Sed de Sangre

Autor: Garita3113
Género: Romance
Fecha Creación: 19/05/2013
Fecha Actualización: 26/01/2015
Finalizado: NO
Votos: 4
Comentarios: 28
Visitas: 9716
Capítulos: 9

 

 

Esta es la historia de Ann una medio vampira que desde el primer momento se ve en el problema de poder morir por el veneno que un vampiro le trasmitio al intentar transformarla sin exito. Todo mejora porque para apoyarla a lo largo de su, quiza inmortal existencia ecuentra amigos y quiza hasta un compañero de viaje. 

A su vez tambien se entremezcla la historia de Mai una joven vampira que sufrio mucho en vida y sigue sufriendo hasta que conoce a Ann, a la familia Cullen y al chico que lleva buscando toda su vida.

¿Podran llegar a ser realmente felices las dos en un mundo donde habita la maldad y las criaturas que quieren hacerles daño? ¿Podran tener un final feliz?

 

 

Esperamos que os guste! Smile 

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Capítulo 8: Corazón derretido (Mai) (Parte 2)

Me quedé en silencio con el papel en la mano, ¿Qué podía decirle? No sabía que hacer pero no hizo falta porque en ese momento sonó la alarma anunciando el final de la clase y Jeremy se fue, pero me dedicó una sonrisa antes de marchar, yo guarde la hoja en uno de los bolsillos del pantalón y sonreí antes de dirigirme a la siguiente clase.

En el pasillo me encontré con Ann que venía con Edward a su lado.

-      Hola – Le devolví el saludo, parecía muy contenta, luego me prometí preguntarle cual era el motivo, por el momento me retuve.

Abrí fuertemente los ojos y miré a Edward de reojo, ¿Había estado todo el rato escuchando? Me relajé ligeramente al ver que no hacía ningún tipo de gesto, solo miraba a Ann, parecía completamente ausente, sonreí con fuerza ante la escena que tenía ante mí.

-      Mai, ¿Vamos a clase?

-      Claro

-      Vamos Edward – Él sacudió la cabeza y reaccionó, me reí y los dos me miraron extrañados pero yo aparté la mirada

-      ¿Vamos?

Me siguieron y nos fuimos a clase, allí me encontré a Jeremy con dos compañeros que supuse que serían de la manada, me di cuenta de que Edward estaba a mi lado por lo que empecé a tararear una canción a la vez que gritaba para ocultar mis pensamientos, era algo a lo que estaba empezando a acostumbrarme cuando él estaba cerca, me miró y yo hice una prueba Hola no hizo ningún movimiento y me relajé ligeramente aunque sabía que podía estar intentando leer mis pensamientos y no quería que los supiese, empecé a gritar y a reproducir la canción con más fuerza, el hizo un ligero gesto de dolor Lo sabía.

Estaba tan absorta evitando que leyese mis pensamientos que no me percaté de que todos se habían sentado y yo estaba de pie en medio de la clase.

El profesor estaba entrando por la puerta por lo que me dirigí rápidamente a una mesa y me senté en el primer pupitre libre que encontré.

Miré a mi lado y observé como unos curiosos ojos verdes me miraban, miré al frente lo más rápido posible para evitar que ella se animase a hablar pero no funcionó.

-      Tú eres Mai Hale ¿No? – La miré

-      Sí, ¿Por qué lo preguntas? – ella miró al frente y se sonrojó, pude ver como la sangre subía a su rostro bombeada por su corazón, no pude evitar que la boca se me llenara de ponzoña cuando un pensamiento pasó por mi mente ¿Cómo sabría su sangre? Tragué rápidamente la ponzoña y esta bajó lentamente por mi garganta quemándola a su paso y cortando mi respiración, la chica me miró de nuevo.

-      Es que vosotros no soléis sentaros junto a nosotros

Me quedé en silencio, supuse que con vosotros se refería a los Cullen, pero con nosotros… ¿quería decir que sabía que éramos diferentes? Miré a Edward de reojo y este negó levemente, solo dejé que escuchase ese pensamiento porque al instante retomé los gritos y la melodía para ocultar mis pensamientos, miré al frente de nuevo y me encogí de hombros.

