Sed de Sangre

Autor: Garita3113
Género: Romance
Fecha Creación: 19/05/2013
Fecha Actualización: 26/01/2015
Finalizado: NO
Votos: 4
Comentarios: 28
Visitas: 9714
Capítulos: 9

 

 

Esta es la historia de Ann una medio vampira que desde el primer momento se ve en el problema de poder morir por el veneno que un vampiro le trasmitio al intentar transformarla sin exito. Todo mejora porque para apoyarla a lo largo de su, quiza inmortal existencia ecuentra amigos y quiza hasta un compañero de viaje. 

A su vez tambien se entremezcla la historia de Mai una joven vampira que sufrio mucho en vida y sigue sufriendo hasta que conoce a Ann, a la familia Cullen y al chico que lleva buscando toda su vida.

¿Podran llegar a ser realmente felices las dos en un mundo donde habita la maldad y las criaturas que quieren hacerles daño? ¿Podran tener un final feliz?

 

 

Esperamos que os guste! Smile 

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Capítulo 5: Capítulo 5: Primer día, de la rutina (Mai)

Llegué a casa a tiempo para cambiarme e ir al instituto. Aún se me hacía raro pensar en aquel como mi hogar pero me sentía realmente a gusto en ese lugar.

Todavía albergaba serias dudas sobre ir al instituto, sé que suena ridículo porque, ¿Cómo es que un vampiro puede temer a algo tan simple como las clases? Pero no era eso, más bien temía al resto de humanos, ¿cómo serían? Y lo más importante, ¿Cómo iba a pasar el primer día rodeada de su sangre?

No quería que el tiempo avanzara, quería quedarme atrapada en aquella noche eterna, me subí a un árbol, apoyé la espalda en el tronco después de hallar una rama lo suficientemente ancha para sentarme con comodidad, abracé una de mis piernas y dejé la otra colgando inmóvil mientras observaba como el sol se asomaba desde las laderas de nuevo.

Otro amanecer más, otro día más, pude ver desde mi escondite como la vida nacía en el pueblo, las alarmas sonaban y la gente se despertaba, eliminando todos los indicios del silencioso paisaje nocturno y dando paso al bullicio del día, parecía que todo despertaba cuando los humanos lo hacían, las calles se llenaban de coches y de gente paseando por ellas, las tiendas abrían como cada mañana, la gente sacaba a pasear a sus mascotas e incluso alguno llevaba su bicicleta, rodando por la acera.

Parecía que los árboles también se habían despertado para darles la bienvenida, ya no eran las sombras oscuras que se deformaban en la oscuridad, ahora eran completamente verdes, de un verde que me cegaba por momentos y los pájaros cantaban felices, celebrando esa nueva mañana, a esas horas todo eran risas y color.

Realmente añoraba eso, sentirme una parte de aquella sociedad, añoraba pasear por sus calles sin preocuparme. Respirar el aire fresco y notar como este entraba en mis pulmones, liberándolos del aire nocturno, pero eso ya nunca sucedería. Los humanos no apreciaban esa clase de nimiedades, por unos momentos me sentí la observadora de lo que nadie mira.

Decidí moverme, ya era hora de cambiarse e ir al instituto, aún seguía extrañándome decir aquello, aquella palabra me causaba escalofríos y ganas de huir pero debía afrontar mis temores y, además, esta vez sería diferente, lo presentía.

Llegué a casa a la vez que escuchaba como Charlie, el padre de Ann, se iba en su coche patrulla y entré rápidamente por la ventana sin provocar el menor ruido, me cambié de ropa en un tiempo record y me coloque ligeramente el pelo, ni siquiera me miré al espejo, no me importaba mi aspecto.

Miré el reloj de la mesita, aún quedaban unos minutos para que Ann se despertara por lo que me asomé de nuevo a la ventana para echar un último vistazo al paisaje.

A pesar de ver el sol claramente, este no trasmitía luz, una gran capa neblinosa se había extendido y absorbía por completo los rayos del sol.

Decidí que ya era hora de ir a ver a Ann. Salté por mi ventana y entré por la suya. La encontré hecha un ovillo entre las sábanas, parecía haber estado dando vueltas durante la noche y solo se apreciaba, trozos de cuerpo camuflados entre las sabanas. No pude más que verle el rostro, el cual, a pesar de la fiesta nocturna mostraba una serenidad absoluta y una felicidad que jamás había visto en nadie.

Sonreí con fuerza, ¿en que estaría pensando? Yo ya no podía dormir pero también lo echaba de menos, tenía ocho horas adicionales más, si, pero los sueños eran algo increíble, aún recuerdo que cuando era humana, trataba de pasar durmiendo el mayor tiempo posible, los sueños me abstraían de la cruel realidad y me transportaban a sitios mágicos e inimaginables, sobre los que yo gobernaba, bastaba con desearlo y lo tenía, realmente echaba de menos aquello, es pasar rápido de las horas, el sonreír pensando que con cada noche, quedaba un día menos, que la cuenta atrás se iba acortando, pero eso ya no sucedería, el reloj se había detenido para siempre.

Escuché un ligero roce de sábanas provocado por el movimiento de Ann y volví a la realidad, me acerqué a ella sin provocar el mínimo sonido y cuando estaba a su lado la saludé.

