Con  el esfuerzo por alcanzar la cima  de la colina, Isabella dejo de lado sus reflexiones. La tierra cedio un poco bajo sus pies  y ella se asusto. Apretando los talones al suelo, consiguió subir los últimos metros . Miró para atrás y, viendo la inclinación abrupta, calculó  el peligro .
Respiró profundo se arrepintío  de la decision insensata de haber acompañado a su hermano. Tal cabalgata sólo podía ser hecha por hombres en sus corceles y ella no podía pensar solo  en si misma. Tenía también que  preocuparse por su hijo.
— Riley? — llamo.
— Ven  aquí! — el gritó.
Su hermano miraba por el peñasco como había imaginado, pero ella no tenía ganas de llegar cerca del borde, donde la terra desbarrancaba hacia la corriente del rio.
Isabella vaciló y, entonces, se sorprendió al  ver un caballero surgir de entre los árboles, por la izquierda, y cabalgaba colina arriba.

Habría de ser Edward  en  un acceso de rabia y de celos, pensó ella. Cuando el alcanzo la cima  , paró su montura a su lado. En seguida, miró alrededor  con  desconfianza.
Isabella lo observó y no encontro su expresión rabiosa. El estaba lívido y con un mirada sombrio. Estaría enfermo, o se  trataba de una nueva faceta del temperamento volúble de el?
— Isabella, quedate aquí cerca de mio.
El tono vehemente la sorprendió. Desconfiada do ciúme do marido, ella se sintió tentada de desobedecer, pero la rigidez de las facciones de el la hizo reflexionar. Si no lo conociese bien, juraria que Edward  estaba con  miedo. Pero el no temia nada.
— Isabella, ven acá — gritó Riley.
—Mantente lejos de el, Isabella, y no te apartes de mi — dijo Edward .
Aturdida, Isabella miró a Riley y lo vio instigar la montura en su dirección. Le  Observó el semblante afáble y la comparó con un la expresión sombria de su marido.Se dio cuenta que debia atender la orden de Edward .
Lo hAllo extraño. A pesar de amarlo hacia buen tiempo, jamás pensó en confiar ciegamente en el. Tal vez eso fuese posible por el hecho de que la relacion   entre ambos  se habia tornado mas  fuerte y poderosa  que su odio y su venganza. Decidida, permanecio donde estaba.
Um barullo la hizo virar su  cabeza  hacia atrás. Vio  a Riley espoleando su caballo y se  asusto o. Ella intentó controlarlo, pero la silla se movio peligrosamente  para un lado. Isabella hubiese caído si Edward  no la salvase a tiempo, cargandola en sus brazos.
Colgando del cuello de el , Isabella quedó horrorizada cuando el cabalo de Riley casi atropello  a su pequeño palafrenero. el animal escorregou e, a mucho custo, no caiu. Ella soltó un suspiro de alívio por no estar sentada en la silla que, ahora, pendía de un lado de la montaria.
El incidente había ocurrido tan ráapidamente que Isabella no sabia como pasado. El animal de Riley  se habría asustado? P por que corrio exactamente en dirección  suya?
Percibió la tension de su marido. El la apretaba con  fuerza  contra su pecho, impedindole que se moviese . Edward  puso una cierta distancia entre ellos y Riley, pero no dejo de encararlo con  firmeza. Cuando hablo, la voz de el provoco un escalofrío de miedo en Isabella.
— Pensabas que tendrías una oportunidad mejor de posesionarte de las tierras de Hexham, si  acaso matases mi mujer y  al niño que ella lleva en su vientre?
Isabella no contuvo una exclamación, pero Riley apenas sonrió.
— Tu llegada abrupta asusto a mi caballo. Vos no podía esperar que os otros anipero no reagissin.
Isabella se sintió helada, y no por causa del viento frío. Por que Riley no le pedía disculpa, o expresaba preocupación?
— Eso no explica la silla suelta del palafrenero. Vos cortaste la cincha, o apenas no la prendiste bien? Mi mujer deberia caerse de la silla o vos pretendías empujarla?