La chica no dijo nada más y se lo agradecí, no habría podido contestarla ni de haberlo querido dado que había cortado mi respiración para evitar que su olor llegase a mí.

Hubo un momento en el que pensé que la hora jamás terminaría, pasé la hora fingiendo que atendía al profesor a la vez que notaba la mirada de Jeremy clavada en mi espalda lo que me provocaba un cosquilleo al que estaba comenzando a acostumbrarme, finalmente sonó el timbre liberándome de aquel suplicio, no podía oler más que la sangre de esa chica que se había impregnado en mi mente, comencé a oír centenares de corazones latiendo a ritmos diferentes, la boca se me llenó de ponzoña de nuevo y la tragué haciendo que mi garganta ardiese con más fuerza, recogí rápidamente los libros y me marché de clase antes de que el resto hubiese empezado siquiera a cerrar sus cuadernos, supuse que Ann  y tal vez Edward y Jeremy se habían quedado mirándome peor no me importó, solo podía pensar en salir de allí lo más rápido posible. Me dirigí rápidamente al baño y cerrando la puerta dejé caer mi cuerpo sobre ella de costado, fui deslizándome lentamente hasta quedar sentada en el suelo, apoyé la cabeza sobre la puerta  y cerré los ojos respirando lentamente, ya no oía los latidos tan cercanos y el olor se había mitigado tanto que casi ni lo notaba, un nuevo sentimiento invadió mi mente, la culpa, que al poco rato fue sustituida por odio y desprecio hacia mí misma, ¿Cómo había podido pensar ni siquiera por una milésima de segundo en alimentarme de un humano? Puse la cabeza entre mis manos y me agarré el pelo con fuerza, era un monstruo, no merecía vivir, mis ojos habían tratado de llorar en su intento de descargar mi frustración sin éxito y ahora me escocían, ¿Por qué había sido tan difícil? ¿Tantos años de autocontrol no habían servido para nada? Solté mi pelo y golpeé la cabeza contra la puerta de mi espalda a la  vez que apretaba las manos convirtiéndolas en puños.

De pronto noté la presencia de alguien tras la puerta y escuché como esta era golpeada levemente, me levanté rápidamente y froté mis ojos con fuerza a pesar de que no había lágrimas en ellos, ya no podía llorar, nunca más podría hacerlo, los ojos volvieron a escocerme ante aquel pensamiento pero sacudí la cabeza para librarme de aquellos oscuros sentimientos.

-      Mai – Me quedé en silencio bloqueada, ¿Por qué estaba Jeremy aquí? No quería que me viese así, me sentía avergonzada por lo que había pasado – Mai, sé que estás ahí, me metí en uno de los baños y cerré la puerta, había que era algo infantil pero hacía tanto tiempo que no había estado entre personas que no sabía cómo actuar de forma normal – Voy a entrar

Oí como la puerta se abría y me quedé en silencio abrazando mis piernas para protegerme de un dolor que sentía en el fondo de mi pecho, pero no funcionaba, el dolor estaba dentro de mí, me hería desde dentro, noté como un punzón se clavaba en mi muerto corazón y me apreté el pecho con fuerza para mitigarlo a la vez que notaba como expiraba todo el aire que había en mis pulmones y comprobaba que no podía coger aire de nuevo, de pronto, mi cuerpo dolía como si miles de cuchillos estuviesen atravesando mi piel.

Noté como Jeremy posaba su mano en la puerta y la empujaba , pero antes de que terminase de abrirla me lancé a sus brazos, él se quedó completamente inmóvil  y yo comencé a sollozar contra su pecho, cuando reaccionó me devolvió el abrazo y se acercó a mi oreja.

-      ¿Qué te pasa? – Empecé a sollozar con mayor intensidad y él me abrazó con más fuerza – Tranquila, no pasa nada

-      No puedo

-      ¿El qué?

