Resident Geek (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Romance
Fecha Creación: 09/09/2014
Fecha Actualización: 13/09/2014
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 3
Visitas: 8825
Capítulos: 6

"Porque aquí entendemos tu adicción"


PDF Escrito en las Estrellas:

https://www.dropbox.com/s/0nnc26ec8d9o4k5/ENLE.pdf

PDF Primero y Diez:

https://www.dropbox.com/s/naqp0hikp5t5zy3/PRIMEROYDIEZ55.pdf

 

El Geeky Edward piensa que no tiene absolutamente ninguna oportunidad con la hermosa y popular Bella Swan. ¿Está en lo cierto, o será una de las muchas chicas que piensan los frikis son los mejores amantes?

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Capítulo 6: RG6

Resident Geek

By: cdunbar

Traducido por: Elena Bellamy (FFAD)

Beteado por: Marta Salazar (FFAD)

www . facebook groups / betasffaddiction

Encuentra más sobre nuestras traducciones en www. facebook groups/ FFAddiction/(Sin espacios)

Canción para este Capítulo:

"James Bond" de Scouting For Girls

Since I was a boy I've wanted to be like Roger Moore.
A girl in every port, and gadgets up my sleeve.
The world is not enough for the both of us it seems.

So I wish I was James Bond, just for the day.
Kissing all the girls, blow the bad guys away.

EPOV

¡Hasta la vista, perdedores! Pensé alegremente con una enorme sonrisa mientras dejaba el "calabozo". Era extraño que me sintiera tan feliz. Estaba muy seguro de que en algún momento de la mañana había comenzado a silbar. Algo que nunca hacía voluntariamente.

Me sentía como una de esas personas en un comercial de alergias, saltando por un campo de flores mientras "Walking on Sunshine" sonaba en el fondo.

Lo extraño era que esta felicidad no se iba. Era algo desconcertante. Es decir, ¿puedes imaginar sentirte el rey del mundo por quince horas seguidas?

Yo tampoco podía antes de hoy.

Saliendo de la biblioteca, aspiré el aire fresco y suprimí las ganas de correr la corta distancia a mi departamento. No serviría de nada sudar y terminar cansado cuando contaba con suficiente tiempo antes de la hora en que pasaría a recoger a Bella.

Disponía de toda una hora, de hecho. Una hora para rellenar o malgastar el tiempo con actividades inútiles y así evitar aparecer temprano a su puerta, como el perdedor desesperadamente ansioso que era.

Dios, a veces era patético.

Después de quitarle el seguro y abrir la puerta de mi departamento, me encontré con Ben y Angela teniendo más que unos besos en el sillón. Parecían estarse acercando a la tercera base.

Increíble. Y ahí se fue mi sensación de felicidad.

Hice una mueca al verlos y pensé seriamente en irme despacio de la sala para que continuaran con su tiempo a solas, pero Angela escuchó mi llegada. Rápidamente se quitó a Ben de encima y me dio la espalda, acomodando su ropa.

Ben miró alrededor en confusión, hasta que su mirada me encontró. Intenté verme culpable por ponerle pausa o dar por terminado su juego de manera prematura, pero no pude hacerlo. En serio, esas cosas necesitaban realizarse detrás de puertas cerradas.

Sé que Ben me hizo un favor esta mañana respondiendo mis preguntas sobre chicas y cómo piensan, pero esto era cruzar la raya del "acuerdo no hablado entre compañeros de departamento". Un acuerdo que decía que respetaras las áreas generales, como la sala, y hacer todas las "cosas privadas" en el dormitorio.

Angela finalmente se dio la vuelta, después de arreglarse lo mejor posible sin espejo, y sonrió. —Hola, Edward.

—Hola —contesté, caminando con cautela hacia ellos. Debía hacerlo, si quería ir a mi cuarto. Lo cual quería. Más que nada.

Wow. Esto era incómodo.

—¿Listo para tu cita con Bella? —preguntó Angela, genuinamente interesada. Ben la miró fijamente. Huh. Como si no hubiera asumido que él le contaría todo.

—¿La verdad? No, no realmente —respondí, esas raras mariposas apareciendo de nuevo. Volaron alrededor en mi estómago cada vez con más fuerza.

—¿Por qué no? Ven, siéntate y dímelo todo —sugirió, palmeando el espacio a su lado, su estado desarreglado ahora totalmente olvidado. Miré a Ben suplicando por ayuda sobre qué hacer con esto, pero todo lo que hizo fue encogerse de hombros y levantarse, dirigiéndose al santuario de su dormitorio.

¡Vaya forma de abandonar a tu compañero cuando necesita ayuda! Estúpido supuesto amigo.

Angela seguía esperándome y no podía decepcionarla a propósito, así que me senté. Aunque estaba terriblemente incómodo.

¿Ben se había sentido igual cuando me acerqué a hablar sobre chicas?

—Ahora. Dime qué sucede —me abordó rápidamente Angela, mirándome con preocupación maternal.

¿Debería hablar con ella? Era una chica, y eso le otorgaba un punto a su favor. Además era amiga de Bella, asumía, que por haber preguntado sobre nuestra cita. Aún mejor. No podía verle el lado malo.

—Bueno, para empezar, no sé exactamente a dónde llevar a Bella. No quiero hacer nada demasiado cursi, como tener un picnic; o algo que exija toda nuestra atención, como una película.

—Hmm. Ese es un problema. La primera cita siempre es la más difícil de planear, especialmente si no vas a comer de inmediato —comentó con simpatía.

—Exactamente. ¿Alguna sugerencia?