LA falta de aire amenazo Isabella, pero, ella luchó contra el panico, su causante . Pensando en su hijo y en si misma, respiró profundo varias veces . Sólo cuando se controlo, miróa su  hermano. Como siempre, el se mostraba relajado. Nada lo afectaba? Por que no protestaba contra las acusaciones?
— No se que queres decir — respondió el con una  sonrisa.
— Vos pensabas que yo no vengaria la muerte de Isabella?
— Para de imaginarte cosas  - advertío Riley.
— No. Sos Vos  quien tiene una imaginación fértil si pensabas en matar a  mi mujer y a mi hijo para posesionarte de mis tierras. La charada se acabo, Swithun, pues se quien sos vos.
Por l primera vez, Isabella vio una reacción fugaz en los ojos de Riley, pero el hablo en voz calma.
— Vos no podes probar nada.
— Hay un hombre en Volterran que te conoce. El puede jurar que vos no sos el  hermano de mi mujer y si un escudero cobarde, despedido por no cuidar de su señor. Vos lo mataste como intentaste  hacer con  Isabella?
— Su hombre ha sido  engañado.
En seguida y para el  horror de Isabella, Riley se sacó uno de sus guantes  y lo tiró al piso delante del corcel de Edward .
— Yo me sinto insultado y niego sus palabras. Es mas, yo te desafio a luchar conmigo por las tierras de Hexham y mi derecho a la herencia.
Aterrorizada, Isabella no consiguió desviar sus ojos del guante. Sabia lo que  significaba  tal desafio..LA lucha sólo terminaria con  la muerte de uno de los dos oponentes.
— **
Abrigada bien con una capa forrada de piel, Isabella se dirigió  a la puerta del  salón.
— Mi señora, desista de ir — imploro Edith. LA respuesta de Isabella fue una mirada firme. LA criada retrocedió, murmurando  que su temerosidad era tan grande como la de lord Edward . El comentário provoco la primer, y sin duda la último, sonrisa de Isabella en ese día. Antes de que la mañana terminara, alguien cercano a ella estaría muerto.
No estaba de acuerdo con el duelo. LAs paredes del salón hicieron eco de sus gritos y de los de Edward  durante las discusiones sobre la cuestíon. Su marido había hecho una lista de todas las evidencias contra Riley y ella fue forzada a aceptar el hecho de que  ese hombre no era su hermano. Eso y  las intenciónes maliciosas de ell a habíam amargado mucho. Con todo, no deseaba que fuese muerto por su marido.
Tampoco queria a Edward  herido.
Tal admision lo había controlado por algún tiempo, pero el continuaba inflexíble. LA honra exigia la realización del duelo. Isabella no podía creer que tal disputa fuese legal. Si Riley era um impostor, entonces matando al propietario de la tierras  seria una manera fácil de quedarse con ellas  .
Esa idea atormentaba a Isabella. Y si su marido no fuese invencíble ? Sabia que el era um guerrero competente, fuerte, ágil y certero , pero algo podría fallár . Ella no suportaba imaginar su vida sin ese hombre severo a quien aprendiera a amar. Y en cuanto a su hijo? Llegaria el a conocer al padre?
Apenas el orgullo impedía a Isabella  implorarle a Edward  pde  desistir del duelo. Cuando se desperto  esa mañana, el ya había salído, privandola de las protestas finales y  de las despedidas.
Acompañada por Edith, Isabella salió. Aunque no hubiese llovido  el cielo continuaba ceniciento. Tal vez nevase mas tarde. El tiempo ruin, entretanto, parecía no impedirle a  nadie  asistir  a la lucha. Un gran número de personas se dirigia al lugar demarcado para el duelo. Por los comentarios oidos en el camino, Isabella concluyo que pocos compartian  sus preocupaciones. EN la opinión general, Edward  era un guerrero hábil y experto.