-Hola

Tuve que apartarme rápidamente para esquivar la mano que se asomó entre las sábanas dispuesta a darme un manotazo. Ann se levantó casi sin abrir los ojos y se dirigió al baño, la saludé de nuevo pero solo recibí un gruñido a modo de respuesta, me reí y fui a mi cuarto a coger la mochila para darme cuenta de que no tenía ninguna después de rebuscar en todos los armarios y los cajones y dejarlo todo patas arriba. De pronto la puerta se abrió y de ella apareció Ann sonriente.

-¡Despierta! - le miré sonriente.

-Ya me gustaría.

-Ya, bueno - miró a su alrededor y olfateo - me miró extrañada - ¿acabas de llegar?

-¿Cómo lo has sabido? - esta vez fue ella quien sonrió.

-Desde que me dijiste ayer a la noche lo de los olores he empezado a tratar de localizar el olor de todas las cosas y creo que voy por buen camino - recordé la visita que Edward iba a hacerle y la miré con picardía.

-Y... ¿Qué tal ayer a la noche? – pude observar cómo se sonrojaba y apartaba la mirada mordiéndose el labio inferior, sonreí y decidí no insistir, al fin y al cabo, ella me lo contaría si lo veía conveniente, no tuve que esperar porque su respuesta apareció al instante

-Me quede esperando a que apareciera pero no apareció. Al final me quede dormida.

-Quizá Edward espera hasta que te duermas para entrar, los humanos respiráis más despacio cuando estáis dormidos.

-Hablare con él seriamente de esto- le mire sorprendida y comencé a reírme, ella miró extrañada la habitación para centrar de nuevo la vista sobre mi persona - ¿¡Qué le has hecho a la habitación!? – yo miré al suelo y le contesté en un tono apenas audible.

-… buscaba una mochila – ella sonrió

- No te preocupes, yo tengo la solución – salió precipitadamente de mi cuarto para entrar al suyo y comenzó a rebuscar en sus armarios para levantar victoriosa una mano con una mochila añil en ella exclamando - ¡La encontré!

Ann se marchó a desayunar después de decirme que guardase en la mochila que me acababa de entregar cualquier cuaderno que encontrase por la habitación.

Cuando acabé y bajé las escaleras, me encontré con Ann que después de desayunar, también se dirigía a la puerta, pero al oír el coche de Edward acercándose, me detuve unos instantes.

-Se me olvido decirte que normalmente Edward y yo solemos ir juntos al instituto- Su cara se tornó triste al decir estas palabras pero no era por ir con él, sino por haberse olvidado de mí.

-No pasa nada, ve tú en coche, yo iré corriendo

-¿Voy contigo? – sonreí

-Tú ve  acoger el coche, será mejor – vi cómo se encogía de hombros y sacudía la cabeza, el coche de Edward estaba muy cerca por lo que decidí marcharme corriendo.

Cuando me faltaban unos metros para llegar al instituto apareció Alice delante de mí lo que hizo que frenara en seco

-      ¿No crees que será un `poco raro que aparezcas allí corriendo? -  Me quedé pensativa, ¿Cómo sabía lo que iba  a hacer? Entonces recordé que veía el futuro e imaginé que había visto algo que podía ponerles en peligro par avenir hasta aquí, pero,  ¿Cómo íbamos a ir si no había traído el coche? Estaba a punto de preguntárselo cuando habló

-Lo he dejado al borde de la carretera, vamos – le miré perpleja ¿Cómo sabía lo que iba a preguntar? – veo el futuro, ¿recuerdas? – fuimos hablando mientras nos dirigíamos a su coche

-¿Lo ves siempre? – me miró

-Por lo general si, a veces es difícil distinguir las visiones de los propios recuerdos, antes no podía

La miré apenada, imaginando como debía ser tener un pie en cada lugar, dividiendo tu cabeza en dos y duplicando el número de ideas y pensamientos, me mareé ante la idea.

Cuando llegamos a la carretera pude observar su coche unos metros más adelante, era un escarabajo nuevo de color amarillo y a pesar de que no me gustaban los colores muy llamativos en los coches, aquél me encantó.

-¿Te gusta? – la miré sonriente

-Es genial – sonrió con fuerza

-Lo sé

Nos subimos al coche y nos encaminamos hacia el instituto, llegamos a tiempo para ver como un volvo gris aparcaba y de él salían Edward y Ann. Me reí al ver como Edward se dirigía a abrirle la puerta a Ann pero ella la abría antes, dejando a Edward con las manos en el aire dispuesto a abrir la puerta, Alice me miró extrañada, yo la miré sonriente y ella suspiró a la vez que rodaba los ojos y miraba al frente para aparcar. Algo dentro me decía que el día no sería tan malo como pensaba.

Cuando apagó el motor salimos, Jasper vino a recibirnos y abrazando a Alice se fueron.

Vi como Edward pasaba el brazo por el hombro de Ann y me acerqué a ellos sonriendo pero me detuve al ver como Rosalie se acercaba a ellos y se llevaba a Edward tirándole del brazo, me agaché tras un coche para que no me bieran y les seguí. Después de unos metros para asegurarse de que nadie les oía Rosalie se detuvo y miró a Edward.

