Agente secreta

Autor: BaaarbyGuffanti
Género: + 18
Fecha Creación: 29/01/2013
Fecha Actualización: 28/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 17
Comentarios: 48
Visitas: 32404
Capítulos: 22

Él… Edward Cullen. Coqueto, seductor. Con sólo mover su cabello dorado y lanzar una mirada con sus orbes verdosos, tenía todas a sus pies. Cursa último año de preparatoria en “Imperial London School” Escuela privada, donde sólo estudia gente con una muy buena posición económica. Está amenazado críticamente, pero el todavía desconoce eso. 
Ella… Isabella Marie Swan, agente 023, una importante espía, de uno de los centros de espionaje más importantes a nivel internacional. Irónica, sarcástica, sensual y muy atractiva, tiene todo fríamente calculado. Amante de los riesgos y de la adrenalina. Proviene de Estados Unidos Forks
Es encargada a una nueva misión, la cual implicará una nueva vida, una nueva escuela, un nuevo físico. Ella dejará atrás su sensualidad y atractivo, para entrar a Imperial London School, donde tendrá que simular ser una persona totalmente diferente, para proteger, especialmente, a él, Edward Cullen.
¿Pero que sucederá cuando su trabajo se cruce con los sentimientos?

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Capítulo 7: Descifrar miradas

Una llamada entrante, suspiré y atendí sin ver quién era. 
— ¿Qué quieres? – Pregunté suponiendo que era Richard, siempre le contestaba con mal carácter, me daba risa atenderle así. Sin duda lo respetaba muchísimo, pero era un gran amigo para mí. Él me llevaba unos doce años, era joven, pero uno de los agentes más eficientes internacionalmente. Su padre era el fundador de los centros de espionaje internacionalmente, ahora que su padre envejeció, él quedaba como el jefe general de todas las sedes. Era extremadamente conocido por los policías y agencias de detectives, pero nos manteníamos en secreto siempre hacia personas que no estuvieran involucradas con la vida policial. Yo era conocida, no al extremo como él, pero igualmente era conocida en la mayoría de los países.

— Linda manera de atenderme, hermosa. – Sonreí al oír esa voz, no era Richard, era el chico que hace segundos ocupaba mis pensamientos. 

— Lo siento Edward, pensé que era otra persona. ¿A qué se debe tu llamada? 

— ¿Te molesta?

— Oh, no… Sólo que es raro porque nos vimos hace poco. 

— Pues acostúmbrate, ya que tendrás más llamadas como éstas seguidamente. Sólo quería escuchar tu voz y ahora que ya lo hice, adiós. – Reí un poco y murmuré un adiós, para que luego me trancara.
¿Qué le sucedía? ¿No era un mujeriego engreído? Oh vamos, eso fue muy tierno, llamar para escuchar mi voz. 
Me encaminé hacía mi mesa y pagué la comida, no la probé, pues ya estaba fría. Otro día sin comer, pero ya no tenía tiempo, mañana tenía escuela y habían dejado tarea. ¡Ash! La peor parte de la misión, estar horas y horas en la maldita escuela, estudiando cosas que ya estudié y para colmo, teniendo deberes. Pero bueno, es mi trabajo, debo hacerlo.

Salí del restaurant y suspiré, me di cuenta que las personas que más perfectas parecen, son las que más problemas encierran. ¿Es tan importante verse tan perfecta? Es decir, me refiero a Victoria Piccolo, es hermosa, la envidia de cualquiera, está bien, podía ser algo tonta, pero vamos, ¿Bulímica? Pobre, quisiera ayudarla. Entonces… ¿Las personas que dan aspecto de ser perfectas, en verdad no lo son? ¿Edward podría tener algún problema? No creo, no parece, pero… ese es el punto, no muestran defectos. Se encierran en una burbuja de perfección, haciendo sentir inferiores a los demás. 
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Llegué a la escuela. Luego de salir del restaurant fui directamente a mi casa, gracias al cielo el domingo tendría mi nuevo auto. 
Me sentía un poco mal, me dolía la cabeza. Apenas llegué Jasper y Emmett se acercaron a mí, les sonreí levemente, mientras movía con los dedos el flequillo de mi peluca, me molestaba enormemente esa peluca. 