Igualmente  al llegar al lugar  y sentarse en uno de los bancos delante de la arena, ella continuaba con  miedo. Pero precisaba representar el papel de la  señora de Volterran, aunque tuviese ganas de llorar .
El silencio dominó la multitud cuando Jasperasumio la posición de juez. Su cargo era apenas formal, pues en el devenir de la lucha el árbitro real seria la muerte. Edward  se posiciono del lado norte y Riley, del lado sur. El único arma de cada uno era un baston de madera.
Jasperseñalizo e inicio la lucha y la respiración de Isabella se acelero. A pesar de sus buenas intenciónes, los pensamientos se desintegraban en una confusion de rezos y súplicas. Se había conocido la duda, ahora sabría con certeza la verdad. Amaba  a ese hombre severo que la fue a buscar al convento. Deseaba envejecer al lado de el, aunque fuera sufriendo las provocaciones , pues restaba todavía la pasión alucinante que los unia.
LA lucha comenzo. Edward  ataco primero y Riley  contuvo el golpe. Isabella sintió su respiración fallár. Cerró los ojos y se concentró en la inhalación del  aire. Por Dios, no podía sucumbir al miedo. No cuando Edward  corria peligro.
Se aferro  a esa última idea y abrió los ojos. Tenía que respirar no sólo por si misma sino también por el bebe. Eso sin hablar de Edward .
El tambaleo bajo un golpe poderoso, y Isabella mantuvo los labios apretados. Sintió la mano de alguien en la suya y, , vio  a Edith tomandola. LA pobre criada también estaba afligida. Respiro profundo.. Curiosamente, con  cada inhalación se sentia mas  fuerte, hasta conseguir mirar otra vez la lucha.
Riley, que había ganado  cierta ventaja, no era tan fuerte y grande como Edward . Tampoco tenía la misma resistencia. Luego quedó  en evidencia que el se cansaba ráapidamente. Pero aunque un golpe poderoso de Edward   partío su baston al medio, el continuó  luchando con  lo que le restaba. LAs reglas eran claras. LA lucha deberia proseguir asi fuese con los puños, los pies o los dentes.
Edward  ataco, pero a pesar de su cansancio, Riley se desvio y contra-ataco, atinando en la  cabeza de su oponente con un pedazo del baston. Edward  cayó de rodillas mientras las protestas de la multitud se elevaban en el aire.
Entusiasmado y dispuesto a matar, Riley levantó el arma quebrada, la punta irregular descendio como  un arco letal hacia el rostro de Edward . Isabella apretó la mano de Edith y todos, en silencio, se inclinaron  a fin de observar lo que podría ser el final de la lucha.
Entonces, Edward  levantó los brazos, y su  propio baston para parar el golpe y el baston  se quebrando antes que el se levantase y se arrojase sobre Riley. Este cayó y perdio su   arma. Los golpes y los puntapies, los dos rodaban en el piso. Pero una vez, Edward  probó ser el mas fuerte, a pesar de la sangre que corria por una  herida en su cabeza.
Riley, entretanto, no parecía amedrentado, ni cuando Edward , con un sus manos en su garganta, lo  tenía apretado contra el piso. EN el  instante siguiente, quedó clarA la razón para tanta confianza. Riley estiro su brazo y sacó una faca de su bota. El arma prohibida le dio nuevo coraje. Con un esfuerzo, empujo  a su oponente y se  puso encima de el. Caído de espaldas, Edward  extendio la mano con la intención de sacarle la faca.
Exclamaciones de protesta contra el quiebre del reglamento y el  temor por la vida de Edward  hicieron eco en el aire. Un brillo llamo la atención de Isabella. Vio otra faca en manos de Jasperquien se levantó y fue hacia Riley, enterrandole la faca  entre los hombros. Soltando a Edward , el cayó mientras las aclamaciones del pueblo llenaban  el aire.
Incapaz de moverse, Isabella continuó donde estaba. Oyo a Jasperdeclarar la muerte de Riley y la victoria de Edward . Con un la ayuda de Edith, consiguió levantarse y entonces, como si  una nueva vida fluyese en su sangre, corrió en dirección a su marido. 