-¿¡Pero tú estás loco!? ¿Qué haces con ella? ¡Nos vas  a delatar! – El la miraba hastiado

-Déjame en paz – le dio la espalda y empezó a alejarse de ella pero antes de desaparecer de su campo de vista se giró – Y que sepas que no estoy con ella ¡Aún!

Dicho esto, se fue dejando a Rosalie bufando, iba a marcharme cuando vi como Emmett se acercaba a ella

-Pero qué te pasa Rose

-¡Que es un idiota! Que nos está poniendo a todos en peligro, va a hacer que nos descubran

-Déjale si es lo que le hace feliz, además, él es más mayor que nosotros – se rio

-No te puedes tomar nada en serio, ¡A veces eres insoportable! - Yo pensé que se iría enfadado pero en lugar de eso relajó su rostro y la abrazó.

-¿Nunca vas a cambiar verdad? – sonrió – eso es lo que más me gusta de ti

Decidí marcharme, tenía que llegar a secretaría antes de que las clases empezaran.

Me encontré con Ann en la entrada, se acercó a mí y me miró sonriente a la vez que me cogía del brazo y me dirigía al interior del edificio.

Me llevó a lo largo de varios pasillos hasta que llegamos a secretaría, allí nos atendió una mujer bastante agradable que hizo sencilla la ardua tarea de matricularme, simplemente me dio unos papeles que rellené y seguido un horario de clases con un mapa, salimos rápidamente. Ella cogió mi horario y suspiró.

-Apenas coincidimos en unas pocas clases… Ella me sonio para infundirme valor.

-Vamos te acompañare a la primera, no querrás llegar tarde el primer día ¿no?

Me guio por un pasillo largo de color canela claro, con ventanas que daban al bosque, había un montón de papeles pegados por todos lados. Al llegar a mi clase me dijo.

-Es aquí, suerte, y pásalo bien- me sonrió nuevamente y se alejó por el pasillo rápidamente para no llegar tarde. Cogí aire para tranquilizarme y entre en el aula.

El profesor ya estaba dentro y pude notar como todas las miradas se posaban en mí, el olor de la sangre humana comenzó a llegar a mi nariz haciendo que esta se arrugara, “tranquila” me dije a mi misma, mientras la ponzoña comenzaba a inundar mi boca, “eres fuerte, puedes con esto”. El profesor me miró

-Usted debe ser Mai Hale – estaba dispuesto a presentarme ante toda la clase pero una mirada mía bastó para hacerle cambiar de opinión – por favor, siéntese al fondo de la clase

Me dirigí infundándome ánimos al sitio que me habían asignado, notando las miradas curiosas del resto a mi alrededor, oía sus respiraciones y notaba el olor de su sangre que hacía que la garganta se me secara y mi sed aumentara pero había aprendido a controlar la sensación aunque no fuera algo agradable.

Al sentarme pude oír los cuchicheos de las dos chicas sentados delante de mí.

-¿Tú crees que será familia de los Cullen?

- No lo sé, pero tiene el mismo apellido que dos de ellos

-¿Te refieres a Rosalie y jasper?

-Si, ¿No te acuerdas? Ellos también se apellidan Hale

Siguieron hablando pero los ignoré por completo hasta que únicamente oía un zumbido. El profesor comenzó la clase y los murmullos cesaron. Me alegré al ver el pupitre contiguo vacío, al parecer, no iba a tener que compartir mi mesa con ningún compañero. De pronto el profesor miro hacia la puerta.

-Vamos, entra ya Kay- Le dijo el profesor a un alumno que llegaba tarde. Al oír el nombre me acorde de la historia que Ann me había contado, Ann y Kay eran amigos.

El chico tenía la tez bronceada, el pelo castaño y unos ojos color pardo muy penetrantes. Cuando sus ojos se toparon conmigo su cara se tensó, parecía furioso de repente. Le hecho una rápida mirada al profesor que esperaba impaciente y corrió a sentarse a mi lado.

Mientras se acercaba, llego a mi nariz un nuevo olor, no era el olor de la sangre, era un hedor desagradable que me hizo dejar de respira, me hubiera provocado nauseas de haber podido sentirlas.

Kay se sentó a mi lado mientras su rostro seguía reflejando la misma cara de disgusto mezclado con ¿asco? ¿Cómo podía ser el quien pusiera esa cara, cuando era el mismo quien olía a chuco mojado?

El profesor comenzó con la explicación, yo garabatee algunos apuntes en uno de los cuadernos que Ann me había prestado, mientras Kay me lanzaba miradas asesinas. La hora paso lentamente. ¿Cómo podía odiarme si ni siquiera me conocía? Las preguntas se agolpaban dentro de mí queriendo salir, pero no tuve valor de hablarle. 

Cuando la clase termino todos mis compañeros salieron rápidamente del aula mientras el profesor me hacía un gesto para que me acercara a su mesa. Me sonrió.

-Solo quería decirte que ya hemos dado dos temas y que si necesitas los apuntes buscare algo que te pueda servir.

-Gracias profesor, es muy amable, pero Ann ya me ha dejado sus apuntes para que pueda seguir las clases- No creía que tuviera ningún problema para seguir la clase- ella se ha ofrecido a ayudarme en casa.