—Siempre he pensado que en estos casos ayuda si vas o haces algo que te guste. Algo que te ponga en tu elemento, porque quieres ser tú mismo lo más posible. Y cuando estás en tu elemento, muestras más confianza, lo cual siempre es sexy.

—Algo que me guste —repetí, reflexionándolo. ¿A Bella le gustaría hacer las mismas cosas que yo?

—Sí. Como… apuesto que le encantaría ir a ese parque de gotcha que tú y Ben frecuentan.

Hice una mueca al pensar en dispararle a Bella con bolas de pintura. Esas cosas dolían. Y creo que la ley de hombres decretaba que deberías evitar dejar moretones en la chica que querías besar en un futuro. Así que esa opción estaba fuera.

—Uh, quizás eso no —comenté lentamente, esperando que rechazar su idea estuviera bien.

—Entiendo. Pero sabes qué quiero decir, ¿verdad?

—Sí. Gracias, Angela.

—No hay problema. —Comenzó a levantarse, mas al instante se detuvo y me miró, añadiendo—: Bella es buena amiga mía. Y ha pasado por muchas cosas. Ten cuidado con ella, ¿de acuerdo? No quiero lastimarte si tú la lastimas.

Parpadeé confundido. —Seré cuidadoso. Y si la lastimo, tienes mi permiso de lastimarme.

—Bien —terminó ella, sonriendo y finalmente levantándose del sillón—. Espero tener un reporte completo de ambos más tarde.

Con eso salió de la sala, siguiendo la ruta de escape de Ben. Para una charla tan corta, me había dejado con más preguntas de las que había ayudado a responder. ¿Por qué cosas había pasado Bella? Parecía estar bien anoche. ¿Estaba relacionado con el chico con el que necesitó ayuda? ¿Y a dónde diablos iba a llevarla?

Nuestra salida debía resultar perfecta. Estaba seguro que esta era mi única oportunidad en esto. Sentía que había una enorme fila de chicos detrás de mí, todos muriendo por la atención de Bella. Si arruinaba esto, no había duda de que uno de ellos felizmente tomaría mi lugar.

La imagen del chico de anoche apareció en mi mente. Probablemente estaría más que contento de cuidar de Bella si fallaba esta tarde. La idea me hacía enojar, lo cual duplicaba mi determinación por llevar a Bella al lugar perfecto.

Miré el reloj del VCR. Mierda. Solo cuarenta minutos antes de ir por ella. Piensa, Cullen, piensa.

No películas, no bolas de pintura. No podía traerla de vuelta aquí y jugar videojuegos todo el día. Nada ridículo o cursi.

Necesitaba ser original. Algo que recordara.

Y entonces me llegó la idea. Y era perfecta.

A veces mi inteligencia me sorprendía.

Me apresuré a mi cuarto y me miré por un gran rato en el espejo colgado sobre la cómoda. No podía hacer nada con el cabello. Mi cabello parecía tener mente propia. Las gafas… Estas eran necesarias si quería conducir a algún lugar.

Quizás finalmente era tiempo de comprar lentes de contacto. Mamá siempre me dijo que era una pena esconder ojos como los míos detrás de unas gafas. ¿Pero los comentarios de tu madre realmente contaban? ¿Qué no están obligadas a decir esas cosas?

¿Le gustaría a Bella sin gafas?

Lo siguiente. La playera… Necesitaba ser cambiada. Dudaba que Bella apreciara el sutil humor de la diferencia entre hombre y mujer escrita en forma comando, como decía el frente de esta playera.

Me la quité y caminé hacia mi clóset, buscando entre mi pobre colección y notando rápidamente que tenía más playeras tontas que serias. Quizás era tiempo de retirar muchas de estas, como me había visto obligado a hacer con mi chamarra de cartero antes de venir aquí. Es decir, ahora me hallaba en la universidad. Entonces, ¿dónde estaban las cosas universitarias?

Finalmente, encontré una playera negra en medio del caos y me la puse, reajustando mis gafas para que estuvieran derechos. Si conseguía lentes de contacto eso sería una cosa menos con la que lidiar a diario. Quizás sí era tiempo de comprar unos.

¿Pero realmente podría estar metiendo mi dedo en mis ojos todos los días? Eww…

Era mejor dejar el argumento interno por ahora y esperar hasta que volviera con el optometrista. Siempre sacaba el asunto cuando lo veía.

Muy bien, ¿qué hora es? Miré al otro lado del cuarto a mi reloj. Treinta minutos.

¿Qué podía hacer durante treinta minutos?

Mis ojos se desviaron a mi computadora.

¡No! ¡Te quedarás atrapado ahí!

¿Pero… solo para una pequeña revisión? Gimoteó mi nerd interno, rogándome.

¡Argh! Pausé en medio de mi cuarto, peleando conmigo mismo. Pero no pasó mucho antes de ceder. Bien. Una rápida revisión.

Alegremente, mi nerd interno comenzó a saltar. Me senté en el escritorio y entré a mi cuenta de Facebook, automáticamente buscando el perfil de Bella.

Lo admito. Me estaba volviendo un acosador.

Había encontrado su página anoche cuando llegué a casa y me permití perderme horas mirando sus imágenes, leyendo y releyendo todas sus cosas favoritas, tratando de descifrar sus relaciones con las personas que escribían en su muro más de dos veces, y preguntándome cómo alguien tan maravillosa y hermosa podría querer pasar un minuto conmigo, mucho menos acceder a una tarde completa.

Hice clic en sus imágenes de nuevo y suspiré. Quinientas cuarenta piezas de evidencia de que era popular, hermosa, y siempre parecía estar rodeada de chicos.

¿En qué demonios me estaba involucrando? Era inevitable terminar lastimado. No tenía oportunidades reales de mantenerla interesada en mí.