Capítulo 20
Edward  se enjuago el sudor de los ojos y vio la mano extendida hacia el. Deseaba dispensar el auxílio innecesario de Jasper, pues queria  levantarse solo, con  dignidad. Pero no consiguió. Estaba tremulo y dudaba que sus piernas lo sostendrían. Había enfrentado luchas mucho peores y, varias veces, llegó a estar cerca de la muerte. Nunca antes, , el miedo lo habia afligido como  esa mañana.
No era  que le  diese mucho valor  a su vida, aunque esta se hubiese  enriquecido bastante depues de su casamiento. Si no fuese por Isabella y por  su hijo, el la hubiese perdido de manera honrada. El temor era por el futuro de ellos, en  caso que el pereciese.
Esa preocupación lo había atormentado desde el instante en que  el acepto el desafio. También lo había llevado a pensar si Isabella no tendría razon al insistir en la necesidad de tener una família. Si el tuviese parientes, a quien pudiese confiar su mujer y su  hijo, no habría sufrido tanto  miedo sofocante.
Firme ys in tremblar, la mano continuaba extendida para el. Edward  levantó a cabeza y enfrento al hombre que le había salvado la vida.  Se  Acordaba  de su propia aparición oportunacuando Jasperestaba bajo el  cerco del enemigo, y entonces dijo:
— Estamos  empatados ahora.
El Caballero Rojo sacudió la cabeza ncon un  gesto negativo.
— Nosotros somos hermanos.
Edward  llevó uns segundos para entender la afirmativa y, cuando lo hizo, se admiró. En verdad, el nunca estuvo solo, pues alli estaba su família a quien podría acudir en caso de necesidad. Mirando a mano extendida la tomó, permitindo que Jasperlo ayudase a ponerse en pie.
Entonces, vio Isabella corriendo hacia el. La Recibio en sus  brazos abiertos, estrechandola  contra su  pecho y fundiendo su rostro en los cabellos rojos. Tremulo, inhalo profundamente su perfume embriagador.
— Edward ! Gracias a Dios! — ella murmuró en una voz suve e reconfortante.
EN ese instante, Edith los interrumpió.
— Mi señor, los criados del villano fugaron. Y sabe a quien  vi entre ellos? Eudo, a quien el señor expulso de Volterran. El debe haberse mantenido escondido todo este tiempo.
Edward  levantó a cabeza, pero continuó con sus brazos envolviendo  a sumujer.
— Eso explica de quien Riley recibio algúnas de las informaciones.
Todos las miradaes se dirigiran al cuerpo de su oponente vencido y Edward  se dio cuenta de que no se alegraba con un la muerte de ese hombre, apenas con su propia supervivencia. Bastaba de venganza.
— Nunca  vamos a saber  si el era, o no, el hermano de mi señora — Edith comentoy , Isabella apretó su rostro en el hombro de su marido.
— No llores — Edward  le pidio. — El va a  tener un funeral digno.
Por consideración a Isabella, estaba dispuesto a hacer eso, pero tenía la certeza de que el hombre no era hermano de su esposa. Confiaba en la memoria de Jasper. El Caballero Rojo era muy sagaz para cometer ese tipo de error. Entretanto, si Isabella precisase   pruebas, el se als daria en tiempo oportuno.
— Cuando Darius vuelva sabrmos  — dijo el.
Isabella soltó un suspiro de tristeza.
— Ahora, no tengo família otra vez. Edward  le levantó el rostro, forzandola a mirarlo.
— No, mujer, tu família está aquí. Jasper, Alice , tu sobrina y nuestro bebê. Nosotros tendremos otros, Isabella. Yo también soy tu família — el sussurro.
De pie alli en la arena de lucha, con un  viento  que le volaba la capa y los cabellos flameantes, Isabella se mostraba irresistible. Edward  bajó su  cabeza y la besó en la boca, sellando la promesa hecha, mientras el pueblo los aclamaba, gritando los nombres del señor y de la señora de Volterran.