-Oh, claro, bueno si necesita cualquier cosa, estaré en la sala de profesores, que pases un buen día.

Al salir de la clase Alice y Jasper me estaban esperando.

-¿Qué tal la primera hora?- me dijo sonriente Alice mientras nos encaminábamos hacia la siguiente clase.

No sabía si debía contarle lo que acababa de pasar, supuse que era pronto para hablar de ello.

-Ha sido diferente.

Alice me miro como si supiera que le ocultaba algo, de pronto su rostro se transformó en otra sonrisa.

Giramos por un pasillo y ella me indico que yo tenía que seguir recto y girar a la derecha para llegar a mi siguiente clase.

Al entrar en clase paso lo mismo que en la primera, todos los ojos se giraron hacia mí, que nuevamente estaba sola, esta vez, una chica se sentó a mi lado y me saludo, pareció entender que yo no estaba muy cómoda y no volvió a dirigirme la palabra en toda la hora, ni siquiera me miro, al terminar la clase se despidió de mi deseándome un buen día.

Al salir me encontré de nuevo con Alice y Jasper y nos dirigimos a la siguiente clase, en el camino, nos encontramos con Ann, que se unió a nosotros y al llegar a la puerta me quedé queta unos segundos, Ann me miró y me dedicó una sonrisa al notar mi nerviosismo, Jasper me miró de reojo y al instante pude notar como una ola de tranquilidad de invadía, entré respirando hondo.

Al entrar pude notar, de nuevo, como un horrible olor entraba por mi nariz, tan desagradable que me hizo dejar de respirar, miré a Ann extrañada pero ello no dio signos de notarlo por lo que me puse a examinar mí alrededor para tratar de percibir de donde venía aquel horrible olor.

El olor venía de un grupo de chicos sentados en segunda fila. Los miré con detenimiento, eran muy parecidos entre ellos, casi todos tenían la tez tostada y los ojos oscuros, combinados con el pelo negro, a excepción de un chico, que tenía la piel ligeramente más clara que el resto del grupo aunque igualmente morena, y la combinaba con unos ojos verdosos que me fascinaron, su pelo, ligeramente más claro que el del resto, era más largo, mediría unas tres pulgadas aproximadamente y estaba cortado de una forma dispareja que le daba un aire de misterio que me encantó, no me miraba con desprecio como el resto, sino que parecía curioso.

Ann me tocó el brazo y me saco de mi ensimismamiento, la miré y me señaló con la mirada el fondo de la clase, donde nos esperaba Alice, con Jasper sentado en el asiento contiguo.

Para acercarnos a ellos tuvimos que atravesar toda la clase mientras que los alumnos nos miraban con curiosidad y el grupo de chicos me miraba con desprecio, todos excepto él que se veía como una cara amigable entre tanto desprecio en el que estaba siendo enterrada por los otros. Sus miradas estaban aumentando mi nerviosismo por momentos lo que no era del todo aconsejable teniendo en cuenta mi situación el lugar en el que me encontraba.

Al instante comencé a sentir, de nuevo, una calma absoluta que me tranquilizó por completo por lo que ignorando al grupo, seguí a Ann y nos sentamos con Alice y Jasper.

La clase fue realmente aburrida, no era capaz de escuchar al profesor sin que me entrara una increíble sensación de somnolencia y unas infinitas ganas de dormir, lo cual era extraño, porque eso no era posible. Apoyé la cabeza en la palma de mi mano y fijé la vista en el chico del grupo que antes me habían mirado con odio, escuche como hablaban en voz baja y ligeramente pude alcanzar a oir lo que decían pero no sin cierto esfuerzo lo que me extrañó porque, teniendo en cuenta la agudeza de mi oído, era extraño que no pudiese oírles si no me centraba por completo en su conversación.

Miré de reojo a Ann, Alice y Jasper y después de asegurarme de que no estaban atentos a mi persona me centré por completo en la conversación de aquellos chicos.

-Dios, no me puedo creer que Kay vuelva a faltar, ¿Es que no piensa venir a  ninguna clase en la que Ann este presente? – el otro chico se encogió de hombros

-No me preocupa, es libre de hacer lo que quiera, aunque me molesta más la nueva – dijo esas últimas palabras con un tono de desprecio – Espero que no venga para quedarse – el profesor les lanzó una mirada de advertencia y ellos se callaron, dejándome sumida en mis pensamientos

¿Aquel chico se refería a mí? Y, ¿Por qué le desagradaba que me quedara? ¿Qué tenía en mi contra? No había podido escuchar la respuesta, en aquel momento odié al profesor. Pero, ¿Qué significaba que kay no venía a las clases a las que Ann asistía? Comencé a pensar en ello con fuerza y a atar cabos, Kay había estado a primera hora a mi lado, pero había llegado tarde, una sola respuesta vino a mi mente, ¿Kay estaba esquivando a Ann?

La campana sonó y nos dirigimos al patio, nos sentamos en una de las mesas de piedra que había sobre el césped, recordé la conversación que había escuchado y me acerqué disimuladamente al oído de Ann para evitar que nos oyesen, Edward aún no había aparecido por lo que debíamos darnos prisa e irnos antes de que me leyese la mente y supiese lo que pensaba.