Pero estaba seguro que iba a intentarlo.

Mirando la hora en la barra de tareas, me di cuenta de que llegaría tarde si no me iba ahora. Maldición.

Apagué la computadora y salí del departamento, casi corriendo a mi auto. Abrí la puerta de golpe, entré y lo encendí; el rugido del motor relajándome inmediatamente.

Amaba este auto. Era fácilmente la cosa menos nerd de mí. Debía ser honesto y admitir que tener un Lexus IS F me hacía ver mucho mejor. Incluso Emmett me había envidiado cuando mis padres me lo dieron el año pasado, diciendo que era una pena que un nerd como yo estuviera conduciendo tal 'privilegio'.

Acelerando más de lo normal, me dirigí a la fila griega. Y entonces comencé a entrar en pánico.

¿En serio iba a llevar a Bella a donde quería llevarla? ¿Se reiría de mí cuando le dijera? No parecía ser la clase de chica que se reía en la cara de alguien, pero las personas me habían sorprendido en el pasado.

Me detuve en un sitio cercano a la fila griega para estacionarme, y comencé a correr por la calle hasta estar enfrente de la casa KD.

Respira, Cullen, me recordé, alentando mis pasos mientras hacía mi camino hacia la puerta. Toqué tres veces y la puerta se abrió casi inmediatamente, lo cual me hizo sonreír.

Alguien estaba tan impaciente como yo…

Y ahí estaba ella. Bella. Viéndose absolutamente preciosa en una blusa café y unos muy cortos pantaloncillos caqui. Mi corazón se detuvo por un segundo mientras me sonreía.

—Hola —saludó suavemente.

—Hola. —Fue toda mi respuesta de novela. Vi a dos chicas sobre el hombro de Bella que me estaban dando una 'mirada', como si no pudieran creer que estuviera a su puerta, así que rápidamente agregué—: ¿Estás lista para irnos?

—Sí —aseguró, saliendo al porche y cerrando la puerta, ocultando a las dos chicas de la vista—. ¿A dónde vamos?

Mi sonrisa desapareció mientras respondía: —Uh… Pensé en compartir algo contigo, si está bien.

La sonrisa de Bella creció y colocó su mano en mi brazo. Todo mi cuerpo se iluminó como árbol de Navidad ante su toque. —Eso está más que bien. ¿Qué es lo que quieres compartir conmigo?

Gaa…

Oh, por todos los cielos, solo escúpelo.

—¿Alguna vez has jugado láser tag? —pregunté, aguantando la respiración mientras esperaba a que se riera o me mirara como si estuviera loco.

Sin hacer nada, Bella arrugó su nariz de una forma adorable, mirándome fijamente.

—Láser tag —repitió—. ¿Es algo como 'Tron'?

Mi mente explotó. Santo infierno. Nunca hubiera esperado algo así de alguien como ella. —¿¡Has visto 'Tron'!?

—Sí. Mi mamá estaba saliendo con este sujeto que adoraba eso y nos hizo verla una noche. No recuerdo mucho. Solo muchas luces moviéndose y algunos láseres disparados.

—Oh. Bueno, realmente no es como 'Tron'. Para nada. Nos dan estos chalecos con sensores que registran cuántas veces nos han disparado, y las pistolas, por supuesto. Pero no ves el láser saliendo de la pistola. Y el cuarto es algo oscuro. Sin luces alrededor —expliqué mientras caminábamos por la calle de regreso a mi auto.

—Suena… interesante —dijo Bella, no del todo convencida—. Me gusta la parte de lo oscuro.

Sonreí un poco y me sonrojé por lo último que dijo. —No tenemos que ir, si no quieres. Solo era una de las opciones en las que había pensado.

—¡No! Quiero ir —insistió. Llegamos al auto y caminé al lado del pasajero. Mirando atrás, noté que Bella se había detenido enfrente del auto y me miraba con incredulidad.

—¿Esto es tuyo? —preguntó, señalando a mi bebé.

—Sí. ¿Por qué? ¿Es…Es demasiado? —pregunté nerviosamente, pasando una mano por mi cabello por millonésima vez ese día.

—No, no es demasiado. Solo que no es lo que esperaba —contestó, sonriendo en disculpa y caminando hacia mí. Abrí la puerta y Bella se detuvo al otro lado de ella, apretando sus labios y mirándome—. ¿Sabes? Me dejaste esperando por dos minutos.

—Oh. —Exhalé, mi estómago dando vueltas—. Lo siento. No quería llegar demasiado temprano así que…

Bella me interrumpió poniendo dos de sus dedos sobre mis labios.

—Está bien. Solo promete no hacerlo de nuevo. Detesto que me dejen esperando —expuso suavemente, con diversión clara en sus ojos.

—No lo haré de nuevo, lo prometo —murmuré alrededor de sus dedos.

—Bien. —Sonrió, bajando su mano. La sensación que había sentido cuando su piel tocó la mía seguía ahí.

—Entonces… ¿estoy perdonado? —pregunté, esperando que Bella no mantuviera rencor por cosas como esta.

Bella me estudió con una leve sonrisa. —Todavía no.

Su mirada era relajada, casi coqueta, y me di cuenta con un poco de alegría que Bella disfrutaba tener ventaja sobre mí. Era tan impertinente y adorable que tomaba todo mi control no tomarla en mis brazos y besarla hasta no poder más.

Bueno, mi control y el hecho de que estaba sujetando el marco de metal de la puerta tan fuerte que mis dedos podrían romperse.

Coquetea con la chica, gritó mi mente, mentalmente regresándome a la realidad.

—¿Entonces qué tendré que hacer? —consulté suavemente y, por el momento más delicioso de mi vida, nos quedamos ahí, sencillamente sonriéndonos.