***
Edward  se  dirigió al salón y paró a la entrada al ver a esposa dormitando . Sobre su barriga dilatada, reposaba un bordado abandonado. Se Maravillou con  la tranqüilidade de la cena. El jamás imagino gozar de tanta paz como en los dos últimos meses.
El y Isabella pasaban mas tiempo de manera afáble y menos peleando. Aunque todavía discutian, ambos sabian que llegarian a un acuerdo. Hasta Los criados no huian mas cuando los oian gritarse . En verdad, la satisfacción de ellos parecía contagiosa, pues todos en Volterran se mostraban mas animados.
En esa atmosfera armoniosa, Edward   no precisaba traer una nota de discórdía. No estaba  dispuesto a eso. Seria mejor dejar a esposa dormir  y dejar la conversación para otra momento . Pero mientras decidía eso, su mujer voluntariosa abrió los ojos y, medio somnolienta, lo miró.
— Edward  — Isabella murmuró  mientras el cambiando de idea, se aproximó.
— Darius volvió. Todavía no hable con  e. Di la orden a Rowland para traerlo aquí imedíatamente ni bien lo avisten .
Isabella arregalou os ojos e endireytou-se na cadeira. Os labios formabam una linea firme. Ella se preparaba para reciber notícias malas y Edward  no podía hacer nada para consolarla. Sabia cual seria el relato del sirio. Se Sento al lado de su mujer y quedó a la espera en su compania. Este no demoró en llegar.
Darius se  paró en la entrada del salón y observó a silueta redondeada de Isabella.
— Mi señora! — exclamó.
— Darius, es muy  bueno  verte  de nuevo.
— También yo estoy contento de verte, especialmente en ese estado prometedor. Mis parabienes a la pareja— dijo el sirio, inclinadose un poco.
Edward  agradecio  con un  meneo de  la cabeza, a pesar de no gustaba la manera en  que Darius miraba a Isabella.
— Trajiste algúna novidad? — preguntó. Darius se sento en un pequeño tapete delante de la chimenea y comenzó a hablar.
— Fui hasta los pantanos en busca de informaciones sobre tu hermano, lady Isabella. Este había dicho haber servido al baron de Mollison, pero no encontre a caballero algúno con un ese nombre. Rastree toda la region, indagando a las personas, nadie conocía ese nombre. Tampoco halle  persona algúna que hubiese oido hablar de Riley Hexham.
— EL Caballero Rojo estuvo aquí y lo reconocio como el escudero de un guerrero que luchara con  Edward en Gales — conto Nícholas.
— Lo Lamento mucho, lady Isabella — dijo Darius. Con una mirada triste, ella bajó la cabeza.
— De los pantanos, fui al lugar de su nacimento, donde también converse con  las personas. AlLá, localize a una señora que no sólo se acordaraba de su hermano sino  también de haber cuidado de el en sus últimos momentos de vida en su infancia.
Aunque Isabella no luchase por respirar, Edward  la observó con un cierta aprehension.
—Gracias por tu esfuerzo, Darius. Imagino cuanto te costó viajar con un este mal tiempo  — agradecio ella. — Tal vez en la primavera podría   visitar la tumba de mi hermano. Es un alivio saber que el realmente, está  en paz.
— El es un impostor? — el sirio quiss saber.
— Está muerto. Gracias, Darius. Naturalmente, vos querras descansar del largo viaje.
Ya en pie, el sirio se inclino ante Isabella y salio.
A solas con su mujer, Edward  se  sintió impotente. No sabia  expresarse con  facilidad y, por eso, no encontraba las palabras para consolarla.
— Yo queria que  tuvieses la certeza de que el hombre muerto en la lucha no era su hermano — explicó el.
— EN lo profundo de mi corazón,  siempre supe que el no era Riley.
Sin saber  que decir, Edward  se mantuvo calládo y Isabella prosiguio.