-      No tengo autocontrol suficiente, no puedo estar aquí, soy un monstruo, debería estar alejada de todo el mundo – él estiró sus brazos dejando apoyadas sus manos en mis hombros y me miró fijamente.

-      Relájate, no eres una mala persona, y mucho menos un monstruo, no podrías serlo ni aunque quisieses, no está en tu naturaleza, ¿Sabes qué? – Le miré expectante – Eres el vampiro más humano que conozco

-      ¿Lo dices en serio? – Asintió con la cabeza

-      Nunca había oído de ningún vampiro que fuese capaz de alimentarse como tú lo haces, eres diferente – Se acercó ligeramente a mí que ahora estaba sentada en el suelo y le miraba con curiosidad, se agachó a mi lado, estaba tan cerca de mí que mis piernas comenzaron a temblar, probablemente, de haber estado en pie me habría caído - Eres especial

Dijo esas palabras tan cerca de mi oído que al notar su aliento noté un escalofrío que atravesó mi cuerpo empezando por mi espalda, estaba empezando a acostumbrarme aquellos cosquilleos, se sentían bien, él se levantó y me tendió la mano.

-      ¿De verdad lo crees? – Sonrió

-      ¿Sería amigo tuyo si no fuese así? – Le abracé de nuevo, al rato el comenzó a alejarse, me acerque de nuevo a él

-      Espera, ¿Nos vemos luego en él límite? – Sonrió

-      De acuerdo

Le dediqué una sonrisa y él me la devolvió, después de dejar un tiempo prudencial desde su partida, decidí salir, ya que no quedaba nadie en los pasillos, las clases habían empezado hacía mucho tiempo y ya era muy tarde para asistir.

Decidí dar una vuelta para seguir conociendo el instituto. Después de unos cuantos pasillos, comencé a sentirme familiarizada con el entorno, recordaba haber estado allí, miré a mi alrededor y después de verificar que los pasillos estaban completamente vacíos, me encaminé hacia la zona abandonada que había visto con anterioridad, la luz sobre la puerta parpadeaba ligeramente, como si estuviese tratando de llamarme y atraerme hacia su interior.

Al entrar me encontré de nuevo con una amplia habitación repleta de cajas, no pude evitar nuevamente mi asombro al pensar que esta zona estaba completamente olvidada.

Miré de nuevo la habitación y me fijé en algo en lo que no había reparado antes, al fondo, tras unas estanterías había un esqueleto colgado, al principio me asusté, hasta darme cuenta de que era de plástico, lo más seguro es que fuese de una antigua clase de biología, me fijé mejor en el entorno y vi que las estanterías estaban repletas de pizarras diminutas y a su lado había varias cajas enmohecidas y roídas por el paso del tiempo, la caja que había abierto aún seguía igual, prueba de que nadie había entrado desde que yo encontré el lugar.

Respiré hondo y no pude evitar toser, la estancia seguía repleta de polvo, la suciedad se apilaba por las esquinas y la variopinta variedad de objetos que se esparcían sin orden alguno por la habitación.

Entonces, noté algo que se movía entre mis pies, y al mirar abajo, vi un pequeño ratón que me devolvió la mirada curioso, lo cogí con suavidad, tenía lo que parecía ser un trozo de queso entre las patas delanteras, miré a mi alrededor y sonreí al ver vacía la trampa para ratones ¿Él había sido capaz de esquivar la trampa? Sonreí y me pareció ver como él sonreía, le acaricié ligeramente la cabeza y lo deposité en el suelo de nuevo, me marché de allí prometiéndome a mí misma que volvería mañana con un trozo de queso para él. El ratón me siguió hasta la puerta y se quedó mirándome en silencio con gesto de abandono al cerrar la puerta, tuve que hacer acopio de todo mi autocontrol para no cogerle y llevarle conmigo.

