Los rayos mañaneros del sol se filtraban traviesos por la ventana. Me levanté sobresaltada en el momento en que el maldito artefacto que se encontraba sobre mi mesa de noche, empezó a sonar. Le di un golpe a mi despertador y me levanté. 
Me di una ducha rápida y me puse mi maquillaje especial, bueno, más bien, el maquillaje especial de Elizabeth Moon. En verdad no era tan especial, simplemente hacía ver a Moon más clara de piel y con un producto que me había dado Richard, aparentaba que tenía unas pecas. Los anteojos, la ropa holgada, la peluca y el maquillaje era lo que separaba a Elizabeth Moon de Isabella Swan. 

Cuando estuve lista me dispuse a salir. Estaba cansada, ya quería que fuera fin de semana. Hoy era jueves y debía entregar el trabajo a la profesora de literatura. Tomé el trabajo antes de cerrar la puerta, lo metí en mi bolso, cuidando de que no se arrugara y me encaminé a la escuela.

Tuve que caminar, porque mi auto lo había dejado a las dos cuadras antes de la escuela, ya que ayer me había ido de la escuela con Edward. Mi semblante de cansancio cambió cuando me acordé que vería a Edward. ¿Qué acaso ese chico nunca saldría de mis pensamientos?

Vi en mi reloj que se me hacía tarde, claro, mi despertador estaba ajustado de modo que me diera tiempo de llegar con auto, pero ahora iba a pie y debí ponerlo más temprano. Tomé un atajo por un callejón solitario, un sonido llegó a mis oídos. 

— ¿Quién llora? – Me pregunté a mi misma, mientras cruzaba por una calle. El sonido del llanto se hacía cada vez más fuerte.

Me escondí tras un árbol apenas vi a un hombre, de aproximadamente veinte años, este tenía un aspecto siniestro y tenía a una chica agarrada fuertemente del brazo, esta chica era la que lloraba. Su mano derecha encima del brazo de ella y su mano izquierda apretaba un cuchillo.

Ellos estaban de espaldas a mí, así que me acerqué por atrás lentamente, apenas estuve a tan sólo unos pasos de ellos, un olor impregno mi nariz. Él había tomado alcohol y por el temblar de sus piernas, debo suponer que grandes cantidades. 
— ¿Entonces crees que podías engañarme con mi mejor amigo y que yo no me enteraría? Eres una ¡Perra! – Exclamó furioso y apretó más el cuchillo en su mano.

— Yo… No… no quería en serio, él me obligo. – Decía desesperada la pobre chica, llorando, su brazo ya tenía una marca roja, debido a la presión que hacía la mano del chico. – Lo siento, de verdad, lo siento.

— ¡Cállate zorra! – le dio un golpe en la mejilla y ahí decidí dejar de inspeccionar la situación, para actuar. 

— ¿No te enseñaron a respetar a las mujeres? – Pregunté exaltada y me acerqué rápidamente a ellos, él volteó a verme y ella tenía una expresión asustada.

— No te metas, si no quieres salir lastimada. – Dijo desafiante, ¡JA! ¿Él cree que me da miedo? ¿A caso sabe con quién se está metiendo? 

— Mira como tiemblo. – En un movimiento rápido di un salto, quedando justo en frente de ellos, di una patada en el brazo de él, haciendo que soltara a la chica. – Aléjate de acá niña. – Ella asintió y se fue llorando.

— ¿Quién te crees? ¡¿Cómo la dejaste ir?! ¡Me las vas a pagar! – Intentó pegarme, pero yo fui más rápida y esquivé el golpe, tomé su puño y lo doble hacía atrás de su espalda, una llave sencilla y básica. Él hizo un movimiento y se soltó de mi agarre, agarró el cuchillo y lo apuntó a mi cuello. - ¿Ahora qué harás entrometida?

Reí y me aparté dando una voltereta hacía atrás, él se acercó a mí de nuevo y se dispuso a clavarme el cuchillo en el cuello, pero yo me agache un poco y me moví rápidamente, el artefacto de metal rozó mi mejilla, dejándole un rasguño un poco profundo, gotas de sangre recorrieron mi cara, pero eso no evitó que rodeara al tipo hasta estar a sus espaldas. Tomé sus manos por atrás y las sujete fuertemente, seguido de esto le coloque unas esposas que tenía guardadas en mi bolso. Menos mal que últimamente traía todo mi equipaje policial.

— Ha sido incriminado por portar un arma y lastimar con ella, beber grandes cantidades de alcohol y agredir a un agente policial. También los cargos de acoso que pueda demandar la joven que estaba con usted. Usted tiene derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra ante un tribunal. Tiene derecho a consultar a un abogado y/o a tener a uno presente cuando sea interrogado por la policía. Si no puede contratar a un abogado, le será designado uno para representarlo. – Le leí sus derechos y el abrió los ojos llegaron patrullas policiales. ¡Ah claro! La chica que había sido agredida había llamado a la policía. Ellos me vieron y mostré mi permiso, ellos asintieron y saludaron con respeto. Claro, ya Richard había avisado a todos los policías, detectives y agentes que yo estaría un tiempo por aquí.