-Tenemos que hablar, ven – Ann me miró y asintió

Dijimos que nos dirigíamos al baño y nos despedimos de Alice y Jasper los cuales se quedaron mirándonos extrañados, pero no dijeron nada. Mientras nos alejábamos pude ver a Edward en la distancia y suspiré aliviada.

Cuando entramos en el baño, me aseguré de que no hubiese nadie y cerré la ventana, me asomé al pasillo e hice lo mismo con la puerta, Ann me miraba fijamente, pude imaginar cómo debía verse mi actitud desde fuera e imaginé que sería extraña, la miré.

-He visto a Kay – ella me miró con la boca abierta

-¡Que! – me acerqué rápidamente a ella y le tape la boca

-Shhh, no grites o nos oirán – respiré hondo en cuanto ella se cayó – eso no es lo más raro, he escuchado a dos chicos hablar en la tercera hora y uno de ellos ha dicho que Kay ha vuelto a faltar a esa clase – la miré a los ojos – también ha dicho que parecía no tener intención de ir a las clases a las que tú asistes – siguió mirándome en silencio, al parecer, sin saber muy bien que decir – pero eso no es todo, en la primera hora ha llegado tarde, creo que te está esquivando

Miré fijamente a Ann parecía un volcán a punto de erupcionar, tensó la mandíbula.

-Es un idiota, pero, ¿Por qué me evita? Será payaso – comenzó a andar en círculos – tengo que hablar con él, tenemos que ir a la reserva – me miró - ¿vienes conmigo? – yo sonreí

-Sin problemas – ella pareció relajarse

La campana sonó y salimos del baño para dirigirnos a las clases, yo saque el mapa y el horario de la mochila y lo observé con detenimiento. Iba tan absorta que de pronto choque con alguien y los libros que llevaba en la mano se precipitaron al suelo. Al levantar la cabeza divise a un chico con la misma piel bronceada que Kay, tenía los ojos de color verdoso y el pelo castaño claro.

-Lo si..Siento – tartamudee mirándole a los ojos, de pronto el mundo se detuvo, solo existía el, esos ojos eran meramente familiares, como si los hubiera visto en otro lugar, pero no recordaba donde. Él parpadeo.

-No pasa nada- dijo mientras me ayudaba a recoger los libros del suelo, no podía dejar de mirar sus ojos, él no parecía enfadado conmigo.

Una voz detrás del chico misterioso resonó por el pasillo

-Jeremy, ¿vienes o qué?

-Me llaman- dijo mientras me entregaba los libros y se alejaba de mí.

Su nombre resonó en mi cabeza Jeremy, Jeremy…

-¿Te dejamos sola un minuto y se te hecha encima el enemigo? – Me sobresalte al oír la voz de Edward a mi espalda. Me gire al instante. Ann estaba ahora a su lado y me miró sonriente.

-¿Qué tal va el día? ¿Es tan malo como pensabas? – me quedé mirándolos en silencio, ella y Edward parecían estar conectados, no pude evitar reirme ante ese pensamiento y mi risa aumentó su intensidad al ver el extraño gesto que Edward hizo al escuchar mis pensamientos.

-Está resultando más llevadero de lo que imaginaba- sobre todo desde hacía tres minutos. ¿A qué se refería Edward con lo que había dicho?

Salimos del edificio y Ann comento que todo el mundo nos miraba.

-Me recuerda a mi primer día - ella giraba la cabeza una y otra vez como si estuviera buscando algo o a alguien, pude imaginar a quien buscaba con claridad.

La siguiente clase la pase con Ann y con Edward, yo sospeche que él había cambiado sus clases para estar con ella, el asintió levemente mientras yo cavilaba sobre eso, tendría que acostumbrarme a que Edward podía leer mi mente, el resto de la hora la pase pensando en los paisajes que había visto durante todo el tiempo que pase sola, pero no pude evitar que de vez en cuando el nombre de Jeremy se colara en mi cabeza.

El resto de las clases pasó sin novedades, Los demás se fueron, al parecer tampoco coincidía con ellos, por lo que me quedé sola, odiaba aquello. Por suerte el grupo que me miraba antes con odio también se marchó. Sentía miles de ojos puestos en mi persona aunque sabía que no era cierto, pero al parecer sí que lo era el hecho de que por ser nueva, parecía ser la nueva atracción del instituto, se senté en la parte trasera del aula para evitar las miradas curiosas que me dedicaban mis compañeros pero se las apañaron para mirarme a pesar de todo.

Al menos, nadie se acercó a mí, el profesor llegó y todos se miraron al frente olvidándome por completo, pero cuando se disponía a comenzar con la clase, la puerta se abrió dejando entrar al chico que había visto en la primera hora, este se quedó mirándome y por un momento fue como si todo lo demás desapareciera, solo estábamos él y yo. Sacudí la cabeza y salí de mi estupor, a él pareció pasarle lo mismo porque seguía inmóvil en la puerta. El profesor le lanzó una mirada de hastío.

-Entra de una vez Jeremy – el apartó su mirada de mí y parpadeo seguidamente antes que mirar al profesor, este al ver que no respondía hablo de nuevo – siéntate

Jeremy… saboreé de nuevo, la palabra en mi mente, me gustaba como sonaba, ¿Qué se sentiría al pronunciarlo? Aquellas seis letras retumbaron en mi cabeza una y otra vez, tomando un valor inimaginable para mí que fue tomando fuerza con cada segundo que pasaba.