Aún quedaban veinte minutos de clase por lo que decidí seguir mirando, me fijé en que había unas escaleras que subían hacia el piso de arriba y fui hacia allí, me encontré con otra puerta aparentemente cerrada, tenía un candado, pero estaba tan oxidado que al tocarlo se precipitó rápidamente al suelo, pude cogerlo antes que lo alcanzase y provocase un estruendo que llenaría la zona de alumnos curiosos en cuestión de segundos, gracias a mis reflejos vampíricos.

Atravesé la puerta y pude ver para mi asombro que estaba en el ático, miré sorprendida a mi alrededor, jamás habría imaginado que este instituto tuviese uno, miré el cielo y vi como el sol comenzaba a asomarse entre las nubes, pero con la niebla, la luz apenas lograba pasar y no tocaba mi piel directamente, un rayo de sol traicionero lo logró, tocó mi brazo y este comenzó a brillar de nuevo, miré mi brazo sorprendida, aunque ya sabía lo que producía la luz del sol en nuestra piel no pude evitar quedar maravillada al verlo, recordé la primera vez que vi el cambio que sufría mi piel al contacto con el sol y me sorprendí de nuevo al pensar que jamás había visto ese fenómeno a pesar de llevar años oculta en el bosque.

Bajé rápidamente las escaleras para advertir al resto de que tendríamos que volver a casa de nuevo, odiaba aquellos días otoñales tan imprevisibles, no pude evitar que una pregunta que me hizo aligerar el paso invadiese mi mente ¿Qué pasaba si al salir, el sol se asomase, empezásemos a brillar y nos descubriesen?

Al bajar me encontré con Alice que estaba apoyada contra la pared con un pie sobre ella con gesto pensativo, al acercarme me miró con los brazos cruzados.

-      Por fin bajas, pensé que tendría que subir yo misma, los demás ya se han ido, el sol está empezando a salir, tenemos que marcharnos ya si no queremos que nos descubran – La miré asombrada mientras la seguía

-      ¿Vosotros ya sabíais lo del sol? – Se giró y me miró sorprendida

-      ¿Tú no lo sabías? Es prácticamente lo primero que ves al convertirte en vampiro, cómo tu piel brilla ligeramente aunque el sol intensifica los síntomas hasta el punto de que los humanos también pueden verlo – Me quedé pensativa a la vez que miraba más a fondo su piel, sí que era cierto que brillaba, pero no me había dado cuenta hasta ahora, me fijé en mi piel y no vi el mismo brillo que desprendía la suya, fruncí el ceño

-      Yo no creo que mi piel brille cunado no me da el sol – Ella me miró extrañada de nuevo

-      Ahora que lo dices, tú piel apenas brilla, que curioso

-      Además nunca he salido del bosque desde que me transformé, nuca me ha dado el sol desde entonces – Su asombro aumentó

-      ¿En serio que no lo sabías? – Negué con la cabeza de nuevo y ella sacudió la suya – Bueno, pues ya lo sabes, ahora, corre

Salimos rápidamente de allí y tras asegurarnos de que nadie nos veía, nos adentramos en el bosque y comenzamos a correr, me quedé pensativa.

-      Pero, Alice, ¿Tú no veías el futuro? – Ella me miró sin aminorar la marcha

-      Sí, pero hoy, al ver el tiempo que hacía esta mañana, ni siquiera se me ocurrió mirar.

Llegamos a su casa y entramos rápidamente, todos estaban allí excepto Ann, supuse que dada su condición, se habían asegurado de que el sol no le suponía ningún problema, todos me miraron y yo me quedé completamente en silencio, Carlisle avanzó hacia mí y me habló.