—Te lo haré saber cuando algo se me ocurra —indicó, mirándome tímidamente por entre sus pestañas. Mi boca quedó seca y la miré estúpidamente.

No. Debes. Excitarte.

Haaaaa…

Bella ya estaba sentada, sonriéndome con inocencia para cuando salí de la neblina de lujuria. Cerré la puerta con cuidado y caminé alrededor del auto, recitando la larga lista de actualizaciones que quería en WoW para ayudarme a mantener el control. Todo esto para que, cuando volviera a ver a Bella, no la atacara como un demente.

Sintiéndome más confiado que antes me senté en el asiento del conductor y encendí el auto. Miré a Bella mientras ella me observaba conducir. Encajaba a la perfección en mi auto. Como si estuviera diseñado solo para ella.

Dios, era hermosa.

Pero no me dejé distraer demasiado por ella. Necesitaba concentrarme en el camino. No sería bueno terminar en el hospital en nuestra primera cita. Y con mi suerte, probablemente Bella terminaría siendo tratada por un interno o residente atractivo, con el cual escaparía y tendría pequeños bebés doctores.

Sí. Eso definitivamente no pasaría bajo mis ojos.

—Entonces… —comencé incómodamente—, ¿de dónde eres, Bella?

Ya sabía la respuesta, habiendo visto el nombre de la escuela de donde se graduó en su perfil de Facebook y buscando su ubicación con Google Earth anoche. Solo necesitaba una excusa para que hablara de nuevo, porque tristemente, ya extrañaba el sonido de su voz.

—Crecí en Phoenix, Arizona con mi madre, pero me mudé a un pequeño pueblo en Washington durante el instituto para vivir con mi padre.

Esta era información nueva…

—¿Entonces tus padres están divorciados? —pregunté, pateándome el momento después de que lo dije porque era claro que sus padres estaban divorciados. La voz de Bill Engvall apareció en mi cabeza, diciendo su patentado 'Aquííííí está tu señal'. Así de estúpido me sentía.

—Sí, se separaron cuando era muy pequeña —dijo Bella cautelosamente, mirando por la ventana del pasajero.

Y ahora me sentía como un idiota porque había sacado a relucir un tema sensitivo. Vaya forma de hacerla revivir recuerdos dolorosos y/o tristes. Cambia el tema, imbécil. La estás perdiendo.

—¿Y por qué te uniste a los KD? —Me apresuré a preguntar, girando en una esquina demasiado rápido. Bella estiró su brazo para que su hombro no se estampara contra la puerta del auto.

—Lo siento —musité apenado.

Me sonrió con rapidez. —Está bien. Me uní a los KD porque ahí me sentía en casa. Al final fue por mi amistad con Alice y la tutoría que recibí de Angela que decidí unirme. Conoces a Angela, ¿verdad?

—Sí. Angela. Es la novia de mi compañero. Nos hemos visto un par de veces. —No había sabido lo cercanas que eran Angela y Bella hasta ahora, por lo que no estaba seguro de qué tanto debería revelar, especialmente si Angela ya le había hablado de mí.

—Es un mundo pequeño, ¿huh? Una de mis mejores amigas llegando a ser la novia de tu compañero.

—Sí, en verdad un mundo pequeño.

Hubo un instante de silencio en la conversación antes de que Bella hablara de nuevo. —¿De dónde eres tú, Edward?

—Chicago.

—Aahh, la Ciudad de los Vientos… ¿Sabes? Cada vez que pienso en Chicago, me recuerda a este comediante que adoro, ¿Demetri Martin? Porque tiene esta cosa que hace… —Se desvió, mirando la expresión sorprendida en mi rostro—. ¿Qué?

Ni siquiera respondí, solo estiré la mano hacia mis discos y saqué un CD. Dándoselo, admití: —También me gusta Demetri Martin.

—¡Imposible! Entonces sabes de qué estoy hablando. ¿La charla sobre los chalecos? —preguntó Bella emocionada.

—Sí, lo recuerdo. —Tuve que reírme a la perfección que era esta chica sentada a mi lado. ¿Quién diría que tendríamos algo en común? Y el mismo comediante, nada menos.

Siempre había creído que las personas que tenían similar sentido del humor eran compatibles, por eso los amigos encontraban graciosas las mismas cosas. Y aparentemente Bella y yo teníamos similar sentido del humor. Al final podría tener una verdadera oportunidad con ella.

—¿Puedo ponerlo? Podría usar algo de diversión de Demetri Martin —propuso, señalando el estéreo con el CD que aún tenía en su mano.

—De acuerdo. —Bajé la parte frontal del estéreo para que pudiera meter el disco, sintiéndome algo decepcionado de que nuestra conversación terminara tan rápido. Bella seleccionó la pista número dos, la cual tenía el fragmento del que había hablado.

Me reí mientras Bella hablaba junto con Demetri, palabra por palabra, usando las mismas tonadas que él. Pero como un extra, podía ver sus gestos por el rabillo del ojo, los cuales eran muy acertados.

Cuando llegó a la parte de los chalecos, saltó en su asiento impacientemente, haciendo que algo más de ella se moviera también.

Guh…

¡La calle!, gritó mi mente.

—Creo que los chalecos son todos para la protección. Como por ejemplo, un chaleco salvavidas te protege de ahogarte… y los chalecos antibalas te protegen de recibir un disparo… y los chalecos de lana te protegen de las chicas lindas. 'Déjame solo. ¿Que no ves el frío que tengo aquí?'…Hay un gran frente frío en Chicago. Vístanse apropiadamente —citó a la perfección, añadiendo su propio comentario al final—: Lo de los chalecos de lana es totalmente verdadero.