Él miró al frente dedicándome una mirada furtiva antes de dirigirse hacia los asientos, yo miré a mí alrededor y no vi ningún sitio libre, ¿Dónde se suponía que iba  asentarse? Hasta que vi cómo se acercaba a mí y miré el asiento que estaba a mi derecha, estaba vacío.

Lo vi todo a cámara lenta, lo que provocó mi nerviosismo, pero, ¿Por qué me ponía nerviosa pensar que él se iba a sentar a mí lado? Cuando estaba a dos pasos de mí no pude evitar aspirar profundamente y un fuerte olor me invadió, pero no era como el anterior, a pesar de que tenía un ligero olor desagradable que lo cubría, su esencia me aturdía, no pude evitar respirar profundamente de nuevo para embriagarme con su aroma.

Él se sentó a mi lado y su olor lo invadió todo. No pude evitar mirarle de reojo de vez en cuando durante la clase para verificar que él me miraba con esos ojos que me devolvían la mirada con un toque de curiosidad, aparté la mirada y pude notar como mis mejillas me cosquilleaban, sabía que no podía sonrojarme pero supuse que de haber sido humana estaría completamente ruborizada.

Pasé la clase en silencio, combinando miradas cómplices con aquel chico y dudando de si saludarlo o no, finalmente antes de que terminara la hora me decidí y le pasé una nota con disimulo.

“Hola”

Él me miró con una mezcla de preocupación y extrañeza. No respondía y mi nerviosismo fue aumentando, finalmente la campana sonó anunciando el fin de clases y con ello el chico se levantó rápidamente y se fue. Cuando salió por la puerta suspiré, me disponía a guardar mi cuaderno cuando vi la nota doblada sobre la mesa.

“No deberías hablar conmigo”

Me quedé unos segundos inmóvil hasta que reaccioné, guardé rápidamente el material y metí con suavidad la nota, después de doblarla, en mi bolsillo. Salí a gran velocidad de la clase, quizás a demasiada, necesitaba preguntarle a ese chico que significaba la nota, ¿Por qué no podíamos hablar? No lo entendía.

Al sonar la campana me puse a recoger los libros cuando me detuve, había alguien a mis espaldas, noté como me tocaba el hombro y me estremecí, al girarme vi como Jeremy me miraba fijamente a los ojos.

-Eres diferente, me intrigas – me quedé extrañada ¿A que venía eso?

-Pensé que no podíamos hablar – Apartó la mirada

-Dije que no deberíamos, no que no quisiera – Estaba confusa

-¿Entonces? – él empezaba a  alejarse cuando me puse a su altura

-¿No te molesta mi olor? – negué con la cabeza - ¿No hace que quieras salir corriendo? -  Negué de nuevo

-¿Por qué debería querer huir?

-Porque sé lo que eres, y tú sabes lo que soy yo – le miré extrañada

-¿Lo que eres? ¿Qué quieres decir con eso? – Me miró sorprendido

-¿No lo sabes? – Negué con la cabeza y él aparto la mirada

-¿Por qué no me lo cuentas? – Miró a su alrededor

-Ahora no puedo pero luego nos vemos en el límite

-¿El límite?

-¿Tampoco sabes eso? – negué con la cabeza – El río, notarás mi olor – Se marchó y yo terminé de recoger todo y salí apresuradamente para lograr verle antes de volver a casa

Cuando salí no le vi, no miraba por donde iba y no pude evitar tropezarme con alguien, me regañé por mi despiste, miré a la chica con la que me había chocado y mi rostro mostró la más grande le las sorpresas al ver que no era otra persona que Ann, la cual me miraba con extrañeza.

-¿En qué pensabas, no me viste?

Yo me reí para lograr unos segundos más de tiempo y pensar en una excusa, no era que no la apreciara como amiga, sino que me daba vergüenza admitir lo que había pasado con ese chico además de que tenía la sensación de que no debía contárselo a nadie, finalmente decidí librarme con una broma.

-No, es que eres tan pequeña que no me di cuenta - Ella me miró con fingida indignación y yo recordé que tenía algo que preguntarle - ¿Qué tal con Edward? – se sonrojó y se rio pero no dijo nada, la miré sonriente – ¿tan fuerte es que no puedes pronunciar palabra? – ella se sonrojó aún más al adivinar la dirección de mis pensamientos y dijo en un tono casi inaudible.

-Bien – yo sonreí con fuerza

-Me alegro, ya lo imaginaba – ella me miró con fingido enfado

-¿y si lo sabías para que me preguntas?

-Porque quería que tú me lo corroboraras - Nos quedamos un rato en silencio y al poco comenzamos a reírnos juntas mientras caminábamos, de pronto Ann se detuvo pensativa y yo la miré fijamente

-Ven, tengo una idea, necesito tu ayuda

-¿En qué?

-Tú solo sígueme – miró a su alrededor y pareció alegrarse cuando vio a Jeremy, nos dirigimos hacia él, cuando estuvimos a su altura le habló - ¡Eh, tú! – Él la miró extrañado y luego reparó en mí, preguntándome con la mirada que pasaba, yo me encogí de hombros -  ¿Dónde está Kay?