—¡Eli! ¿Cómo estás? – Preguntó alegremente Emmett, su voz gritona me causaba risa, era tan tierno.

— Bien y ¿Ustedes? – Pregunté y respondieron con un bien, al unísono, el rubio se veía muy nervioso. - ¿Qué les sucede chicos?

— Es que… Bueno, Jasper quiere que lo ayudes con… con… - Hice una seña con las manos, animándolo a seguir hablando. – Pues con Alice , es qué, ella, le gusta y tu eres su amiga entonces… - Reí ante su nerviosismo y los abracé. 

— Jas, no se preocupen, a ella también le gustas, sólo debes poner un poco de romanticismo y declarárselo esta noche, Yo igual hablaré con ella y les sacaré información. Pero confíen en mí… - Me sentí extremadamente mareada y me empezó a faltar el aire. Sonó el timbre.

— Bueno Moon, gracias, de verdad, gracias. Ésta noche le dire, tenemos que ir a clases, adiós. – Sonrieron para irse. Me tomé la cabeza con una mano y cuando todos entraron a clases, caminé lentamente, tambaleándome hasta llegar a los pasillos que daban a los baños. Todo me daba vueltas y sentía una exasperación, el dolor en la cabeza se intensifico y me recargué de uno de los casilleros. Respiraba dificultosamente. 
— Oh, Moon, ¿No entrar a clases? Pensé que eras una de esas cerebritos que nunca se pierde ninguna clase, pero como dije al principio, eres todo un misterio. ¿O es que la rara se la quiere tirar de mala? – Dijo burlón Edward, mientras se posaba en frente de mí y yo me recargaba de los casilleros. Sentía que estaba temblando, miré fijamente a Edward y me separé de los casilleros, para seguir mi camino. Pero el dolor en mi cabeza se intensificó y respiré aun más fuerte, sentía que me ahogaba. –Moon, ¿qué te pasa? Moon… ¡Moon! - Fue lo último que llegué a escuchar, antes de que la vista se me nublara y todo se hiciera negro. 

Un extraño olor a alcohol llegó a mi nariz, apreté los ojos un poco molesta, para luego abrirlos. Pestañee dos veces y enfoqué mi vista en una mujer de unos cincuenta años, rellenita y con una mirada muy dulce. Arrugué mi nariz recordando el olor del alcohol, y le sonreí a la señora, que por lo que se veía, era una enfermera.

— Cariño que bueno que despertaste.

— ¿Qué paso? – Pregunté tocándome la cabeza, donde quedaba un leve dolor. 

— Linda, te desmayaste, posiblemente por un desorden alimenticio, debes comer más. Aparte, debido a eso tuviste una baja de tensión, que ocurrió porque no te llegaba la suficiente glucosa al cerebro. Y gracias al cielo que ese jovencito te sostuvo antes de cayeras al piso. Un golpe así hubiera empeorado la situación. Deberías agradecerle. 

— ¿Qué jovencito? 

— Está afuera esperando, lo haré pasar.

¿Un chico me sostuvo? Pero… ¿Quién? Lo último que recuerdo fue a Cullen molestándome. Acomodé mi peluca rápidamente, la cual no se salió de su sitio, simplemente estaba un poco despeinada. Quité mis anteojos y me senté en la camilla. Estaba en la enfermería de la escuela. 
— Así que aparte de rara, prácticamente anoréxica, eso está mal, ¿Sabes? – Dijo Edward, mirándome fijamente con sus orbes verdosos, mientras entraba a la sala. En sus ojos pude notar un poco de… ¿Preocupación? Pero… él lo intentaba esconder, tras una expresión de burla. 

— Yo… No soy anoréxica, simplemente no he tenido tiempo para comer. – Titubee a un nivel de voz bajo, no quería que pensara que era anoréxica.

— ¿Segura? Muy bien, entonces levántate, vamos a la cafetería a que comas algo. – Dijo totalmente decidido, lo miré unos segundos desconcertada, ¿Dónde estaba el chico malhumorado que me trataba mal? - ¿Acaso no escuchaste? 