—Heh, sí. —Me reí intranquilo, haciendo una nota mental de tirar los chalecos de lana que colgaban en mi armario. Si mantenía esto, terminaría sin nada que ponerme en una semana.

Me estacioné cerca del sitio del láser tag y fui alrededor del auto al lado de Bella, abriendo la puerta por ella. Porque mi mamá me había criado bien.

Era técnicamente un día de escuela para las personas menores de dieciocho, y no tuvimos que esperar mucho antes de que nos dirigieran a nuestro propio cuarto de preparación. Estaba conectado a un cuarto de juego que era más pequeño que el área principal, aunque eso estaba bien, puesto que nosotros solo éramos dos.

Bella estaba haciendo preguntas sobre todo, desde la forma en que funcionaba todo, hasta lo concerniente a mis pasadas experiencias jugando. Traté de responder cada pregunta a mi mayor capacidad, aunque en ocasiones algunas demandaban más conocimientos de los que poseía.

Finalmente, el chico que prepararía el cuarto para nosotros se presentó, entrando con una disculpa y sus brazos desbordándose con el equipo. —Lo siento, chicos. El otro grupo estaba lleno de niños de cinco años, y todos necesitaban ayuda quitándose sus chalecos.

—No hay problema —le aseguró Bella, sonriendo. Porque ella era así de buena.

Él la miró de arriba abajo y sonrió. Bueno, fue casi una mueca. Entrecerré los ojos al ver su reacción a Bella. ¿Quién se creía que era? ¿El Don Juan de las pistolas láser?

Aléjate, amigo. Ella es mía, rugió mi cavernícola interno.

—Hola… Soy James, ¿y tú eres…? —se presentó, concentrándose solo en Bella. Maldito bastardo.

—Soy Bella. Y este es Edward —contestó ella, colocando su mano en mi brazo al mencionar mi nombre. La calidez hizo poco para reconfortarme mientras miraba a James.

Él no dejó de mirarla, lo cual me molestaba. Y tenía esa apariencia de chico surfista, lo cual me molestaba más. Porque, por supuesto, era más atractivo que yo.

—Muy bien, Bella, Edward, un par de cosas antes de que puedan comenzar. Por favor no golpeen las pistolas, no son juguetes. Si las rompen, tienen que pagarlas…

James continuó enumerando las reglas, sin embargo, nada de lo que dijo llamó mi atención. Porque la mano de Bella se estaba moviendo lentamente por mi brazo, dejando un camino de electricidad a su paso. Mi estómago se apretó mientras bajaba, hasta que alcanzó mi muñeca y muy casualmente deslizó su mano a la mía.

Todo se detuvo para mí, y su mano en la mía se convirtió en todo mi mundo.

Solo podía concentrarme en la suavidad de su piel contra la mía, el peso de su pequeña mano, y la presión de sus dedos.

Entonces la apretó, rompiendo la burbuja en la que me había encerrado. Fui traído al mundo real, donde la personificación de un surfista seguía en el cuarto y miraba a la chica tomando mi mano.

Maldito idiota.

—¿Edward? —susurró Bella—. ¿Estás prestando atención?

—¿Qué? Uh, no, perdón. Pero he jugado antes, así que está bien —susurré de vuelta mirando a James, quien estaba desenredando los cables de las pistolas.

Se volvió a enderezar y nos dio a cada uno un chaleco y una pistola. —Voy a preparar el cuarto, pero no tardaré mucho.

—Bien —contesté bruscamente, deseando que se fuera para siempre. Bella no dijo nada, principalmente porque estaba demasiado ocupada tratando de averiguar cómo ponerse el chaleco. Los nuevos siempre se lo ponían al revés. No podían evitarlo.

—¿Necesitas ayuda? —me ofrecí gentilmente, después de ponerme mi chaleco y colocar la pistola en la parte de atrás, como el experto que era.

—Uh… Sí, creo que sí —admitió en derrota, alzando la parte que le daba tantos problemas. La giré y guié el chaleco sobre su cabeza. Bella se giró a un lado y luego al otro, dándome mejor acceso para cerrar todos los cinturones. Apreté las tiras hasta que el chaleco se aferró a su cuerpo lo mejor posible, entonces conecté el cable de la pistola a la espalda.

—Ahí tienes —dije, dándole la pistola—. Estás lista.

—Gracias —agregó sonriendo. Noté que un mechón de cabello se había salido de su cola de caballo y me sorprendí cuando mi mano se alzó con mente propia, colocándolo detrás de su oreja. Entonces mi mano se negó a moverse de su nueva posición. La miré, boquiabierto e incapaz de creer que había gritado "motín", preguntándome qué haría después.

Pensé que así se debió haber sentido el personaje de Devon Sawa en "Idle Hands".

Uno de mis dedos trazó su oreja suavemente, y entonces siguió a su mandíbula. Pasó sobre el suave punto donde sentí su corazón latiendo. Qué extraño… parecía estar latiendo más rápido de lo que debería.

¿Eso era típico para ella? ¿Tenía alguna clase de problema cardiaco que lo hacía latir más rápido?

Mi mano pausó su movimiento y, mientras me preguntaba si finalmente había visto la razón, Bella hizo la cosa más extraña. Cerró sus ojos e inclinó su cabeza hacia atrás, suspirando suavemente. Ese suspiro fue directo a mi… uh, 'sable de luz', haciéndolo 'brillar' solo por Bella.

Lentamente, coloqué toda mi mano contra su garganta y pasé mi pulgar por la línea de su mandíbula, sintiendo, más que escuchando, el respiro profundo que tomó. Inconscientemente había inclinado mi cuerpo más cerca al suyo y fui tomado completamente desprevenido cuando se alejó de mí abruptamente.