-¿Qué te hace pensar que voy a decírtelo?

-Dímelo – él se cruzó de brazos y a su espalda aparecieron dos de sus compañeros, Ann suspiró frustrada y se dio media vuelta agarrándome el brazo de nuevo, yo solo logré mirar por última vez a Jeremy - ¡Lo descubriré!

Cuando los perdimos de vista ella se acercó a mi oído y me susurró.

-Necesito ir sin falta a La Push

De pronto vi a Edward a lo lejos, nos estaba mirando y se acercaba a nosotras, Ann se dio cuenta y me habló rápidamente susurrando.

-Edward puede leerte la mente asique ocúltale todo lo que te he dicho

Me quedé en silencio, no lo recordaba, según se iba acercando me iba poniendo más nerviosa, no quería que supiese nada de aquel chico ¡nunca había tenido que esconder lo que pensaba! Mis pensamientos siempre habían sido solo míos, jamás imaginé que nadie pudiese entrar dentro de mi cabeza y verlos. Comencé a tararear una canción lo más alto que pude a la vez que chillaba mentalmente para evitar que supiese lo que pasaba por mi cabeza, pude ver cómo me miraba extrañado, no podría seguir chillando todo el tiempo por lo que cuando él se acercó a saludar yo me fui corriendo y sin darme cuenta empecé a gritar en alto,  noté como al pasar a su lado, Edward se giraba para mirarme y pude imaginar su rostro lleno de perplejidad claramente en mi cabeza.

Debía correr lentamente para imitar la velocidad de los humanos por lo que sentí que me alejaba lentamente de Ann y Edward, demasiado lento

Seguí corriendo hasta esconderme entre la gente. Después de torcer por un par de pasillos me detuve, ya no había nadie en ellos, estaban completamente desiertos, probablemente los alumnos habrían ido a tomar el almuerzo, o tal vez al patio a respirar un poco de aire fresco para continuar con la jornada.

Me disponía a volver en mis pasos cunado una puerta destartalada llamó mi atención, la luz parpadeaba y me incitaba a ir allí, miré a los lados para verificar de nuevo la completa ausencia de posibles miradas curiosas y me adentré en aquel pasillo.

Llegué a la puerta y la encontré abierta para mi sorpresa, entré cerrando la puerta a mi paso para que nadie me localizara, no sabía la razón pero tenía la sensación de que esa zona estaba vedada a los alumnos.

No había luz pero no la necesitaba, rápidamente mis ojos se acostumbraron a la completa oscuridad, únicamente ventilada por una pequeña ventana por la que entraban ligeros rayos de luz que mostraban las partículas de polvo flotantes que había distribuidas por el aire, se notaba que hacía años que nadie limpiaba ese lugar. Me quedé maravillada por unos instantes, viendo como las motas de polvo subían y bajaban haciendo un silencioso baile y produciendo ligeros destellos, que me fascinaron por completo.

Después de un rato reaccioné al oír una campana, me había quedado completamente embelesada observando y ya era tarde para ir a clase por lo que me encogí de hombros y comencé a observar mi alrededor, había miles de cagas apiladas unas sobre otras de una forma caótica y si orden alguno, algunas parecía que se iban a caer, tanto que me sorprendió verlas aún lejos del suelo. Varias de ellas estaban notoriamente envejecidas, por suerte, este parecía ser un lugar en el que no predominaba la humedad por lo que, a pesar de su tiempo, seguían prácticamente intactas.

Me acerqué a una de las cajas y la abrí, me sorprendí gratamente al ver obras de gran literatura guardadas allí, había de todo y los libros estaban en buen estado a pesar de ser antiguas ediciones, adoraba leer, era lo que hacía a menudo que las horas fueran más amenas y llevaderas, había leído infinidad de libros, tantos que había olvidado la cuenta pero tranquilamente podría haber llenado una biblioteca con ellos, pero, ¿Qué hacían aquí todos esos libros?

Busqué entre ellos y encontré mi favorito, “Otelo” de William Shakespeare, sabía que era una clásico pero lo adoraba. Lo guardé en mi mochila y me dirigí a abrir otra caja, al pasar por el rayo de luz, el cual arrojó un rayo de luz que me cegó por unos instantes, haciéndome retroceder rápidamente sorprendida.

Miré de nuevo pero el destello no volvió a aparecer. Alargue el brazo temerosa y mi sorpresa aumentó cuando este, al tocar el rayo de luz comenzó a resplandecer, me acerque más y mi brazo siguió a mi mano, después de quedarme observando asombrada durante unos minutos cerré los ojos y me introduje en el rayo de luz, toda mi piel empezó a brillar como si estuviese llena de piedras preciosas, miré mi cuerpo admirada, como cuando un niño ve el mundo por primera vez.

Comencé a jugar con la luz pasando la mano por ella de vez en cuando e introduciéndome y alejándome de ella, comencé a reírme pero al momento me quedé en silencio, juraría haber oído algo fuera. Cogí mi mochila rápidamente y observando que no había nadie salí de allí, con la intención de regresar de nuevo.

Al torcer un par de pasillos me encontré con Ann, la cual, al saludarla vino corriendo donde yo estaba, parecía preocupada.