— El corazón es una cosa maravillosa. El ve verdades que la mente no percibe.El mio es muy grande, Edward . Aunque vos seas el primero y el mas importante en el, todavía sobra lugar para otras personas.
Sin saber a donde ella queria llegar, Edward  continuó en silencio.
— Existe lugar para Edith, Wilie, Jasper, Alice, Sybil y hasta para Darius.
Ráapidamente, el ala miró. Sus ojos verdes estaban calmos y límpidos.
— Y todavía hay lugar para nuestro hijo. Edward , yo puedo amar a todos ellos sin amarte menos a vos.
Atonito como para hablar, Edward  continuó mirandola. Quiso refutarla, pero no lo consiguió. Lucho con sus palabras, pues su mujer  estaba  en lo cierto.
Desgraciado egoísta, ella lo había llamado una vez. Era verdad. El queria todo su afecto para si mismo y resenti lo  que ella dedicaba a otras personas.. También había jurado protegerla por razones erradas. No había pensado en su bien-estar sino  en la propia paz de espírito.
— Amar es dar y compartir, Edward  — ella afirmó con voz suave.
El bajó la mirada, pero Isabella le tomó la mano y la colocó sobre  su vientre.
— Estás sintiendo, Edward ? Es yu hijo. Confesó que su corazón era  suficientemente grande  para el.
Con la palma de la mano, el sintió los movimentos del bebeAsustadi , respiró profundo. Como un hijo, todavía en gestación, podía  hacerse conocer?
— Nunca imagine...
— Esta viendo, Edward ? El está se comunicando con  vos.
Arrodillandose ante della, Edward  colocó su cara sobre su vientre. Sintió que se ondulaba. De repente, se  dio cuenta de al existencia de otro ser en el cuerpo de su mujer, su propia vida . De la misma forma, admitío que lo amaria como amaba a Isabella.
Levantó la cabeza y vio su sonrisa tremula y los ojos verdes llenos de lágrimas. Había tenido la impresión que la amaba desde siempre. Imposible, se Había  sentido vacío por largos años, hasta que  Isabella entrara en su vida y llenó con un su energia, calor y pasión.
— Yo ol amare, Isabella, asi como te amo  a vos— murmuró con un voz ronca.
— Muy bien! — exclamó ella secandose las lágrimas y sonriendo. Depues, rió alto ,con  aquella sonoridad que le movia el alma.

— ***

Edward  andaba de un lado para del otro del corredor. Fue mandado afuera del cuarto, donde su  mujer estaba en trabajo de parto. Pero no queria  apartarse de alli.
Se Sentia aprehensivo. El recuerdo de la enfermedad de Isabella lo perseguia. El la vio, fría e imóbil, hechada en la cama inmensa. El estómago, que hacia mucho se le había sarado, se contrajo horriblemente y el miedo aumento.
LOs primeros gritos de Isabella lo dejaron desesperado y Edward  comenzó a sudar. LOs siguientes gritos lo hicieron correr  a  la puerta del cuarto, pero el se dominó y no la abrió.  vio el rostro de Willie surgir en lo alto de la escalera, pero con una mirada furiosa, forzó al marido de Edith a retroceder.
LOs minutos pasaban con un una lentitudd exasperante y cuanto mas  andaba por el corredor mas agitado Edward  quedaba. LOs gemidos de Isabella pasaban  a ser casi continuós. À  veces eran altos, otros, suves, forzandolo a agudizar el oido. Ellos significaban que su mujer continuaba viva y respirando.
Edward  ya había visto mucha tristeza y sabia con  que ráapidez la muerte se ganaba  una vida. Bastaba con recordarar los  días sombrios de la enfermedad de Isabella. Ella casi se fue. Desde entonces, la vigilio constantemente.
Excepto en ese momento. LA idea de que su mujer pudiese estar muriendo allá en el cuarto, lejos de su alcance , hizo que Edward  empezase a actuar. Fue hasta la puerta y la abrió con un estruendo, alarmando a las personas. De entradaenfrento la situación.