¿Qué demonios?

Los ojos de Bella se abrieron y giró su cabeza. Seguí su movimiento con mis ojos y vi a James, o el estúpido aspirante a surfista, mirando a MI Bella, el idiota de James, como me gustaba llamarlo en mi cabeza. Estaba parado en el marco de la puerta. Ni siquiera lo había escuchado entrar al cuarto, aunque eso no evitó que lo fulminara con la mirada, extremadamente molesto por su presencia.

—¿Listos para jugar? —preguntó James, aclarando su garganta fuertemente.

—Sí —contestó Bella, mirando sobre su hombro y sonriéndome rápidamente.

No dije nada, pero dejé de estar molesto el momento en el que vi la sonrisa de Bella porque, en serio, podría estar a punto de explotar de la furia y un vistazo a la sonrisa de Bella me calmaría al instante.

—Muy bien —dijo James con falsa emoción, incluso aplaudiendo para dar énfasis—. Hay que comenzar esta fiesta.

—Whoo —solté en voz baja, poniendo los ojos en blanco y deseando poder retroceder en el tiempo y que esto fuese hace dos minutos. Solo que esta vez, James no nos interrumpiría y podría besar a la chica de mis sueños.

Bella soltó un bufido poco femenino que intentó cubrir con una tos, pero no me engañó. Me había escuchado. Sonreí mientras James nos miraba confundido y nos indicaba que lo siguiéramos al cuarto de juego. Mandó a Bella al otro lado del cuarto dado que estaba usando el chaleco rojo y yo tuve el privilegio de quedarme cerca del frente con él.

Las cosas podrían ser peores, me dije. Bella podría estar con él en vez de ti. Me estremecí al imaginarlo. James solo estaría solo con Bella sobre mi cadáver.

—¡Su media hora inicia cuando las luces se apagan! —gritó James para que Bella pudiera escuchar. Se giró a mí y guiñó un ojo—. Diviértanse.

Le di la espalda para que no viera mi expresión ante sus palabras. Un minuto después, las luces se apagaron y un rayo de emoción recorrió mi cuerpo. Cada vez que jugaba me gustaba imaginar que era un miembro de los Black Ops, trabajando de incógnito a través de la guarida del enemigo. Algo así como Sam Fisher en 'Splinter Cell'.

O me gustaba ser James Bond porque siempre conseguía a la chica y al malo, incluso si la chica era el malo.

Agachándome un poco, hice mi camino al perímetro externo del cuarto, y me escondí detrás de una pared, la cual tenía una rendija rectangular en medio, para poder disparar sin tener que salir del escondite.

Claro, era algo como hacer trampa, pero esto era un juego. Me sentía algo mal por hacerlo así, no obstante, la alegría que sentí ante la expectativa de vencer a Bella lo eclipsaba rápidamente.

No era mi culpa tener más experiencia en esto que ella… y que conociera todos los buenos escondites.

Pasó un minuto o tres, era difícil juzgar sin un reloj, y me aburrí de esperarla, decidiendo salir a la ofensiva. Manteniendo un ojo alerta, lentamente caminé hacia el otro lado del cuarto, mas no la vi ni una vez.

O estaba teniendo suerte de principiante, o se escondía muy bien en alguna parte. Sentí la urgencia de gritar su nombre para asegurarme de que siguiera en el cuarto, y tras pensarlo mejor consideré que eso delataría mi posición.

Buen intento, Bella. No me atraparás tan fácilmente.

Lo que sí tenía bien claro es que una vez descubriera su posición el juego realmente iniciaría.

Pasando alrededor del centro del cuarto, casi regresaba a mi posición original cuando escuché un sonido a mi derecha, algo como si alguien hubiera frotado su pistola contra el chaleco de plástico.

Sonreí y rápidamente me escondí detrás de un gran obstáculo cerca de la fuente del sonido. Estaba cerca. Lo sabía.

Rodeando el obstáculo y asegurándome de mantenerlo contra mi espalda, revisé a mi alrededor por señales de movimiento. Bella se escondía cerca… y la iba a encontrar. Había tomado este juego mejor de lo que esperaba.

¿Alguna vez terminaría de sorprenderme?

Noté algo por el rabillo del ojo y rápidamente giré mi cabeza y arma al mismo tiempo, disparando a la oscuridad.

No estaba ahí. Maldición.

Justo entonces sentí la punta de una pistola presionada a mi espalda.

—No te muevas si quieres vivir —dijo una voz dulce y amenazante detrás de mí.

Mentalmente me regañé por exponer mi espalda a un ataque. Alzando mis manos en rendición, no dije nada para evitar que mi voz fallara. Porque este lado de Bella era increíblemente sexy. Mi erección se presionaba contra mis pantalones, y esperé que no me pidiera darme la vuelta.

—Da la vuelta lentamente —ordenó.

Por supuesto.

Rápidamente pensé en todos los movimientos que había visto hacer a los actores y personajes de videojuegos en situaciones como esta. Decidiéndome en una clásica, me tiré al suelo mientras daba la vuelta para dispararle a Bella. Su chaleco se iluminó casi inmediatamente, dándome el primer punto del juego.

Mis movimientos rápidos la tomaron por sorpresa, pero se recuperó rápidamente, escondiéndose detrás del obstáculo que yo había usado, mientras yo me colocaba detrás de una pared a unos metros de distancia.

Así estaba mejor. Hay que mantenerlos emocionados.

Di un vistazo por la esquina y me topé con Bella haciendo lo mismo, lo que me hizo sonreír. Era tan adorable que tuve que molestarla un poco.