-      Cuando hace sol solemos ir a cazar, ¿Vienes? – Miré al resto y vi que todos parecían indiferentes ante la idea excepto Rosalie que me miraba con desagrado

-      No os preocupéis, no lo necesito, fui a cazar hace poco, no hay problema

-      ¿Estás segura? – Asentí con la cabeza – De acuerdo, como veas pero evitar salir de casa a cualquier lugar donde algún humano pueda verte

-      De acuerdo

Se marcharon todos y me quedé quieta en medio del salón, miré el reloj que estaba en la pared y vi que eran las tres y media, había quedado con Jeremy sobre las cuatro, no pude evitar sonreír al recordarlo, cogí mi mochila y salí de la casa encaminándome al bosque, como la casa estaba tan apartada, no tenía nada más que bosque a su alrededor; hectáreas y hectáreas únicamente habitadas por los seres del bosque, no había ni un solo ser humano en varios kilómetros a la redonda, no había problema en que corriese con toda libertad a pesar de que el sol lanzase ligeros fragmentos de luz que llenaban el bosque de puntos brillantes que lo hacían ver más mágico de lo que ya me lo parecía en un principio, antes de irme giré la cabeza y miré fijamente la casa, no negaba que fuese bonita aunque yo no me sentía muy a gusto en ella, era demasiado fría, demasiado blanca, demasiado brillante, aunque ahora que lo pensaba, así éramos los vampiros ¿No? Parpadeé seguidamente para recuperar la vista después de que un rayo de luz impactase directamente con la casa haciéndola por unos instantes, más brillante de lo que ya era y me encaminé de nuevo hacia el bosque.

Salí del bosque sin disminuir mi marcha, a los pocos minutos llegué a casa de Ann y entré por la ventana, su padre no estaba, probablemente estaría trabajando.

Dejé la mochila en mi cuarto y saqué la hoja de la conversación que había tenido con Jeremy esta mañana, sonreí de nuevo al recordarlo, bajé a la cocina y miré el reloj, eran las cuatro menos diez, decidí cambiarme y ponerme una blusa y unos pantalones que me había dado Alice.

Me reí recordando la cara de Rosalie al ver como Alice me daba su ropa. Me miré al espejo y me gustó lo que vi en él.

Salí de nuevo por la ventana y me dirigí rápidamente al límite, allí subí a un árbol y me quedé esperando en silencio.

Al poco rato un lobo se acercó al lugar en el que estaba, al llegar  a mi altura se quedó quieto unos segundos olfateando el aire, me miró y al poco rato dio la vuelta alejándose de mí, supuse que iría a cambiarse y volvería como humano, pero yo quería verle como lobo un poco más, no podía evitar tratar de imaginar cómo sería hundir los dedos en su pelaje, finalmente la curiosidad logró su objetivo.

-      Espera – El lobo se giró y yo salté del árbol, me acerqué a él y extendí la mano en su dirección con intención de tocarle - ¿Puedo?

Jeremy asintió y yo comencé a tocar suavemente su pelaje, la capa superior era más áspera pero al ir hundiendo la mano, el pelo iba suavizándose hasta llegar a su piel que tenía una temperatura bastante elevada en comparación con la mía.

Me quedé masajeándole en silencio hasta que ya no hubo diferencias de temperatura entre su piel y mi mano, era algo extraño, hacía mucho tiempo que no me había acercado tanto a alguien como para sentir su calor, pero era algo agradable, él se tumbó sobre el césped  y yo me senté a su lado apoyada en su lomo, cerré los ojos y dejé que mi cuerpo se relajase escuchando los latidos de su corazón y empecé a pensar en un futuro feliz, en un futuro en el que realmente podría llegar a sonreír, de pronto noté como él se movía y abrí los ojos, le miré apenada ante la idea de que se fuese pero él me respondió con una mirada tranquilizadora y se escondió tras unos arbustos, sentí la tentación de acercarme pero me contuve, vi su silueta al levantarse, al poco rato salió con unos pantalones, no pude evitar quedarme asombrada de nuevo ante la perfección de su cuerpo, aparté la mirada avergonzada y pude escuchar su risa.