-No sabía dónde te habías metido, Alice ha dicho que el sol se está asomando y debemos irnos antes de que se despeje el cielo por completo.

Yo asentí, acababa de descubrir lo que le pasaba a mi piel al rozar el sol y eso nos descubriría ante los humanos. Seguí a Ann hasta encontrarnos en la puerta principal con los demás, miré a Edward y deje mi mente en blanco para evitar que descubriese nada del lugar que había descubierto, ni de Ann, ni mucho menos de lo que me había pasado con aquel chico en clase.

Miramos el horizonte y vimos entre los árboles como el sol amenazaba con asomarse, salimos atropelladamente del instituto, no podíamos arriesgarnos a que los humanos nos vieran.

Nos acercamos al Jeep de Emmett a la vez que Bella se iba con Edward a su Volvo, lo cual agradecí porque no era agradable estar cerca de Edward ocultando mis pensamientos, era algo que consumía gran parte de mis energías y teniendo en cuenta mi dieta, no era aconsejable que las malgastara.

Nos dirigimos rápidamente a su mansión, aún seguía sin creer que viviesen en un lugar tan amplio, era la mayor morada del eco que jamás había contemplado y eso me desagradaba, prefería no oír una y otra vez lo que alguien me decía, con una vez, me bastaba y me sobraba.

Además de eso, la casa estaba prácticamente formada por paredes blancas y cristales, lo que la hacía parecer moderna y todavía más amplia de lo que ya era.

No me apetecía tener que seguir ocultando mis pensamientos por los que, al llegar a mi nueva casa deje la mochila en mi cuarto, me despedí de todos ellos y me dirigí al bosque poniendo de escusa que iba a cazar. Al girarme, pude notar la mirada extrañada de Alice sobre mi espalda, la ignoré, pero antes de marcharme pude oir la voz de Ann a mis espaldas y me detuve.

-¡Espera! voy contigo - Cuando nos alejamos lo suficiente la miré extrañada y ella me devolvió el gesto - ¿Has olvidado que quería ir  a La Push? – Asentí con la cabeza y emprendimos el camino

Al llegar a l río, miramos a nuestro alrededor y después de asegurarnos de que nadie nos había visto saltamos hacia el otro lado. No pude evitar pensar en mi primera noche, cuando vi a aquel lobo y luego las palabras de Jeremy “porque se lo que eres y tú sabes lo que soy yo” esa frase no paraba de repetirse en mi cabeza una y otra vez.

-Oye

-Dime

-El chico con el que has hablado y los otros, ¿Todos viven aquí?

-Ajá - Iba a decirle algo pero llegamos a la casa y ella entró.

-Tú – Yo entré tras ella y cambió la mirada sorprendida que dirigía a Ann para mirarme con desprecio - ¿Qué hace ella aquí? Tiene que irse, además – se tapó la nariz – No soporto su olor – Yo empecé a olfatear el aire y noté aquel olor nauseabundo de nuevo con más fuerza por lo que arrugué la nariz instintivamente.

-No hace falta que me eches, no tengo la menor intención de quedarme aquí, tú olor es insoportable – me fui sacudiendo el aire con la mano.

Fuera me quedé pensativa, ¿Por qué me repelía tanto su olor? Entonces recordé las palabras de Jeremy “No te molesta mi olor” había algo distinto en las personas de esta aldea y tendría que descubrirlo, pero no pude pensar demasiado en ello porque oí como hablaban Ann y Kay en el interior de la casa.

-¿Por qué no has aparecido en clase? – Noté un prolongado silencio y un suspiro de frustración que supuse que era de Ann – bueno, no contestes si no quieres, pero me vas a explicar, ¿Qué se supone que me ha pasado?

-No puedo decírtelo

Imaginé que Ann estaría a punto de replicar pero no pude escucharlo porque vi como Edward se acercaba hacia la casa a toda velocidad, por lo que fui corriendo a detenerle.

-¿Qué haces aquí?

-¿Yo? ¡Qué hacéis vosotras aquí!

-¿Nosotras? – miré a los lados - ¿Qué nosotras? Aquí solo estoy yo

-¿Te crees que soy estúpido? – Yo sonreí simulando inocencia, se quedó en silencio escuchando y de pronto me miró de nuevo – Déjame pasar

-No

-Déjame

-No puedo – Noté como se frustraba y me miraba con enfado y preocupación

-¡Que me dejes que van a venir! – Me quedé quieta

-¿Quién? – Oí el sonido de algo acercándose y me asusté, miré a Edward con la pregunta escrita en la mirada.

-¡Corre!

 

 


 

 

Perdón por la tardanza, pero ahora las cosas son más complicadas, ya que por culpa de los estudios, se nos hace mas dificil coincidir. Pero vamos a tratar de seguir con la historia de forma más regular.  

 

PD: Hemos realizado ciertos cambios con respecto al transcurso de la historia por lo que os recomendamos leer los capítulos de nuevo.

 

Esperamos que os guste, comentar para animarnos a seguir con la historia.

 

Un saludo,

 

Maii y Ann Laughing

Capítulo 4: ¿Que tienes tú de especial? (Ann) Capítulo 6: Tratado (Ann)

 
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