—'Tus débiles habilidades no son rival para el poder del Lado Oscuro' —cité, bajando el tono de mi voz una octava para hacer una decente personificación del Emperador Palpatine.

Bella se rio. —¿Así planeas atraparme? ¿Citando cosas de Star Wars?

Ahh… Podía reconocer líneas de Star Wars cuando las escuchaba. Excelente.

Mirando por la esquina de nuevo, vi que la costa estaba clara y corrí a un obstáculo a mi derecha, anotándome una breve ventaja. Logré disparar un par de veces antes de que uno iluminara el chaleco de Bella de nuevo.

—¡Oye! —gritó, moviéndose a su izquierda hasta que la perdí de vista.

—'Eres imprudente por bajar tus defensas' —cité con una sonrisa, esta vez cambiando a Vader.

Bella murmuró algo en respuesta, sin que lo alcanzara a descifrar.

—¿Qué fue eso? —pregunté.

—Dije que tienes una cabeza estúpida —agregó indignada.

Solté una carcajada. —¿Una cabeza estúpida? ¿Cuántos años tienes? ¿Siete?

—Oh cállate, chico Star Wars —contestó, la mueca se sentía en su voz. Se estaba metiendo en el juego. Era eso, o no me hablaría otra vez una vez que termináramos.

—No hay necesidad que me cambies de nombre —continué en broma, agachándome y mirando por la esquina. No la vi en ninguna parte, así que esperé su respuesta para saber a dónde moverme.

Sin embargo no respondió. ¿Dónde estaba?

—Bella… Bellaaaa… —canturreé—. Sal. Sal de donde quiera que estés.

Escuchando un ruido detrás de mí, me di la vuelta solo para ver la sonrisa de Bella un segundo después. Demasiado tarde.

Me había atrapado.

Mi chaleco se iluminó y Bella se rio triunfalmente, haciendo una clase de baile.

Mis ojos se entrecerraron. ¿Cómo se atreve a usar mi propio movimiento en mi contra?

Eso es todo. Esta chica va a caer.

Bella notó mi cambio de humor un segundo después. —No lo harías…

Mi única respuesta fue una sonrisa predadora. Sus ojos se agrandaron y se dio media vuelta, alejándose todo lo posible de mí. Comencé a perseguirla, disparando en su dirección. Logró evitar mis disparos corriendo en zigzag alrededor del cuarto.

Pero no me rendiría tan fácil.

—¡Edward! ¡Detente! —me gritó, esquivando el borde de un obstáculo mientras lo rodeaba para evitar golpear la pared al otro lado.

—'¡Nunca te rindas, nunca renuncies!'

—¿Qué pasó con las citas de Star Wars? —preguntó sin aliento, moviéndose con agilidad y evitando obstáculos.

Uno de mis disparos finalmente le dio y su chaleco brilló. —Me gustan otras películas además de Star Wars.

Llegando a una esquina sin salida se dio la vuelta y extendió sus manos frente a ella. —Muy bien, tuviste tu venganza. No hay necesidad de continuar esto.

—¿Qué quieres decir? Yo veo necesario continuar. Estás justo donde te quiero. —Caminé hacia ella, y golpeó la pared con su espalda, atrapada sin tener a dónde ir.

El instinto me dominó y la encerré ahí, colocando mi mano libre y la que tenía la pistola a cada lado de su cabeza. Acercándome, susurré en su oído: —¿Te rindes?

A pesar de su respiración acelerada, guardó silencio. Bajando una mano de la pared, recorrí su brazo con mis dedos. Ella tembló, y se le puso la piel de gallina.

—¿Te rindes? —repetí, presionando. Una parte de mí incapaz de aceptar que estaba haciendo esto. Angela había tenido razón. Me sentía mucho más confiado cuando estaba en mi elemento.

Bella negó con la cabeza y de repente se rio. Antes de poder responder, mi chaleco se iluminó marcando otro punto para ella.

—Eres una escurridiza —espeté, buscando su pistola, pero ella se agachó y escapó por debajo de mi brazo.

Increíble.

Me di la vuelta y corrí tras ella; su gran risa aún haciendo eco en el aire. Casi la alcanzaba cuando giró su cabeza para mirarme sobre su hombro y perdió el ritmo de sus pasos. Vi con horror mientras el tiempo se ralentizaba y Bella caía, impactándose de espaldas. Un gran crujido sonó cuando su chaleco golpeó el concreto.

—¡Bella! —grité, corriendo hacia ella y arrodillándome cerca de su cabeza—. ¿Estás bien?

—Owww —gruñó, intentando sentarse.

Solté mi pistola y empujé sus hombros. —No te muevas hasta asegurarme de que estés bien.

—Pero este chaleco es incómodo —se quejó, sus ojos rogándome.

Suspiré y deslicé una mano detrás de su cuello para apoyarla. —De acuerdo, pero solo siéntate. No intentes levantarte.

—Sí, doctor.

Ayudé a Bella a sentarse y moví mis piernas para sentarme a su lado, en vez de arrodillarme.

—¿Qué te duele? ¿Te golpeaste la cabeza? —demandé saber ansiosamente, pasando mis manos con premura por su cabello, palpando su cráneo en busca de algún punto donde sintiera dolor.

—No, estoy bien. Solo soy torpe —me aseguró, sonriendo brevemente.

Una ola de desprecio a mí mismo me golpeó y empecé a quitarle el chaleco. —Lo lamento. No debí perseguirte así.

—Edward, no te culpes. Fue divertido, hasta que me caí. Me sentí como una niña de nuevo.

Eso me hizo sonreír. —Sí fue divertido.

—¿Lo ves? Entonces no te sientas mal, ¿de acuerdo?