Me despedí de la policía y vi mi reloj.

— Oh por Dios, llegaré tarde, Edward me matará, tenía que entregar a primera hora el trabajo. – Corrí hasta llegar a la escuela. Llegaba cuarenta y cinco minutos tarde. Limpié la sangre de mi mejilla, cuando lo vi ahí, en medio del pasillo, hablando precisamente con la profesora de literatura.

— ¡Por favor profesora! Espere a que ella llegue, usted sabe que necesito esta nota.

— Basta Cullen, el trabajo debía entregarse a primera hora y ya llevo esperando cuarenta y cinco minutos, ¿Qué falta de respeto es esta? – Preguntó, mientras se dirigía a un salón, dejando a Edward en medio del pasillo con la cara entre las manos. Me apresuré a alcanzar a la profesora, pero esta ya había entrado al salón de clases. Observé a Edward unos minutos.

— Edward, yo… Lo siento, de verdad, no pude llegar a tiempo es que…

— ¡Cállate Moon! ¿Sabes cuánto valía este trabajo? Si aprobaba esto, no reprobaría la materia, pero ahora gracias a ti, ya la reprobé. – Exclamó muy molesto.

— ¡No fue mi culpa llegar tarde! Tranquilízate, yo hablare con la profesora. Es que tuve un percance en el camino.

— ¡La profesora no quiere recibir el trabajo! ¡Sabías que debías entregarlos a primera hora! 

— ¡Deja de gritarme Cullen! No me trates como tratas a todos en esta escuela. Yo no voy a tu ritmo, ya te pedí perdón, me tuve que detener por algo importante en el camino. – Dije ya algo molesta, ¡No tenía derecho a tratarme así!

— ¿Algo importante? ¿Qué? – Preguntó, todavía enojado.

— Yo… Pues… Yo…. – Titubee, no podía decirle. 

— Ah, claro. – Dijo Edward y pasó junto a mí y me empujó levemente con el hombro.
Respiré profundamente, estaba muy alterada, pero ¡¿Qué le ocurre?! Sé muy bien que este trabajo valía mucho, en cuanto a las notas, pero… ¡Él no se tenía que poner así! Y bueno, yo no debí alterarme tanto.

Suspiré y me encaminé hacía el salón donde había entrado la profesora de literatura. Toqué tres veces la puerta y desde adentro se escucho un “adelante” 

— Señorita Moon, si es por el trabajo, ya le dije al señor Cullen que no lo recibiría. 

— Profesora, ¿Qué le cuesta recibirlo?

— ¡Es una falta de respeto hacia mí! 

— ¿Es una falta de respeto recibir un trabajo? – Pregunté burlona, pero ella no lo notó. 

— ¡Me refiero a la puntualidad! 

— Lo entregamos el mismo día que debía entregarse, sólo que un poco más tarde. – Dije escondiendo mi enojo, sonando un poco tímida para estar dentro de mi papel. 

— Aparte de impuntual insistente. – Dijo viendo unos papeles, con el tono burlón que yo había usado hace unos segundos.

— Mire profesora, la impuntual fui yo, la insistente fui yo, por lo tanto, repruébeme a mí. Póngame cero en el trabajo y que Edward tenga toda la nota por este trabajo.

— No lo sé señorita.

— ¡Profesora! ¡No le cuesta nada! ¿Qué gana con no aceptar mi propuesta? ¡No porque yo no pudiera llegar a tiempo usted va a reprobar a Edward! ¡Es mi error y me hago cargo de él! – Exclamé ya muy enojada. – Tome. – Dije poniéndole el trabajo sobre la mesa. 

— Muy bien, le pondré la calificación sólo a Cullen. Y hablaré seriamente con el director de su conducta. 

— Como quiera. – Murmuré cerrando el salón de un portazo. Jasper y Emmett estaban en esa clase, por lo que se quedaron sorprendidos ante mi actitud. No podía salirme del papel, pero intenté ser agradable y ella era terca. Ahora tendría que hablar con el director.

Y el imbécil de Edward, es decir, ¿Se tenía que poner así? ¿Qué le pasaba?
Toqué mi mejilla y caminé hacía los archivos de festivales del colegio, necesitaba ver las fotos del baile de primavera

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— ¿Y la noche del diecisiete de febrero? Noche de desaparición de la segunda víctima.
— Fue el baile de primavera, todos estaban invitado, debían llevar una pareja. 
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Tenía que concentrarme en esta misión. Ahora que me doy cuenta, me concentro en la misión cada vez que… Que me desconcentro de Edward.
Wow… Estoy arriesgando toda una misión, mi trabajo, mi vida, por… Edward. 
Arriesgar todo por ¿nada? No… Edward no es nada, Edward es… él es… No sé que es, pero me encanta...