Isabella estaba echada de espaldas en la cama, Edith se mantenabía al lado de la partera, a sus pies. Una saban  le cubria las rodillas levantadas. LA vieja partera, que lo había traido al mundo a el ,  lo encaro con un mirada feroz.
— Mi señor, salga de aquí inmedíatamente! Desacostumbrado a ser contrariado, excepto por su esposa, Edward  imaginó si la vieja no seria una bruja. No confiaba en ella.
— Por que el  niño todavía no nacio? — preguntó el.
— Mi señor, tenga um poco mas de paciencia. Todavía no llego la hora — interferiu Edith.
— Paciencia?! Estoy oyendo sus gritos hace cerca de una hora!
Em vez de acordar con  la acusación conmovedora, Edith le pidio que siguiera esperando.
— Esto va a llevar otro tanto. El señor precisa ir allá  afuera y esperar. Nosotros le avisaremos cuando el bebe nazca.
— No salgo de aquí hasta verificar que está pasando con mi mujer!
— Puedes dejar que mi marido se quede! — Isabella gritó. — Mejor, el que venga  aquí y vea lo que  estoy pasando!
— Isabella — Edward  murmuró al  aproximarse ráapidamente a la cama.
Ella estaba arqueada, con su rostro rojo y no aparentaba la palidez de la muerte. Tampoco parecía estar pasandolo bien. Mientras el la observaba, sus facciones se contraían en un espasmo de dolor.
— Como te sientes? — preguntó el.
—Acercate  y dejame retorcerte el pene. Asi sabrás como me siento — respondió ella, jadeante.
LA sugestión lo dejo perplejo por un instante. Entonces, Edward   le  dirigió una mirada severo.
— Fuiste vos quien quiso este bebe! Ahora, no vengas a  culparme por el incomodidad.
— incomodidad?! Yo te provocare incomodidad,  desgraciado! LA culpa es toda tuya! Vos me llevaste  a la cama!
— Vos me sedujiste!
LOs dos gritaban tan alto  que no oyeron a la partera decir:
— Haga fuerza, lady Isabella.
Fue preciso que Edith repetiese la orden en voz bien alta .
— Haga fuerza, mi señora!
Isabella oyo y obedecio antes de volver a gritarle  a Edward .

Isabella volvió a hacer fuerza, su rostro quedo color escarlata. Edward  se sintió alarmado, pero su mujer lo injurio nuevmente.
— Nunca mas me  toques!
— EN ese caso, vos precisas mantener las manos lejos de mi. No pienses que esta vez vas a  conseguir hacerme cambiar de idea con  tus sutilezas.
— Hombre taimado!
— Mujer cabezona!
Los ojos de Isabella brillaban de furia. Pero entonces, ella gemio y se tiró sobre las almohadas, mientras extendía la mano . A pesar de sus amenazas, el le tomó con un fuerza  la mano y le entrelazo los dedos. En ese mismo instante, el llanto  de un niño hizo eco  en el  cuarto.
Atonito, Edward  miró hacia  los pies de la cama, donde la partera le entregaba una forma minúscula a Edith, mientras murmuraba:
— Pobre criatura! Imaginese tener la sangre de esos dos! Ellos son locos.
Sonriendo, Edward  giró hacia su mujer y ella, con  los ojos humedos, murmuró:
— Yo no quise decir nada de eso.
— Ni yo — admitío el, alargando la sonrisa.
Por um momento, se mirando sintiendo que el  amor  fluía entre ellos como un rio caudaloso. Entonces, Edith se aproximó  y le entrego un bultito a Edward .
— Un varon. Un heredero  de Laci — dijo ella con un lágrimas de emoción.
Edward  pegó  a su hijo en la cola y pensó que explotaria con la fuerza de la alegria sentida.


Espero su comentarios saludos bye.

Capítulo 17: La verdad sobre el extraño Capítulo 19: Epilogo

 
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