— Eh… Si, lo siento. – Me levanté de la camilla y él se dedicó a caminar, yo lo seguí. Caminamos por los largos y desiertos pasillos, hasta llegar a la cafetería. 

— Siéntate. Yo te traeré algo. - Asentí lentamente, ¿A qué se debía tanta amabilidad? ¿Será que él enfermo era Edward? ¡Y después la rara era yo! Vi que se acercaba y depositaba un plato con un pedazo de pastel en frente de mí. – Cómetelo todo ¿De acuerdo?

— Si, pero… ¿Por qué estás tan amable? ¿No me odias? – Pregunté mientras agarraba una pequeña cucharita, para comer un poco de pastel.

— No te odio Moon, simplemente me molesto mucho que cuando llegaste, me empujaste y no me pediste disculpas. Me molesta que en frente de todos te comportes tierna y dulce y que conmigo seas tan… No sé, ¿Bipolar? Todo el mundo cree que nunca matarías ni a una mosca, pero yo veo algo diferente. ¿Por qué no puedes ser tu misma?

— Hay una muy importante razón por la que no puedo ser yo misma. – Susurré por lo bajo y él me vio desconcertado. – Eso no importa, es más, la pregunta es, ¿Por qué tú no puedes ser tu mismo? No eres “Edward Cullen” Él mujeriego, el arrogante, al contrario, eres dulce y te da miedo demostrarlo.

— Y ¿Tu cómo sabes eso? – Preguntó. OMG, Isabella Swan lo sabía, pero Elizabeth Moon no. Respira, actúa normal. 

— Porque se descifrar muy bien a las personas. Aparte, me ayudaste ahora cuando me desmayé– Dije y el timbre sonó, indicando que ya era la hora del almuerzo.

— Soy muy delicado en los temas de la salud, es todo. – Murmuró con una mirada qué… no pude descifrar. Se levantó de la mesa, mientras yo comía un trozo de mi pastel.
Lo vi desaparecer entre la multitud de gente. Un vaivén de emociones invadió mi cuerpo, al recordar su mirada. Sentí un impulso que me obligaba a seguirlo, pero decidí quedarme sentada, fijando mis ojos en el camino por el cual se fue. 

— ¡Eli! – Exclamaron mi nombre las chicas, sentándose conmigo. Pero yo sólo seguía pensando. Era raro… era totalmente raro esas inmensas ganas que tenía de adentrarme en su vida, de saber que le sucedía. Él intentaba esconder sus emociones, se notaba que él era un especialista en evadir sus sentimientos, pero lo que él no sabía, es que yo era una experta en indagar en los corazones de los demás. Siempre me adentraba en lo más profundo, curioseaba, buscaba y revolvía cada sentimiento, cuidando, claramente, no destruirlos. Ya que, después de tanto curiosear, podría llegar a romper su corazón. Un corazón roto era muy difícil de arreglar. Constaba de la paciencia y el amor de otra persona, una persona que se molestara en recoger cada uno de los pedazos, para luego juntarlos, encontrando cada una de las sonrisas perdidas y disolviendo todas las lágrimas derramadas. Se necesitaba alguien que pudiera transformar el dolor en alegría y, definitivamente, yo no era la indicada para eso. No digo que él tenga el corazón roto, es más, su mirada iba mucho más allá de eso. Lo que yo vi en su mirada, acaso fue... ¿Una melancolía muy interna, perfectamente escondida, asechando con salir? Fue un descuido de él, dejarme ver eso. Ya que no pararía hasta encontrar la razón a esa mirada.

Dicen que los ojos son las ventanas del alma, y a mí no me faltaba la curiosidad para indagar en el alma de Edward Cullen. Pero él no me lo permitía, lo evitaba. Una pregunta iba y venía por mi cabeza… Simple y sencilla, pero sabía que él no la pensaba responder ¿Por qué quiere aparentar ser tan duro?

 

Hooooooooooooooooooooola hermosas aca otro capituloooooooooo espero que les guste las amo dejen sus comentarios

Capítulo 6: Jugando con fuego Capítulo 8: Conexión entre tu y yo

 
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