—Bien —concedí—. Vamos, hay que quitarte esto para inspeccionar el daño.

Bella pasó el chaleco sobre su cabeza y me lo dio. —¿Esto significa que ya terminamos?

Giré el chaleco y vi la confirmación a mi teoría.

—Creo que esto significa que ya terminamos —respondí, señalando la gran fractura en el plástico.

Sus manos cubrieron su boca y agrandó los ojos.

—No te preocupes, Bella. Sucede más de lo que piensas.

—Ahora tengo que pagarlo —señaló suavemente, dejando caer sus manos a su regazo.

Inmediatamente negué. —No, yo lo pagaré. Fue mi culpa que te cayeras.

—Edward… —Comenzó a protestar, cuando la interrumpí.

—Déjame hacerlo o me sentiré terrible —le advertí, jugando sucio y utilizando la culpa a mi favor.

—Bien —aceptó de mala gana, con una mueca—. Aunque debes saber que no estoy feliz por eso.

Me reí, sin poder evitarlo. Era demasiado linda. —Sospecho que te recuperarás rápidamente.

Hizo una cara y sacó su lengua como niña de cinco años, haciéndome reír más. Las luces se encendieron, sorprendiéndonos.

—Parece que nuestro tiempo se acabó —murmuré, levantándome y ayudando a Bella a ponerse de pie.

James apareció en la puerta y alzó sus cejas al verme cargando el maltrecho equipo de Bella.

—Se tropezó y el chaleco se rompió. Pero lo pagaré —expliqué.

Se encogió de hombros. —Como sea. ¿Ella está bien?

—Estoy bien —informó Bella cortante, probablemente molesta de que habláramos como si no estuviera presente. Regresamos al cuarto de preparación y le entregué todo nuestro equipo a James.

—Dile lo que pasó al tipo en el escritorio del frente —nos dijo James antes de irnos. Asentí para que supiera que lo había escuchado.

Bella suspiró aliviada cuando la puerta se cerró tras nosotros. —Ese chico era perturbador. Espero no volver a verlo.

—Tú y yo —concordé—. Entonces… ¿esto significa que no querrás otra ronda?

—No, no realmente. Aunque me gustaría regresar con más personas la próxima vez. Apuesto que a Alice le encantaría esto.

—Seguro, podemos hacer eso. —Por fuera estaba calmado, pero por dentro estaba emocionado de que Bella pensara vagamente en una próxima vez. Incluso si tenía que compartirla con un par de personas.

En el escritorio del frente tuvimos nuestros puntajes y le comenté al chico lo que había pasado. Bella le frunció el ceño a los números. —Ganaste.

—¡Ja ja! ¡La victoria es mía! —grité en triunfo, alzando mis brazos sobre la cabeza.

—Muy bien, Stewie —dijo Bella rodando los ojos—. Hay que llevarte a casa antes de que inicies un ataque por el poder y sientas la necesidad de hacer llorar por su mamá a un niño de ocho años.

Me reí. —Estás loca.

—Y tú eres lindo —contestó con una sonrisa.

Sonrojándome un poco, le pagué al encargado por el equipo roto y el alquiler del área de juego, escondiendo la cuenta de la mirada curiosa de Bella. —Ánimo. Mejorarás. Y quién sabe… quizás un día me ganarás.

—Supongo. —Me dio la hoja con los resultados y salimos hacia la brillante luz del sol, ambos entrecerrando los ojos ante el cambio del exterior—. ¿Y… ahora qué sigue?

Miré al frente en atónito silencio.

¡¿Qué sigue?! Me tardé demasiado pensando en algo. ¿Y ahora quería más?

—Uh… —Intenté pensar en cualquier sugerencia razonable.

—¿Estaría bien si volviéramos a tu departamento? —consultó Bella inocentemente.

¿Mi departamento? ¿El sitio sucio y lleno de testosterona que es mi departamento? ¡Seguro! Vamos, y entonces escapa aterrorizada. Suena bien.

—Um… —Realmente necesitaba practicar esto de buscar evasivas.

—¿Por favor? —pidió, haciendo un puchero y mirándome con ojos de perrito triste.

Oh, eso era completamente injusto. Y funcionó como un encanto.

—Está bien —acepté, concentrado en su puchero.

Bella sonrió e hizo el pequeño bailecillo que estaba creciendo en mí rápidamente. —¡Sí! ¡Vamos!

Con eso tomó mi mano y básicamente me arrastró a mi auto.

Alguien estaba ansiosa… No sabía por qué, especialmente porque el lugar no era especial. Solo un chiquero gigante.

Es decir, ¿qué querría hacer ahí para asegurar tanta emoción?

Definiciones.

Tron: Película de los ochentas sobre un programador que queda atrapado dentro de los circuitos de una computadora donde los programas tienen vida y personalidad propia.

Google Earth: Programa informático que muestra un globo virtual que permite visualizar múltiple cartografía, con base en la fotografía satelital.

Bill Engvall: Uno de los chicos de 'the Blue Comedy' que tiene su propio programa en TBS.

Demetri Martin: Un comediante brillante, que aparece en The Daily Show de vez en cuando.

Devon Sawa/Idle Hands: Devon es el protagonista en 'Idle Hands', en la cual comparte una larga escena de Jessica Alba en su sostén.

Splinter Cell: Videojuego donde pasar por diferentes sitios para intentar lograr tus objetivos sin ser descubierto.

"Nunca te rindas, nunca renuncies": Cita de la película "Galaxy Quest", la cual hace parodia de todas las películas de ciencia ficción.

"La victoria es mía": La frase de Stewie en "Padre de Familia".

Capítulo 5: RG5

 


 


 
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