-      ¿Te pasa algo? – Sacudí la cabeza y me giré para encararle pero lo hice con los ojos cerrados para evitar quedar hipnotizada de nuevo

-      No, estoy bien – Oí su risa de nuevo

-      ¿Y por qué no puedes abrir los ojos? – Me mordí el labio inferior

-      ¿Podrías vestirte al menos? – Se acercó y noté como algo se encogía en mi pecho

-      ¿Por qué? ¿Acaso te altero? – Me mordí el labio inferior de nueva

-      N…no pe…ro e…s…s incómodo hablar con alguien medio… des…nudo – Él se rio de nuevo y abrí los ojos, de pronto se giró y me miró

-      ¿Con que incómoda ee? – Yo asentí avergonzada y él cogió una camiseta de detrás de los arbustos y se la puso a la vez que se acercaba a mí, no pude evitar echar una última mirada a su abdomen antes de que este quedase cubierto por una tela marrón, suspiré y levanté la mirada encontrándome con un sonriente Jeremy - ¿Ya vuelves a reaccionar como una persona normal? – Le golpeé suavemente

-      Idiota

-      ¡Ouch! – Le miré asustada

-      ¿Estás bien? – Él se rio de nuevo

-      Sí, como ya te dije, para ser un vampiro, eres una debilucha – Me enfadé y le golpeé un poco más fuerte

Nos dirigimos hacia un árbol y nos sentamos bajo el apoyados en su tronco, me senté a su lado y coloqué la cabeza sobre su hombro, él no se apartó al notar la diferencia de temperatura que ahora no era tan evidente dado que habíamos estado tumbados cando él estaba como lobo, decidí burlarme un poco de él.

-      ¿Pues sabes qué?

-      ¿Qué?

-      Eras más suave como lobo – Se apartó ligeramente de mí y le miré preocupada porque se hubiese enfadado

-      ¿De verdad que no te importa que sea un lobo? – Negué con la cabeza

-      ¿A ti te importa que yo sea un vampiro?

-      No, pero se me hace raro que te agrade tanto mi presencia – Aparté la mirada y miré al frente

-      De pequeña siempre me entusiasmaron los lobos, su entorno, su medio de comunicación, su forma de moverse sigilosos por el bosque como si fuesen sombras que lo protegían… a menudo soñaba con que me convertía en uno y me iba corriendo al bosque, me lo planteé en más de una ocasión, irme a vivir sola al bosque, sin ver a nadie, hasta que la naturaleza cumpliese su objetivo pero cuando me atreví a irme nunca hubiese imaginado que mi futuro iba a ser tan distinto de como yo lo imaginaba, nunca se me habría ocurrido que me convertiría en vampiro, yo no quería ser uno. Es más, ni siquiera creía en ellos – Miré al suelo – y mírame ahora, llevo tanto tiempo metida en los bosques que todo se me hace nuevo y no acabo de acostumbrarme a estar con las personas – Le miré con la cabeza apoyada en las rodillas, él parecía sentir pena por mí

-      Pero conmigo no es así ¿No? – Me respondió con una sonrisa acunado me acerqué a él y me apoyé en su hombro de nuevo cerrando los ojos

-      No, contigo no, eres diferente, no sé cómo explicarlo, es… raro, no estoy acostumbrada a lo que siento cuando estoy cerca de ti, es… agradable – Me giré hacia él - ¿Sabes lo que quiero decir? – Abrí los ojos y le miré, él me devolvió la mirada con sus penetrantes ojos castaños, tenían un brillo especial, casi hechizante, se acercó a mí.

-      Creo que sí – Me sujetó suavemente la mandíbula y se inclinó hacia mí, yo alcé el rostro y cerré los ojos.

Sus labios se juntaron con los míos, por un instante, fue como si miles de mariposas volasen libremente por mi estómago, no pude evitar pensar en la gran cantidad de energía que desprendía nuestros cuerpos al unirse, noté como un calor abrasador se expandía desde mi interior, era una sensación con la que sabía que no podría conformarme, quería más de él, quería que la sensación se intensificase, pero en ese momento él se alejó de mí y le miré preocupada, ¿Él no había sentido lo mismo? ¿No le había gustado cómo a mí? Disipé mis dudas al mirarle a los ojos y ver el aire salvaje que les rodeaba, vi mi reflejo a través de ellos, estaba ligeramente despeinada y mis ojos tenían una expresión similar, mucho más salvaje, me asusté de mi reflejo y aparté la mirada.

-      ¿He hecho algo mal? 

Le miré, mi expresión había cambiado por completo, ya no parecía un animal salvaje sino que me veía a mí, una chica asustada e indefensa oculta en un cuerpo de mármol que aparentaba normalidad.

Miré su rostro de nuevo y no necesité más impulsos, parecía preocupado otra ve y yo no quería verle así, no podía, no lo soportaba, giré mi cuerpo y terminé sobre él con una pierna a cada lado de su cuerpo, le sujeté el cuello de la camiseta y le atraje hacia mí.

Nuestros labios se unieron y pude comprobar su reacción al instante, me agarró de la cintura y nos hizo rodar hasta quedar sobre mí, abrí la boca al ver la suya acercándose, nuestras lenguas se juntaron y comenzaron a jugar a la vez que él lo combinaba  a menudo con leves mordiscos en mi labio inferior, nos alejamos ligeramente para tomar aire y me acerqué a su cuello, localicé su pulso y le besé allí donde lo sentía con más fuerza, un ligero gruñido salió de él y sonreí. Jeremy colocó una de sus manos al lado de mi cabeza mientras que la otra se introducía lentamente por debajo de mi camisa provocando escalofríos a su paso, comenzó a desabrochar los botones lentamente y me detuve, él me miró y yo desvié la vista.

-      ¿Estás bien? – Me mordí el labio inferior - ¿Qué te pasa?

No podía mirarle a la cara, no podía, no podía responderle, no encontraba mi voz, ¿Cómo decirle que me daba miedo? ¿Qué nunca había estado tan cerca de nadie? Finalmente logré mirarle.

-      Yo… nunca… - Él me miró comprensivo

-      Yo tampoco pero si tú no te sientes preparada… - Aparte la mirada de nuevo avergonzada

-      Lo siento… - Él sujetó mi mentón suavemente y me hizo mirarle

-      No tienes porqué pedir perdón, ahora no es el momento, ya llegará – Se levantó y me ofreció la mano para ayudarme a levantarme – Además – Me sujetó de la cintura y me atrajo de nuevo a él – Tenemos todo el tiempo del mundo – Me besó suavemente y le miré extrañada

-      ¿No envejeces? – Él sonrió

-      No – De pronto oímos aullidos y él se quedó en silencio

-      Me están llamando, tengo que irme – Me dio un último beso y se alejó de mí, se giró antes de desaparecer – Nos vemos mañana en mates

Se fue y me quedé sonriendo, una ráfaga de viento sacudió mi pelo y su olor vino con gran intensidad, olía a él, su olor estaba impregnado en mi cuerpo, sonreí con más fuerza. Miré al cielo, estaba anocheciendo por lo que me dirigí corriendo a casa.

Al llegar me encontré con Ann, parecía muy feliz, al preguntarle que le pasaba, me contó que había ido con Edward a un prado después de que él fuese a alimentarse, sonreí contenta al verla tan animada.

Al poco rato se fue a dormir, yo salí por la ventana y fui a correr.

 


Hola, aquí está el capítulo como prometimos, al final parece ser que será imposible continuar con el ritmo que nos propusimos, este fic comenzó siendo algo de ocio, algo con lo que disfrutaséis vosotros leyendo tanto como nosotras escribiéndolo por lo que lamentablemente, no habrá un capítulo esta viernes y nos tomaremos más tiempo para escribirlo, las cosas a la carrera no salen bien y cuando el ocio comienza a absorber la necesidad deja de ser agradable, por lo que sintiéndolo de veras, habramos de ralentizar la periodicidad entre los capítulos.

Esperamos que disfrutéis este capítulo tanto como nosotras y hacédnos saber con los comentarios como os gustaría que siguiese la historia.

Saludos :)

 

Capítulo 7: Corazón derretido (Mai) (Parte 1) Capítulo 9: Confesiones del alma (Ann)

 
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